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Lingüística

versión On-line ISSN 2079-312X

Lingüística vol.29 no.2 Montevideo dic. 2013

 

Lingüística

Vol. 29-2, diciembre 2013: 17-49

ISSN 2079-312X en línea

ISSN 1132-0214 impresa

 

 

 

ATENUADORES EN LA LENGUA COLOQUIAL ARGENTINA

 

MITIGATORS IN COLLOQUIAL ARGENTINE SPANISH

 

 

Laura Malena Kornfeld

Universidad Nacional de General Sarmiento

lkornfel@ungs.edu.ar

 

Este trabajo se propone caracterizar un conjunto de expresiones muy utilizadas en la lengua coloquial argentina como atenuadores (particularmente entre los jóvenes): medio, onda, tipo, como y casi (que). Estas expresiones son utilizadas en distintos ámbitos categoriales (nominal, adjetivo, adverbial, verbal, oracional) para suavizar el impacto del significado de una palabra o de toda la aserción. Primero caracterizamos los procesos de gramaticalización que han atravesado medio, onda, tipo, como y casi (que) para llegar a ser atenuadores, a partir de otros significados funcionales o de un significado léxico-conceptual. Luego analizamos sus usos en diversos ámbitos, pero hacemos hincapié en los casos en que funcionan como marcadores oracionales, intentando dar cuenta de su distribución y de su compatibilidad con diversas modalidades, modos, polaridades, contextos de subordinación, etc., con el fin de describir sus propiedades gramaticales básicas. Finalmente, discutimos las diferencias entre los atenuadores y los marcadores que expresan duda epistémica (por ahí, capaz, a lo mejor), así como el tipo particular de atenuación que involucran nuestras expresiones. Con este recorrido, el trabajo intenta poner de relieve la pertinencia de la etiqueta de atenuación para la gramática, en tanto estrategias o recursos que el hablante utiliza con un fin pragmático determinado.

 

 

This paper aims at characterizing a set of expressions very frequent in colloquial spoken varieties of Argentine Spanish (particularly among young people), used as mitigators: medio, onda, tipo, como and casi (que). These expressions are utilized in different categorial domaines (nominal, adjectival, adverbial, verbal, sentential) in order to weaken the impact of the meaning of a word or of the whole assertion. First, we characterize the different processes of grammaticalization of medio, onda, tipo, como and casi (que) as mitigators, parting from other functional values or from a lexical-conceptual meaning. Then we analyze their uses in different domains, and specially the cases in which they function as sentential markers, trying to explain their distribution and their compatibility with various modalities, moods, polarities, contexts of subordination, etc., in order to describe their basic grammatical properties. Finally, we discuss which differences exist between mitigators and markers that express epistemic doubt (por ahí, capaz, a lo mejor), and also which would be the specific kind of mitigation involved in our expressions. In this way, the paper intends to emphasize the relevance for grammar of the notion of mitigation, conceived as strategies or resources that the speaker uses with certain pragmatic goal.

 

Palabras clave: modalidad, atenuación, variedades coloquiales y orales, español de la Argentina.

 

Key words: modality, mitigation, colloquial spoken varieties, Argentine Spanish.

 

 

 

1. Introducción

 

Típicamente, la modalidad (o modus) es caracterizada como el conjunto de los recursos que indican la actitud del hablante ante su enunciado (por ejemplo, GRALE 2010). Esta definición tradicional cubre un grupo muy amplio de fenómenos y valores semántico-pragmáticos, que pueden expresarse en distintos ámbitos gramaticales, desde un sintagma hasta toda la oración. Es indudable que la modalidad es una de las zonas de la gramática ligadas con la expresión de la subjetividad del hablante y que, por lo tanto, agrupa una serie de fenómenos de interfaz entre gramática y pragmática, independientemente de la perspectiva teórica adoptada.

 

En este trabajo nos centramos en una serie de expresiones gramaticalizadas que funcionan como atenuadores, casi exclusivamente en registros coloquiales de la oralidad, sobre todo en ciertas franjas etarias:

 

 

1.     a. casi que me voy al fin del mundo a buscarte/ casi que me cuelgo y no puedo volver / casi que me pierdo tus ojitos de antes / casi que me muero (Los Cafres, “Casi que me pierdo”)

 

b.   Tú, como que estás enamorado (página web)

 

c.    Es un set que ya medio que armé, solo con máquinas (Lisandro Aristimuño, declaraciones).

 

d.   Fue buenísimo, generó una tensión en el público, medio que no entendían nada (Kevin Johansen, declaraciones)

 

e.    Medio que me asusté / me ablandé / balbuceó (http://teesperojuana.blogspot.com.ar/2009/05/saino-more-iii-capxx-al-xxiv.html)

 

f.    Hacer algún deporte onda que no haya que moverse mucho (http://elfamoso-subnormal.blogspot.com/2011/06/dia-46.html)

 

g.   Tipo soy un éxito (Caro Pardiaco).

 

h.   No estoy triste. Estoy como triste. No estoy cansado. Estoy como cansado. Nada está lejos. Está como lejos. Nada está cerca. Está como cerca. Esta cautela por nombrar al ser lo ha devaluado. El ser no es, es como que es. Hoy, aquí, Parménides habría dicho: “El ser es como que es, el no ser es como que no es” (J. P. Feinmann, Página 12).

 

Cuando se aplican a oraciones, las expresiones destacadas en (1) no se refieren al grado de certeza epistémica otorgado al enunciado, sino que sirven para suavizar la fuerza locutiva o ilocutiva de las afirmaciones. En esa función como marcadores de modalidad, surgen de la gramaticalización de su uso en dominios diferentes del oracional, sea como cuantificadores (casi), comparativos (como) u otro tipo de modificadores nominales o adjetivos (medio, onda, tipo). El caso de (1.h) muestra que las expresiones pueden aparecer en distintos ámbitos: nominal, adjetivo, adverbial, oracional.

Este trabajo se propone hacer un rastreo de los procesos de gramaticalización y de las propiedades de medio, onda, tipo, como y casi (que) en los distintos dominios, haciendo hincapié en el oracional. Nos proponemos realizar, así, una contribución al estudio de los recursos modales propios de los registros coloquiales de la oralidad, que en general han sido menos estudiados que las variedades escritas (por tradición disciplinar y, también, dificultad metodológica).

Asimismo, pretendemos demostrar que la atenuación es una noción gramaticalmente relevante, que permite dar cuenta de fenómenos que, sin ella, permanecerían sin una explicación unificada.

 

 

2. Datos iniciales

 

Los atenuadores (también mitigadores) han sido descriptos como elementos que se utilizan para mitigar o relativizar el impacto de las afirmaciones, en una estrategia propia de la cortesía (cfr. Caffi 1999). Se dice también que “desactivan” la fuerza ilocutiva de un acto (Landone 2009). Pragmáticamente, la atenuación sirve para regular la relación interpersonal y social entre interlocutores.

Los diversos autores que estudian en forma sistemática este tipo de fenómenos se refieren alternativamente a estrategias, recursos, operadores, formas o estructuras de atenuación (cfr. Landone 2009). Desde el punto de vista semántico-pragmático, la atenuación se opone a la intensificación. En ambos casos los recursos pueden corresponder a ámbitos categoriales diferentes, como hemos visto para los atenuadores en (1) y podemos corroborar en (2), con adverbios, adjetivos y oraciones:

 

2       a. Es medio / onda / tipo /como / casi poco.

b.Está medio / onda / tipo /como / casi feo.

c.  Medio / casi / onda / tipo (que) / como que me gustó.

 

Los usos de los atenuadores pueden compararse en (3) con el recurso prototípico de la intensificación en la lengua coloquial rioplatense, sobre todo juvenil: el prefijo re, que se utiliza en combinación con adjetivos, adverbios y preposiciones (3.a-c), en el ámbito nominal (3.d), verbal (3.e-f) y oracional, con o sin que (3.g–h) (cfr. Kornfeld & Kuguel 2013):

 

 

3.     a.  Es re lindo/ re grande / re viejo.

b.   Lo dijo re claramente. / Vive re lejos. / Me fue re bien.

c.    Vino re desde lejos. / Estaba vestida re de entre casa. / Está re de moda.

d.   Consiguió el re auto. / Dijo una re mentira.

e.    Se re enoja. / Le re teme.

f.    Re trabaja. / Re juega. / Re esperó. / Re durmió.

g.   Re llega. / Re termina los tallarines.

h.   Re que lo hago para quedar bien.

 

En términos modales, tanto la atenuación como la intensificación tienen diferentes alcances: se puede querer atenuar o intensificar una palabra que corresponde a distintos dominios categoriales (2.a-b, 3.a-f), o bien el enunciado completo (2.c, 3.g-h)[1]. De hecho, en el caso de nuestras expresiones, han sido gramaticalizadas a partir de su uso en diferentes dominios, sea como cuantificadores (casi), comparativos (como) u otro tipo de modificadores nominales o adjetivos (medio, onda, tipo), tal como analizamos en detalle en la siguiente sección.

Según las distinciones planteadas por Ballesteros Martín (2002), medio, onda, tipo, como y casi (que) forman parte del conjunto de los recursos léxicofrasales de atenuación, al igual que un amplio conjunto de fenómenos: verbos de procesos cognitivos (creo, pienso), adverbios y expresiones de improbabilidad (por casualidad, casualmente), cuantificadores minimizadores (un poco, en un momento), muletillas que funcionan como armonizadores o fórmulas de duda o asentimiento (qué se yo, ¿te parece? ¿no?), entre otros. A los recursos léxico-frasales cabe sumar los sintácticos (Ballesteros Martín 2002) y los deícticos (veáse Montecino 2004). Entre los primeros, se encuentran el modo verbal, las perífrasis modales (con poder, deber, haber y los tiempos compuestos con auxiliares en futuro y condicional: habrás pensado o habría denunciado), las oraciones pasivas e impersonales. Entre los recursos deícticos, centrados en los pronombres, se cuentan las distintas formas de suavizar la primera persona o de integrar a la segunda persona (por ejemplo, el uso del nosotros inclusivo o el vos, el vo/bo uruguayo o las formas de la impersonalidad: uno, hay que)[2].

Es válido resaltar que los recursos de atenuación que corresponden a variedades más estándares generalmente tienden a confundirse con marcadores de modalidad epistémica que señalan la duda o la probabilidad, como ocurre, por ejemplo, con el modo condicional, las perífrasis modales, los tiempos compuestos. En cambio, el significado exclusivamente atenuativo se logra utilizando recursos que en líneas generales se encuentran restringidos a la oralidad coloquial y que entrañan una relación directa con el oyente (exploraremos con mayor profundidad este punto en la sección 5).

En el caso concreto de los cinco atenuadores de (1-2), aun casi (que) y como que, que se incluyen en las descripciones del español general, están descriptos como elementos que deberían estar restringidos a la oralidad[3] y, de hecho, solo aparecen en textos escritos cuando se supone una oralidad secundaria (e.g., entrevistas, o chat, blogs, foros en Internet) o en imitaciones literarias del habla oral. Desde el punto de vista sociolingüístico, las expresiones atenuadoras aquí analizadas no están distribuidos homogéneamente en los distintos dialectos y, sobre todo, sociolectos de la Argentina[4]: algunos hablantes (los de mayor edad) no usan estas expresiones; los de edad intermedia usan algunas; la mayor parte de los jóvenes usan todas y algunos grupos juveniles las convierten casi en muletillas (onda y tipo, sobre todo).

 

 

3. El proceso de gramaticalización

 

En el conjunto seleccionado podemos distinguir dos conjuntos centrales: los ítems originalmente funcionales que se “regramaticalizan” como atenuadores (como y casi) y los casos en que la atenuación es uno de los significados posibles junto con (diversas) definiciones léxicas, indicando que ha habido sucesivos procesos de gramaticalización (medio, tipo y onda).

En el caso del primer conjunto, al recorrer los ejemplos relevantes, se puede apreciar fácilmente que en español general como y casi tienen un uso puramente funcional, si bien son polisémicos y se aplican en ámbitos gramaticales diversos. Como funciona como pronombre relativo (cfr. 4.a), conector causal (4.b) o comparativo (4.c-d); este último valor se diluye en construcciones de valor preposicional, en las que podría parafrasearse como ‘de’ o ‘en tanto’ (4.e), o cuando encabeza predicativos (4.f):

 

 

4.     a.  La manera como los encontraron lo dice todo[5].

b.   Como no la vi, me fui.

c.   Lo planteó como si fuera muy difícil.

d.   Vi a una flor como una luna.

e.   Tiene un uso como muletilla en el habla de los jóvenes porteños de clase alta.

f.    Siempre lo presenta como un ejemplo de vida.

 

En cuanto a casi, presenta consistentemente un significado aproximativo de orden aspectual, cuando modifica nombres (5.a), adjetivos (5.b), adverbios (5.c, incluida la negación 5.d) y verbos delimitados (5.e), indicando que los objetos, las cualidades o los eventos descriptos no llegan a entrar cabalmente en determinada categoría:

 

 

5.     a.  Ya sos casi un hombre.

b.   Es casi amarillo.

c.   Es casi nada.

d.   Casi no lo conoce.

e.   Casi lo terminé.

 

Para funcionar como atenuadores, como y casi sufren un proceso de (re)gramaticalización. En el primer caso, el significado comparativo (ver, sobre todo, 4.c; en menor medida 4.d-f) deriva en un significado aproximativo y luego atenuador, que se replica en distintos dominios, como el adjetivo (6.a), el adverbial (6.b) y el oracional (6.c):

 

 

6.     a. Es como si fuera tímido → Es como tímido

b. Es como si fuera poco → Es como poco.

c.   Lo presenta como si fuera un ejemplo → Lo presenta como que es un ejemplo → Como que es un ejemplo

 

Por su parte, el significado aspectual de casi se reinterpreta fácilmente como modal; de tener alcance sobre el evento señalado por el verbo, como en (7.a), pasa a adquirir una interpretación oracional (que solo deja de ser ambigua cuando aparece que), tal como muestra (7.b).

 

7.     a.  Casi lo terminé / lo piso / no voy.

b. Casi (que) lo termino / lo piso / no voy.

 

El significado de casi se desliza, así, desde ‘estoy/ estuve a punto de terminarlo / pisarlo / no ir’ al combinarse con eventos delimitados[6] hasta una interpretación modal que refiere en realidad al acto de enunciación (‘casi podría asegurar que lo termino / lo piso / no voy’). Las pocas restricciones que posee como marcador aspectual (suele ser dudoso con estados: cfr. ??casi sabe inglés / ??casi tiene los ojos verdes) desaparecen en la interpretación modal. Se puede verificar que el significado de casi es el más estable dentro de los atenuadores analizados, además de que se trata de un marcador del español general, como ya hemos señalado.

En los demás casos, en los que hay varias definiciones léxicas disponibles para cada ítem, no resulta sencillo establecer cómo ocurrieron los diversos procesos de gramaticalización. En el caso de medio, por ejemplo, en (8) y (9) se ejemplifican usos que responden a distintos significados léxicos:

 

 

8.     a.  Es el medio de locomoción más rápido.

b.   No tiene medios para llegar

c.   Me habló por medio de su hermana.

d.   Tiene una altura media.

 

9.     a. Fuimos por el medio del camino.

b.   La partimos al medio.

 

La hipótesis más plausible parece ser que el primer uso gramatical de medio haya sido como cuantificador de nombres contables (ver 10), que es el más próximo a sus diversos significados léxicos en tanto sustantivo masculino, particularmente los de (9), que remiten a ‘mitad’

 

10.  Comí media naranja / medio pepino.

 

De (10) se deriva el uso de medio como cuantificador que acompaña adjetivos o adverbios, general a diversos dialectos y sociolectos del español, como en (11), y de allí surge, a su vez, el uso modal, con alcance sobre la oración, que muestra (12):

 

11.  Es medio tonto. Va medio despacio.

12.  Medio (que) me lo imaginé.

 

Un proceso de gramaticalización diferente ocurre con onda y tipo. Al igual que medio, ambos son ítems léxicos altamente polisémicos en el español rioplatense, como es constatable a partir de los siguientes paradigmas (que no agotan de ningún modo los significados posibles):

 

13.  a. Tiene buena onda.

b.   ¿Qué onda?

c.    Tiene una onda tranquila.

d.   Tiene una onda (como) de nave espacial.

 

14.  a.  Es un tipo especial.

b.   Tiene un lindo tipo.

c.    Es una familia tipo.

d.   Me gusta ese tipo de tragos.

e.    Me gustan los tragos de ese tipo.

 

Los significados léxicos de onda son variados y pueden parafrasearse (muy aproximativamente) como ‘buena disposición’ (13.a), ‘¿qué tal?’ (13.b), ‘estilo’ (13.c-d)[7]. La misma variabilidad se percibe para tipo: puede significar alternativamente ‘hombre’ (14.a), ‘figura’ (14.b), ‘estándar’ (14.c), ‘clase’ o ‘estilo’ (14.d-e).

Como se observa en el par (14.d-e), con el significado de ‘clase’ o ‘estilo’ tanto tipo como onda pueden aparecer alternativamente como núcleos del SN (ese tipo/ esa onda de X) o como sus modificadores (un X de ese tipo/ esa onda). Nuestra hipótesis es que en tipo y onda un primer proceso de recategorización (ambiguo entre la lexicalización y la gramaticalización) tiene lugar, precisamente, a partir de ese contexto, del que se derivan otros usos en los que se elide la preposición de (cfr. 15):

 

15.  a. Fue una fiesta del tipo de los años 20 → Fue una fiesta tipo años 20

b. Fue una fiesta de la onda de los años 20 → Fue una fiesta onda años 20

 

En ambos casos, el SP encabezado por de da lugar a una aposición, en forma análoga a lo que ocurriría con estilo o modelo en silla estilo Luis XIV o auto modelo Twingo (Bosque 1990). Lo mismo ocurre con tipo y onda usados ante predicativos, como en (16):

 

 

16.  Es de la onda/ tipo (de) Tarantino. → Es onda/ tipo Tarantino.

 

En este primer proceso, tipo y onda son todavía parafraseables como ‘clase’ o ‘estilo’, posibilidad que desaparece al emplear las formas en otros dominios gramaticales, como la cuantificación (17.a) o el dominio oracional (17.b). Ambos usos están restringidos a ciertos sociolectos del español rioplatense, especialmente juveniles:

 

 

17.  a. Voy onda/ tipo 4.

b. Onda/ tipo que no me gustó.

 

 

4.     Los atenuadores en el ámbito oracional

 

En el ámbito oracional es donde coincide más claramente el significado de medio, onda, tipo, como y casi (que), ya que todas implican una mitigación de la afirmación que realiza el hablante. A partir de los datos de los correspondientes procesos de gramaticalización que analizamos en la sección 2, podemos concluir que el valor de atenuación surge del significado aproximativo que todas comparten en dominios restringidos, derivado a su vez de un significado funcional, por ejemplo, de inminencia aspectual (casi), de comparación (como) o de cantidad (medio), o bien léxico, de ‘clase’ o ‘estilo’ (onda, tipo).

Desde el punto de vista gramatical, podemos señalar una serie de propiedades de los marcadores en relación con su distribución y con la interacción con otros elementos ligados con la modalidad (incluida la polaridad positiva y negativa). A continuación las revisamos siguiendo las pruebas formales que Di Tullio & Kornfeld (2013) aplican a marcadores epistémicos con distinto grado de certeza[8].

 

 

4.1. Distribución

 

Las expresiones analizadas comparten una serie de propiedades distribucionales relevantes, como la absoluta imposibilidad de conformar enunciados independientes. La prueba más representativa para dar cuenta de esa imposibilidad es el contexto de respuestas a preguntas totales; allí, los atenuadores en (18.a) exhiben un comportamiento contrario a la mayoría de los marcadores epistémicos (de certeza o de duda), que sí pueden funcionar como respuestas perfectamente factibles, como se advierte en (18.b):

 

 

18.       –¿Te gustó la película? / ¿Vas a ir?

a.    –#Casi / *Medio/ *Onda/ *Tipo / *Como.

b.   –Posta / De una / Capaz / Por ahí.

 

En relación con la obligatoriedad del que, se observan distintas situaciones (que además pueden ser variables de hablante en hablante). Así, el marcador como siempre debe aparecer con que y casi debe llevar que para asociarse inequívocamente con el valor de marcador de modalidad (si no, es ambigua con su interpretación como cuantificador verbal):

 

 

19.  a. Como *(que) no sé. b. Casi (que) no entendí.

 

En cambio, onda, tipo, medio pueden o no estar acompañados por que (al contrario de casi, ninguna de las tres expresiones podría modificar al verbo), aunque, si no lo llevan, en general se asocian con una entonación peculiar:

 

 

20.  Onda/ tipo/ medio (que) me gusta.

 

Por otra parte, los atenuadores muestran muy restringida la posibilidad de variar su posición sintáctica. La posición de los marcadores de modalidad cuando modifican a toda la oración es casi siempre inicial (la final es imposible, como muestra 21.b), aunque pueden “escaparse” elementos topicalizados, aun en los dialectos no juveniles, como se observa en ambas oraciones de (22):

 

 

21.  a.  Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que no sé.

b.   *No sé, casi/ medio/ onda/ tipo / como.

 

 

22.  a.  Vos onda (que) ni lo viste.

b.   Con él medio/ tipo (que) no sé qué hacer.

 

 

4.2.            Interacción con otros elementos ligados con la modalidad

 

Los atenuadores también muestran un comportamiento homogéneo respecto de su combinación con diversas modalidades (exclamativa, imperativa, interrogativa), con los modos subjuntivo y condicional y con diversas perífrasis, así como de la posibilidad de aparecer en proposiciones subordinadas.

 

En cuanto a los contextos modales, parece haber una incompatibilidad manifiesta entre casi, como, tipo, onda, medio y las oraciones imperativas, exclamativas e interrogativas.

 

 

23.  Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que vino!

 

24.  Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que vení!

 

25.  *¿Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que venís?

 

En relación con (25), cabe aclarar que nuestras expresiones sí pueden aparecer en preguntas confirmadoras:

 

 

26.  ¿Vos medio (que) / como que no te la bancás?

 

En ese sentido, (26) equivale a Vos medio (que) / como que no te la bancás, ¿no?, es decir, no se trata de una verdadera pregunta[9].

Nótese que el alcance del marcador (i.e., lo que se atenúa) se refiere a la aserción implícita, no al acto de habla de la pregunta en sí.

En cambio, los atenuadores son compatibles con diversos modos verbales: no solo indicativo, sino también subjuntivo, futuro y condicional, que suponen un grado de probabilidad menor atribuido al evento.

 

 

27.  a.  Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que quiero no ir.

b.   Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que quisiera no ir.

c.    Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que pensará no ir.

d.   Casi/ Medio/ Onda/ Tipo (que) / Como que le gustaría no ir.

 

En relación con las perífrasis modales, son compatibles con los auxiliares epistémicos deber y, con menor frecuencia, poder, como muestra (28.a), así como con el condicional y el futuro compuestos (cfr. 28.b):

 

 

28.  a.  Medio / onda / tipo / casi (que) / como que debe / puede haber venido antes que nosotros.

b.   Medio / onda / tipo / casi (que) / como que no habría/ habrá venido.

 

Por otra parte, las expresiones analizadas son compatibles con la subordinación, siempre que el contexto semántico-pragmático permita la aparición de un atenuador, como en los casos de (29); consecuentemente, serán incompatibles en proposiciones subordinadas que presupongan la veracidad del enunciado o, en otras palabras, involucren un grado absoluto de certeza (ver 30):

 

 

29.  a.  Creo que medio / onda / tipo / casi (que) / como que nos conviene ir la semana próxima.

b.   Contó que medio / onda / tipo / casi (que) / como que había venido para vernos, pero se emboló.

c.    Le regalé una novela que medio / onda / tipo / casi (que) / como que me parece la mejor de Roth.

 

30.  a.  No me explico cómo (*medio / onda / tipo / casi (que) / como que) te querés marchar ya

 

b.   *Te aseguro que medio / onda / tipo / casi (que) / como que lo voy a comprar

 

Por último, también se observa un comportamiento homogéneo de los atenuadores en relación con los ítems de polaridad negativa o afirmativa (cfr. Laka 1990, Bosque 1994). En efecto, los atenuadores aquí analizados admiten tanto la negación como la afirmación enfática:

 

31.  Medio / onda / tipo / casi (que) / como que (sí/ no) lo entendí.

 

 

Cabe notar que, más allá de lo señalado, tanto tipo como onda tienen un uso como muletillas en el habla de algunos jóvenes porteños de clase media-alta y alta. Algunos personajes humorísticos cuya forma de hablar se satiriza, como Caro Pardiaco (grupo Cualca) o Martín Revoira Lynch (Fernando Peña), muestran representativamente ese uso de tipo, que puede aparecer virtualmente en cualquier parte de la oración, siempre que no interrumpa sintagmas[10]:

 

 

32.  a. Tipo me acuerdo de la democracia.

b.   Como tipo una fruta.

c.   No ahora, pero tipo a los 30…

 

33.  a.  Esos son tipo mis top artists.

b.   Me fijo tipo las entrevistas.

c.   Me parece como que es importante que tipo te levanten el tweet.

d.   Yo no estoy tampoco tipo contenta lo que se dice.

e.    La gente tipo quiere saber quién soy yo.

 

Para sintetizar las propiedades gramaticales relevadas en esta sección: los atenuadores medio, onda, tipo, casi (que) y como que típicamente se combinan con aserciones, independientemente de si son afirmativas o negativas. No lo hacen con otros actos de habla (y de ahí la incompatibilidad con los modos imperativo, exclamativo e interrogativo). Solo pueden aparecer en preguntas confirmatorias para matizar el contenido cuando este se percibe como “fuerte” o “chocante”, pero no atenúan en sí la pregunta. Asimismo pueden combinarse con modos verbales que expresen distinto grado de compromiso epistémico, como el subjuntivo o el condicional[11].

 

 

5. Usos en el dominio adjetivo, nominal y verbal

 

A partir de los procesos de gramaticalización descriptos en la sección 2, podemos advertir que medio, onda, tipo, como y casi (que) se usan en distintos ámbitos gramaticales. Revisamos en esta sección los contextos relevantes en los que tienen el mismo significado de atenuación que en el dominio oracional.

En relación con el ámbito nominal, todos los marcadores pueden funcionar modificando nombres. Las expresiones pueden aparecer precediendo a objetos directos (34), aposiciones (35) o predicativos (36):

 

 

34.  Conseguimos medio / onda / tipo/ casi / como un triunfo.

35.  Tiene una casa tipo/ onda / medio/ casi chalet[12].

36.  Es tipo/ onda / medio/ casi/ como bruja.

 

Como se ha dicho previamente, el significado atenuativo surge de los valores funcionales estándares en los casos de como (comparativo) y casi (aproximativo). En cambio, medio, onda y tipo manifiestan en el habla coloquial rioplatense un significado aproximativo que podemos considerar derivado o adquirido, a partir de los paradigmas que hemos revisado en la sección 2 (cfr., en particular, los ejemplos de 8-12 y 13-17).

Las expresiones atenuadoras analizadas también pueden aparecer en el ámbito adjetivo, particularmente en combinación con adjetivos no delimitados o calificativos y, por lo tanto, graduables:

 

 

37.  Es medio / casi / onda / tipo / como malo.

 

Debe notarse que medio y casi se encuentran en distribución complementaria con (otros) modificadores de grado, como muestra la imposibilidad de coaparecer con ellos (38.a), mientras que los demás elementos pueden coaparecer sin problemas (38.b):

 

 

38.  a. Es *medio / *casi re/ muy / demasiado malo.

b. Es onda / tipo / como re/ muy / demasiado malo.

 

Sin embargo, no todos los marcadores analizados tienen exactamente la misma distribución con adjetivos. Uno de los casos destacables es casi, que puede combinarse con diversos adjetivos delimitados, de origen tanto verbal como nominal (i.e., relacionales). Recuérdese que la oposición establecida entre los rasgos ‘delimitado’/ ‘no delimitado’ permite reducir una serie de oposiciones fundamentales de la interfaz léxico-sintaxis que involucran diversas categorías sintácticas (verbal, nominal, adjetivo, adverbial, etc.).

Así, según Morimoto (1998) (basada a su vez en Jackendoff 1991), ‘delimitado’ es el rasgo que presentan los eventos, las entidades y las cualidades que no son homogéneos, sino que tienen un punto culminante (sin el cual el evento, entidad o cualidad no se da por realizado o existente) y poseen, por lo tanto, límites bien definidos, mientras que ‘no delimitado’ alude a aquellos eventos, entidades o cualidades homogéneos, que carecen de límites, y donde una porción cualquiera equivale a la totalidad.

En el caso de los adjetivos denominales, puede advertirse que los usos llamados clasificadores de los adjetivos relacionales (i.e., cuando señalan distintos tipos de la entidad designada por el nombre) admiten la aparición de casi con su significado habitual de cuantificador aspectual:

 

 

39.  a. La perspectiva/ temática / el punto de vista/ tema que adoptaremos es casi sociológica / semántica / musical.

 

b.   El participio tiene una naturaleza/ un carácter casi verbal / adverbial / preposicional.

 

Por su parte, casi también suele modificar a ciertas formas participiales, como las de (40), que se derivan de verbos delimitados (básicamente, realizaciones) y, al heredar ese carácter delimitado, deberían ser incompatibles con la gradación (cfr. Kornfeld 2010). Efectivamente, los mismos participios no pueden recibir la modificación de cuantificadores de grado (muy, bastante o demasiado), como se advierte en los ejemplos de (40.b):

 

 

40.  a.  Encontramos la ventana/ a la abuela casi arrancada/ atrancada / acostada / sentada / parada.

b.   Encontramos la ventana/ a la abuela (*muy/ bastante/ demasiado) arrancada / atrancada / acostada/ sentada/ parada.

 

Por último, otro grupo importante de adjetivos delimitados con el que se combina casi es el de los adjetivos deverbales en –ble, sobre todo con prefijos negativos. Esa compatibilidad (cfr. 41.a) contrasta con la resistencia de esos adjetivos (que se registra en 41.b) a ser modificados por los cuantificadores del grupo de muy[13].

 

 

41.  a. Es una mesa casi desarmable/ armable / una medida casi inaplicable/ insustituible/ irrevocable/ irresoluble.

b.   Es una mesa (*muy/ demasiado) desarmable / armable / una medida (*muy/ demasiado) inaplicable / insustituible / irrevocable / irresoluble.

 

En suma, el valor centralmente aproximativo de casi lo hace compatible con adjetivos delimitados que habitualmente no reciben modificación de grado[14].

El otro caso “particular” en su distribución con adjetivos es medio, que solo admite la combinación con adjetivos de significado negativo (o que puedan reinterpretarse de ese modo), como se advierte en el contraste entre las dos columnas de (42)[15]:

 

42.       a.    Es medio inútil              vs.           ?? Es medio útil.

      b.    Es medio cobarde         vs.           ?? Es medio valiente/ leal.

      c.    Es medio infiel              vs.           ?? Es medio fiel.    

      d.    Es medio loco               vs.           ?? Es medio cuerdo.              

      e.    Está medio borracho     vs.           ?? Está medio sobrio.            

      f.    Es medio aburrido         vs.           ?? Es medio divertido.        

 

Algunos adjetivos evaluativos con una valoración aparentemente positiva pueden, sin embargo, combinarse con medio, como se observa en los casos de (43-45.a), en contraste con lo que sucede con sus cuasi sinónimos incluidos en los correspondientes ejemplos de (b):

 

 

43.  a.  Es medio rápido.

b.    ?? Es medio veloz.

 

44.  a.  Está medio alegre.

b.    ?? Está medio contento.

 

45.  a.   Es medio vivo/ piola.

b.    ?? Es medio astuto/ medio inteligente[16].

 

Nótese que los ejemplos “malos” de (43-45.b) muestran la misma tendencia que ya hemos notado respecto de los casos análogos de (42) (en la columna de la derecha): se trata en todos los casos de cualidades básicamente positivas. En cuanto a los adjetivos de valor aparentemente positivo que aparecen combinados con medio en los ejemplos de (43-45.a), se repite lo observado para los ejemplos de (42): o bien tienen posibles connotaciones negativas (por ejemplo, vivo o piola), o bien pueden adquirir valor negativo según el contexto o la intención discursiva (e.g., rápido, alegre)[17].

Parece factible concluir que el rasgo de atenuación de medio solo lo hace compatible con cualidades que tengan un significado negativo o que puedan reinterpretarse de ese modo.

Además de los usos nominales y adjetivos, nuestras expresiones pueden aparecer en el ámbito verbal, modificando, sobre todo, a cuantificadores (cfr. 46), sintagmas preposicionales (47) o adverbios

(48–49):

 

46.  a.  hará casi / onda / tipo / como 5 minutos

b.   Vengo tipo/ onda (a las) 4; Vengo casi/ como (*a las) 4[18].

 

 

47.  a.  Lo vi casi / onda / tipo / medio/ como a las corridas / sin apuro.

b.   La golpeó casi / onda / tipo / medio/ como con delicadeza.

 

 

48.  a.  Es como/ medio / casi/ tipo/ onda poco.

b.    Manejaba como/ medio / casi/ tipo/ onda tranquilamente / despacio

 

 

49.  a.  Casi únicamente / solamente Juan aceptó el trato.

b.    Es una economía casi completamente/ absolutamente / exclusivamente agrícola.

 

Casi es el único atenuador que puede modificar a adverbios restrictores de nombres (49.a) o adjetivos relacionales (49.b), que también son adverbios delimitados, de acuerdo con la distinción de Morimoto (1998). También es el único que puede modificar directamente un verbo, incluso con una duplicación enfática (50.b):

 

 

50.  a. Casi la mató. b. Casi casi voy.

El significado de casi en estas oraciones es aspectual, como hemos señalado en relación con el proceso de gramaticalización, ya que prácticamente solo se combina con eventos delimitados aportando el significado de ‘estuvo/ está a punto de V’[19].

 

 

6. La atenuación y sus variedades

 

La atenuación es, como se ha señalado en la sección 1, la mitigación de una afirmación o de un acto de habla que sirve para regular la relación interpersonal y social entre interlocutores, en la medida en que se trata de una estrategia propia de la cortesía (cfr. Caffi 1999).

Con el respaldo de los datos gramaticales relevados en las secciones precedentes, nos parece conveniente, en primer lugar, justificar por qué medio, onda, tipo, casi (que) o como que son atenuadores, diferentes de capaz y por ahí, a los que en un trabajo previo consideramos marcadores epistémicos de duda o probabilidad (Di Tullio & Kornfeld 2013). Nótese que capaz y por ahí (al igual que tal vez, quizás, a lo mejor, puede ser) podrían inscribirse en la misma estrategia global de cortesía de la atenuación: otorgarle un grado bajo de probabilidad a un evento es un modo de no ser tajante y, por lo tanto, cortés. En otras palabras, si toda la modalidad se redujera a la oposición entre intensificación y atenuación que hemos ejemplificado en nuestros datos iniciales de (2-3)[20], ciertamente los marcadores epistémicos vinculados con un grado alto de certeza deberían unirse al primer valor, mientras que los de grado bajo corresponderían al segundo[21].

Sin embargo, encontramos una diferencia semántico-pragmática significativa entre medio, onda, tipo, casi (que) o como que y los usos epistémicos de capaz o por ahí. Por un lado, no se usan exactamente en los mismos contextos semántico-pragmáticos. Así, por ejemplo, las predicciones sobre el futuro con grado bajo de probabilidad (que son perfectamente compatibles con capaz o por ahí) no resultan “traducibles” por medio de medio, onda, tipo, como o casi (que):

 

 

51.  a. Capaz (que) / por ahí viene / venga.

b.   Capaz (que) / por ahí te va/ te vaya bien en el examen.

 

52.  a.  ?? Como /casi / medio/ tipo / onda (que) viene (*venga).

b.   ?? Como /casi / medio/ tipo / onda (que) te va (*te vaya) bien en el examen.

 

Simétricamente, ciertas oraciones que contienen nuestros atenuadores no aceptarían su reemplazo por capaz o por ahí. Los enunciados de (53) pueden ser atenuados, pero carecen de sentido con marcadores que denotan duda (cfr. 54), puesto que refieren a hechos ya ocurridos (y además plenamente comprobables) en el pasado.

 

 

53.  a.   Como/ casi que lo vi y no pude decir nada.

b.   Medio / tipo / onda (que) no nos vimos más.

 

54.  a.   ?? Capaz (que) / por ahí lo vi y no pude decir nada.

b.   ?? Capaz (que) / por ahí que no nos vimos más.

 

Y, ciertamente, los siguientes pares de oraciones (en los que intercambiamos los dos grupos de marcadores) no son sinónimas: la primera variante (a) afirma algo, pero lo mitiga por medio del marcador; en cambio, la segunda (b) expresa una hipótesis con la que el hablante no se compromete (dado el grado de duda que supone):

 

55.  a.  Casi (que) no sabés qué decirle.

b.   Capaz que no sabés qué decirle.

 

 

56.  a.  Onda/ medio/ tipo que no te vio.

b.   Por ahí no te vio.

 

 

57.  a.  Como que no sé expresar bien mis pensamientos.

b.   Capaz no sé expresar bien mis pensamientos.

 

En suma, el grado de compromiso del hablante con la veracidad del enunciado tiende a ser notoriamente más bajo para capaz y por ahí, lo cual impide la aparición de esos marcadores cuando el enunciado se refiere a hechos ciertos del pasado (cfr. 54). Como contrapartida, medio, onda, tipo, casi (que) y como que son raras en predicciones sobre el futuro con grado bajo de probabilidad (y definitivamente no pueden aparecer con subjuntivo en ese contexto), como se indica en (52).

Es factible que la diferencia en el significado refleje las divergencias en el proceso de gramaticalización que ha sufrido cada conjunto de elementos. Como señalan Di Tullio & Kornfeld (2013), en el caso de los marcadores epistémicos de duda encontramos una multitud de orígenes: frases preposicionales (a lo mejor, por ahí), nominales (tal vez), adjetivas (capaz), frases completas (quizás, puede ser), que se gramaticalizan al “subir” al dominio oracional. Por el contrario, para casi, medio, onda, tipo (que), como que el proceso involucrado es menos disperso y más previsible, al llevar elementos que en diferentes ámbitos tienen un claro valor aproximativo al dominio oracional, con un significado predecible que resulta de modificar a un verbo de acto de habla que permanece implícito: ‘medio / onda / tipo / como / casi (que) puedo afirmar que X’.

Otro conjunto de fenómenos ligados con la modalidad epistémica que también suelen mencionarse como recursos (sintácticos) de atenuación (cfr. sección 1) son el condicional, el futuro y las perífrasis modales de distinto tipo, incluyendo los auxiliares deber, poder, el futuro y el condicional compuestos. Hemos señalado ya que casi, medio, onda, tipo (que), como que son compatibles con todos esos recursos (cfr. 58, que retoman los ejemplos 27-28):

 

 

58.  Medio / onda / tipo / casi (que) / como que debe / puede haber venido antes; le llevará / le llevaría mucho tiempo; habrá / habría pensado cualquier cosa.

 

Ahora bien, más allá de esta compatibilidad, consideramos que medio, onda, tipo, casi (que) y como que no “significan” lo mismo que deber, el condicional o el futuro simple y compuesto[22]. Así, si comparamos (55.a) con la versión “análoga” de (59.a), (56.a) con (59.b) y (57.a) con (59.c), advertimos fácilmente la diferencia entre la atenuación “pura” de nuestras expresiones y los otros recursos, que en realidad implican un grado más o menos bajo en la escala de certeza epistémica en relación con el contenido proposicional.

 

 

59.  a.  No sabría/ sabré qué decirte.

b.   No te habrá visto

c.    No debo saber expresar bien mis pensamientos.

 

Además de distinguir la atenuación del valor semántico próximo de probabilidad o duda, también es relevante describir las clases de atenuación que se reconocen y su pertinencia para describir a nuestras expresiones. Según Montecino (2004), los atenuadores pueden mitigar alternativamente la fuerza significativa de una palabra (cfr. 60), o bien la fuerza ilocutiva de un acto de habla (61):

 

 

60.  a.   Me enamoré un toque nomás.

b.   Me da miedito.

c.    Y, es un poco chiflado.

 

 

61.  a.   Yo iría mañana nomás.

b.   ¿No me das un empujoncito? / ¿Querés papita?

c.    Vení un poco que quiero hablar del tema.

d.   Yo solamente/ únicamente / apenas / nada más necesito…

e.    Decilo nomás.

 

Los recursos de (60) (el diminutivo, un poco, un toque) son atenuadores de una parte del contenido proposicional: una palabra, como sugiere Montecino, o un sintagma. Los de (61), en cambio, son atenuadores del acto de habla (órdenes, pedidos, deseos). No necesariamente un recurso corresponde a una sola clase: así, encontramos que el diminutivo aparece tanto en (60.b) como en (61.b).

Se advierte en (60-61), además, que en la atenuación es habitual la acumulación de recursos con el mismo valor: así, se combinan un toque y nomás en (60.b), el condicional y nomás en (61.a), la negación cortés, el diminutivo y la modalidad interrogativa en (61.b), etc.

Si tratamos de determinar qué es exactamente lo que se atenúa con nuestras expresiones, deberemos distinguir, una vez más, los usos en dominios gramaticales restringidos (62.a-b) de los oracionales (62.c):

 

 

62.  a.  Es medio / onda / tipo /como / casi poco.

b.   Está medio / onda / tipo /como / casi feo.

c.   Medio / casi / onda / tipo (que) / como que me gustó.

 

En los usos acotados de (62.a-b) parece claro que lo que se atenúa es la fuerza significativa de la palabra. Pero, ¿qué pasa con los usos oracionales?

Una primera posibilidad es que se trate de atenuadores del significado (de una parte) del contenido proposicional, dada la imposibilidad de combinarlos con preguntas, órdenes, etc. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los atenuadores que matizan una palabra, como un toque, un poco o el diminutivo en (60), o las propias expresiones como, casi, medio, onda y tipo cuando están usadas en ámbitos reducidos (cfr. 62.a-b), en (62.c) las expresiones modifican al “verbo implícito” del acto de habla aserción (‘medio / onda / tipo / casi (que) / como que podría afirmar que X’).

Por otra parte, nuestras expresiones también se diferencian de otros atenuadores del acto de habla (como el diminutivo, un poco, nomás, y el resto de los reflejados en 61), que pueden suavizar distintos actos de habla: preguntas, órdenes, pedidos (atenuadores passe partout, los llama Caffi 1999). En ese sentido, cuando funcionan como marcadores oracionales casi, medio, tipo, onda (que) y como que no pueden modificar a actos de habla distintos de la aserción (y esto es consecuente con sus propiedades gramaticales, analizadas en la sección 3); por eso, en relación con las preguntas, el alcance de la atenuación nunca abarca al acto de habla, sino solo al contenido.

En nuestra opinión, por lo tanto, se trata de un conjunto peculiar dentro de los atenuadores que se aplican al enunciado completo, ya que solo modifican a aserciones. Esta caracterización resulta ser consecuente con las propiedades gramaticales desplegadas a lo largo del trabajo, en particular en las secciones 4 y 5.

 

 

7. Conclusiones

 

En este trabajo hemos analizado los usos en diferentes ámbitos de las expresiones casi, como, medio, tipo, onda (que), deteniéndonos particularmente en el dominio oracional. Un resultado relevante de nuestra indagación es que parecería haber una relación sistemática y predecible entre la atenuación a nivel oracional y ciertos significados de ámbitos más restringidos, sobre todo el aproximativo (sea intrínseco, como en casi, o derivado, como en el resto de las expresiones). Al analizarla como una noción transcategorial, además, la atenuación permite dar cuenta sistemáticamente de fenómenos gramaticales que permanecían sin una explicación unificada, como la peculiar combinatoria de medio (y otros cuantificadores emparentados como un toque, un poco) con adjetivos de significado (potencialmente) negativo (véase Kornfeld 2010).

Al final del trabajo también establecimos una diferenciación relevante de las expresiones analizadas (en tanto atenuadores de la aserción) respecto de los marcadores epistémicos que expresan la duda o la probabilidad, por un lado, y, por el otro, de otras clases de atenuadores, incluidos aquellos que mitigan solo la fuerza de una palabra o sintagma y también aquellos que suavizan distintos actos de habla (o atenuadores passe partout, según Caffi 1999).

Vale la pena insistir en que, al igual que la mayoría de los atenuadores, medio, onda, tipo (que) no se usan en registros formales de la escritura (excluyendo -por supuesto- la oralidad secundaria) y, como se ha indicado, aun los más generales como que o casi (que) no son “aconsejados” por la normativa. Estos recursos corresponden casi exclusivamente a la oralidad, lo cual es consecuente con el hecho de que están vinculados con una “negociación” de la relación y los roles entre los interlocutores difícil de concebir en registros formales. En algunos géneros escritos pueden ser más factibles (por ejemplo, en el discurso didáctico), pero siempre en la medida en que se imite la relación propia de los interlocutores en la oralidad.

Desde el punto de vista descriptivo, entonces, este trabajo pretende ser una contribución al estudio gramatical de las variedades coloquiales y orales, tradicionalmente dejadas de lado por la gramática.

Por su parte, desde el punto de vista teórico, la atenuación es uno de los fenómenos que desafían un tratamiento puramente formal de la gramática. En ese sentido, estrategias o recursos son nociones que la gramática generativa tiende a desechar, porque suponen casi intrínsecamente el uso pragmático. Además, a causa de la imbricación entre lo semántico y lo pragmático, desde una perspectiva puramente formal resulta dificultoso pensar cuál sería el modo adecuado de formular los rasgos involucrados, ya que a menudo no refieren a conceptos semánticos bien definidos ni concretos[23]. Y, sin embargo, si no se postula una noción igual (o al menos análoga) a la atenuación, ciertas generalizaciones relevantes para la gramática se perderían, como hemos intentado demostrar aquí.

Quedarán para futuras investigaciones algunas líneas apenas esbozadas en este trabajo, como las llamativas coincidencias que se dan entre nuestras expresiones y otros recursos igualmente ligados con la atenuación, como el diminutivo o los cuantificadores un poco y un toque[24]. También merece ser investigada en profundidad la relación entre los recursos de atenuación y los géneros discursivos, ya que parece evidente que el género en el que se inscriba (en tanto resultado de una situación comunicativa peculiar) será determinante para la cantidad y calidad de los atenuadores que pueden aparecer en un texto.

 

 

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[1] Luego veremos los cruces y semejanzas que estas nociones mantienen con la modalidad epistémica de duda (atenuación) o certeza (intensificación).

[2] Como se advierte, puede haber cierto grado de superposición entre los distintos tipos de recursos. Así, las oraciones impersonales pueden considerarse alternativamente un recurso sintáctico o deíctico.

[3] Sirvan de ejemplo las entradas correspondientes en el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE:

 

casi que. A veces se interpone la conjunción que entre casi y la parte de la oración a la que modifica. Este uso aparece ya en el español medieval y clásico, es bastante frecuente hoy en algunos países de América y se da también en España. En la mayoría de los casos el que es superfluo y aparece sobre todo en el habla coloquial, especialmente cuando casi tiene valor atenuativo: «La labor de informar se ha convertido casi que en un sinónimo de muerte, persecución y destierro» (DSur [Col.] 30.4.04); «Casi que estoy tentada de alquilarte para llamar a mi sereno» (SchzFerlosio Jarama [Esp. 1956]); «Fui yo quien te arrastró hasta aquí y ahora casi que lo lamento» (CInfante Tigres [Cuba 1964-67]). En el uso más culto y formal este que expletivo no suele aparecer.

como.

 

b) Cuando precede a una expresión de cantidad, tiene valor aproximativo: Te estuve esperando como una hora; Esa calle está como a tres cuadras de aquí. De este valor aproximativo se pasa fácilmente al valor atenuativo, que resulta admisible cuando la intención del hablante es rebajar el grado de certeza con respecto a lo que se expresa a continuación: Tu hijo es un chico como muy tímido (lo que se quiere decir es que «parece muy tímido», no tanto afirmar que lo sea realmente). Sin embargo, debe evitarse el uso de este como cuando resulta clara-mente superfluo, lo que no es infrecuente en el registro coloquial: La comida estaba como muy sabrosa; Me siento como muy cansada. En estos casos, el adverbio como no añade nada al enunciado, ni conceptual ni afectivamente. Lo mismo ocurre con la construcción ser como que..., frecuente en la lengua coloquial de países como la Argentina, uso igualmente superfluo, que debe evitarse en el habla esmerada: «Es como que él está esperando» (Parodi Astrología [Arg. 1996]); «Es como que estoy totalmente desilusionado con la vida y con la gente» (Polimeni Luca [Arg. 1991]).

[4] Además, tampoco son semejantes en cuanto a su distribución geográfica en otros países.

 

Así, como y casi que son comunes al español, medio que se usa en Chile, onda que también en Chile, Perú y México, aunque la frecuencia parece ser distinta.

 

[5] Al contrario de otros trabajos que abordan el problema de la atenuación (Caffi 1999, Montecino 2004, etc.), la mayor parte de los ejemplos aquí presentados son oraciones aisladas o en un contexto dialógico mínimo y no textos completos. Se trata de ejemplos reales, en general extraídos de Internet.

[6] En caso de que se combine con eventos no delimitados, el casi aspectual adopta una lectura ingresiva (‘empezar a’ o ‘ponerse a V’) o terminativa (‘terminar de V’), como en ya casi lo quiero o casi leí la novela, o bien modal de capacidad (‘empieza a ser capaz de V’): casi camina / come solo.

[7] Onda también da lugar a diversas locuciones preposicionales (de onda te lo digo, está de onda, va con onda) y verbales (tener onda, tirar onda, poner onda, pegar onda).

[8] Ese trabajo, basado a su vez en Rizzi (1997), discute la llamada “periferia izquierda” que, en términos generativos, regula la interfaz entre sintaxis y pragmática. A causa de la naturaleza de los atenuadores, aquí se ha privilegiado una perspectiva menos formal, pero consideramos que igualmente vale la pena establecer los resultados de las pruebas.

[9] Recordemos que el ¿no? es otro recurso léxico-frasal propio de la atenuación, ya que, al ser una fórmula de asentimiento, involucra la relación con el interlocutor (ver sección 1).

[10] Véase también (de Caro Pardiaco, http://www.youtube.com/watch?v=XLfhKPAhS0g): i.

a. Miro tipo los tuits.

b.  Y lo tuiteo y tipo la gente lo ve.

c.  Viendo tipo qué está pasando

d.  Yo tipo tengo mis dólares.

e.  Lo dejé tipo de lado.

f.  Vine acá a mostrar tipo mi nueva coreografía.

[11] Siguiendo el sistema de Di Tullio & Kornfeld (2013), las expresiones atenuadoras se ubicarían arriba en el árbol (en la posición de especificadores del Sintagma de Fuerza, vinculado con el acto de habla, según Rizzi 1997). Por eso solo pueden modificar a una aserción y no son compatibles con otras modalidades, pero tampoco entran en ningún conflicto (formal o semántico) con las marcas de polaridad.

[12] No incluimos como porque en general en esta posición aparece con significado comparativo (que a veces no es fácil distinguir del atenuativo).

[13] Otros elementos atenuadores de significado muy semejante a casi son algunos prefijos de origen culto, como semi–, cuasi– y seudo–, que también se combinan con adjetivos delimitados denominales (i) o deverbales (ii) que no pueden recibir cuantificadores de grado como muy o bastante:

 

i.        a.   un evento semi durativo/ agrícola/ nominal / presencial / automático

b.                             un fenómeno cuasi verbal / rural / electrónico / bidimensional / microscópico

c.                              un conflicto seudo intelectual / ideológico / salarial / religioso / científico

ii.       a.  Está semi acostado/ semi arrancado / semi atrancada; Es semi aplicable / semi eterno.

b.                             Está cuasi arrancado; Es cuasi deslizante/ cuasi desarmable/ cuasi privada.

c.                              Es seudo renunciante / seudo insolucionable/ seudo irrevocable.

Desde el punto de vista semántico semi–, cuasi– apuntan a señalar que la relación con la clase designada por el nombre base del adjetivo o el evento señalado por el verbo base del adjetivo no se cumple del todo o se cumple a medias, sin ninguna connotación valorativa evidente. Por su parte, seudo– implica, adicionalmente, una idea que puede interpretarse como modal (i.e. ‘falsamente’).

[14] Obsérvese que de hecho, aun cuando se combina con calificativos, casi los reconfigura como delimitados: Es casi inteligente / tonto se leen como ‘está por alcanzar el límite [que distingue esa cualidad de otras]’.

[15] El mismo patrón de distribución que develamos para medio a partir de los ejemplos (43–45) puede atribuírseles a los cuantificadores un poco, un tanto y algo, además de las variantes diminutivas un poquito y un tantito y las versiones más coloquiales un cacho, un cachito o un toque y lo mismo ocurre con los sufijos apreciativos que se combinan con adjetivos, como –azo,ito,ote,ón (excepto el “superlativo” –ísimo/a, Kornfeld 2010).

 

[16] Además, entre los adjetivos de propiedades físicas, de dimensión o de edad que se ordenan en polos extremos incompatibles, suele ocurrir que ambos miembros de un par acepten medio (Kornfeld 2010):

 

i.          a. Es medio dulce                  vs. medio amargo/ salado.

b. Es medio alto                    vs. medio bajo.

c. Está medio frío / helado   vs. medio caliente (vs. medio tibio).

d. Es medio viejo                    vs. medio joven.

e. Es medio largo                    vs. medio corto.

f. Es medio ancho                  vs. medio angosto

g. Es medio grueso                  vs. medio fino.

h. Es medio gordo                   vs. medio flaco.

i. Es medio blando                  vs. medio duro.

j. Es medio pequeño / chico vs. medio grande / enorme.

Parece evidente que la combinatoria depende de la posibilidad de (re)interpretar cualquiera de los polos de manera negativa, según la perspectiva del hablante.

[17] Ahora bien, las combinaciones de medio (y otros cuantificadores semejantes, como un tanto o un poco) con adjetivos de significado totalmente positivo como divertido, astuto, leal no son imposibles y, de hecho, algunas aparecen registradas en el Google español con frecuencias mínimas:

 

i.           a. Cuánto pesimismo. ¿Es medio vaso vacío o medio vaso lleno? Si sos medio feo también sos medio lindo, medio aburrido, medio divertido, etc.

 

 b. Si uno es un tanto astuto, se pregunta en cada pregunta qué es lo que realmente quieren saber.

 c. Yo pienso que hay que ser un poco leal a los colores históricos.

La mayoría de esas apariciones introducen la secuencia “poco esperable” remitiendo o bien al correspondiente contraste con el miembro negativo del par, como muestra el ejemplo de (i.a), o bien a contextos contrafácticos, como cláusulas condicionales o de valor deóntico (cfr. i.b–c), lo cual reafirma nuestro análisis.

[18] Constatamos nuevamente que tipo y onda pueden aparecer sin determinante, mientras que como y casi no. Por otra parte, como puede advertirse, medio no aparece en los contextos de cuantificadores, al contrario de las otras expresiones.

[19] En ese sentido, cabe mencionar que casi se combina sistemáticamente con conceptos delimitados, en la medida en que presupone un límite que (aún) no se ha alcanzado. En el caso de los nombres, indica que la entidad está a punto de entrar en una clase dada; por eso mismo, es raro con nombres que designan sustancias:

 

i.       ?? Es casi oro / agua / madera / harina.

[20] Tal como propone, por ejemplo, Caffi (1991) al considerar ambas nociones como los extremos (opuestos y complementarios) de la modulación (entendida como la codificación retórico-estilística de un enunciado).

[21] Por otra parte, es indudable que capaz y por ahí pueden ser atenuadores en ciertos usos no estrictamente epistémicos, cuando se combinan con otros recursos, como el condicional o las fórmulas de asentimiento, que transforman el acto de habla en una sugerencia o pedido (como ocurre en las oraciones de i):

i.       a. Capaz podríamos llamarlo, ¿no?

      b. Por ahí le pedimos que nos aguante un rato, ¿te parece?

 

[22] Ello no implica negar que existen usos del condicional, el subjuntivo o el imperfecto (entre otros tiempos verbales) que son puramente atenuativos:

 

(i)      a. Yo quería/ querría/ quisiera un cuchillo más filoso… b. Me gustaría que vinieran…

(ii)     ¿Podrías cerrar la ventana?

 

En (i) y (ii), entonces, esos recursos no funcionan como marcadores de modalidad epistémicos, sino como atenuadores del acto de habla, que sirven para suavizar un pedido o un deseo (i), a veces combinados con actos de habla indirectos (ii).

 

[23] De hecho, vemos que en trabajos que estudian los procesos de formación de palabras más ligados con la subjetividad del hablante (como la morfología apreciativa, el “vesre” o la paranomasia) se han propuesto etiquetas muy vagas, como ‘apreciativo’ o ‘afectivo’, que solo sirven para disimular la dificultad de precisar qué rasgos formales podrían dar cuenta del uso pragmático en este tipo de recursos (cfr. Kornfeld 2010, 2012, Bohrn 2010, en prensa).

[24] Por otra parte, como señalan Avellana & Kornfeld (2009), en ciertas zonas de contacto se explotan y magnifican los recursos de atenuación, presumiblemente por influencia de lenguas indígenas que tienen más gramaticalizadas las estrategias modales de ese tipo. Un ejemplo es el diminutivo del español andino, que da lugar a formas que en el español estándar no son posibles: cincuentita; estito, ellita; nomasito, corriendito (Lipski 1997: 4). Algo semejante se ha señalado, en la zona guaranítica, respecto de un poco como modalizador de distintos actos de habla:

i.         a. Traé un poco un libro ( de la Lengua Española 2003: 52).

       b. Llevale un poco este regalo (Galeano 2008).

 

Según Palacios Alcaine (1999, 71), los datos de (i) se explican por la existencia en guaraní de afijos modales (mi, na) que expresan grados suavizados de una orden, un ruego o un consejo y que no tienen un equivalente claro en el sistema modal del español. Cabe recordar, sin em-bargo, que un poco ya se utiliza como atenuador en el español rioplatense estándar (cfr. 61.c), por lo que resulta complicado constatar la hipótesis de Palacios Alcaine.

 

 

 

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