Allá arriba en aquel alto, hay un viejo naranjal… Romance de la huida a Egipto
1. Presentación1
Los estudios de antropología evolutiva y de la socialidad humana han mostrado que la cognición social y la intencionalidad compartida soportan el origen y la adquisición del lenguaje e informan e impactan el desenvolvimiento de la interacción (Enfield y Sidnell 2014, Levinson 2006, Tomasello 2009). El “giro interlocutivo” derivado de esta propuesta alcanza fenómenos estudiados previamente desde un ángulo lingüístico o cognoscitivo, que desvelan aspectos desconocidos cuando se observan en la interacción. A partir de este giro interlocutivo se investigan los despliegues de intencionalidad compartida que realizan los niños desde muy pequeños y se explora cómo adaptan sus expresiones a las condiciones cambiantes del diálogo en presumible búsqueda de la intersubjetividad (Arnon et al. 2014, E. Clark 2015, H. Clark 1996, Clark y Krych 2004, Gardner y Forrester 2009, Küntay y Slobin 2002).
Al llevar estas cuestiones al análisis de la referencia a entidades, se advierte que los niños pequeños atienden finamente los movimientos interlocutivos y despliegan elecciones expresivas tomando en cuenta la atención de sus interlocutores; confirman su interpretación, se alinean con interlocutores específicos a través de pactos referenciales y usan las mismas expresiones, reparan sus formulaciones para lograr el reconocimiento referencial cuando reciben indicios de incomprensión o insuficiencia informativa (Ates-Sen y Küntay 2014, Fagan 2008, Graft y Davies 2014, Matthews et al. 2007, Wittek y Tomasello 2005).
Por cuanto a las expresiones que refieren a locaciones, tópico preferido en la investigación cognitiva, léxico-gramatical y tipológica reciente (Bloom et al. 1996, Levinson y Wilkins 2006), conocemos ángulos muy relevantes de su desarrollo en el niño a través de diversas lenguas (Brown y Levinson 2000, Choi y Bowerman 1991, de León 2001, Muñoz-Sanhueza y Alonqueo 2017). Sabemos, en cambio, muy poco o casi nada de su uso en la interacción infantil
Este trabajo se propone, así, ofrecer una aproximación inicial al uso de expresiones locativas en la interacción infantil temprana. Su meta es a la vez general y particular. En lo particular busca caracterizar las condiciones interlocutivas que pueden dar lugar a adaptaciones en el uso infantil de expresiones locativas. En lo general se propone ratificar la presencia de trazos de intencionalidad compartida en el habla del niño pequeño a través del uso de expresiones locativas.
1.1. Antecedentes
Hasta hace poco, estudiar la referencia a locaciones en la interacción remitía a algunos importantes textos clásicos y a un puñado de títulos recientes (Hanks 1992, Heritage 2007, Kitzinger et al. 2013, San Roque 2016, Schegloff 1972), o bien a estudios de relevancia próxima sobre expresiones que refieren a personas o entidades (Hacohen y Schegloff 2006, Levinson 2007, Sacks y Schegloff 1979, Schegloff 1996, Stivers et al. 2007).
Sabemos a partir de estos trabajos que en la selección de expresiones referenciales incide en forma fundamental el logro del reconocimiento referencial y que para ello la elección de una expresión atiende a una especie de norma de cantidad o suficiencia informativa adecuada a un evento interlocutivo e interlocutor dados. Por ejemplo, al elegir nombres propios o términos de parentesco (Juan - mi hermano), referencias deícticas y pronominales o construcciones nominales más o menos especificadas (esto, un animal - un caracol - un animalito en el pasto). Tal elección depende de condiciones varias y sutiles: la presencia o desplazamiento del referente, la situación interlocutiva, su desarrollo antecedente, el conocimiento compartido de los interlocutores, sin faltar los efectos de algunas prácticas culturales (Levinson 2007). De ocurrir una falla en la identificación de un referente, podremos observar secuencias aclaratorias y reparaciones que movilizan diferentes expresiones refe-renciales y cambian de procedimiento referencial: deícticos, pronombres y construcciones definidas ocupan el escenario interlocutivo en un orden conversacional definido multifactorialmente; reiteraciones o expresiones alternativas realizan en sucesión escalamientos informativos o ratifican la expresión antecedente.
En principio, la elección de una formulación entre otras, todas gramaticalmente adecuadas para referir a entidades, locaciones o eventos, indexaría de manera explícita la intención de lograr el reconocimiento referencial, en niños o adultos (Allen et al. 2015, Kitzinger et al. 2013, Levinson 2007, Matthews et al. 2007, Silverstein 1976, Wittek y Tomasello 2005) y daría cuenta de la agentividad de un interactor que procura el encuentro intersubjetivo (Clark y Krych 2004, Duranti 2004, Kockelman 2007, Enfield 2011)2.
En cuanto al reclutamiento conversacional de expresiones de locación, sabemos que aun cuando los hablantes dispongan en su lengua de varios marcos de referencia locativa, algunos son los preferidos (Levinson y Wilkins 2006) y en el desarrollo interlocutivo cambian de marco y alternan recursos o los usan en forma combinada e incremental (Bohnemeyer 2011, Kitzinger et al. 2013, Schegloff 1972). Lo que no sabemos en detalle es cómo se realizan estos despliegues, ni cómo es que los niños participan en ello, aunque los efectos interlocutivos atestiguados en niños y adultos en torno a la selección de expresiones referenciales a entidades permiten esperar soluciones paralelas y efectos semejantes en el uso infantil de expresiones locativas. Este supuesto dirige este trabajo sobre el desarrollo de las habilidades correspondientes al logro del reconocimiento referencial de locaciones en niños pequeños. Esperamos documentar en la interlocución infantil la selección de recursos locativos particulares en condiciones específicas y constatar que tales opciones expresivas desplieguen una adaptación a las cambiantes condiciones de la interlocución. Suponemos, también, que la forma como se desplieguen las expresiones locativas involucradas podría manifestar una progresión en el escalamiento informativo: “progresividad” que se ha reportado en la interlocución adulta (Heritage 2007 y 2012, Levinson 2007, Schegloff 1996 y 2007).
1.1.1. Recursos locativos en juegoAsí como para la referencia a entidades contamos con recursos expresivos adaptados al despliegue intencional en condiciones específicas y podemos optar por hacer una referencia pronominal o léxica, definida, indefinida, altamente especificada o escueta, así también para hacer una referencia locativa contamos con recursos locativos de orden diverso y abundantes expresiones que los instancian (Levinson y Wilkins 2006). Como en otras lenguas, los recursos locativos disponibles en español pueden ser de índole deíctica, topológicos, absolutos (centradas en una proyección del espacio geográfico), relativos (angulares: tomando como punto de partida un observador o un punto de referencia adicional) 3. Las expresiones que los hablantes usan más frecuentemente incluyen adverbios locativos deícticos (aquí, acá, allá, allí), adverbios topológicos no deícticos (arriba, abajo, afuera, adentro, entre otros), junto con un inventario abierto de expresiones de punto de referencia (landmarks), expuestas como construcciones nominales marcadas por muy diversos relatores prepositivos (en la casa, a la calle, hasta la esquina, por la puerta). Ya en un orden de complejidad mayor y menor frecuencia de uso, encontramos oraciones locativas de relativo (donde me acuesto, donde jugamos).
Vincular este rico escenario de recursos locativos con su uso inter-locutivo supone atender las opciones expresivas que despliegan los niños a lo largo de las cambiantes condiciones de la interlocución. Hablar de “opciones”, supone ratificar que cada niño cuenta con un inventario de recursos disponible para su eventual reclutamiento intencional. Por ello este trabajo inicia con la documentación de los recursos locativos que incorporan los niños en su tercer año de vida y, sucesivamente, atiende su uso en condiciones dialógicas particulares. Estudiar el uso interlocutivo de expresiones locativas en la adquisición temprana conduce a buscar una respuesta a las preguntas de investigación incluidas a continuación.
i.¿Qué tipo de locativos usan los niños pequeños y qué repertorio de recursos reúnen?
ii.¿Qué condiciones promueven la selección de diversos recursos para referir a una misma locación?
iii.¿Qué orden interlocutivo despliegan las expresiones locativas en tales condiciones?
La respuesta a estas preguntas permitirá ratificar si el reconocimiento referencial es una meta comunicativa temprana de los niños. Al caracterizar el uso infantil de expresiones locativas en la interacción se espera poner a prueba la suposición de que los niños pequeños pueden movilizar los recursos expresivos de que disponen en términos de su informatividad y revelar su agentividad en la búsqueda del encuentro intersubjetivo.
2. Metodología
Para atender estas cuestiones se han analizado tres corpus longitudinales de la base de datos ETAL: Etapas tempranas en la adquisición del lenguaje, UNAM (Rojas Nieto 2007). ETAL reúne un amplio número de registros multimedia de niños de familias urbanas monolingües de clase media radicadas en el altiplano de México, con padres y madres que cuentan con estudios de nivel universitario. En estos registros se recoge con periodicidad variable la interacción ecológica espontánea entre los niños y sus cuidadores principales: padre, madre y miembros de la familia próxima, en el curso de actividades habituales: baño, alimentación, juego, preparación para dormir o simple convivencia. Para documentar los usos de expresiones locativas analizados en este trabajo se han seleccionado en ETAL los registros longitudinales de tres niñas entre los 23 a los 29 meses de edad (véase el Cuadro 1 para detalles en la conformación del corpus). Se trata de tres hablantes tempranas que exponen un nivel alto de logros lingüísticos (Rojas Nieto 2018), y esperablemente interlocutivos, en este rango de edad.
Procedimiento:
Los registros de las tres niñas fueron objeto de una búsqueda exhaustiva para identificar en ellos:
i. la conformación gradual de un inventario de recursos expresivos para referir a locaciones.
ii. La movilización de varios recursos para realizar una misma referencia locativa (por ejemplo, en confirmaciones (1a), ratificaciones (1b), aclaraciones (1c y 1d)), y su ocurrencia a través de movimientos conversacionales (1a-d), o en un mismo turno (1e).
iii. La posible relación entre situaciones interlocutivas particulares y tipos de despliegues; por ejemplo, reiteraciones (1b) o producción de expresiones diferentes (1c, 1d, 1e), así como los indicios que ofrezca su orden secuencial de una calibración informativa/intencional.
Los resultados del análisis que se presentarán a continuación exponen inicialmente el inventario de recursos locativos que reúnen los niños y su uso general, para continuar con la exposición de las condiciones interlocutivas en que producen varias expresiones dedicadas a identificar un mismo referente locativo, observar si despliegan diversas expresiones locativas y, de ser así, si realizan o no un escalamiento informativo.
3. Resultados
3.1. Condiciones preparatorias y reclutamiento global
- Conformación de un inventario de recursos locativos
Entre los 23-29 meses, los niños adquieren un repertorio de expresiones locativas que exhibe los diversos recursos disponibles en español: adverbios deícticos (p.ej., aquí-allá), adverbios de orientación topológica (p.ej. arriba, afuera) y construcciones nominales que establecen landmarks.
Estos últimos, que suelen destacarse en estudios tipológicos cuando corresponden a coordenadas geográficas, en el universo del niño se anclan en edificaciones, espacios y entidades que así como lo hacen en el habla adulta cotidiana ordenan la geografía doméstica de la vida infantil.: en la casa, a la calle, al agua, en la cuna.
i) Dominan en el uso infantil las expresiones deícticas: 4 o 5 tipos léxicos que exponen inciertos contrastes en distancia-visibilidad y estaticidad-desplazamiento: aquí - acá / allí - ahí - allá, y se usan para realizar más de la mitad de los eventos de referencia locativa.
ii) El inventario de expresiones topológicas de orientación, referentes a regiones complementarias, arriba - abajo, afuera - adentro, adelante - atrás, se incrementa gradualmente y su uso alcanza una frecuencia media respecto a los deícticos y los landmarks.
iii) Las construcciones nominales de “puntos de referencia”, o landmarks, inicialmente escasas, alcanzan un inventario máximo de tipos y un número de ocurrencias próximo al de los deícticos. Al término del periodo analizado se registran las primeras y aun escasas construcciones de landmarks expuestas con oraciones de relativo locativas: eseña one-tá Loena <enseña donde está Lorena> (Tita 29m); vamos e la barco aquí donde tu te bañas, el barco (Nata 27m).
iv) Las interrogativas pronominales locativas marcadas por ¿dónde? ocurren inicialmente en amalgama con el verbo estar (¿on’tá? ~ ¿none’ta? ‘¿dónde está?’), y gradualmente se diversifican y se vuelven productivas (Rojas Nieto 2001).
Alrededor de los 2;04-2;05 de edad, estas niñas usan en forma productiva y con frecuencia desigual diversos tipos de expresiones referentes a ubicaciones disponibles en su lengua materna.
3.1.1. Reclutamiento
A través de diversos contextos y situaciones, para identificar un referente locativo los niños producen en el 90% de los casos una única expresión locativa (2a-d). Esta expresión locativa participa en prácticas lingüísticas muy diversas: solicitudes de desplazamiento (2a) ubicación de entidades (2b), respuestas o preguntas sobre ubicaciones (2c), confirmación de la identificación de un referente locativo (2d).
Además de hacer referencia a una locación los niños realizan actos de habla diversos4, que en esta edad temprana pueden ser instanciados en exclusiva por la expresión locativa en cuestión.
A la vez, desde un primer momento y en forma creciente, los niños reclutan varias expresiones locativas en el curso de indicar y acordar con su interlocutor el reconocimiento de una referencia espacial. Esto ocurre sobre todo a lo largo de varios movimientos conversacionales entreverados por la participación de los interlocutores (3a-d), pero también por cuenta del propio niño en un solo turno (4a-d), en ocasiones apoyadas en el turno dialógico antecedente (3c - 3d). (Veneziano 2013). En estas secuencias los niños pueden reiterar exacta o aproximadamente la misma expresión (4a) o combinar expresiones diferentes en un solo movimiento (3a-d) o en movimientos sucesivos (3b, 3d) que pueden llegar a conjuntar hasta tres expresiones locativas (3e y 4d).
A lo largo del periodo analizado, estas secuencias alcanzan una frecuencia media global del 10% respecto al total de expresiones locativas y entre el 4% al 21% en las tomas individuales (ver Apéndice 1).
3.2. Condiciones interlocutivas
La presencia de secuencias de locativos en el interlocución infantil invita a identificar las condiciones que las incitan o promuevan. Aunque los niños pueden llegar a exponer en un solo movimiento conversacional una caracterización acusada del blanco de su referencia locativa y producir varios datos para identificar una locación: “aquí, a la casa, a la puerta”, es más frecuente y temprano que sea en el curso de la interacción donde se den situaciones que invitan al niño a permanecer atento e involucrado en caracterizar un referente locativo. En efecto, estas secuencias ocurren fundamentalmente en el curso de un diálogo (ver Apéndice 2) y desde un primer momento su exposición dialógica supera a su combinación en un mismo turno. Por ello, es de esperar que la reiteración de una expresión previa, o el reclutamiento de expresiones diferentes se vincule a condiciones interlocutivas diversas que al desplegarlas se expongan ángulos particulares del compromiso interlocutivo infantil y de su atención actualizada al curso de la interacción.
3.2.1. Situaciones interlocutivas que se abren a secuencias referenciales
Las situaciones interlocutivas que apelan al mantenimiento de la atención en un referente locativo y que abren el espacio para una posible reiteración o escalamiento informativo pueden ser de muy diversa índole. Destacan, sin ser las únicas, las siguientes:
- Insistencias: Cuando el niño persevera en una intención desatendida que involucra la identificación de una locación (5a-b).
- Confirmaciones-reconocimientos: Cuando se ratifica al interlocutor que se ha dado el reconocimiento referencial locativo (6a-b), o se plantea al interlocutor si la propia interpretación es adecuada (7a).
- Aclaraciones: Cuando una expresión locativa inicial no logra el reconocimiento referencial, lo cual es indicado por el interlocutor con un reconocimiento inadecuado o una solicitud de aclaración abierta. Ante esto el niño añade en movimiento sucesivos alguna expresión locativa que intenta conducir al reconocimiento referencial (8a-c).
- Desacuerdos-Discusiones: Cuando la referencia de una expresión locativa es cuestionada o rechazada por el interlocutor y el niño persevera en referir a dicha locación, en busca de acuerdo en la mini-polémica sobre una locación (9a-c).
Cuando el niño enfrenta estos diversos eventos interlocutivos, se encuentra en la disyuntiva (como es patente en 6a y 6b ambos producidos por Nata) de ratificar su meta referencial reiterando la expresión locativa previa (6a: aquí (…) aquí), o bien desplegar una expresión adaptada al cambio de posición interlocutiva en que lo coloca la intervención adulta intermediaria (6b: en la papas (…) en las sabritas).
3.2.2. Primera elección: reiterar o diferenciar
Las secuencias documentadas indican que los niños prefieren adoptar una expresión diversa. Pero esta elección no es genérica sino que expone una tendencia a vincular una condición interlocutiva específica con un tipo de opción y refleja la atención infantil al curso de la interacción.
El hábitat conversacional en que se despliega la reiteración de un locativo o secuencias de locativos diversos no es el mismo.
Las reiteraciones son opciones preferidas cuando sólo se trata de insistir en una intención comunicativa, independientemente del entorno conversacional. Los eventos de insistencia suelen corresponder a expresiones locativas incluidas en peticiones, cuya consecución es el motivo principal del niño (ver 5a y 5b). También son preferidas las reiteraciones cuando se confirma la interpretación acertada del interlocutor (6a). El encuentro comunicativo y el reconocimiento referencial se indexan a través de reiteraciones. Con todo, cuando el niño solicita una confirmación, como en (7a), y busca interrogativamente la ratificación del interlocutor, puede ofrecer como interpretación una expresión más elaborada para confirmar su reconocimiento, y apelar finalmente a una reiteración de la primera expresión una vez que el reconocimiento parece haberse logrado.
En cambio, las intervenciones con expresiones diferentes se sesgan definitivamente a favor de las situaciones de aclaración, cuando el niño responde a una intervención adulta que indica explícitamente una falla en la identificación del referente locativo o manifiesta en forma indirecta esta falla a través de una interpretación desacertada. Asimismo, en situación de desacuerdo los niños suelen optar por exponer una expresión locativa diferente, en una especie de búsqueda de convencimiento (9a-c), preámbulo de una actividad argumentativa explícita. Aunque Natalia en estas condiciones prefiere por lo común una reiteración voluntariosa.
Dejando de lado el curso temporal por el que atraviesa este tipo de actividad referencial infantil, el perfil global de distribución de los eventos que involucran varias expresiones locativas se presenta en el Gráfico 1, siguiente, donde quedan expuestas gráficamente las selecciones expresivas antes comentadas.
A partir de la distribución de los datos expuestos en el gráfico 1 resulta patente que los niños coinciden y difieren a la vez en el tipo de opciones expresivas que adoptan en una y otras condiciones.
Con todo, en un sentido esquemático se encuentra una especie de jerarquía de preferencias que se ordenan polarmente como se expone en el cuadro siguiente.
En uno de los polos las solicitudes de aclaración que indican un reconocimiento referencial insuficiente constituyen un contexto dialógico favorable a la ocurrencia de una expresión locativa diferente. En el polo opuesto, las intervenciones de confirmación que exponen un reconocimiento referencial satisfactorio invitan a una reiteración confirmatoria. Así, las reiteraciones y las expresiones diferentes indexan en un sentido genérico la sensibilidad infantil a la necesidad de proveer (en las aclaraciones) o no proveer (en las confirmaciones) un escalamiento informativo. En la zona intermedia las opciones expresivas que se adoptan ya sea en caso de un desacuerdo o para insistir en una intención antecedente, exponen hasta que punto el niño despliega sus recursos referenciales en situaciones comunicativas que no ponen en cuestión la informatividad de las expresiones, sino el logro de un alineamiento intencional que apela a una especie de argumentación referencial.
A continuación, la exploración del orden expositivo de las expresiones locativas diversas abundará en la posibilidad de que efectivamente, el niño esté manejando sus recursos expresivos calibrando su informatividad, con intenciones definidas y adaptados a las condiciones interlocutivas.
3.2.3. Secuencias: Componentes y progresión referencial
Como se ha indicado, las secuencias de expresiones locativas despliegan reiteraciones de la misma expresión o, más frecuentemente, una combinación de diferentes tipos de expresiones locativas. Las secuencias que reúnen diferente expresiones locativas exponen muy diversas combinaciones. Algunas son frecuentes, otras tienen una frecuencia mínima y otras más son francamente ocasionales (ver en el Cuadro 4, incluido más abajo, esta frecuencia relativa).
En estas secuencias es muy revelador el orden con que se despliegan las expresiones locativas. Si bien en un primero momento el orden es inestable, después se reitera, se estabiliza y al término de esta muestra muy rara vez varía.
Llegan a dominar, así, las secuencias en que el primer movimiento expone un deíctico, más accesible y conveniente para la referencia situada que caracteriza la interlocución infantil temprana y cuyo uso es más frecuente en todos los contextos.
Con todo, como podrá observarse en el Cuadro 4 precedente, la presencia de un deíctico en la posición inicial de una secuencia no es definitiva: la primera expresión locativa puede corresponder a una frase con un nominal como landmark, o bien a un locativo topológico. Es la secuencia de las expresiones locativas la que llega a presentar un orden dominante, que sólo ocasionalmente difiere. Así, salvo en el caso de una niña que pasa por el periodo de inestabilidad referido, entre las expresiones locativas que ocurren a lo largo de la interlocución o en un mismo movimiento conversacional los niños exponen una progresividad informativa que adopta la siguiente disposición secuencial.
En su versión más frecuente e iluminadora, una expresión deíctica inicial dirige la identificación del referente locativo hacia una región próxima o distante: aquí, allá. Una expresión topológico sucesiva indica la dirección hacia donde se ha de proyectar la distancia relativa: arriba, abajo, afuera. Y un landmark posterior establece el blanco, punto o región donde se define la referencia espacial. No obstante que en el rango de edad examinado las secuencias locativas no se expanden más allá de tres componentes, estas secuencias podrían expandirse con un landmark adicional, como lo atestiguan algunas intervenciones infantiles que combinan directamente dos landmarkssin el frecuente preámbulo deíctico y topológico.
Se trata de un orden secuencial que conduce a una reducción gradual del campo de búsqueda del referente espacial, que se define gradualmente con más claridad con una especie de zoom-in, o si se prefiere, en una cadena de información progresiva, cada vez más específica (Heritage: progressivity).
El efecto más conspicuo y extendido de las secuencias de expresiones locativas corresponde a la reducción del espacio de búsqueda del referente espacial a través de un escalamiento informativo que especie de zoom-in visual, o adopción de un recorrido.
Su adopción preferente en condiciones que requieren una progresión o escalamiento informativos para aclarar una referencia aun no lograda o cuando la meta es convencer ante un desacuerdo, señala hacia el punto que ha dirigido la búsqueda de este trabajo: la temprana sensibilidad infantil a las condiciones del diálogo, su permanente actualización encrónica y el ejercicio agentivo de la acción lingüística para el logro de la intersubjetividad (Enfield y Sidnell 2014).
5. Consideraciones finales
Una vez que los niños conforman un inventario variado de expresiones locativas es posible observar que sus selecciones expresivas no despliegan una referencia locativa en el vacío en forma exclusivamente local o individual. Los niños atienden al reconocimiento referencial y a los movimientos que se encadenan en el curso de la interlocución y los colocan en cada nuevo turno ante una tarea específica. La interacción ofrece al niño tareas adicionales que lo invitan en ocasiones a continuar enfocando una referencia locativa y a desplegar expresiones particulares y adaptadas para la situación interlocutiva particular que se encara. La atención sostenida del niño a la interlocución y la agentividad infantil dirigida a lograr el encuentro intersubjetivo se hacen patentes en las actividades referenciales relativas al espacio a través de las adaptaciones expresivas que realizan. Cuando en un primer intento no se logra el reconocimiento referencial, los niños restablecen la actividad referencial y predominantemente escalan y restringen el dominio de búsqueda del referente, reclutando sucesivas expresiones locativas divergentes. Cuando los referentes locativos están en disputa y son negociados los niños pueden ratificar su intención referencial con una simple reiteración, pero es más frecuente que desplieguen diversas expresiones locativas y con ello den cuenta de su esfuerzo adicional por lograr el acuerdo interlocutivo e intencional. Cuando la referencia locativa ha sido exitosa y se advierte el logro del acuerdo, el niño puede “reconocer el reconocimiento” desplegando una reiteración confirmatoria.
En cada uno de estos pasos interlocutivos, los niños pequeños de alrededor de 29 meses ofrecen evidencia clara de adaptar la expresión de referencias locativas a lo largo de la ruta dialógica a las condiciones específicas de la interacción.
Con ello podemos reconocer en el reducido espacio de búsqueda de este trabajo que desde edad muy temprana la actividad lingüística infantil está mediada y dirigida por el encuentro comunicativo cuyos efectos se reflejan en la actualización del conocimiento compartido con sus interlocutores y la adopción de recursos adaptados al curso de la interlocución.