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Agrociencia (Uruguay)

versión impresa ISSN 1510-0839versión On-line ISSN 2301-1548

Agrociencia Uruguay vol.17 no.2 Montevideo dic. 2013

 

Tercerización laboral en el Uruguay: estudio comparado de contratistas de trabajo y de maquinaria en el medio rural


Fernández Rondoni Emilio1, Piñeiro Diego2


1Centro Universitario Región Este, Universidad de la República. Ruta 9, Intersección con ruta 15, Rocha, Uruguay. Correo electrónico: efernandez@cure.edu.uy

2Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República.


Recibido: 10/7/12 Aceptado: 17/6/13


Resumen

Debido al carácter estacional de la mayoría de las actividades agropecuarias, se produce en el sector una fuerte demanda de mano de obra y/o maquinaria en un período acotado y generalmente breve. Para hacer frente a estas necesidades, los empresarios rurales han implementado la tercerización de maquinaria y del factor trabajo, como estrategia desarrollada para la maximización de utilidades, procurando facilitar el manejo de la fuerza de trabajo: proveerse de ella, entrenarla, organizarla y disciplinarla, con el fin de hacerla rendir. Este proceso de tercerización se ve mediado por la figura del contratista rural. En el Uruguay existió el contratista desde los inicios de la ganadería, siendo la modalidad de organización laboral que se desarrolló con la esquila, a lo largo del siglo XX, aglutinando a los trabajadores en torno del «capataz de cuadrilla» primero y del «maquinista de esquila» después, configurándose lo que hoy conocemos como «contratistas laborales».En las últimas décadas, asistimos a un importante desarrollo de la tercerización a la luz de los procesos de flexibilización laboral y desregulación de la fuerza de trabajo. En tal sentido la forestación ha desarrollado formas organizativas del trabajo basadas en la tercerización de las diferentes labores del proceso de producción. Es en este marco que cobra fuerza la figura del «contratista de maquinaria». Empresario que obtiene contratos de servicio, por parte de las empresas forestales y/o agrícolas para desarrollar las actividades necesarias del/los cultivo/s y utiliza un considerable parque de maquinaria –operado por trabajadores asalariados especializados– para llevar adelante las mencionadas tareas. El presente trabajo trata de explorar si estos intermediarios –los contratistas laborales y los contratistas de maquinaria– son sujetos sociales diferentes (por su función, su conformación, etc.) o si se trata esencialmente de un mismo actor social ubicado en contextos diferentes. El conocimiento de este actor social es un elemento fundamental para la mejor comprensión de los mercados laborales rurales.


Palabras clave: CONTRATISTAS RURALES, TERCERIZACIÓN LABORAL, ESQUILA, FORESTACIÓN




Summary


Outsourcing Labor in Uruguay: a Comparative Study of Rural Labor and Machinery Contractors


Due to the seasonal nature of most agricultural activities, there is a strong demand for labor and/or machinery in a limited and brief period of time. To address these needs, rural entrepreneurs implemented the outsourcing of machinery and labor, as a strategy for profit maximization, seeking to facilitate the management of workforce: providing themselves with it, training it, organizing it, and disciplining it in order to make it pay. This outsourcing process is mediated by the figure of the labor contractor. In Uruguay labor contractors existed since the beginnings of stockbreeding, it was the way labor organization developed with the shearing along the twentieth century, bringing together workers along the «gang foreman» first and the «shearing machinist» after, constituting what is now known as «labor contractors». The recent decades we witnessed a significant development of outsourcing in light of the processes of labor flexibility and deregulation of the labor force. In this regard forestry has developed forms of labor organization based on the outsourcing of various tasks of the production process. In this context the role of the «machinery contractor» becomes stronger. This entrepreneur gets service contracts with forestry and/or agricultural companies to develop the activities connected to the crops, using a substantial fleet of machinery operated by specialized wage employees to carry out the tasks mentioned.This paper tries to explore whether these intermediaries –labor-contractors and machinery contractors– are different social subjects (by their function, conformation, etc.) or if it is essentially the same social actor located in different contexts. Knowledge of the social actor is central for a better understanding of rural labor markets.


Keywords: RURAL CONTRACTORS, LABOR OUTSOURCING, SHEEP-SHEARING, FORESTRY



Introducción

En las últimas décadas se asiste a profundas modificaciones en los campos económico y social. Nuevas formas de producir, la conquista de diferentes mercados y la incorporación de ignorados consumidores pautaron desconocidas estructuras sociales, donde emergieron noveles relaciones al tiempo que perimieron otras (Castel, 1997).


En el marco de este contexto global, el Uruguay acompañó estos cambios y en el espacio rural se produjeron importantes modificaciones. Surgieron nuevos rubros productivos (como por ejemplo la actividad forestal), se desarrollaron otros (la agricultura de secano y específicamente el cultivo de soja transgénica) y algunos conocieron un declive (la ganadería ovina, entre otros). Estos procesos se impusieron de la mano de nuevas demandas signadas por el desarrollo de mercados emergentes, pero también fueron impulsados por nuevos usos de la producción agropecuaria, como ser el crecimiento de la industria papelera o el surgimiento de los bio-combustibles. Estos cambios se vieron acompañados a su vez por «nuevas formas de hacer las cosas» (De la Garza Toledo, 2000) ya que innovaciones tecnológicas –como la modalidad de siembra directa1– y la irrupción de nuevos procesos organizativos en la forma de incorporar el trabajo a los sistemas productivos, reconfiguraron no solamente la economía de los espacios rurales sino también y fundamentalmente la sociedad rural.


Entre las transformaciones reseñadas, se asiste a la extensión de una forma organizativa particular de efectuar distintas tareas agropecuarias: la tercerización laboral, a la que someramente se puede definir como la contratación de trabajo por parte del capital, mediada por un sujeto: el contratista rural. Esta modalidad, existente en el pasado en tareas tradicionales como por ejemplo la esquila y en algunos casos de cosecha agrícola, comenzó a generalizarse en diferentes rubros y con distintas características abarcando sectores y actividades tan disímiles como la actividad forestal en todas sus fases, la agricultura extensiva y la actividad ganadera, por no citar sino algunas.


Este desarrollo de la tercerización y del contratismo rural no solo se ha producido en el país, sino que ha conocido un importante desarrollo en la región, tal como lo señalan distintos autores que han estudiado el fenómeno, como es el caso de Sánchez Saldaña (2006) en México, Ortiz y Aparicio (2006), Giarraca et al. (2000), Tort (1983) y Quaranta y Fabio (2011) en Argentina y Silva (1999) en Brasil.


Por las implicancias que el fenómeno posee en la estructuración de los distintos mercados laborales, así como por las nuevas formas de relacionamiento entre el capital y el trabajo, es menester comenzar a sistematizar la información existente a los efectos de profundizar en el conocimiento y análisis de este actor social –el contratista–, tarea que se propone el presente trabajo.


Los procesos de trabajo en el siglo XX


Como consecuencia del proceso de globalización y de la implantación de políticas económicas neoliberales, el espacio agrario regional fue escenario de fuertes inversiones internacionales que instalaron nuevos sistemas productivos y/o modificaron los pre-existentes, en pos de obtener una mayor rentabilidad del capital invertido (Piñeiro y Moraes, 2007).

En ese marco el capital redimensionó estructuras laborales precedentes, acompasándolas a sus intereses y objetivos y valiéndose de las innovaciones tecnológicas (mecanización, tecnologías informáticas, comunicaciones, etc.), lo que trajo consigo la reestructura de los mercados de trabajo rurales, con la emergencia de noveles actores y la extensión de nuevas modalidades de relacionamiento y vínculos entre el capital/empresa y los trabajadores asalariados.


El contratista


La tercerización del trabajo agrícola es una actividad practicada en el agro latinoamericano, tanto en lo que refiere a la contratación de servicios de maquinaria, así como también de fuerza de trabajo. Esta modalidad organizativa del uso de maquinaria y del factor trabajo se ha convertido en una estrategia desarrollada por los empresarios rurales en su búsqueda de maximización de las utilidades, para lo cual se valen de un sujeto que medie entre sus necesidades de trabajo asalariado o de maquinaria especializada, como indica Neiman (2010). Se conoce a este sujeto como «contratista» en el Río de la Plata (Tort, 1983), «gato» o «empreiteiro» en Brasil (Silva, 1999), «enganchador»2 en Bolivia, y «cabo» o «capitán» (Sánchez Saldaña, 2006) en la región mesoamericana, aunque existen diferencias entre estos distintos tipos de intermediarios.


El contratista de mano de obra


Autores como Fisher (1951) observan que de la mano de los procesos de agriculturización3 se desarrolla la especialización de algunos agentes que comienzan a construir un sistema de redes sociales con el objetivo de disponer de un capital social que posibilite responder a las demandas puntuales de fuerza de trabajo agrícola.


De esta manera la figura del contratista de mano de obra se configura como un agente económico y social que une la demanda de trabajo por parte de los empresarios y la oferta laboral de la fuerza de trabajo disponible –aprovechando su conocimiento de las redes sociales locales, y en algunas oportunidades ejerciendo una mediación también cultural entre un extremo y otro (Sánchez Saldaña, 2006) – a la vez que se apropia de una porción de la plusvalía generada por los trabajadores.


Autores como Aparicio et al. (2004) señalan que los contratistas de mano de obra juegan también un rol en la tarea de organización y dirección en el proceso de la zafra ya que a diferencia del «enganchador», el contratista no solo sirve como nexo sino que ahora formaría parte del proceso productivo involucrándose más directamente al organizar y dirigir la tarea.


El contratista de maquinaria


La incorporación de maquinaria permitió un avance revolucionario de las fuerzas productivas. En el marco del sistema de producción capitalista Kautsky (1989: 45) indica que «la economía de la fuerza humana de trabajo no es el único objeto de la introducción de las máquinas en la agricultura; antes bien, esta finalidad se pospone a otras… En el modo de producción capitalista la máquina no tiene como finalidad ahorrar fuerza de trabajo, sino salario».


En América Latina se encuentra tempranamente a aquellos empresarios que incorporan considerables cantidades de «trabajo muerto» –bajo la forma de maquinaria agrícola– existiendo toda una línea de estudios que abordan este tema. En tal sentido Tort (1983) en un estudio de contratistas de maquinaria agrícola en la Pampa Húmeda, define este sujeto social como aquellos propietarios de maquinaria agrícola que venden servicios agropecuarios; y autores como Lódola (2008) asignan un rol preponderante al contratista –fundamentalmente por la particular organización de factores productivos que conjuga– en la expansión capitalista del agro argentino.


El contratismo en las últimas décadas en el Uruguay


En los últimos treinta años se han presenciado profundos cambios en el mercado de trabajo y en las regulaciones laborales, registrándose una trasformación fundamental vinculada a la flexibilización en la contratación de los trabajadores y la consiguiente precarización de las relaciones laborales (Piñeiro y Moraes, 2007).


Es por ello que en líneas generales, los elementos que se han venido analizando llevan a pensar al contratismo como un dispositivo importante en el proceso de transformación de las condiciones productivas, ya sean estas vinculadas a las innovaciones tecnológicas con la incorporación de maquinaria o a los distintos mercados de trabajo, que facilita la rápida adaptación a condiciones productivas variables en períodos de tiempo breves, funcionales a las nuevas formas y procesos que ha venido cobrando la actividad agropecuaria estos tiempos (Ortiz y Aparicio, 2006). Tal como se dijo más arriba, como consecuencia de un fuerte ciclo de agriculturización (Arbeletche y Carballo, 2008) que se estaría registrando en los últimos años, el dispositivo del contratismo ha irrumpido fuertemente en los mercados de trabajo rurales. Esto ha sido ocasionado por el aumento en la demanda de empresas que realizan tareas de laboreo, cuidado y mantenimiento de los cultivos, cosecha, etc., acompañado por un importante y rápido desarrollo de la actividad forestal en la última década, la cual basa la construcción del complejo agroindustrial en un uso intensivo del factor trabajo, tercerizando la mano de obra empleada por medio de contratistas forestales.


Presentado entonces el contratismo en sus diversas variantes, uno de los objetivos de este trabajo será analizar si hay continuidades o si por el contrario se registran rupturas en torno a distintas formas de contratismo rural. Mediante estudios de caso se estudiará el contratismo laboral en la esquila y el contratismo de maquinaria en la forestación.


Metodología


En el trabajo de investigación desarrollado se definieron tres etapas. En la primera se delimitó el tema a investigar: la tercerización laboral en el ámbito rural. Se entendió que por diversos motivos (importancia de la actividad en términos cualitativos y cuantitativos, antigüedad, etc.) dicho tema tenía un interés relevante. Esta etapa se nutrió de observaciones empíricas anteriores y contó con un relevamiento bibliográfico acerca de las distintas modalidades que abarcaba la tercerización laboral en el medio rural, así como sus características y particularidades en las principales actividades agropecuarias.


En la segunda etapa se precisó la perspectiva teórica a adoptar, delimitando trabajar desde la teoría del «conflicto social» y siguiendo los postulados planteados desde la «escuela clásica» (Marx, 1994; Kautsky, 1989; entre otros). Esta fue definida en consonancia con las líneas de trabajo asumidas por el grupo de investigación del cual los autores de este trabajo forman parte, ya que este estudio está incorporado a un programa de carácter más general y colectivo cuyas líneas de investigación pasan por el análisis del trabajo y los trabajadores rurales en el Uruguay contemporáneo. En esta fase se definieron los contenidos del marco teórico, así como las hipótesis observacionales para la selección de la población y los casos a estudiar. Se determinaron para el estudio dos tipos de contratistas rurales en función de diversos criterios. En un caso se buscó estudiar a los contratistas de un rubro tradicional –la esquila– con más de un siglo de implantación y desarrollo en el agro uruguayo, y por otro lado se buscó un tipo de contratista que se desempeñara en un rubro de reciente desarrollo como lo es la forestación.


En el caso de los maquinistas de esquila, se eligió este grupo de contratistas por ser una actividad que aglutina fundamentalmente trabajo ya que más allá de lo sugestivo del nombre – «maquinistas» de esquila– en esta categoría se encontró que si bien algunos disponían de distintos componentes mecánicos para desarrollar sus tareas (como ser máquina de esquila, vehículos y/o máquina enfardadora) básicamente eran contratistas de mano de obra, siendo este el factor preponderante en su esquema laboral.


En cambio en el caso de los contratistas de cosecha forestal se buscaron sujetos insertos en actividades de reciente desarrollo y que tuvieran un perfil de contratismo diferente. En tal sentido si bien en los comienzos de la estructura organizacional de estos empresarios la contratación de mano de obra fue el factor primordial (en la denominada cosecha manual), rápidamente viraron a una esquema de trabajo donde la incorporación de maquinaria especializada se tornó su principal activo, representando al momento de realizado el estudio la tendencia mayoritaria (efectuando una cosecha denominada mecanizada). De esta manera se consideró que se los podía catalogar básicamente como contratistas de maquinaria.


Por último en la tercera etapa se desarrolló el trabajo de campo consistente en entrevistas a los dos grupos de contratistas y en la realización de una encuesta a una muestra representativa de los maquinistas de esquila y en la posterior sistematización de la información recabada.


Universo de referencia


En el caso de los maquinistas de esquila se realizaron veinte entrevistas en profundidad y luego se elaboró una encuesta. La muestra estudiada estuvo compuesta por 61 empresas de esquila seleccionadas con criterios estadísticos del conjunto de empresas de esquila registradas por el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL). Se utilizó un universo de empresas categorizadas como A, B, C y D (esta clasificación obedece a una tipología realizada por el SUL, en función de criterios objetivados de rendimiento, eficiencia, calidad de la esquila, etc.). En la misma se definió una muestra de siete empresas (11%) en la categoría A; 14 empresas (23%) en la categoría B; 34 (56%) empresas de esquila en la categoría C y por último, seis empresas (10%) en la categoría D.


En el caso de la forestación se realizaron veintidós entrevistas en profundidad a contratistas, trabajadores y empresarios forestales. El grupo seleccionado fue elaborado básicamente en función de dos variables, por un lado tratando de abarcar un amplio abanico de actores vinculados a la actividad forestal y más específicamente al contratismo en la fase de cosecha. La segunda variable fue de carácter geográfico, partiendo de que la actividad forestal se ha desarrollado en los distintos territorios en diferentes fases temporales, por lo tanto al seguir un criterio geográfico el objetivo era obtener información de la implantación forestal con diferente antigüedad en los distintos territorios.

Se obtuvieron siete entrevistas en la zona centro-norte (departamentos de Tacuarembó y Rivera) de presencia temprana y gran desarrollo de la actividad forestal. En la zona del litoral (departamentos de Paysandú y Río Negro), zona de presencia histórica de la forestación que en las últimas décadas se ha incrementado, se realizaron seis entrevistas. En la zona centro-este (departamentos de Florida, Durazno y Cerro Largo), territorio de implantación temprana y reciente, se realizaron cinco entrevistas y por último, en la zona este (departamentos de Lavalleja, Treinta y Tres y Rocha), comarca de desarrollo forestal reciente, se efectuaron cuatro entrevistas. Es importante consignar que la cantidad de casos en el estudio del contratismo forestal limita los alcances de la mencionada investigación. Sugieren una tendencia pero no son resultados conclusivos.


El trabajo de campo tuvo la particularidad de realizarse en dos etapas diferenciadas. En una primera etapa se trabajó con las empresas de esquila, comenzando y culminando un proyecto de investigación. Luego se abordó el tratamiento de los contratistas de cosecha forestal en otro proyecto de investigación independiente.


Discusión


En este apartado se presentan algunos de los resultados de los estudios realizados a las empresas de esquila y a los contratistas de cosecha forestal. Por razones de espacio y de claridad en la exposición, se ha optado por consolidar las dos fuentes de información –cuali y cuantitativa– tratando que la lectura resulte más comprensible (Anexo).


El empresario de esquila (maquinista)


«Los maquinistas de esquila» encierran un grupo heterogéneo de agentes que desarrollan conductas y comportamientos diferenciados frente a la demanda de sus servicios. Mientras que en un extremo se encuentran empresarios de esquila que desarrollan un comportamiento regido por criterios de eficiencia y de calidad de servicio deliberadamente perseguidos, en el otro extremo hay otros que siguen pautas de organización laboral regidas por principios más laxos en lo que a calidad del trabajo, precios, etc., se refiere, aunque no por ello menos funcionales a un mercado demandante de este tipo de trabajo.


El contratista de cosecha forestal


Como en el caso de los maquinistas de esquila, los contratistas de cosecha forestal, también conforman un grupo bastante heterogéneo, coexistiendo diversas modalidades de cosecha y esquemas laborales organizativos.


Pero a diferencia del grupo anterior la dispersión tiende a reducirse, ya que las condiciones impuestas por un número relativamente reducido de demandantes del servicio ejerce una presión que reduce los grados de libertad de las empresas contratistas, fijándoles criterios y pautas de organización del trabajo cada vez más acotados ya que actualmente el volumen del negocio forestal es de tal envergadura, que las empresas forestadoras estarían aplicando paquetes tecnológicos y modelos productivos en todas las fases de la actividad –en su búsqueda por montar una estructura de costos competitiva a nivel global– con poco margen para la imprevisión y las ineficiencias, impulsando los precios a la baja. Esto a su vez, tendería a ser contrarrestado –según lo recabado en la presente investigación– por parte del sector contratista, por medio de diversas estrategias.


Una de ellas sería ampliar las escalas de volúmenes de madera cosechada. Otra parecería ser la sustitución de mano de obra por capital, lo que habría acelerado el proceso de mecanización de la actividad desarrollada por el sector. De esta manera la modalidad de cosecha manual tendería a ser desplazada por las dos otras modalidades descritas: mecanizada y semi-mecanizada (Anexo).


Conclusiones


El proceso de mecanización en la esquila ha acompañado las oscilaciones del sector, contrayéndose cuando las condiciones de la cría del lanar eran adversas y expandiéndose (en cantidad y calidad) cuando la demanda de lana tornaba atrayente la expansión del sector. Así en el tránsito del viejo «capataz de comparsa» al «empresario de esquila», hay una distancia que no es solamente nominativa sino que obedeció a realidades productivas distintas y a modelos económicos que fueron cambiado de forma.


Es necesario comprender este gradiente de distintos comportamientos de máquinas de esquila a la luz de la diversidad de productores que explotan el rubro ovino, los cuales establecen distintas configuraciones productivas en sus predios. Para algunos la esquila es la cosecha de un recurso importante en su esquema económico –la lana–, mientras que para otros es un complemento al que no otorgan tanto interés. En función entonces de estos parámetros productivos, unos se aseguran una esquila de calidad –en forma y tiempo– aunque incurran en costos mayores, mientras que otros prefieren sacrificar la calidad de la cosecha en función de menores gastos en la esquila, o no se preocupan tanto por asegurarse comparsas que cumplan con determinados requisitos (calidad del servicio, orden y disciplina, etc.). En el medio, se encuentran máquinas que se sitúan en un escenario de pasaje de un esquema de trabajo al otro (ya sea en sentido ascendente o descendente, según el caso).


En términos generales muchos maquinistas ven amenazado su futuro, por cuanto las innovaciones técnicas en la cría del lanar, imponen una dinámica a las empresas de esquila de mayor profesionalidad al tiempo que extienden en el tiempo el período de esquila, llegando a ocupar hasta ocho meses en el año los servicios de la empresa de esquila. Este fenómeno de la «deszafralización» ha llevado a algunos a desarrollar una profesionalización en la tarea que los aleja de la simple figura de «enganchador de mano de obra» para conferirle características empresariales, mientras que en otros opera en sentido contrario, menguando el trabajo año a año.


En el caso de la forestación debieron configurarse rápidamente estructuras organizativas laborales capaces de dar respuesta a las demandas de un sector emergente, con una cultura forestal previa exigua en el país, asegurándose estándares de eficiencia que posibilitaran niveles de rentabilidad competitivos a escala global. Esta puesta al día implicó cambios no solamente en el desarrollo técnico y tecnológico, sino también en las estructuras sociales de producción.


A diferencia de lo sucedido con los maquinistas de esquila, la fuerte centralización de las empresas demandantes de servicios forestales y la presión ejercida por las mismas a los efectos de bajar los precios de cosecha y asegurarse un producto lo más homogéneo posible en términos de calidad, estaría llevando a la concentración de los contratistas de cosecha forestal y a avanzar en el proceso de mecanización como forma de reducir la estructura de costos del proceso productivo.

En ambos casos el contratismo ha sido un dispositivo implementado por el capital en su búsqueda de maximización de utilidades, valiéndose para ello de diversas estrategias productivas simultáneamente: flexibilizando los procesos de trabajo, externalizando algunos costos de producción y maximizando la extracción de plus valor. Cabe destacar entonces que actividades aparentemente tan disímiles como las estudiadas y con un arraigo histórico en el territorio tan distinto, evidenciarían una notable coincidencia en su rol de estructuración económica y social en el marco de los procesos de producción capitalista en el agro.



1Siembra directa: es un sistema de labranza que deja sobre la superficie del suelo el rastrojo del cultivo anterior. No se realizan movimientos significativos en el suelo (ni se pasa el arado, así como tampoco la rastra) excepto el movimiento que efectúan los discos cortadores de los abre-surcos de la sembradora al abrir una angosta ranura donde se localizará la semilla. Aparte de los efectos sobre el suelo, tiene la ventaja de economizar la cantidad de veces que se debe pasar sobre el área a cultivar con maquinaria especializada (Phillips y Young, 1973).


2El término «enganchador» se utiliza en Argentina, Bolivia, México y denomina básicamente a quien es responsable de unir la oferta de mano de obra con la demanda. En las distintas épocas y regiones, se encuentran caracterizaciones un poco disímiles, aunque manteniendo el rasgo común de actuar como intermediario laboral.


3La agriculturización hace referencia concretamente a un proceso de expansión agrícola, a partir del cual progresivamente comienza a destinarse una mayor superficie a la agricultura, en detrimento de otras actividades agrarias.


 

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