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Revista Uruguaya de Antropología y Etnografía

versão impressa ISSN 2393-7068versão On-line ISSN 2393-6886

Rev. urug. Antropología y Etnografía vol.1 no.2 Montevideo dez. 2016

 


Mujeres mayas de Guatemala: de genocidio hasta etnocidio

Mulheres maias da Guatemala: do genocídio até o etnocídio

Mayan women: from genocide to ethnocide

Linda Green

Profesora titular de antropologia, Universidad de Arizona, Tucson, AZ, EEUU. lbgreen@email.arizona.edu

Recibido: 8/04/16 – Aceptado: 30/09/16

Resumen

El motivo de este ensayo es conectar dos aspectos de la situación de las mujeres Mayas de Guatemala en las áreas rurales: primero con las secuelas de la guerra contra-insurgente, cuando comenzó con su brutalidad intensa en la década de 1970 hasta la firma de los acuerdos de paz en 1996 entre el gobierno guatemalteco, el alto comando militar y el grupo revolucionario Unidos Revolucionario Guatemalteco Nacional (URNG). Una comisión propuesta por las Naciones Unidas denominó varias de las masacres contra mujeres mayas como genocidio.1 Segundo, yo relaciono la continuación de la violencia estatal pasada, en nuevas formas en las cuales las circunstancias de diez mil mujeres mayas y sus niños, algunos como inmigrantes, han salido de Guatemala buscando una forma de sobrevivir. Más recientemente miles más han huido, tratando de salvar su vida y, ante la violencia en su país, han pedido refugio en EEUU. La realidad en Guatemala hoy en día es “la paz”, lo que significa “otro nombre para la violencia”, porque ésta sigue bajo nuevas apariencias y después de veinte años se levantó una crisis social.

Resumo

O motivo deste ensaio é conectar dois aspectos da situação das mulheres Maias da Guatemala nas áreas rurais: primeiro, nas sequelas da guerra contra-insurgente quando começou com a sua brutalidade intensa na década de 1970 até a assinatura dos acordos de paz em 1996, entre o governo guatemalteco, o alto comando militar e o grupo revolucionário, Unidos Revolucionário Guatemalteco Nacional (URNG). Uma comissão proposta pelas Nações Unidas denominou várias das massacres contra as mulheres Maias como genocídio.2 Segundo, eu relaciono a continuação da violência estatal passada com as novas formas nas quais as circunstâncias de dez mil mulheres Maias e suas crianças, algumas como migrantes, têm saído da Guatemala em procura de uma maneira de sobreviver. Mais recentemente, mais milhares têm fugido, procurando salvar a sua vida e, diante da violência no seu país, têm pedido refúgio nos EUA. A realidade na Guatemala hoje em dia é “a paz”, o que significa “outro nome para a violência”, porque ela continua sob novas aparências e depois de vinte anos levantou-se uma crise social.

Palabras chave: mulheres maias-genocídio- violência do Estado- Guatemala

Abstract

The aim of this essay is to connect two aspects of the Guatemala Mayan women’s situation on rural areas. In the first place, the sequels left by the counter insurgency war, which started an intense brutality in the 1970’s up to the signing of the peace convention of 1996 between the Guatemala government, the military high command and the revolutionary group Unidos Revolucionario Guatemalteco Nacional (URNG). A United Nations commission described several massacres against Mayan women as genocide3.

In second place, I relate the continuation of past state violence on new forms that affect the living circumstances of ten thousand Mayan women and their children, pushing some of them to migrate out of Guatemala in search of a way to survive. More thousands have recently fled, trying to save their lives, and facing the violence in their country, have sought refuge in the USA. Today’s reality in Guatemala is “the peace”, which means “another name for violence” because it continues under new appearances and, after twenty years, a social crisis rose.

Key words: Mayan women – genocide- state violence – Guatemala

I. Introducción

Este ensayo menciona el tema de la vida cotidiana de la gente en la cual su identidad primaria es indígena, especialmente las mujeres, y luego cómo la violencia en sus formas múltiples circunscribe sus formas de vida. La geografía de mis investigaciones es diversa: áreas rurales en Guatemala, donde vive la mayoría del pueblo Maya y en la región fronteriza entre EEUU y México, especialmente entre los estados de Arizona (EEUU) y Sonora (México) donde pasan muchos de los migrantes guatemaltecos sin documentos. Más recientemente, en los últimos tres años también ha habido una ola de mujeres refugiadas con sus niños y jóvenes, todos huyendo de la violencia en el área de Guatemala, conocida como parte del “triángulo del norte”.

La mayoría de la población en Guatemala es identificada como “indígenas”. Es el único país en Centroamérica que actualmente tiene su población caracterizada de esta manera. Hay varias razones históricas para el caso, pero en general los analistas atribuyen las diferencias observables a los mecanismos históricos y a la geografía diversa, no a las formas en que el capitalismo agrario ha dominado y cambiado las relaciones sociales del campo en finales del siglo 19. (McCreery 1994, Gould 1998 Gould and Lauria-Santiago 2008).

Pero hoy en día en Guatemala las mujeres mayas son golpeadas por dos efectos más, significando que la violencia del fin del siglo XX continúa en siglo XXI. Ésta se traduce en el quiebre del tejido social, en la acción de fracturar y quebrar las relaciones internas en las comunidades y la transformación de su habilidad para sobrevivir a través de su propia tierra,4 aunque hasta recientes décadas solo parcialmente. Ambos - la pérdida de confianza en sus relaciones comunitarias, reemplazada por el miedo y la destrucción de su economía local - han herido la vitalidad de la identidad Maya, profundamente.

II.Las caras de la violencia

Represión estatal

La cara de la violencia política de la historia reciente en Guatemala es la represión estatal dominando en parte como genocidio contra las mujeres mayas, además de que unas 250.000 mil personas fueron muertas, secuestradas y desaparecidas. Hubo un millón de desplazados internos, otro millón huyeron a México, EEUU y Europa y más de 50,000 mujeres quedaron viudas y quedaron 200.000 huérfanos. Las atrocidades cometidas en Guatemala durante la guerra civil es quizás inexplicable; la amenaza para el estado guatemalteco, sin embargo, no era mucho más que la suma de las fuerzas armadas revolucionarias y sus simpatizantes, que declarados como otro peligro “muy real e inminente” eran en realidad civiles no armados – campesinos, indígenas, gente pobre y trabajadores – que se atrevieron a enfrentar a las viejas estructuras de dominación y explotación a nivel local y regional. Y tal como lo demuestra el registro histórico la violencia ha sido el modus operandi del estado para controlar cualquier amenaza al statu quo por parte de mayas pobres y ladinos, por igual. Hay que hacer notar que todas las cifras de la violencia son aproximaciones, porque en realidad todavía falta contar cuerpos no descubiertos en cementerios clandestinos en diferentes partes del altiplano. Actualmente la represión estatal es más oculta y “suave” en el sentido que no hay masacres en general, pero la represión toma otras formas; se matan autoridades locales o se hacen desaparecer a los líderes que protestan por el statu quo, pero los hacen pasar como “crímenes comunes”.

La estrategia del ejército guatemalteco de usar jóvenes mayas como “soldados de a pie” en la guerra contra-insurgente y a hombres locales como patrulleros civiles y comisionados militares para vigilar a sus vecinos y en ocasiones cometer asesinatos, ha conducido a graves rupturas en las relaciones familiares y comunitarias.

Además de que se ha socavado el sentido de confianza y cooperación entre parientes y vecinos, la división de esas lealtades ha sido instrumental en la perpetuación del miedo y el terror ya que los propios parientes están implicados en actos de violencia. Esta complicidad, como es lógico, tiene un impacto devastador en la potencia especial de las relaciones familiares y comunitarias.

Un ejemplo encontrado en mis investigaciones con mujeres viudas amplifica o aclara mi argumentación. Yo trabajaba con mujeres viudas entre 1988 y 1992 cuando vivía en el campo con ellas. Esto resultó en un libro titulado, El miedo como forma de vida; las mujeres mayas en el área rural (Green 1999; 2013) En ese trabajo yo traté de captar las sutiles maneras en que la guerra contra-insurgente también moldeó las relaciones sociales en las familias y en las comunidades mayas. La historia de doña Tomasa ejemplifica algunas de estas consecuencias no reconocidas.

Un dia, Tomasa una mujer a quien yo había conocido por más de un año, me invitó a visitar su casa por primera vez. Cuando me senté en un banco bajo de madera en una de la pequeñas habitaciones del frente de su hogar de adobe, doña Tomasa, hincada en un petate, empezó con una dignidad susurrante, su relato acera de la muerte particularmente horrible de su esposo, a manos del ejército.

A medida que mis ojos fueron habituándose a la penumbra de la habitación sin ventanas, centré la vista en la pared detrás de doña Tomasa, donde visiblemente expuesta estaba la foto enmarcada de un hombre joven en uniforme de kaibil. Los kaiblies son las fuerzas especiales de élite del ejército guatemalteco, entrenadas en tácticas contra-insurgentes por los Estados Unidos– o sea de ayuda militar en términos de armas y entrenamiento en la Escuela de las Américas y con asesores del ejército de los Estados Unidos.

Un poco confundida por la aparente incompatibilidad del retrato con su historia, le pregunté a doña Tomasa sobre la fotografia. Ella respondió que era su hijo mayor y reconoció su presencia ocasional en el hogar, pero no dijo más. A nivel puramente objetivo, por supuesto, en Guatemala es peligroso hablar de esas cosas con extraños. Quizás ella también sentía que la fotografía de su hijo podría darle alguna protección en el futuro. Al mismo tiempo, ¿cómo podría sentirse una madre imaginando que su hijo soldado, probablemente cometió los mismos actos crueles que fueron utilizados contra su esposo y sus vecinos?

Ahora aunque las milicias civiles han sido desmilitarizadas, las divisiones internas de poder, creadas y perpetuadas por su presencia, no han de resolverse fácilmente. Los frágiles e intrincados vínculos que mantenían unidas a las comunidades, han sido cercenados por los efectos de la violencia que resuenan a lo largo y a lo ancho de la vida cotidiana. La desmilitarización no se logra con facilidad. Aunque desmovilizar tropas y desmantelar milicias civiles, tal como lo decretaron los Acuerdos de Paz de 1996, son importantes primeros pasos, sin el establecimiento del imperio de la ley y de la legitimidad del estado, todo queda igualmente confundido en la vida cotidiana, un legado de violencia y represión. Más aún la mayoría de las violaciones a los derechos humanos cometidas por patrulleros civiles y comisionados militares, como el ejército y los autores intelectuales, continúa impune.

El ataque sexual contra las mujeres fue otra estrategia del ejército y tomó múltiples formas durante la guerra contra-insurgente. Las mujeres fueron no sólo testigos sobrevivientes de la brutal represión, sino también víctimas directas de ésta. Historias provenientes de las aldeas relatan brutalidades inimaginables: mujeres embarazadas que fueron destripadas y sus bebés usados como pelotas de juego; mujeres forzadas a cocinar para los soldados después de haber visto que torturaban o asesinaban a sus esposos. Y por supuesto está la violación sexual. La violación fue utilizada con frecuencia como táctica contra-insurgente, con doble efecto: tal como Cynthia Enloe ha señalado fue “una técnica para familiarizar (a reclutas renuentes) con todo tipo de brutalidad, cortando así sus vínculos con sus contrapartes civiles” (1993:121) y sirvió también como una forma de humillar tanto a las mujeres que fueron víctimas directas, como a los hombres de sus familias algunos de los cuales fueron forzados a presenciar estos hechos. Además la violación fue un mecanismo para inscribir la violencia social en los cuerpos y memorias de mujeres individuales. Los efectos psicológicos de la violencia sexual son duraderos e incluye verguenza, temor y auto-degradación. El uso generalizado de la violación durante la guerra contra-insurgente fue una manera con sello de género con la que el ejército atacó el tejido social de la vida familiar y comunitaria. Las viudas en particular fueron forzadas a confrontar problemas múltiples a medida que luchaban por sobrevivir: no sólo la perdida de parientes sino, en algunos casos la ruptura de vínculos familiares y hostilidades abiertas dentro de las familias que en ocasiones conducen a la violencia doméstica: además de la crisis que para ellas implica asumir la doble función económica y social de jefes de sus hogares, el impacto psicológico prolongado de su propio sufrimiento íntimo.

Durante siglos ha habido rupturas y rencores en y entre comunidades mayas del altiplano (McCreery 1994). Sin embargo el carácter particularmente brutal e insidioso de la reciente violencia patrocinada por el estado en el altiplano y la continua impunidad o ausencia de cualquier castigo para los perpetradores, no tienen precedentes y las consecuencias han sido profundas.

Otras caras de la dinámica de violencia, muy importantes, son cómo la violencia estructural y la violencia simbólica funcionan juntas para hacer su propia invisibilidad y borrar la historia – o sea la violencia en la que no se presta mucha atención porque parece como una forma de vida así organizada, como si fuera lo normal, (Farmer 2004). Sabemos que estos dos tipos de violencia – estructural y simbólica – como la pobreza y el racismo, permiten ver más claro cómo funciona la impunidad.

La violencia estructural produce las condiciones sociales que perpetúan las desventajas. La violencia estructural trasciende lo que suele entenderse como explotación; hay que incluir una conceptualización multidimensional de la injusticia social, lo que Iris Young ha llamado los “cinco rostros de la opresión”: explotación, marginación, impotencia, imperialismo cultural y racismo. Adicionalmente, la violencia simbólica toma formas como la humillación y el temor, así como la denegación de dignidad e integridad – es decir, los efectos psicológicos y espirituales de la violencia son componentes cruciales de la dinámica de la violencia. La violencia estructural y simbólica está arraigada en las instituciones sociales tanto nacionales como locales y en las percepciones culturales. Las personas experimentan en sus vidas no sólo los efectos directos de la violencia y el poder, sino también los efectos culturales más sutiles que pueden permear las relaciones sociales locales y las estructuras sociales dentro de las comunidades. El sufrimiento producido por la pobreza extrema en Guatemala rural, por ejemplo, produjo no solo morbilidad y mortalidad, hambre y enfermedades excesivas, en su mayoría fáciles de prevenir, sino también la destrucción de instituciones culturales. El bienestar para la población Maya en Guatemala se basa mucho en su identidad cultural indígena así como en las relaciones con la familia, no sólo en la familia nuclear sino con la familia ampliada, incluyendo los ancianos y los antepasados y en su relación con la naturaleza, como la tierra donde siembran el maíz, con estatuto sacralizado.

El altiplano occidental es la Guatemala indígena, hogar de más de seis millones de mayas rurales, que junto con sus contrapartes que viven en ciudades, constituyen el 65 por ciento de la población guatemalteca. La mayoría de los mayas que habitan los pueblos, aldeas, y asentamientos dispersos, que en su conjunto conforman más de los 150 municipios locales en ocho departamentos del altiplano, vive en el lado más oscuro de la modernidad. Estas familias sufren el efecto degradante de relaciones económicas capitalistas apuntaladas por un aparato estatal represivo. La mayoría de la población maya vive en la miseria, sin los servicios sociales más básicos, sin agua potable, saneamiento, servicios de salud, vivienda adecuada o educación. Cuatro de cada cinco niños y niñas mayas menores de cinco años sufren desnutrición y muchos de ellos mueren de enfermedades de fácilmente prevención, tales como el cólera, la influenza y el sarampión. Más del 50 por ciento de la población vive en la pobreza y dentro de este grupo un 67 por ciento está en la extrema pobreza; es decir que el ingreso mensual familiar no es adecuado para pagar los costos de alimentos básicos. Las tasas de analfabetismo son especialmente altas entre personas indígenas: el 73 por ciento de los hombres y el 91 por ciento de las mujeres son analfabetas.

Una reforma agraria sería una forma de reducir la pobreza en las áreas rurales; ésta fue una de las demandas en el más alto nivel de la movilización social del pueblo Maya durante las décadas de 1970 y 1980. Durante siglos la población rural maya se ha ganado la vida a duras penas con sus milpas, las pequeñas parcelas alimentadas por la lluvia sobre las que cultivan una mezcla de maíz, frijol y calabaza. Aún así particularmente en los últimos cien años, la lucha por la supervivencia de cada generación se ha convertido en un emprendimiento cada vez más precario. Guatemala tiene uno de los sistemas de distribución de tierra más desiguales de toda América Latina – el 2 por ciento de la población posee entre el 65 y 70 por ciento de la tierra cultivable – y ésto, sumado a una tasa de crecimiento demográfico de 3 por ciento anual, aproximadamente, (la población se duplica cada 26 años) ha dejado hoy día a la mayoría de los campesinos rurales con porciones de tierra, que el escritor uruguayo Eduardo Galeano había calificado como “parcelas del tamaño de tumbas”.

La desigualdad en la tenencia de la tierra en Guatemala ha sido una de las raíces más profundas de la violencia histórica, y también en el presente. Desde la introducción del café para la exportación a fines del siglo XIX, cuando los indígenas y ladinos pobres trabajaban como esclavos en el desarrollo de las fincas de producción, a la transformación de tierras comunales en tierra privada, a 1954 cuando la CIA de los Estados Unidos fortalecía el golpe de Estado, frente al único gobierno guatemalteco que hizo una reforma agraria en serio. Luego fue la contra-insurgencia de las décadas de 1970, 1980 y 1990 con los efectos de muchos desplazados adentro y afuera del país, también en la actualidad con muchas personas que no tienen parcelas de tierra, ni trabajo, y con eso continúa la emigración de muchos hombres, mujeres, y niños hacia los Estados Unidos.

La milpa Maya y violencia simbólica5

La milpa no sólo es una expresión económica sino que también representa un sentido profundo de bienestar e identidad maya.

“La milpa” explicó doña Margarita “es más que simple maíz; la milpa es un mundo entero, una manera de vida”. De hecho Margarita describió en detalle todas las ventajas prácticas que brinda la milpa. Las yerbas silvestres que crecen entre las plantas de maíz añaden importantes vitaminas a la dieta, los tallos de maíz se usan como materiales de construcción y edulcorante para la comida, las mazorcas se hierven para alimentar cerdos, pollos y vacas; las hojas o sea tusas, tienen múltiples usos culinarios y medicinales, por ejemplo, como envoltorio para alimentos hechos de maíz que se cuecen al vapor, como componente en medicinas para la tos y como vendajes.

Para los mayas la milpa también es el lugar donde viven sus ancestros. Muchas personas mayas creen que los muertos regresan adonde están sus familiares vivos para cuidarlos. Tal como lo explicó un anciano, él sabía no sólo que los antepasados estaban cerca sino también que trabajar en la milpa de hecho evoca la presencia de sus padres y abuelos.

Las personas mayas reciben su educación en parte a través de tareas como cultivar, preparar y consumir maíz. Niños y niñas mayas aprenden sobre la importancia del maíz por medio de las experiencias cotidianas en sus vidas. Las jóvenes imitan a sus madres cuando usan sus manos para moldear la masa del maíz y convertirla en tortillas, produciendo el inconfundible rat-tat tat que se escucha desde las cocinas mayas a la hora de la comida. Los muchachos adquieren en la milpa los conocimientos fundamentales de la producción agrícola de subsistencia. Es allí donde los abuelos, padres, tíos, primos y hermanos mayores les enseñan a los niños las plegarias para los ancestros y los espíritus que se invocan al momento de sembrar. Mucho antes de que un niño haya crecido lo suficiente para usar él sólo un azadón, se le permite depositar semillas de maíz en el suelo junto a su padres, quienes invocan la ayuda de los antepasados y de la Madre Tierra para tener una cosecha exitosa. Es también en la milpa donde un joven aprende sobre las catástrofes de la vida y los caprichos del clima que pueden dejar a la familia con muy pocos alimentos para sobrevivir el año siguiente. Y su familia le dice que sin maíz él no tiene comida, aunque pueda conseguir frutas y yerbas para dejar de sentir hambre. El maíz es identidad, un lugar de producción tanto material como cultural y de acción maya. A través de las relaciones sociales de la producción, el maíz tiende una línea que conecta a la gente maya con sus ancestros y espíritus sagrados, con su futuro a través de sus hijas e hijos.

Franz Fanon describió, en otro contexto, en Argelia y en África, cómo la gente podía internalizar su propia inferioridad. La falta de tierra; la violencia local, el racismo y la impunidad son las fracturas más profundas contra el pueblo maya en el tiempo reciente.

III. Los Acuerdos de Paz

El 29 de deciembre de 1996, durante la presidencia de Álvaro Arzu, fue un dia histórico; el alto mando del ejército guatemalteco y comandantes del grupo guerrillero URNG firmaron Acuerdos de Paz bajo auspicios de las Naciones Unidas, poniendo oficialmente el fin de una guerra civil de 36 años. Aunque analistas del proceso de paz tienen plenamente conciencia de que los Acuerdos en sí no equivalen a una reestructuración del Estado, algunos han planteado que los Acuerdos han abierto espacios para el debate político en los cuales la sociedad civil puede hacer demandas a favor del desarrollo y la democratización. Pero los acuerdos han tenido dos aspectos, mecanismos que funcionan juntos en la forma de asegurar la continuidad de la guerra contra la gente pobre, más que nada indígenas: primero, la introducción del modelo neo liberal en el cual domina el mercado libre. En las áreas rurales del altiplano en Guatemala ha significado más despojo y desplazados; la conversión de su tierra en el altiplano por exportación de verduras, cosechas no-tradicionales hacia EEUU, han producido muchas pérdidas de sus parcelas; la falta de apoyo del gobierno con la canasta básica, especialmente con las tasas de desnutrición en el altiplano y una ola de productos agrícolas de EEUU especialmente de frijoles y maíz que entran a precios bajos en el mercado doméstico, con los cuales no se puede competir.

El segundo punto es la impunidad jurídica no sólo para los autores intelectuales de la represión, quienes no han sido tocados por responsabilidades en la violencia de la contra-insurgencia, tampoco a nivel local. De hecho desde la Firma de Paz hasta hoy dia los militares y sus cómplices siguen con poder, no importa si están vestidos como militares o como civiles. También en eso han intervenido las bandas, los narcotraficantes con sus ayudantes locales y un mercado de armas. El ejército guatemalteco y las élites nacionales, regionales y locales están implicados en delitos grandes y pequenos.

Sólo en el sentido jurídico, pero en términos sociales, la impunidad sigue cuando la cultura dominante expresa su indiferencia por la situación de las mujeres mayas. De hecho todavía hay personas en las ciudades, personas no indígenas, que niegan las masacres. Y por su parte la gente indígena que ha experimentado la violencia directa se queda en silencio, avergonzada. El miedo en este contexto es una forma efectiva de control.

Uno de los efectos más brutales que se ha producido en Guatemala desde la contra-insurgencia es el feminicidio, así como la violencia cotidiana. Y también un incremento, en las áreas rurales, de la violencia doméstica, maltratos y violaciones; estos hechos son causales para que muchas mujeres mayas de las áreas rurales se propongan huir para salvar su vida y la de sus niños. Las razones más importantes para explicar este aumento de violaciones y feminicidios, así como el uso de violaciones sexuales contra mujeres como una táctica de guerra, son la impunidad y el machismo.

En este contexto la migración de muchas personas después de los Acuerdos de Paz fue una de las estrategias para sobrevivir, y para los jóvenes un camino para crearse un futuro. Así mismo la migración ha levantado más divisiones en las comunidades, quitando sentido de solidaridad y resistencia; también el exilio sigue dividiendo a unos de otros. Esto es la nueva forma de despojo y desplazamiento: la pérdida del terreno y de las relaciones comunitarias, ambas en la base de la identidad indígena.

Los migrantes y los refugiados

Desde la firma del tratado de paz, en realidad no ha llegado la paz sino más violencia y más pobreza para el pueblo maya del altiplano. Sin suficiente tierra para sembrar sus milpas, ni trabajo con salario adecuado para vivir, las comunidades quebradas por la impunidad incluyendo violencia doméstica y la imposición de los narcotraficantes, todos estos factores han dejado a la población y a las mujeres mayas en situación más vulnerable. Así es que no existe esperanza para el futuro si se quedan en Guatemala;miles de mujeres, de indígenas, han migrado a los Estados Unidos. Pero de esta forma están obligados a dejar todo atrás, su familia, sus relaciones con los antepasados y con la naturaleza. En algunos pueblos hay pocos hombres jóvenes y muchos han ingresado a los EEUU. En un principio fueron los hombres y los jóvenes quienes salieron, eso fue al fin de la guerra. El viaje a los Estados Unidos a través de México es peligroso, con asaltos, robos y violencia de todo tipo y cada añ,o los costos han aumentado; lo que deben pagar por un “coyote”, o sea un guía para cruzar México y el desierto en Arizona, actualmente llega a más de 7.000 USD.

En 2014 hubo una ola de refugiados, mujeres y niños, incluso niños no acompañados, guatemaltecos que cruzaron la frontera de EEUU pidiendo exiliarse. Según la norma internacional ellos tenían derecho a que sus casos fueran analizados, pero el gobierno de Barack Obama decidió recluirlos en centros de detención por un tiempo que excede el año, en violación de acuerdos internacionales para refugiados como lo establece la Convención de Ginebra. Empresas privados que tienen contratos con el gobierno de EEUU reciben así una remuneración garantizada de 129 USD por cada cama y por noche. Muchas de las mujeres y sus familias estaban huyendo de la violencia en sus comunidades, donde los ex soldados y los ex partulleros, con sangre en las manos, tienen cargos de poder a nivel local. Así es como funciona la impunidad.

Esta es la realidad para millones de personas de la población maya que vive en Guatemala “bajo asalto”; hoy en día también los compañías internacionales explotan tierras en áreas rurales, para buscar minerales de exportación e imponer la construcción de represas hydro eléctricas sobre los ríos, en violación directa de la norma ILO 169 que obliga al gobierno a consultar con las comunidades indígenas antes de dar permisos para la exploración minera. A pesar de todo en el 2012 el presidente Otto Pérez Molina6 (quien fue acusado en el 2015, por crímenes de fraude y corrupción) declaró un estado de sitio en el territorio maya; muchos de quienes participaron en acciones de resistencia fueron desaparecidos y muertos, por agentes estatales o sus auxiliares. En esta época no se habló de genocidio contra la población maya, pero podemos reconocer un etnocidio o sea la destrucción intencional de una cultura o identidad, en este caso, la identidad Maya. Esta es la situación del presente – algunos huyeron, pero hay mujeres que viven bajo el miedo, sin misericordia y soportando abusos. Parte de la población maya resiste esta violencia como los antepasados indígenas de Guatemala han resistido por más de 500 años. Al mismo tiempo gente que se opone a las minas han puesto en riesgo sus vidas por la causa de los derechos de las indígenas y por la lucha contra la impunidad. El futuro sigue por zonas de sombra y luz, de esperanza y de miedo.

Bibliografía

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Farmer, Paul, 2004. “An Anthropology of Structural Violence”, en: Current Anthropology Vol.45(3) June 305-325.

Gould, Jeffrey, 1998. To Die in this Way. Nicaraguan Indians and the Myth of Metizaje 1880-1965, Durham, NC, Duke University Press

Gould, Jeffrey and Aldo Lauria-Santiago, 2008. To Rise in Darkness Revolution, Repression and Memory in El Salvador 1920-1932. Durham, NC, Duke University Press

Green, Linda, 2013. El miedo como forma de vida: viudas mayas en la Guatemala rural. Ediciones del Pensativo, Antigua, Guatemala.

McCreery, David, 1994. Rural Guatemala 1760-1940, Stanford, CA. Stanford University Press.

Young, Iris, 1990. Justice and the Politics of Difference, Princeton: Princeton University Press.

1. En 10 de mayo 2013 General (ret.) Efrian Rios Montt fue condenado a 80 años por genicido y crímenes contra la humanidad pero esta sentencia fue anulada 20 de mayo 2013 por la Corte de Constitutionalidad de Guatemala. Y más recientemente en Marzo 2016, el Tribunal de Mayor Riesgo “A” sentenció a los dos acusados en este proceso a 30 años por los delitos contra los deberes de humanidad, contra dos de los responsables de las violaciones sexuales y esclavitud de la cual fueron víctimas a manos del Ejercito de Guatemala. Al Teniente Coronel Steelmer Reyes Giron quien dirigía el Destacamento Militar de Sepur Zarco, y comisionado militar Hediberto Valdez Asij, se les sentenció a 360 años (los dos juntos) de prison inconmutables.

2. Em 10 de maio de 2013, o General (aposentado) Efrian Rios Montt foi condenado a 80 anos por genocídio e crimes contra a humanidade mas esta sentença foi anulada em 20 de maio de 2013 pela Corte de Constitucionalidade da Guatemala. E mais recentemente, em março de 2016, o Tribunal de Maior Risco “A” sentenciou os dois acusados neste processo a 30 anos pelos delitos contra os deveres da humanidade, contra dois dos responsáveis pelas violações sexuais e pela escravidão de que foram vítimas em mãos do Exército da Guatemala. O Tenente Coronel Steelmer Reyes Giron, que dirigia o Destacamento Militar de Sepur Zarco, e o comissionado militar Hediberto Valdez Asij, foram sentenciados a 360 anos (os dois juntos) de prisão, incomutáveis.

3. On May 10, 2013 retired General Efrian Rios Montt was sentenced to 80 years of prison for genocide and crimes against Humanity, but this sentence was annulled on May 20, 2013 by the Guatemala Constitutional Court. More recently, on March 2016, the “A” High Risk Court sentenced the two persons accused in this process to 30 years in prison for crimes against the humanity duties, against two of those responsible sexual assault and slavery on the hands of the Guatemalan Army.

4. La milpa es una parcela de tierra donde las familias Mayas siembran su maíz y frijoles para sobrevivr y si hay sobrantes, los venden en mercados locales. Un problema actual es la variabilidad de la ocurrencia de lluvias, efecto de cambio climático, con producción de sequía.

5. Pierre Bourdieu y Loic Wacquant(1992) explicaron la violencia simbólica que se reproduce y proteje sistemas de dominación y más que todo aclararon sobre la dominación en la que participan o sucede con el consenso de los propios afectados por procesos en que han sido dañados.

6. El presidente Otto Pérez Molina lo resignó bajo presión de la sociedad civil en 2015. Y las autoridades guatemaltecas respondieron ante las denuncias de corrupción. Lo juzgado por crímenes de corrupción fueron cometidos durante su período de mandato (2012-2015), cuando se dedicaba al contrabando, la defraudacion presupestaria y lavado de dinero en las pricipales aduanas del pais. Pero no usaron la occasión para acusarlo de cometer crímenes de genocidio y tortura en la área de Quiche cuando él fue Mayor General durante la época de Rios Montt.

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