1. Introducción
El diálogo de saberes se ha constituido en uno de los conceptos más usados y una de las pretensiones más importantes de la agroecología como forma para lograr el intercambio entre el conocimiento científico y el conocimiento tradicional, local u otras formas de construir conocimiento1. Sin embargo, es imprescindible considerar los aspectos epistemológicos2, sobre todo, considerando el poder que sostiene la relación de inequidad en la producción de conocimientos.
El diálogo de saberes en la construcción de un futuro sustentable enlaza palabras, significaciones, razones, prácticas y propósitos, que en sus acuerdos y disensos van formando un nuevo tejido discursivo y social3. No se produce en la síntesis y la integración de las ciencias con otros saberes, ni ocurre en el diálogo intersubjetivo; el requisito básico para que ocurra es eliminar los diferenciales de poder desde la legislación con las políticas públicas, atemperar la subordinación para dialogar entre iguales, sin negar un saber por otro. Para que esto suceda es necesario crear y construir espacios en procesos novedosos que hagan posible la interacción, donde el poder apunte hacia una relación mutuamente provechosa4.
El resultado del diálogo no será una integración de saberes, sino una nueva síntesis de cada sistema de conocimiento para sí mismo; en todo caso, lo vital del intercambio sucede en la apropiación mutua que pueda modificar el día cotidiano de una disciplina científica o de la vida de las personas. Sostenemos que lo significativo en este tipo de propuestas es mantener un diálogo permanente con los otros sistemas y cuerpos de saberes, a través de articulaciones específicas frente a problemas teóricos, metodológicos, prácticos, entre otros, estructurando para ello espacios ajenos a las subordinaciones4.
Aludimos al concepto de diálogo de saberes como la interrelación, la contrastación y la articulación entre saberes locales, en mayor o menor grado endógenos, y saberes más diseminados y exógenos; lo cual supone el encuentro entre racionalidades diferentes.
Para nuestra investigación, los ejemplares de herbario, con su proceso de identificación, las bases de datos científicas y la experiencia de formación etnobotánica del primer autor representan los saberes exógenos, propiamente académicos5.
Los ejemplares constituyen una fuente de información organizada, accesible e inmensamente rica sobre plantas de posible valor alimenticio, medicinal, entre otros6. Esta valiosa herramienta científica permite sistematizar y aprovechar el conocimiento de la agrobiodiversidad.
Para el presente trabajo, formulamos la siguiente pregunta: ¿De qué forma el conocimiento exógeno en ejemplares de herbario nos permite construir espacios colectivos para dialogar con conocimiento endógeno acerca de la flora medicinal de una comunidad y abordar una problemática concreta sobre la salud-enfermedad de las comunidades?
Para esto avanzamos en una serie de definiciones ético-políticas sobre la producción de conocimiento científico. En este sentido, defendemos que la función de la ciencia es contribuir a la construcción de conocimiento para la formación de pensamiento crítico y no al uso instrumental sostenido por un andamiaje institucional7. Pretendemos crear una propuesta desde el conocimiento empírico-práctico del sentido común y desde el cual se puede teorizar8.
Esta experiencia parte de una relación de muchos años de trabajo del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural con las comunidades rurales nahuas de la Sierra Norte de Puebla, México. El objetivo del trabajo fue generar un proceso de sistematización de la biodiversidad útil de las comunidades apuntando a la construcción de un diálogo de saberes a partir de la generación de espacios que permiten la interacción sobre problemas cotidianos con aproximaciones novedosas, y poniendo en juego el conocimiento científico con el conocimiento tradicional.
2. Materiales y métodos
2.1 Área de trabajo
El trabajo se realizó en el municipio de Zautla, que forma parte de la Sierra Nororiental del estado de Puebla en México. Municipio rural con 80% de la población (20313 hab.) campesina9. Considerado en la zona indígena de la cultura nahua, aunque se autodeterminan mexicaneros10.
El relieve es montañoso e irregular con elevaciones que llegan a los 3040 msnm. El clima es templado subhúmedo con lluvias en verano11. Tiene dos comunidades vegetales: bosque templado y matorral xerófilo9.
Para facilitar la vinculación con las familias se colaboró con el CESDER, una institución educativa y de promoción del desarrollo rural en Zautla, que tiene una experiencia de más de 20 años con grupos comunitarios12.
2.2 Proceso
La conformación de una investigación desde la perspectiva del sujeto7 conlleva una coherencia entre el enfoque teórico, epistemológico y metodológico. Los sujetos desde este planteamiento son irreductibles a la condición de objeto de estudio. En el desarrollo de una investigación de este tipo habría que dar cuenta del problema epistemológico que surge de la relación de conocimientos entre sujetos y realidad, por lo que el problema metodológico es el de cómo aproximarse a esa relación sin ocultar o negar a los sujetos.
La construcción del proceso en las relaciones intersubjetivas surge de la relación de la Comunidad de Investigación-acción para la vida campesina (Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México) con los promotores y las promotoras de CESDER13.
El desarrollo metodológico del diálogo de saberes aparece a partir de las experiencias de 4 entrevistas semiestructuradas realizadas en Zautla para recopilar los usos medicinales de las plantas. Esta problematización metodológica fue progresiva, es decir, primero se realizó una entrevista semiestructurada con una familia en la comunidad de Acatzacata, que se llevó a cabo exhibiendo imágenes por medio de una tableta electrónica, reflejando las complicaciones de diálogo con las familias campesinas al tratar medios electrónicos. En una segunda instancia, en otra entrevista semiestructurada, se procedió a usar las colectas de plantas que estaban resguardadas en el laboratorio de suelos del CESDER. Al observar una respuesta favorable en la dinámica de la entrevista, decidimos que era necesario promover el uso de ejemplares de herbario en talleres debido al contacto y reconocimiento físico de las plantas secas. Aunque sigue existiendo una serie de problemáticas con el uso directo del ejemplar14.
Antes de realizar los intercambios con las familias, era primordial sistematizar el herbario del CESDER, que ya había sido trabajado por el botánico español Albert Mallol entre 1998 y 2001.
El trabajo de escritorio, o la sistematización, consistió en llevar las plantas seleccionadas del laboratorio de suelos del CESDER a la cámara fría del Herbario Nacional de México (MEXU), donde se congelaron por 72 horas. Posteriormente se asignó correctamente el nombre científico usando claves dicotómicas15, cotejando con ejemplares del MEXU. Se recopiló la agrobiodiversidad buscando información útil en bases de datos científicas e incorporando los usos medicinales obtenidos en las entrevistas de este trabajo; y finalmente se montó y etiquetó en folders 302 especímenes de la flora de Zautla1.
Ya montados adecuadamente los ejemplares de herbario y ubicando algunas necesidades entre las familias de Zautla, realizamos espacios colectivos de trabajo para hablar específicamente sobre plantas medicinales de la región, utilizando 50 ejemplares. Posteriormente convocamos a los promotores y las promotoras del CESDER, entre ellos Juan Martínez Lobato, Juan García Valdéz y Diana Hernández Baltazar, para abordar un plan de trabajo. Del resultado de las reuniones se acordó convocar a los grupos comunitarios de Ocotzingo, Acatzacata, Xopanaco, Chinampa, Morelos, Tlamanca y Cuacal para participar, entre el 3 de diciembre 2018 y el 26 de enero del 2019, en el diálogo de saberes en cada una de sus comunidades. Resaltar que para la convocatoria se solicitó que llevaran 10 plantas que más usaran para remedios de salud.
Para construir el espacio de diálogo, exógeno-académico con endógeno-comunitario, nos basamos en tres momentos. En un primer momento nos reconocimos como sujetos, nos presentamos colaboradores de los promotores conocidos en la comunidad e introdujimos el tema a abordar, que consistió en sondear las plantas más conocidas dentro del grupo. El segundo momento era presentar los ejemplares de herbario de aquellas plantas no tan conocidas en el grupo, de acuerdo con lo que escuchamos en un paso previo; mientras las familias nos presentaban sus propias plantas colectadas. Para terminar, se apoyó en la elaboración de cuadernos mini-herbarios16 con la intención de que sean las propias familias quienes repliquen la sistematización en ejemplares montados para seguir obteniendo información endógena entre comunidades.
3. Resultados y discusión
De los 302 ejemplares de herbario del CESDER recopilamos el uso de 109 plantas vasculares, 50 de ellas usadas para realizar los espacios de intercambio con grupos comunitarios (Figura 1). Aparte de los usos medicinales registramos otras categorías, como alimenticias, forraje, ornamentales, veterinarios, entre otros. Sin embargo, fueron las plantas medicinales las que concentraban la mayor diversidad y acumulación de información, demostrando la importancia de seguir investigando sobre esta categoría de uso.
En los encuentros con grupos comunitarios registramos la asistencia de 44 personas, sobre todo participaron mujeres de las comunidades. Las campesinas son las que han cohesionado a los grupos comunitarios del CESDER a lo largo del tiempo, agregando el efecto de la migración masculina en la región de la Sierra Norte17; como consecuencia, esta disparidad de género en la asistencia a los intercambios y, por tanto, hay una mayor mención de plantas por las mujeres (Figura 2).
Del intercambio con los grupos comunitarios se arrojó el uso de 89 plantas medicinales, lo que revela una gran diversidad de plantas tratadas durante los encuentros usando ejemplares (Figura 1 y 2), que contribuyeron en gran parte al buen flujo del diálogo dentro de los grupos comunitarios.
Las plantas más mencionadas fueron Ruda (Ruta chalepensis L.), Hierba Buena (Mentha L.) y Manzanilla (Matricaria chamomilla L.), todas plantas introducidas y conocidas en castellano; mientras de la sistematización se desprende que existe mayor número de plantas nombradas en náhuatl registradas por Albert Mallol (Figura 3). Aunque se observa que son pocas las plantas que han conservado su nombre en náhuatl, existe una nomenclatura propia asociada con diferentes usos y significaciones.
Vemos que varias comunidades en Zautla han manejado en mayor medida plantas nativas en México, pues vemos una mayor acumulación de estas en conjunto entre los talleres y los ejemplares, pero es relevante mencionar que existe una tendencia en los talleres por manejar el uso de plantas introducidas a la región (Figura 3).
Debido a la gran cantidad de años que tienen conformados los grupos comunitarios, además de tener una estructura bien definida con responsabilidades asignadas a partir de un comité, la dinámica que se desarrolló fue de mucha confianza, con historias que relacionan una planta con un momento de su vida, o una anécdota de cómo aprendió a usarla y qué enfermedad tuvo que enfrentar. La posibilidad de generar un vínculo físico con la planta resulta en la identificación y el reconocimiento de los objetivos en la dinámica, pero sobre todo del interés de conocer un nuevo uso, una nueva planta con su uso, o simplemente conocer otro nombre y las historias que están detrás de las situaciones de la vida cotidiana. La posibilidad material de contar con el ejemplar de la planta detonó, además del reconocimiento, las historias de vida que hay detrás, suceso que se da por la misma confianza que se ha generado en el espacio del grupo comunitario.
Nos enfocaremos en el proceso, previo y durante la acción del diálogo, entre distintos grupos sociales, porque los datos en sí no aportan suficientes elementos de análisis para indagar sobre la configuración de los saberes culturales. Siendo que el objetivo del trabajo fue indagar en la construcción de conocimiento derivado de una sistematización puntual de agrodiversidad útil.
Es derivado del proceso metodológico que se nos permite aportar características sociales emergentes que se desarrollan alrededor de los ejemplares de herbario. A pesar de ello, los datos son los elementos soporte que estuvieron puestos en el diálogo, por eso los mostramos por medio de gráficos (Figura 1, 2 y 3).
El dato en sí, en algunos casos, está fuera de contexto, la planta es relacionada solo con la agrobiodiversidad del lugar o con el uso de esta y, en todo caso, niega el contexto de significación de la persona que se relaciona con la planta; por ejemplo, las plantas con mayor frecuencia de mención, no siendo importante cuántas veces son mencionadas, sino el significado que se tiene al nombrar cada una de las plantas.
Al trabajar en cada uno de los espacios que se construyeron, primero hay que reconocer la importancia de ser aceptados e integrados para colaborar con una organización con años de trabajo en las comunidades. Gracias a esta colaboración de trabajo con los promotores y las promotoras del CESDER logramos generar un acercamiento de confianza hacia los grupos comunitarios, lo cual derivó en mayor capacidad de convocaría a la asistencia a los talleres. Una metodología distinta a la bola de nieve18) que comúnmente usa la etnociencia para recabar datos en cantidades y jerarquías, no necesariamente en la calidad y la confianza en el acompañamiento.
En estos grupos comunitarios se han tejido relaciones de amistad, confianza emanada del trabajo y la cercanía familiar, así como la pertenencia y la identificación con el grupo y la institución. Algunas de las características que el propio CESDER ha vislumbrado son los cambios de actitud, de apropiación de la palabra y redes de acompañamiento12. Por todo esto el intercambio de plantas y conocimiento adquiere sentidos de significación distintos.
De fondo, colaborar con promotores y promotoras que tienen años trabajando en comunidades en Zautla nos permite vigilar epistemológica y metodológicamente nuestras investigaciones19 en cada uno de nuestros pasos para trabajar adecuadamente problemas concretos de la realidad respecto a las necesidades de las familias que colaboran con CESDER. Cuando las plantas se muestran, ya sea en ejemplares o ramas que llevan las señoras al intercambio, lo que se comparte es la planta en sí, lo común, y no la clasificación o el estatus del conocimiento que pretende la ciencia hegemónica. Es el momento particular en donde un nuevo saber puede emerger al disponerse al intercambio de dos sistemas de razonamiento distintos, pero también al reconocimiento de que las historias, la forma de nombrar, el idioma y los contextos dispares logran una identidad común. Este ejemplo en concreto para nosotros refleja lo que Leff3 llama la condensación de lo material y lo simbólico, porque se produce para cada uno algo nuevo. Se enriquecen y se cuestionan al mismo tiempo tradiciones de conocimiento, ya que en el diálogo pierden su abstracción y se sintetizan en lo real y material de la planta. La metodología construida puede ser abordada desde el planteamiento que sugiere desarrollar una filosofía etnobiológica, sobre todo cuando se hacen estudios ligados a la etnobiología aplicada20. Creemos que el sobrelapamiento de aspectos ontológicos, epistémicos, metodológicos, éticos y políticos es necesario en la síntesis de una etnobiología que enfrente los nuevos desafíos.
Esta experiencia nos abrió la puerta sobre lo que significa el diálogo de saberes y cómo respetar las formas de construcción de conocimiento de dos tradiciones históricas diferentes. Alejada de la alfabetización, la divulgación científica o el romanticismo de la sabiduría popular que se ha vivido por años en México y que necesita basarse en la corresponsabilidad de las partes construyendo un horizonte de autonomía entre comunidades, instituciones y entidades académicas.
Esta forma de pensar espacios de diálogo horizontal entre distintos sujetos sociales significó encontrar un punto de encuentro entre saberes indígenas-campesinos y saberes científicos, un evento que permite emerger nuevos usos de plantas medicinales y simultáneamente prácticas, hábitos de cuidado, y cuidado de las plantas para su conservación.
Para lograr abrir la posibilidad de transmitir y nutrirnos de conocimientos medicinales mediante esquemas simbólicos y empíricos o métodos científicos, el intercambio se da a partir de colocar en el centro del espacio un material común a todos, un elemento simbólico reconocido por ambas partes desde diferentes conceptualizaciones y representaciones sociales para reorientarse en un mismo lenguaje, capaz de generar una experiencia que culminará en, al menos, un nuevo uso conocido de las plantas medicinales en Zautla.
A comparación de las caminatas etnobotánicas que sirven para identificar y sistematizar información en el medio21, el uso de los ejemplares de herbario nos permite trabajar con muchas plantas simultáneamente en un mismo espacio, dejando atrás las posibilidades de localizar unas plantas en lugar de otras durante los recorridos en el territorio. Además, los ejemplares nos posibilitan obtener información útil previa, mediante la búsqueda en bases de datos, que podemos aportar durante el diálogo; lo que significa poder compartir conocimientos de otros pueblos o los ya sistematizados por la etnobotánica.
Nos dimos cuenta en la metodología de que no bastaba con dejar cada ejemplar por sí mismo para generar la discusión entre los participantes, porque cada planta seca en los ejemplares está articulada y codificada de acuerdo con el lenguaje científico, elementos simbólicos no asociados por las comunidades. Fue necesario un mediador/traductor que fuese capaz de asimilarse en el proceso reconociendo que existen diferentes formas de significación de saberes para ponerlos en juego sin darle más peso a uno.
La emergencia de la que queremos dar constancia es que el espacio permitió hablar sobre las historias de vida que atravesaba el uso de las plantas curativas, donde se narraban sucesos cotidianos mezclados con conocimiento práctico. Esto reflejaba una relación íntima entre la vida social y el medio natural. Autores como Havelock22 señalan que las culturas orales utilizan historias de acción humana para guardar, organizar y comunicar mucho de lo que saben. Así, la narración es capaz de reunir gran cantidad de conocimiento popular en manifestaciones relativamente sustanciales y extensas que resultan perdurables, mientras están sujetas a repetición23.
Mediante esta investigación que define una continuidad entre planteamientos teóricos, epistemológicos y metodológicos generamos conocimiento de plantas medicinales contextualizado, a partir de recuerdos de un suceso cercano, de las realidades históricas de enfrentar un problema de salud, de cuando «recordaba que mi mamá me bañaba con muchas plantas» (decía una compañera de la tercera edad de la comunidad de Morelos), y la propia vivencia adquiere un sentido de significación al reconocer las plantas, saber su uso y continuar con la práctica que la relaciona con el recuerdo particular de su vida familiar que se está compartiendo con el grupo comunitario. La transmisión de conocimiento oral no es en sí puro conocimiento, sino que viene contenido de vivencias personales, historias y el quehacer cotidiano en comunidad y en el propio grupo.
4. Conclusiones
Toda la experiencia sobre el diálogo de saberes entre medicina tradicional endógena y conocimiento científico exógeno fue posible por medio de la sistematización en ejemplares de herbario que rescatara la agrobiodiversidad de Zautla; articulando espacios comunitarios para narrar las historias de la vida diaria de las personas en su convivencia con plantas relacionadas con su lengua y cultura. Así construimos conocimiento medicinal potenciador sobre la salud y al mismo tiempo reconocemos las limitaciones epistemológicas de la clasificación botánica y etnobotánica para poder dar cuenta de las historias de vida y los contextos de significación de los sujetos sociales con los que trabajamos.
Al final, nosotros vemos que no es suficiente con ser sensible, generar confianza, lograr un proceso de trabajo conjunto con el CESDER, ni tampoco realizar entrevistas o sistematizar usos; no basta con montar adecuadamente ejemplares de herbarios y convocar reuniones para hablar de plantas medicinales, se trata de traducir un sistema de clasificación científico con un sentido ecológico-evolutivo a la cotidianidad cultural de las campesinas y las indígenas y, sobre todo, ser capaz de poner en juego los elementos exógenos, materiales, científicos y simbólicos, en la realidad práctica, y generar un diálogo que permita contemplar cada una de las plantas al devenir en historias, usos y saberes, dejando el conocimiento, las prácticas y los hábitos endógenos en libertad para ser retransmitidos en sus vastas posibilidades.
Trabajar con las comunidades es un proceso continuo y diverso, no un ejercicio estático y único, que requiere el dominio en el reconocimiento de la flora local, de las características del medio, de los problemas socioambientales, las dinámicas de las comunidades y las reflexiones pertinentes sobre un diálogo entre el poder de los saberes. Y al mismo tiempo tener la humildad para poder cuestionar el mismo sistema de conocimiento que te llevó a esa formación y a ese planteamiento. Para que sea un diálogo, las preguntas tienen que ser abiertas y genuinas, sino en cualquier momento se convierten y aparecen las inequidades, que ya de por sí existen, con las desigualdades en la producción y la validación de conocimientos.
La experiencia nos dejó la construcción de procesos de investigación ligada a la fase I y II de la etnobiología con sus limitantes, pero que puede abrirnos preguntas entorno a aspectos ontológicos, epistemológicos y metodológicos. Para nosotros desde la perspectiva del sujeto supone la necesaria internalización de los procesos intersubjetivos, los sujetos en relación se vuelven el centro del estudio. La necesaria corresponsabilidad con todo el proceso implica saber cómo los intercambios trastocan nuestra propia práctica científica. Las plantas abren el diálogo, pero el camino de la investigación lo determina el diálogo en sí mismo.
Insistimos en que la conservación del uso práctico de las plantas no vendrá de dejar manuales a las comunidades, más bien que las comunidades campesinas sigan interactuando constantemente con las plantas, generando recuerdos/experiencias sobre el uso efectivo contras las enfermedades. Para esta investigación, mostrar las plantas montadas fue siempre el modo para abrir el espacio, empezar el diálogo de saberes y construir conocimiento, porque alrededor de los ejemplares nos hacíamos preguntas y se respondían otras, a un público que le gusta narrarse la vida.