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Lingüística

versão On-line ISSN 2079-312X

Lingüística vol.32 no.2 Montevideo nov. 2016

https://doi.org/10.5935/2079-312X.20160023 

Lingüística

Vol. 32-2, diciembre 2016: 141-144

ISSN 2079-312X en línea

ISSN 1132-0214 impresa. 

DOI: 10.5935/2079-312X.20160023

 

 

 

SUZANA ALICE MARCELINO DA SILVA CARDOSO, JACYRA ANDRADE MOTA, VANDERCI DE ANDRADE AGUILERA, MARIA DO SOCORRO SILVA DE ARAGÃO, APARECIDA NEGRI ISQUERDO, ABDELHAK RAZKY, FELÍCIO WESSLING MARGOTTI, CLÉO VILSON ALTENHOFEN. 2014. Atlas linguístico do Brasil, Vol. 1. Londrina: Eduel, 212 p. ISBN 978-85-7216-705-5

 

SUZANA ALICE MARCELINO DA SILVA CARDOSO, JACYRA ANDRADE MOTA, VANDERCI DE ANDRADE AGUILERA, MARIA DO SOCORRO SILVA DE ARAGÃO, APARECIDA NEGRI ISQUERDO, ABDELHAK RAZKY, FELÍCIO WESSLING MARGOTTI. 2014. Atlas linguístico do Brasil, Vol. 2. Londrina: Eduel, 368 p. ISBN 978-85-7216-709-3

 

 

Reseñado por HARALD THUN

Universität Kiel, Alemania

thun-office@romanistik.uni-kiel.de

 

 

Con la publicación de estos dos primeros volúmenes del Atlas Linguístico do Brasil (ALiB) nuestros colegas geolingüistas (que son mayoritariamente nuestras colegas) del mayor país sudamericano dan el primer paso para agregar el Brasil a los dos otros grandes países que ya tienen su atlas lingüístico nacional, Colombia y México. Como sabemos los que trabajamos en la misma área y que hemos seguido con constante interés la elaboración de este atlas, el ALiB es una obra monumental con sus 250 puntos de encuesta y sus 1.100 informantes. Consta que el ALiB se está realizando por la energía y la tenacidad de sus ocho autores y sus numerosos colaboradores y a pesar del desinterés de las autoridades responsables de la cultura del país manifiesto en la falta de la debida generosidad en la financiación de la empresa. Se cosechan ahora los primeros resultados de tantos años de esfuerzos.

 

 La Introdução vale para todo el atlas. El primer volumen temático nos da una selección interesante y en cierto sentido sorprendente de 46 mapas fonéticos, 106 mapas semántico-léxicos y 7 mapas morfosintácticos. Los puntos se reducen a la décima parte de los 250: este volumen presenta los resultados para 25 capitales de los estados brasileños (se han excluido Brasília y Palmas/Tocantins). Se trata, pues, de una red exclusivamente de puntos urbanos, lo que en la historia de la dialectología es más característico de la sociolingüística que de la geolingüística. Este primer tomo cartográfico sirve por lo visto como muestra de los resultados que arrojó la metodología y como ensayo de la presentación del material reunido que debe ser enorme.

 

Siguiendo la tradición del ALF, el ALiB es meramente lingüístico y no etnográfico (contrariamente, por ejemplo, al AIS, al atlas lingüístico de Colombia y a nuestros tres atlas rioplatenses). Sin embargo y gracias a la reproducción de comentarios de los informantes, afloran a veces elementos etnográficos (como, por ejemplo, en el discurso de un informante de Manaus acerca de la dignidad de las mujeres que se prostituyen; carta L 15 Aa, o en la descripción que da el mismo informante sobre el cigarro de palha, carta L 16 a).

 

Es difícil dar una muestra representativa de la etnografía o antropología cultural en un atlas lingüístico. Pero toda información sobre las cosas y la imaginación popular es una pintura con colores vivos en un atlas y aumenta el interés del público para los productos académicos.

 La selección de los aspectos lingüísticos merece todos los elogios. Entre los temas fonéticos se destacan los mapas suprasegmentales sobre la entonación, que son una innovación en el campo geolingüístico, en la sección léxica cohabitan el tradicional cigarro de palha con la eterna prostituta y los modernos ruge y blush. Lamentamos la limitación de la parte morfosintáctica a tan solo siete mapas que tocan cuatro temas. Todas estas tienen sumo interés. Vemos, por ejemplo, que la presencia del tratamiento con tu, en vez de você, tiene todavía bastante arraigo en el Brasil.

 

Vamos ahora al grano que es, en la geolingüística, la cartografía. Ahí se ha organizado un festival de colores. El mapa básico, blanco y negro en muchos atlas lingüísticos, presenta en el ALiB cinco colores. La inscripción temática se realiza por símbolos cuya coloración va hasta siete colores distintos (véase las «tortas» en el mapa L 15 Ab). Mientras que en las secciones fonética y morfosintáctica los resultados se inscriben en el mapa de todo el Brasil, en la parte léxico-semántica le siguen al mapa nacional cinco mapas de las grandes regiones del país (Región Norte, etc.). Dado que este volumen se limita a los 25 capitales, no hay mapa que sufra de sobrecarga de símbolos.

 

Existe el peligro contrario, el que se ha identificado en el atlas lingüístico de Andorra: demasiados pocos símbolos. Este es el caso en las Regiones Sudeste (4 símbolos), Sur (3) y Centro-Oeste (3). El problema se acentúa cuando faltan datos para un punto (ejemplo: Prostituta II, L15 Bd, con solo dos símbolos en la Región Sur).

 

Mientras que en el léxico los símbolos preferidos son el círculo y el cuadrado, en la fonética y en la morfosintaxis se usan rectángulos («torres»), esto por lo general en duplas complementarias. La coloración corresponde a cinco intervalos cuantitativos (por ejemplo realización del fenómeno entre 1-25%). Si, por ejemplo, como en el mapa F01 V 1, la vocal media anterior en posición pretónica se realiza com [e] en un intervalo de 76-99% en Cuiabá / Mato Grosso, y como [ԑ] en un 1-25%, el resultado se expresa dos veces: en una torre rellenada de rojo en cuatro de sus cinco secciones, quedando la última sección en blanco, y en una torre paralela rellenada por la quinta parte en amarillo dejando el resto en blanco. ¿No bastaría dar la información una sola vez? Este lujo de símbolos dobles podría convertirse en serio problema de sobrecarga visual cuando se representan en los volúmenes futuros todos los 250 puntos del ALiB.

 

Siendo el Brasil un país de extensión enorme, la distancia entre los puntos capitalinos puede ser tan grande que difícilmente puede corresponder este primer tomo a la tarea principal del atlas lingüístico, que es la representación de fenómenos lingüísticos en zonas (dimensión diatópica). Tenemos que esperar la publicación de mapas con la red completa para ver como se trata el problema de los famosos «territórios incaracterísticos» (A. Nascentes).

 

La Introdução no deja esperanza para que el ALiB aborde otros aspectos capitales del portugués brasileño como son el fenómeno omnipresente del contacto lingüístico (entre variedades del portugués brasileño o con otras lenguas) o las consecuencias de la migración interna del campo a la ciudad o de zonas rurales a otras zonas rurales. Quedan fuera del alcance del ALiB los brasiguayos y todo el portugués americano hablado fuera del Brasil. Todavía no sabemos si se tratará debidamente el contraste entre campo y ciudad. Pero ya queda claro que se evita, a pesar de la inspiración recibida de la obra de William Labov, quien ha enfocado el Black English, el problema de los reflejos que deja en la lengua la fragmentación étnica de la sociedad brasileña, sobre todo, a nivel nacional, la eventual particularidad del portugués de los afrobrasileños de clase socioculturalmente baja.

 

Consideremos, por último, la metodología básica del ALiB. «O Atlas linguístico do Brasil (ALiB) insere-se no quadro metodológico da Geolinguística Pluridimensional Contemporânea, contemplando, além do parâmetro diatópico, outros parâmetros variacionais (diastrático, diageracional, diafásico, diassexual ou diagenérico) e se configura como um atlas de terceira geração» (Introdução, p. 79).

 

Efectivamente, en los 25 puntos urbanos se aplica una parte del programa metodológico pluridimensional que hemos elaborado y aplicado al Atlas lingüístico Diatópico y Diastrático del Uruguay, al Atlas Lingüístico Guaraní-Románico y al Atlas Linguístico das Minorias Alemãs da Bacia do Rio da Prata. Se han entrevistado en cada una de las 25 ciudades cuatro mujeres y cuatro hombres repartidos sobre dos grupos socioculturales y dos grupos de edades. Se ha adoptado también programáticamente la variación diafásica con tres estilos, siendo uno de ellos la lectura. Aparece además, aunque no sistemáticamente, la dimensión diarreferencial, es decir el contraste entre uso denominativo de la lengua y comentario metalingüístico. Para los puntos no capitalinos se advierte que no habrá distinción diastrática y esto no solamente por el trabajo que hubiera causado la gran tarea de diferenciar la diastratía en todo el país sino también «pela dificuldade de encontrar, em todos os pontos da rede, informantes com escolaridade de 3°. grau que satisfizessem todos os outros requisitos exigidos» (Introdução, p. 92).

 

 Si no se encuentran todos los tipos de informantes en todas las localidades, ¿Porqué no incluír los que se encuentran y marcar su ausencia en donde faltan? En estados como el Rio Grande do Sul que conozco un poco, habrá, me parece, representantes de los dos grupos diastráticos en todos los puntos (que tienen, además, carácter de centros urbanos, no de pueblos rurales). Se renuncia deliberadamente a la documentación de la topodinámica que hubiera correspondido al fenómeno demográfico tan importante de los movimientos migratorios internos.

 

Hasta aquí el programa. La representación cartográfica no saca mucho provecho de las ventajas de la dialectología pluridimensional. En la mayoría de los casos, la multitud de las variantes queda en forma de lista. Los comentarios suelen identificar las formas más frecuentes, lo que es una información importante. Pero con respecto a las demás formas no se sabe qué estatus tienen. Esto es consecuencia de no haber aplicado sistemáticamente en las encuestas el método del «paso triple» que revela, a través de la pregunta indirecta, la insistencia y, finalmente, la sugerencia, el uso activo, el conocimiento pasivo y el desconocimiento de la forma.

 

 Notemos que de vez en cuando el encuestador usa este recurso: «NQ[UIRIDOR]: Em alguns lugares a gente chama libélula, . E aquí, vocês chamam ...» (Curitiba, c.L 12 d). Pero falta la sistematización del método. Muchas veces, los comentarios de los informantes indican el orden interior en el conjunto de las variantes aclarando que ciertas formas se usaban antes, que son de la gente del campo o de gente inculta.

 

La tarea principal de la geolingüística como ciencia de la variación es, por un lado, el registro de un máximo de variantes y, por el otro, el descubrimiento de la concatenación de los hechos lingüísticos con las variables no lingüísticas. El que quiere respetar el primer criterio, difícilmente aceptaría la decisión de no representar «as ocorrências únicas» (p. 202). La preselección de los datos es un acto peligroso, mal justificado por la mejor «legibilidade» de los mapas simplificados y por la supuesta obligación de evitar «um esforço a mais na interpretação a ser feita pelo leitor» (Introdução, p. 123).

 

El mayor grado de la concatenación de variables lingüísticas y extralingüísticas se consigue en los cuatro mapas que representan el galicismo ruge y el anglicismo blush, junto con la forma francamente minoritaria carmim. Se forma lo que nosotros llamamos una serie de mapas.

 

El primero (L 26) sería en nuestra terminología un mapa fenotípico porque muestra, en un primer paso de aproximación, las formas en la dimensión diatópica, ya con indicaciones cuantitativas. El segundo mapa introduce la dimensión diastrática, el tercero la dimensión diageneracional y el último la distribución por sexo.

 

Para poder distinguir entre la distribución de dos formas (ruge y blush), se introducen en los símbolos dos maneras de representar el mismo color: el color simple para ruge y el sombreado para blush. La lectura no es nada fácil ya que en cada localidad hay dos símbolos con dos colores que a su vez aparecen como simples o sombreados. Más difícil aún es la identificación de zonas de distribución en el territorio. Lo que falta es la combinación cartográfica de las dimensiones en un mapa de resumen final o por lo menos un comentario que describa de manera sintética el progreso paulatino de blush a través de las áreas y las demás dimensiones y que mida la importancia de cada una de las dimensiones.

 

Diríamos en resumen que el ALiB es un atlas potencialmente pluridimensional. Algunos de los logros de la dialectología pluridimensional no se pueden aprovechar porque se consiguen en las encuestas y estas están terminadas. Otras dependen de una cartografía que distribuye la información sobre varios mapas para no complicar demasiado la lectura (principio de la serie de mapas, inspirado por la cronofotografía, contemporánea a la elaboración del ALF cuyo autor, Jules Gilliéron, utiliza la metáfora de la foto sin postura ni retoque).

 

Esta posibilidad se puede lograr y, como hemos visto, se logró en unos pocos mapas del primer volumen cartográfico publicado. Queda por resolver el arduo problema de la representación cartográfica de los datos de todos los 250 puntos de encuesta. Recomendamos el minimalismo en el uso de los recursos gráficos disponibles para no caer en la tentación de toda obra cartográfica que es la tendencia de sobrecargar los mapas.

 

 

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