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Agrociencia (Uruguay)

versión impresa ISSN 1510-0839versión On-line ISSN 2301-1548

Agrociencia Uruguay vol.19 no.2 Montevideo dic. 2015

 

Estrategias de reproducción social de la producción familiar en la región fronteriza de Cerro Largo, Uruguay


González Ruiz Jimena1, Sacco Dos Anjos Flávio2


1Ministerio de Industria, Energía y Minería, Dirección de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas, División de Desarrollo Local. Treinta y Tres 541, Melo, 37000 Cerro Largo. Correo electrónico: jimenag81@gmail.com

2Universidad Federal de Pelotas, Facultad de Agronomía Eliceu Maciel, Departamento de Ciencias Sociales Agrarias. Campus Universitario s/n, Capão do Leão, 96160-000 Río Grande del Sur, Brasil. Correo electrónico: saccodosanjos@gmail.com



Recibido: 10/12/14 Aceptado: 28/7/15



Resumen

Este trabajo analiza la dinámica de la producción familiar en Uruguay, en el departamento de Cerro Largo, específicamente en la región fronteriza con Brasil, por medio del estudio de la organización social, económica y cultural de los establecimientos rurales de este género. El énfasis está en las estrategias de reproducción social adoptadas por las familias. La investigación se encuadra en un contexto social amplio, marcado por los efectos de la modernización de la estructura productiva del país. Entre las consecuencias de la política agraria aplicada en Uruguay a partir de la década de 1970, se constata el aumento de la concentración de la propiedad de la tierra y de los medios de producción, así como un fuerte declive de los establecimientos agropecuarios familiares. Actualmente el agro uruguayo asiste a la emergencia de un nuevo empresariado, vinculado principalmente a los cultivos forestales, así como a la agricultura de secano, con una importante presencia de capitales extranjeros. Este nuevo empresariado se suma al tradicional, fundamentalmente vinculado a la producción ganadera. Mientras tanto, permanecen activas un conjunto de explotaciones familiares que se resisten a su completa desaparición. Entre las diversas estrategias que los productores familiares de la frontera de Cerro Largo establecen para permanecer viviendo y produciendo en el medio rural, se destacan: el ejercicio de la pluriactividad, la producción para el autoconsumo, los beneficios económicos derivados de la residencia en un contexto de frontera con el Brasil y las transferencias económicas gubernamentales.


Palabras clave: PRODUCCIÓN FAMILIAR, ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN SOCIAL



Summary

Strategies of Social Reproduction of Family Farmers in the Border Region of Cerro Largo, Uruguay





This paper analyses the dynamics of family farming in Cerro Largo, Uruguay, especially in the borderline region with Brazil, through the study of the social, economic and cultural organization of the family production units. The emphasis is on the social reproduction strategies of these family farmers. The research fits into a border social context, signed by the consequences of modernization of the productive structure of the country. Among the consequences of the agricultural policies applied from the 1970´s in Uruguay, there is an increasing concentration of the the land and the means of production, and a sharp fall of the number of family farmers. Uruguayan agro currently experiments the emergence of a new business sector, linked mainly to forest crops and rainfed agriculture, with a strong presence of foreign capital. This new entrepreneurship is into the context of the traditional, fundamentally linked to livestock production. Meanwhile, a set of family farms remain active and resist their complete disappearance. Some of the diverse strategies that the family farmers use to remain living and producing in the countryside are: the exercise of pluriactivity, the practice of self-consumption, the economic benefits of the residence on the border with Brazil, and government financial transfers.


Keywords: FAMILY FARMERS, SOCIAL REPRODUCTION STRATEGIES



Introducción

Este artículo presenta una investigación multimétodo que procura analizar la dinámica que asume la producción familiar en el departamento de Cerro Largo, específicamente en comunidades rurales fronterizas con el Brasil. Se buscó comprender cómo se reproduce socialmente la producción familiar1 en esta región del país, identificando posibilidades y obstáculos de las distintas estrategias adoptadas por las familias, derivadas del ambiente social y económico en que las mismas se encuentran inmersas.


La temática de la inserción y reproducción del campesinado en el modo de producción capitalista ha sido objeto de largas y fundamentadas discusiones por intelectuales del siglo XIX hasta la actualidad. Desde el marxismo agrario, Lenin (1972) adhiere a la tesis de que el campesinado atravesaría un proceso de diferenciación social y posterior desintegración, en paralelo con la penetración del capitalismo en el campo. Dentro de la misma perspectiva teórica, para Kautsky (1998) la gran propiedad agrícola es técnicamente superior a la pequeña, por consiguiente resultaría inútil intentar frenar el movimiento inexorable de expropiación promovido por el avance del capitalismo en el campo. Desde otra perspectiva, Chayanov (1974) coloca el énfasis en los aspectos internos de organización de las unidades de producción campesinas. Para este autor el campesinado se basa en el trabajo familiar, por eso posee una naturaleza distinta a la empresa capitalista. Existiría un «modo de producción campesino», que tiene como principal finalidad la satisfacción de las necesidades básicas de consumo familiar, siendo el propio campesino quien determina el tiempo y la intensidad del trabajo necesario para la reproducción familiar.


Según Cortés y Cuéllar (1986), del análisis de las posturas teórico-metodológicas de Lenin y Chayanov emerge un campo compartido que invita a la reflexión tanto de la problemática de la identificación empírica del campesinado, como del análisis del significado del desarrollo capitalista en la agricultura. Partiendo de ese campo teórico compartido entendemos que el estudio de la organización social, económica y cultural de las unidades productivas familiares de la región fronteriza de Cerro Largo y de sus estrategias de sobrevivencia, no puede estar aislado de la comprensión del contexto económico capitalista que las enmarca y les otorga significado.


De este modo, la investigación se encuadra en un contexto amplio, marcado por el cambio de la estructura productiva del país que comenzó en las tres últimas décadas del siglo XX, donde las políticas aplicadas por el Estado uruguayo favorecieron la apertura de mercados y la importación de alimentos. Paralelamente crece la necesidad de aumento de la productividad en algunos rubros específicos de la producción agropecuaria con vista al incremento de las exportaciones. A su vez, a lo largo del período son introducidos nuevos cultivos como el forestal y la soja, asociados, en gran medida, a capitales extranjeros. Todo ello configura un panorama poco alentador para el desarrollo de la producción familiar, que paralelamente viene experimentando un proceso de desintegración gradual que ha alimentado el éxodo rural-urbano (Piñeiro y Moraes, 2008).


El objetivo del trabajo es el de identificar y analizar las distintas estrategias de resistencia de los productores familiares de la región fronteriza de Cerro Largo, ante un contexto hostil para su pleno desarrollo.


Marco teórico


Estrategias de reproducción social


En el ámbito de las ciencias sociales, los estudios sobre reproducción social se ocupan del análisis de las formas mediante las cuales es posible la continuidad de ciertas prácticas, estructuras e instituciones. En esta línea de trabajo se encuentran varias de las obras del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002). Bourdieu propone el estudio de las estrategias por las cuales diferentes agentes sociales reproducen su posición en el espacio social a partir de una socialización que produce determinadas disposiciones (Bourdieu, 2011). El concepto de estrategia propuesto designa un conjunto de acciones ordenadas en la búsqueda de objetivos en el largo plazo, y no necesariamente con consciencia de los agentes. Las acciones son producidas directamente por los miembros de una familia y contemplan esferas referidas a la fecundidad, los campos educacionales, matrimoniales, económicos, simbólicos y de sucesión (Bourdieu, 2011). En este sentido, la noción de estrategia tiene la virtud de dar cuenta de las coerciones estructurales que recaen sobre los agentes y, a su vez, de las posibilidades de respuesta de estos agentes ante estas coerciones. Tales estrategias están sistemáticamente relacionadas, o sea, son utilizadas articuladamente en diferentes momentos (Bourdieu, 2011). Desde esta perspectiva, las decisiones adoptadas por las familias rurales frente a situaciones adversas, son definidoras de estrategias; a su vez, estas estrategias pueden viabilizar, o no, la sobrevivencia de estas familias a través del tiempo. De este modo, la reproducción social de la producción familiar emerge como el resultado del proceso de intermediación entre los individuos con sus familias y de estas interactuando con el ambiente social en el que se encuentran inmersas.


En el ámbito específico de los estudios sobre la producción familiar, Almeida (1986) distingue dos tipos de reproducción social: la generacional o en el largo plazo y la cotidiana o en el corto plazo. El primer enfoque analiza cómo la unidad familiar se perpetúa en cuanto tal, contemplando la lógica de parentesco. Por otro lado, la perspectiva de la reproducción cotidiana hace referencia a cómo la unidad familiar se reproduce en el ciclo anual, combinando trabajo, recursos naturales y conocimiento tradicional para atender el consumo familiar y reponer los insumos necesarios para el reinicio del proceso productivo (Almeida, 1986).


Estudios recientes insisten en el papel activo de los productores familiares en la construcción de sus estrategias, lo que les otorga cierto margen de libertad ante el contexto en el que se sitúan. En esta perspectiva, se encuentran los trabajos de Ellis (2000) y Scott (2002). Para Ellis (2000), los productores familiares persiguen diferentes estrategias (sean de resistencia o de reacción), para mantenerse y ampliar sus modos de vida (livelihoods). Así, el análisis de los modos de vida contempla el manejo de diferentes estrategias por parte de las unidades de producción familiar dentro de un contexto específico de factores que constituyen amenazas. Desde otra perspectiva, Scott (2002) indica que el campesinado define su identidad y condición a través de formas cotidianas de resistencia. Se trata de formas de resistencia «ocultas», realizadas, muchas veces, de forma individual y no premeditada. No existe, por tanto, la exigencia de que la resistencia asuma la forma de acción colectiva. Desde la sociología rural uruguaya, Piñeiro (1985) afirma que no se debe descuidar el hecho de que los productores familiares están ligados al capitalismo a través de la extracción de sus excedentes. De este modo, el autor indica que esta es una de las razones que hace posible la reproducción social de los productores familiares. La resistencia es definida como aquellas acciones colectivas o individuales que ejercen los miembros de una clase subordinada para disminuir la intensidad de extracción de excedentes.


Metodología


Consideramos que las Unidades de Producción Familiar (UPF) de la región fronteriza de Cerro Largo se encuentran enmarcadas dentro de un determinado contexto social, político y económico. De este modo, es por la interacción entre los niveles macro (política económica uruguaya), meso (relaciones de producción y de mercado, servicios e infraestructura en la región fronteriza de Cerro Largo) y micro, (modo de vida, medios de producción de las UPF) que derivan las iniciativas de los individuos y de las familias para hacer frente a las vicisitudes. De este modo, si bien nuestra investigación está centrada en el análisis del nivel micro, siendo la unidad metodológica de análisis «la familia» dentro de la UPF, fue indispensable no desatender los determinantes macro que la condicionan.


Respecto al abordaje del objeto de estudio, se optó por la estrategia de «triangulación metodológica», entendida como la combinación de metodologías cuantitativas y cualitativas para el estudio de un mismo fenómeno. En primer lugar fueron utilizadas fuentes estadísticas, básicamente, el Censo de Población (INE, 2011) y el Censo Agropecuario (MGAP, 2000) con el objetivo de realizar una caracterización social y económica del territorio fronterizo del departamento de Cerro Largo. En segundo lugar, fueron aplicados 40 cuestionarios estructurados en UPF de las comunidades rurales de Puntas de la Mina, La Mina, Cuchilla de Melo, San Diego, Paso de Melo, Sarandí de Barceló y La Coronilla, como forma de realizar una caracterización de la producción familiar en la región, midiendo determinadas variables del grupo social. En segundo lugar se optó por una orientación de carácter cualitativo, siendo realizadas 18 entrevistas en profundidad, semi-estructuradas, a productores familiares2. La perspectiva cualitativa recoge las voces de los protagonistas, interesándose «por la forma en la que el mundo es comprendido, experimentado, producido, por el contexto y por los procesos; por la perspectiva de los participantes, por sus sentidos, por sus significados, por su experiencia, por su conocimiento» (Vasilachis de Gialdino, 2006: p. 27 - 28). Así, la valoración de la perspectiva de los participantes es necesaria para comprender cómo estos actores perciben el territorio en el cual habitan, los cambios acontecidos en las últimas décadas, su lugar actual en ese territorio y sus estrategias de sobrevivencia; cuestiones que se encuentran vinculadas a la respuesta de preguntas ligadas al «cómo» y al «por qué».


Resultados y discusión


Producción agropecuaria en la región fronteriza de Cerro Largo


La frontera rural de Cerro Largo se ha caracterizado tradicionalmente por la convivencia de unidades productivas de pequeña superficie, de índole familiar, con explotaciones mayores dedicadas a la ganadería extensiva. De la década de 1980 data la introducción del cultivo de arroz en la región, y en los últimos años varias de las grandes explotaciones pasan a incorporar el cultivo de soja. Surgen, además, nuevas explotaciones, destinadas al cultivo forestal. Paralelamente a la expansión de este «nuevo agronegocio» en el departamento de Cerro Largo se asiste a la desaparición de aproximadamente 37 % de las explotaciones menores a 499 ha en un período de diez años, pérdida que llega al 45 % en el caso de las explotaciones menores a 99 ha según los «datos preliminares» del Censo Agropecuario (MGAP, 2011). Se percibe así que las explotaciones menores a las 499 ha, coincidentes con aquellas explotaciones de índole familiar, están enfrentándose a dificultades que comprometen su permanencia.


El sistema social productivo de las UPF


Dado que el trabajo dentro de las UPF es predominantemente realizado por medio de la fuerza de trabajo de los integrantes de la familia, el conocimiento de la composición interna de las familias es un elemento importante para comprender sus estrategias. Así, las UPF investigadas contemplan un total de 115 individuos, con una media de tres personas por familia. En la mayoría de los casos conviven dos generaciones en una misma residencia. Solamente en la mitad de las explotaciones analizadas hay hijos menores a los 25 años. A su vez el 27,5 % del total de los individuos posee la edad igual o superior a los 65 años. Como explicitaba Chayanov (1974), la conformación del grupo doméstico está directamente relacionada a las decisiones por determinado tipo de producción, pues configura las posibilidades de movilización de fuerza de trabajo familiar. De este modo, se constata que el descenso de la fuerza de trabajo familiar en la región, debido, sobre todo, al envejecimiento poblacional, ha hecho que algunas unidades de producción dejen de lado cultivos tradicionales como el del maní –demandantes de mucha mano de obra– para dedicarse mayoritariamente a actividades relacionadas con la ganadería. A su vez, del total de las UPF investigadas, un 27,5 % indica contratar mano de obra asalariada temporaria como complemento al trabajo familiar, sobre todo en el período de cosechas.


En lo que se refiere a las fuentes de ingresos de las UPF, se observa una prevalencia de los ingresos obtenidos a través de las ventas de la producción agropecuaria. Así, en el 38 % del total de las UPF, los ingresos principales provienen de la producción ganadera (ganado ovino y bovino, lana, cerdos y aves), en tanto que en el 34 % del total de las UPF analizadas el ingreso principal proviene de la agricultura (maní, zapallo, boniato). En lo que respecta al destino de la producción agropecuaria, se puede decir que en la totalidad de las explotaciones, la producción es destinada mayoritariamente para el «autoconsumo y comercio» conjuntamente. Solamente 12 de las UPF destinan la producción exclusivamente a la venta. Eso coincide, generalmente, con aquellas unidades de las cuales los productores son arrendatarios. A su vez, el 70 % de las unidades menores a 50 ha destinan su producción exclusivamente para el autoconsumo. Esto coincide con aquellas familias en las cuales hay otros ingresos, sea transferencias estatales o ingresos por trabajo en actividades agrícolas o no agrícolas fuera del establecimiento.


Encontramos dos estrategias productivas principales en las UPF. Por un lado la ganadería de carne, asumida sobre todo por aquellos establecimientos que poseen una superficie de tierra mayor a 50 ha. Si bien esos productores aspiran a especializarse en ese tipo de producción, desarrollan algunos cultivos agrícolas para el consumo animal y comercializan solamente los excedentes. Por otro lado se encuentran aquellos productores que explotan superficies menores a las 50 ha, los cuales apuestan fuertemente a una producción diversificada combinando varios productos de origen animal y vegetal, tanto para el autoconsumo como para la comercialización. Además se encuentran en este grupo aquellas familias que producen el 100 % para el autoconsumo y que, a su vez, poseen otros tipos de ingresos no-agrícolas.


Es posible establecer que los productores familiares de la región fronteriza de Cerro Largo enfrentan dificultades, derivadas tanto de factores internos a las UPF (destacándose en este sentido la escasa fuerza de trabajo familiar), como de factores externos (dificultades de acceso a los mercados para comercializar sus productos, precariedad de servicios existentes en las comunidades, entre otros). Tales dificultades conforman lo que Ellis (2000) denomina, ambiente o contexto hostil. Frente a las adversidades, observamos que los productores movilizan sus habilidades para buscar alternativas que les permitan resistir o adaptarse.


La pluriactividad


Observamos que una de las estrategias utilizada por los productores familiares para permanecer en la tierra ha sido la reorganización del trabajo de los miembros de la familia por medio de la combinación de la actividad agropecuaria con la ocupación en otros sectores de la economía.

Desde el marxismo agrario, Lenin (1972) consideraba que la existencia de miembros de la familia campesina trabajando fuera de su unidad productiva era un indicador de proletarización, y consecuentemente, de desagregación familiar y de empeoramiento de sus condiciones de reproducción social. Por otro lado, para Chayanov (1974), el recurso a las actividades no-agrícolas, constituye una estrategia de colocación de la fuerza de trabajo familiar delante los condicionantes de la unidad productiva agrícola, y expresa la racionalidad que comanda las acciones de las familias para mantener el equilibrio entre consumo y trabajo, garantizando, de este modo, su reproducción social. Los estudios actuales sobre pluriactividad consideran dos posicionamientos. El primero de ellos argumenta que la pluriactividad es una estrategia de reproducción social, que contribuye al aumento de los ingresos y la fijación de las familias en el campo. Se destacan, en esta perspectiva, trabajos realizados por los investigadores Sacco dos Anjos (1995, 2003) y Schneider (2003). La segunda posición levanta la hipótesis de que la pluriactividad es un proceso gradual, cuyo desenlace es la pérdida relativa de la importancia de las actividades agrícolas para la reproducción de las familias, fomentando el pasaje gradual del medio rural al urbano (Graziano da Silva, 1978).


En la región estudiada, en el 40 % de las UPF, los ingresos principales y secundarios provienen tanto de la prestación de servicios en otras explotaciones como de la realización de actividades no-agrícolas por parte de algún miembro de la familia. A su vez, en el 60 % de las unidades investigadas al menos un miembro de la familia presta sus servicios en otras explotaciones o desempeña actividades no-agrícolas. Estos datos revelan la importancia del ejercicio de la pluriactividad en las comunidades rurales fronterizas de Cerro Largo. Se observa que, entre los hombres, las actividades comúnmente realizadas son el trabajo zafral en las cosechas, así como el trabajo asalariado permanente en establecimientos dedicados a la ganadería y a la producción de arroz. A su vez, las mujeres que ejercen la pluriactividad se dedican a actividades tales como el comercio en los centros poblados próximos a las comunidades, así como a tareas de limpieza y cocina en estancias. Percibimos que muchas de las actividades realizadas son de carácter temporario y precario. Consideramos que la pluriactividad emerge como resultado del proceso de exclusión de las UPF del proceso de modernización agrícola. Así, los productores familiares ejercen la pluriactividad con la intención de reproducirse a sí mismos en su rol de productores, así como en el afán de preservar un mundo de vida y los valores de una cultura que resiste al paso del tiempo. Observamos que, si bien la pluriactividad emerge como una estrategia viable para asegurar la existencia del grupo, contribuyendo, por ejemplo, a la emancipación económica de los hijos y mujeres; no obstante, en el largo plazo, el trabajo de los hijos fuera de la propiedad podría representar el camino para la inexistencia de sucesores en la producción familiar.


El contexto de frontera


Las estrategias de sobrevivencia de los productores familiares de la región fronteriza de Cerro Largo están fuertemente vinculadas a su modo de vida y sus tradiciones. Así, consideramos que las mismas dependen de las particularidades del contexto geográfico y cultural en el cual se encuentran insertos. En este sentido, en muchas de las prácticas adoptadas por los productores son asumidas las posibilidades derivadas de la condición de habitar una región fronteriza con otro país (Brasil). Así, sobre todo en lo que respecta al consumo de bienes materiales (productos de la canasta básica de alimentos, vestimenta, insumos para la producción), acceso a servicios (de salud, de educación), y mismo en lo que respecta a la realización de actividades laborales fuera de la explotación familiar, las acciones emprendidas son pensadas y ejecutadas llevando en consideración las posibilidades presentes en ambos países. A modo de ejemplo, en el 42,5 % de las familias entrevistadas, al menos algún miembro de la misma ya trabajó o trabaja en actividades agrícolas o no-agrícolas en el Brasil. De este modo, los productores familiares actúan como fronterizos, es decir, como habitantes de un lugar en que las posibilidades se multiplican simplemente por la diferenciación originada en la construcción de los territorios nacionales (Dorfman, 2009). Véase, a propósito, el argumento de uno de nuestros entrevistados: «la frontera tiene esa cosa, yo ahora estoy comprando los insumos en Uruguay, pero si están más baratos los compro en Brasil. Yo no voy a ir a Melo a echar combustible a 40 pesos, pudiendo echar a 25 en Aceguá. Si uno se pone a pensar, yo todos los días me estoy matando un poquito. [….] Yo me crié en la frontera, mi padre tuvo comercio en la frontera y eso me dio mucha agilidad en este negocio que tengo hoy. Me dio agilidad de pensar. Yo brindo un servicio [….] en Brasil, y me traigo semillas de Brasil como forma de pago. Es contrabando si lo saben, si no lo saben, no es contrabando. [….] Pero esas son las formas que uno tiene de sobrevivir acá. Es una necesidad. Yo no me puedo comparar con el resto de los productores familiares del país, porque vivo cerca de la frontera. No me puedo comparar porque yo tengo mejores posibilidades para algunas cosas, como ellos tienen posibilidades para otras cosas por estar al lado del mercado» (productor familiar).


Según Otálvora (2003), los habitantes de áreas fronterizas muchas veces son reconocidos como personas «al margen», aisladas de los canales de participación de la vida social de su respectivo país, siendo víctimas de los mecanismos por los cuales las metrópolis monopolizan los recursos fiscales. Así consideramos que acciones como la del contrabando constituyen una estrategia de reacción ante una situación de precariedad de fuerte carácter cultural, y que ocurre ante la escasez de iniciativas de desarrollo económico inclusivas de este grupo en la frontera uruguaya. De este modo, acciones de este tipo posibilitan a los productores aliviar las dificultades de la vida cotidiana ahorrando en la compra de determinados bienes y servicios y pueden ser comprendidas como una forma de resistencia cotidiana.


El autoconsumo


Otra de las estrategias de sobrevivencia constatadas en la región de estudio es la práctica de la producción para el autoconsumo. El autoconsumo incluye la producción de alimentos tanto para el consumo familiar como de los animales del establecimiento. Se trata de un tipo de producción distintiva del campesinado que se constituye como una fuente de ingresos no-monetarios, que posibilita a las familias economizar sus recursos al evitar la adquisición de determinados productos en los mercados (Grisa et al., 2010). Consideramos que el hecho de que los productores familiares se distancien en cierta medida de los mercados y produzcan sus propios medios de subsistencia constituye otra forma de resistencia pasiva ejercida por ellos. Concordando con Piñeiro (1985), se trata de una acción ejercida por las familias que tiene como resultado una disminución de la intensidad de extracción de excedentes.


Constatamos que del total de las familias entrevistadas un 92 % realiza algún tipo de práctica de autoconsumo. Entre las principales actividades realizadas destinadas al consumo del grupo familiar, se destacan la cría de animales (gallinas, cerdos, ovejas, vacas de leche), el cultivo de huertas (acelga, lechuga, hierbas aromáticas etc.), cultivos de chacra (zapallo, maíz, boniato), árboles frutales y leña. Gazzola y Schneider (2007) demuestran que la producción para el autoconsumo posee importancia en lo que refiere a la autonomía familiar; así, al producir para el autoconsumo, las familias no dependen totalmente del ambiente en el que están insertas. Los autores también destacan otros beneficios de la práctica, como la posibilidad de garantizar la seguridad alimentaria, la sociabilidad comunitaria generada por el intercambio de productos, y el saber acumulado que carga el autoconsumo que produce y reproduce cultura, valores y ordenamiento del mundo. Sin embargo, en la región en estudio, los productores familiares perciben una drástica reducción de la práctica de producción para el autoconsumo, ejemplo de ello, es el siguiente fragmento: «yo tengo 47 años. Esta era una zona hortícola, pero bien de autoconsumo. Había familias con promedios de cuatro a 10 hijos y hasta 16. La producción hortícola era dedicada al consumo familiar. Era muy difícil que se vendiera algo. La gente cosechaba boniato, maíz, y cosas de huerta como zanahorias, lechugas, de todo, pero era todo bien de consumo. Con el maíz, si no se los daba a las aves o a los cerdos, hacían gofio, pororó, lo hacían en harina de maíz, se hacía el pan de maíz. Después tenías la cría de cerdos que sacaban la baña […] Y en el tema de granja, si bien tenían lechería, gallinas, es muy difícil que hubiera un mercado donde la gente vendiera. Así, la carne y huevos de gallina, como la leche de las vacas, era todo para el consumo […] Yo creo que antes las familias eran totalmente autosuficientes» (productor familiar).


La explicación de la disminución de la práctica de producción para el autoconsumo en la región se remite a múltiples causas, entre las cuales se destacan: la creciente movilidad campo-ciudad, con la consecuente facilidad de acceso a los distintos mercados y los nuevos hábitos de consumo, donde los alimentos industrializados juegan un papel importante en la actual dieta de las familias. Sumado a eso, advertimos otros factores de índole demográfica que también explican el fenómeno, como el proceso de envejecimiento de la población rural en la región, la reducción del tamaño de las familias, además de las políticas de transferencias monetarias que contribuyen a privilegiar la adquisición de productos en los mercados. Según Ellis (2000), la agricultura familiar persiste en la economía capitalista debido al hecho de ser capaz de producir los elementos necesarios para asegurar su propia subsistencia; en este sentido, consideramos que la pérdida de esta práctica y una completa dependencia de los productores familiares de la región investigada respecto a los mercados estaría comprometiendo su reproducción social.


El papel de las políticas públicas


Políticas de desarrollo rural


Se considera que el Estado tiene un papel importante referido a la reproducción de la producción familiar. Tanto Abramovay (1996) como Jean (1994) destacan el papel de los recursos subsidiados y las políticas agrícolas estatales como factores fundamentales que explican el suceso de la agricultura familiar en los países occidentales avanzados. Desde el ámbito uruguayo, Piñeiro (1985) menciona que el Estado y sus políticas podrán acelerar o retardar la destrucción del campesinado de acuerdo con los intereses de la fracción de la burguesía que se encuentre en el poder.


A partir del año 2005, con la asunción del primer gobierno de corte progresista (de tendencia centro-izquierda), surge un nuevo marco político en Uruguay. El énfasis del nuevo gobierno recae en temas como la superación de la pobreza, y en acciones destinadas a los sectores más castigados por el modelo anterior, dentro de las cuales se destacan los programas orientados al desarrollo rural. De este modo, a partir del año 2006 comienzan a ser redireccionadas las prioridades de organismos como MEVIR (Movimiento de Erradicación de la Vivienda Rural Insalubre) e INC (Instituto Nacional de Colonización) y comienzan a ser ejecutados diferentes programas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Sumado a eso, en el año 2005 se crea el MIDES (Ministerio de Desarrollo Social), con programas de transferencias monetarias destinados a la reducción de la pobreza. A partir de entonces, fue mayor la presencia de estos actores gubernamentales en la región que comprende el estudio.


Se observa que del total de las UPF investigadas el 55 % de las mismas ha accedido a algún programa del MGAP, entre los que se destacan: Uruguay Rural, Programa de Producción Responsable, Programa Ganadero, Planes de Electrificación Rural, Planes de Agua y Plan Ovino. Sumado a eso, un 25 % de las UPF investigadas han sido beneficiarias de tierras por parte del INC. Por otro lado, solamente el 17,5 % de las explotaciones familiares han sido beneficiadas por el programa MEVIR para el acceso a vivienda, y/o infraestructura productiva.


Se constata que aquellos productores familiares que han accedido a estos programas públicos, en general, los evalúan positivamente. Han posibilitado que estas familias rurales puedan superar algunos obstáculos presentados en sus unidades productivas. Las ayudas se traducen en: facilidades para el acceso a tierras, créditos y subsidios para la adquisición de maquinaria, herramientas e insumos para la producción. No obstante, permanece, en muchas declaraciones, la aflicción de que el Estado, con sus políticas específicas para la producción familiar, debería haber «llegado antes». Varios productores entrevistados declaran encontrarse «viejos» y con «pocas fuerzas para trabajar», además de hacer referencia a otras familias que debieron migrar para la ciudad debido a la falta de incentivos: «hoy tenemos muchas más posibilidades con la energía eléctrica que ha llegado. La carretera no es buena, pero podés entrar y salir. Si 20 años atrás hubiera habido estas posibilidades que hay hoy, estoy seguro que el 80 % de las personas que se fueron de acá seguirían hoy acá trabajando. Hoy tenemos condiciones de presentar un proyecto, de tener un apoyo financiero para crecer. Hoy tenemos lo mínimo necesario: una casa linda, pues MEVIR vino a la zona. Los proyectos del MGAP, la Mesa de Desarrollo, que funciona en Noblía pero que vinculó a toda la zona. Donde mal o bien, se llevan las inquietudes de los productores a la Mesa y la Mesa las hace llegar a destino y viene una respuesta, sea por «sí» o por «no». Yo veo que la zona ha crecido en ese sentido. Hoy cualquier gurí de escuela ya tiene una noción de lo que es un grupo; de por qué es necesario» (productor familiar).


Se observa que los productores que mayoritariamente acceden a los programas públicos de apoyo a la producción familiar son aquellos que se dedican básicamente a la producción ganadera. Entre tanto, aquellos productores que explotan superficies inferiores a las 50 ha, que ejercen fundamentalmente la diversificación productiva con un fuerte componente de autoconsumo en su producción, sienten que el Estado no está contemplando adecuadamente sus necesidades. Ejemplo de esto es el siguiente testimonio: «a la realidad de la zona la veo un poquito mejor, pero siempre le va mejor al que más tiene. Los chiquitos siempre nos quedamos atrás, con muy poca ayuda. ¿Qué es lo que pasa? Viene un proyecto, por ejemplo, ovejero, o viene un proyecto de abrigo para animales, o viene un proyecto de agua, de azudes, cualquiera de esos proyectos que han venido. Y generalmente, ¿qué es lo que pasa? No es que no se quiera beneficiar a los más chicos, pero los chicos después no tenemos capacidad para cumplir. Y otra cosa es que no tenemos dónde hacer esos proyectos, porque, por ejemplo, con el proyecto ovejero nosotros no vamos a comprar 500 ovejas porque no tenemos donde ponerlas, o no vamos a hacer un azud de cuarta hectárea cuando estamos usando una hectárea para sobrevivir como agricultores. Siempre los proyectos vienen para todos, pero los que resultan más beneficiados son los que tienen un poco más […] Acá hay mucha gente que no puede comprar un pedacito de tierra. Colonización compró 800 ha de un campo acá en frente. Se está pensando en darle una parte de ese campo en comodato a la Cooperativa, pero la renta es muy cara, se hace difícil, porque a esa renta hay que sumarle los gastos de producción, y nosotros no tenemos capital de giro, no tenemos nada más que nuestro trabajo» (productor familiar).

De este modo, con base en las entrevistas realizadas, emerge la necesidad de perfeccionar los programas públicos de apoyo a la producción familiar con el objetivo que los mismos puedan contribuir a la reproducción de aquellas familias más cercanas a una economía de subsistencia.


Políticas de transferencias monetarias


Por otro lado, entre los ingresos no-agrícolas de las familias, se destaca la presencia de las transferencias monetarias por parte del Estado. Así, en el 32,5 % de las UPF los ingresos principales provienen de este tipo de transferencias. Se trata de transferencias provenientes de la seguridad social: jubilaciones y pensiones, así como Asignaciones Familiares y Tarjeta Uruguay Social otorgadas tanto por el BPS (Banco de Previsión Social) como por el MIDES. Se constata que en el 27,5 % de las UPF investigadas, hay algún integrante de la familia jubilado o pensionista, a su vez el 20 % de las UPF recibe el beneficio de Asignación Familiar, mientras que el 15 % de las mismas recibe la Tarjeta Uruguay Social.


Consideramos que esos beneficios sociales aseguran, a aquellas familias que ejercen una economía cercana a la subsistencia, una fuente de ingresos de carácter mensual, lo que en cierta medida posibilita que las mismas estén a salvo de las oscilaciones de los mercados, sea para comercializar sus productos, o para vender su fuerza de trabajo. Así, resulta esencial la presencia de estos recursos monetarios como salvaguarda de su subsistencia material en el corto plazo. Observamos que estas transferencias contribuyen, sobre todo, a la alimentación y vestimenta, así como al pago de tarifas y medicamentos. En menor medida esos recursos son destinados a financiar la producción agropecuaria.


Perspectivas de futuro


Un aspecto de contexto que emerge como una reciente amenaza a las formas tradicionales de la producción familiar en la región es la instalación de nuevos emprendimientos dedicados sobre todo al cultivo de soja, y en segundo lugar a la forestación. Dadas las características de este «nuevo agronegocio» (demandante de tierras para su expansión, comercializador de productos con poco valor agregado y, consecuentemente, ahorrador de mano de obra de las comunidades rurales), los productores familiares resultan prescindibles. De este modo, no se percibe una subordinación de los productores familiares a estas nuevas formas que asume el capital en el campo. Ejemplo de ello son los siguientes testimonios: «nosotros tenemos poca tierra. Y ahora estamos cercados por los ricos que vienen comprando campos ahí. […] Unos empresarios grandes brasileros, compraron ahí, compraron también adonde era lo de Martínez. Compraron también de ahí para abajo y allá abajo compraron otro. Bueno, por acá chicos estamos quedando nosotros y otro campito ahí, de Rivero. Somos los que estamos esperando que vengan a ofrecernos para comprar» (productor familiar). «Nosotros que tenemos estas cinco hectáreas acá estamos rodeados de soja. Entonces es difícil plantar una chacra, porque es probable que pase un avión por acá y si te vuelca todo el veneno arriba te mata todo» (productora familiar).


Conclusiones


El estudio constata que los ingresos provenientes de la actividad agropecuaria se presentan insuficientes para mantener las condiciones de vida de las UPF de la región fronteriza de Cerro Largo. Entre los principales elementos que configuran el ambiente hostil que rodea a los productores familiares se encuentran: las dificultades de acceso a los mercados frente a la competencia ejercida tanto por los productos agrícolas importados como por los productos que ingresan por la frontera ilegalmente, escasa fuerza de trabajo familiar, altos costos de producción, y falta de servicios básicos en las comunidades rurales. Frente a estas adversidades los productores buscan diferentes alternativas con el objetivo de permanecer en el campo y mantener su vínculo con la tierra. Consideramos que las decisiones adoptadas por las familias ante este contexto hostil son definidoras de estrategias. A su vez estas estrategias pueden viabilizar, o no, su sobrevivencia social, económica y cultural en el tiempo. Entre las principales decisiones adoptadas por las familias para continuar viviendo y produciendo en el campo, que les permiten resistir y adaptarse, se encuentran: el ejercicio de la pluriactividad, la producción volcada al autoconsumo, ventajas económicas derivadas del contexto geográfico fronterizo, y el recurso de las transferencias gubernamentales para hacer frente a las necesidades más esenciales.


Concordando con Piñeiro (1985), argumentamos que todas estas acciones ejercidas por los productores garantizan una disminución de la intensidad de extracción de sus excedentes económicos. De este modo, constituyen formas de resistencia pasivas ejercidas individualmente por las familias. Se observa que estas decisiones configuran estrategias que, al dotar a los productores familiares de beneficios monetarios, facilitan la reproducción familiar en el ciclo anual o en el corto plazo.


No obstante, consideramos que estas acciones no están exentas de contradicciones. Si bien las mismas posibilitan la reproducción cotidiana de las familias, poseen limitaciones para pensar la reproducción social de la producción familiar de la región en el largo plazo.


De este modo, el futuro de los productores familiares de la región fronteriza de Cerro Largo se presenta incierto. Envejecimiento poblacional, indefinición en el proceso de sucesión generacional, políticas públicas insuficientes, y sumado a ello la instauración de un «nuevo agronegocio» con el cual las tradicionales formas de producción familiar encuentran difícil compatibilizar. Emergen, por tanto, nuevos y viejos elementos que amenazan la sobrevivencia y la reproducción de la producción familiar en el largo plazo en esta región específica del Uruguay. A pesar de ello, los productores familiares resisten. La investigación demuestra que el productor familiar no es un personaje indiferente y sin resistencia delante de fuerzas externas, sino que por el contrario, construye su propia historia en ese campo intrincado de fuerzas en el que se encuentra la producción familiar inserta en una sociedad moderna y en un mundo globalizado.



1Las categorías «productor familiar», «agricultor familiar» y «campesino» son tratadas en forma genérica para indicar aquellas unidades productivas en las cuales la tierra, los medios de producción y el trabajo están directamente ligados al grupo familiar. El artículo pretende abordar no solamente cuestiones económicas y de vínculos entre productores y mercados, sino también cuestiones socioculturales presentes en la organización interna de las unidades de producción.

2Para la selección de los encuestados y entrevistados se hizo uso de la técnica de muestreo no probabilística, denominada bola de nieve o snowball sampling (Goodman, 1961). Cabe destacar que no resultó posible la realización de un muestreo probabilístico para la aplicación de la encuesta debido a que la información disponibilizada tanto a través de los Censos Agropecuarios (DIEA-MGAP), como de los Censos Demográficos (INE), no posibilita saber con precisión el número de unidades de producción familiar existentes en las localidades investigadas. Uno de los principales motivos es que las unidades censales utilizadas por ambas instituciones no coinciden con las comunidades rurales o parajes definidos para el estudio.



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