Es claro que gran parte de nuestra cotidianeidad continúa centrada en esta pandemia que tantas vidas se ha llevado, con repercusiones no sólo económicas y sanitarias, sino psico-sociales extensas. En este contexto, han ganado visibilidad propuestas de interpretación mística de la realidad que nos ocupa, en las cuales el personalismo oposicionista gana protagonismo en contra de la evidencia científica. La ignorancia como responsabilidad comunitaria, y el negacionismo como escape comprensiblemente humano, constituyen un terreno fértil para quienes manipulan la realidad en promesas de una libertad personal y personalista, irresponsable, egocéntrica y no solidaria.
El pensamiento lógico y científico se enseña, se aprende, se desarrolla a través del cuestionamiento sincero y objetivo, abierto, de nuestras creencias y nuestras dudas, generando hipótesis y trabajando honestamente para intentar obtener respuestas, basadas en la mejor evidencia disponible. Sólo la capacidad de un razonamiento independiente y objetivo nos puede llevar a la verdadera libertad con una fértil discusión de ideas con sustento racional. Entendemos que propender al desarrollo del pensamiento lógico en nuestra sociedad es un compromiso.
Siguiendo estos lineamientos, desde la revista Anales de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, aportamos nuestro pequeño granito de arena en la defensa del desarrollo científico. En este Volumen 8 Número 1 compartimos una serie de trabajos nacionales que ilustran este proceso. Desde interesantes casos clínicos, cuyo análisis suele ser la fuente fundamental de nuestras preguntas, revisiones de actualización de la evidencia disponible sobre temas tan variados como la calidad de vida en pacientes con encefalopatía crónica sometidos a determinadas intervenciones, o diferentes tipos de tratamientos para fracturas específicas, hasta investigaciones originales sobre el posible efecto radioprotector del vino Tannat, o trabajos epidemiológicos sobre la utilización de la cesárea en nuestro medio. Los invitamos, pues, a acompañarnos en este camino.