Los uruguayos nos destacamos por una singularidad que trasciende las meras peculiaridades que otras naciones suelen atribuirse por veleidades de excepcionalidad. Nuestra verdadera distinción radica en la originalidad de ciertos rasgos vinculados a la conformación de una idiosincrasia sociopolítica y una identidad colectiva de naturaleza mesocrática, laicista y estadocéntrica. Asimismo, otorgamos un aprecio particular a los monopolios en todas sus posibles dimensiones. Estas características son, en parte, producto de las peculiares condiciones de emergencia del Estado oriental, del proceso de modernización y secularización, y del sello batllista. No obstante, no es el momento propicio para adentrarnos en un análisis exhaustivo de estos asuntos, ya que han sido objeto de debates y discusiones incesantes.
Nuestras perspectivas del pasado también tienen una originalidad particular. Las populares, las pseudointelectuales e, incluso, las profesionales fluctúan entre la añoranza por una edad dorada situada en una geografía pretérita (como la Suiza de América y la Atenas del Plata) y un canon riguroso marcado por los axiomas patrióticos promovidos por los defensores de la tesis independentista clásica y las directrices teórico-metodológicas de la denominada nueva historia. Ha existido un consenso historiográfico hegemónico que ha condenado interpretaciones incómodas y ha pasado por alto otras consideradas disfuncionales. Dos casos ilustrativos de estos extremos son el denominado revisionismo histórico y las interpretaciones de Mario Cayota sobre el devenir nacional y las formas de relación con la comarca y el mundo.
La consideración histórica e historiográfica del fenómeno religioso, en sus diversas dimensiones, no ha escapado a la regla general. La evolución de los estudios sobre las iglesias, especialmente la católica, y la práctica de la fe ha oscilado entre la elisión y la relativización. La historiografía dominante ha mostrado cierto desdén hacia el abordaje de estos temas, en términos tanto cuantitativos como cualitativos. Parece que la exitosa privatización del fenómeno religioso en la sociedad uruguaya ha llevado a su relegación en la atención de los profesionales que se dedican al estudio del pasado.
La realidad enunciada no refleja el papel desempeñado por un grupo de instituciones que, en algunos casos, preceden al Estado y han sido preponderantes desde los inicios de su formación nacional. Sin embargo, la situación comenzó a cambiar en la década de 1990, con la aparición de una nueva historiografía religiosa, cuyos antecedentes se remontan a la década de 1970.
La intelligentzia uruguaya se formó en un clima intelectual e ideológico impregnado de un fuerte laicismo que permeó todo el cuerpo social e influyó en los enfoques de pensamiento sobre lo religioso. Este habitus condicionaría tanto la investigación como la escritura de la historia.
La emergencia de una historiografía eclesiástica fue tardía: tiene sus antecedentes a comienzos del siglo XX. Inicialmente, tuvo rasgos de cuño providencialista, predominando los enfoques biográficos y centrados en aspectos institucionales y devocionales.1
A partir de la década de 1920, se aprecia un aumento progresivo de la producción histórica, en el que se ha destacado el incremento de autores laicos que difundieron sus trabajos en publicaciones oficiales, como la revista histórica y la revista nacional. Aunque el género biográfico continuó siendo predominante, se observó como novedad un creciente interés en estudiar la presencia jesuítica2 y figuras del período revolucionario.3
Durante la década de 1960 -en medio de la crisis estructural que afectaba a la realidad uruguaya, la renovación promovida por el Concilio Vaticano II y las nuevas ideas de la teología de la liberación-, se publicaron ensayos críticos4 y opúsculos de carácter histórico, sociológico y teológico5 que reflejaban las encrucijadas a las que se enfrentaban las instituciones eclesiales.
Uno de los trabajos más significativos de esa época, y también en la historia de la historiografía religiosa en Uruguay, fue Las corrientes religiosas, de Alberto Methol Ferré.6 Esta obra ofrece un enfoque sintético sobre la evolución de las confesiones y las prácticas religiosas desde los tiempos prehispánicos hasta la época contemporánea.
De manera paulatina, los arrebatos ensayísticos propios de la época se atemperaron y surgieron contribuciones estrictamente históricas de autores nacionales7 y extranjeros.8 Entre ellas, se destacó Iglesia y Estado en el Uruguay en el lustro definitorio (1859-1863), de Darío Lisiero.9 Esta obra analiza los enfrentamientos ocurridos entre la masonería y la denominada fracción ultramontana de la Iglesia católica durante ese período. Gracias a su sólida base heurística y su enfoque epistemológico, se lo puede considerar como uno de los primeros antecedentes de la nueva historiografía religiosa en Uruguay.
Durante el período de la dictadura militar (1973-1984), si bien la producción se ralentizó, no desapareció por completo. Además de algunos estudios monográficos,10 en 1978 se publicó un libro titulado La Iglesia en el Uruguay. Libro conmemorativo en el primer centenario de la erección del obispado de Montevideo. Primero en el Uruguay. 1878-1978.11 Este trabajo, impulsado por el monseñor Carlos Parteli, reúne varios aportes que ofrecen una visión panorámica de la historia de la Iglesia en el país. Aunque los capítulos tienen un valor desigual, se destaca notablemente la contribución de Juan Villegas en la obra.
Las tendencias renovadoras, esbozadas desde la década de 1960, empezaron a consolidarse a partir de la reapertura democrática en 1985. El interés por conocer la vida de personalidades destacadas se mantuvo, pero con enfoques innovadores. Los estudios biográficos12 de esa época reflejan el esfuerzo de los autores por contextualizar adecuadamente a los personajes en sus respectivos entornos de actuación. Además, se aprecia una importante novedad metodológica, derivada de la incorporación de la prosopografía13 como herramienta.
A pesar de algunas deficiencias técnicas, estos estudios proporcionan pistas valiosas para comprender la formación y el origen socioeconómico del personal eclesiástico, la estructura de las redes de relaciones y el desarrollo de sus carreras profesionales.
Durante este período, se publicaron investigaciones interdisciplinarias que trascendieron, por primera vez, los estudios eclesiásticos de carácter institucional y abordaron cuestiones relacionadas con la problemática más amplia de la religiosidad de los uruguayos. Destacan especialmente los trabajos de Néstor da Costa,14 Alejandro Sánchez y Roger Geymonat.15
La confluencia de enfoques antropológicos, sociológicos e históricos posibilitó una perspectiva caleidoscópica de la vivencia de la fe, que ha explorado tanto las dimensiones interinstitucionales como las profundamente humanas. La ampliación del arsenal teórico-metodológico brindó una comprensión más científica y empática del objeto de estudio, lo que permitió, entre otras cosas, relativizar el carácter absolutamente laico de nuestra sociedad.
Entre las novedades más auspiciosas de la historiografía religiosa posdictadura se encuentra la publicación de obras que han sido el resultado de investigaciones académicas llevadas a cabo en el marco de proyectos institucionales adscritos a la Universidad Católica, el Obsur y el Claeh. Estos proyectos fueron dirigidos por prestigiosos especialistas, como Juan Villegas,16 Carlos Zubillaga,17 Mario Cayota18 y Gerardo Caetano.19 Las obras fueron diseñadas siguiendo pautas metodológicas propias de la disciplina histórica y se enfocaron, especialmente, en temas y problemas del período de secularización.
El panorama historiográfico se ha enriquecido en las últimas décadas con la publicación de trabajos monográficos dedicados a revisar diversos tópicos relacionados con el artiguismo,20 el aporte de congregaciones religiosas,21 el ultramontanismo del siglo XIX22 y hechos específicos durante el proceso de secularización.23 También se ha estudiado la contribución de las iglesias al desarrollo de la cultura y la educación,24 así como asuntos relacionados con la situación de las instituciones eclesiásticas y los cristianos frente al autoritarismo estatal.25
Es importante mencionar que la revisión anterior no pretende ser una enumeración exhaustiva, sino más bien una evaluación general de los conocimientos sobre la historia del cristianismo en Uruguay y una exposición de los desafíos que aún quedan por abordar. Con el propósito de avanzar en el conocimiento de estos temas, hemos organizado este dossier específicamente dedicado a la escritura de la historia religiosa en Uruguay.
En función de lo expuesto, los trabajos reunidos en el dossier representan un aporte para la investigación de algunos aspectos de la historiografía religiosa sobre Uruguay. Se centran en autores, instituciones y temáticas referidas al siglo XX que hasta ahora no han sido motivo de detenido estudio.
En primer lugar, el artículo titulado «La Iglesia y el relato histórico sobre la nación católica uruguaya a principios del siglo XX», de Yanelín Brandon, analiza las concepciones sobre la nación y el Estado sustentadas por la Iglesia católica entre 1900 y 1930. El estudio de los manuales de historia del hermano Damasceno, más conocido como HD, y el análisis de las pautas publicadas por la Iglesia uruguaya en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Montevideo, son el punto de partida de este texto. Brandon se detiene en los manuales de HD, ampliamente difundidos, para rescatar el relato de inspiración católica de los orígenes de la nación y de la organización estatal en el contexto de las propuestas secularizadoras, incluso anticlericales, de comienzos del siglo XX. Los textos de HD, que asocian los orígenes de la nación oriental a la religión católica y revalorizan la obra misionera y educativa de la Iglesia, se proponían fortalecer, en los estudiantes, concepciones definidas de Estado, de Iglesia y de libertad individual. En las primeras décadas del siglo XX, este enfoque de la historia nacional enfrentaba algunos de los fundamentos del batllismo gobernante.
El segundo artículo, «Algunas reflexiones a propósito de la teoría del gueto católico en el Uruguay laico», de Carolina Greising, aborda uno de los conceptos más arraigados en la historiografía religiosa de los años 60: la teoría del gueto católico. Desde la perspectiva teórica renovada del concepto de secularización, Greising reflexiona sobre el concepto de gueto católico, particularmente presente en estudios de investigadores uruguayos católicos de destacada trayectoria -Patricio Rodé, Juan Luis Segundo SJ, Alberto Methol Ferré-, influidos por los elementos renovadores del Concilio Vaticano II, en contraste con su propia formación en una Iglesia católica que percibían en actitud de repliegue. La autora ubica a estos autores en contexto, así como a los investigadores que retomaron el mismo esquema en la década de 1990. Resulta de particular interés el análisis de lo que Greising llama frontera entre el gueto en el discurso y el gueto en la práctica, en relación con la recomposición de los conceptos de secularización y laicidad.
Los dos últimos artículos, sobre temas bien diversos, hacen llegar sus análisis hasta la actualidad, lo que les da un particular valor. Por un lado, Martín Soterio, en su estudio «Secularización y desprivatización religiosa en el Uruguay de la última década (2013-2023). ¿Cambio de paradigma?», indaga en el concepto de secularización que ha predominado en la historiografía uruguaya en la última década, asimilándolo al llamado paradigma clásico. Por otro, cuestiona la tesis de separación de las esferas y argumenta acerca de cambios que se estarían procesando en la sociedad uruguaya, en la línea de la desprivatización de lo religioso, no siempre percibidos o asumidos por los actores político-partidarios o por la academia. En definitiva, el autor cuestiona el concepto clásico de laicidad, apunta al aumento constante de las ofertas religiosas y reivindica las libertades de pensamiento y de expresión, asumiendo, sin embargo, la vigencia de la idea de la sociedad laico-excluyente.
Finalmente, el dossier se cierra con el artículo de Gabriel González Merlano «Cincuenta años de reflexión teológica en Uruguay (1974-2024)». En este texto, se realiza la revisión de cincuenta años de publicaciones del Instituto Teológico del Uruguay (ITU) y de la Facultad de Teología del Uruguay, su sucesora. Esto incluye las diversas publicaciones de ambas instituciones: el Libro Anual del ITU/ITUMS26(1974-1994); los Cuadernos del ITU/ITUMS (1974-1996); Puntos de Apoyo (1983-1984), y la revista Soleriana, publicada desde 1995, aunque no de manera sistemática. Este artículo, de carácter especialmente descriptivo, representa un aporte significativo sobre un tema nunca estudiado. En tal sentido, el autor puntualiza que la expresión reflexión teológica debe interpretarse en el sentido más amplio, incluyendo las diversas ramas de la teología, así como disciplinas eclesiásticas afines. Por otra parte, ese estudio contribuye a perfilar al «sacerdote intelectual» en Uruguay, estudioso por vocación personal, con grados académicos diversos, profesor de la Facultad de Teología, si bien siempre requerido por sus compromisos pastorales.