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Lingüística

versión On-line ISSN 2079-312X

Lingüística vol.30 no.1 Montevideo mayo 2014

 

Lingüística

Vol. 30-1junio 201431-60

ISSN 1132-0214 impresa

ISSN 2079-312X en línea

 

 

ROGET VS. BENOT: EL DICCIONARIO DE IDEAS AFINES A LA LUZ DE SU

ANTECESOR

 

ROGET VS. BENOT: THE DICCIONARIO DE IDEAS AFINES IN LIGHT OF ITS

PREDECESSOR

 

MÓNICA VIDAL DÍEZ

Universitat de Barcelona

mvidaldiez@ub.edu

 

 

El presente trabajo es un estudio contrastivo entre el Diccionario de ideas afines (1899) dirigido por Eduardo Benot y el Thesaurus of English words and phrases (1852) de Peter Mark Roget. A tal fin se han comparado los objetivos de ambas obras, la disposición de la clasificación ideológica de las categorías y el contendido de sus prólogos, así como algunos términos, con el propósito de subrayar semejanzas y disparidades entre ambos diccionarios. Un segundo objetivo es el de restaurar la figura del gaditano y el de rehabilitar la labor hecha en el Diccionario, obra que, en ocasiones, ha sido tildada de “trabajo lleno de defectos y poco útil” [1]. El análisis realizado nos permitirá afirmar el valor de la obra, cincuenta años antes de que apareciera el Diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares.

Palabras clave: lexicografía, lexicografía histórica, historiografía lingüística.

 

 

This paper is a contrastive study between the Diccionario de ideas afines (1899) directed by Eduardo Benot and the Thesaurus of English words and phrases (1852) by Peter Mark Roget. To that end we have compared the purposes of both works, the disposition of the ideological classification of the categories and the contents of their prologues, as well as some terms, in order to underline similarities and differences between the two dictionaries. A second objective is to restore the figure of Benot and rehabilitate the work done in the Diccionario, work that has sometimes been criticized as deeply flawed work and unhelpful”. The analysis will allow us to affirm the importance of the work, fifty years before the appearance of the Diccionario ideológico de la lengua española by Julio Casares.

Keywords: lexicography, historical lexicography, linguistic historiography.

 

(Recibido: 31/1/13; Aceptado: 9/3/13)

 

 

«The review of a catalogue of words of analogous signification, will often suggest by association other trains of thought, which, presenting the subject under new and varied aspects, will vastly expand the sphere of our mental vision».

(Roget 1852: X)

 

 

1. INTRODUCCIÓN

 

Aunque la historia de los diccionarios propiamente dicha no comienza hasta el Renacimiento, ya desde la antigüedad el estudio de las unidades léxicas produjo repertorios de términos según un orden convenido a las que se añadía información varia sobre las palabras. La organización de las voces en las páginas de un diccionario obedece básicamente a dos principios: el orden onomasiológico o el orden semasiológico. En el criterio onomasiológico se parte de las ideas para llegar a las palabras mientras que el criterio semasiológico se base en el principio opuesto: el punto de partida son las palabras para llegar a las ideas. Los diccionarios ideológicos se basan en el criterio onomasiológico. Así, pues, el rasgo definitorio de estos diccionarios es que utilizan un criterio de clasificación semántico. Es decir, en lugar de acudir a una ordenación formal y arbitraria como la alfabética, las palabras se agrupan en base a la relación semántica que se establece entre ellas; dicho de otro modo, los términos agrupados pertenecen a un mismo campo nocional. Es lo que se llama ordenación onomasiológica o analógica. El principal objetivo de este tipo de obras es la codificación del lenguaje.

 

Uno de los primeros diccionarios basado en este principio es el Onomasticón de Julio Pólux. Este repertorio analógico, escrito en torno al año 170 a C., es un léxico del griego ático dividido en diez libros y ordenado por materias. Una traducción al latín, hecha en Venecia en 1502, hizo la obra de Julio Pólux accesible a los estudiosos del Renacimiento y también a los anatomistas, quienes adoptaron palabras griegas poco usuales para designar partes del cuerpo humano. La influencia de este repertorio llega hasta el siglo XIX; Julio Pólux fue una fuente preciosa para la elaboración del Dictionary of Greek and Roman Antiquities de 1842, por William Smith. Según Casares, todavía en el siglo XX fue objeto de consulta obligada para resolver muchos problemas del mundo clásico.

 

Otro intento de obra redactada con el manifiesto fin de clasificar sistemáticamente las ideas por medio de sus expresiones fue el Amera Cosha o vocabulario del sánscrito, aparecido probablemente unos siglos antes de nuestra era, obra de Amara Sinha, traducida al inglés por Colebrooke en 1808.

 

En el siglo XIX surgen nuevos intentos de diccionarios onomasiológicos como el de Prudence Boissière quien publicó en París el Dictionnaire analogique de la langue Francaise, repertoire complet des mots par les idees et des idees par les mots, repertorio completo de las palabras por las ideas y de las ideas por las palabras [2]. También Elias Blanc presentó en París en 1882 su Dictionnaire logique de la langue française ou Classification naturelle et philosophique des mots, des idées et des choses obra como las anteriores referente a la agrupación de las palabras conforme a sus ideas.

 

Pero fue Peter Mark Roget quien sentó las bases para una obra que hubo de servir de modelo a posteriores diccionarios ideológicos. Roget publicó en Londres, 1852, su Thesaurus of English words and phrases classified so as to facilitate the expressions of ideas and assit in literary composition, una obra que tuvo una gran acogida en todo el mundo. Fue remedado en EEUU, traducido al francés (París, 1859) y adaptado al alemán (Hamburgo, 1878).

 

El léxico de ideas de Roget fue concebido en 1805 y llevado a cabo durante cincuenta años por su  autor. Ciertamente, el éxito de dicha obra depende de la perspicaz clasificación de las ideas. Roget observó que no se presenta idea ninguna a nuestra mente sin que venga adherida a ella una palabra. Tal observación le llevó a presuponer que en el proceso de averiguar vocablos, otros vocablos contribuyen a la investigación creando así un entramado de relaciones que van más allá del campo nocional del que se parte.

 

«There are many words, which express ideas compounded of two elementary ideas belonging to different classes. It is therefore necessary to place these words respectively under each of the generic heads to which they relate. The necessity of these repetitions is increased by the circumstance, that ideas included under one class are often connected by relations of the same kind as the ideas which belong to another class». (Roget 1852: XVIII)

 

Entre los muchos ejemplos que cita, el lexicógrafo inglés hace alusión a los procesos de la mente:

 

«Mind is essentially distinct form Matter; and yet, in all languages, the attributes of the one are metaphorically transferred to those of the other». (Roget 1852: XIX)

 

Otro de los valores de la obra de Roget es que se fijó exclusivamente en la lengua de uso para confeccionar su Thesaurus según se desprende de sus palabras:

 

«The purpose of this Work, it must be borne in mind, is, not to explain the signification of words, but simply to classify and arrange them according to the sense in which they are now used, and which I presume to be already known to the reader. […] I am content to accept them in the value of their present currency, and have no concern with their etymologies, or with the history of their transformations». (Roget 1852: XVII)

 

El prólogo del Thesaurus de Roget está plagado de perspicaces ideas lingüísticas, semilla incipiente del posterior desarrollo que sufrió la lingüística a comienzos del siglo XX.

 

En España la lexicografía onomasiológica ha tenido frutos notables. Destaca especialmente la labor llevada a cabo por Julio Casares (1942). Sin embargo, mucho antes de Casares otros lexicógrafos hicieron sus aportaciones e intentos para conseguir una sistematización del léxico en base a criterios analógicos, como es el caso de José Ruiz León con su Inventario de la Lengua Castellana (1879) aunque solo atendía a los verbos y, sobre todo, el Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología, compuesto por una Sociedad de literatos, bajo la dirección de D. Eduardo Benot (1899) de la Academia Española, el cual constituye una cierta imitación del Thesaurus inglés. Casares no cita a ninguno de los dos autores españoles. Sí, no obstante, menciona en su prólogo los diccionarios de Roget y Boissière, olvido injustificable que aquí pretendemos subsanar.

 

 

2. EDUARDO BENOT

 

Eduardo Benot (1822-1907) fue uno de los intelectuales gaditanos más importantes de la Historia Contemporánea perteneciente al grupo del 68. Influyó en los pensadores de la posterior Generación del 98, en especial en Miguel de Unamuno, y en los hermanos Manuel y Antonio Machado quienes colaboraron en la elaboración del Diccionario. Ilustrado y diestro en casi todas las materias, hay que de destacar sus trabajos como lingüista, filólogo, gramático, métrico, lexicólogo, pedagogo, periodista, crítico literario, dramaturgo, poeta y, asimismo, como político, diputado, senador, ministro de fomento, académico de la Lengua, académico de Ciencias, Rector, director y gerente del Colegio de San Felipe Neri, y como jefe y profesor del Observatorio de la Marina de San Fernando. Su obra es extensa y variada. En el presente trabajo, nos centraremos en el Diccionario de ideas afines (1899).

 

Benot no ha llegado a recibir toda la atención que merece de la lingüística hispánica [3]. Y, sin embargo, su audacia y originalidad constituían una pequeña revolución en medio de la rutina que, por aquellos entonces, sobrellevaba la gramática sincrónica en España. Aunque estuvo inmerso en un ambiente donde pervivían las ideas gramaticales de racionalistas e ideólogos seguidores de la tradición española, se abrió a las nuevas corrientes procedentes de Alemania, las cuales le traían el modelo de los estudios históricos y de la psicología positiva. A diferencia de Bello, Benot prefiere romper con el pasado y proponer un verdadero cambio de paradigma. Lo que a Benot le interesaba más no era resolver cuestiones gramaticales, sino descubrir las leyes del hablar:

 

«La observación de los hechos ha sido mi guía. He interrogado a quien nunca se equivoca: la realidad, no a los libros. He mirado a lo que es hoy, y no me han seducido las doctas conjeturas sobre lo que fue o pudo ser». (Benot 1889, III: 543)

 

Uno de los hallazgos en el que el andaluz fundamentó su teoría gramatical fue el haber percibido con toda claridad que las normas del lenguaje se derivan directamente de hechos psicológicos. Combinando tales sugerencias y la lectura de William Dwight Whitney [4] con su cultura matemática y científica, elaboró sobre la lengua y la gramática una visión funcionalista, acorde con las ideas más avanzadas de fines del siglo XIX y comienzos del XX: el lenguaje como actividad que desborda el mero discurso del pensamiento; la lengua como sistema productivo; la sintaxis como entramado de funciones[5]; la realización hablada como acontecimiento singular donde cobran vida y realidad los signos. Benot llegó a formular de forma axiomática que “toda la gramática gira alrededor de la determinación” [6].

 

Benot, cuya obra ofrece un elevado interés para los distintos ámbitos disciplinares que cultivó, i.e. matemática, física, lingüística, didáctica, lexicografía[7], ensayo, métrica y teatro, ha sido objeto de los trabajos de Hurtado, Lope Blanch, Martínez Linares, Sarmiento y Zamorano, entre otros. Nuestro interés pos la parcela lexicográfica del gaditano justifica el breve estudio que sigue a continuación.

 

 

3. EL DICCIONARIO DE IDEAS AFINES Y EL THESAURUS: CONTRASTE

 

3.1 Objetivo de la obra

 

El objetivo del Diccionario de forma análoga al del Thesauruses la codificación de la lengua. Así, por ejemplo, se lee en el prólogo:

 

«No hay nada más necesario, cuando se escribe, que la variedad y la precisión. […] A los que así se abren penosamente camino luchando con las dificultades del escribir, trata de ayudar este Diccionario de ideas, suministrándoles sobre cada asunto todo el caudal de voces y de frases que la lengua puede ofrecer para la expresión, no solo del asunto que pintan o discuten, sino también para los matices e irisaciones de sus variantes, de sus estados y sus límites, de sus modificaciones y subtilidades, del fondo esencial de la idea que preside a tales palabras, y de lo accidental de los conceptos. El escritor puede rápidamente entresacar y escoger de la colección que tiene delante de los ojos aquel término o aquella serie de vocablos más a propósito y que nunca se le habrían aparecido en la memoria a faltarle el Léxico de ideas. Para tal elección no necesita nadie el estudio crítico y elaborado de las sutiles y vaporosas distinciones existentes entre términos sinónimos […]. Solamente con un diccionario de esta clase tendrá a la mano todos los recursos del lenguaje para expresar conceptos, imágenes y emociones».  (Benot 1899: Vi y VII)

 

De forma similar se explica en la obra de Roget:

 

«It is to those who are thus painfully groping their way and struggling with the difficulties of composition, that this Work professes to hold out a helping hand. The assistance it gives is that of furnishing on every topic a copious store of words and phrases, adapted to express all the recognizable shades and modifications of the general idea under which those words and phrases are arranged. The inquirer can readily select, out of the ample collection spread out before his eyes in the following pages, those expressions which are best suited to his purpose, and which might not have accurred to him without such assistance». (Roget 1852: VIII)

 

Vemos, pues, que la finalidad de ambas obras es la misma.

 

3.2. Plan de clasificación

 

El Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología, compuesto por una Sociedad de literatos, bajo la dirección de D. Eduardo Benot (1899) es una obra que, según su director, es un léxico especial que pretende resolver el problema de “dada una idea, encontrar las palabras que la expresan”. Se trata, sin ningún género de dudas, de un repertorio analógico de carácter onomasiológico. El gaditano denomina la obra “léxico español de ideas” y, en el prólogo, reconoce abiertamente su filiación con el Thesaurus de Roget: «en español no existe ningún diccionario de ideas afines conforme con el plan de Mark Roget». Sin embargo, asegura que la obra que él presenta no es una traducción del diccionario del inglés «porque los diccionarios de su índole no pueden traducirse íntegramente [8]; pero en él se sigue con toda fidelidad el sistema del autor, y su acertado plan de clasificación que es como sigue»:

 

CLASIFICACIÓN

 

I. Relaciones abstractas

1. Existencia

2. Relación

3. Cantidad

4. Orden

5. Número

6. Tiempo

7. Cambio

8. Causa

 

II. Espacio

1. En general

2. Dimensiones

3. Forma

4. Movimiento

 

III. Materia

1. En general

2. Inorgánica

3. Orgánica

 

IV. Entendimiento

1. Formación de las ideas

2. Comunicación de las ideas

 

V. Volición

1. Individual

2. Interpersonal

 

VI. Afecciones

1. En general

2. Personales

3. Simpáticas

4. Morales

5. Religiosas

 

A esta clasificación general de las categorías principales sigue una Tabla sinóptica de categorías en la que se desglosa pormenorizadamente los contenidos de aquella. Ofrecemos a continuación la primera página de la Tabla:

 

1. Primera página del plan de clasificación del Diccionario.

 

El Thesaurus de Roget presenta una agrupación similar según se comprueba [9]:

 

Six primary Classes of Categories

1. The first of these classes comprehends ideas derived from the more general and Astract relations among things, such as Existence, Resemblance, Quantity, Order, Number, Time, Power.

2. The second class refers to Space and its various relations, including Motion, or change of place.

3. The third class includes all ideas that relate to the Material world; namely, the Properties of Matter, such as Solidity, Fluidity, Heat, Sound, Light, and the Phenomena they present, as well as the simple Perceptions to which they give rise.

4. The fourth class embraces all ideas of phenomena relating to the Intellect and its operations; comprising the Acquisition, the Retention, and the Communication of Ideas.

5. The fifth class includes the ideas derived from the exercise of Volition; embracing the phenomena and results of our Voluntary and Active Powers; such as Choice, Intention, Utility, Action, Antagonism, Authority, Compact, Property, &c.

6. The sixth and last class comprehends all ideas derived from the operation of our Sentient and moral powers; including our Feelings, Emotions, Passions, and Moral and Religious Sentiments.

 

El esquema es como sigue:

 

I. Abstract relations            

1. Existence

2. Relation

3. Quantity

4. Order

5. Number

6. Time

7. Change

8. Causation

 

II. Space.

1. Generally

2. Dimensions

3. Form

4. Motion

 

III. Matter.

1. Generally

2. Inorganic

3. Organic

 

IV. Intellect.

1. Formation of Ideas

2. Communication of Ideas

 

V. Volition.

1. Individual

2. Intersocial

 

VI. Affections.

1. Generally

2. Personal

3. Sympathetic

4. Moral

5. Religious

 

Si establecemos el paralelismo con las clases que figuran en el cuadro sinóptico anterior, veremos que estas se corresponden de forma palmaria unas con otras tal que el esquema de Benot es una traducción exacta del plan de Roget.

De forma similar, la clasificación genérica de los conceptos que figura en el Diccionario sigue la Tabular sinopsis of categories de la obra de Roget. Adjuntamos análogamente la primera página de la tabla:

 

2. Primera página del plan de clasificación del Thesaurus.

 

Compruébese que la disposición y los contenidos son exactamente los mismos en ambas obras. Luego, en lo que concierne al plan general de la obra, la filiación del diccionario de Benot con respecto al Thesaurus es incuestionable.

 

3.3. Estructura de la obra

 

En el prólogo (Benot 1899: XXV) del Diccionario se indica que la obra consta de dos partes. La primera parte contiene a dos columnas las palabras que expresan las diferentes acepciones, variantes y matices de una misma idea, catalogadas con arreglo a la clasificación anterior. La primera columna contiene las acepciones directamente conexionadas con la idea de que se trate. Y la segunda columna, las acepciones antagónicas. Cada grupo de ideas empieza por el mismo número que lo distingue en la clasificación. Estos números, para facilidad de las investigaciones, están repetidos en lo alto de cada página con caracteres muy visibles. La paginación se ha de buscar en la parte baja de las planas.

 

La segunda parte de la obra es un vocabulario o, más bien, un índice por orden alfabético bastante extenso para designar el número de cada grupo de las palabras expresivas de cada idea, o conexionadas con ellas, directa o antagónicamente. Este vocabulario alfabético no contiene todas las palabras de la lengua, sino solo las suficientes para dar con el número de cada agrupación. Benot indica que cuando se nos ocurre una idea no nos acuden todas las palabras que la expresan; pero sí alguna, más o menos emparentada con ella. La voz de que nos acordemos hay que buscarla en el índice; junto a ella se encuentra el número de la agrupación a que corresponda: en lo alto de las páginas, hay que buscar hasta dar con el número; y, cuando se haya hallado, es necesario leer en el texto la agrupación encabezada por el mismo número y en ella o en la de las palabras antitéticas, encontraremos la voz apetecida o la indicación de donde se halla.

 

La estructura del Thesaurus es similar, aunque no idéntica. Roget (1852) la describe como sigue:

 

«The further subdivisions and minute details will be best understood from an inspection of the Tabular Synopsis of Categories prefixed to the Work, in which are specified the several topics or heads of signification, under which the words have been arranged. By the aid of this table, the reader will, with a little practice, readily discover the place which the particular topic he is in search of occupies in the series; and on turning to the page in the body of the Work which contains it, he will find the group of expressions he requires, out of which he may cull those that are most appropriate to his purpose. For the convenience of reference, I have designated each separate group or heading by a particular number; so that if, during the search, any doubt or difficulty should occur, recourse may be had to the copious alphabetical Index of words at the end of the volume, which will at once indicate the number of the required group». (Roget 1852: XII)

 

« For the purpose of exhibiting with greater distinctness the relations between words expressing opposite and correlative ideas, I have, whenever the subject admitted of such an arrangement, placed them in two parallel columns in the same page, so that each group of expressions may be readily contrasted with those which occupy the adjacent column, and constitute their antitheses». (Roget 1852: XIV)

 

«The alphabetical Index at the end of this Work sufficiently shows the multiplicity of uses to which, by the plasticity of language, the meaning of words has been stretched, so as to adapt them to a great variety of modified significations in subservience to the nicer shades of thought». (Roget 1852: XVIII)

 

«I have observed the same rule in compiling the Index; retaining only the primary or more simple word, and omitting the conjugate words obviously derived from them». (Roget 1852: XX)

 

En definitiva ambas obras comparten una estructura similar:

 

1. Prólogo / Introduction

2. Clasificación

3. Tabla sinóptica de categorías

4. Abreviaturas

5. Cuerpo del diccionario desarrollado según la tabla sinóptica de categorías. El diccionario de Benot viene introducido por un epígrafe titulado Primera parte referida a los términos con sus correspondencias analógicas.  La obra de Roget presenta idéntica disposición si bien las rúbricas no contienen exactamente la misma información según se verá más adelante.

6. Índice de voces en orden alfabético seguido del número que indica el apartado donde se encuentra el término en el diccionario. La segunda parte, según se desprende de las palabras del andaluz, «es un vocabulario, o, más bien, un índice por orden alfabético bastante extenso para designar el número de cada grupo de palabras expresivas de cada idea, o conexionadas con ellas, directa o analógicamente». En lo que concierne a la alusión a los elementos de tecnología, al final de la obra se lee:

 

«Advertencia: quedan en preparación los Elemento de Tecnología. En atención a la índole de dicha obra, ha parecido bien separarla del Diccionario de Ideas afines. Oportunamente se anunciará su publicación. El secretario de redacción: Manuel Machado [10]». (Benot 1899: 1419)

 

El Thesaurus presenta un índice similar. Los números de los epígrafes coinciden prácticamente con el homólogo español.

 

Tal y como se ha puesto de manifiesto, en lo que concierne a la estructura, el Diccionario de Benot sigue detalladamente la disposición de su predecesor inglés.

 

3.4. Desarrollo de los artículos

 

El diccionario de Benot presenta los contenidos siguiendo sistemáticamente el orden de las categorías: nombre, adjetivo, adverbio, interjección, verbo y fraseología, cuyas iniciales están impresas en negrita en la obra [11]. Dichas categorías hacen referencia a las palabras que siguen en la rúbrica, no a la entrada. En el Thesaurus de Roget, las categorías están dadas en cursiva pero no se menciona la de “nombre” que es la N que encabeza la rúbrica de Benot. Ambos diccionarios están agrupados por los conceptos substantivos; de ahí que Roget omita la categoría gramatical. Sin embargo, en el índice sí se pueden encontrar voces de distintas categorías gramaticales con el número del epígrafe al cual remiten.

 

Pasamos seguidamente a analizar el contenido de la obra. Para ello hemos accedido al índice de ambas obras y, lo primero que podemos constatar de entrada, es una diferencia: en el índice del Diccionario aparece la entrada A 561, mientras que la primera entrada del Thesaurus es Aback 235. Esto es, Benot introduce en el epígrafe 561 la noción de “letra”, y así leemos:

 

3. Página en la que figura el término “letra”.

 

Este concepto se encuentra en el Thesaurus bajo el término Letter, character también en el epígrafe 561 cuyo contenido es como sigue:


 

 

 

Vemos, pues, alguna primera diferencia entre ambos diccionarios. Además de la mera inclusión de la “A” en el índice, la información que aporta el Diccionario es mucho más extensa e incluye frases del tipo “La letra con sangre entra” o “al pie de la letra”.

 

Si tomamos la palabra word cuya traducción es “palabra” encontramos la siguiente información en la obra de Roget:

 


 

Casualmente, el término palabra también se corresponde con el epígrafe 562. Ofrecemos a continuación la información que aparece en el diccionario de Benot.

 

6. Página en la que figura el término “palabra”.

 


Tal y como se puede comprobar, tanto el tipo de información como la extensión de la misma es más notable en la obra del gaditano. Aprovechemos, asimismo, para comparar el término neologismo / neology que figura en las imágenes para ver la diferente información que ofrecen ambas obras; la correspondencia en la obra de Benot resulta nuevamente más dilatada.

 

Un caso peculiar en la que la diferencia es más que substancial es el epígrafe 413. En el Diccionario de Benot, la denominación de la entrada se corresponde con “Ruidos, gritos y voces especiales del hombre y de los animales”, esto es, se relaciona con los epígrafes 411 y 412 del Thesaurus inglés. La rúbrica léxica del léxico español tiene una extensión aproximada de cuatro páginas y en ella figuran por separado los distintos animales con sus correspondientes “ruidos”. Véase, en cambio, la brevedad de la información presente en la obra de Roget:

 



 

El diccionario de Benot, no obstante, presenta algunas peculiaridades que la diferencian de su antecesor inglés que bien podrían ser tildadas de “irregularidad”. Así, por ejemplo, los epígrafes 411 y 412 son verbos, los epígrafes 52 y 53, 238 y 239, 525 y 526, 767, 856 son adjetivos, etc. Para justificar dicho proceder, hemos comparado dichas entradas con sus correspondientes inglesas. El resultado es el siguiente:

 

Benot                                          Roget

411 gritar                                        411 human sounds

412 ulular[12]                              412 animal sounds

52 completo                                    52 completeness

53 incompleto                                  53 incompleteness

238 derecha                                    238 dextrality

239 izquierda                                   239 sinistrality

525 manifiesto                                 525 manifestation

526 oculto                                      526 latency

767 suplicante                                 767 petitioner

856 burlesco                                    856 ridicule



En descarga de los autores del Diccionario, queremos aquí justificar dichas entradas por la dificultad que supone, en el caso de los adjetivos, hacer corresponder los conceptos en ambas lenguas: en español, dichos conceptos se expresan mejor mediante el adjetivo mientras que en el inglés, el sustantivo aun tratándose de un derivado adjetival es de uso perfectamente aceptable. ¿Cómo, de otro modo, se puede expresar en nuestro idioma el concepto de “derecha / izquierda”, “completo / incompleto”  si no es mediante el adjetivo? ¿Acaso manifestación se corresponde con el inglés manifestation? En este idioma, ¿el significado del término no está más cerca de “mostración”, idea que recoge mejor el adjetivo manifiesto «1. adj. Descubierto, patente, claro»? El concepto de “suplicante”, ¿no es más extenso que el sustantivo “peticionario”, cuyo significado, según el DRAE es «1. adj. Que pide o solicita oficialmente algo. U. t. c. s.»?

 

Más difícil de justificar es el adjetivo burlesco para el cual no encuentro a priori ninguna explicación racional. Según se comprueba en los datos aportados más arriba, el correspondiente en el Thesaurus es ridicule. El diccionario Collins define el término como «language or behaviour intended to humiliate or mock; derision». El Cambridge lo resuelve como «unkind words or actions that make someone or something look stupid». El Longman ofrece la definición «unkind laughter or remarks that are intended to make someone or something seem stupid». Curiosamente, el DRAE no registra el término como sustantivo; según la Academia la voz significa «1. adj. Que por su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa». De burlesco el DRAE (1899 y 2001[13]) dice: «1. adj. coloq. Festivo, jocoso, sin formalidad, que implica burla o chanza». Comparando ambos idiomas, parece que el término inglés es pragmáticamente más peyorativo frente a la comedida burla del DRAE (1899), cuya definición es «Acción, ademán o palabras con que se procura poner en ridículo a personas o cosas»[14]. Puede que este estado de cosas haya hecho que los redactores se inclinaran por burlesco en lugar de ridículo.

 

En cuanto a la entrada de los verbos gritar y ulular se trata de una licencia de los colaboradores o del propio Benot los cuales han decidido poner la acción, en lugar del sustantivo. No obstante, el término cry sustantivo o verbo, indistintamente significa “gritar” y ululation (derivado de ululate) significa “ulular”. La categoría, efectivamente, no es la misma pero se mantiene sin modificación el significado. Recuérdese el epígrafe 413 en el cual se recogen conjuntamente los sonidos del hombre y de los animales especificados por separado (véase más arriba). De hecho, lo que nos indican las tres rúbricas de la obra española  411, 412 y 413 es un intento de mantener las dos primeras 411 y 412 de forma análoga a la inglesa para poder desarrollar los contenidos nocionales de forma mucho más extensa, los cuales se recogen en  la 413 recuérdese que en la obra española sigue a esta la 413ª que se corresponde con la 413 inglesa. Hay, pues, un intento de no variar la estructura del diccionario inglés.

 

3.5. Las ideas del prólogo

 

Aunque el prólogo de Roget es mucho más extenso que el de Benot, también en las ideas contenidas en aquel se ve la filiación del Diccionario con su predecesor. En ocasiones, Benot recoge las ideas del inglés y las elabora a su manera. Otras, por el contrario, son copia exacta de los pensamientos de su predecesor. Con ello no pretendemos quitar mérito a la obra dirigida por el gaditano, sino simplemente constatar la fuente de la misma[15]. Facilitamos los contenidos que aparecen en ambos prólogos y que se corresponden prácticamente de forma simétrica, uno tras otro:

  

«Some, indeed, there are more highly gifted than others with a facility of expressions, and naturally endowed with the power of eloquence; but to none is it at all times an easy process to embody, in exact and appropriate language, the various trains of ideas that are passing through the mind, or to depict in their true colours and proportions, the diversified and nicer shades of feeling which accompany them».

 

«Hay, sin duda, personas largamente dotada de raudales inagotables para la expresión, nacidas con el fascinante poder de la elocuencia; pero a nadie es dado, a nadie, exteriorizar a todo momento en lenguaje rico, propio y exacto la serie inacabable de ideas que pasan por el entendimiento, ni pintar con sus verdaderos colores, matices, cambiantes y tornasoles, y, sobre todo en la proporción debida, las múltiples, indecisas y sutiles distinciones de los sentimientos que acompaña a nuestras ideas». (Benot 1899: VI)

 

«The use of language is not confined to its being the medium through which we communicate our ideas to one another; it fulfills a no less important function as an instrument of thought, not being merely its vehicle, but giving it wings for flight. […] Words are the instruments by which we form all our abstractions, by which we fashion and embody our ideas and by which we are enabled to glide along a series of premises and conclusions with a rapidity so great as to leave in the memory no trace of the successive steps of the process». (Roget 1852: X)

 

«El lenguaje, no solamente nos facilita los medios de comunicación con nuestros semejantes, sino que ejerce otra función más grandiosa: la de servirnos de instrumento en las operaciones de nuestra misma inteligencia y nuestra propia imaginación. Las voces son las alas de nuestros pensamientos. […] Las palabras son los vehículos de nuestras abstracciones; porque en ellas encarnamos nuestras ideas; y por su eficacia pasamos en nuestras deducciones desde las premisas a las consecuencias, y en nuestras inducciones desde lo concreto a lo general; todo sin esfuerzo, de un modo inconsciente, sin rozamiento sensible, y con rapidez tan asombrosa, que ni siquiera quedan en el recuerdo trazas ni vestigios del complicado procedimiento». (Benot 1899: VII)

 

«Presenting the subject under new and varied aspects, will vastly expand the sphere of our mental vision. Amidst the many objects thus brought within the range of our contemplation, some striking similitude or appropriate image, some excursive flight or brilliant conception, may flash on the mind, giving point and force to our arguments, awakening a responsive chord in the imagination or sensibility of the reader, and procuring for our reasoning a more ready access both to his understanding and to his heart». (Roget 1852: X)

 

«Presentando un concepto bajo nuevas, variadas y múltiples fases y orientaciones, se amplifica inmensamente la esfera de nuestra natural visión intelectiva, y brillan a nuestra contemplación, en más amplios horizontes, similitudes o desemejanzas, deslindes y nexos tan inesperados y sorprendentes, que entonces ha lugar a flamantes y apropiadas representaciones, a imágenes pintorescas, a fantasías que viven, a fulguraciones geniales, y se vigorizan nuestros argumentos y se excitan las cuerdas sensibles del corazón». (Benot 1899: VIII)

 

«False logic, disguised under specious phraseology, too often gains the assent of the unthinking multitude, disseminating far and wide the seeds of prejudice and error. […] a misapplied or misapprehended term is sufficient to give rise to fierce and interminable disputes». (Roget 1852: XI)

 

«La falsa dialéctica, disfrazada por especiosa fraseología, cautiva frecuentemente el asentimiento de las muchedumbres que no piensan, diseminando, a través de grandes espacios y durante largas edades, las preocupaciones, las supersticiones y el error. […] Una palabra mal comprendida basta a veces para producir fieros trastornos». (Benot 1899: VIII)

 

La comparación entre los fragmentos da muestras más que fehacientes de la dependencia del Diccionario con respecto a la obra inglesa.

 

 

4. CONCLUSIÓN

 

El desarrollo de la presente investigación nos permite llegar a las siguientes conclusiones:

 

1. El Diccionario de ideas afines (1899) dirigido por E. Benot es, en lo que a su estructura concierne, así como en la disposición de la clasificación ideológica y de algunos contenidos del prólogo, una traducción del Thesaurus de P.M. Roget (1852).

2. El objetivo de ambas obras es la codificación lingüística.

3. Sin embargo, los contenidos que presenta la obra española dentro de las rúbricas léxicas son mucho más extensos que los de su homologo inglés. Entendemos que aquí la labor de director y redactores va más allá de la información aportada por Roget.

Resulta paradójico que se haya arrinconado el Diccionario de ideas afines y, sin embargo, se siga alabando el Thesaurus de Roget por méritos propios siendo el primero una adaptación y reelaboración de la obra del inglés. Creemos que algunos de los posibles “errores” que presenta el léxico del andaluz sean debidos más a la incomprensión de la obra y a errores de índole editorial, tal y como se ha comentado más arriba, que de la propia concepción de la obra en sí. La utilidad del diccionario se justifica por sí misma salvo que también estemos dispuestos a poner en duda la utilidad del Thesaurus de Roget.

Sorprende, asimismo, el mutismo de Casares sobre este diccionario. En el prólogo al Diccionario ideológico cita a Roget (1852) y a Boissière (1862) pero nada dice de Benot (1899). Aunque solo fuera por tratarse de una adaptación del primero, habría sido conveniente citar la versión española de la obra precursora de la clasificación ideológica del léxico.

Los objetivos de Casares, aunque expresados de forma harto distinta, en nada se apartan de los de sus predecesores:

«Lo verdaderamente necesario, lo que todos echamos de menos a cada paso es un procedimiento mediante el cual se faciliten las operaciones activas del lenguaje, algo que, cuando llegue el caso, nos ayude a hablar, a escribir y también a pensar». (Casares 1981: VII)

«Que cada nueva palabra definida sea […] una realidad viviente incorporada al comercio de las ideas y a los medios de comunicación del pensamiento». (Casares 1981: VIII)

«Supongamos, en cambio, de que hay un medio de que el escritor pueda ver reunidas en cada caso cuantas palabras nombres, adjetivos, verbos, frases, etc. se relacionan con la idea que trata de expresar. […] Y para esto hay que crear […] el diccionario orgánico […] donde, al conjunto de la idea, se ofrezcan en tropel las voces, seguidas del utilísimo cortejo de sinonimias, analogías, antítesis y referencias». (Casares 1981: VIII)

Se dirá, por último, que el Diccionario es una burda copia del Thesaurus inglés. No estamos de acuerdo: creemos haber sabido demostrar que la información contenida en el léxico de 1899 es más amplia, más exhaustiva y más allegada a la naturaleza de nuestra lengua. La cuidada adaptación de un sistema lingüístico a otro merece, como mínimo, algún elogio. Por demás, el mero hecho de haber llevado a cabo una traducción directa del inglés ya resultan en sí mismo una logro y una contribución importantes. ¿Acaso el arte diccionarista no se basa en la copia? En palabras de Manuel Seco:

«En cuanto a los diccionarios, también hay que hablar de intertextualidad, aunque no exactamente en el mismo sentido, sino en el eufemístico, hoy bastante vivo, de copia o plagio». (Manuel Seco 2003: 32)

Esperamos haber contribuido con este estudio a recuperar el valor de la obra de E. Benot y haber intentado rescatar el Diccionario de ideas afines del olvido.

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[2] Nótese la similitud con el título del Diccionario ideológico de Casares.

[3] Son notables, no obstante, los trabajos de historiografía lingüística sobre este autor, entre otros los de Hurtado, Lope Blanch, Martínez Linares, Sarmiento y Zamorano citados en la bibliografía. Ahora bien, sus ideas lingüísticas, propiamente dichas, no forman parte del discurso científico actual.

[4] Filólogo, lingüista, orientalista estadounidense y profesor de sánscrito, anticipó en 1867, antes que Ferdinand de Saussure, el estudio sobre el carácter arbitrario del signo lingüístico.

[5] Según Hurtado Valero, la concepción gramatical que propone Benot reemplaza la antigua teoría de las partes de la oración por una definición funcional de tales categorías tal que el sustantivo puede presentarse bajo la forma de un sustantivo-palabra, de un sustantivo-frase o de un sustantivo-oración (1889: I, 312-14).

[6] Véase el Arte de hablar: Gramática filosófica de la lengua castellana, post. 1910.

[7] Para la lexicografía, véase las referencias bibliográficas citadas en la bibliografía.

[8] Esta observación es un reflejo del principio estructuralista según el cual la lengua es un reflejo de cómo construye y compartimenta la realidad una cultura dada. De modo similar, Roget asegura que: «The study of correlative terms existing in a particular language, may often throw valuable light on the manners and customs of the nations using it». (Roget 1855: XIV)

[9]Utilizamos la 3ª edición del Thesaurus de 1855 que se puede encontrar on-line.

[10] Esta parte no tiene correspondencia en el Thesaurus de Roget.

[11] En la obra aparece un listado de abreviaturas en la que figuran las categorías señaladas a excepción de la N de nombre, la cual no figura en la enumeración. Se trata, sin duda, de un olvido no necesariamente imputable a los redactores.

[12] Sigue el epígrafe 413 que hemos explicado más arriba y, a este, un 413ª Melodía, el cual se corresponde de nuevo con la numeración del léxico inglés.

[13]
La definición no ha cambiado desde la edición de 1899.

[14]
El Diccionario Salamanca que sí contempla el término como sustantivo, recoge la definición: «sust. masculino. Pragmática: peyorativo. Actuación o situación rara o humillante que provoca o puede provocar la burla de los demás».

[15]
No pretendemos aquí entrar, una vez más, en el retraso que España presenta en la esfera científica con respecto a Europa durante el siglo XIX, fuera aquel de tipo técnico o humanístico. La traducción fue, durante mucho tiempo, el único medio a través del cual entraban las ideas y la tecnología nuevas. El francés fue la lengua habitual a través de la cual peneban las novedades científicas; es, pues, de agradecer que Benot llevara a cabo una traducción directa del inglés.

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