Sr. Editor,
hemos leído con interés el artículo de revisión de Sgaravatti et al1, referente a la velocidad del adulto mayor funcionalmente saludable publicado en esta revista, el cual pasamos a comentar en varios puntos.
En primer lugar, coincidimos con los autores que establecen que los adultos mayores son especialmente sensibles a disminuir su capacidad locomotora progresando al deterioro del estado de funcionalidad física, psíquica y social. A este respecto Cerda2 indicó que en los adultos de 60 y 70 años, un 15 % y 35 % presentan alteraciones en la marcha, y que esta proporción se incrementa ~50 % en los mayores de 85 años.
En segundo lugar, los criterios aplicados en la selección de la muestra coinciden con lo planteado por Varela et al3) que son los más aceptados criterios e incluyen las siguientes cinco variables: la variación de peso, el agotamiento, la fuerza muscular, la actividad física, y la velocidad de la marcha. Este estudio, desarrollado en Perú, además identificó la presencia de fragilidad en 7,7 % en la población de Lima Metropolitana y una frecuencia de pre-fragilidad de 64,6 %. También se demostró un promedio de marcha de adulto mayor de 0.92±0.24, que semejante a lo reportado en el estudio de Sgaravatti et al (promedio de 1.14±0.21)1. Estas cifras indican una alta proporción de adultos mayores con riesgo de eventos adversos.
Finalmente, queremos incidir en la asociación de independencia en la realización de actividades de la vida diaria disminuye el riesgo de caídas como demuestra Sgaravatti et al1. Además, otros estudios han analizado la pérdida de velocidad, atribuida a la pérdida de flexión plantar4, así como también que la fuerza de los miembros inferiores influye de manera significativa en la velocidad al andar5.
En resumen, coincidimos con la evidencia de la dependencia de las velocidades de marcha normal y máxima, de la fuerza de las extremidades inferiores, y de la capacidad aeróbica. Sin embargo, sugerimos realizar estudios más concienzudos orientados a verificar las asociaciones planteadas en diversos grupos poblacionales, ya que previamente se ha demostrado una asociación entre la marcha reducida con la edad avanzada y la fragilidad muscular3.