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Inmediaciones de la Comunicación

versión impresa ISSN 1510-5091versión On-line ISSN 1688-8626

Inmediac. Comun vol.16 no.2 Montevideo  2021  Epub 01-Dic-2021

https://doi.org/10.18861/ic.2021.16.2.3166 

Editorial

Mapeando la dataficación digital y algorítmica: Genealogía, estado de situación y nuevos desafíos

Mapping the digital and algorithmic datafication: Genealogy, current situation, and new challenges

Mapeando o datificação digital e algorítmica: Genealogia, situação atual e novos desafios

MARTÍN ARIEL GENDLER1 
http://orcid.org/0000-0001-5781-6367

1Universidad de Buenos Aires, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. martin.gendler@gmail.com


1. HISTORIA, PANORAMA Y LÍNEAS DE ABORDAJE

Este número de InMediaciones de la Comunicación aborda un tema sumamente actual: el proceso de datificación de la sociedad contemporánea. La urgencia y la necesidad de su abordaje abren un sinnúmero de interrogantes y desafíos, algunos de los cuales son interceptados en los artículos, las entrevistas y las reseñas que aquí ponemos en circulación.

En general, el primer pensamiento que nos provoca el término dataficación social proyecta imágenes ligadas a bases de datos, cifras y parámetros de medición, además de promover distintas asociaciones con las plataformas de redes sociales, los dispositivos de reconocimiento facial y biométricos, las representaciones gráficas, la Inteligencia Artificial (IA), el 5G, la computación en la nube y la realidad virtual, entre otras. Si bien se comprende la validez de estas asociaciones, cabe destacar que la dataficación, como proceso masivo de medición y correlación de datos cuantificables de sujetos, objetos y prácticas para su posterior uso, aplicación y/o venta (Leurs & Shepherd, 2017), no es algo que haya surgido exclusivamente con el despliegue y la penetración de las tecnologías digitales, sino que puede ser entendida como un proceso de larga duración.

En la historia humana se han conocido diversas técnicas de medición (Harari, 2018). Sin embargo, es recién en el siglo XVIII -a partir del despliegue de un diagrama de poder caracterizado como biopolítico (Deleuze, 2014)- cuando las técnicas estadísticas, junto a los saberes expertos de la economía política, la biología y la medicina, empezaron a configurarse en pos de crear curvas de normalidad que permitieran ejercer un nuevo tipo de gobierno de las poblaciones (Foucault, 2006), principalmente por parte del Estado, sus fuerzas y organismos. En este sentido, se establecieron parámetros de registro de los sujetos -individuales y colectivos- que, relacionados entre sí, sirvieron para moldear cuerpos y subjetividades y establecer pautas de vida acorde al incremento y expansión de la producción capitalista (Sibilia, 2005). En el marco de ese recorrido histórico, desde fines de la Segunda Guerra Mundial se evidenció un paulatino proceso de cambio (Deleuze, 1999) que colocó a los objetos técnicos como principales protagonistas, algo que se extiende hasta nuestros días con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación digitales (Rodríguez, 2008).

Dicho proceso de incorporación e interrelación de las tecnologías en todas las esferas sociales tiene como uno de sus principales antecedentes a los avances de la teoría cibernética, cuyas Conferencias Macy de 1946 constituyeron un puntapié inicial (Rodríguez, 2019). Por entonces, sus conceptos rectores apuntaban a un entendimiento central de la información como factor de vinculación entre humanos, objetos y animales, a la vez que postulaban la constitución de un paradigma transdisciplinar que sea capaz de predecir las conductas humanas y, de ese modo, sirva para ordenar y conducir las complejidades que atraviesan la vida social.

El impulso dado al desarrollo de este tipo de elaboraciones teóricas en el contexto de la Guerra Fría, junto a la Crisis del Petróleo de 1973 y a una mayor penetración de la grilla de inteligibilidad neoliberal (Foucault, 2007) -y su paulatina conjunción con la cibernética como saber experto-, empezaron a generar un marco particular para el despliegue de un nuevo modo de configuración social (Elías, 1994), íntimamente relacionado con las tecnologías de la información y la comunicación, especialmente las digitales.

El desarrollo de la Red de Redes, al compás de la revolución de la microelectrónica y el desarrollo de los ordenadores personales (Castells, 2001) -primero como ARPANET en 1969, luego como NSFNET en 1985 y, finalmente, como Internet en 1994-, empezarían a modular la materialización de la nueva configuración de la vida social. Dicha mutación se aceleró tras la apertura de Internet al mercado y su comercialización (Zukerfeld, 2014), en conjunción con los diversos planes y estrategias ligados a la informatización de la sociedad (Mattelart, 2002)1.

Asimismo, desde inicios de la década de 1960 se fueron elaborando una serie de teorías y planteos que buscaron anticipar las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales generadas por el diseño, la producción y la masificación de las tecnologías, especialmente en contraposición a la llamada sociedad industrial moderna. En este sentido, las exploraciones pioneras de Machlup, Drucker, Touraine y Bell, entre muchos otros, apuntaron a comprender las transformaciones emergentes y futuras sobre la base de un rol predominante de la información y el conocimiento, el cambio de una economía de productos a una de servicios y el despliegue de tecnologías para la planificación, anticipación e innovación en el marco de la denominada sociedad postindustrial, sociedad postcapitalista, sociedad tecnotrónica o, de un modo más concreto, sociedad de la información. En los últimos años, las líneas de investigación se ampliaron y, poco a poco, se generaron enfoques y caracterizaciones, como el semiocapitalismo (Berardi, 2017), el informacionalismo (Castells, 1995), el capitalismo cognitivo (Rullani, 2004), la sobremodernidad (Auge, 2007), el capitalismo o sociedad de plataformas (Srnicek, 2018; Van Dijck, Poell y Waal, 2018), entre muchos otros.

Asimismo, vale tener en cuenta que fue en la última década del siglo XX cuando la masificación de Internet permitió el desarrollo de nuevos elementos digitales, como las páginas y protocolos web, los navegadores, las primeras empresas de Internet -Google, Amazon y eBay, por nombrar algunas- y las cookies, un software de identificación y almacenamiento de datos creado originalmente para efectivizar las prácticas de comercio electrónico (Rossi, 2018). También en la década del 90 se empezaron a producir elaboraciones teóricas que, además de contemplar los cambios macrosociales, apuntaron al estudio y comprensión de los fenómenos derivados de la digitalización en los niveles micro y meso, especialmente en torno a los efectos de los usos e interacción de los usuarios en Internet. De esta forma, fueron ganando lugar las investigaciones sobre las comunidades virtuales (Rheingold, 1993), la comunicación mediada por computadoras (Castells, 2001), los trabajos que vinculan brechas de acceso, información y conocimiento (Lago Martínez, 2012) y aquellos que hacen hincapié en la cultura, las prácticas económicas y la sociabilidad desarrollada en el ciberespacio (Lévy, 2007), el cual suele ser visto casi como un espacio distinto al real.

A inicios del nuevo milenio, tras la llamada “Crisis de las .com” de 2001 (Srnicek, 2018), el ecosistema de Internet experimentaría una fuerte mutación a partir de la emergencia y despliegue de los nuevos medios conectivos (Van Dijck, 2016), denominados comúnmente como redes sociales. En ese marco también se gestaron distintas apuestas tendientes a favorecer el acceso y la gratuidad -impulsadas sobre todo por los movimientos de software y cultura libre-, las cuales han dado pelea, desde entonces, en las disputas sobre la propiedad intelectual y los procesos de reconversión de las Industrias Culturales. A partir de allí se generaron nuevas áreas de estudio en relación al desarrollo y ramificación de Internet y las tecnologías digitales. Dichas investigaciones siguieron considerando como central el rol de la información y el conocimiento para las transformaciones posibles, aunque se enfocaron, principalmente, en el análisis de las prácticas, los consumos y los intercambios discursivos individuales y colectivos a través de las tecnologías digitales interconectadas.

Siguiendo esa línea histórica, entre los años 2007 y 2008 se generó un cambio sustancial. En primer lugar, la creación del Smartphone, en 2007, abrió un nuevo campo de experiencia al posibilitar tanto la inclusión de un gran número de usuarios como también una conectividad continua a nivel espacio-temporal. Asimismo, dicho desarrollo tecnológico trajo consigo la generación de una enorme masa de datos, tanto personales como ligada a las actividades, los consumos y la geolocalización de los usuarios -lo cual incrementó exponencialmente la información y los datos que se disponían hasta ese momento-, dando inicio, de alguna manera, al acompañamiento algorítmico de la vida característico de la contemporaneidad (Sadin, 2017) y potenciando los mecanismos de espectacularización del yo (Sibilia, 2008).

En segundo lugar, la crisis económica mundial de 2008 llevaría a los principales activos financieros y de riesgo a invertir, nuevamente, en Internet y en las empresas que pudieran potenciar y tornar eficiente el modelo de publicidad orientada que se venía desarrollado desde hacía algunos años2 (Srnicek, 2018). Para esto se llevó adelante una readaptación de las cookies y otros softwares relacionados con los sistemas de medición y puesta en juego de información personal, consumos y actividades de los usuarios (Gendler, 2017). De ese modo se empezaría a perfilar un nuevo modelo de organización, el llamado modelo plataforma (Van Dijck, Poell y Waal, 2018), el cual se propuso operar en base a la identificación, la recolección, el procesamiento y la aplicación algorítmica de los datos obtenidos (Finn, 2017). El objetivo era la creación de una “economía e industria 4.0” -combinándose con otros desarrollos como la Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA), la realidad aumentada, la computación en la nube, entre otros-, y la proyección del modelo plataforma como una forma eficiente de predicción y organización de todas las esferas de la vida (Sadin, 2020). En otras palabras, durante la década de 2010 tuvo lugar la proyección -y a la vez intento de consolidación- del proceso de dataficación social ya iniciado, aunque ahora se tratara de la dataficación digital y algorítmica que llega hasta nuestros días y constituye la actualidad del largo proceso que hemos señalado.

A modo de resumen, vale que resaltemos algunos aspectos clave de este devenir tecnológico. En primer lugar, la configuración de una cuantificación y trazabilidad de cada instancia de la vida social a través de la sistematización algorítmica de los mecanismos de obtención, procesamiento, aplicación y puesta en juego de datos de los sujetos, objetos y prácticas de los usuarios. Dicha sistematización se realiza en tiempo real merced al uso de las tecnologías digitales, es decir, ejecutado en cada momento y lugar sin depender de instancias o espacios de realización específicos. Asimismo, esta cuantificación puede ser leída como un elemento central de la grilla de inteligibilidad neoliberal, ya que permite abrir nuevos horizontes en torno a la eficientización flexible de los comportamientos, las experiencias, las prácticas y los aprendizajes (Han, 2012).

Por otro lado, vale destacar el desarrollo y despliegue de distintos mecanismos de personalización algorítmica (Gendler, 2019) sobre la base de la confección de perfiles generales que, a su vez, son asentados como perfiles individuales, dado que se toman como insumos las distintas series de datos procesados tanto de los sujetos como de otros usuarios similares a ellos. Esto generaría cambios sustanciales en los procesos de individuación y concretización transindividual de los seres vivientes y técnicos (Simondon, 2008, 2015), ya que este tipo de tratamiento de datos establece procesos de modulación en los cuales, cada vez más, las cifras se vuelven contraseñas (Deleuze, 1999).

El tercer aspecto que merece ser destacado tiene que ver con la diferencia que se establece entre el proceso previo de dataficación, centrado fundamentalmente en el monopolio estatal, con sus agentes e instituciones, y el actual proceso de datificación, ganado por la influencia y el predominio de otros sectores, especialmente aquellos económicamente concentrados. En este sentido, se evidencian cambios en las formas de gestión de las poblaciones y se proyecta una gubernamentalidad de nuevo tipo: una gubernamentalidad algorítmica (Rouvroy & Berns, 2015) en base a los datos, su almacenamiento, tratamiento, perfilamiento y aplicación como parámetro de normalización y verdad.

En cuarto lugar, este proceso influyó, también, en los criterios y reglas del diseño y la aplicación de las tecnologías digitales, las cuales se fueron desarrollando, ajustando y adaptando con el fin de tener una inserción exitosa dentro del ecosistema de datos desplegado. En este sentido, el avance de las transformaciones en las formas de consumo, los discursos y las prácticas implicaron también un pasaje del tener al acceder: es decir, los dispositivos digitales y sus prácticas se despliegan en un espacio dataficado cuya disponibilidad, si bien es accesible en todo momento y lugar, implica la generación constante de datos y tiende a permitir -cada vez menos- la posesión exclusiva y la privacidad de lo que allí se genera y almacena (Martel, 2015).

Finalmente, este proceso da pie a la apertura de nuevos imaginarios, interfaces e infraestructuras relacionadas a la dataficación de la vida social -en todos sus ámbitos y esferas-, pero también dejando entrever nuevos conflictos, regulaciones y ejercicios contrapuestos en torno a la dinámica entre saber-poder y verdad, algo que irá configurando, en su propio devenir, el entramado social.

Como hemos visto, las distintas líneas de investigación sobre tecnología y sociedad no han sido indiferentes a estos cambios y desarrollos. Las distintas perspectivas de análisis han ido contemplando el proceso antes descripto generando distintos lineamientos teóricos y metodológicos para su abordaje. En ese marco, en 2013 se llegó a una suerte de entendimiento y articulación que permitió apuntar y definir las características actuales de la datificación (Mayer-Schönberger & Cukier, 2013), lo cual hizo que muchas de las disciplinas y áreas de estudio focalicen su atención en los tópicos que dan cuenta de los cambios y las singularidades del momento de transformación actual. De allí la perseverancia de la Data Science, las humanidades digitales, los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad, los estudios sobre mediatizaciones, los trabajos sobre vigilancia y control, los estudios sobre ética de los dispositivos e IA y los estudios sobre apropiación social de tecnologías, además de la aparición de nuevas líneas de investigación como los Critical Data Studies (Iliadis & Russo, 2016), los Critical Algorithmic Studies (Gillespie, 2018), el feminismo de datos, los estudios sobre infraestructuras algorítmicas, los trabajos sobre exclusiones y discriminaciones automatizadas, entre un gran número de indagaciones.

Dos hechos singulares merecen ser destacados dentro de este panorama general. El primero tiene que ver con el llamado “escándalo de Cambridge Analytica” que tuvo lugar en el año 2017 y ayudó a la visualización pública de este proceso, además de arrojar luz sobre los efectos que puede producir en el terreno de la electoral y la vida democrática. El segundo es la irrupción de la pandemia global a causa del COVID-19 a inicios de 2020. Esta situación implicó el despliegue de diversas técnicas de gestión de la población apuntando fuertemente a una administración y restricción de la circulación y las actividades, a la vez de cimentar el uso necesario de plataformas y dispositivos digitales para sostener los espacios de interacción propios del mundo del trabajo, la salud, la educación, la sociabilidad (Gendler & Andonegui, 2021). En la práctica, esto provocó no solamente un incremento del uso de Internet, las plataformas digitales y de la conectividad en general -lo cual se tradujo en un enorme aumento de la masa de datos disponibles-, sino que también implicó la masificación de distintos procesos y experiencias como los referidos a la telemedicina, la educación a distancia, el ciberpatrullaje, el teletrabajo, entre otros. Estas adaptaciones, de escaso desarrollo antes de la pandemia, fomentaron un fuerte proceso de cuestionamiento a las principales empresas de plataformas, especialmente a las GAFAM3, señalando que el fuerte avance del proceso de dataficación social digital y algorítmica está lejos de mostrar un devenir estable, más allá de las transformaciones en curso.

En ese marco es que se redefinen algunos supuestos y emergen nuevos desafíos de investigación. En línea con lo antes mencionado, los sucesos post “escándalo de Cambridge Analytica” han motorizado un complejo andamiaje discursivo tecnofóbico respecto de las prácticas algorítmicas en general, desplazando en parte al andamiaje tecnofílico previo, el cual se encontraba principalmente sustentado en la ideología californiana, entendida como el solucionismo tecnológico (Morozov, 2016) y la silicolonización del mundo (Sadin, 2018). De allí la necesidad de que los estudios actuales acerca del proceso de dataficación social asuman una postura crítica que ponga en diálogo y matice, llegado el caso, las posiciones extremas asumidas. Por su parte, la proliferación de estudios vinculados a cuestiones relativas a la ética, los derechos humanos y digitales, la privacidad de los sujetos y la transparencia respecto del modo en que se tratan y procesan los datos, han abierto un amplio margen de trabajo que nos obliga a tener en cuenta los parámetros políticos, económicos y sociales impresos en la configuración del código técnico (Feenberg, 2005) y el diseño de las tecnologías digitales, sin perder de vista el carácter social, político y cultural de las tecnologías (Winner, 1985; Parente, 2010).

Otro aspecto importante ligado a la investigación tiene que ver con la actualización bibliográfica respecto de las diversas áreas de estudios y los fenómenos concretos que comprende el actual proceso de dataficación social, lo cual es imprescindible, aunque ello no implica, necesariamente, el olvido de los clásicos. En otras palabras, muchos de los conceptos, estrategias metodológicas y reflexiones producidas en otro tiempo pueden constituir aportes interesantes para conjugar, relacionar e interpretar la contemporaneidad, aunque, obviamente, manteniendo una vigilancia epistemológica acerca de su contexto de producción, sus alcances y sus limitaciones.

Sobre la base de los cambios descritos y un escenario abierto a nuevos desafíos, este número de InMediaciones de la Comunicación intenta contribuir y sumarse a los debates actuales sobre el proceso de dataficación social digital y algorítmica, centrándose tanto en su genealogía como en algunas de las variadas aristas, hitos y retos que impone su contemporaneidad. De allí que se haya realizado una convocatoria amplia tendiente a reunir aportes de distintos campos disciplinares. Los artículos aquí reunidos son el fruto de estudios empíricos y reflexiones teóricas de diferentes investigadores latinoamericanos, a los que se suma el aporte de dos entrevistados especializados en el estudio del impacto social, político y económico de las nuevas tecnologías digitales y la IA -como es el caso de Esteban Magnani, docente, periodista y escritor argentino- y en el estudio sobre infraestructuras y plataformas -como es el caso de Emiliano Treré, profesor de la Cardiff University (Gales), co-director del Data Justice Lab y co-fundador de la iniciativa BigDataSur-. Finalmente, como corolario del número, se publican dos reseñas bibliográficas que contribuyen para seguir pensando los nuevos desafíos de la comunicación en la sociedad actual.

2. INTENTANDO APREHENDER LA DATAFICACIÓN

La sección Artículos presenta trabajos que son un aporte valioso para enriquecer la comprensión del actual proceso de dataficación. En ellos se exponen e intercalan temas relacionados con la genealogía trazada acerca de la cuantificación y la algoritmización de la vida social, la problematización de los marcos teóricos que sirvan para su abordaje, el estudio de casos de análisis concretos y la reflexión sobre las nuevas prácticas, los rituales, las comunidades y las interacciones entre las audiencias y los usuarios de plataformas digitales. En tal sentido, los artículos se presentan siguiendo un orden de bloques temáticos que, yendo de lo general a lo específico, habilitan un recorrido en el que no están exentos posibles diálogos e interacciones.

El primer bloque, por su mayor nivel de generalidad, opera como una suerte de marco general para el mapeo de la dataficación y está compuesto por los artículos de Lucas Bazzara y de Juan Camilo Gómez-Barrera.

En el primero de ellos, titulado “Datificación y streamificación de la cultura. Nubes, redes y algoritmos en el uso de las plataformas digitales”, Bazzara propone analizar tres ejes conceptuales y prácticos en los que se basa el actual proceso de streamificación de la cultura: las elaboraciones y planteos de la cibernética, el desarrollo e instalación de la Cloud Computing y el despliegue y la masificación de la lógica algorítmica y sus técnicas. Tras analizar a fondo cada uno de estos ejes, el autor avanza en su articulación con el propósito de describir y analizar la génesis y las características del actual modelo de plataformas e interpretar el cambio fundamental que tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XXI: el pasaje de la cultura digital a la cultura del streaming.

Por su parte, el artículo de Gómez-Barrera, titulado “Psicometría, perfiles y sesgos. El caso del reconocimiento facial”, ahonda en uno de los principales issues del entramado de la dataficación actual: la creación de perfiles algorítmicos. Para ello, el autor despliega un análisis genealógico respecto de la psicometría, entreviendo sus distintos cambios y su rol en los procesos de cuantificación de la existencia: mediciones relacionadas con la capacidad de clasificación, predicción y descripción de rasgos latentes en función de tomar decisiones sobre los individuos medidos. Asimismo, Gómez-Barrera subraya el papel de la psicometría para el desarrollo de las redes neuronales, el aprendizaje automatizado, la sistematización de las redes bayesianas y el diseño de las principales plataformas, y se detiene puntualmente en los alcances y los límites que cruzan las técnicas y los mecanismos de reconocimiento facial a la hora de establecer perfiles. En tal sentido, ahonda en varios estudios que han diseñado algoritmos de perfilado en base al reconocimiento facial, lo cual sirve de impulso para observar su carácter dividual, los sesgos implicados en su diseño e implementación y los efectos de normalización que dicha clasificación promueve en la construcción de la subjetividad.

Entre el artículo de Bazzara y el artículo de Gómez-Barrera se pueden delinear diversos puntos de contacto, dado que la cultura de streaming, en tanto cultura predominante en el actual proceso de dataficación social, requiere necesariamente la contemplación de los perfiles, así como sus elementos de diseño e implementación. Asimismo, los distintos procesos de perfilado algorítmico, tanto los desarrollados en base al reconocimiento facial como los desplegados por otro tipo de vías, pueden nutrirse y complementarse con los principios rectores de la cibernética, las características de la computación en la nube y el despliegue de los patrones que guían una cada vez mayor y acelerada streamificación de la cultura.

Por su parte, el segundo bloque de artículos hace hincapié en la participación política y las fake news, aspectos que son esenciales para analizar las transformaciones de la acción política y los desafíos que encuentra la vida democrática en el marco de la dataficación social digital y algorítmica. El primero de estos artículos, escrito por Tamara Chibey y titulado “Participación defectuosa en la era digital. Sobre los efectos de la desinformación en el sujeto”, se centra en el análisis de la creación, recepción y distribución de información falsa y sus efectos en la construcción de la visión de mundo de los sujetos, como también en las repercusiones que proyecta en el espacio transindividual. Retomando el pensamiento de Gilbert Simondon -al que conjuga con Wilthem Dilthey y el desarrollo de análisis propios y de otros autores, Chibey aborda las características del proceso de digitalización para centrarse en una de sus problemáticas derivadas: la generación de desinformación y sus consecuencias. En este sentido, la autora analiza los tipos de riesgos que implica la información falsa y su exceso -infoxicación, infodemia y cansancio psicológico-, y luego se aboca a las transformaciones que genera en los procesos de amplificación transductiva, en la construcción del espacio transindividual, en el despliegue de un modo de entender la falsedad que implica grados de falsedad -reemplazando paulatinamente a la oposición “verdadero o falso” - y en las relaciones performativas generadas por los sujetos en su interacción con otros usuarios y con los objetos técnicos. De este modo, Chibey caracteriza a estos efectos como una operación diferencial donde la desinformación puede generar una participación defectuosa del sujeto en su experiencia individual y colectiva en el espacio dataficado.

Por su parte, el artículo de Wanda Juárez y Silvana Ferreyra titulado “Twitter, internautas vecinos y los intersticios de la polarización política. Un estudio centrado en la campaña electoral de 2019 en el Partido de General Pueyrredon, Argentina”, realizan una contribución sobre la digitalización de las prácticas políticas contemporáneas. En esa línea, se detienen en el abordaje de una campaña electoral local -Partido de General Pueyrredon- con el propósito de reflexionar sobre las singularidades del caso y observar si puede ser pensada como un intersticio que sirve para reflexionar acerca de la esfera pública argentina, atravesada por la polarización política. Para ello, se desarrolla un extenso estado del arte, se contempla la centralidad de la construcción de los perfiles de los candidatos y de los usuarios -tanto para el ejercicio de las prácticas como para su análisis- y se despliegan técnicas de text minning -en concreto nubes de tags y frecuencia de palabras y correlaciones- que sirven para analizar el cruce entre las biografías de los seguidores de los distintos candidatos, enfocando la atención en a quien siguen y en las narrativas identificatorias que despliegan. De esta forma, se desentraña el complejo proceso del despliegue de una campaña electoral a través de la plataforma Twitter.

Se puede apreciar que el artículo de Chibey y el de Juárez y Ferreyra permiten ahondar la reflexión acerca de la participación política y la construcción de una esfera pública en el marco del proceso de dataficación social actual. En este sentido, si bien ambos abordan artículos trabajan diferentes aspectos de esa problemática, también presentan interesantes puntos de contacto y complementariedad para pensar la construcción de identidades, subjetividades y prácticas. De esta manera, el análisis acerca de los mecanismos y las estrategias de participación que supuso el uso de las plataformas de redes sociales en una campaña electoral podría derivar o enriquecerse, llegado el caso, con la consideración de la desinformación circulante y la construcción de la visión de mundo de los sujetos, de la misma manera que la contemplación de las tácticas, las prácticas y los discursos diferenciales de una campaña electoral digital podría abrir nuevos horizontes para pensar los efectos de la información y participación defectuosa.

El siguiente artículo, obra de Carlos Arango y María Catalina Cruz-González, oficia como un interludio que se abre en medio de los trabajos publicados en este número de InMediaciones de la Comunicación. Bajo el título “Postureo y rituales digitales. Itinerarios para asir la datificación de un recuerdo”, el artículo de los investigadores colombianos le rinde un homenaje a Sergio Roncallo-Dow, profesor, investigador, editor y uno de los más destacados referentes del campo de la comunicación latinoamericana de las últimas décadas. Y es justamente su fallecimiento, el cual coincidió con el inicio de la pandemia provocada por el COVID-19, el acontecimiento que opera como disparador del artículo, permitiendo a los autores conjugar una serie de reflexiones en torno al cambio de los rituales de despedida como efecto del proceso de dataficación social, especialmente los asociados a la muerte y al recuerdo. El artículo se inicia con una serie de consideraciones sobre el proceso de digitalización, ahondando en sus características, los cambios en las interfaces, la construcción de prácticas de postureo y la indagación de la transformación de los rituales. En ese marco, Arango y Cruz-González abordan la experiencia vivida por el fallecimiento de Roncallo-Dow y reflexionan acerca de las mutaciones del ritual mortuorio en épocas de dataficación y pandemia, además de considerar la puesta en práctica del recuerdo en el marco del nuevo entorno digital.

Luego de dicho interludio se delinea el tercer y último bloque de artículos, centrado en los fans y las audiencias digitales. En tal sentido, Tomás Atarama-Rojas y Margarita Mönckeberg, autores del artículo “Los fans en un contexto de audiencias líquidas. Aportes para recuperar un sentido de comunidad en la cultura de medios”, aborda el tema de las comunidades de fans en el actual panorama de dataficación social. El escrito se inicia con el análisis de la configuración social actual -retomando, preferentemente, la obra de Zygmunt Bauman-, caracterizada como una modernidad líquida, fluida y cambiante en la que se crean y despliegan vínculos, comunidades e identidades de carácter efímero. En tal sentido, se da cuenta de algunos estudios centrados en el campo de la comunicación y luego se detienen en los fans, sus producciones, sus discursos, sus niveles de participación y el carácter comunitario de sus prácticas, entendidas como una red de redes de fans. Al avanzar en su caracterización, Atarama-Rojas y Mönckeberg contraponen el perfil de estas comunidades de fans a la idea de audiencias líquidas y reflexionan sobre el papel de prosumidores que se les asigna. En este sentido, los autores alertan que, frente al anuncio de la supuesta fragilidad y volatilidad de la participación -junto a la pérdida de sentido colectivo y sensibilidad que caracterizaría a la modernidad líquida-, estas comunidades de fans quizás permitan entrever otras formas de comunicación, capaces de generar experiencias, identidades y vínculos más fuertes de lo que suele pensarse.

Por su parte el artículo de Federico Álvarez Gandolfi que cierra la sección aborda el fenómeno de la fanificación que tiene lugar en al actual proceso de dataficación, enfocándose en la construcción de colectivos mediatizados en la plataforma YouTube y, de manera más específica, en los fans de bienes culturales japoneses denominados otakus. El artículo, titulado “Fanificación y conectividad en las sociedades hipermediatizadas. Un estudio de caso seleccionado de la plataforma YouTube”, desarrolla, al comienzo, un amplio recorrido por las categorías de cultura participativa, creatividad fan, prosumidores y nuevos sujetos mediáticos, apuntando en esta revisión a los postulados que hablan de la potencialidad igualadora de las redes sociales y la promoción de las prácticas horizontales. Asimismo, Álvarez Gandolfi detalla las características de la interfaz de la plataforma YouTube, permitiendo entrever los procesos de cuantificación de la experiencia que se despliegan allí, y propone una interesante tipología de las prácticas que realizan sus usuarios: uso expectante, uso convergente y uso fan. En el final del artículo se caracterizan las prácticas de los otakus en YouTube y se describen las vinculaciones con sus recomendaciones algorítmicas; luego centrando la atención en un caso concreto: el youtuber Kalathras, uno de sus mayores referentes de ese colectivo mediático. A través del análisis de las prácticas, los videos y las interacciones de Kalathras con su comunidad de seguidores, se observan los elementos que permiten la constitución de este colectivo - sus limitaciones y potencialidades-, como así también la creación de jerarquías y asimetrías.

La descripción anterior del artículo de Atarama-Rojas y Mönckeberg, el modo en que llevan adelante la caracterización general y el rol que les otorgan a las comunidades de fans, permite abrir líneas de contacto con lo expuesto por Álvarez Gandolfi, sobre todo lo referido a la tipología desplegada este último autor como herramienta para la particularización y profundización de este tipo de colectivo mediático. Más allá de sus singularidades, ambos artículos permiten dar cuenta de la importancia de los fans, sus prácticas, los vínculos creados y las características que asumen esos agrupamientos comunitarios en el entorno digital.

3. DIÁLOGOS ABIERTOS. DATOS, ALGORITMOS Y DATAFICACIÓN

La sección entrevistas de este número de InMediaciones de la Comunicación reúne, como ya lo adelantamos, a dos destacados referentes de la investigación, la docencia, el periodismo y el activismo digital: Esteban Magnani y Emiliano Treré.

En la primera entrevista -realizada por investigadora Soledad Ayala-, Magnani establece una serie de posibles intersecciones que se valen de su trabajo académico, la docencia, el periodismo y la divulgación científica a la hora de reflexionar sobre el impacto de las tecnologías digitales, IA y el proceso de dataficación y algoritmización de la sociedad. Magnani realiza un amplio recorrido por varias de las aristas clave del panorama actual: realiza una rápida historización sobre la génesis de las plataformas que hoy hegemonizan el espacio digital, cuestión que conjuga con los mecanismos de medición gestados por la IA, y aborda los efectos que estas trasformaciones promueven en la esfera política y geopolítica, en el ámbito educativo, en los entornos y prácticas cotidianas, en lo referido a los derechos, al mundo del trabajo y la privacidad de las personas, entre otros temas de debate.

Por su parte, la entrevista que la investigadora Virginia Brussa le realizó a Treré parte de una sintética evaluación de las áreas de estudio sobre infraestructuras y plataformas y las potenciales oportunidades que abriría su convergencia, además de hacer referencia a los diversos procesos que involucran algoritmos. En este sentido, el entrevistado hace hincapié en su condición de repertoires (repertorios) y de stakes (temas), lo cual es fundamental para la comprensión de sus efectos macrosociales y, también, para evaluar las posibilidades de su apropiación por parte de los usuarios y de los movimientos sociales. Al respecto, Treré destaca que “toda lucha de tipo moderna en esta sociedad datificada es una lucha que tiene que ver con la justicia de datos”, entendiendo de este modo que toda acción colectiva está hoy necesariamente enmarcada en los procesos de digitalización. Finalmente, el diálogo aborda las problemáticas ligadas a la exclusión y recorre las agendas de investigación y los desafíos presentados en la última conferencia del Data Justice Lab.

Como siempre, la publicación de un libro o un nuevo número de una revista, en este caso de InMediaciones de la Comunicación, es el resultado de un largo camino de trabajo, que involucra a los autores de los artículos publicados, pero también a un sinfín de colaboradores. A todos ellos nuestro agradecimiento, y ojalá que los destinatarios - investigadores, docentes, estudiantes de grado y posgrado, en fin, aquellos lectores interesados en el arduo universo de temas abiertos por el proceso de dataficación digital y algorítmica- encuentren en estas páginas posibles líneas de diálogo que sirvan para continuar el debate sobre el entramado social, político, económico y cultural que nos envuelve y nos desafía.

REFERENCIAS

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Berardi, F. (2017). Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva. Buenos Aires: Caja Negra. [ Links ]

Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. Madrid: Herder. [ Links ]

Castells, M. (1995). La ciudad informacional. Madrid: Alianza. [ Links ]

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Notas:

1En ese sentido, se pueden enumerar: el pionero Plan JACUDI (Japan Computer Usage Development Institute) de 1962, el Informe NORA-MINC publicado por Simon Nora y Alain Minc en 1978, el proyecto Interfuturos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 1979, el proyecto NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación) a inicios de la década de 1980 y los debates en torno al informe McBride producido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Libro Verde de la Comunidad Europea de 1987, el Informe Bangemann de la naciente Unión Europea en 1994, el Plan Autopistas de la Información de Estados Unidos ese mismo año, el plan Sociedad Global de la Información del G7 en 1995 hasta llegar a las Cumbres Mundiales de la Sociedad de la Información en 2003 y 2005 y, actualmente, el Foro de Gobernanza de Internet, junto a otras múltiples iniciativas regionales y nacionales.

2Tras la “crisis de las .com” de 2001, las empresas de Internet sobrevivientes encontraron en el modelo publicitario una potencial fuente de ingresos (Srnicek, 2018). Si bien en sus inicios esto se desplegaría de forma masiva, con el tiempo se empezó a implementar una lógica de orientación y paulatina personalización de los usuarios en base a los datos de sus consumos, intereses y actividades. Google fue pionero e incorporó, a inicios de la primera década del siglo XX, el PageRank, lo cual le permitió conformar una oferta más personalizada y menos genérica, marcando el camino para otras empresas existentes y futuras (Samela, 2016).

3Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft.

Notas:

0Editor Invitado.

4IDENTIFICACIÓN DEL EDITOR INVITADO: Martín A. Gendler. Doctor (Cand.) en Ciencias Sociales, Licenciado y Profesor en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (Argentina). Diplomado Superior en Gobernanza de Internet, Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Brasil) y Universidad de San Andrés (Argentina). Becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina). Investigador en los problemas vinculados a la interrelación entre Internet y Sociedad como la neutralidad de la red; la gubernamentalidad y personalización algorítmica; las regulaciones digitales, y estudios sobre control y vigilancia digital. Miembro, Programa de Investigaciones sobre la Sociedad de la Información, Instituto de Investigaciones Gino Germani (Argentina). Profesor adjunto de “Tecnología y Sociedad”, carreras de Comercio Electrónico, Gobierno Electrónico e Informática Aplicada a la Salud, Universidad Nacional de José C. Paz (Argentina). Profesor de “Internet y Sociedad: Comunicación y Cultura Digital”, Licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (Argentina). Integrante, Grupo de Trabajo Apropiación de tecnologías digitales e interseccionalidades del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y Red de Investigadores sobre Apropiación de Tecnologías Digitales. Coautor del libro Acerca de la Apropiación de Tecnologías: teoría, estudios y debates (2018, Ediciones del Gato Gris). Miembro del Comité Editorial, revista Hipertextos: capitalismo, técnica y sociedad en debate y revista Unidad Sociológica.

5CÓMO CITAR: Gendler, M. A. (2021). Mapeando la dataficación digital y algorítmica. Genealogía, estado de situación y nuevos desafíos. InMediaciones de la Comunicación, 16(2), 17-33. DOI: https://www.doi.org/10.18861/ic.2021.16.2.3166

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