Introducción
Durante los últimos 25 años se verificaron en la agriculturapampeana notables transformaciones. El consumo deagroquímicos se incrementó de forma exponencial, multiplicándoseentre 1992 y 2010 por 7,2 el volumen de fertilizantesy por 6,8 el de fitosanitarios (FERTILIZAR AC, 2016),entre los que se destacan los herbicidas en general y elglifosato en particular, dada su asociación con la semilla desoja resistente. Esta última combinación impulsó el vuelcoa la siembra directa como método de implantación, queentre 1996 y 2000 pasó de explicar el 12 % del área sojeraal 43 %, porcentaje que se elevaría para ocupar casi latotalidad de la siembra (y no ya solamente de la oleaginosa,sino de todos los principales cultivos) durante la décadasiguiente (AAPRESID, 2012). Más recientes innovaciones,como el silobolsa y la «agricultura de precisión» (monitoresde rendimiento, dosificadores variables, banderilleros satelitales,entre otros) se asocian a una superficie cultivada quecrece con velocidad.
Asimismo, mutó la forma en la cual la gran firma agrariase organiza, recurriendo cada vez más a un esquemacaracterizado por contratar las labores a empresasque se especializan en esas tareas, que son las queadquieren la maquinaria. Esto libera de ese compromisoa la firma, que pasa así a meramente organizar laproducción, permitiéndole: a) destinar sus fondos a laampliación de la superficie trabajada, lo que refuerzasus economías de escala (Posada y Martínez de Ibarreta,1998), y le permite disminuir los riesgos productivosy de mercado; y b) maximizar sus posibilidades devalorización atento a posibilidades alternativas de inversión,gracias a la extrema liquidez que implica el sistema(Giberti, 2008). Por otra parte, también resultó lomás usual en los planes de producción de estas recurriral alquiler de campos (en sus diferentes formatos) a lahora de ampliar la superficie de trabajo, y no a su adquisición.Esto rompió una tendencia de largo aliento, queseñalaba un proceso de «propietarización» en materiade régimen de tenencia del suelo. Todavía hasta el CensoNacional Agropecuario (CNA) de 1988 se continuabaverificando un crecimiento proporcional de la superficiecensada que era explotada directamente por el propietario;el CNA 2002 va a registrar, luego de décadas, lainversión de esa tendencia por el aumento de los arrendamientos.1
Sin embargo, no resulta aceptable una visión que postuleque el cambio ha sido total. Comenzando por el últimopunto mencionado, debe señalarse que la figura centraldel proceso según la información estadística no ha sidola del arrendatario «puro», sino la del gran propietarioque suma hectáreas alquilando (Fernández, 2010); yque no se modificó sustancialmente la concentración dela propiedad del suelo ni los beneficiarios de las rentasque se basan en la misma (Basualdo, 2010). Tampocoes nueva la «agriculturización» regional, el avance delos sembradíos sobre tierras previamente destinadas ala ganadería, actividad que en apreciable medida se estabulóo relocalizó en otras regiones. Ni siquiera la etapa«soja» de ese proceso, al calor de la estructura rentabilidadesrelativas los cultivos de esa oleaginosa aumentaronen millones de hectáreas durante los ’80 (MartínezDougnac, 2013).
Finalmente, tampoco resulta fundada una visión queplantee este proceso como armónico. Todo lo contrario,en estas últimas décadas se han exponenciado fenómenosque se entrelazan en nudos problemáticos que debenser evaluados en procura de adecuar una intervenciónpública apropiada, puesto que los mismos afectan ala gran mayoría de quienes participan de la producciónrural, e interpelan a la ciudadanía toda (Azcuy Ameghino,2015). Se suma al mencionado tema de la apropiaciónde la renta del suelo el problema de la sostenibilidadambiental del actual modo de producir (INTA, 2003), quese ha señalado no repone los nutrientes que se extraen(Darwich, 2007) y que tiene pobres controles a la horade regular el uso de tóxicos (Aranda, 2015). Las condicioneslaborales asimismo son penosas en materia denivel salarial, extensión de la jornada, tasa de siniestralidad,etc. (Villulla, 2015).
Aquí se trabaja sobre una cuarta problemática: el procesode concentración económica y del uso de la tierra,que se potencia a partir de 1990. Entre los censos1988/2002 desaparecen 53.000 explotaciones agropecuarias(EAP) en la región pampeana, un 30 % de laspreexistentes, guarismo que esconde una mortandadempresaria mayor en los estratos de menores dimensiones:considerando las EAP de 200 ha o menos, ladisminución relativa es del 38,5 % (Figura 1).

Figura 1 Variación en la cantidad de explotaciones agropecuarias de la región pampeana, según escala de extensión (ha).Período 1988-2002.
Los motivos para tal desarrollo son variados. Por unaparte, el proceso de cambio tecnológico acarreó distintasimplicancias, entre las que se destacan los más costososrequerimientos de las funciones productivas agrícolas conlos consecuentes problemas de financiamiento que talacarrea. Esto tensionó las ecuaciones costo/beneficio paraaquellas unidades con menores recursos en este sentido(Giberti y Roman, 2008), amén de que el cambio de paradigmaen cuanto a método de siembra forzó una ruptura enmateria del parque de maquinaria apropiado, lo que implicacostos de adopción particularmente elevados en caso deintentar acceder a la sembradora directa por la vía de lacompra. Por otra parte, las políticas públicas implementadaspusieron una muy fuerte presión sobre la producciónfamiliar, sea vía el manejo cambiario (Peretti, 1999) o porlas vías crediticia e impositiva (Fernández, 2014), entre otras.Las políticas compensatorias aplicadas, por su parte, fueroninsuficientes para revertir este desarrollo. Todos estosfactores condicionantes operaron sobre un motor interno,que son las economías de escala que están en condicionesde obtener las empresas más grandes (Posada y Martínezde Ibarreta, 1998; analizado en el agro uruguayo porRodríguez, 2011, y Arbeletche, Coppola y Paladino, 2012).
En estas circunstancias, cabe formularse la preguntainversa: ¿por qué la producción agraria no se concentrómás aún?2 El autor encuentra parte de la explicación -en laque también convergen otras características de la economíade la agricultura, como ser las dificultades para reunir lasuperficie de trabajo y el hecho de que por regla generalpara ampliar la escala de operaciones se necesita desplazaral competidor antes de comenzar a producir- en larelativa efectividad de ciertos comportamientos denominados«estrategias de supervivencia» o de «persistencia» dela producción de tipo «chacarera» (esto es, productores detipo familiar capitalizado, Azcuy Ameghino, 2006).3,4 Entreestas, algunas de cierta forma reñidas con ideas usualmenteaceptadas sobre una racionalidad exclusivamenteeconómica (Salamon, 1989; Figari, Gravina, y de Hegedüs,2009), destacamos:
• La infra-remuneración de los propios recursos, de los«factores de producción» pertenecientes a la EAP. Enespecial (dado que una unidad chacarera por definiciónincorpora al menos parcialmente la mano de obra deltitular de la misma y su familia) el trabajo, pues el mismono aparece directamente como un costo contable o financiero(Djurfeldt, 1996), como fuera relevado por Balsay López Castro (2010, p. 67) «por considerar unestudio relativamente reciente» en una investigación decampo en la región pampeana. La cuestión resulta modeladateóricamente por Bowles (2004), quien explícitamenteconsidera la no imputación del costo laboral.
• La pluriactividad (Murmis y Cucullu, 1999), a veces denominadaen la bibliografía internacional part-time farmingo multifuncionalidad rural (OCDE, 1978; Kada, 1980).Si bien no hay una definición unívoca de este término,aquí se interpreta como la realización de actividadesextraprediales en procura de obtener un ingreso complementario,suerte de «auto-subsidio» cruzado a la producciónprimaria (González Ruiz y Sacco Dos Anjos,2015).
Sobre esto deben realizarse algunas puntualizacionesque permiten evitar las interpretaciones unilaterales. Enprimer lugar, que el fenómeno de la pluriactividad en laagricultura se entrelaza con el cambio en el requerimientolaboral en el predio, que en la década estudiadadio un paso largo hacia adelante en su tendencia a reducirsecon el avance de la productividad. El retroceso delos requerimientos horarios en la EAP posibilita que labúsqueda de otras ocupaciones en paralelo al cultivosea una práctica más habitual, independizada de unacausalidad inequívoca entre dicho comportamiento y unaestricta necesidad de supervivencia (Gras, 2004;Craviotti, 2001). Al margen de estas consideraciones,persiste el hecho de que lograr algún complemento a losingresos prediales puede sostener la producción agraria.
• Entrelazamiento con el contratismo de servicios. El recurrira terceras empresas para resolver las laboresagrícolas en la propia explotación, si bien es sabido vienede antaño, crece fuertemente desde fines de la décadade 1960 (Baumeister, 1980) y a partir de allí en formaprogresiva, diversificándose las tareas tercerizadas(Lódola y Brigo, 2013). Si bien esta forma de organizarla producción es característica de las grandes unidadesagrícolas, se ha encontrado que históricamente se entrelazócon unidades pequeñas en un doble esquemaque elevaba sus posibilidades de mantenerse en actividad(Tort, 1983): a) la unidad ‘chica’ contrata serviciosde maquinaria como único camino para acceder a uncambio tecnológico expresado en nuevos equipos quesupondrían una amortización muy defectuosa para suescala; y b) la chacra relativamente pequeña que disponede maquinaria propia ofrece servicios de este tipo,obteniendo un ingreso complementario. Estas situacionescontinúan siendo encontradas por los más recientestrabajos de campo que indagan sobre la temática(Muzlera, 2014).
• El cooperativismo. Si bien las asociaciones cooperativasen la Argentina han tenido una evolución compleja,que progresivamente va incluyendo contradiccionesentre la organización, su dirección y los asociados(Lattuada y Renold, 2004), o conlleva una reorientaciónen la que primó cierta asimilación a la agroindustria(Carricart, 2012), puede considerarse que estosnucleamientos funcionan colaborando con las cuentasde pequeños productores (Obschatko, Basañes yMartini, 2011). En la medida en que la lógica económicade las empresas sea distinta de lo que es la conductatípica de la empresa privada (Olivera, 1979), los asociadospueden acceder a mejores precios de comercialización,al financiamiento de insumos a tasas menosonerosas, o a cubrirse de riesgos climáticos solidariamente,entre otras prestaciones; todo lo cual mejora suschances de permanencia.
Si bien, como se ha dejado constancia en los párrafosprecedentes, estos comportamientos han sido tratados conanterioridad -después de todo son conductas que tienenuna larga historia, no están circunscriptas a un determinadoperíodo, por crítico que este sea- es escaso el análisis queexiste en cuanto a la comprobación de su real efectividad(Piñeiro, 1985). El objetivo es entonces colaborar con eseanálisis, construyendo variables que permitan testear econométricamentesu significatividad. La hipótesis de trabajoes, en concordancia con este objetivo, que las estrategiasde persistencia de la pequeña explotación de tipo familiarreferidas anteriormente (la pluriactividad, la subvaluacióndel propio trabajo, el cooperativismo y la articulación con elcontratismo de servicios) resultan efectivas en el sentido debrindar cierta contención a la agricultura familiar. O, en términosdel modelo econométrico, que están significativamenteasociadas a una menor desaparición de explotaciones.
Materiales y métodos
El análisis se realizará tomando como fuente de informacióna los últimos dos Censos Nacionales Agropecuariosútiles realizados por el Instituto Nacional de Estadística yCensos (INDEC), para las provincias que centralmentecomponen la región pampeana: Buenos Aires, Córdoba,Entre Ríos y Santa Fe. Es de público conocimiento que losdatos procedentes del CNA realizado en 2008 (INDEC, 2009)no tienen la calidad suficiente como para ser considerados.5 Este hecho ciertamente implica un límite a las posibilidadesexplicativas del modelo, y no existe por parte delautor la pretensión de que los parámetros estimados seapliquen idénticamente al período posterior a 2002. No obstanteesto, los dos segmentos temporales están estrechamenterelacionados dada la continuidad del proceso de cambiotecnológico, agriculturización y crisis de la producciónen pequeña escala (pese a que no existen datos censalesconfiables, la información generada por operativos de camporealizados por centros de estudios agrarios es coincidenteen señalar que el proceso de concentración productivaha continuado).
El análisis utilizará la información a nivel departamental;esto es, el testeo econométrico considerará cada departamentocomo una observación. Este método requiere eliminaralgunos departamentos o partidos,6 pues en ellos laactividad agropecuaria no es significativa (los que componenel «Gran Buenos Aires» en la provincia homónima y eldepartamento Capital-Córdoba).7 La Figura 2 ilustra los departamentosconsiderados para el análisis.

Figura 2 División política de las provincias de Buenos Aires,Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Departamentosconsiderados en la metodología.
Se procede a construir las siguientes variables, con lasque se propone mensurar la difusión en cada departamentode las distintas acciones mediante las cuales se «defiende» laexplotación de tipo chacarera. Los límites a la hora de construirlas variables no son menores: no siempre se logró obtener eldato óptimo, habida cuenta de que la publicación de resultadoscensales en muchos casos está muy agregada. Sin embargo,trabajando sobre procesamientos especiales realizados por elINDEC a pedido del autor para la presente investigación (queincluyeron ampliaciones e información no publicada previamente)se pudo lograr aproximaciones aceptables.
Sobre la infravaloración del propio trabajo
Lograr medir la subvaluación del trabajo familiar es unatarea que excede los recursos de esta investigación. Lavariable que aquí se considera, L, se piensa como un indicadorsobre la posibilidad de desarrollar tales conductas.En concreto, lo que L reflejará es la extensión de la basematerial necesaria para tal comportamiento: se considerará,para cada departamento i, una estimación de la proporciónen la que entra el gasto en salarios (que sería el efectivopara la empresa que toma asalariados o el imputadopara aquellas unidades que emplean trabajo familiar) en eltotal de los costos directos de la producción. Para ello seconsideraron múltiples fuentes referentes a tres actividades:agricultura de soja y trigo, invernada y cría. Los referidoscoeficientes se denotarán W agri , W inv y W cria . Fundamentalmente,los esquemas de costos se construyeronsiguiendo la metodología elaborada en Fernández (2013),que toma datos de la revista especializada «Márgenes Agropecuarios», el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pescade la Nación, y FERTILIZAR AC. Los resultados de esteprocedimiento se sintetizan en el Cuadro 1.8
Posteriormente, se diferencian aquí dos subzonas dentrode cada partido: el área implantada con cultivos anuales(SUP agri ) y la dedicada a la ganadería (SUP pec ). Ambas seexpresarán como complementarias, cuya unidad es la superficieagropecuaria (SUP agropec = SUP agri + SUP pec ) decada departamento, según el CNA de 1988 (INDEC, 1992).La superficie agropecuaria se define como el resultado derestar al total del área censada en cada departamento eltotal de hectáreas dedicadas a «cultivos perennes», «caminos,parques y viviendas», baldío (sea por «superficie noapta» o «apta no utilizada») y «sin discriminar» (plantasaromáticas, floricultura, ornamentales).
Se utilizará la participación de cada sub-área en el totalde la superficie agropecuaria como ponderador del requerimientode trabajo en la función productiva. El coeficiente depeso de la mano de obra en la agricultura, W agri , surgedirectamente del Cuadro 1, y es la incidencia promedio delcosto laboral en el promedio de los costos agrícolas.
El coeficiente del peso de la mano de obra en la ganadería,W pec,i , requiere una construcción adicional en función dela distinta participación que tengan en cada departamentolas actividades de cría, de invernada y de ciclo completo.Se tomarán los coeficientes del Cuadro 1 (utilizando el promediode cría y ganadería como referente del ciclo completo),ponderando el peso de cada actividad en el departamentosegún el mejor dato disponible de las publicacionesde los CNA, el número de explotaciones de cada tipo registradas(exclusivamente de cría, EAP cria , exclusivamentede invernada, EAP inv , o que combinan cría con invernadaEAP iyc ):
Con estos datos se construye L i , el peso que tiene elcosto laboral en el partido, considerado este como la sumade distintos tipos de actividades productivas.
Cerramos reiterando el concepto: L no mide la real incidenciade la infra-remuneración, sino que es un indicadordel margen que existe para realizar tal práctica habidacuenta de las posibilidades que ofrece la producción encada partido.
Sobre la pluriactividad
Se construye la variable PLUR i que registra la obtenciónde ingresos extraprediales por parte de los titulares de lasEAP de cada departamento. Los datos censales sólo aproximanal fenómeno dado que se centran exclusivamente enla figura del «productor» (el titular de la EAP) para mensurarla pluriactividad, ignorando la dinámica completa de la familiaa la hora de viabilizar la explotación. Si bien de algunosestudios surge que la pluractividad del titular tiene un pesoimportante en el total (Craviotti, 1999; Gras, 2004), debeseñalarse que este constituye un límite al indicador construido,insalvable habida cuenta del formato que caracteriza alos Censos Nacionales Agropecuarios.
La variable PLUR se construye como la variación en elnúmero de productores que realizan tareas extraprediales(PEX) por departamento entre ambas fotografías censales(1988 y 2002, ver INDEC 1992 y 2003) puesta en relaciónal total de explotaciones en el año 1988.
Lógicamente lo que se busca es registrar si existe unarelación directa entre este coeficiente y una mayor tasa depervivencia de la pequeña producción (menor concentracióneconómica).
En la imputación de la variable PEX no se incluyenlos casos en los que los titulares realizan actividades encondición de patrón/socio o cuentapropista dentro del sectoragropecuario. Se procede de esta forma para evitar una superposicióncon la variable SERVpres, definida a continuación.
Sobre el rol del contratismo de servicios
Se obtuvo mediante una solicitud especial al INDEC lainformación a nivel partido de los dos tipos de relacionescontractuales: las EAP que prestan servicios agrícolas aterceros y aquellas que contratan. El dato desagrega segúnescala de extensión. Las variables SERVpres y SERVconse construyen como los cocientes entre las variaciones enla cantidad de EAP de hasta 200 ha que prestan (EAPpres)o contratan (EAPcon) labores agrícolas y el total de explotacionesagrícolas ‘pequeñas’ en 1988.
El cooperativismo
La incidencia de esta práctica asociativa se imputará (deacuerdo a datos obtenidos vía solicitud especial al INDEC)como el coeficiente de incidencia de la misma (departamental)en 1988 (variable COOP): total de explotaciones que recurríanal cooperativismo (Cooper) en relación a la cantidad de EAP.Sería de esperar que cuanto más difundido estuviera el cooperativismoal comienzo del período, mayores las chances depermanencia de las pequeñas explotaciones.
Variables de control
Se proponen dos variables de control, para incorporar almodelo fenómenos que están asociados al proceso de concentraciónproductiva: la presencia de tambos y los cambiosen el uso del suelo (la «agriculturización» que experimentala región pampeana). La breve lista de ninguna manera sepresenta como exhaustiva, otros factores sobre los que nohay disponible información con el grado de detalle necesariopara participar del análisis realizado pueden ciertamenteestar influyendo; el que se haya verificado en un partido unevento climático particularmente dañino, por ejemplo:
1) El tambo. La presencia de establecimientos de estetipo requiere un tratamiento especial dada la magnitud quetuvo el proceso de concentración económica propio de dichaproducción. La variable TAMBO i , computada como laproporción de EAP que tenían ordeñe en 1988 (EAPtamb)respecto del total de EAP en el departamento (EAP) eseaño, se construye con este propósito.
2) La «agriculturización». Existen partidos en los que laactividad agrícola avanzó de forma especialmente intensa entre1988 y 2002. En estos también el proceso de concentraciónproductiva aparece como particularmente intensificado, puestoque al desarrollo normal del mismo se le adiciona el hecho deque el cambio de producción reduce las posibilidades de adaptaciónde los productores que son desplazados, quienes nodisponían de la maquinaria necesaria para la nueva actividad(y sí de otros activos específicos propios de la ganadería, queencuentran un mercado de reventa desfavorable en el contextodel retroceso de aquella actividad), ni -total o parcialmente- delsaber hacer ahora requerido.9 El fenómeno se maneja mediantela variable dummy CAMBIO, con valor 1 para los departamentosque se «agriculturicen» en el período. Se definecomo «agriculturizado» a todo departamento que en el CNA de2002 registre al menos un 40 % de su superficie agropecuariaimplantada con cultivos anuales, siendo que al realizarse el CNA1988 dicha barrera no fuera superada (INDEC, 1992 y 2003).
La variable explicada
La variable explicada intenta dar cuenta del fenómeno deldesplazamiento de la unidad de tipo chacarero por parte deempresas de mayor porte o, dicho de otro modo, la concentraciónde la actividad en el período intercensal. Lo que se mide esla variación del número de EAP pequeñas, VARpeq.10
De esta manera se propone una regresión MCO que estime
Resultados y discusión
El Cuadro 2 expone el resultado de correr la regresiónplanteada (programa Stata).
Haciendo una lectura de esta salida encontramos que,dentro de una regresión que es globalmente significativa(«prueba F»), se encuentran coeficientes significativos (significativamentedistintos de 0) y de signo coherente con loprevisto en la hipótesis; exceptuando SERVpres que serevela en este análisis como una variable no significativa.11
En lo que sigue nos referimos a los mismos, adelantandoque no se propone avanzar más allá de la interpretación delsigno del coeficiente. El exclusivo interés en este trabajo hasido el de probar la existencia de la asociación entre losdistintos fenómenos, sin pretender exactitud en el cómputode la misma (tal ejercicio sería demasiado perfectible envirtud de mejoras en la construcción de las variables involucradas).
Se halló un coeficiente positivo para L. Esto es: a mayorel peso del trabajo necesario en la producción en cadadepartamento, más positiva es la evolución de la superficiecontrolada por EAP pequeñas. «Más positiva» se entiende,por supuesto, como menos negativa: casi en ningúnpartido se registra que las EAP pequeñas hayan visto incrementarsu número. Ya se han explicitado los límitesque tiene la variable a la hora de interpretarla: se entiendecomo un posible indicador que los productores familiaresse encontrarían con un mayor margen para «economizar»sobre lo que sería su propio costo laboral (que no les suponeuna erogación financiera o contable, mientras que sí loes para la empresa grande) y lo estarían aprovechando enese sentido para enfrentar la competencia.
Es asimismo positivo el coeficiente de PLUR, la evoluciónde las EAP con titulares con actividad extrapredial.Mayor el crecimiento (o menor el decrecimiento) de estetipo de actitud por parte del titular de la EAP, mayor la chancede que el departamento registre una menor tasa de concentración.
De la misma forma se encuentra evidencia sobre lavariable SERVcon. Mayor la cantidad -en términos relativos-de explotaciones que recurren al contratismo pararesolver sus tareas (menor su disminución), mayor la chancede que no retroceda el área controlada por pequeñosproductores. Esto podría interpretarse como una evidenciade que esta vía para resolver el problema del salto tecnológicoincorporado en la nueva maquinaria o de la dificultad delas amortizaciones efectivamente cumplió cierto rol en lapermanencia de las EAP pequeñas. No ocurre lo mismocon SERVpres: la no significatividad en la prueba t individualestaría, en esta instancia del análisis, expresando que elevitar la salida de producción al mejorar los ingresos vendiendoservicios agrícolas no jugó un rol relevante en ladécada.
Por el lado del cooperativismo, encontramos el esperadosigno positivo. Se registra una asociación directa en lacontinuidad de las EAP pequeñas con lo difundida que estuvierala participación en cooperativas al inicio del períodoestudiado; de lo que se concluye que este tipo de prácticas(que se traducían en mejores márgenes para los asociadospor mejores condiciones de venta o financiamiento)jugaron un rol en la continuidad de las explotaciones.
Las variables de control han resultado ambas significativasy están acompañadas por coeficientes de signo compatiblecon el marco teórico. Así, TAMBO tiene coeficientede signo negativo: mayor el peso de la actividad lechera,peor la performance de las EAP pequeñas. Y lo mismopara CAMBIO, también con coeficiente negativo. El que eldepartamento se haya «agriculturizado» resulta asociado auna mayor concentración productiva.
Conclusiones
El propósito de este trabajo fue aportar información sobrefactores que, en el marco de una racionalidad complejapor parte de las unidades de producción pampeanas debase familiar o «chacareras», explican que en el períodoanalizado el proceso de concentración no haya avanzado aun paso aún más veloz que el registrado. En concreto, loque se ha hecho es aportar evidencia estadística: si bien losfenómenos descritos en las primeras secciones de estetrabajo han sido relevados y analizados con anterioridad endiferentes aspectos, son muy escasos los estudios queaporten una cuantificación de su real entidad e incidencia.Para ello se aprovechó la existencia de datos a niveldepartamental de los CNA realizados en 1988 y 2002 (INDEC,1992 y 2003), aclarándose que el objetivo que mueveal autor no fue el análisis específico de lo sucedido en esadécada, sino que el período viene dado más bien comocondicionante impuesto por la reprobable gestión de lasestadísticas públicas argentinas desde 2007.
Esto dicho, el estudio econométrico realizado encontrósustento para afirmar la existencia -con cierta efectividad-de conductas denominadas «estrategias de persistencia»de la producción chacarera, consistentes estas en infravalorarel propio trabajo, recurrir a los comportamientos englobadosen el concepto de «pluriactividad», al cooperativismoo de entrelazamiento con el contratismo. Todo lodemás constante, y en un análisis controlado en cuanto acircunstancias que aceleran el proceso (actividad tambera,«agriculturización»), se encuentra que a mayor peso deltrabajo directo aplicado en el total de los costos agropecuarios,menos retrocedió la producción de pequeña escala.Ninguna regresión puede garantizar causalidad: la asociaciónes interpretada teóricamente aquí en el sentido de quecuanto mayor el costo salarial en términos relativos, mayorel ítem dentro del total de gastos que no es afrontado comoun costo contable o financiero para el titular de una EAPfamiliar, y sí por parte de una gran empresa del ramo queforzosamente debe contratar personal (sea directamenteen relación de dependencia o tercerizado). No deja de reconocerse,por supuesto, que la metodología de testeo hasido indirecta: la asociación se da entre las condiciones deposibilidad de realizar este tipo de conducta y los efectos dela misma; la aproximación estuvo condicionada por la posibilidadde obtener información.
También se encontró evidencia de la influencia positivaque tiene para la continuidad de la explotación el que sutitular emprenda actividades extraprediales, aumentando asílos ingresos familiares en una suerte de «auto-subsidio»cruzado. Debe tenerse en cuenta, especialmente al considerarque en el período 1988-2002 ocurrió una fuerteaceleración del proceso de concentración, que puede interpretarsecomo el «reverso» de una estrategia de persistencia.No basta «querer» trabajar fuera de la EAP cuando seestá en un contexto como el verificado en el período y enespecial en el año del censo, que registró el récord históricode desocupación. La fuerza de la crisis hizo que no sóloresultara entonces más complejo mantener la ocupaciónextrapredial, sino que fue causa de la quiebra de numerososemprendimientos en los que el productor no siendoasalariado se desempeñara como patrón o socio, en especialaquellos desarrollados fuera del sector agropecuario. YEAP que dependían más intensamente de ingresos extrapredialespodrían quedar así en una situación especialmentevulnerable.
Asimismo se encontró evidencia del rol del contratismocomo elemento de ayuda a la continuidad de la producciónen pequeña escala: mayor la contratación, menor la pérdidade superficie de los estratos más chicos. Aquí de todosmodos debe destacarse que si bien se logra el objetivo deacceder a los avances tecnológicos o maquinaria imposiblede amortizar por una explotación pequeña dentro de lalógica económica que tiene la actividad en las pampas argentinas,ocurre que el recurrir a este sistema se va progresivamentecontraponiendo con el uso de la propia fuerzade trabajo. Así se va transformando la explotación familiaren una pequeña empresa «a secas» (Azcuy Ameghino,2009). Lo que eventualmente llevará a que dispute con laempresa de gran escala sin la defensa de la no infra-remuneracióndel propio trabajo (o reducida a un mínimo).
El análisis valida también la experiencia cooperativistacomo factor que inhibió el proceso de concentración productiva.Más difundida la práctica en el departamento,menor la disminución de EAP en el mismo; una posibleinterpretación es que, si bien las organizaciones cooperativastienen un devenir complejo, quienes participaban deellas estuvieron en mejores condiciones para evitar su salidadel mercado.
El conjunto de estas circunstancias, de todas formas,resulta solamente un manojo de contra-tendencias que nohan logrado revertir el proceso global, que marca una progresivareducción en el número de explotaciones de basefamiliar. En la medida en que se entienda este desarrollocomo negativo (por cuestiones de distribución poblacionaldel país, de distribución del ingreso, de ver minimizado unestrato social que aporta activamente a la reversión de políticasestatales que implicaban perjuicios para el conjuntode la sociedad), debe legislarse al respecto, pues descansaren las estrategias de persistencia llevadas adelante porestos sujetos sociales equivale a la indiferencia, en tantotales conductas no pueden más que obstaculizar de formaparcial una evolución que las excede largamente.