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InterCambios. Dilemas y transiciones de la Educación Superior

Print version ISSN 2301-0118On-line version ISSN 2301-0126

InterCambios vol.6 no.2 Montevideo Dec. 2019  Epub Dec 01, 2019

https://doi.org/10.29156/inter.6.2.3 

Investigaciones y experiencias

Representaciones contrapuestas: la escuela secundaria piensa a la universidad

Opposite representations: the high school thinks of the University

Representações opostas: o ensino médio pensa a Universidade

1Universidad Nacional San Martín, Argentina. Contacto: aledegatica@yahoo.com.ar


Resumen

La articulación entre los niveles de educación secundaria y educación superior, en la Argentina, se presenta como una instancia crítica que precisa ser abordada desde distintas aristas. El presente artículo expone los resultados de una investigación acerca de esta transición, centrando su indagación en las representaciones que tanto docentes como estudiantes tienen acerca de la escuela secundaria y la universidad. El objetivo es analizar las distintas representaciones de estos actores y la influencia que estas tienen en la continuación de la formación de los estudiantes en el nivel superior. La investigación fue realizada en la Universidad Nacional de General San Martín, Argentina.

Palabras clave: nivel medio; articulación; nivel superior

Abstract

The articulation between the levels of secondary and higher education, in Argentina, is presented as a critical instance that needs to be addressed from different angles. This article presents the results of an investigation about this transition, focusing its inquiry on the representations that both teachers and students have about high school and university. The objective is to analyze the different representations of these actors and the influence they have on the continuation of the training of students at the higher level. The research was conducted at the National University of General San Martín, Argentina.

Keywords: middle level; articulation; higher level

Resumo

A articulação entre os níveis de ensino médio e superior, na Argentina, é apresentada como uma instância crítica que precisa ser abordada de diferentes formas. Este artigo apresenta os resultados de uma investigação sobre essa transição, concentrando sua investigação nas representações que professores e alunos têm sobre o ensino médio e a universidade. O objetivo é analisar as diferentes representações desses atores e a influência que elas exercem na continuação da formação dos estudantes de nível superior. A investigação foi realizada na Universidade Nacional "General San Martín", Argentina.

Palavras-chave: Ensino médio; articulação; nível superior

Introducción

La transición entre niveles educativos es una instancia crítica que precisa ser abordada desde distintas aristas. Puntualmente, el pasaje entre el nivel secundario y el nivel superior1 suele ser particularmente problemático y requiere de la vinculación entre las distintas instituciones involucradas. En Argentina, esta transición específica ha sido abordada extensamente por la literatura especializada y cuenta con estrategias institucionales de articulación -tanto a nivel estatal como de las instituciones educativas específicas- implementadas con el fin de que los alumnos puedan atravesar esta instancia y continuar con sus estudios. Sin embargo, pese a esto, la problemática del desgranamiento en los primeros años de los estudios universitarios persiste y es menester continuar indagándola y problematizándola desde distintos ángulos, poniendo en debate la idea de articulación.

La presente investigación aborda esta transición entre el nivel secundario y el nivel superior indagando acerca de las representaciones sociales que circulan entre dos de los actores principales de esta instancia: los docentes de la educación secundaria y los alumnos del último año de este nivel; y centrándose, por un lado, en una pregunta acerca de las imágenes a futuro que tienen los alumnos y qué lugar ocupa la formación dentro de estas. Además, se realiza una indagación acerca de cómo los docentes perciben el futuro de sus alumnos y la continuación de su formación luego de culminar los estudios en la educación secundaria. La finalidad de este abordaje es analizar las distintas representaciones de los actores y su influencia en la continuación de la formación de los alumnos en la educación superior, entendiendo que las representaciones sociales son formas de interpretar y, principalmente, moldear la realidad (Jodelet, en Giménez, 1997).

La investigación se circunscribió al ámbito de la Universidad Nacional de San Martín (de aquí en más, UNSAM), ubicada en el área metropolitana de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Esta universidad nacional, de gestión pública, cuenta con distintos programas que abordan la vinculación con el nivel medio -como muchas otras en Argentina- desde diversas perspectivas teórico-prácticas, con la finalidad de garantizar el acceso de los alumnos al nivel superior. En este contexto, la investigación se realizó con la participación de alumnos y docentes de escuelas secundarias ubicadas en la zona de influencia de la UNSAM, muchas de ellas participantes de los programas de articulación mencionados.

Se utilizaron diferentes enfoques metodológicos para abordar la indagación con los distintos grupos. Para evaluar las representaciones que los estudiantes del último año del nivel secundario tienen acerca de la continuación de sus estudios, de la preparación que les brinda la educación secundaria para ello, de la universidad y de sus expectativas de futuro, en el primer período del 2016 se elaboró y aplicó una encuesta a los alumnos que participaron del Programa de Vinculación con Escuelas Secundarias de la UNSAM junto a sus escuelas. En total, se realizaron 306 encuestas.

Por otro lado, para la indagación acerca de las representaciones y los saberes de los docentes que trabajan en escuelas secundarias, se realizaron entrevistas semiestructuradas. La definición de las escuelas secundarias en las cuales se realizaron las entrevistas a los profesionales fue determinada por el cruce entre las escuelas que participaron durante el año 2015 en dos programas de vinculación llevados adelante por la universidad y los datos sobre la escuela secundaria de los alumnos que se inscribieron a la universidad en 2016. Del cruce de estos datos, surgieron 13 escuelas de gestión pública y privada. Se realizaron en total 13 entrevistas en 11 escuelas, 4 de gestión pública y 7 de gestión privada; la mayoría de las entrevistas fueron con docentes que trabajan con estudiantes del último año de secundaria, para profundizar en los aspectos referidos a sus ideas sobre los estudiantes, sus modos de aprender y sus posibilidades de continuar sus estudios; también sobre cómo piensan su propia práctica, la escuela y la universidad.

Los inicios de la relación Universidad-escuela secundaria

Inicialmente, los sistemas de ingreso a las universidades se caracterizaron por restricciones en el acceso. Un primer reordenamiento de los modos de funcionamiento de las universidades nacionales de Córdoba y Buenos Aires se dio con la Ley Avellaneda, en 1885, pero el momento clave para el sistema universitario argentino fue en 1918, con la reforma universitaria. Esta marcó un momento de ruptura con una tradición de poder centralizado y sin participación en el gobierno, modernizó la enseñanza, estableció el cogobierno, el reconocimiento de los centros de estudiantes y la autonomía. Sin embargo, recién en el año 1949, mediante el Decreto 23.337, se suspendió el arancelamiento en las universidades nacionales, lo que aseguró la gratuidad y dio paso al inicio de la masificación. Más adelante, esta comenzó a ser regulada de forma indirecta, con el establecimiento de mecanismos de admisión. Según Pérez Lindo (2003, p. 34), “las universidades se enfrentan al mismo tiempo a la necesidad de mantener la calidad de la enseñanza por un lado, y a la necesidad de asegurar igualdad de oportunidades a los alumnos por otro lado”.

Hoy la universidad enfrenta una crisis por no ser la única institución que brinda una formación de alto nivel de conocimiento, porque se cuestiona su posibilidad transformadora y porque no estaría en condiciones de asegurar su propia reproducción. La universidad enfrenta situaciones que tensionan su accionar por diferentes demandas, como afirman Galarett, D’Amelio y Romero (2009, p. 54): “se plantea la necesidad de organizar las acciones, a través de un plan estratégico, sobre la base de un diagnóstico en cada una de las áreas disciplinares para indagar cuáles son las líneas de investigación a seguir para que se adecuen a las necesidades locales y de la región”.

En este contexto, la articulación con otros niveles del sistema educativo es parte de una de las problemáticas que requieren la búsqueda de posibilidades y estrategias que permitan resolver la segmentación para favorecer a personas de las franjas socioeconómicas más vulnerables y dar espacio para que todos los estudiantes realicen una trayectoria académica que responda a sus expectativas y les brinde la posibilidad de alcanzar el ascenso social. Entonces, es claro que favorecer el acceso a la universidad, a partir una política de educación pensada desde la inclusión social, implica el desarrollo de estrategias para atenuar el abandono de la escuela secundaria y así lograr el pasaje efectivo entre niveles permitiendo a los jóvenes continuar sus estudios. Siguiendo a Nayar (2011, p. 2) pensamos: “la articulación como modo especial de relación en las que sus términos -las instituciones educativas de nivel medio y nivel superior- comparten la reflexión sobre sus prácticas y contenidos curriculares, a partir de la situación de transición que atraviesa el alumno, en el marco de un determinado momento educativo y de un proceso de elección vocacional”.

En las últimas dos décadas se ha producido en Argentina un importante aumento de la población joven que continúa estudios en el sistema superior, luego de concluido el nivel secundario. En parte, gracias a la sanción de la Ley Nacional de Educación, que en 2006 reconoció la obligatoriedad de la educación en el nivel secundario, lo cual produjo una democratización del sistema, en el sentido de que el aumento de matrícula pareciera, al menos en parte, haber ido acompañado de una ampliación de la base social de reclutamiento al incorporar altos porcentajes de estudiantes de sectores que raramente accedían a la educación superior.

Sin embargo, y más allá de estos avances en la escolarización tanto secundaria como universitaria, ambos niveles muestran importantes índices de abandono educativo. El informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de 2010 señala que solo un 43 % de los estudiantes secundarios de la Argentina culminan sus estudios en los plazos establecidos y, según el perfil país del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL) 2016, la graduación para el nivel medio ronda el 70 %.

Asimismo, las diversas problemáticas que atraviesan las trayectorias escolares de los estudiantes secundarios también alcanzan sus itinerarios por la universidad. Alrededor del 30 % de los estudiantes que inician una carrera universitaria la concluyen, y es en el primer año académico que se observa el mayor porcentaje de abandono. Si bien el sistema de educación superior argentino se ha caracterizado tradicionalmente por su alto grado de cobertura y una alta dinámica de crecimiento de la matrícula, lejos está de volver accesible este nivel educativo a todos en plena igualdad. En efecto, en nuestro país la tasa bruta de escolarización universitaria varía considerablemente entre jurisdicciones: desde el 8,9 % en Ciudad de Buenos Aires al 2,5 % en Santiago del Estero. Estos resultados, afines a los hallados por Ezcurra (2011), se relacionan con dos tendencias estructurales de la educación universitaria: por un lado, la masificación, y por otro, las altas tasas de deserción.

A partir de que investigaciones recientes se han enfocado en esta problemática, se sabe que las barreras que enfrentan los estudiantes cuando ingresan a la educación superior no radican exclusivamente en los niveles de formación con que llegan ni tampoco en las condiciones de sus contextos, sino que la enseñanza en la universidad, así como sus dispositivos institucionales, tiene un papel relevante en la construcción de estas dificultades o en la producción colectiva de posibilidades.

La masividad alcanzada tanto por la escuela media como por la universidad colocó en el centro de la escena el problema de la articulación en una doble vertiente: entre niveles y al interior de estos (Pereyra, 2007). En efecto, puede afirmarse que la cuestión del pasaje entre niveles y su interrelación en función de contenidos, competencias y prácticas pedagógicas no se constituyó en un problema merecedor de ser incluido en la agenda de la educación pública, al menos antes de la década de 1980. Con la recuperación de la democracia, en ese período, la demanda de estudios superiores experimentó un incremento notable, al tiempo que en la década siguiente ocurrió lo mismo con la educación secundaria. El sistema educativo en todos sus niveles, particularmente el superior, experimentó una nueva oleada de creación de instituciones que le imprimió una mayor diversidad y heterogeneidad en un contexto caracterizado por la fragmentación social de la población.

Debido a esto, los programas de articulación con la escuela secundaria en nuestro país no son recientes: de distintas formas, desde inicios de los años 2000, las universidades han tomado conciencia de la necesidad de trabajar junto con las escuelas secundarias. Se han desarrollado en todo el país diversos programas, impulsados por las propias instituciones o por iniciativas gubernamentales, con el objetivo principal de fortalecer las estrategias pedagógicas de modo que permitan una mejora en el desempeño académico de los estudiantes que ingresan a la educación superior. Los formatos que ha adquirido la articulación de la universidad con las escuelas secundarias han sido en pos de la preparación de los alumnos del nivel medio para los estudios superiores, entendiendo que la universidad podría nutrir el saber que la escuela no puede proveer sin enfocarse en la propia reflexión sobre el sistema superior.

Representaciones de los estudiantes del último año del nivel medio

En este apartado, se abordará el análisis de las encuestas realizadas a los estudiantes del último año de la escuela secundaria.

Se consultó sobre el tipo de gestión de la escuela a la que asisten -pública o privada-, la decisión de continuar sus estudios y si sabían en qué nivel les gustaría hacerlo -superior universitario o no universitario-. Con relación a esto se indagó en la posibilidad o no de continuar estudiando o comenzar a trabajar, a fin de conocer en qué lugar, dentro de sus prioridades, se encuentra la opción por la educación superior. Luego se los consultó sobre las herramientas que les otorga su escuela para facilitar el pasaje entre niveles, si se les brinda información o los preparan de algún modo. Más adelante, en las siguientes preguntas, se intentó conocer qué habilidades consideran más importantes a la hora de continuar sus estudios y si creen que la escuela los prepara para adquirirlas o desarrollarlas. Por último, la pregunta abierta versó sobre sus expectativas con relación a la opción de una carrera universitaria.

Ahora bien, de los 306 encuestados, 81 % provenían de escuelas de gestión privada y 18 % de escuelas de gestión estatal. De todos ellos, el 92 % expresó su voluntad de continuar sus estudios y, al consultarlos sobre cuál sería el nivel escogido, el 82 % eligió la universidad como la institución para hacerlo, mientras que solo un 10 % expresó querer continuar en el nivel superior no universitario.

Por otro lado, el 79 % demostró intención de ingresar a la universidad al terminar la secundaria, lo cual, sumado al 9 % de los que expresaron que querían continuar en el nivel superior no universitario, indican que un 88 % de los estudiantes encuestados consideraban continuar sus estudios al terminar el nivel medio, dándole a esto relevancia en sus expectativas de futuro. Del 18% restante, un 7% priorizó el trabajo y un 4% expresó intención de tomarse un año libre.

Considerando esto, y para evitar un sesgo en la información, dado que los alumnos encuestados provienen mayoritariamente de escuelas de gestión privada, se analizó en forma particular al segmento de alumnos provenientes de escuelas de gestión estatal. Esto confirmó los datos presentados, dado que el 72 % de estos alumnos demostraron intención de continuar sus estudios en la universidad, sumados a un 15 % que expresaron que querían continuarlos en un nivel superior no universitario.

Las siguientes preguntas versaron sobre las herramientas o estrategias que la escuela secundaria les brinda a sus alumnos con relación al pasaje al nivel superior, enfocándose en el tipo de herramientas y cómo ellos las perciben, si son acompañados en este proceso o no. Con relación a esto, solo un 21 % de los encuestados indicaron sentirse muy acompañados por su escuela, con diversas actividades. Un 42 % expresó sentirse algo acompañado por sus docentes, con charlas al respecto, y un 37% indicó no sentirse acompañado de ninguna forma por su escuela, otorgándole total autonomía a su decisión de continuar los estudios.

Por otro lado, en cuanto a las herramientas o estrategias brindadas, el 62 % de los estudiantes señalan las visitas a las universidades como la principal forma de ayudarlos a conocer las opciones que tienen a la hora de continuar sus estudios, por sobre el resto de las actividades propuestas por las escuelas -orientación vocacional, exámenes de habilidades, plataformas en línea-. Por lo tanto, en cuanto a la representación que tienen del acompañamiento brindado en su propia escuela podría inferirse que es insuficiente, dado que rescatan como primordial la estrategia que los lleva fuera del ámbito escolar habitual.

Por último, se indagó a los alumnos sobre sus expectativas acerca del inicio de una carrera en el nivel superior, dándoles aquí la posibilidad de que expresaran lo que quisieran. Frente a esto, el 21 % de los encuestados no respondieron o indicaron no saber; se hizo una sistematización de las respuestas del 79 % restante, a fin de facilitar el análisis, dado que se podían identificar puntos comunes en todas ellas. De los resultados de esta pregunta abierta se deduce que, en primera medida, hay una gran incertidumbre en los alumnos con respecto a qué esperan de una carrera en el nivel superior, pese a que más del 80 % declararon querer continuar sus estudios al terminar la secundaria y, específicamente, en la universidad. Esto se ve reflejado no solo en el gran número de preguntas sin contestar, sino también en aquellos que refirieron sentir incertidumbre o miedo frente a la posible dificultad del nivel superior, al entorno o al tiempo de estudio. También se infiere que la mayoría de ellos desean, principalmente, seguir una carrera que responda a sus intereses particulares y poder concluirla.

Considerando los resultados expuestos, y con el fin de sintetizar las representaciones de los alumnos que se han visto reflejadas en las encuestas, se puede sostener que los estudiantes del último año de la escuela secundaria, tanto de escuelas de gestión pública como de gestión privada, han demostrado un alto interés en la continuación de los estudios en un nivel superior, pero dicho pasaje se les presenta plagado de incertidumbres, tanto por las posibles exigencias de la universidad como por lo que ellos esperan de su pasaje por esta. También se observa una percepción de falta de acompañamiento de sus escuelas, que consideran muy necesario, pese a expresar que estas les proporcionan herramientas tanto a nivel de conocimiento como a nivel de acercamiento a las distintas posibilidades.

Otra cuestión fundamental es la valorización de los programas de visita a las universidades, ya que aparecen, en su mayoría, como la primera y única opción de acercamiento a la educación superior universitaria. Es decir que estos programas son puentes de articulación entre ambos niveles y aparecen ocupando un rol importante que podría acentuarse a futuro.

Representaciones de los docentes del nivel medio

Ponemos ahora la atención en los docentes de estas escuelas, con la finalidad de conocer las representaciones que tienen de sus propios alumnos, de la escuela secundaria, de la universidad, de los programas de articulación y de su propia práctica, dado que son actores con un papel de influencia decisiva en la vida de los estudiantes. Se realizaron entrevistas semiestructuradas, ya que se considera que esta herramienta permite guiar al entrevistado en su relato, dándole el espacio para incluir aquello que considere importante, aunque no se encuentre plasmado en las preguntas, lo que permite llegar a un dato más certero sobre sus representaciones.

A continuación, se presentan los resultados de esas entrevistas sobre tres ejes: el primero sobre sus representaciones acerca de los alumnos; el segundo sobre sus opiniones acerca de la escuela, la enseñanza y su propia práctica docente; el tercero acerca de la universidad y los programas de articulación. Para el análisis hemos recurrido a la herramienta discurso del sujeto colectivo, que permite aunar las regularidades del discurso.

En principio, los docentes remarcan las dificultades de sus alumnos y que estas les imposibilitarían continuar sus estudios y que solo “algunos llegarán” al nivel superior. Al indagar sobre la primacía de la “imposibilidad” en los discursos docentes cuando se refieren a sus alumnos, se observa que esta no refiere a la falta de conocimientos o competencias metodológicas -pese a mencionarlos-, sino a ciertos aspectos de orden psicosocial: miedos, incertidumbres, falta de autonomía y responsabilidad, pensamiento “fantástico”. Podría decirse que en el discurso de los docentes aparece una representación de sus alumnos como individuos con dificultades que exceden todo aquello que su función de educadores puede modificar, es decir, pese a sus estrategias para acompañar a los alumnos en la culminación del nivel medio y la inserción en el nivel superior, estos se encuentran con otro tipo de dificultades que impedirían la continuación de sus estudios.

Este discurso de los docentes, a su vez, muestra una escasa potencialidad para influir positivamente en el futuro de sus alumnos, a quienes presentan como personas incapaces de accionar estrategias sobre su propio futuro, condicionados por factores que parecerían infranqueables.

El adentrarnos en las representaciones acerca de la escuela, la enseñanza y su propia práctica se presentó más sensible debido a que, para responder, el docente necesitaba ejercer una autorreflexión sobre su práctica y la institución en la cual se desenvuelve. Sin embargo, una vez afrontada esta dificultad metodológica, la mayoría de los docentes -especialmente aquellos provenientes de escuelas de gestión pública- expresaron fuertes críticas al sistema educativo y al nivel medio, el cual consideran que está en decadencia. Su argumentación se basa en que actualmente se les dan muchas oportunidades a los estudiantes para poder pasar de año, lo cual los perjudica en vez de favorecerlos, al fomentar la falta de compromiso con el estudio. Sumado a esto, indican que el sistema les exige adecuar sus contenidos para que todos los alumnos puedan llegar y ellos sienten que los están “estafando” al no brindarles el nivel educativo que “anteriormente” tenía el nivel medio.

En consonancia con esta imagen de la escuela en “decadencia”, las entrevistas reflejan que los docentes piensan a la escuela secundaria como una institución continuamente atravesada por factores externos que determinan tanto su funcionalidad como su alcance en la vida de sus estudiantes. Es decir, pese a los intentos particulares de los docentes de acompañar a sus alumnos en la terminación del nivel y el pasaje al siguiente, estos se ven determinados por el sistema educativo, las exigencias propias del nivel -el rol de contención que ocupa- o las problemáticas de los propios estudiantes.

Con relación a la práctica docente y los equipos de trabajo, muchos indicaron que la propia dinámica del nivel impide una cooperación entre docentes, que muchas veces tienen pocas horas en una escuela, lo cual no les permite comprometerse más. Otros manifestaron que había intentos de cooperación entre materias y docentes con el fin de generar un trabajo interdisciplinar, y mencionaron las ventajas que esto trae para los alumnos, pero, nuevamente, indicaron que estos intentos a menudo se veían imposibilitados por las particularidades del trabajo docente y la dinámica del nivel medio.

Al igual que en el primer eje, no se evidencia reflexión sobre el propio rol de educadores y sus potencialidades, dado que lo presentan como negativamente condicionado por circunstancias estructurales externas; la escuela media o secundaria, según estas representaciones, estaría inserta en un contexto desfavorable que impediría el desarrollo de sus potencialidades.

Por último, los docentes entrevistados piensan a la universidad como un universo ajeno a la escuela media, diametralmente opuesto a lo que los alumnos viven hasta su último año. Para ellos, la universidad es una institución que requiere autonomía y responsabilidad -competencias de las cuales, recordemos, sus alumnos carecerían por completo-, y también saberes y hábitos de estudio que no se llegan a incorporar en el nivel medio.

Con respecto a la vinculación entre niveles, consideran que la distancia entre ambos es insondable y que las estrategias de articulación son insuficientes. Con respecto a estas, muchos docentes no tenían conocimiento de qué estrategias estaba llevando a cabo su institución; otros manifestaron que han incorporado a sus prácticas docentes diferentes metodologías de estudio, de lectura y exposición oral y hasta materiales provenientes de distintos cursos introductorios; otros se refirieron a las visitas a universidades o a exposiciones universitarias informativas. A pesar de mencionar la existencia de alguna estrategia de articulación, hacen hincapié en que los estudiantes no están interesados, porque en su último año están enfocados en otras cosas -viajes de egresados, fiestas, etcétera- y las estrategias que ellos podrían implementar terminan por no ser efectivas o por no ser realmente implementadas.

A partir de lo expuesto por los docentes en cada uno de los ejes, es posible resumir algunos puntos claves. Por un lado, es central la representación acerca de sus alumnos y de la escuela secundaria como atravesados y condicionados por factores que determinan, negativamente, su accionar en tanto individuos y en tanto institución. Además, poseen una idea también negativa de la universidad, a la que ven como una institución opuesta, alejada y diferente. Esto contribuye a cierta mitificación: ese miedo que luego repercute en algunos alumnos.

Representaciones contrapuestas

En el apartado precedente se abordaron los resultados de las indagaciones acerca de las representaciones de los alumnos del último año y de los docentes de la escuela secundaria en dos ejes diferentes, a nivel metodológico y analítico. Partimos del concepto de representación social en tanto “forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, y orientado a la práctica, que contribuye a la construcción de una realidad común a un conjunto social” (Jodelet, 1986, p. 476). En este sentido, las representaciones sociales son formas de interpretar y moldear la realidad social. Con esta definición nos adentraremos en las conclusiones finales.

Se evidencia una contradicción entre lo expresado por los estudiantes con respecto a su futuro y lo expresado por los docentes con respecto al futuro de esos mismos estudiantes. Los alumnos indicaron tener grandes expectativas con respecto a la continuación de sus estudios. Casi un 90 % indicó querer ingresar a la universidad y muchos expresaron que su mayor motivación era seguir algo acorde con sus intereses y gustos, no pensando únicamente en la educación superior relacionada con un fin económico ulterior. Si bien la incertidumbre con respecto a las carreras apareció en la indagación a los estudiantes, esta no parece condicionar su decisión de continuar con sus estudios. También indicaron que el acompañamiento de la escuela secundaria era insuficiente y expresaron que la posibilidad de conocer a la universidad en las visitas fue más productiva y relevante que otras estrategias de articulación.

Estas afirmaciones derivadas de las encuestas cobran relevancia a la luz de las representaciones expuestas por los docentes, sumado esto a que la herramienta metodológica que garantizó el anonimato de los alumnos y se realizó en la universidad posibilitó la obtención de respuestas genuinas.

Las manifestaciones de los docentes se orientaron en un sentido opuesto a lo dicho por sus alumnos. Desde la perspectiva de los docentes los estudiantes poseen ideas alejadas de sus posibilidades “reales” respecto de afrontar la vida universitaria de manera particular o un futuro educativo en general. La causa de esta “imposibilidad” es atribuida a una supuesta carencia de determinadas habilidades psicosociales y conocimientos que serían, desde su punto de vista, necesarios y determinantes para el posible éxito en el nivel superior.

Esta contradicción entre lo expuesto por ambos actores modula el accionar pedagógico; por lo tanto, si los docentes, en su rol de educadores, consideran que sus alumnos carecen de capacidades para continuar sus estudios y que las circunstancias que los atraviesan tienen más peso que la propia motivación de estudiar, es posible deducir que la práctica educativa del docente parte de un supuesto subyacente basado en la certeza de la imposibilidad de potencia de transformación de su propia práctica, lo que permea, a su vez, las expectativas de los estudiantes y refuerza la incertidumbre. Es decir, los docentes tienen una representación de sus estudiantes que influye y determina su práctica como educadores. A pesar de ello, la universidad reconoce a los docentes como vínculo con los estudiantes. Son ellos quienes buscan traer a sus alumnos a conocer y familiarizarse con la universidad, son ellos quienes reciben las propuestas de la universidad para hacer articulación con el nivel. Son la bisagra para el fututo de sus estudiantes.

Estas representaciones contrapuestas que modulan las prácticas de los docentes y las expectativas de los estudiantes redundan en la necesidad de repensar la noción de articulación y la universidad debe pensar qué hacer en torno a ella. Como se vio anteriormente, los programas y proyectos de articulación han estado desde sus comienzos relacionados, principalmente, con el trabajo con los docentes de la escuela secundaria, con las formas de adecuación de las prácticas de enseñanza y contenidos, para acercarlos a lo solicitado en el ingreso del nivel superior. Sin embargo, la estrategia de articulación que es valorada por los estudiantes es la relacionada con la difusión de información, más que aquella relacionada con la incorporación de competencias, en la secundaria, referidas a la universidad. Por lo tanto, parecería que las estrategias de articulación tendrían que ser directamente dirigidas a los alumnos, y no solo a los docentes.

Por eso es que la articulación debe ser repensada, ya no como el intento de ayudar al nivel medio a adecuar sus contenidos en relación con la universidad para que todos los estudiantes inicien en condiciones iguales el nivel superior, sino como la tentativa de acercarlos a un espacio universitario emancipador (Rancière, 2002), donde puedan empezar a sentirse parte de la universidad y apropiarse de ella desde el comienzo. Rancière propuso que la educación pensada desde un “orden explicador” hace a los alumnos dependientes de un maestro, mientras que la pensada desde un “orden emancipador” hace a todos capaces de comprender desde la infancia; lo que se necesita es voluntad, y es ahí donde la práctica del docente adquiere un lugar protagónico. Esta propuesta otorga un valor determinante a los alumnos en su propio proceso educativo y acepta las particularidades y diferencias de cada uno (o. cit.). La articulación, pensada a partir de este eje debe tener como foco principal a los estudiantes, debe fomentar su voluntad de comprender y partir de sus propias particularidades. La articulación debe ser entendida como medio para la emancipación y no como remedio para subsanar las debilidades de la formación recibida en el nivel medio.

Reflexiones finales

A lo largo de estas páginas se ha realizado un extenso recorrido a partir de la relación entre la escuela media y la universidad en Argentina, fundamentando la necesidad actual de articular ambos niveles para garantizar una educación pública inclusiva. Con esto como premisa inicial, se continuó con la indagación de los diferentes actores implicados en el pasaje entre niveles -alumnos, docentes y directivos-, que dieron cuenta de las diferentes representaciones sociales que tienen sobre la escuela media, la universidad y los programas de articulación.

Llegados a este punto es menester seguir problematizando el concepto de articulación. Este surge en el momento en que la universidad se convierte en una institución masiva y comienza a ser pensada como un espacio para todos, por lo tanto, la articulación se concibe como una relación entre ambos niveles de educación -secundaria y superior-, basada en la reflexión compartida de que ella permite subsanar las diferencias estructurales entre ambos, a las que se les atribuye el ser la causa principal del fracaso de los alumnos al ingresar a la universidad.

La articulación parte de la idea de falta: los conocimientos y habilidades ofrecidos por la escuela secundaria no alcanzan para ingresar a la universidad. Tomando esto como punto de partida, los principales programas de articulación han puesto su enfoque en otorgarles a los estudiantes aquellos conocimientos o metodologías que necesitarán para la universidad, o en preparar a los docentes de la escuela secundaria para que adecuen sus prácticas, a fin de ir preparando a los alumnos en el habitus universitario. Por otra parte, están aquellos programas de difusión que acercan la oferta académica de la universidad a los alumnos y abren sus espacios para que estos empiecen a familiarizarse con esta nueva institución.

Siguiendo lo expuesto por Gluz (2012), podemos decir que los factores determinantes del problema de pasaje entre niveles no son solo las competencias académicas ofrecidas en la escuela secundaria y/o el nivel socioeconómico del alumnado, sino que la enseñanza en la universidad y los dispositivos institucionales de esta son el tercer factor de relevancia en esta problemática, ya que influyen en la construcción de las dificultades. Es necesario considerar que, pese a haberse convertido en una institución masiva, a la universidad le resta un largo camino para convertirse en una institución inclusiva. En este sentido, las reflexiones realizadas por P. Bourdieu y J.C. Passeron (2009) en la década del sesenta tienen aún una actualidad abrumadora. Dichos autores plantearon que la universidad, con su autonomía relativa, contribuía a la reproducción y legitimación de las diferencias sociales, dado que su aparato institucional legitima un capital cultural asociado a las clases medias altas, con el cual no contarían los alumnos provenientes de clases bajas. La universidad valora ese capital como si se tratara de dones naturales asociados a la inteligencia individual, cuando, en realidad, son del orden social. Esto explicaría el hecho de que quienes no poseen dichos dones no puedan terminar sus estudios.

Considerando esto y sumado a lo expuesto en cuanto a que las representaciones de los docentes del nivel medio sobre sus estudiantes y su propio rol como educadores no cuentan con la autorreflexión necesaria para influir positivamente en el pasaje de sus alumnos al nivel superior, resulta necesario pensar los programas de articulación desde otro eje, no ya intentando igualar el nivel de los alumnos al momento de ingresar a la universidad, sino aceptando la heterogeneidad y nutriéndose de esta; es preciso entender a la formación como un proceso de emancipación -en términos de Rancière-. Esto supone posicionarse en el fortalecimiento de la universidad como institución inclusiva, considerando que “es porque conocemos las leyes de reproducción por lo que tenemos alguna oportunidad de minimizar la acción reproductora de la institución escolar” (Bourdieu, 1997, p. 160).

Para alcanzar este objetivo, y tomándolo como una política de gestión en la universidad, sería necesario trabajar con los docentes del ingreso para fomentar la reflexión constante sobre el rol clave de este momento en la vida de los estudiantes. Habría que implementar políticas de articulación que se consoliden en toda la universidad a fin de subsanar las diferencias que pueden darse en distintas unidades académicas y, nuevamente, fortalecerlas en un trabajo interdisciplinario. Siempre, como se sostuvo anteriormente, pensando a la universidad como espacio emancipador, antes que mero reproductor de desigualdades sociales.

Este enfoque implica una reflexión hacia adentro, a nivel institucional, que podría ser superadora de los programas de articulación que actualmente se llevan a cabo entre niveles educativos. Además, el nuevo enfoque se vería complementado con el fortalecimiento de aquellos programas de difusión de información que van de la universidad a los estudiantes del último año del nivel medio, en el entendido de que esto promueve la ruptura de representaciones que se tienen de esta institución y es un paso importante en el acercamiento de los estudiantes a este nuevo espacio.

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1En Argentina, la denominación nivel superior incluye la formación superior no universitaria y la formación superior universitaria.

Nota: Alejandra de Gatica, María Mercedes Romero, Laura Bort, Nahir Paula de Gatica: Las autoras participaron de igual manera en la elaboración del artículo.

Recibido: 23 de Junio de 2019; Aprobado: 12 de Septiembre de 2019

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