Introducción
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una enfermedad frecuente, prevenible y tratable, que se caracteriza por síntomas respiratorios y una limitación del flujo aéreo persistente, que se debe a anomalías de las vías respiratorias o alveolares causadas generalmente por una exposición importante a partículas o gases nocivos. La limitación crónica del flujo aéreo característica es producida por una combinación de enfermedades de vías aéreas pequeñas y destrucción del parénquima (enfisema), cuyas contribuciones relativas varían de un individuo a otro.1
Tiene una alta prevalencia a nivel mundial. En Montevideo la prevalencia es del 19.7%, la más alta de América Latina.2,3) Se encuentra dentro de las primeras tres causas de muerte a nivel mundial y el 90 % de esas muertes se dan en los países de bajos y medianos ingresos.1
Los factores de riesgo para el desarrollo de la EPOC son: el tabaquismo (principal factor de riesgo), exposiciones ambientales (combustibles de biomasa y contaminación atmosférica), anomalías genéticas (déficit de alfa-1-antitripsina).1
La EPOC cursa con síntomas respiratorios persistentes que incluyen: disnea generalmente de esfuerzo, tos y/o producción de esputo.
El diagnóstico de EPOC se realiza mediante la espirometría, herramienta de medición reproducible y objetiva de la limitación del flujo aéreo. La presencia de una relación entre el volumen espiratorio forzado en el primer segundo y la capacidad vital forzada (VEF1/CVF) post broncodilatador menor a 0.70 confirma la limitación fija al flujo aéreo en los pacientes con síntomas sugestivos de la enfermedad.
La determinación de categorías de severidad de los pacientes con EPOC tiene como objetivo determinar la gravedad de la limitación al flujo aéreo, las repercusiones en el estado de salud del paciente y el riesgo de futuros eventos (exacerbaciones, ingresos hospitalarios o incluso la muerte).
La severidad de la enfermedad se define de forma multidimensional tomando en cuenta: la gravedad de los síntomas (definida según el grado de disnea de esfuerzo medida en la escala del Medical Research Counsil modificado o mMRC), afectación de la calidad de vida (cuantificada mediante el cuestionario COPD Assessment Test o CAT), frecuencia y severidad de exacerbaciones y grado de obstrucción al flujo aéreo (definida según el valor del VEF1).1,2
La EPOC puede cursar con periodos de agudización de los síntomas respiratorios que requieren tratamientos adicionales, denominados exacerbaciones. La causa más frecuente de las mismas son las infecciones respiratorias tanto bacterianas como virales. Dentro de las bacterias predominan: Streptococcus pneumoniae, Heamophilus influenzae y Moraxella catharralis, entre otras. Entre los virus respiratorios causales de exacerbaciones en los EPOC se encuentran: rinovirus, influenza A (H3N2), virus sincicial respiratorio-B, adenovirus, metapneumovirus, y coronavirus. (4
Dentro de la familia de los coronavirus encontramos al “SARS-CoV-2”. Se trata de un β-coronavirus, patógeno respiratorio altamente contagioso que causa la enfermedad denominada en 2019 como coronavirus disease (COVID-19) 5. Es una enfermedad con una presentación muy heterogénea que abarca desde pacientes asintomáticos o con síntomas respiratorios leves, hasta pacientes con enfermedad grave, pudiendo causar la muerte en un número importante de casos. Los síntomas cardinales son fiebre alta, tos y disnea. También se pueden asociar otros síntomas como mialgia, fatigabilidad, malestar gastrointestinal, anosmia y producción de esputo. Una cantidad no despreciable de pacientes con COVID-19 desarrollan neumonía, falla respiratoria aguda severa y disfunción orgánica múltiple, lo cual se asocia con alta mortalidad 5-7).
Los primeros casos de COVID-19 tuvieron lugar en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, en diciembre de 2019, reportándose un número muy llamativo de casos de neumonía de causa desconocida. Desde ese momento el virus se propagó rápidamente a nivel mundial. El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró estado de pandemia ya que el SARS-CoV-2 estaba presente en más de 113 países con un número superior al millón de infectados. A nivel nacional el primer caso de COVID-19 fue notificado el 13 de marzo de 2020. Desde su comienzo hasta la fecha la pandemia por el SARS-CoV-2 ha desestabilizado y traspasado los límites de los sistemas de salud alrededor del mundo. (5-7
Ciertas características de los pacientes constituyen factores de riesgo para desarrollar formas graves de la enfermedad. Particularmente, la edad mayor de 65 años y las comorbilidades (sobre todo respiratorias y cardiovasculares) son fundamentales en la presentación de la enfermedad, progresión y muerte por COVID-19 5,7,8.
Los pacientes EPOC han sido incluidos dentro de los grupos de alto riesgo de desarrollo de enfermedad por SARS-CoV2 grave por la potencialidad de agravación de la enfermedad de base, existencia de un compromiso preexistente de la función pulmonar y alta prevalencia de comorbilidades asociadas, sobre todo cardiovasculares. Son pacientes que tienen mayor susceptibilidad a las infecciones virales, debido a alteraciones inmunológicas relacionadas con los linfocitos T memoria. Considerando específicamente al SARS-CoV-2, estudios recientes han sugerido que los pacientes EPOC tienen mayor expresión de receptores de enzima conversora de Angiotensina 2 (ECA2) a nivel pulmonar, que constituyen la puerta de entrada del virus, pudiendo esto predisponer a un riesgo incrementado de padecer enfermedad grave8. A su vez, diferentes estudios mostraron asociación entre la EPOC y el riesgo de muerte por COVID-198.
El COVID-19 se transmite por contacto directo persona a persona a través del aire, secreciones salivales, esputo y manos contaminadas en contacto con mucosas. Además, puede sobrevivir durante horas en diferentes superficies. Es por esto que las medidas de higiene personal, la desinfección de superficies y materiales y el distanciamiento físico cobraron una indudable importancia durante la pandemia para evitar la propagación del virus5,6,8. Es así que surgieron recomendaciones dictadas por organismos reguladores de la salud pública tanto nacionales como internacionales para intentar frenar el avance de la pandemia.
Al inicio de la pandemia la OMS publicó un ‘’Plan Estratégico de preparación y respuesta para la enfermedad por coronavirus (COVID-19)’’ que constituyó una guía de orientación para los diferentes países en cómo prevenir la propagación del virus y mitigar los efectos de la pandemia, adaptándolo luego a la realidad de cada país en particular.9 Concomitantemente se destacó la importancia de la higienización de manos frecuente ya sea con alcohol gel si las manos no están visiblemente sucias, o el lavado de manos convencional, así como evitar tocarse los ojos, nariz y boca, practicar higiene respiratoria tosiendo y estornudando en el codo o en un pañuelo y deshacerse del mismo. Otra recomendación fundamental fue el distanciamiento social, procurando mantenerse a más de un metro de otras personas, promoviendo el uso de barreras físicas como ventanas de acrílico o vidrio y evitar las aglomeraciones. También se estimuló el uso de la telemedicina para disminuir la circulación en los centros de salud, protegiendo tanto al personal sanitario como a los pacientes.10 Se instó al uso de tapabocas a toda la población11 en los momentos en que se rompe la “burbuja sanitaria”, término popularmente empleado durante la pandemia para hacer referencia al grupo de personas con el que se convive en el domicilio y se interactúa a diario. A su vez, se estimuló más que nunca la vacunación antigripal a nivel poblacional y la vacunación antineumocóccica a los grupos de riesgo. Cabe destacar que todas estas medidas anteriormente mencionadas son también útiles para evitar el contagio de otras infecciones virales diferentes a la COVID-19.
Paralelamente a las publicaciones realizadas por parte de la OMS, el 13 de Marzo de 2020 el gobierno uruguayo declaró mediante el decreto 93/020 el Estado de Emergencia Nacional Sanitaria, planteándose una serie de medidas con el fin de disminuir la movilidad y evitar aglomeraciones, como ser la suspensión temporal de los espectáculos públicos, el cierre preventivo de centros turísticos y de recreación, así como de lugares públicos en donde se pudieran generar aglomeraciones. Se exhortó a la población a no salir de sus domicilios, específicamente a los mayores de 65 años y personas con comorbilidades a quienes se les sugirió aislamiento preventivo. Se incentivó el teletrabajo y se cerraron los centros educativos tanto públicos como privados.12-14 En cuanto a la atención médica ambulatoria, se priorizó la no presencialidad en las policlínicas, promoviendo la telemedicina, incluyendo las consultas telefónicas como importante modalidad de prestación de los servicios de salud.15 Siguiendo los lineamientos de la OMS, se incentivó a extremar medidas de higiene personal, distanciamiento social y uso obligatorio de tapabocas que cubriera mentón, nariz y boca en lugares públicos, fundamentalmente en servicios de salud y medios de transporte.16,17
La situación sanitaria vivida en este último año y medio a nivel mundial y específicamente nacional, generó un impacto en la población general y particularmente en los pacientes susceptibles a enfermarse gravemente como los EPOC, quienes inevitablemente tuvieron que extremar todas las recomendaciones sugeridas. Dicho impacto en muchos casos no tuvo que ver con la enfermedad por COVID-19 propiamente dicha, sino con las repercusiones que el aislamiento social y el resto de las medidas implementadas generaron sobre la población.
A nivel internacional ya se encuentran disponibles algunos artículos que analizan los aspectos primordiales de la COVID-19 en pacientes EPOC, 8,18,19) pero los efectos de la pandemia sobre sus exacerbaciones han sido escasamente abordados. En la publicación española de la Asociación de Pacientes con EPOC (APEPOC) de mayo 2021, se estudia el impacto de la pandemia en pacientes EPOC. La mayoría de los pacientes encuestados percibieron una peoría de su EPOC durante la pandemia, así como un acceso más difícil a los centros sanitarios. También se indagó sobre el impacto en la gestión sanitaria, encontrándose que la mayor parte de los pacientes había realizado consultas no presenciales durante la pandemia y que un porcentaje significativo (22.6%) tuvo dificultades en el acceso a su tratamiento inhalado. 20)
El objetivo general de este trabajo fue determinar las repercusiones de las medidas sanitarias tomadas para mitigar los efectos de la pandemia COVID-19 en una población de pacientes EPOC durante el año 2020.
Como objetivos específicos se planteó: describir las variables demográficas y severidad de la enfermedad de la población; analizar el número, causas y severidad de exacerbaciones de una muestra de pacientes con EPOC pre-pandemia e intra-pandemia; investigar el cumplimiento de cuarentena, hábitos de higiene y uso de tapabocas durante la pandemia; determinar si el cumplimiento de las medidas sanitarias se comportó como un factor protector para la exacerbación de la EPOC; estimar prevalencia de pacientes COVID-19 positivos en dicha población en el período estudiado; indagar sobre la satisfacción con la asistencia médica no presencial durante la pandemia.
Metodología
Se realizó un estudio analítico, observacional, longitudinal, retrospectivo, con diseño de cohorte histórica. La población a estudiar estuvo constituida por los 126 pacientes que concurrieron a la policlínica de EPOC en el período comprendido entre el 13 de marzo de 2018 al 12 de marzo de 2021.
De la población mencionada se seleccionó una muestra por conveniencia. Los criterios de inclusión fueron: pacientes con diagnóstico espirométrico de EPOC, que se atendieron al menos una vez durante el periodo intra-pandemia (13/03/2020 - 12/03/2021) y al menos tuvieron una consulta constatada en la historia clínica electrónica en el periodo pre-pandemia (13/03/2018 - 12/03/2020). Los criterios de exclusión fueron la falta de consentimiento para participar de la investigación y los pacientes fallecidos al momento de realizar el estudio.
Las variables a estudiar fueron divididas en categorías: variables socio demográficas que incluyeron sexo (masculino o femenino) y edad en años (18-95); variables relacionadas a la severidad de la EPOC utilizando la clasificación de las guías GOLD (A, B, C, D) en conjunto con el valor de VEF11,2,3,4).
Para las variables relacionadas a la exacerbación de la EPOC, se tuvo en cuenta: el número (considerado como la cantidad de veces que el paciente tuvo contacto con algún centro de salud a la hora del empeoramiento de los síntomas); la severidad, determinando como exacerbación leve aquella que no requiere ingreso hospitalario incluyendo consulta en emergencia hospitalaria con alta a domicilio y consultas en unidad de emergencia móvil; exacerbación moderada, aquella que requiere ingreso en cuidados moderados o exacerbación grave, aquella que requiere ingreso a cuidados intensivos. También se consideró la causa de dichas exacerbaciones, categorizándolas como de causa infecciosa, abandono del tratamiento y otros. Todas ellas fueron consideradas en dos períodos de tiempo: pre-pandemia e intra-pandemia. Todas las variables nombradas anteriormente fueron recabadas mediante la revisión de la historia clínica de los pacientes.
En cuanto a las variables relacionadas a las medidas de prevención para el COVID-19 se encuentran el uso adecuado de tapabocas (definido cuando el mismo cubre nariz, boca y mentón, en circunstancias en las que no se pueda respetar el distanciamiento social recomendado por la OMS) y la correcta higiene de manos (lavado con agua y jabón o con alcohol en gel cuando las manos no están visiblemente sucias, al salir y entrar del hogar o al tener contacto con otra persona). El distanciamiento social fue otra variable relevante, que buscó establecer si se cumplió con la distancia de un metro al estar en contacto con personas que no pertenecieran a su “burbuja sanitaria”. Además, se estudió el cumplimiento del confinamiento voluntario, entendiéndose este como la reducción de contactos a los convivientes del hogar, y la reducción de la movilidad al máximo.
Concomitantemente se indagó sobre la percepción del paciente en cuanto a la calidad asistencial no presencial durante la pandemia, teniendo en cuenta el acceso a la medicación, a estudios paraclínicos y la satisfacción con la atención telefónica recibida.
Se investigó la prevalencia de la enfermedad por COVID-19 diagnosticada por hisopado nasofaríngeo (PCR-RT o test antigénico) en la muestra seleccionada.
Las variables vinculadas al cumplimiento de medidas sanitarias, la calidad de la atención durante la pandemia, así como la prevalencia de COVID-19 en la población fueron obtenidas a partir de una encuesta telefónica. (Anexo 1)
Las variables cualitativas se expresaron como frecuencias relativas porcentuales. Para buscar la asociación de dichas variables utilizamos el test Chi cuadrado. Las variables cuantitativas se expresaron como media y desvío estándar; para analizar la diferencia entre el número de exacerbaciones del período pre-pandemia y el número de exacerbaciones del período intra-pandemia, se utilizó el test de los rangos con signo de Wilcoxon. Se tomó un nivel de significación (alfa) del 5%.
Los datos fueron registrados en una planilla de cálculo del programa Excel (Microsoft). El análisis estadístico se realizó en el programa PSPP.
Se contó con el consentimiento informado por escrito de los pacientes participantes del estudio.
El protocolo de investigación del presente trabajo fue aprobado por el Comité de Bioética del Hospital Pasteur.
Resultados
De un total de 126 pacientes que asistieron a la policlínica de EPOC en el periodo comprendido entre el 13 de marzo de 2019 y el 12 de marzo de 2021, 43 cumplieron los criterios de inclusión y 36 contestaron la encuesta telefónica.
En la tabla 1 se presentan las variables sociodemográficas, severidad de la enfermedad y prevalencia de infección por COVID-19. La edad media fue 64.35 ± 9,96 años.
En cuanto a la severidad de la EPOC, se observó una clara mayoría en los grupos correspondientes a pacientes más sintomáticos y exacerbadores, con 31 pacientes (72.1%) clasificados como GOLD D.
A su vez, la mayoría de los pacientes presentó una limitación severa al flujo de aire evaluada mediante el VEF1, con 19 pacientes (44.2%) en la categoría GOLD 3 y 6 (14%) en la categoría GOLD 4.
En el período pre-pandemia 32 de los 43 pacientes tuvieron alguna exacerbación, con una media de 2.14 exacerbaciones por paciente. En el período intra-pandemia 24 de los 43 pacientes presentaron alguna exacerbación, con una media de 1.53 exacerbaciones por paciente. Se destaca la existencia de una diferencia estadísticamente significativa de las medias de exacerbaciones pre e intra-pandemia (p = 0.016). La distribución de frecuencias del número de exacerbaciones en el total de pacientes se expone en el Gráfico 1.
En el período pre-pandemia, hubo un total de 92 exacerbaciones mientras que en período intra-pandemia hubo un total de 66 exacerbaciones. En ambos períodos, predominaron las exacerbaciones de causa infecciosa y las exacerbaciones leves. Se destaca que en el período intra-pandemia no hubo exacerbaciones severas (Gráficos 2y3).
Resultados de encuesta telefónica. De un total de 36 pacientes encuestados, el 94.4% cumplió con el distanciamiento social, 94.4% con el correcto uso del tapaboca, 97.2% con la correcta higiene de manos y 88.9% con las medidas de confinamiento voluntario (Gráfico 4). No se encontró una diferencia estadísticamente significativa entre el cumplimiento de estas medidas y la disminución del número de exacerbaciones en el período intra-pandemia.
En cuanto a la satisfacción con la atención telefónica recibida durante la pandemia, la mayoría manifestó estar muy satisfecho (17 pacientes; 47.2%) o totalmente satisfecho (10 pacientes; 27.8%).
La mayoría de los pacientes encuestados consideró haber tenido un buen acceso a la medicación para su EPOC durante la pandemia, con 31 pacientes (86.1%) que respondieron que siempre accedieron a la misma.
Del total de encuestados, 27 pacientes requirieron paraclínica en el período intra-pandemia y, de estos, 20 (74.1%), manifestaron haber logrado realizarse los estudios todas las veces que fueron solicitaos (Tabla 2).
Discusión
En Uruguay la EPOC tiene una alta prevalencia lo cual no se refleja en el relativamente bajo tamaño muestral de nuestro estudio 1,2. De los 126 pacientes que concurrieron a la policlínica de EPOC del Hospital Pasteur en el periodo en estudio, solamente 43 cumplieron con los criterios establecidos de inclusión. Gran parte de los pacientes no cumplieron con el requisito de contar con al menos una consulta pre-pandemia y al menos una consulta intra-pandemia. Otro grupo de pacientes fue excluido por no contar con diagnóstico espirométrico de EPOC. Se destaca que este mismo problema surgió en otros estudios realizados con pacientes de esta misma policlínica, atribuyéndose en parte al bajo nivel socioeconómico y cultural de la población asistida, que puede conducir a la baja adherencia a los controles, realización de estudios y tratamientos.3) A su vez, hubo pacientes asistidos en la policlínica en años anteriores que actualmente cambiaron su prestador de salud, por lo que no se pudo acceder a sus historias clínicas. Lo mismo sucedió con pacientes fallecidos previo a la realización del estudio y mientras se desarrollaba el mismo.
De los 43 pacientes que efectivamente cumplieron los criterios de inclusión, únicamente 36 pudieron llevar a cabo la encuesta telefónica. Dos pacientes se negaron a realizarla; el resto no pudo ser contactado, la mayoría de las veces por no contar con números telefónicos actualizados.
En este estudio se obtuvo una media de edad de 64.35 años, con un DE de 9.96 años, dato esperable producto del envejecimiento de la población en Uruguay y el incremento de la prevalencia de la EPOC con el aumento de la edad a partir de los 40 años, con la existencia de un pico por encima de los 60 años.1
No hubo un claro predominio de sexo entre los pacientes EPOC. Esto contrasta con estudios internacionales que evidencian una prevalencia de la enfermedad del 11,8% para hombres y del 8,5% para mujeres 1,21,22 y podría explicarse por el aumento del tabaquismo en la población femenina de nuestro país 23.
En cuanto a la severidad de la EPOC de los pacientes incluidos en el estudio, el 72.1% fue clasificado dentro de la categoría GOLD D, determinando que se está frente una población con EPOC más severo que lo observado en la mayoría de las series de pacientes EPOC 24, tratándose de pacientes muy sintomáticos y exacerbadores. Un hecho que ayuda a explicar este fenómeno es que los pacientes que concurren a la policlínica de EPOC del Hospital Pasteur en su mayoría son captados durante hospitalizaciones por exacerbaciones de su EPOC, constituyendo esto un sesgo de selección, tratándose así de una población que tiende a tener una EPOC más severa que la de la población general.
Respecto a la severidad espirométrica de la población en estudio, 58.2% fue catalogado como GOLD 3-4 indicando una limitación al flujo aéreo severa, siendo esto congruente con la severidad clínica detallada anteriormente. Sabemos que no siempre la limitación al flujo de aire se correlaciona con la severidad clínica, lo cual ha sido detallado en diferentes estudios.25
Uno de los principales objetivos de este estudio fue comparar el número de exacerbaciones en el periodo pre-pandemia e intra-pandemia. Efectivamente encontramos una diferencia significativa, con menor número de exacerbaciones intra-pandemia que pre-pandemia. La causa notoriamente más frecuente de exacerbaciones tanto pre-pandemia como intra-pandemia fueron las infecciones respiratorias. El hecho de que durante una pandemia provocada por un virus respiratorio esta población de pacientes EPOC severos y susceptibles a las infecciones haya tenido menos exacerbaciones, resulta llamativo a primera vista.
Podemos plantear como explicación posible que las estrategias sanitarias implementadas durante la pandemia para evitar la propagación del COVID-19 contribuyeron a disminuir las exacerbaciones de causa infecciosa de los pacientes EPOC. Esto se produjo no tanto por evitar que los pacientes contrajeran COVID-19, ya que, como fue detallado, un bajísimo porcentaje de nuestros pacientes efectivamente cursó la enfermedad en el período en estudio, sino porque son medidas que también disminuyen la propagación de otros gérmenes respiratorios. Este estudio evidencia que la gran mayoría de los pacientes participantes respetó el distanciamiento social, el uso del tapabocas, la correcta higiene de manos y adhirió a las medidas de confinamiento voluntario. No se encontró una diferencia estadísticamente significativa entre dichos resultados y la disminución del número de exacerbaciones intra-pandemia, probablemente debido al tamaño muestral reducido y al estadío avanzado de su enfermedad de base. De cualquier manera, los resultados hasta aquí mencionados, permiten inferir que la buena adherencia a las medidas sanitarias probablemente haya contribuido a la disminución de las exacerbaciones de causa infecciosa intra-pandemia.
Apoyando este planteo, el MSP ha reafirmado que el uso de mascarilla facial, la frecuente higiene de manos, el no compartir utensilios de cocina, el distanciamiento físico y un buen alcance de la última campaña de la vacuna antigripal han sido medidas exitosas a la hora de evitar la transmisión del COVID-19.26) El hecho de que en nuestra población solamente el 4.7% de los pacientes tuvo diagnóstico de COVID-19 en el período estudiado, refuerza este concepto, teniendo en cuenta que se trata de un grupo que tuvo una muy buena adherencia a las medidas sanitarias, como fue señalado. A su vez, los datos oficiales del MSP de 2020 mostraron una disminución del 22.5% en el fallecimiento por infecciones respiratorias (entre las cuales se incluyeron bronquiolitis, neumonía, gripe estacional) comparado con el año 2019. Un ensayo clínico aleatorizado demostró que la asociación del uso de tapaboca y el correcto lavado de manos, reduce el porcentaje de contagios por virus influenza en la población general.27,28 Se concluye que la transmisión persona a persona de virus respiratorios diferentes al SARS-COV2 puede verse sustancialmente descendida con estas intervenciones.27,28
En cuanto a la severidad de las exacerbaciones de nuestra población, los resultados muestran un predominio de exacerbaciones leves tanto pre-pandemia como intra-pandemia, destacando que en el período intra-pandemia no hubo exacerbaciones severas. Se puede plantear que este hecho también podría relacionarse con la efectividad de las medidas sanitarias, el buen acceso a la medicación y la constante dedicación asistencial telefónica del personal de salud intra-pandemia, si bien no se puede determinar una relación de causalidad con este diseño de estudio.
Al analizar los resultados de la encuesta enfocada a valorar la satisfacción con la atención telefónica recibida en el periodo intra-pandemia vemos que el 75% de los pacientes estuvieron totalmente satisfechos o muy satisfechos con la misma. En consonancia con esto, el 86.1% de los pacientes siempre accedió a la medicación y el 74.1% accedió a los estudios paraclínicos solicitados. Esto pone en evidencia que pese a la situación epidemiológica y la imposibilidad de tener consultas presenciales, se logró brindar una adecuada atención a los pacientes de la policlínica. Altos índices de satisfacción con la asistencia no presencial también fueron obtenidos en estudios internacionales.29,30
Conclusiones
Las medidas sanitarias implementadas durante la pandemia por COVID 19 impresionan ser efectivas para disminuir las exacerbaciones de enfermedades crónicas como la EPOC debidas a la transmisión de patógenos respiratorios.
La asistencia telefónica resulta una buena opción en términos de satisfacción asistencial ya que, cuando es adecuadamente organizada, evita discontinuar importantes elementos como son el acceso a la medicación y a la paraclínica, sabiendo que no sustituye a la atención presencial.
El bajo tamaño muestral del estudio se identifica como una de las principales debilidades del mismo. La principal fortaleza es que luego de una exhaustiva revisión bibliográfica, no se encontraron estudios nacionales ni internacionales sobre la repercusión de las medidas sanitarias durante la pandemia COVID-19 en pacientes EPOC, siendo el primer estudio realizado que evalúa estos aspectos.