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Lingüística

versión On-line ISSN 2079-312X

Lingüística vol.29 no.2 Montevideo dic. 2013

 

Lingüística

Vol. 29-2, diciembre 2013: 93-126

ISSN 2079-312X en línea

ISSN 1132-0214 impresa

 

 

La variación gramatical como forma y significado: el uso de

los clíticos verbales en el español peninsular

 

Grammatical variation as form and meaning: The use of

verbal clitics in Peninsular Spanish

 

Miguel Ángel Aijón Oliva

Universidad de Salamanca

maaijon@usal.es

 

Julio Borrego Nieto

Universidad de Salamanca

jagnus@usal.es

 

Los clíticos pronominales españoles, concebidos como cuasimorfemas verbales de concordancia objetiva, no alternan su posición en las estructuras pluriverbales de una manera azarosa, sino dependiendo del grado de fusión entre los dos verbos y de la prominencia o accesibilidad del referente del clítico. Esta última viene determinada por factores como la persona gramatical, la animacidad, la especificidad o la continuidad a lo largo del discurso; la mayor prominencia se relaciona con una mayor tendencia a la proclisis. El análisis de diversos corpus de español contemporáneo muestra que esta variante solo es una elección entre otras que, juntas, contribuyen a crear cierto estilo de comunicación, como la preferencia por las perífrasis aspectuales, por los referentes de primera y segunda persona, etc., lo que explica que todas ellas tiendan a coaparecer más a menudo en ciertas situaciones comunicativas, preferentemente orales y espontáneas. La idea que dirige la investigación es la de que las variantes sintácticas no son hechos formales aislados, sino que forman parte de pautas más complejas de variación y cambio, a la vez estructural y conceptual, y que se fundamentan en principios cognitivos generales.

 

 

Spanish pronominal clitics, which can be conceived as verbal quasi-morphemes indexing object agreement, do not alternate positions within verbal periphrases in a hazardous way, but depending on the degree of fusion achieved between the verbs as well as on the salience or accessibility of the clitic referent. The latter is conditioned by factors such as grammatical person, animacy, specificity or continuity across discourse; higher salience is associated with a stronger tendency to clitic preposition. The analysis of several corpora of contemporary Spanish shows that this variant is just a choice among others that, together, help create a certain communicative style as the preference for aspectual periphrases, for first- and second-person referents, etc., which explains why they all should tend to co-appear in certain communicative situations, particularly oral and spontaneous ones. The main notion governing the investigation is that syntactic variants are not isolated formal features, but rather a part of more complex patterns of structural as well as conceptual variability and change, which in turn are grounded on general cognitive principles.

 

Palabras clave: clíticos, perífrasis verbales, prominencia, estilo de comunicación.

 

Key words: clitics, verbal periphrases, salience, communicative style.

 

 

 

1. Introducción: los clíticos, entre la sintaxis y la morfología

 

En español, los clíticos verbales (denominados tradicionalmente pronombres personales átonos) constituyen unidades deíctico-anafóricas que permiten indexar a los referentes del discurso cuando estos se codifican como objetos sintácticos. A menudo, la presencia de un clítico hace innecesaria, y a veces impide, la formulación explícita de su argumento correferente; al mismo tiempo, ocupa en la estructura semántica el papel temático de dicho argumento.

 

1.      Compré un libroi  /  Loi compré  /  *Loi compré un libroi

 

Estas propiedades son herencia de su origen en unidades pronominales; de hecho, los pronombres de objeto eran formas tónicas e independientes en latín (me, te, illum, etc.) y en castellano medieval, y sobre ellos operaban las reglas de la sintaxis (Rivero 1986: 198ss). No obstante, desde hace siglos se han visto sometidos a un proceso de gramaticalización que ha supuesto su progresiva pérdida de tonicidad e independencia posicional. Ya en los textos medievales es frecuente encontrar estos pronombres en forma enclítica y apocopada; se adjuntan a diversas clases de palabras, como sustantivos, adverbios o conjunciones (NGRALE 2009: §16.7j), si bien con el tiempo acabarán asociándose necesariamente a lexemas verbales.

 De modo general, los clíticos pronominales se sitúan en un estadio intermedio entre los pronombres tónicos y los morfemas de concordancia (Muysken 2008: 245). En este sentido, el sistema de clíticos del español podría analizarse como un caso de conjugación objetiva (cf. Llorente y Mondéjar 1974, Franco 1993, Enrique-Arias 1997); es decir, el verbo español no establecería concordancia únicamente con el sujeto, sino (de modo variable) con los objetos directo e indirecto. Se trata de un fenómeno relativamente original entre las lenguas romances e indoeuropeas, pero que sí se da en euskera, lengua que convive estrechamente con el español durante los primeros siglos de existencia de este último. El citado proceso de gramaticalización hace que en la actualidad nos encontremos ante un conjunto de unidades que, si bien conservan rasgos típicos de los elementos pronominales, muestran también ciertos comportamientos difíciles de explicar desde esta perspectiva. Cabe destacar los siguientes aspectos:

 

a)        Se formulan en adyacencia estricta a un verbo y, de hecho, se escriben unidos a él cuando aparecen pospuestos. Lo traes; Tráelo.

 

b)        El único elemento que puede figurar entre un clítico y el núcleo verbal es otro clítico. No te traje el libro; No te lo traje; *Te no traje el libro.

 

c)        Cuando varios clíticos se adjuntan a un mismo verbo, se hallan sujetos a un orden bastante estricto de colocación entre sí, con la forma se siempre en primer lugar, seguida de las de primera y segunda persona, y finalmente de las no reflexivas de tercera: Se me lo llevaron. Aun así, se observan vacilaciones en variedades subestándares: Se me ha roto / #Me se ha roto.

 

d)       Son átonos y forman una unidad prosódica con el núcleo verbal. No obstante, en contextos de posposición al verbo, y sobre todo si hay alguna sílaba entre la sílaba tónica de este y el clítico, pueden recibir un acento secundario que probablemente constituye un vestigio de su origen pronominal. Ello permite a Rafael Alberti hacer rimar el monosílabo no con la forma a priori esdrújula míralo en estos versos:

 

Rema, niño, mi remero.

No te canses, no.

Mira ya el puerto lunero,

mira, miraló[1].

 

e)        La citada unidad prosódica se relaciona también con las frecuentes apócopes de los clíticos preverbales en el habla coloquial y vulgar, que inciden en su tendencia a la fusión con el verbo: me han dicho > m’han dicho. Tanto este punto como el anterior sugieren que, frente a lo que pudieran dar a entender las convenciones ortográficas, los clíticos en posición preverbal se hallan en un estadio más avanzado de fusión con el verbo[2].

 

f)         Otros fenómenos morfofonológicos dan idea de la tendencia a asimilar los clíticos a las desinencias verbales de sujeto en la conciencia de los hablantes. Algunos de ellos poseen carácter estándar, como la supresión de la -d del imperativo de segunda persona plural cuando se adjunta el clítico reflexivo os: sentad-os / sentaos; y la supresión de la -s de la primera persona plural con el clítico nos: vayamos-nos / vayámonos. Otros se consideran antinormativos, como diversas metátesis en posposición al verbo (poneldo en lugar de ponedlo, siéntesen por siéntense), la sustitución de la desinencia -mos por -nos (andábanos), etc.

 

g)        Sin embargo, el argumento más decisivo para asimilar los clíticos a los morfemas de concordancia verbal es su posibilidad, dependiendo del contexto, de coaparecer en la misma cláusula con su sintagma correferencial (García-Miguel 1991: 390ss, Enrique-Arias 1997: 34-35). Se trata del fenómeno que habitualmente se ha denominado duplicación o doblado de objetos, pero que, desde este punto de vista, no constituye realmente un pleonasmo. En la oración Lo saludé sería posible afirmar que lo «sustituye» a un sintagma tónico (por ejemplo, a mi hermano), e incluso, como se ha creído frecuentemente, que el propio clítico es un sintagma nominal. Pero también es posible encontrar, al menos en ciertas variedades geográficas y en estilos coloquiales, la variante Lo saludé a mi hermano, en que ambos acompañan al mismo verbo. Esta coaparición es mucho más frecuente y aceptable (y, con algunos verbos, obligatoria) cuando el objeto tónico correferencial es indirecto: Le di el libro a Juan, y más aún en casos de anteposición del objeto: A mi hermano lo saludé. Por otro lado, la imposibilidad de aplicar al clítico pruebas funcionales como la pregunta o la construcción hendida indica que, al contrario que el sintagma tónico, no es un constituyente oracional: –¿A quién saludaste? –*Lo. Y lo mismo parece indicar el hecho de que no puedan coordinarse entre sí: se dice Nos vieron a ti y a mí y no *Te y me vieron.

 

Por lo tanto, del mismo modo que un sujeto expreso coaparece con la desinencia que lo indexa en el verbo (Yoi compréi los libros), un objeto puede coaparecer con un clítico correferencial (Los librosj losj compré yo), el cual funcionaría como marca de concordancia objetiva. No obstante, como ya se ha aclarado, esto ocurre de manera variable y parece depender de una serie de restricciones contextuales y sociosituacionales (cf. Aijón Oliva 2006: cap. 6). Junto a la citada diferencia entre el objeto directo y el indirecto, resulta notoria la variabilidad dependiendo de la posición del objeto correferente: al contrario de lo que ocurre en posición posverbal, el clítico suele ser obligado cuando dicho objeto va antepuesto (A Ana la saludé, A Ana le di el libro) y, asimismo, cuando está omitido en la cláusula, pero se ha mencionado previamente (Estuve buscando las llaves, pero no las encontré). Estas observaciones resultarán de gran importancia para nuestro posterior análisis de la variación posicional de los clíticos.

Asimismo, otros rasgos morfosintácticos de estos elementos impiden equipararlos totalmente a las desinencias de sujeto. En particular, se colocan antepuestos a la raíz de todas las formas verbales finitas (excepto en ciertas variedades dialectales), a diferencia de todos los demás afijos flexivos del español, que se colocan necesariamente detrás (véase, no obstante, el apartado 3 para una posible explicación funcional de esta tendencia).

En resumen, en el español actual la caracterización más adecuada para los clíticos verbales es la de elementos fronterizos entre el nivel sintáctico y el morfológico, esto es, entre las unidades independientes y los morfemas ligados a una base léxica. Resultan similares, en este aspecto, a otras unidades sin contenido lexemático, como las preposiciones, las conjunciones, los artículos, etc. Estos tipos de palabras tampoco constituyen exactamente morfemas de las bases en las que se apoyan fonéticamente, pero poseen caracteres funcionales que los acercan a esta naturaleza. En realidad, categorías como las de palabra y morfema no son discretas ni están perfectamente delimitadas, sino que poseen un carácter gradual; más que de clases diferenciadas, podemos hablar de prototipos, y de en qué medida se acercan a ellos los elementos lingüísticos. Por la misma razón, un enfoque de la gramática como intrínsecamente variable resulta idóneo para abordar el uso y el significado de estas unidades.

 

 

2. Los clíticos verbales y la prominencia discursivo-cognitiva de sus referentes

 

El sistema lingüístico refleja y a la vez configura la percepción humana de la realidad. Los constituyentes sintácticos y las relaciones que se dan entre ellos son representaciones, fundamentalmente icónicas, de escenas en las que hay ciertos participantes principales y otros elementos que quedan en el trasfondo. Por lo tanto, la gramática es intrínsecamente significativa; no se puede separar la forma sintáctica del contenido que expresa (Croft y Cruse 2008: 17-21; Moreno Fernández 2012: 127). De hecho, el hablante puede manejar las alternativas formales que ofrece la lengua para aumentar, disminuir o modificar el papel desempeñado por cierta entidad en la escena descrita, y con ello modificar la interpretación global del enunciado. Existe, pues, una conexión relevante entre la variación morfosintáctica, el discurso y la cognición. En este campo aparecen los clíticos verbales como un paradigma con grandes posibilidades para la investigación lingüística. Desde hace tiempo se ha observado la capacidad de estos elementos deícticos para señalar la mayor o menor relevancia perceptiva de sus referentes en la acción, proceso o estado que se describe en la cláusula. En palabras de Sedano y Bentivoglio (1996-97: 1003):

 

1) los clíticos señalan referentes a los que se puede adjudicar distinto grado de importancia de acuerdo con su grado de animacidad, precisión, valor cultural, topicalidad, etc.; 2) la capacidad de los clíticos para «representar» a una entidad nominal puede ser empleada icónicamente para reforzar la importancia atribuida al referente y/o para señalar el grado de topicalidad del mismo [...]

 

La topicalidad, definida por Givón (1976: 152) como «the likelihood of various NP arguments being the topic of sentences», se reformula en términos cognitivos como prominencia (Croft y Cruse 2008: 73ss) o como accesibilidad (Ariel 1999, 2009; Gundel y Fretheim 2009), entre otros conceptos análogos. La prominencia es el grado de activación mental que posee una entidad en un contexto discursivo, y se relaciona estrechamente con aspectos formales como la expresión variable de los elementos o la manera en que estos son indexados en la cláusula. A medida que un referente se mantiene activado a lo largo del discurso, su formulación explícita resultará progresivamente menos esperable, dado que el hablante considerará innecesario seguir mencionándolo (Givón 2001: 35; Langacker 2009: 112). En el caso particular del español, su presencia discursiva podrá mantenerse fácilmente a través de desinencias de sujeto o de clíticos correferenciales, dependiendo de la función que desempeñe en cada cláusula. El siguiente fragmento muestra cómo un referente de tercera persona puede afianzarse como tema del discurso sin necesidad de formularse repetidamente como sintagma nominal ni como pronombre tónico, sino simplemente a través de los dos tipos de morfemas deíctico-anafóricos mencionados, que marcamos en cursiva.

 

2.      Ayer por la tarde le realizaron una ecografía y comprobaron que aún tiene la lesión en el tendón rotuliano. Afirma: “las pruebas que voy a preparar con más intensidad son las del Campeonato de Clubes […]”. Se con­sidera un poquito impaciente pero sabe que poco a poco saldrá de esta lesión que le ha retrasado pero no le imposibilita.  (MEDIASA <Not-Tr-041104-58>)[3]

 

De aquí se deduce que los clíticos constituyen, al igual que las desinencias de sujeto, una manera de mantener la continuidad de un referente, lo que confirma su relevancia como elementos de construcción discursiva (cf. también Silva-Corvalán 1996). Esta función es, de hecho, análoga a la de cualquier unidad deíctico-anafórica, como son los propios pronombres personales; pero lo importante es destacar que los clíticos, a diferencia de estos últimos, no mencionan realmente a sus referentes, sino que simplemente los indexan en el núcleo verbal, teniendo en cuenta las características sintácticas expuestas anteriormente. A mayor prominencia en un contexto, será más fácil que el referente no se formule, sino que simplemente deje su marca gramatical a través de uno de estos morfemas de concordancia.

A la inversa, la expresión de los referentes se asocia a una dimensión textual generalmente opuesta a la prominencia: la informatividad, entendida como el grado de novedad o inesperabilidad de un elemento teniendo en cuenta el contexto precedente (cf. Lambrecht 1994: 273). El prototipo de informatividad lo constituyen los objetos expresos y pospuestos al verbo. En el siguiente fragmento, se van añadiendo referentes nuevos que rápidamente son sustituidos por otros, es decir, no logran alcanzar prominencia textual, y no establecen ningún tipo de concordancia; es el acto cultural aludido al principio el que se mantiene como tema de todo el texto y el que proporciona unidad y coherencia al resto de las informaciones:

 

3.      Anaya Infantil y Juvenil / presentará en Salamanca la antología poética Efectos secundario:s / coordinada por el escritor Samuel Alonso / el acto tendrá lugar / en el loca:l de la empresa de gestión cultural / Amano Cultura: / en la calle Lucero número siete a las siete y media y contará con la presencia de Samuel Alonso y Raúl Vacas  (MEDIASA <Inf-Co-071204-8:40>)

 

La prominencia y la informatividad, como dimensiones discursivo-cognitivas graduales, permiten explicar en gran medida las restricciones gramaticales que se observan en el uso de los clíticos. Como se indicó en el apartado anterior, estos se formulan habitualmente cuando su referente va antepuesto al verbo (Los libros los compré yo), o cuando está omitido pero resulta accesible en el contexto (véanse los casos del ejemplo 2). Por el contrario, los objetos pospuestos presentan más dificultades para reproducirse con un clítico junto al núcleo verbal, sobre todo si funcionan como objeto directo y son indefinidos (*Los compré algunos libros). De todo ello cabe inferir que, en español, la concordancia con el verbo constituye una manifestación formal de la prominencia de los referentes discursivos. Dicha concordancia resulta categórica en el elemento sintáctico que a priori posee mayor prominencia cognitiva: el sujeto (cf. Hurtado Valero 2004: cap. 1; García 2009: cap. 1); pero también puede darse en objetos que alcancen cierta relevancia en un determinado contexto. Por lo tanto, la indexación a través de un clítico podrá tomarse como un índice de prominencia discursivo-cognitiva (Aijón Oliva y Serrano 2010: 127-128)[4].

 

 

3. Un fenómeno de variación gramatical: la colocación de los clíticos

 

El presente estudio se centrará en la variación posicional de los clíticos con respecto a las estructuras formadas por más de un verbo, e intentará explicarla con arreglo a la noción de prominencia discursivo-cognitiva expuesta anteriormente. En el caso de los núcleos formados por un solo verbo, ya se ha indicado que la mayoría de las variedades actuales del español han generalizado las pautas de colocación de estas unidades, que generalmente aparecen como proclíticas al núcleo verbal y en adyacencia estricta con él (4a, b). No obstante, constituyen excepciones a esta regla las formas no personales: infinitivo (5a) y gerundio (5b), así como los imperativos en modalidad afirmativa (5c). En el español actual, los clíticos no pueden adjuntarse a los participios: por ello, en las formas compuestas, como se observa en (4a), el clítico se antepone al auxiliar haber[5]. En los infinitivos y gerundios compuestos aparece también junto a dicho auxiliar, pero pospuesto a él: haberla llamado; habiéndolos discutido.

 

Anteposición

4a.     La he llamado varias veces, pero no me contesta

4b.    Cuando te digan la hora, nos avisas

 

Posposición

5a.     Llamarla ahora sería un error

5b.     Los problemas se arreglan discutiéndolos

5c.     Contéstame de una vez

 

Esta distribución actual de los usos enclíticos y proclíticos es resultado, seguramente, de una compleja combinación de factores gramaticales y semánticos en la que no es posible profundizar aquí. No obstante, se puede aceptar de modo general la hipótesis de que, dado que los morfemas de concordancia del sujeto se agrupan a la derecha del lexema verbal, los que marcan la concordancia de los objetos tienden a hacerlo a la izquierda, para evitar una acumulación excesiva de elementos morfemáticos y las consiguientes dificultades de procesamiento; particularmente si tenemos en cuenta la abundancia de accidentes que de por sí codifica el sistema verbal español (Enrique-Arias 1993: 57). Así, la preferencia por la enclisis en las formas no personales y en las imperativas se explicaría por carecer todas ellas de desinencias de persona. Aun así, esta hipótesis tampoco resulta del todo convincente si se considera que solo es claramente aplicable a la segunda persona del singular: las formas de imperativo con sujeto vosotros sí poseen desinencia específica (canta-d), mientras que las de otras personas utilizan el presente de subjuntivo (cante usted, canten ellos) (cf. también Rini 1995: 190-191), y aun así todas ellas optan por la posposición de los clíticos.

Actualmente, el mayor grado de variación posicional de los clíticos se da cuando estos aparecen adjuntos a estructuras pluriverbales: perífrasis aspectuales y modales, así como otras construcciones con tendencia a la gramaticalización. Todas ellas responden a un mismo esquema formal: un verbo (generalmente) en forma conjugada (a partir de aquí, V1), que concuerda con el sujeto, se halla en gran medida desemantizado y aporta únicamente los valores aspectuales o modales, y otro verbo en forma no personal (V2), que incorpora el contenido semántico del evento verbal. En estos casos, un clítico que indexe un objeto del V2 puede no solo aparecer en adyacencia a este, sino también desplazarse hacia el V1.

 

6.      Puedo hacerlo  /  Lo puedo hacer

7.      Voy a darte una explicación  /  Te voy a dar una explicación

 

El fenómeno por el que el morfema abandona a su regente, el V2, y se coloca junto al V1 se ha denominado frecuentemente subida o monta de clíticos (ingl. clitic climbing). Cuando existe una secuencia de dos o, más raramente, tres clíticos, pueden permanecer juntos, adosados al V2, o bien subir juntos: en principio, la subida de uno solo no está permitida (ejemplo 8). Por supuesto, es diferente el caso de las estructuras en que cada uno de los clíticos depende de uno de los verbos (9), en las que lógicamente sí se produce esa separación; pero, como se puede observar, a veces también es posible la concurrencia de ambos junto al V1, siempre mediante subida desde el V2 y no al contrario.

 

8.      Voy a dártela  /  Te la voy a dar  /  *Te voy a darla  /  *La voy a darte

9.      Le mandó repetirlo  /  Se lo mandó repetir

 

Hay que subrayar, por obvio que resulte, que lo único realmente variable de la colocación del clítico en estas estructuras pluriverbales es su posibilidad de adjuntarse a uno u otro verbo; por lo que se refiere a la posición que adopta con respecto al elegido, las reglas siguen siendo las mismas revisadas anteriormente: proclisis con las formas finitas y enclisis con infinitivo, gerundio e imperativo: Pudiendo hacerlo / Pudiéndolo hacer. Por ello, no siempre cabe hablar propiamente de anteposición a la estructura, sino en todo caso al V2.

El hecho de que la colocación del clítico en una u otra posición no parezca conllevar diferencias en el significado descriptivo de los enunciados (es difícil postular una diferencia semántica consistente entre alternativas como Estoy haciéndolo / Lo estoy haciendo o Quiero ayudarte / Te quiero ayudar) hace que el fenómeno pueda estudiarse como una variable morfosintáctica. De hecho, la lingüística variacionista le ha prestado atención en diversas ocasiones (Navarro Correa 1990, Davies 1998, Torres Cacoullos 1999, Silva-Corvalán 2001: 184-186, Troya Déniz 2003, entre otros). No obstante, apenas se han abordado las implicaciones discursivas y cognitivas de la variación desde un enfoque como el que aplicaremos aquí, intentando específicamente demostrar que la preferencia por la anteposición de los clíticos se relaciona con una mayor prominencia discursivo-cognitiva de las entidades a las que se refieren.

 

 

4. La variación en un corpus peninsular de prensa y radio

 

El Corpus de Lenguaje de los Medios de Comunicación de Salamanca (MEDIASA) comprende textos de prensa escrita y radio, clasificados en diez géneros discursivos diferentes[6]. Su objetivo es reflejar el uso actual del español en el ámbito de la comunicación de masas, limitando la observación a una comunidad peninsular cuyos caracteres dialectales coinciden básicamente con los del castellano septentrional. Se trata de un corpus reducido (algo más de 300 000 palabras), diseñado para hacer posible la combinación de cálculos estadísticos fiables con la observación cualitativa de todos los ejemplos. Tal proceder resulta necesario con vistas a un análisis integral de la variación lingüística (Schilling 2013: 8-11), y en particular si se enfoca la elección morfosintáctica desde el punto de vista de la creación de significados.

En el corpus citado encontramos 430 casos de clíticos no reflexivos en contextos de estructuras pluriverbales que, a priori, admiten tanto la enclisis como la proclisis. A lo largo de este apartado se utilizarán datos y ejemplos de este conjunto de ítems para mostrar cómo los factores discursivo-cognitivos revisados anteriormente permiten explicar gran parte de las pautas de variación observadas.

En primer lugar, la facilidad para la proclisis depende, en buena medida, del grado de gramaticalización o fusión que posea la construcción pluriverbal (cf. Davies 1998, Torres Cacoullos 1999), por lo que esta resulta más frecuente con las perífrasis propiamente dichas (en particular con las de tipo aspectual, seguidas a bastante distancia por las modales), y menos con los verbos regentes de cláusulas subordinadas, como se puede observar en los datos del cuadro 1. Puede ser interesante observar que la frecuencia de proclisis sigue la misma pauta que la propia frecuencia de uso de las estructuras, es decir, las perífrasis aspectuales no son solo las que tienen mayor porcentaje de clíticos antepuestos, sino las que más se utilizan de modo general en el corpus, con algo más de la mitad del total de ítems; lo contrario ocurre con los verbos regentes de subordinada, relativamente escasos.




Los ejemplos siguientes ilustran la proclisis en los tres tipos de contexto: ir a + infinitivo (10), poder + infinitivo (11) e intentar cuando rige una subordinada de infinitivo (12), si bien en este ejemplo el V1 aparece funcionando a la vez como V2 de estar + gerundio, y el clítico se antepone a toda la estructura.

 

10.    lo primero que te voy a decir es que: hay gente / que ha pasado las vacaciones: / l:- las Navidades conmigo / y bueno pues consigues mantener / e / va:mos la gente se ha mantenido  (MEDIASA <Var-On-080104-13:35>)

 

11.    bueno pues Felipe Miñambres cree conveniente / que otros futbolistas le pueden: desempeñar esa tarea de meter goles  (MEDIASA <Dep-SE-210504-15:50>)

 

12.    –En su vida ¿cuál ha sido su asignatura pendiente?

–Yo creo que tengo muchas, una de ella [sic] es el viajar más. El resto las estoy intentando cumplir.  (MEDIASA <Ent-Ga-200804-15>)

 

Con respecto al tercer tipo de construcciones, cabe aclarar que existen también abundantes casos en los que dos verbos que aparecen en contigüidad no poseen el mínimo grado de fusión estructural necesario para permitir que los clíticos se comporten como lo hacen con los núcleos monoverbales; es decir, la anteposición resulta agramatical o, en todo caso, forzada. Se trata de los que podemos denominar esquemas rígidos. En ellos, el V1 aparece eventualmente acompañado de una subordinada de infinitivo en función de complemento directo o de régimen verbal, como puede ser el caso de decidir en el ejemplo (13). No obstante, también se incluye entre estos esquemas rígidos alguna perífrasis como haber que + infinitivo (14). Estas construcciones poseen gran interés si se contemplan como contextos para una hipotética expansión futura de la proclisis, y serán objeto de estudio más detallado en el apartado 5 de este trabajo.

 

13.    esta Nochevieja / puede ser muy especial / si decides pasarla en Hotel Meliá Horus Salamanca  (MEDIASA <Anu-On-141204-13:05>)  [?Si la decides pasar]

 

14.    Co­mo nos pasa a todos con las tasas e impuestos: muertos o vivos hay que pagarlas y todo sale del mismo bolsillo.  (MEDIASA <Art-Ga-031104-4>)  [??Las hay que pagar]

 

Lo cierto es que el factor del tipo de estructura pluriverbal, si bien de índole más bien mecánica, no carece de implicaciones semánticas, estudiadas ya por Myhill (1989) y Torres Cacoullos (1999) desde distintos ángulos. La gramaticalización de las estructuras pluriverbales a través del tiempo va acompañada de una desemantización del V1, que pasa de ser un verbo con contenido lexemático a un auxiliar que únicamente añade cierto matiz aspectual o modal al evento expresado por el V2. Así se observa, por ejemplo, en perífrasis de desarrollo como estar o andar + gerundio; el original significado locativo o de movimiento de los V1 se va debilitando a medida que se refuerza su asociación con el V2, hasta el punto de que resulta difícil insertar complementos de lugar, tiempo, etc., entre ambos. Cabe, pues, sospechar que el aumento en la proporción de clíticos antepuestos no es ajeno a las variaciones semánticas que se producen en la evolución de las construcciones pluriverbales, hasta convertirse en formas fijas que constituyen variantes especiales de la conjugación verbal. De hecho, comprobaremos que se da una tendencia a la coaparición de diversos rasgos relacionados con la variación formal en diversos planos del significado.

El siguiente paso es analizar si los rasgos sintáctico-semánticos y discursivos de los referentes de los clíticos se relacionan también con la preferencia de estos por una u otra posición en las construcciones pluriverbales. Atenderemos, en primer lugar, a la persona gramatical. Es posible suponer una escala de prominencia cognitiva entre las tres personas, de tal modo que para el hablante dicha prominencia irá disminuyendo a medida que el referente se aleje de él mismo. Resultan particularmente claras las diferencias entre las dos primeras personas, por un lado, y la tercera, por otro (cf. Givón 1976; Bhat 2004: cap. 1). La existencia de aquellas se presupone de algún modo en todo acto de comunicación; además, los pronombres y elementos deícticos asociados a ellas no actúan como sustitutos de sintagmas nominales, sino que señalan directamente a los participantes. El análisis del corpus muestra que la frecuencia de proclisis disminuye de manera bastante uniforme desde la primera hasta la tercera persona gramatical (cuadro 2).



Podemos interpretar que los clíticos de primera y segunda persona tienden a ocupar la posición preverbal, mientras que los de tercera persona se asocian cognitivamente a los objetos y, por ello, no se anteponen con tanta frecuencia al núcleo de la cláusula. Los siguientes ejemplos permiten observar las distintas tendencias de la primera y la tercera persona.

 

15.    me está hablando de un tema / que es de l::a Concejalía: de Cultura / y: / por lo tanto: / prefiero también abstenerme: en mi: / comentario / y: en mi opinión: sobre el asunto / porque tendría que hacerlo la Concejalía de Cultura  (MEDIASA <Var-On-080104-13:10>)

 

16.    para hablar de consumo tenemos: / todo el año y: estamos haciéndolo durante todo el año en las conferencias que damos y: charlas / y: / por una vez vamos a aparcarlo  (MEDIASA <Var-SE-230903-12:40>)

 

Otro factor aparentemente relevante por su repercusión cognitiva es la animacidad de los referentes, la cual, lógicamente, solo puede analizarse como factor de variabilidad en los contextos de tercera persona. Como muestra el cuadro 3, se produce un apreciable aumento de la proclisis cuando el clítico se refiere a una entidad animada. Interesa observar también que más de dos tercios de los referentes de tercera persona son inanimados, lo que incide en las peculiaridades nocionales de esta persona gramatical con respecto a las otras dos, que, salvo en casos metafóricos, designan siempre a referentes humanos.



La propia determinación y la especificidad del referente, sobre todo en comparación con las del sujeto, parecen constituir factores relacionados con la colocación de los clíticos. Así, cuando el sujeto es de tercera persona plural inespecífica, el objeto queda como único protagonista de la escena y la proclisis resulta casi categórica (ejemplos 17 y 18, así como 19 infra). La comparación con las variantes enclíticas permite sospechar que estas últimas favorecerían la búsqueda de un sujeto específico, que en estos contextos es inexistente o irrelevante, mientras que el clítico antepuesto funciona, en cierto modo, como morfema de impersonalización y permite que el evento se focalice en el propio objeto sintáctico.

 

17.    europeos también que están ahí al lado ¿no? / que pueden venir en cualquier momento / y aquí: / como mínimo les van a pagar más que en su país  (MEDIASA <Var-On-080104-13:25>)  [≠ Van a pagarles]

 

18.    Sabe que cualquier día lo pueden parar, pedir los papeles y entonces, ¿qué será de él?  (MEDIASA <Rep-Ga-221203-17>)  [≠ Pueden pararlo]

 

Junto a todo esto, se debe tener en cuenta que la prominencia no depende únicamente de caracteres inherentes a los referentes discursivos, como la persona gramatical y la animacidad; también hay que tener en cuenta el grado de activación o accesibilidad que pueden alcanzar en un contexto determinado (Ariel 1999). En este sentido, la propia posición en que se formulen dichos referentes puede resultar relevante. La proclisis es muy habitual cuando el objeto correferente se formula justo antes del núcleo verbal (esto es, ocupando la posición menos marcada del sujeto sintáctico en la cláusula declarativa), como ilustran los ejemplos (19) y (20). El cuadro 4, restringido a los clíticos de tercera persona que tienen su referente explícito en la propia cláusula (en sí escasos, dado el propio carácter anafórico de estas unidades), permite observar la marcada diferencia entre los contextos de anteposición de dicho objeto y los de posposición. El objeto preverbal posee carácter temático: constituye el elemento del cual se predica el discurso subsiguiente, y ello parece relacionarse con una fuerte tendencia a la colocación también preverbal del clítico.

 

19.    Tengo la esperanza de que esta zona la acaben de arreglar pronto.  (MEDIASA <Rep-Ga-221104-14>)

 

20.    Hemos necesitado el apoyo y la colaboración de muchas personas y a todos ellos les queremos dar las gracias.  (MEDIASA <Car-Ga-130604-6>)

 

 

Finalmente, es posible incluso desbordar las fronteras de la cláusula y analizar si la accesibilidad acumulada por un referente a lo largo de un fragmento discursivo muestra alguna relación con la colocación de los clíticos. Para ello, seguramente no bastaría con tener en cuenta si las entidades correferenciales se han mencionado ya en el discurso precedente o no, dado que, como se ha apuntado, la mayoría de los usos contextuales de los clíticos son anafóricos. La simple cliticización de un referente ya es, pues, un indicio de cierta prominencia (véase de nuevo el apartado 3). No obstante, se puede adoptar un procedimiento algo más complejo: contar las marcas de concordancia verbal consecutivas en las cláusulas anteriores a aquella en la que se encuentra el clítico (cf. Aijón Oliva 2006: 190-191). Por marcas de concordancia entendemos tanto las desinencias verbales de sujeto como los propios clíticos de objeto; ya en el ejemplo (2) supra se observó cómo un referente puede mantener su continuidad discursiva a lo largo de una serie de cláusulas gracias a estos dos tipos de rasgos formales. En el cuadro 5 se muestran los resultados de este análisis, teniendo en cuenta cuatro grados diferentes de continuidad.



Se observa en líneas generales la tendencia predecible: mayor frecuencia de proclisis cuanto mayor es la continuidad del referente a lo largo del fragmento. Aun así, hay un dato discordante: los referentes con concordancia en las dos cláusulas inmediatamente anteriores tienen un porcentaje de proclisis bastante inferior a los que solo concuerdan en la cláusula anterior, con lo que no resulta una escala perfecta. Ello se debe, muy probablemente, a la relativa escasez de ítems en las diversas casillas. Si, en lugar de proponer cuatro grados distintos en esta variable textual, se hubieran distinguido simplemente los casos sin concordancias previas y los demás, resultaría patente la diferencia entre unos y otros: aquellos obtienen poco más de un 50% de proclisis, mientras que los referentes con concordancia en tres o más cláusulas anteriores optan sin excepción por esta variante. Dos de estos últimos casos se muestran en los ejemplos (21) y (22).

 

21.    <MA> este micro no desaparece ¿eh? / seguirá estando un ratito más: <RS> va:le de acuerdo además / es naranja / seguro que en la sala lo puedo localizar en todo momento  (MEDIASA <Var-Pu-281204-12:40>)

 

22.    ellos van a estar siempre ¿eh? / (o) sea no- no le pasa como a Juanes que yo no sé qué problemas tiene con el móvil o que no le quieren coger el teléfono / pero el caso es que cada vez que llama como que nunca encuentra a nadie oye pobrecillo ¿no? fíjate / le vamos a tener que dar nuestro teléfono:  (MEDIASA <Mus-Di-200503-12:25>)

 

De todo lo anterior cabe concluir que los clíticos que se anteponen con mayor frecuencia a las estructuras pluriverbales son aquellos cuyos referentes resultan más prominentes en el discurso, ya sea por sus características inherentes o por la relevancia que adquieren en el contexto. Lógicamente, lo más habitual es que ambos aspectos se den conjuntamente: los referentes de mayor prominencia (los de primera y segunda persona, así como los animados y específicos en general) poseerán a priori mayor facilidad para dominar el avance discursivo. La proclisis puede entenderse, de hecho, como una forma icónica de asimilar dichos referentes a los sujetos sintácticos, cuya posición menos marcada en español y en gran parte de las lenguas del mundo es la preverbal (cf. Fried 2009). Por el contrario, la enclisis se relaciona con participantes que se perciben más objetuales en el evento descrito, además de resultar generalmente más informativos en el contexto.

Restaría, no obstante, dilucidar si existe alguna relación entre todos los índices de prominencia revisados, que favorecen la proclisis, y la distinta preferencia por esta variante dependiendo del tipo de construcción verbal, factor que se revisó al principio de este apartado. La respuesta es que todos ellos parecen constituir aspectos semióticos que contribuyen a crear determinados estilos de comunicación, y que se distribuyen de manera desigual a través de las situaciones comunicativas. Aunque no es posible dedicar a este aspecto toda la extensión que merecería, puede resultar suficiente una comparación, restringida al conjunto de ítems que ha servido de base para nuestro análisis, entre las secciones escrita (prensa) y oral (radio) del corpus analizado, las cuales tienen prácticamente la misma extensión (unas 150 000 palabras).

Se ha comprobado que, en el español actual, la proclisis tiende a darse con mayor frecuencia en la lengua oral y en el discurso escasamente planificado (Torres Cacoullos 1999, Aijón Oliva 2006: 493)[7]. De los 276 ítems proclíticos obtenidos en esta investigación, 206 (un 74.6%) aparecen en los textos radiofónicos. La pregunta, en este caso, es si tal distribución situacional posee alguna relación con el factor básico de la prominencia cognitiva, así como con los aspectos formales que hemos tenido en cuenta en el análisis precedente. Revisaremos únicamente dos de ellos: el tipo de construcción pluriverbal y la persona gramatical del clítico. El cuadro 6 sugiere interesantes diferencias entre el lenguaje oral y el escrito con respecto al primero de ellos.

 


Se observa la preferencia del subcorpus oral por las perífrasis aspectuales, que suponen más de la mitad de los ítems encontrados, mientras que en el escrito representan poco más de la tercera parte. Recordemos que las construcciones de este tipo suelen ser las más gramaticalizadas y aquellas en que el V1 se halla más desemantizado. En general, los valores significativos que comunican las perífrasis aspectuales (sobre todo las más frecuentes, como ir a + infinitivo, estar + gerundio, etc.) resultan útiles para la comunicación más inmediata y dependiente del contexto situacional. Frente a ello, las perífrasis modales (poder, deber, etc.) comunican significados de tipo epistémico y deóntico, por lo que pueden ser más apropiadas para el razonamiento abstracto y descontextualizado, habitual en la lengua escrita más o menos prototípica, como la de los géneros periodísticos informativos[8].

El análisis de las personas gramaticales según el modo de comunicación permite extraer conclusiones similares (cuadro 7). Aunque en ambos subcorpus predominan los referentes de tercera persona (sobre todo inanimada), en el oral se modera esta tendencia, y los de primera y segunda, considerados conjuntamente, se acercan a la mitad de los ítems. De nuevo, ello no puede ser ajeno a la mayor frecuencia general de proclisis en la lengua hablada.

 


Dada esta situación, es posible afirmar que la colocación de los clíticos forma parte de tendencias comunicativas de mucho mayor alcance; su predominio en la lengua oral frente a la escrita no parece casual, sino que guarda relación con la propia preferencia de este tipo de comunicación por los valores semántico-pragmáticos que conllevan las perífrasis aspectuales, así como con el predominio en ella de los referentes humanos y altamente prominentes, como los de primera y segunda persona. En otras palabras, no solo las diversas variantes gramaticales, sino también los factores contextuales que las favorecen, se dan con mayor frecuencia en unas situaciones que en otras (cf. Finegan y Biber 2001: 262). Por ello, más que una relación de causa-efecto entre una variable independiente y otra dependiente (perspectiva desde la que se ha enfocado, por lo general, el estudio de la variación lingüística), cabría hablar de una variación paralela de factores semióticos que se influyen mutuamente, y cuya interacción permite generar el significado de modo simultáneo en diversos planos.

 

 

5. La cognición y el cambio sintáctico: la proclisis en los esquemas rígidos

 

En los apartados precedentes hemos analizado aquellos casos en que las estructuras pluriverbales muestran un grado de fusión considerable (hasta el punto de ser incluidas de ordinario entre las perífrasis verbales), o al menos lo suficientemente acusada como para admitir cierta alternancia entre la enclisis y la proclisis. En otros casos, en cambio, ese grado es tan pequeño que permite con mucha dificultad la variación posicional, si es que no la hace imposible. Los que anteriormente hemos denominado esquemas rígidos pueden distribuirse en tres grupos:

 

a) El V2 constituye una oración subordinada de infinitivo en función de complemento directo. Los V1 que en el corpus MEDIASA aparecen en este contexto y no cuentan con ocurrencias de clíticos antepuestos son conseguir, decidir, desear, elegir, esperar, lograr, necesitar, plantear(se), preferir  y procurar. Naturalmente, no son los únicos posibles, pero seguiremos utilizando el citado corpus como criterio de selección.

 

b) El V2 constituye una oración subordinada de infinitivo en función de complemento de régimen preposicional. En MEDIASA se marcan de este modo los V1 aprender a, comprometerse a, insistir en, pararse a, ponerse a, salir a, (no) tener por qué[9], terminar de, tratar de. El carácter pronominal de alguno de estos verbos (en concreto, comprometerse a, pararse a, ponerse a) y, por tanto, la existencia en ellos de un clítico “propio”, constituye un obstáculo añadido a la recepción del que procede del infinitivo, lo que acentúa el carácter rígido del esquema.

 

c) Otras construcciones, habitualmente tenidas por perífrasis, pero que muestran en el corpus una evidente resistencia a la proclisis. Se trata de continuar, empezar y terminar seguidos de gerundio, y de parecer y haber que seguidos de infinitivo.

 

En el presente apartado trataremos de observar si la consulta de algún otro corpus permite aventurar que la proclisis se está extendiendo también a estos esquemas, y si al menos algunos de los factores de prominencia establecidos pueden aplicarse a ellos igualmente. El corpus utilizado ha sido el de Davies (2002-), que permite efectuar consultas por lemas y categorías, así como comparaciones estadísticas entre siglos y estilos, completado con observaciones esporádicas en otros como Briz y Val.Es.Co. (2002), CREA y CORDE.

Según los datos del corpus Davies, solo unos pocos de los verbos citados carecen totalmente de muestras de proclisis a lo largo de la historia del español. En concreto, son cinco: elegir, plantear(se), comprometerse a, insistir en y (no) tener por qué. No parece inocuo en este sentido el carácter pronominal de alguno de ellos, puesto que pararse a y atreverse a (ausente este de la lista inicial, pero añadido como prototípico para la comparación) tampoco tienen ejemplos en el siglo XX, y ponerse a solo ofrece uno.

Por su parte, los verbos que más ejemplos ofrecen en el siglo XX son, por este orden, tratar de (29), lograr (12), terminar de (7), decidir (5), terminar + gerundio (4) y continuar + gerundio (4). El que terminar de + infinitivo y terminar y continuar seguidos de gerundio sean considerados con frecuencia perífrasis verbales no hace sino confirmar la importancia que posee el grado de fusión verbal en la extensión de la proclisis. Fusión que, por cierto, también es muy intensa en el caso de tratar de: si bien este esquema admite la alternancia de la oración de infinitivo con sustantivas introducidas por que (Trató de llegar / de que llegaran rápidamente), no la tolera, en cambio, con sintagmas nominales (*Trató de su llegada es agramatical en el sentido pertinente) ni con los pronombres habituales (*Trató de ello / de esto), con lo que refleja características funcionales típicas de las perífrasis.

Por otro lado, el comportamiento diacrónico de tres verbos, procurar, desear y salir a, parece desmentir el carácter progresivamente expansivo de la proclisis: los casos documentados antes del XX son 227 para procurar, 213 para desear y 419 para salir a[10], mientras que las cifras para este último siglo son, respectivamente, 2, 3 y 2. No obstante, solo sorprende realmente el caso de procurar: la resistencia a la proclisis por parte de desear puede residir en el carácter poco coloquial de este verbo en la actualidad, y el desequilibrio de salir quizá radique en la frecuencia histórica de la fórmula salir a recibir y sus variantes, hoy en retroceso.  

Los supuestos esquemas rígidos corroboran, por otra parte, que la colocación del clítico junto al V1 es predominante en los registros orales, sobre todo conversacionales. En efecto, a ellos se adscriben 60 de los 82 ejemplos registrados para el XX en los verbos de la muestra, lo cual supone un 73,2%. Añádase, además, que una buena proporción del 26,8% restante procede de diálogos insertos en textos narrativos o de textos en que se finge diálogo. He aquí dos ejemplos:

 

23.    Estaba en la sala de la casa. Un ramito de rosas se refrescaba en el agua de luna. Esa imagen la acompañará hasta el final de sus días. Usted conoce, doña Clarita, a una mujer. Se pone los zapatos a la mañana siguiente y piensa en ella. Después del desayuno la sale a buscar. No habrá otra oportunidad de ser feliz. Usted la ama, y le da gracias a Dios por sus ojos que como un estanque, le refrescan el rostro, el pecho, las manos, al llegar a casa. (Amanda Pedrozo Cibilis, Mujeres al teléfono y otros cuentos)

 

24.    Cuando recién has nacido y te acaban de soltar, no sabes nada y estás feliz. Feliz flotando, todo inconsciente y tranquilo, porque no pesas y no entiendes por qué tanta gente cayendo, que te trata de mirar y decirte algo desesperadamente, o choca contigo y te arrastra... – (Mauricio Ventanas, Tiempo).

 

Significativo a este respecto es también lo que ocurre con haber que + infinitivo, uno de los esquemas más intuitivamente asociado al coloquio informal. El corpus Davies registra dos ejemplos en el siglo XX, ambos orales y procedentes de España. Del CREA están extraídos los de (25), todos de la misma índole; el (26) proviene del CORDE, y en él resulta notorio que el orden elegido forma parte de los rasgos caracterizadores del personaje:

 

25.    Es una esquiadora que la hay que tener en cuenta de cara al año que viene (oral, Estadio Dos, España); suena un instrumento y entonces tienes que adivinar cuál es el as el instrumento. Y luego poner el Y luego, le hay que  decir (oral, ORAL, Centro de enseñanza, clase de Música y Ritmo, Segovia);  A estos se les hay que sumar hombres de gran renombre (prensa, Canarias 7, España); O, si son tres hermanas, aquí se puede poner aquí se podía claro la habría que  hacer la entrada de ahí (oral, Conversación entre vendedor de piso y posible compradora, Madrid)

 

26.    - Pue va uté y se pone ar lao der troncón de encina que hay allá y yo me vi a poné allá en lo arto e la cuesta pa echá un cárculo sobre este terreno pa ve como lo hay que medí. (Anónimo, Cuentos populares españoles)

 

No hemos registrado, en cambio, ningún ejemplo de este esquema con proclisis en el corpus de Val.Es.Co., pese a que aparecen abundantemente (quince casos al menos) los de enclisis, tal vez por la marca fuertemente diastrática (además de la diafásica) asociada en este caso a la proclisis.

Si, como se ha defendido arriba, la abundancia de proclisis en esquemas pluriverbales que se recogen en el coloquio se debe a las estrategias cognitivas asociadas a este estilo, tales estrategias deberían reflejarse en los ejemplos de nuestra muestra. Si se consulta el cuadro 8 infra, se verá que algo de eso sucede; en efecto, están implicadas la primera o la segunda persona en 29 de los 82 ítems (35,4%); el referente del clítico es animado en 49 (59,8%) y es específico en 73 (89%). Lo más frecuente es, además, que en cada ejemplo se asocien varios de estos factores, a veces junto a otros (sujeto indeterminado, sintagma nominal correferente del clítico inmediatamente antepuesto, continuidad discursiva del referente del clítico). Véanse un par de ejemplos. En (27) el referente del clítico es animado, específico, el sujeto es indeterminado, la continuidad discursiva del clítico le asegura su prominencia y se trata de un texto oral; en (28) se dan las mismas características, salvo la continuidad discursiva, en este caso suplida por la mención inmediatamente anterior del referente:

 

27.    Ahora creo que yo no sé si él está vendiendo esos cuadros porque él también tiene una colección propia que vale qué sé yo cuantos millones de pesos. Enc. - ¡ Aja! ¡ El se colecciona a sí mismo! Inf. - No, él tiene obras, que no ha vendido, claro, le salen a comprar.. él lo tiene un... [en una] un sótano porque él tuvo suerte también, suerte no, sino que hubo la visión del vendedor de él, Cambeiler, y fue comprando sitios, entonces en esos sitios tienen... (Oral, Habla Culta: San Juan (PR) M19)

 

28.    Pero, esto, estoy yo convencido, que es necesario, precisamente, para llegar a tener este presidencialismo, mejor equilibrado por los otros Poderes y por la propia sociedad. Lo que sucede es que, como parte de nuestra tradición política, al Presidente de la República se le trataba de ver como algo más que un ser humano. (Habla Culta: San Juan (PR) Entrevista Zedillo)

 

Son reveladores, por su parte, (29) y (30): la información se introduce con enclisis y luego, una vez asegurada así la prominencia, se repite con proclisis:

 

29.    Hay una forma de disimular el miedo que son esas bromas, si quieres a veces un poco groseras, ¿ no?, pero que es una forma de, de evadir el problema, de no pensar en que vas a entrar en una sala de cadáveres. Y luego se ve poco tiempo, realmente. Y lo que ocurre luego, es que termina gustándote. No que te termine gustando el cadáver, sino como tú estás estudiando con un cadáver estás viendo las cosas que luego te tienes que estudiar en un libro, pues llega un momento en que incluso te interesa aquello.(Habla Culta: Madrid M8)

 

30.    Para el sevillano, para el joven incluso, la Semana Santa sigue siendo una cosa importante, que se toma en su sentido. En este sentido que he dicho, no se podría decir tampoco, en sentido transcendental, pero sí es un motivo para un festejo religioso y a la vez popular. Al sevillano continúa gustándole, al joven sevillano le continúa gustando ir a ver los pasos, como se suele decir, a ver las cofradías.(Habla Culta: Sevilla M2)[11]

 

Somos conscientes de la validez relativa de las cifras mientras no se contrasten con las de la enclisis, operación que los corpus utilizados permiten en mucha menor medida. Pero creemos que los datos y ejemplos presentados confirman la validez del procedimiento y de las principales ideas que lo rigen; sobre todo, permiten intuir que los factores discursivo-cognitivos, condensados aquí en la noción de prominencia, constituyen una fuerza determinante en los procesos de cambio sintáctico.

 


6. Conclusiones

 

Hemos analizado la variación posicional de los clíticos verbales en diversos materiales de español contemporáneo, teniendo en cuenta que las elecciones formales son inseparables de los contextos en que se producen y de los significados que se crean en ellos. De la investigación realizada podemos concluir que las variantes sintácticas no son hechos formales aislados, sino que forman parte de pautas más complejas de variación y cambio, a la vez estructural y conceptual, y que se fundamentan en principios cognitivos generales. Así, la tendencia a la proclisis en las estructuras pluriverbales solo es un aspecto entre otros que contribuyen a crear cierto estilo de comunicación, como la preferencia por las perífrasis aspectuales, por los referentes de primera y segunda persona, etc., lo que explica que todos ellos coaparezcan más a menudo en ciertas situaciones de comunicación. Del mismo modo, los factores discursivo-cognitivos permiten explicar en gran medida la aparente tendencia a la generalización de la proclisis a través del tiempo y su extensión a estructuras escasamente gramaticalizadas.

Sin duda, uno de los principales obstáculos para el desarrollo de una teoría de la variación lingüística ha sido la asunción, explícita o implícita, de que la aparición de una variante determinada es consecuencia de la acción de un factor o de una conjunción de factores independientes. Los propios métodos de análisis estadístico favorecen esta percepción de la variabilidad lingüística. Si bien en algunos casos puede ser cierto que la forma que analizamos se vea potenciada por condiciones preexistentes a ella, en otros es igualmente plausible que la elección de dicha forma sea la que desencadene la aparición de otros elementos; o bien, simplemente, que tienda a coaparecer con ellos, sin necesidad de suponer determinación entre unos y otros, sino más bien acción conjunta de todos ellos para el logro de cierto propósito comunicativo. La diversidad formal es manifestación de la construcción de significados en distintos niveles (semántico, discursivo-pragmático, socioestilístico y cognitivo) que en la realidad son difíciles de discriminar. Y no son solo las variantes gramaticales, sino también todos los elementos semióticos que las rodean, los que contribuyen a crear esos significados.

 

 

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[1] R. Alberti: Marinero en tierra. Buenos Aires, Losada, 1966, p. 51.

[2] No obstante, otros indicios parecen apuntar a la conclusión contraria. Así, la posibilidad de factorización del clítico no se da en posición posverbal (*LavarØ y secarlo), pero sí en la preverbal (Galdós: “le cogieron y Ø embarcaron”); cf. NGRALE (2009: §16.7d).

[3] Véase el apartado 4 para la descripción del corpus MEDIASA, del que proceden los ejemplos utilizados en esta sección.

[4] De hecho, los clíticos denominados reflexivos no son correferentes con los objetos, sino con el propio sujeto de la cláusula, y pueden considerarse por ello reforzadores de la concordancia de este, lo que contribuirá a aumentar su prominencia (cf. Aijón Oliva 2011). Dadas las peculiaridades de estos elementos, el presente estudio se restringirá al análisis de los clíticos propiamente objetivos: aquellos que indexan un referente distinto del sujeto sintáctico.

[5] Cf., no obstante, NGRALE (2009: §16.7c) sobre algunas posibilidades de enclisis con participios, que normalmente requieren una coordinación de lexemas verbales.

[6] El texto completo del corpus se halla publicado como anexo en Aijón Oliva (2006).

[7] Ello puede tener relación, además, con cierta evaluación social del fenómeno, que lleva a algunas obras prescriptivas a recomendar la enclisis como solución más lógica o correcta: “es preferible que el pronombre átono vaya junto al verbo del que depende y evitar otras colocaciones” (Cascón Martín 2004: 431).

[8] Por supuesto, la distinción entre prensa y radio solo ofrece una visión general de las pautas de variación estilística; sería necesario un estudio mucho más pormenorizado de los diversos géneros discursivos incluidos en cada modo de comunicación (noticias, artículos, programas de variedades, musicales, etc.) para dilucidar todo el potencial comunicativo de las diversas construcciones pluriverbales, así como el papel de los clíticos adjuntos a ellas.

[9] Gómez Torrego (1999: 3387) considera perífrasis esta construcción.

[10] Las cifras para los siglos anteriores al XX pueden no ser del todo exactas, puesto que se han tomado los totales numéricos, sin comprobar, caso por caso, si todos responden a la estructura analizada. De todos modos las posibles variaciones no serán de la entidad suficiente como para invalidar las conclusiones.

[11] No obstante, el texto prosigue “Continúa gustándole ver la Virgen cuando la mecen y emocionarse y derramar lágrimas, como lo hemos visto”, ahora de nuevo con enclisis.

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