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Revista Uruguaya de Antropología y Etnografía

Print version ISSN 2393-7068On-line version ISSN 2393-6886

Rev. urug. Antropología y Etnografía vol.5 no.1 Montevideo  2020  Epub June 01, 2020

https://doi.org/10.29112/ruae.v5.n1.6 

Avances de Investigación

¿NADA QUE DECIR, NADA QUE PREGUNTAR? REFLEXIONES ÉTICO-METODOLÓGICAS SOBRE LAS RELACIONES DE CAMPO EN EL TRABAJO CON UN GRUPO DE REACCIÓN1

NOTHING TO SAY, NOTHING TO ASK? ETHICAL-METHODOLOGICAL REFLEXTIONS ON FIELD RELATIONS WITH A REACTION GROUP

NADA A DIZER, NADA A PERGUNTAR? REFLEXÕES ÉTICO-METODOLÓGICAS SOBRE AS RELAÇÕES DE CAMPO COM UM GRUPO DE REAÇÃO

Pablo Camacho Spositto1 
http://orcid.org/0000-0001-7455-2666

1 Licenciatura en Ciencias Antropológicas, FHCE, Uruguay. Email: pcamacho@adinet.com.uy


Resumen:

La ética es parte de nuestro campo siempre. Este artículo busca compartir y analizar cómo la ética se vuelve parte de la reflexividad en la práctica antropológica en contextos donde el antropólogo (en formación) se siente interpelado por su propio objeto de estudio y así se redefine a sí misma. Para indagar sobre este tema se tomará el hacer etnográfico en un grupo de reacción ante la agenda de derechos de Montevideo, Uruguay. A lo largo del trabajo se verá cómo dos elementos que hacen al campo, como el contexto del antropólogo y la devolución etnográfica, se convierten en objeto de análisis de la propia práctica y teoría de la disciplina.

Palabras Clave: Ética; grupos de reacción; reflexividad; agenda de derechos; genero; antropología

Summary:

Ethics is part of our field always. This article seeks to share and analyze how ethics becomes part of reflexivity in anthropological practice in contexts where the anthropologist (student) feels challenged by his own object of study. To investigate this issue, ethnographic activity will be taken in a group that reacts to the rights agenda in Montevideo, Uruguay. Throughout the work, it will be seen how two elements that make the field, such as the context of the anthropologist and ethnographic devolution, become the object of analysis of the discipline's own practice and theory.

Key words: Ethics; reaction groups; reflexivity; rights agenda; gender; anthropology

Resumo:

A ética faz parte do nosso campo sempre. Este artigo busca compartilhar e analisar como a ética se torna parte da reflexividade na prática antropológica em contextos em que o antropólogo (estudante) se sente desafiado por seu próprio objeto de estudo. Para investigar esta questão, a atividade etnográfica será realizada em um grupo que reage à agenda de direitos em Montevidéu, Uruguai. Ao longo do trabalho, será visto como dois elementos que compõem o campo, como o contexto do antropólogo e a devolução etnográfica, tornam-se objeto de análise da própria prática e teoria da disciplina.

Palavras chave: Ética; grupos de reação; reflexividade; agenda de direitos; gênero; antropología

Introducción

Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, los movimientos sociales, las diferentes corrientes feministas, las organizaciones LGTBIQ, y la sociedad organizada en su conjunto, junto a cambios en las estructuras políticas, han posibilitado espacios a reformas que apuntan a una mayor democratización de la palabra, reflotando voces que llaman a una nueva política de género en base a la tolerancia y apertura de derechos. A estos logros podemos englobarlos en la llamada agenda de derechos.

La ley de identidad de género (2009), ley de intervención voluntaria del embarazo (2012), ley de matrimonio igualitario (2013), ley integral contra la violencia de género (2017), ley integral para personas trans (2018), son ejemplos de las posibilidades de esta coyuntura. Por más que sean todos en materia legal, dichas leyes abrieron un marco de discusión social donde los discursos de algunos sectores acallados durante mucho tiempo encontraron su lugar.

Ante estos procesos, se producen reacciones2 en busca de salvar la familia, los valores tradicionales y la vida. Vale aclarar dos puntos sobre dichos procesos, por más que tengan ciertas particularidades locales, de suma importancia a la hora de comprender esta reacción, se pueden trazar líneas conceptuales y discursivas que difuminan los localismos, siendo la defensa de la vida uno de los más importantes. La vida y su protección3 se vuelve una de las principales banderas para presionar a los gobiernos y llevar a cabo su contra ofensiva. Claros ejemplos de ello son los grupos pentecostales y de extrema derecha en el parlamento uruguayo, Chile y Perú, o la llegada al gobierno de ultraconservadores en Austria, Grecia, Estados Unidos y Brasil.

Por otro lado, pero vinculado con lo anterior, las reacciones no surgen solamente en base a una respuesta sobre las luchas de un momento histórico determinado, sino que se puede rastrear a través de la historia. Ciertos elementos discursivos y la oposición a las reformas en materia de derechos se fueron gestando a lo largo del tiempo e incluso varios elementos en la argumentación se repiten de un momento histórico a otro. Uno de estos elementos, que se repite en mis entrevistas, es el referido al caos que generan las reformas, algo que también podía observarse en los discursos opositores al divorcio por la sola voluntad de la mujer a comienzos del siglo XX4, y las múltiples alusiones al caos y la anarquía que provocaría la iniciativa.

En este contexto se enmarca mi trabajo sobre uno de los grupos que forman parte de esta reacción: Varones Unidos5. En particular, me centré en entrevistas con uno de los integrantes de dicho grupo, que se dedica a realizar los comunicados y reunirse con las personas que se contactan con la agrupación a fin de tener asesoramiento legal en caso de tenencia familiar, de nombre Renzo6. Trabajamos desde hace un año y medio, y nos encontramos en diversas ocasiones compartiendo conceptualizaciones políticas, vivencias, problemas vinculados al grupo y asimismo cuestiones personales.

El trabajo con Renzo, alguien cuyo pensamiento y formas de expresión se distancian de gran forma de mis convicciones políticas personales, me llevó a repensarme dentro y fuera del campo. Esa división también se volvió borrosa a partir de la interpelación del afuera por el adentro y viceversa, como explico más adelante.

Este artículo pretende enfocarse en dos problemáticas que se han presentado al momento de realizar mi investigación7. En primer lugar, la presión del entorno sobre el investigador para que adopte un posicionamiento de orden político/moral en correspondencia a su campo, sin importar los objetivos de la investigación. En este sentido, destaco dos posturas antagónicas que pueden observarse en esta relación y recaen sobre quien investiga; la idea del investigador como mártir, quien se enfrenta a situaciones donde se ponen en riesgo su vida con el fin de lograr un bien mayor, o como agente de involuntario de difusión del problema. En segundo lugar, es necesario reflexionar sobre la problemática del dar y recibir como máxima de la antropología, para lo cual la figura del don propuesta por Marcel Mauss (1971), es utilizada para intentar dar luz sobre este asunto.

Este artículo se basa en mi experiencia personal sobre momentos de mi campo, no solo limitado al encuentro con los interlocutores, sino a todos los espacios de reflexión constante extendiéndose a charlas con amigos, situaciones de aula, discusiones con docentes, y todos los espacios internos y externos que fueron marcando mi ser y el estar en campo, incitando a una constante reflexividad.

Problema 1: Entre mártires y demonios

Al momento de elegir un problema de investigación, se inician horas de búsqueda bibliográfica, trabajo de campo, lecturas, relecturas, reflexiones, discusiones y escrituras, que generan una especie de cédula de identidad del investigador. No obstante, las investigaciones científicas se vuelven un espacio donde ninguna elección es neutra (Fassin, 2016). En mi caso, la temática elegida dividió a mi entorno en dos polos opuestos.

De un lado, el reconocimiento de la importancia del tema elegido, pero señalando lo “difícil” que sería enfrentarse a los interlocutores, incluso “el peligro” de trabajar con personas que forman parte de la reacción, y en especial con Varones Unidos, ya que el grupo se manifiesta de forma violenta a través de sus redes sociales. La elección del lugar donde reunirme, el modo de preguntar, los eventuales conflictos y hasta mi posicionamiento con relación a algunas temáticas, se vieron modificadas en el campo por estas advertencias. A su vez, la investigación parecía adquirir un nuevo objetivo, que además se daba por sobre entendido: “exterminar” a dichos grupos, cuestión que nunca mencioné.

Esta situación provocó que me preguntara sobre la finalidad de mi trabajo. Por más que no comparta, e incluso milite a favor de los derechos y juntos a las personas que el grupo estudiado combate, en ningún momento se planteó su “exterminio”. Lo que se busca es entender cómo se generan sus discursos de reacción, cómo cambian en el marco de sus trayectorias personales, y con ello, poder acercarme a los elementos ocultos o invisibilizados, a sus representaciones y valoraciones para comprender su acción y contexto político, social e ideológico.

Sin embargo, comenzó a crearse la imagen de un mártir, que se sacrifica trabajando en lugares inhóspitos y peligrosos, poniendo en riesgo incluso su vida, trabajando con seres despreciables con el objetivo de un bien mayor: la salvación de los sumergidos. De esta forma, la antropología se presenta como una disciplina liberadora frente a la opresión y la injusticia social en el mundo.

En las antípodas se encontraban quienes señalaban el desagrado con la problemática, argumentando que mi trabajo podía favorecer la difusión del mensaje de estos grupos. Efectivamente, en muchos momentos, me sentía portador de ese mensaje generando espacios donde me era inhabilitado el intercambio por el rechazo general que provocaba. Así, sin quererlo, me transformaba en mi campo.

Esta situación provocó nuevas interrogantes: ¿es posible estudiar “lo hegemónico”? Como antropólogos en campo, ¿podemos convertirnos en portadores de mensajes, sin cuestionamientos? La aproximación antropológica, ¿sería la más adecuada para mi ser como investigador o estaré siendo demasiado arrogante al elegir este tema y pensar que es posible desenmarañar la madeja?

Mi posicionamiento político era constantemente puesto en duda dentro de binomios conceptuales totalizantes, entre los cuales debía enunciar si: busco acabar con la reacción contra la agenda de derechos o soy parte de ella; voy en contra de mis interlocutores o de mis convicciones políticas; soy parte del problema o la solución; soy el bien o el mal; soy un mártir o un demonio.

Las posturas del entorno personal y académico permiten visualizar una problemática en nuestra disciplina. La antropología sostiene una tradición de estudio de lo subalterno, pero al invertir los ejes y focalizar en quienes detentan mensajes hegemónicos, se ve la acción como extraña y peligrosa. La otredad dentro de la academia genera un escozor que debe ser presionado y normalizado para poder desarrollarse, por ello, debe aclararse a cada paso el posicionamiento político sobre el asunto, pero no desde una postura propia, sino desde una externa en parámetros de blanco y negro.

Los pasos en una investigación deben darse con sumo cuidado para no caer en alocuciones no críticas, incluso cuando trabajamos en espacios subalternos, ya que el peligro de volvernos parte de un discurso racista, patriarcal y excluyente no es patrimonio de estudiar solamente a la hegemonía.

A su vez, no considero que quien realice una investigación con perfil etnográfico sea un mártir. No estoy diciendo que no deba lucharse contra la opresión y la desigualdad, pero no debemos creer que la antropología es la única disciplina ocupada en estos menesteres, ya que se caería en la arrogancia epistemológica contra la que se ha levantado la antropología latinoamericana de los últimos 50 años.

La investigación antropología conlleva múltiples peligros. Es una disciplina con compromiso social, por lo tanto, cada una de sus acciones debe dirigirse a criticar e iluminar los sistemas de opresión de los que formamos parte, pero siempre cuidando de no caer en un centrismo que la lleve a pensarse como superior a otras formas de conocimiento.

Problema 2: Entre el dar y el recibir

“¿Por qué habla más cuando la grabadora está prendida? ¿Será porque su discurso está preparado para una situación de entrevista? ¿Por qué me usa para difundir su mensaje? ¿O simplemente necesita hablar?; ¿o las tres cosas a la vez? Creo que, por momentos, tiene la necesidad de contar su vida y usarme como su antropólogo personal, pero a su vez se cuida y mide sus palabras. Claramente, sabe que no comparto su forma de pensar y ver el mundo, pero aun así pregunta si habrá más encuentros. Capaz su idea de ayudar al otro (es orientador cristiano), choca con mi trabajo y siente la responsabilidad de ir conmigo hasta el final.”8

Estas notas, elaboradas luego de una reunión con Renzo, presentan el problema a desarrollar en este apartado: las relaciones en el campo con el dar y el recibir.

Las intervenciones de la antropología siempre son problematizadas, ya que la persona del investigador incide de modos diversos en el campo. Restrepo (2015) propone devoluciones comprometidas a nuestros interlocutores para evitar caer en la categoría del antropólogo asaltante.

En el caso particular de mi investigación, ¿qué puedo ofrecer a mis interlocutores siendo un estudiante en formación? ¿debo promover algún modo o espacio particular de devolución? ¿Qué se ofrece y qué ofrezco en mi relación en el campo? Recuperar el concepto de “Don” de Marcel Mauss, alejándolo del materialismo, puede ser adecuado como puntapié para reflexionar sobre esta situación.

Mauss destaca la importancia del intercambio de dones para mantener las alianzas entre los grupos tribales9. En las experiencias de campo, las alianzas están en juego constante. Los interlocutores y el antropólogo ofrecen algo al momento de entablar su relación, en el entendido que la misma se forma, deforma y vuelve a formar, cada vez que ambos se encuentran en círculos continuos de espacios de expresión, sentir y necesidad.

En dichos encuentros, no deben dejarse de lado retribuciones económicas o regalos materiales (Lammers, 2005), pero la situación de entrevista ya enmarca un espacio de comunicación y expresión (Guber, 2001), que puede traducirse en un lugar para discutir, ser escuchado, tenido en cuenta, compartir un sentimiento o un pensamiento, un tiempo para hablar. El sentido de dichos espacios de intercambio queda anulado ante el miedo de ser extractivos, y con ello, se despoja de una gran carga política que conlleva la relación etnográfica.

Retomando el caso particular del espacio formado junto a Renzo, tras nuestra primera entrevista, el pensar las implicancias políticas de mi trabajo para el grupo se convirtió en una pregunta constante. Situaciones como el pedido de que se borraran datos en relación con ciertos aspectos del grupo, pero no sus nombres, me llevaron a reflexionar sobre el valor de la investigación para ellos.

El hecho de usar sus nombres reales da cierto prestigio político y legitimidad. Que un investigador social considere su discurso, por más que se busque desarticular y criticar puede, al menos, darle cierto grado de relevancia.

El pensar el dar y el recibir en el campo como una red de intercambios constantes permite advertir la relación imbricada en grandes redes de contenido político y a nuestros interlocutores como participantes activos. La relación antropológica es una relación comunicativa de intercambios permanentes, con asimetrías, pero que establecen ciertas pautas mediadas por nuestra propia ética moldeada en el campo, además de la vigilancia epistemológica y la reflexividad.

Estas apreciaciones no dejan de lado a la devolución y su importancia.

Escribir etnografía también provoca preguntas: ¿para qué lo hacemos? ¿para quién? Además, como señala Fassin, escribir es traicionar, ya que observamos y decimos cosas que nuestros interlocutores muchas veces no desean que se observen o comenten, además de agregarle marcos interpretativos; por lo tanto, el producto de la investigación debe presentarse sin lados ocultos y explicitando los mecanismos que se crean convenientes para quienes participaron.

A modo de cierre

A lo largo de este texto mostré dos problemáticas que se fueron presentando al momento de decidir trabajar con grupos que son parte de la reacción a la agenda de derechos. Un elemento transversal a este análisis es la incomodidad. Esta se volvió un interpelante del campo, de la figura del interlocutor y del antropólogo (en formación) e incluso de la propia disciplina.

La incomodidad que generó el pensar dentro de marcos binominales, donde se debe elegir entre dos posiciones que no representan, en ningún momento, a quien lleva adelante el estudio, permitió realizar un desplazamiento de un lugar de aparente certeza para entrar en las baldosas flojas de la discusión. Como se precisó antes, si bien es cierto que el investigador tiene una fuerte carga política con relación al tema, las relaciones en el campo no se basan en dicotomías, sino que se configuran en relaciones interpersonales de respeto y trabajo, que establecen en gran medida colaboración y compromiso.

La ética surge como una segunda transversal en las discusiones presentadas.

El trabajo ético se vuelve una guía de comportamiento que, a su vez, se va moldeando en el campo. Rita Segato aboga por una ética basada en el encuentro de moralidades diferentes, que no busque conformarse, sino en movimiento constante.

Pensarnos en el campo como sujetos éticos nos posiciona políticamente y aleja la idea de neutralidad en el quehacer antropológico. Si en verdad queremos constituirnos como antropólogos comprometidos (Restrepo, 2015), como investigadores ciudadanos (Jimeno, 2012), o antropólogos críticos, la reflexión ética debe jugar un papel interpelante siempre, y no desde un código que nos inmovilice, sino a partir de la relación con otros (Tello, 2010; Gazzotti, 2016).

Mauss, al analizar los intercambios entre los maoríes, muestra que el donante, al dar un don, no rompe lazos y le continúa perteneciendo, por más que no lo posea materialmente (tiene un “Hau” o “Mana” nativo). Así, nunca el don ofrecido es, en su totalidad, de su nuevo dueño. El don, como nuestros intercambios en el campo, están cargados de significados y valoraciones particulares; así, establecer a lo largo de la investigación desde dónde se enmarca, genera que la dimensión ética comience a desarrollarse, ya que se desvelan mucho de los significados y valoraciones que formarán parte de la investigación.

En mi trabajo, en ningún momento decidí ocultar mi posicionamiento ante los dilemas que se fueron presentando y donde las diferencias se hacían más presentes. Muchas de las discusiones que se presentaron, se transformaron en material para pensar la problemática, ya que abrieron espacios de compresión y duda más amplios.

Cuando se elige un tema, el antropólogo, esté en formación o no, pone mucho de sí mismo, desde un primer momento hasta el final de la investigación, se ve influenciado por las decisiones de quien lo realiza. La antropología no puede separarse y verse como una disciplina neutra y objetiva, sin dejar de reconocer su lugar político y comprometido.

En estos momentos, donde los grupos que reaccionan ante la agenda de derechos ganan fuerza apoyados por el contexto político, económico y social, la antropología debe hacerse presente y posicionarse, pero evitando que su ego disciplinar la convierta en juez moral y presentándose como parte de la lucha por el fin del racismo, la desigualdad de género, y cualquier forma que implique opresión.

Bibliografía

Fassin, Didier. La fuerza del orden. Buenos Aires: Siglo XXI, 2016. [ Links ]

Gazzotti, Luciana. «Ética profesional y antropología argentina. Reflexiones en dialogo.» Revista de la AVA, 2016. [ Links ]

Guber, Rosana. La etnografía. Método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Siglo XXI , 2001. [ Links ]

Jimeno, Miriam. «La emergencia del investigador ciudadano: estilos de antropología y crisis de los modelos en la antropología colombiana.» En La formación del estado nación y de las disciplinas sociales en Colombia, de Jairo Tocancipa. Popayan: Taller Editorial, 2002. [ Links ]

Lammers, Ellen. "Refugees, asylum seekers and anthropologists: the taboo on giving". En Global migration perspectives, 2005. [ Links ]

Mauss, Marcel. Sociología y antropología. Madrid: Tecnos, 1971. [ Links ]

Restrepo, Eduardo. «El proceso de investigación etnográfica: Consideraciones éticas.» Etnografías contemporáneas (UNSAM) 1, nº 1, 2015. [ Links ]

Segato, Rita. «Antropología y derechos humanos: alteridad y ética en el movimiento de los derechos universales.» Serie antropológica (Universidade de brasilia), nº 356, 2004. [ Links ]

Tello, Mariana. «Etica y antropología de la violencia.» En Antropología e ética, de Fernando Diaz Duarte y Cyntia Sarti, 172-229. Brasilia: Associacao brasileira de antropología, 2010. [ Links ]

1 Utilizo la palabra reacción para caracterizar a estos grupos ya que, basado en las relaciones de campo, es la que mejor los identifica. Son parte de esta reacción, movimientos políticos, sociales, económicos y/o religiosos que se levantan en forma contraria a la agenda de derechos. Las alusiones constantes en sus discursos a responder y reaccionar a los golpes que pretenden modificar las tradiciones, valores, moralidad y atentan contra la vida y la igualdad de oportunidades, puede servir como elemento que los identifica.

2Hablo en plural ya que las formas de reacción varia de país en país, grupo en grupo e individuo a individuo, pero si se comparten ciertos elementos entre sí. Vale aclarar que este articulo es parte de una investigación mayor en la cual se enfocara en los aspectos heterogéneos y homogéneos de estos grupos.

3En especial se da este debate en torno la despenalización del aborto, donde la vida del niño por nacer es el objetivo más importante. Para muchos de estos grupos, la vida comienza con la gestación, vinculando la idea de gestación con la de pureza y libertad de pecado. El niño que se gesta es puro y libre de culpa, la madre está obligada a culminar el embarazo ya que no es culpa del niño su gestación. Esta postura claramente especializa el papel del niño y deja fuera de cualquier decisión a la madre sobre su propio cuerpo y vida.

41912.

5Este grupo comenzó a presentarse de forma pública en el 2008 en marchas, espacios virtuales y sedes educativas, siendo uno de los principales opositores a la ley de salud sexual y reproductiva (18.426) y reclamando una nueva ley de tenencia sobre los hijos, ya que entienden que la actual privilegia a la mujer por sobre el hombre. Desde ese momento ha ganado adeptos a nivel nacional e internacional siendo uno de los principales opositores a la educación sexual en escuelas y liceos, al aborto, la ley integral para personas trans y el feminismo.

6El nombre fue cambiado por una decisión personal.

7La metodología no será desarrollada en este trabajo ya que no es el objetivo, ya que es un recorte para discutir aspectos éticos de la problemática que parte de una investigación más amplia donde se abordara.

8Notas de campo realizadas después de una entrevista en un bar del centro del Montevideo, realizada el 1 de noviembre de 2018.

9Mauss plantea sobre el don que “(…) las prestaciones y contraprestaciones nacen de forma más bien voluntaria por medio de presentes y regalos, aunque, en el fondo, sean rigurosamente obligatorias bajo pena de guerra privada o pública. Nuestra idea es el llamar a todo esto sistema de prestaciones totales. El tipo puro de estas instituciones, creemos está presentado por la alianza de dos patrias en las tribus australianas o en general en las norteamericanas, donde los ritos, matrimonios, sucesiones de bienes, las obligaciones de derecho y de interés y los rangos militares y sacerdotales son complementarios y suponen la colaboración de las dos mitades de la tribu.” (Mauss, 1971: 160).

Nota: El texto corresponde 100% a Pablo Camacho Spositto

Nota: La editora Sonnia Romero Gorski aprobó éste artículo

Recibido: 02 de Mayo de 2020; Aprobado: 13 de Mayo de 2020

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