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Lingüística

versión On-line ISSN 2079-312X

Lingüística vol.30 no.1 Montevideo mayo 2014

 

Lingüística

Vol. 30-1, junio 2014: 199-223

ISSN 1132-0214 impresa

ISSN 2079-312X en línea

 

 

CONSTITUCIÓN DEL PORTUGUÉS DE BRASIL: ASPECTOS SOCIO HISTÓRICOS

 

FORMATION OF THE PORTUGUESE LANGUAGE IN BRAZIL: SOCIAL HISTORICAL ASPECTS

 

MARLI QUADROS LEITE

Universidade de São Paulo/CNPq

mqleite@usp.br

 

 

 

 Este artículo aporta una reflexión sobre la lengua portuguesa habla­da en Brasil, con base en datos y hechos sociales e históricos que contribuyeron con la formación de la lengua portuguesa en Brasil. El punto de partida para el análisis es la noción de horizonte de retrospección (Auroux 2007) con base en la cual se observan los he­chos socio-históricos que permiten la interpretación de la formación de la lengua practicada en Brasil. La premisa que le da soporte a la reflexión es la de la presencia de matrices antropológicas (Ribeiro [1995] 2006) sobre las cuales se construyó el pueblo brasileño. El estudio revela, al final, que las vicisitudes por las que ha pasado la lengua portuguesa en territorio brasileño, si todavía no la han transformado en otra lengua, sí han creado nuevas formas de vida y posibilidades de discurso.

 

Palabras claves: Portugués de Brasil, historiografía, formación de la lengua portuguesa de Brasil.

 

 

This article presents a reflection on the Portuguese language spo­ken in Brazil, based on data as well as social and historical facts that contributed to the constitution of the Portuguese language in Brazil and of Brazil. The starting point for the analysis is the notion of restrospection horizon (Auroux 2007) based on the facts which bring socio-historical interpretation allowing the formation of the language practiced in Brazil. The premise that supports this reflec­tion is the presence of anthropological matrices (Ribeiro [1995] 2006) upon which the people of Brazil have been formed. The study reveals, in the end, that if the vicissitudes through which the Portu­guese language has passed in Brazilian territory did not transform it into another language, they have surely created new forms of life and possibilities of discourse.

 

Key words: Brazilian Portuguese, social history of the Portuguese language, historiography, socio-linguistics.

 

(Recibido: 31/8/12; Aceptado: 4/6/13)

 

 

1.      INTRODUCCIÓN

 

La tarea de hablar sobre el portugués de Brasil no es fácil, aunque haya sido tan repetida a lo largo de casi dos siglos. Solamente para establecer el panorama sobre el cual se formó nuestro raciocinio, será necesario retroceder en el tiempo para recordar la base sobre la cual se ha construido la lengua que hablamos/escribimos actual­mente.

Para realizar dicha tarea historiográfica, partimos de la premisa de que el conocimiento sobre el mundo y sus fenómenos no es alea­torio ni espontáneo, sino que se deriva de otros conocimientos antes existentes. Sobre dicho problema, consideramos lo que dice Auroux (2007: 161) en relación a lo que denomina horizonte de retrospec­ción. El filósofo francés explica que todo conocimiento tiene rela­ción con la temporalidad y que el sujeto que se propone producir, o reflexionar sobre el conocimiento ya producido, tiene que recurrir a sus conocimientos comunes, aquellos que forman parte de la for­mación de los saberes del sujeto, y a los conocimientos indexados, que son los que se relacionan directamente a autores y fechas (las referencias). El horizonte de retrospección, aclara el autor, es el con­junto de dichos conocimientos.

En este artículo, entonces, recurrimos a un horizonte de retros­pección, un conjunto de conocimientos existentes sobre la forma­ción del pueblo y de la sociedad brasileña para reflexionar sobre la constitución de la lengua portuguesa que existe en Brasil y que es de los brasileños, desde el momento en que vinieron para acá los portugueses y, conjuntamente con otros pueblos (primero indígenas, después africanos y, más tarde, otros europeos y asiáticos) ayudaron a darle forma a la lengua de Brasil, al portugués de Brasil.

 

 

2. LAS MATRICES SOBRE LAS CUALES SE EDIFICÓ LA LENGUA DE BRASIL

 

Es común que los estudiosos, por ejemplo, Elia (1989: 29), se refieran al portugués de Brasil (en lo sucesivo, PB) como una len­gua trasplantada, ya que el portugués fue transportado para acá por la boca de otros, de los lusitanos. Tal y como fue trasplantada, solamente los lusitanos de aquella época hablaron aquella lengua, después, otras generaciones, de lusitanos puros o ya mestizados, la hablaron en forma diferente. Por ello, es válido afirmar que la lengua portuguesa tal y como fue, un día, traída al Brasil, se modificó rápi­damente e, inmediatamente después del inicio de la colonización, no era más la misma. Fue y es mucho más. No hablamos más solamente lo que los portugueses trajeron, transmutamos el portugués, volvién­dolo diferente, sin falsificarlo, sin corromperlo, sin transformarlo en otra lengua. Es la misma lengua pero diferente, llena de las voces que la hablan en su desarrollo histórico.

Por ello, para tratar del PB es imperioso, como lo hizo Darcy Ribeiro en una obra de 1995, El pueblo brasileño: la formación y el sentido de Brasil en una perspectiva antropológica, partir de las  matrices[1] su cultura, y ahí, inexorablemente incrustada, la len­gua: la matriz tupí, la matriz lusitana y la matriz africana. La duda que siempre flotó (y flota) sobre la naturaleza de nuestra lengua, “¿qué lengua es esa que hablamos? ¿es portugués o es brasileño?”, tiene sentido exactamente porque nuestra lengua es un portugués diferente, en muchos aspectos, de aquel que fue trasplantado para acá en la época del “descubrimiento”. Pero la duda existe porque las semejanzas son del mismo modo importantes y, si parece otra, también parece la misma.

La matriz tupí existió en términos de lengua porque el portugués, aunque fuese el dominador, fuerte, se doblegó lingüísticamente, du­rante un siglo y medio, e incluso dos, en algunas regiones, ante una variedad de lengua tupí, denominada en la literatura desde el siglo XVIII, como lengua general. Si los portugueses, que “inauguraron Brasil”, hablaban esa lengua únicamente para la comunicación de emergencia e indispensable con los indígenas[2], sus descendientes, especialmente los habitantes de la provincia de São Paulo y de Ma­ranhão coloniales, muchos ya mezclados racialmente con los indios, la hablaban en la conversación diaria, como muestran diversos rela­tos históricos, vastamente citados por todos los que tratan este tema, por ejemplo Teodoro Sampaio dice:

 

Até o século XVIII, a proporção entre as duas línguas faladas na colônia era mais ou menos de três para um, do tupi para o português. Em algumas capitanias, como em São Paulo, Rio Grande do Sul, Amazonas e Pará, onde a catequese mais influiu, o tupi prevaleceu por mais tempo ainda. Nas duas primeiras, falava-se, entre os homens do campo, a língua geral até o fim do século XVII. No Amazonas e no Pará, ainda é comum o tupi no seio da população civilizada dos tapuias, como vulgarmente aí se apelidam os índios. (Sampaio, 1955: 48)

 

También Antônio Vieira hace la siguiente aclaración sobre dicha situación:

 

É certo que as famílias dos portugueses e indios de São Paulo estão tão ligadas hoje humas ás outras, que as mulheres e os filhos se criam mystica e domesticamente, e a lingua que nas ditas familias se fala he a dos indios, e a portuguesa vão os meninos aprender à escola. (Apud Holanda 1995: 122)

 

Holanda (op. cit.) y Elia (1979: 175-218) discuten estas afirma­ciones para probarlas en cuanto a la precisión histórica, y encuen­tran aquí y allí puntos cuestionables, pero acaban reconociendo en cada una algo de verdad, confirmada también por otros hechos o declaraciones históricas. Es cierto, pues, que en aquellos comienzos, entre 1532 hasta por lo menos fines del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, hubo una situación de bilingüismo en Brasil, lo cual, sin du­das, dejó marcas en el portugués.

Pero es Rodrigues (1986: 196) quien, más recientemente, redefi­ne el problema. En el Brasil colonial, explica el autor, en la capitanía de São Vicente y en el altiplano de Piratininga, al este del actual estado de São Paulo, en el siglo XVI, y en la región en la que hoy están los estados de Maranhão y Pará, en el siglo XVII, la población mestiza, de blancos europeos e indios, hablaba la lengua indígena de las madres y no la europea de los padres. En São Paulo, de mediados del siglo XVII a mediados del siglo XVIII, esta lengua general era hablada corrientemente en las familias. El dominio pleno del por­tugués solamente lo tenía el padre, si era portugués; el hijo varón conocía el portugués, pero tenía dominio restringido de esta lengua, aunque en grados variados. Durante el movimiento de las bandeiras (expediciones particulares que partían de São Paulo hacia el interior de Brasil en busca de riquezas minerales, indígenas para esclavi­zarlos, o exterminio de palenques), la lengua general de São Paulo fue llevada a otros territorios brasileños, como Minas, sur de Goiás, Mato Grosso y norte de Paraná (Rodrigues 1996: 3). Desgraciada­mente, como registra el autor, no existe ninguna documentación de esta lengua general.

Rodrigues (op. cit.) diferencia la lengua general hablada en São Paulo, de base tupí, a la que denomina “lengua general paulista”, de la lengua general hablada en Maranhão, en Pará y en la Amazonia, territorios habitados por los indios tupinambás. La mezcla en ese es­pacio ocurrió como en São Paulo y, del mismo modo, la lengua prac­ticada, denominada por el autor “lengua general amazónica”, estuvo vigente hasta mediados del siglo XVIII. A diferencia de la paulista, la lengua general amazónica fue registrada en muchos documentos, desde el siglo XVIII. Aún hoy se practica.

Excepto las marcas del léxico[3], evidentes, es difícil precisar, en otros campos de la gramática y de la fonología/fonética, qué es lo que de la lengua que hablamos hoy se debe a la interferencia de aquel contacto tupí/portugués. Esto, sin embargo, no nos impide afirmar que el portugués de Brasil carga dentro de sí la voz tupí/tupinambá, porque está científicamente comprobado que lenguas en contacto intercambian características entre [4].

La diferencia de la contribución lingüística tupí/portugués y len­guas africanas/portugués reside exactamente en el hecho, primero, de haber habido aquí, concretamente, una convivencia de las dos primeras y, aún más, de haber aprendido, el hablante de portugués, la lengua indígena, y no lo contrario. Después, en cuanto al segundo caso, el de las lenguas africanas, estas no coexistieron concretamen­te con el portugués, como lenguas de comunicación cotidiana, en el mismo espacio/tiempo. Las africanas existieron tan solo poten­cialmente y fueron sus hablantes los que aprendieron el portugués. Además, no hay registros, a no ser por la recreación literaria, del habla de aquellos primeros aprendices, lo cual dificulta el estudio de esa influencia sobre el portugués. A despecho de todo eso, como di­cen los estudiosos del asunto, es probable que el modo de hablar de los africanos, en aquella época alóglotas, aprendices del portugués como lengua extranjera, y que después se transformaron en afrobra­sileños hablantes del portugués como lengua materna, se haya difun­dido, y que algunas de sus características hayan sido asimiladas al portugués. Son dos mil quinientas palabras de origen africano incor­poradas al portugués, como afirman Bonvini y Petter (1998), eso es lo que está científicamente admitido. En cuanto a otras influencias, son posibles, pero no cabal y definitivamente comprobadas.

 

 

3. EL POBLAMIENTO Y SU REPERCUSIÓN EN LA LENGUA DE BRASIL

 

 Al leer la descripción que Prado Jr. (1965) esboza sobre el po­blamiento del Brasil colonial, podemos hacer algunas inferencias de cómo y por qué la lengua portuguesa tuvo diferentes caracte­rísticas por todo el país. Lo que en principio resalta el autor es el mérito de que el colonizador portugués haya ocupado, más o menos densamente, todo el territorio brasileño, lo cual, efectivamente fue decisivo tanto para el predominio de la lengua portuguesa como para la fijación del territorio, en ocasión del tratado de Madrid, en 1750[5]. Ello se explica porque, primero, hubo, en obediencia al Tratado de Tordesillas, una ocupación de la costa, y, después, por medio del movimiento de las bandeiras, la entrada del colonizador en el in­terior del país y, a fines del siglo XVII e inicios del XVIII, otro movimiento hacia el interior, derivado de la búsqueda de metales y piedras preciosas.

Dicha ocupación fue posible porque la obediencia de Portugal al Tratado de Tordesillas, sin embargo, no fue total. Mientras Portugal estuvo bajo el yugo de España, orientó a los misioneros jesuitas a ocupar, por medio de las misiones, el lado occidental de la línea, re­gión que hoy corresponde a los estados de Goiás, Pará y Amazonia. Dicha estrategia además de haber sido fundamental desde el punto de vista de la política territorial, pues fue lo que posibilitó la negociación sobre el rescate del territorio ya ocupado por los portugue­ses, en ocasión del Tratado de Madrid, también lo fue desde el punto de vista lingüístico. Al lado del portugués de los colonos, hubo una institucionalización de la lengua general (esa que Rodrigues (1996) denomina lengua general amazónica). En ese caso, la situación fue oficial porque Portugal, por medio de una Carta Real, del 30 de no­viembre de 1689, reconoció dicha lengua como la oficial del estado de Maranhão y del Grão-Pará (Borges y Nunes 1998: 55).

Así, el colonizador portugués se expandió por Brasil. La fase de la extracción de minerales trajo a miles de portugueses, de todas las partes de Portugal, como prueban los documentos de la época, lo cual, sin dudas, aumentó el contingente de hablantes del portugués y solidificó definitivamente la posición de la lengua portuguesa como lengua oficial de Brasil, antes incluso del Decreto del Marqués de Pombal de 1757 (Prado Jr. 1965).

La historia de la lengua acompaña a la historia social: en una primera fase, el predominio de la lengua general, en las regiones de São Paulo y de Maranhão, Pará y Amazonia, por la contingencia de que los portugueses, por dos motivos capitales, económico y reli­gioso, necesitaban estar muy próximos a los indios y, por lo tanto, tenían necesidad de comunicarse con ellos; en la segunda fase, ya de disminución del uso de la lengua general, ya sea por la desaparición de los indios, ya sea por el fracaso de la política de volverlos traba­jadores esclavos en las plantaciones, la lengua general va dejando de ser útil y, por lo tanto, va perdiendo fuerza, hasta desaparecer en el siglo XVIII.

En las otras regiones, desde Río de Janeiro hasta Piauí, no fueron constituidas lenguas generales. Como recuerda Rodrigues (1996: 6), las áreas de la administración colonial recibieron a muchos in­migrantes europeos, especialmente las capitanías de Bahía y de Pernambuco. Bahía por constituir el centro de la administración y Pernambuco por estar muy próximo a él no tuvieron interrumpido el flujo inmigratorio de portugueses, para donde, incluso, fueron fa­milias constituidas, a diferencia de lo que ocurrió en São Paulo, Maranhão, Pará y Amazonia. Además, en las regiones de São Paulo y en la Amazonia no hubo, como en la costa central, un exterminio de los indios desde el siglo XVI, el cual fue promovido por los gobernado­res generales Mem de , de Río de Janeiro, y Duarte da Costa, de Pernambuco. Tampoco hubo en estas regiones, de modo importante, uniones matrimoniales entre portugueses e indios. La repercusión de estos hechos sobre el proceso lingüístico es que, como no hubo una intensa mezcla, tampoco hubo un predominio de la lengua tupí sobre la portuguesa, y, por lo tanto, predominó el portugués.

Desde el punto de vista lingüístico, en resumen, este era el pa­norama hasta fines del siglo XVII y mediados del XVIII, cuando Portugal prohibió, por decreto del Marqués de Pombal, la enseñanza y la práctica, en los circuitos administrativo y educacional, de las lenguas generales, e instauró en la región de São Paulo y Maranhão, Pará y Amazonia un sistema de bilingüismo portugués/lenguas ge­nerales, y en la región de la costa central, Río de Janeiro, Bahía y Pernambuco, la práctica del portugués.  

 

 

4. LA LLEGADA DE LOS ESCLAVOS Y SU CONTRIBUCIÓN A LA FORMACIÓN DE LA LENGUA DE BRASIL

 

A esa situación ya compleja de bilingüismo, se le suma otra con la llegada de los africanos a Brasil, desde el inicio de la coloniza­ción. Los esclavos, llegados al país desde los años 50 del siglo XVI[6], aunque no hubiesen practicado significativamente aquí ninguna de sus lenguas, y hubiesen aprendido y adoptado como medio de comunicación tanto la lengua general indígena[7] como la lengua portugue­sa, también participaron en la construcción de la lengua portuguesa en Brasil. La marca de su presencia en el léxico es clara, pero en la fonología, fonética y en la gramática no es precisa. La presencia maciza, duradera y constante, sin embargo, de hablantes de otras lenguas, que conservan marcas fonético/fonológicas, morfosintácti­cas y lexicales de su lengua, propicia, por el contacto directo entre los hablantes, en el caso los de lengua portuguesa con los de varias lenguas africanas, el aprovechamiento mutuo de ciertas caracterís­ticas lingüísticas. Pensamos aquí en la incorporación, por parte del hablante del portugués, de ciertos rasgos (o modos de hablar) de los africanos.

La contribución de las lenguas africanas al portugués siempre ha sido tema de discusiones, pero hasta hoy no hay cómo comprobarla, aparte de aquella en el marco del léxico. Aunque el relato de Gilber­to Freire ([1933] 1987: 333), por ejemplo, sobre la presencia y la participación de los africanos en el seno de la familia brasileña, sea un tanto romántico, no se puede dejar de reconocer que fue signifi­cativa la interacción entre el elemento negro y el blanco (que ya era en tantos casos mestizo) en Brasil, y que, a partir de ahí, ocurrió el intercambio e incorporación de ciertos hábitos lingüísticos, aparte el léxico, de uno al otro. Esto contribuyó, ciertamente, en la formación de este portugués que hoy hablamos. Dice el autor, a cierta altura de su texto:

 

Mães negras e mucamas, aliadas aos meninos e meninas, às moças brancas das casas-grandes, criaram um português diverso do hirto e gramatical que os jesuítas tentaram ensinar aos meninos índios e semi-brancos, alunos de seus colégios; do português reinol que os padres tiveram o sonho vão de conservar no Brasil. (Freire [1933] 1987: 333)

 

Prado Jr. (1965: 342) confirma la tesis de Freire y añade que, por deficiencia de la colonización portuguesa, que “ahogó” la capacidad creativa de los esclavos y de los negros[8], a ellos no les fue permitido contribuir suficientemente con la formación de la cultura brasileña. Por ello, afirma, en una visión un tanto prejuiciosa, que la deficien­cia de la educación brasileña tiene origen en el sentimentalismo y excesiva tolerancia, características de la índole brasileña, por heren­cia de los negros de las casas de los hacendados. Además, dice sobre la esclavitud de la colonia, comparándola con la del mundo antiguo, que los colonos esterilizaron a los esclavos y les amputaron la mayor parte de sus cualidades. Así, concluye que “E o baixo nível de sua cultura, em oposição ao da raça dominante, impediu-lhe de se afir­mar com vigor e sobrepor-se à sua miserável condição, ao contrário do que em tantas instâncias ocorreu no mundo antigo”.

El autor es riguroso en su análisis crítico del papel de la familia y, más, de la sociedad colonial. En las relaciones con los hijos, la tolerancia en exceso que no fue eficiente para la educación formal y ética del hombre, en las relaciones extraconyugales

 

a promiscuidade com escravos, e escravos do mais baixo teor moral, as facilidades que proporciona às relações sexuais irregulares e desbragadas, a indisciplina que nela reina, mal disfarçada por uma hipócrita submissão, puramente formal, ao pai e chefe, tudo isto faz da casa-grande, antes uma escola de vício e desregramento, apanhando a criança desde o berço, que de formação moral. (Prado Jr. 1965: 342)

 

No satisfecho con este relato, Prado Jr. remata:

 

Numa palavra, e para sintetizar o panorama da sociedade colonial: inco­erência e instabilidade no povoamento; pobreza e miséria na economia; dissolução nos costumes; inépcia e corrupção dos dirigentes leigos e eclesi­ásticos. Nesse verdadeiro descalabro, ruína em que chafurdava a colônia e sua variegada população, que encontramos de vitalidade, capacidade reno­vadoa ? (Prado Jr. 1965: 355)

 

A dicha indagación el autor responde que el “malestar” que se fue formando sobre esta situación provocó, poco a poco una reac­ción. La necesidad de reformas se fue anunciando y emergió con el fin del sistema de colonización y proclamación de la independencia. Un hecho que, lentamente, fue cambiando la configuración de la sociedad brasileña.

 

 

5. EL PAPEL DE LA LENGUA PORTUGUESA EN LA SOCIEDAD BRASILEÑA

 

No obstante este caos que reinaba en la sociedad colonial, la me­trópoli consiguió imponerse, es decir, mantener siempre una unidad cultural. La sociedad brasileña, de acuerdo con lo que afirman an­tropólogos y sociólogos (por ejemplo, Ribeiro 2006; Azevedo 1971; Prado Jr. 1965), la más mezclada sociedad del mundo, consiguió im­ponerse y mantener una unidad. Como expresa Prado Jr. (1965: 345) la metrópoli mantuvo una “uniformidad de sentimientos, de usos, de creencias, de lengua. En una palabra, de cultura”. Todo eso tiene una repercusión posterior al período colonial, porque Brasil pasa a afirmarse como nación ante las naciones extranjeras e, incluso, ante Portugal, tras la independencia.

La interpretación de Ribeiro (2006) sobre la formación histórica de la sociedad brasileña pasa por tres planos: el adaptativo, que se refiere a la tecnología con la que se producen y reproducen las con­diciones materiales de existencia; el asociativo, concerniente a los modos de organización de la vida social y económica; y el ideológi­co, relativo a las formas de comunicación, al saber, a las creencias, a la creación artística y a la autoimagen étnica. Sobre este último, que nos interesa de cerca aquí, vale reproducir los elementos que el autor destaca:

 

1.    a língua portuguesa, que se difunde lentamente, século após século, até converter-se no veículo único de comunicação das comunidades brasi­leiras entre si e delas com a metrópole;

 

2.    um minúsculo estrato social de letrados que, através do domínio do saber erudito e técnico europeu de então, orienta as atividades mais complexas e opera como centro difusor de conhecimentos, crenças e valores;

 

3.    uma Igreja oficial, associada a um Estado salvacionista, que depois de intermediar a submissão dos núcleos indígenas através da catequese im­põe um catolicismo de corte messiânico e exerce um rigoroso controle sobre a vida intelectual da colônia, para impedir a difusão de qualquer outra ideologia e até mesmo do saber científico;

 

4.    os artistas que exercem suas atividades obedientes aos gêneros e esti­los europeus, principalmente o barroco, dentro de cujos cânones a nova sociedade começa a expressar-se e quando exibe algum fausto. (bastar­dillas nuestras) (Ribeiro 2006: 67-9)

 

En este cuadro, se ve la confirmación de cómo la unidad de la cultura brasileña fue posible, a pesar de la extrema heterogeneidad de su formación. Además, se confirma lo que antes afirmamos sobre la inconsistencia cuantitativa de la intelectualidad portuguesa para, aquí, divulgar y mantener un nivel de lengua que fuera compatible con el culto de Portugal. La lengua, aunque no fuera la culta prac­ticada en Portugal, aunque fuera híbrida con otras voces y comple­tamente heterogénea, aunque fuera portadora de otros discursos y otras vidas, era, todavía, la lengua portuguesa. A pesar de todo esto, la investigación de la diferencia, más que de la semejanza con la lengua portuguesa de Portugal, es más saliente y visible. A final de cuentas, ¿por qué nuestra lengua es la misma siendo otra? El foco primero de los análisis fue sobre la presencia indígena y africana, como ya afirmamos.

Durante años, la interpretación de la influencia africana en el por­tugués de Brasil fue coja e impresionista. Los especialistas, conside­rando a los gramáticos y a los estudiosos de la historia de las lenguas que escribieron desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, y a los no especialistas interesados en la cuestión de la lengua, considerando aquí a los escritores, los periodistas, los profesores de portugués y a otros profesionales, de la misma época, solían atribuir­le a la influencia africana no sólo los préstamos lexicales, los africanismos, como también algunas características fonético-fonológicas y morfosintácticas del portugués popular de Brasil, como la elisión de las “erres y de las eses” de los finales de palabra, la reducción de las flexiones nominales y verbales, la palatalización de la -lh, el ritmo más lento del habla de los brasileños, la pronunciación abierta de las vocales -e y -o, la pronunciación acentuada de las sílabas pre­tónicas y otros hechos. Es importante decir que estos mismos fenó­menos fueron imputados a la interferencia del tupí en el portugués.

Hoy no se tiene más en cuenta nada de esto. Especialistas en len­guas africanas y en portugués, como Bonvini y Petter (1998: 81), ya han aclarado la imposibilidad de que haya habido una interferencia gramatical directa entre el portugués y cualquier lengua africana, ya que ninguna de ellas convivió directamente con el portugués aquí en Brasil. Los autores dicen, sin embargo, que es posible atribuirle a un conjunto de características enunciativas de los locutores africanos, histórica y culturalmente marcados, y de sus modos de ejercicio del lenguaje, ciertos procesos, como los fonológicos (simplificación y reducción) y morfosintácticos, comunes al portugués así llamado “popular” de Brasil y a los pidgins, criollos y lenguas vehiculares del África negra, sin, no obstante, imputarles necesariamente una dependencia directa de estos sobre aquel.

Una vez resuelto este problema, nos queda, entonces, esclare­cer que la “matriz africana” existe para nosotros desde el punto de vista étnico y cultural y que, a partir de dicho nivel es que afecta a la lengua portuguesa. No cabe, por lo tanto, hablar de la existencia directa, desde el punto de vista lingüístico, de una matriz africana con relación al PB.

La matriz indígena existió en las regiones donde hubo bilingüis­mo y, aun así, la lengua portuguesa, por medio de la fuerza político administrativa, suplantó las lenguas generales, que tampoco consti­tuyeron un sustrato para el portugués. En la región amazónica, don­de, aún hoy, existe la lengua general, la interferencia siempre fue mayor. Un relato de Veríssimo (1886), en la obra Cenas da vida amazônica [Escenas de la vida amazónica], por ejemplo, enumera, entre las características comúnmente atribuidas tanto a la influencia indígena como a la africana, algunas otras diferentes, por la presen­cia más directa de la lengua indígena en la frase portuguesa, como las siguientes:

 

1.    uso da palavra porção no final de frases para indicar quantidade: ex. havia gente porção; pescou peixe porção.

 

2.    uso do adjetivo bonito no lugar de bom: ex. cheiro bonito (porque em tupi se diz sakena puranga que equivale a essa expressão).

3.    uso de será como marca de interrogação: ex. Você vai à missa será? (porque em tupi se diz Ndê reço será missa kêtê?)

 
4.    repetição de ainda: ex. eu vou ainda; eu quero ainda (porque em tupi se diz xacô rain para “eu vou ainda”; catu rain para “bom ainda”).

 

5.    uso de curi: a palavra curi fazia o futuro dos verbos, como em apu­raukê curi para eu trabalharei; para até logo, então se diz até curi.

 

6.  uso do adjetivo tupi pitinga para branco: ex. mãe-pitinga, em vez de mãe-branca. (Veríssimo 1886: 35)

 

Para estos casos, el autor explica que los indios tradujeron su frase literalmente al portugués, lo cual fue incorporado en el habla en general. Sobre esto explica:

 

O filho das nossas capitais, onde o elemento verdadeiramente brasileiro tenha sido sufocado pelo estrangeiro, do Rio de Janeiro ou de Pernambuco, por exemplo, subitamente transportados para as margens do Amazonas ou de seus afluentes, para as regiões da seringa, da castanha na época dos ajuntamentos periódicos, ficará certamente surpreso de ouvir uma língua, que reconheceria portuguesa, é verdade, mas na qual o modo de dizer, inúmeros termos, a mesma construção é toda estranha, e saindo de lá notaria que em todos os lugares das duas províncias o fato reproduz apenas a diferença de intensidade. (Veríssimo 1886: 27-38)

 

La afirmación sobre las influencias indígena y africana puede llevar, equivocadamente, a la idea de que dentro de esa heterogenei­dad hubo una homogeneidad en la formación de la cultura brasileña. Esta no fue la realidad, pues hubo regiones brasileñas que no fueron afectadas del todo por la mezcla afro-indígena. El poblamiento de Santa Catarina, por ejemplo, tanto de la isla, Nossa Senhora do Desterro, en aquella época, como del continente, se dio por medio de la “emigración provocada”. La metrópoli, temerosa de invasio­nes, posibles por las características de la región (región de fronte­ra), estimuló la emigración de matrimonios portugueses (familias completas). Además de los pasajes gratuitos, dice Prado Jr. (1965: 46), el gobierno les ofrecía ventajas como pequeños lotes de tierra, previamente demarcados y preparados para recibir a cada familia, y condiciones para el cultivo agrícola (instrumentos agrícolas, se­millas, etc.). Así, entre los siglos XVII y XIX, muchas parejas de las Islas Azores aceptaron estas condiciones. El resultado de dicha política fue, además del aumento poblacional de un 144,6% entre los años a 1748 a 1756 (según Furlan 1989: 17), la formación de un núcleo poblacional bien diferente de aquellos formados en las principales regiones de la colonia. A partir de entonces la población creció rápidamente y mantuvo hábitos sociales también diferentes. Por ejemplo, los desplazamientos poblacionales solo se daban en grandes grupos, debido a la solidaridad existente entre las familias.

Según Furlan (1989: 26) que estudió la influencia azoriana en el portugués de Brasil, el territorio de Santa Catarina fue habitado por descendientes de portugueses, venidos de São Paulo, por São Vicente. Los paulistas fundaron núcleos poblacionales en el litoral catarinense, entonces habitado por indios, entre los cuales se desta­can: São Francisco do Sul (1640), Nossa Senhora do Desterro, hoy Florianópolis (1662; 1675?) y Laguna (1684).

En esta comunidad más homogénea de hablantes, la lengua se diferenciaba, en algunos aspectos, de aquella hablada en el resto del país, como es natural. La situación, sin embargo, no es enormemente diferente porque, para estos hablantes, según acentúa Furlan (1989: 27) hubo siempre un “prolongado intercâmbio lingüístico entre a co­munidade açoriano-catarinense e outras comunidades de acentuada presença portuguesa, como as de Santos/São Vicente, Salvador e, sobretudo, Rio de Janeiro, sede da capital federal até 1960”.

La influencia azoriana en el hablar catarinense, dice Furlan (1989: 27), no es simple de ser descrita. Aun así, algunos rasgos pueden ser atribuidos a esta, con alguna seguridad, como los siguientes: “a) o tratamento por tu (tuteamento) familiar e verbo na 2ª pessoa do sin­gular, com resíduos de vós (voseamento) respeitoso – sistema que foi substituído desde o século 18 em quase todo o Brasil, por você; b) resíduos de apoio paragógico de [i] ou [e] a oxítonos terminados em –l, -r, -s, -z, ou seja /w, r, s/; c) o uso de certas formas e de muitos vocábulos atestados já no português arcaico (séc. 13 a 16) eviden­ciam a força do isolamento e do conseqüente conservadorismo (1) do açoriano relativamente aos demais falares brasileiros, (2) dos fa­lares açorianos relativamente ao português europeu continental e (3) do romance português relativamente ao latim de Roma”.

 

 

6. LA CONTRIBUCIÓN DE LOS EXTRANJEROS A LA CULTURA BRASILEÑA

 

La historia del poblamiento en Brasil también muestra que mu­chas regiones, especialmente las del interior, no sufrieron igualmente la influencia de la mezcla racial luso-indígena-africana, en conjunto, y, consecuentemente, la formación lingüística fue también diferente. Así ocurrió con los estados de la región norte, por ejemplo, Amapá, región disputada por ingleses, holandeses y franceses, y solamente integrada al territorio brasileño en 1889, región en la que misiona­rios franciscanos y jesuitas intentaron, en el siglo XVIII, catequizar a los indios, sin éxito. De dichas tentativas, surgieron algunas aldeas indígenas, miserables, semicivilizadas que quedaron aisladas. Del mismo modo, no fue fácil la ocupación del Amazonas, de la región entonces denominada Grão-Pará y del interior del noreste (Prado Jr.1965: 37).

En cuanto a la participación de extranjeros en la vida brasileña, dice Prado Jr. (1965: 81) que no fue significativa, en el período que abarca el inicio de la colonización y se extiende hasta los primeros años del siglo XIX, cuando se llevó a cabo la apertura de los puer­tos. Los portugueses eran muy liberales con relación a la entrada de extranjeros en sus posesiones, pues el único criterio de admisión que usaban era el religioso, para impedir la proliferación de religio­nes no cristianas en la colonia. Solamente durante el período de la dominación española sobre Portugal esta situación cambió, porque España tenía criterios políticos que debían ser obedecidos. Con la Restauración, sin embargo, todo volvió a lo que era antes y los ex­tranjeros entraron libremente. El único período de impedimento de la entrada de extranjeros por parte de los portugueses fue la época del auge de la extracción de minerales (última década del siglo XVII y mediados del XVIII, cincuenta años), para evitar la competencia en la extracción de oro y piedras preciosas. Aun así, con toda la tolerancia portuguesa, Brasil no había recibido, hasta ese período, una cantidad significativa de extranjeros que pudiese influir en la sociedad.

Por este motivo, la inmigración europea fue fundamentalmente de portugueses. Prado Jr. (1965) alega que hubo por parte de la me­trópoli dos fases migratorias: la primera, que se extendió desde el siglo XVI hasta mediados del XVII, hasta la Restauración y el fin de las guerras holandesas, más escasa porque la colonia no ofrecía mayores atractivos, y porque, para los portugueses, la preferencia era el Oriente. En esta fase, la inmigración era predominantemente de “desterrados”; la segunda, más densa, tiene origen en la crisis portuguesa, posterior a la Restauración, derivada de la política de los Habsburgo, que, por haberse preocupado solo de la política eu­ropea, ocasionó la pérdida de las colonias orientales portuguesas. Los portugueses, pauperizados, vienen entonces, en masa, a Brasil. Esa migración fue tan violenta, por la cantidad de gente que aban­donaba Portugal, que el rey precisó editar medidas legales que la impidieran.

El resultado de dicha masa de portugueses fue la transformación de la sociedad brasileña de comienzos del siglo XIX, que se convir­tió en algo completamente diferente de aquella de comienzos de la colonización. Vinieron, en esta segunda fase, portugueses de todos los lugares y clases sociales. Dice Prado Jr. (1965: 82), “encontra­mos desde fidalgos e letrados, que vêm sobretudo ocupar os cargos da administração, e que em muitos casos se fixam definitivamente com sua descendência na colônia, até indivíduos de classes mais humildes”. Se forma, entonces, una sociedad con características ya más urbanas.

Poco tiempo después, con la llegada de la familia real a Brasil, en 1808, se dio la apertura de los puertos y, consecuentemente, aumen­tó el flujo de extranjeros. Fueron corrientes migratorias de Europa y Asia (Japón), derivadas de las crisis postbélicas por las que pasaron los pueblos de estos continentes. Además, a finales del siglo, des­pués de la abolición de la esclavitud, el imperio de Brasil estimuló la emigración para, de un lado, traer mano de obra cualificada para el desarrollo de la agricultura brasileña y, de otro, para sustituir el tra­bajo esclavo. Aliado a ello, había otro motivo, este más ideológico, que fue la política de “blanqueamiento” de la población brasileña. De este modo, muchos rincones del país quedaron “extranjerizados” y, en ciertos casos, otras lenguas pasaron a ser practicadas, en comu­nidades aisladas, es cierto, en Brasil.

Las informaciones sobre extranjeros solo existen en los datos del IBGE (1990) a partir del censo de 1872. El resumen de la situación, en números relativos, de la cantidad de extranjeros por mil habitan­tes, entre 1872 y 1920, es el siguiente:

 

 

 

 
 

 




 

El recuadro revela que, en algunos estados, la presencia de ex­tranjeros es significativa. Además, deja claro que los estados más afectados por la presencia extranjera en esa época fueron los locali­zados en el sudeste y sur de Brasil. Con excepción de los estados de Amazonas, Mato Grosso y Pará, los cuales, aunque menos que los otros, también recibieron muchos inmigrantes.

Si tomamos el ejemplo de São Paulo, veremos que, en 1893, de acuerdo con el censo hecho por la Oficina Pública de Estadística y el archivo del estado[9] había realmente una legión de extranjeros.

Como esclarece Toledo, de los 130.775 habitantes de la ciudad, el 54,6% (71.468) eran extranjeros, contra el 45,4% (59.307) de bra­sileños. Sobre la situación de São Paulo en aquella época dice el autor:

 

Eis a grande novidade: São Paulo virara uma cidade de maioria estrangeira. A velha São Paulo de mamelucos, a mais brasileira das cidades, no sentido de que, ao mesclar o colonizador português com o índio, num fundão dis­tante da pressão direta da metrópole, criou um tipo original de sociedade, tinha virado a menos brasileira. Ou, pelo menos, a cidade onde, como ne­nhuma outra, inventava-se um novo Brasil, de sangue e feições diferentes do padrão convencional, baseado no tripé português/negro/índio. (Toledo 2003: 476)

 

Toledo continúa su narrativa explicando que entre estos extran­jeros los más numerosos eran los italianos, un 35% del total de la población (45.457), seguidos de un 11% de portugueses (14.440), un 4% de españoles (4.818) y un 22% de alemanes (2.345). Los datos del IBGE (1941) muestran que de 1827 a 1939 los extranjeros del estado de São Paulo sumaban 2.301.204, de los cuales 945.983 eran italianos; 425.545, portugueses; 387.117, españoles; 186.769, japo­neses; 35.122, austríacos y 317.747 de otras nacionalidades.

Nos queda indagar, entonces, cuál es la repercusión de dicho contingente de extranjeros en la cultura brasileña. Según Ribeiro, no obstante la inmensidad numérica, los extranjeros poco influyeron en el todo de la cultura brasileña, aunque, sin dudas, hayan dejado su contribución. Dice el autor:

 

Apesar de numericamente pouco ponderable[10], o papel do imigrante foi muito importante como formador de certos conglomerados regionais nas áreas sulinas em que mais se concentrou, criando paisagens caracteristi­camente européias e populações dominadoramente brancas. Conquanto relevante na constituição racial dessas áreas, não teve maior relevância na fixação das características da população brasileira e da sua cultura. Quando começou a chegar em maiores contingentes, a população nacional já era tão maciça numericamente e tão definida do ponto de vista étnico, que pôde iniciar a absorção cultural e racial do imigrante sem grandes alterações no conjunto. (Ribeiro 1995: 222)

 

Desde el punto de vista lingüístico, podemos decir lo mismo, porque, para el portugués de Brasil como un todo, no se puede afir­mar que haya habido una interferencia significativa de dichas pobla­ciones. Tampoco se puede decir que esta participación sea inocua ya que el contacto lingüístico entre diferentes siempre deja marcas, incluso cuando no se pueda precisar dónde están estas marcas. Es un hecho que de los italianos tienen el saludo que cierra una inte­racción, el ciao (o tchau, según la pronunciación en portugués), que desde hace mucho tiempo es normal en Brasil, como así también muchos sustantivos del campo de la gastronomía. Como muestra Alves (2004: 31-5) del universo de extranjerismos integrados al por­tugués de Brasil, un 17% en total, el 3% son de italianismos. Entre estos, actualmente, predominan los italianismos en el campo del arte de la culinaria, pero, como informan los autores, en el pasado, pre­dominaban en las áreas de las artes y de la navegación.

Además de la influencia extranjera ocurrida por la presencia de los hablantes en Brasil, hay otra que, aunque no cuente con hablan­tes in loco, es mucho más fuerte: la influencia de las lenguas de gran prestigio cultural, como el francés en el siglo XIX y primera mitad del XX, y el inglés en la segunda mitad del XX hasta hoy. Sobre es­tos casos hay mucho metalenguaje producido, principalmente para rechazar su contribución.

 

 

7. CONSIDERACIONES FINALES

 

Por último, después de lanzar una mirada desde lo alto y des­de lejos en el tiempo a todos estos hechos históricos, analizando retrospectivamente el horizonte en el que se constituyó la lengua portuguesa en y de Brasil, podemos afirmar que la repercusión de los hechos sociales, antropológicos, políticos y económicos es gran­de. De un lado, medidas político-administrativas adoptadas por el gobierno, desde, por ejemplo, la prohibición de la práctica de las lenguas generales y la imposición del uso del portugués en Brasil por el Decreto del Marqués de Pombal, hasta el estímulo a flujos migratorios, principalmente el luso, azoriano y continental; de otro lado, la aceptación de dichas medidas por parte de los brasileños, y la práctica corriente de la lengua portuguesa, todo ayudó a conso­lidar, definitivamente, el portugués como la lengua de Brasil. Tan consolidada está y estuvo que, en São Paulo, a fines del siglo XIX hasta mediados del XX, por ejemplo, fue capaz no solamente de prevalecer sobre el italiano, estando en desventaja numérica de ha­blantes, sino también de mantener su integridad.

Pero esta lengua aquí practicada, producto de tanta hibridación, es altamente compleja, y su interpretación no es una tarea simple ni fácil. Pensamos, por ejemplo, en la cuestión de las normas aquí vigentes, problema que deriva del nivel de instrucción del pueblo brasileño. La escolarización jamás siguió a la creciente urbanización del país. Nunca fue amplia, general e irrestricta. Brasil permaneció siendo un país de analfabetos, en grados variados, desde el inicio de la colonización, hasta nuestros días. Por los datos estadísticos del IBGE (2003), ya a fines del siglo XX, en 1991 de los 130.304.361 de habitantes, 97.535.783 sabían leer y escribir y 32.768.578, más del 25% de la población, por lo tanto, eran completamente analfabetos.  Entre los alfabetizados, es necesario considerar la existencia de los “alfabetizados funcionales”, aquellos que apenas saben las primeras letras. También según los datos del IBGE (2003), en 1993, el 54,1% de los brasileños se encontraban en los niveles entre completamente analfabetos y alfabetizados funcionales. Tan solo un 45,9% integra­ba el grupo de los “completamente alfabetizados o más”. Datos aún más recientes, de 1999, divulgados en 2000, señalan todavía resul­tados alarmantes en cuanto al nivel de analfabetismo en el país: el total de analfabetos funcionales es de 29,4%; de la población urbana el 23,8% son analfabetos; y de la población rural, el 53,2%.

En términos lingüísticos, esto significa que la diferencia norma­tiva entre los alfabetizados y los analfabetos es todavía enorme. Esta situación mantiene, primero, la diferencia entre las modalidades es­crita y hablada, después, las diferencias internas en la modalidad hablada, como siempre las hubo desde la colonización. La escolari­zación eficiente sería importante para la disminución de dichas dife­rencias, tanto las inter como las intra modalidades.

La situación de la lengua portuguesa en Brasil, vale enfatizar, confirma la tesis de Coseriu, sobre la tripartición sistema / norma / habla: el sistema es un inmenso conjunto de posibilidades que per­mite una infinidad de realizaciones que se van fijando como normas. El portugués de Brasil es solo un ejemplo más de las posibilidades de explotación del sistema de la lengua portuguesa. Los que no aceptan esta realidad no parecen creer en la permisividad del sistema, se ape­gan a la imperiosidad de la norma. El portugués es, potencialmente, “caleidoscopiado” de mil maneras por todos los que lo practican.

De todo esto concluimos, como no podría dejar de serlo, que el portugués de Brasil es el producto de toda esta heterogeneidad histó­rica, lo cual, sin dudas, si no construye otra lengua, construye otros discursos. Por ello, podemos terminar con lo que dijo Saramago: lo que existe son vidas en portugués(Apud Lopes 2002)

 

 

8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

8.1. Estudios lingüísticos

 

Alves, Ieda Maria. 2004. Italianismos na língua portuguesa contemporâ­nea, Revista de Italianística, 60: 29-36.

 

Auroux, Sylvain. 2007. La question de l’origine des langues suivi de L’historicité des sciences. París, PUF.

 

Bonvini, Emilio e Margarida Maria Taddoni Petter. 1998. Portugais du Bré­sil et langues africaines, Langages, 130: 68-83.

 

Borges, Luiz Carlos e José Horta Nunes. 1998. La langue générale et la grammatisation des langues indiennes, Langages, 130: 52-67.

 

Elia, Sílvio. 1979. A unidade lingüística do Brasil. Río de Janeiro, Padrão.

 

Elia, Sílvio. 1989. A língua portuguesa no mundo, São Paulo, Ática.

 

Furlan, Oswaldo Antônio. 1989. Influência açoriana no português do Bra­sil em Santa Catarina, Florianópolis, Editora de la UFSC.

 

Rodrigues, Aryon Dall’Igna. 1986. Línguas brasileiras: para o conheci­mento das línguas indígenas, São Paulo, Loyola.

 

Rodrigues, Aryon Dall’Igna. 1996. As línguas sul-americanas, Disponible en: www.unb.br/il/lali/publicacoes/publ_002.html

 

Rodrigues, Aryon Dall’Igna. [s.d.] A originalidade das línguas indígenas brasileiras, Disponible en: www.unb.br/il/lali/publicacoes/publ_001.html

 

Silva Neto, Serafim da. [1950] 1986a. Introdução ao estudo da língua por­tuguesa no Brasil, 5ª ed., Río de Janeiro, Presença.

 

Silva Neto, Serafim da. [1957] 1986b. História da língua portuguesa, 4ª ed., Río de Janeiro, Presença.

 

 

8.2. Estudios de historia (otros estudios)

 

Azevedo, Fernando. [1941] 1971. A cultura brasileira, 5ª ed., São Paulo, Melhoramentos.

 

Cardim, Fernão. [1587] 1978. Tratado da terra e gente do Brasil, 3ª ed., São Paulo, Nacional, Vol. 168, Col. Brasiliana.

 

Freire, Gilberto. [1933] 1987. Casa grande & senzala: formação da família brasileira sob o regime da economia patriarcal, 25ª ed., Rio de Janeiro, José Olympio.

 

Holanda, Sérgio Buarque de. [1936] 1995. Raízes do Brasil, 26ª ed., São Paulo, Companhia das Letras.

 

Lopes, Victor (dir.). 2002. Línguas, vidas em português. Documentário com José Saramago et al., TV Zero, Sambascope, Costa do Castelo

 

Prado Jr., Caio. 1965. Formação do Brasil contemporâneo: Colônia, 8ª ed., São Paulo: Brasiliense.

 

Ribeiro, Darcy. [1995] 2006. O povo brasileiro: a formação e o sentido do Brasil. São Paulo, Companhia da Letras.

 

Sampaio, Teodoro. 1955. O tupí na geografia nacional, 4ª ed., Salvador, Cámara Municipal.

 

Sousa, Gabriel Soares de. [1587] 1971. Tratado descritivo do Brasil em 1587, 4ª ed., São Paulo, Nacional. Vol. 117, Col. Brasiliana.

 

Toledo, Roberto Pompeu de. 2003. A capital da solidão: uma história de São Paulo das origens a 1900, Río de Janeiro, Objetiva.

 

Veríssimo, José. 1886. Cenas da vida amazônica. Com um estudo sobre as populações indígenas e mestiças da amazônia. Lisboa, Tavares Cardoso.

 

 

8.3. Otras referencias

 

IBGE Estatísticas Históricas do Brasil. 1990. Séries econômicas, demo­gráficas e sociais de 1500-1988, Fundación Instituto Brasileiro de Geo­grafia e Estatística, Río de Janeiro, IBGE. Disponible en: www.biblio­teca.ibge.gov.br

 

IBGE Repertório Estatístico do Brasil. 1941. Quadros retrospectivos: 1, Separata do anuário estatístico do Brasil, Ano V, 1939/1940, Río de Janeiro, Servicio Gráfico del Instituto Brasileño de Geografia y Esta­dística. Série de estatísticas retrospectivas, Vol. 1, Disponible en: http://www.biblioteca.ibge.gov.br/

 IBGE Estatísticas do século XX. 2003. Centro de documentación y disemi­nación de informaciones, Río de Janeiro, IBGE.

 

O povo brasileiro [2000] 2005. De la obra de Darcy Ribeiro. Idealización y dirección de Isa Grinspum Ferraz, Sperfilmes. Disponible en DVD.

 

 

 

 




[1] Cabe aclarar que en la obra citada Darcy Ribeiro no se refiere a una “matriz africana”, entre lo que acuñó como “matrices étnicas”, o sea, la “matriz tupí” y la “lusitanidad”. Sin embargo, en el documental O povo brasileiro (2005), disponible en DVD, elaborado a partir de dicha obra, entre los programas, se encuentran las tres matrices, así tituladas: matriz tupí, matriz africana y matriz lusa.

[2] El Padre Fernão Cardim (1978: 184), en el relato que hace de la “Missão do Pe. Christo­vão Gouvêa às partes do Brasil - anno de 83”, cuenta que cuando el sacerdote oía la confesión de los indios “dava-lhes sua penitencia leve, porque não são capazes de mais, e depois da absolvição lhes dizia, na lingua: rair tupâ toçô de hirunamo (XLIV) sc. - filho, Deus vá contigo.” Más adelante, en la página 198, registra: “Logo á quarta-feira fizeram os irmãos estudantes um recebimento ao padre visitados dentro em casa, no tempo do repouso. Recitou-se uma oração em prosa, outra em verso, outra em português, outra na lingua brasilica, com muitos epigramas.”

 

[3] En el Tratado de la tierra y gente de Brasil, el Padre Fernão Cardim, en 1587, describe los animales existentes en Brasil y allí se ve la denominación tupí de los animales. En algunos casos, el Padre presenta el nombre portugués y después el tupí, como “Veado - Na lingua bra­silica se chama Sugoaçú (...)”, en otros, es el nombre tupí el que compone la palabra, porque el animal es desconocido, o no, para él, como en “Tapyretê - Estas são as antas (...)” y “Páca - Estas Pácas são como leitões (...)”. (Cardim 1978: 25-6)

[4] Sobre la discusión de la influencia indígena en el PB, véase: Silva Neto (1986a, 1986b), Elia (1979).

[5] Queda fijado, entonces, desde el siglo XVIII, el territorio que constituyó el Brasil (Prado Jr. 1965: 30-3).

[6] Freire (1987: 281, nota 152) informa, citando a Pereira da Costa, en el libro Orígenes históricos de la industria azucarera de Pernambuco, de 1905, que desde 1559 hubo una orden regia permitiéndole a cada hacendado de Brasil incorporar hasta 120 esclavos del Congo, y que en 1584 había unos diez mil esclavos en Pernambuco, según afirmación de Anchieta.

[7] Silva Neto (1987: 59) narra la declaración del gobernador de Pará (1759), Francisco Xavier de Mendonça Furtado, sobre el habla de algunos africanos, o sus descendientes, que entendían perfectamente la lengua general, pero que nada comprendían de portugués, sobre lo cual concluye: “Como se , até os negros recém-importados compreendiam e falavam, não o português, mas a língua geral.”

[8] Diferencia atribuida a Gilberto Freire: los esclavos de los barracones y los negros de las casas de los hacendados.

[10] O autor (op. cit., p. 221) parte de dados estatísticos, relativos ao Brasil inteiro, de 1890 a 1970, sobre a presença de estrangeiros e brasileiros naturalizados, na seguinte ordem: 2,45% em 1890, 6,16% em 1900, 5,11% em 1920, 3,91% em 1940, 2,34% em 1950 e 0,8% em 1970.

 

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