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Páginas de Educación

versión On-line ISSN 1688-7468

Pág. Educ. vol.8 no.2 Montevideo dic. 2015

 

ADOLESCENTES QUE NO ASISTEN A CICLO BÁSICO: CARACTERIZACIÓN DE SU TRAYECTORIA ACADÉMICA, CONDICIONES DE VIDA Y DECISIÓN DE ABANDONO

Adolescents that do not attend Junior High: Characterization of Their Academic Trajectory, Living Conditions and Decisions to Drop Out

Gioia de Melo*, Elisa Failache** y Alina Machado***


Resumen. Este artículo analiza una encuesta a adolescentes de 15 años de edad en promedio, que dejaron de asistir al sistema educativo formal antes de culminar Ciclo Básico. Se realiza un análisis longitudinal que vincula la información que surge de la encuesta con información recolectada cuando se encontraban cursando educación primaria. Se analiza la relación entre la desvinculación educativa y las habilidades cognitivas, la auto-percepción de habilidades y las expectativas futuras de estudio, recabadas tres años antes. Más de dos tercios de estos adolescentes dejó de asistir cuando tenía 14 años o menos y 40% nunca se matriculó en Educación Media. Así, las decisiones de interrumpir el vínculo con el sistema educativo también presentan una incidencia significativa a edades más tempranas que las generalmente señaladas en estudios previos. En la mayoría de los casos la decisión de abandonar los estudios fue apoyada por la familia o tomada en conjunto.1


Palabras clave: desvinculación, asistencia, trayectoria educativa, Uruguay


Abstract. This article analyzes a survey among 15 year-old adolescents that dropped out the formal educational system before completing junior high. A panel data analysis is performed relating data from the survey with data gathered when these adolescents were attending primary school. We analyze the relationship between school dropout and cognitive skills, self-perception of skills and expectations of future studies from three years before. Over two thirds dropped out when they were 14 year old or younger and 40% never enrolled in junior high. This suggests that the decision of dropping out of school is also significant at earlier ages than those generally discussed in prior studies. In most cases the decision to drop out of school was supported made with the family support or shared with the family.


Keywords: drop out, attendance, educational trajectory, Uruguay


Recibido el 13 de marzo de 2015
Revisado el 7 de octubre de 2015
Aceptado el 7 de noviembre de 2015


Hace más de dos décadas que las cifras relativas al porcentaje de jóvenes que se matricula y culmina la Educación Media Básica y la Educación Media Superior son motivo de preocupación en Uruguay. La situación a nivel de Educación Media Básica merece especial atención en la medida que constituye un piso en el nivel educativo y es donde otros países de América Latina han registrado avances significativos. Por otro lado, la problemática en dicho nivel indefectiblemente condiciona los avances en los niveles educativos subsiguientes. De acuerdo con los datos de UNESCO, Uruguay se ubicaba en 2010 en el lugar más bajo de América Latina y el Caribe con respecto a la tasa neta de matriculación en Enseñanza Media.2 Otro tanto sucedía con la tasa de transición de primaria a secundaria, la cual se ubicaba en 2009 en el lugar más bajo en la comparación con América Latina y el Caribe.3 A pesar de los esfuerzos realizados para revertir esta situación, las tendencias no se han modificado sustancialmente. Por estos motivos, amerita profundizar en el análisis del fenómeno del abandono y la desafiliación escolar.

Debido a la escasez de fuentes de información enfocadas en la población de menos de 16 años, esta problemática se ha estudiado en mucho menor medida a nivel de Educación Media Básica que de Educación Media Superior. El presente artículo analiza la información proporcionada por una encuesta telefónica realizada por el Instituto de Economía en octubre-noviembre de 2012 a 200 adolescentes que no estaban asistiendo al sistema educativo formal (en adelante encuesta IECON). Estos adolescentes tenían, al momento de la encuesta, en promedio, 15 años de edad.

Consideramos que esta encuesta complementa la información existente en el país al cubrir a un grupo etario más joven que las demás encuestas disponibles y a su vez constituye el primer seguimiento desde la educación primaria a adolescentes que posteriormente se desvincularon del sistema educativo formal. Es decir, para los adolescentes que en 2012 no estaban asistiendo a un centro educativo formal, se cuenta no solo con un cuestionario aplicado ese año sino con información de su trayectoria en educación primaria que incluye el desempeño en pruebas estandarizadas y cuestionarios a los estudiantes y a sus familias. De allí se deriva información de interés tanto sobre las preferencias de estos adolescentes acerca de continuar estudiando cuando aún se encontraban en la escuela primaria, como de las expectativas de su familia en ese entonces acerca de sus logros educativos. Asimismo, la encuesta realizada en 2012 incluye preguntas acerca de la autopercepción de habilidades que, hasta donde tenemos entendido, no se encuentran disponibles en otras fuentes de información referentes a adolescentes desvinculados. Entre otros aspectos, el estudio de las trayectorias permite verificar que un 40% de los adolescentes encuestados no llegó a matricularse en Ciclo Básico, y de ellos, aproximadamente un 70% se habría desvinculado dos años o más previo a la realización de la encuesta. Además, más de 70% de todos los adolescentes encuestados cortaron el vínculo con el sistema educativo entre los 11 y los 14 años.

El informe se estructura de la siguiente forma: en la sección 2 se sintetizan los principales antecedentes para Uruguay; en la sección 3 se describen las fuentes de información utilizadas; en la sección 4 se establecen los criterios empleados para el análisis, y en la sección 5 se presentan los resultados de la encuesta. Finalmente, la sección 6 resume las conclusiones principales.


ANTECEDENTES



Los estudios que analizan el abandono escolar en Uruguay son escasos. Un estudio pionero fue realizado por Magdalena Furtado (2003) quien reconstruyó las trayectorias educativas de jóvenes de 12 a 29 años, a partir de un módulo educativo de la Encuesta Continua de Hogares de 2001 basado en el método de recordación. La autora adopta el criterio de considerar “desertores” a los jóvenes que no asisten al sistema educativo al momento de la encuesta y que declaran que no volverán a estudiar o que aún no lo han decidido. Analiza la supervivencia en el sistema educativo por cohortes y encuentra que, en las generaciones más jóvenes, se verifica un desgranamiento de la matrícula luego de finalizada la Educación Primaria. Por otro lado, verifica que existen diferencias significativas según estrato socio-económico y destaca la incidencia relevante de la repetición en Primaria y en menor medida en Ciclo Básico, sobre el abandono.

Otros estudios que analizan el abandono se basan en el análisis de la encuesta retrospectiva sobre trayectorias académicas “Estudio longitudinal de los estudiantes uruguayos evaluados por PISA” realizada a adolescentes de 19 años, coordinada por Marcelo Boado y Tabaré Fernández. Tal como lo indica su nombre, dicho panel concentra su estudio en alumnos que participaron en la evaluación PISA y que, por tanto, asistían al sistema educativo formal cuando tenían 15 años. La encuesta permite reconstruir los itinerarios educativos de los mismos entre los 15 y 19 años (entre 2003 y 2007). Por construcción, dicho estudio no analiza a aquellos adolescentes desvinculados del sistema educativo previo a tener 15 años de edad.

Tabaré Fernández (2010b) centra su análisis en la desafiliación de la Educación Media y Superior tomando como definición operativa del estado de desafiliación la no inscripción o la no asistencia desde el comienzo de los cursos de educación formal durante dos años consecutivos, junto a no haber regresado a la educación formal luego de dicho período.4 Tanto Fernández 
(2010b) como Santiago Cardozo (2010) plantean que la desafiliación no se produce a través de un desgranamiento progresivo sino que se concentra en algunos tramos etarios. De acuerdo con Fernández (2010b) y Cardozo (2010), una importante proporción de desafiliaciones se produce a los 18 o 19 años. Por otra parte, constatan que una significativa proporción de jóvenes se desafilia antes de alcanzar la edad necesaria para participar en las pruebas PISA. En este sentido, suponen que dichas desafiliaciones se producen entre los 14 y 15 años, si bien la fuente de datos empleada no les permite analizar a este grupo. Asimismo, según Fernández (2010b), entre los 15 y 17 años se constata un periodo de cierta “calma”.

Fernández (2010b) encuentra que, entre los 15 y los 19 años, de cada cinco estudiantes que experimentan experiencias de riesgo en su trayectoria (ausentismo o abandono), dos se desafilian y tres no lo hacen. Asimismo, señala que un tercio de los desafiliados nunca había abandonado los estudios. En la misma línea, Cardozo (2010) plantea la necesidad de privilegiar el análisis de las trayectorias escolares sobre los estados educativos. En este sentido, concluye que las trayectorias educativas de los jóvenes analizados no siguen una pauta lineal sino que presentan períodos alternados de matriculación, abandono, inactividad y reinserción. Cardozo observa que las probabilidades de volver a matricularse en cada edad son sensiblemente mayores para los estudiantes que se encuentran más adelantados en sus trayectorias escolares. El autor atribuye este fenómeno principalmente a la conjugación del efecto del propio ciclo vital con las edades normativas en torno de las cuales se espera la culminación de los distintos trayectos escolares. Posteriormente, Cardozo analiza las razones que esgrimen los adolescentes para abandonar constatando que el peso de los distintos motivos varía sustancialmente con la edad. Para adolescentes de 15 años, los tres motivos más importantes son: la inserción laboral, el desinterés o desmotivación y las dificultades académicas.

Con información de la Encuesta Continua de Hogares, Marisa Bucheli y Carlos Casacuberta (2010) analizan los determinantes de la asistencia a centros educativos y su relación con el mercado laboral para personas de 14 a 25 años de edad durante el periodo 1986-2008, con especial foco en los jóvenes de 14 a17 años. Los autores plantean que, para estos jóvenes, la decisión de trabajar y de estudiar se realiza conjuntamente. En lo que refiere a los determinantes de la asistencia y con respecto a la edad y los años de educación completados, encuentran que la extra-edad o el rezago escolar es una característica que afecta significativamente la probabilidad de asistir a un sistema educativo. En particular, concluyen que cada año de edad adicional reduce la probabilidad de asistencia en 9 puntos porcentuales. Por otra parte, encuentran que la diferencia a favor de las mujeres en la probabilidad de asistencia desaparece cuando éstas tienen hijos. Adicionalmente, observan que la probabilidad de asistencia depende positivamente de la presencia de la madre en el hogar. Finalmente, constatan la relevancia del clima educativo del hogar en las probabilidades de asistencia, en tanto que encuentran una influencia modesta del ingreso del hogar en las mismas.


FUENTES DE INFORMACIÓN Y CRITERIOS PARA EL ANÁLISIS



La situación de desvinculación se analiza a partir de una encuesta telefónica realizada entre octubre y diciembre de 2012 a jóvenes que no asistían al sistema educativo provenientes de dos paneles independientes.

El primero lo denominamos “panel SERCE” pues la primera ola se relevó en 2006 a una muestra representativa a nivel nacional de niños de 3er grado de educación primaria en el marco de la evaluación SERCE (ver cuadro 1).5 En 2009 varios alumnos evaluados por SERCE 2006 fueron evaluados por la Quinta Evaluación Nacional de Aprendizajes realizada por ANEP así como por una evaluación implementada por el Instituto de Economía. Durante 2011 e inicios de 2012 se buscó a dichos adolescentes en los registros administrativos de secundaria y educación técnica y, a finales de 2012, se procuró contactar mediante una encuesta telefónica a los 366 adolescentes que no se encontraban inscriptos en educación media pública y se logró encuestar a 156 adolescentes de los cuales 113 confirmaron estar desvinculados del sistema educativo. A los efectos de profundizar en las razones, las experiencias y las expectativas de estos adolescentes, también se realizaron 30 entrevistas a adolescentes del panel SERCE (21 residían en Montevideo y 9 en el Interior).

El segundo panel lo denominamos “panel Nutrición” y surge en el marco de un estudio en base a datos longitudinales que inició el IECON en 2004 a partir del proyecto “La situación nutricional de los niños y las políticas alimentarias”. La primera ola refiere a una muestra representativa de la totalidad de niños que concurrían a primer grado de la educación primaria pública en capitales departamentales y el área metropolitana. Durante 2011 y 2012 se realizó una encuesta a los hogares del panel en la cual 222 hogares respondieron que los adolescentes pertenecientes al panel no asistían a un centro educativo. A fines de 2012 se aplicó la misma encuesta telefónica a adolescentes que al panel SERCE donde 87 adolescentes del panel Nutrición confirmaron haber cortado el vínculo con el sistema educativo.


CUADRO 1



A lo largo del análisis, nos referiremos a la población estudiada como a aquellos jóvenes que no asisten al sistema educativo formal. Esta situación de desvinculación puede ser revertida más adelante a partir de la reinscripción, o perdurar en el tiempo y conformarse en un estado de desafiliación. Consideramos que existe una relación estrecha entre la pérdida del vínculo con el sistema educativo y la ruptura definitiva con el mismo, la cual tiene sustento empírico en la información que procesamos a partir de la encuesta IECON.

Si bien no es posible elaborar ponderadores para los 200 adolescentes que respondieron el cuestionario telefónico en su conjunto, es posible hacerlo para los adolescentes que abandonaron el sistema educativo y provenien de cada una de las encuestas mencionadas. Es preciso notar que el grupo de adolescentes encuestados en 2012 no necesariamente es representativo de aquellos jóvenes que no asisten al sistema educativo en todo el país. Sin embargo, al referenciar ese grupo a los encuestados en el momento de la muestra original (2006 SERCE y 2004 Nutrición), se puede plantear que la proporción de jóvenes que no asiste al sistema educativo en 2012 es una buena aproximación a la proporción de jóvenes en esta situación en la población. Esto se logra a partir de corregir los ponderadores originales de las respectivas subpoblaciones encuestadas con los valores poblacionales según sexo, región y nivel educativo materno que surgen de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) y de los censos de población, viviendas y hogares realizados en 2011 (en adelante Censo 2011) por el Instituto Nacional de Estadística (INE).6

En este documento se presentan cuadros en los que las dos primeras estimaciones refieren a los adolescentes que no asisten al sistema educativo formal. La primera refleja la distribución de las variables consideradas para los 113 adolescentes provenientes del Panel SERCE y la segunda refleja únicamente a los 87 adolescentes provenientes del Panel Nutrición.

Además de analizar los resultados de la encuesta para los jóvenes que no asisten al sistema formal, en la mayor parte del documento describimos al subconjunto de la población encuestada que de acuerdo con Fernández (2010a) sería definida como desafiliada. Asimismo, en los cuadros principales se distingue la información para aquellos adolescentes que nunca se inscribieron a Ciclo Básico, esto es, que terminaron la primaria y nunca asistieron a Enseñanza Media. Tanto en el caso de los adolescentes desafiliados como de aquellos que nunca llegaron a matricularse en Ciclo Básico, se distingue según si provienen del Panel SERCE o Nutrición. En todos los casos la información está ponderada según el ponderador que corresponde al panel respectivo.

En algunos cuadros las tendencias que indican los dos paneles son dispares, interpretamos que la diferencia radica en la población que cubren. En este sentido, los encuestados pertenecientes al Panel Nutrición abarcan a adolescentes en promedio un año más jóvenes, con condiciones socioeconómicas más favorables. En términos generales se considera que el Panel SERCE confiere mayor representatividad en la medida que fue posible encuestar a un mayor número de adolescentes y que para el panel Nutrición se observaron diferencias significativas en relación a la región de residencia respecto a los adolescentes que fueron encuestados y aquellos que se procuraba encuestar y no fueron localizados.

 

RESULTADOS


En este apartado se describe la información que surge de la encuesta en cuanto a características socioeconómicas y demográficas de los adolescentes, contexto institucional en el que se produce la desvinculación con el sistema educativo, antecedentes académicos de estos jóvenes y los de sus pares que continúan en el sistema educativo, así como la situación laboral, familiar e ingresos de los encuestados.


Características socioeconómicas


En el Cuadro 2 se compara los indicadores de posesión de bienes durables de los hogares de los adolescentes encuestados, con los de los hogares pobres según la Encuesta Continua de Hogares 2012 (ECH) y con los de hogares donde hay adolescentes que no asisten al sistema educativo formal también según la ECH 2012.

En primer lugar, se observa que, tanto los encuestados como los hogares de adolescentes que no asisten al sistema educativo según la ECH, se encuentran, en promedio, en mejor situación que los hogares pobres. Asimismo, de acuerdo a la ECH, el 68% de los adolescentes entre 14 y 17 años que no asiste al sistema educativo formal no sería considerados pobre.7 En la misma línea, SITEAL (2013) constata un aumento de la participación de los sectores medios y altos en la población no escolarizada en América Latina.

En segundo lugar, se observa que las condiciones de vida de los encuestados no son sustancialmente distintas a la de los adolescentes que no asisten según la ECH 2012, lo cual aporta un indicio sobre la representatividad de los adolescentes encuestados.8

Al analizar el nivel educativo de la madre de los encuestados, se observa que más del 60% de los adolescentes encuestados tienen madres cuyo nivel educativo es menor a Ciclo Básico completo (Cuadro 2).




Para profundizar en el análisis respecto a las características socioeconómicas del hogar, se realizó la comparación en términos de necesidades básicas insatisfechas (NBI) entre los encuestados y los datos relevados por el Censo 2011. La comparación se realiza para NBI en hacinamiento y en dos de los bienes de confort: heladera y calentador, ya que no es posible construir el resto de los indicadores de NBI generalmente utilizados.9 El Cuadro 3 muestra que los resultados en estas variables para los que no asisten son similares en el Censo y en los encuestados, fundamentalmente para aquellos provenientes del panel SERCE.10 Consideramos relevante la comparación, pues estos indicadores refieren a aspectos que hacen a la calidad de vida y tienen que ver con la solidez económica del hogar. En este sentido, los resultados obtenidos permiten interpretar que las condiciones de vida de los adolescentes que no asisten al sistema educativo según el Censo 2011, son similares a las de los adolescentes encuestados.




Características demográficas


Según información del Censo 2011, la proporción de jóvenes de 12 a 17 años que no asisten al sistema educativo es de 16%.11 Como se puede observar en el Cuadro 3, la asistencia disminuye significativamente con la edad y su evolución es distinta según sexo. Se observa un incremento relevante de la tasa de inasistencia entre los 12 y los 13 años donde prácticamente se triplica. La tasa de inasistencia continúa aumentando notoriamente en las edades subsiguientes. En particular, a los 16 años, prácticamente uno de cada tres adolescentes no asiste al sistema educativo y a los 18 años la mitad de los jóvenes se encuentra en esta situación.

A partir de los 16 años la tasa de inasistencia de los varones supera en aproximadamente 10 puntos porcentuales a la tasa femenina. Las diferencias entre varones y mujeres también se observa en el estudio realizado por Fernández (2010b), donde se muestra que la probabilidad de desafiliación es más alta para los varones ampliándose la brecha con la edad. Por otro lado, a partir de la Encuesta Continua de Hogares (ECH), Bucheli y Casacuberta (2010) también concluyen que las mujeres de 14 a 17 años tienen mayor probabilidad de asistencia y menor probabilidad de participación laboral.


 

En el Censo 2011 se deriva que del total de adolescentes de 12 a 17 años que no asiste al sistema educativo formal, 73% reside en el interior del país y 27% en Montevideo (Cuadro 5).

 




Si bien la información que aporta el Censo 2011 refiere a la situación de asistencia en un momento específico, ésta permite realizar una aproximación a la probabilidad de perder el vínculo con el sistema educativo. En particular, los datos indican que la probabilidad de desvínculo parecería presentar incrementos importantes con cada año de edad adicional. De hecho, el intervalo de confianza por tramo de edad no se superpone desde los 12 a los 15 años y de los 16 a los 19 años, lo cual significa que la probabilidad de desvínculo presenta diferencias estadísticamente significativas en estos tramos de edad. En el Cuadro 6 se pueden observar tres saltos particularmente destacados: entre los 13 y los 14 años de edad, entre los 14 y los 15 años y entre los 17 y los 18 años, lo cual se podría vincular con el primer año de educación media y la culminación de los ciclos medio básico y medio superior.


 

Los datos recabados en el presente estudio sugerirían que, además de los incrementos en la probabilidad de interrumpir el vínculo con la educación observados por Fernández (2010b) entre los 14 y 15 años y entre los 18 y 19 años, existe un porcentaje relevante de adolescentes desvinculados que dejó de asistir por primera vez a un centro de educación formal entre los 11 y los 14 años. En efecto, a partir de la encuesta IECON se verifica que más de 70% de los adolescentes encuestados cortaron el vínculo con el sistema educativo en dichas edades.

La relación que existe entre los hallazgos del Censo y los que se verifican a partir de la encuesta IECON para aquellos adolescentes que dejaron de asistir cuando tenían 14 años o menos, favorecen establecer la premisa planteada previamente respecto a los lazos entre la interrupción del vínculo con el sistema escolar y la desafiliación propiamente dicha.

En el Cuadro 7 se observa que la mayoría de los adolescentes encuestados tenía entre 15 y 16 años al momento de la encuesta. Vale notar que los encuestados provenientes del panel SERCE son, en promedio, un año mayores que los del panel Nutrición. Por otra parte, se observa que la desafiliación y la no inscripción a Ciclo Básico presentan un patrón aún más marcado que la no asistencia en el caso de los varones.




Año, institución y razones para dejar de estudiar


El último grado al que se inscribió la mayoría de los encuestados fue primero de Ciclo Básico (ver CUADRO 8). No obstante, vale resaltar que 40% de los encuestados del panel SERCE nunca alcanzó a matricularse en Educación Media.12 En el caso de los desafiliados, predomina la escuela como último centro al que se asistió, lo cual es esperable dada la definición del término y la edad promedio de estos adolescentes (15 años). A diferencia de aquellos que se desvincularon habiendo iniciado Ciclo Básico, un elevado porcentaje de los que nunca se inscribieron en Ciclo Básico (70%) respondió haber concurrido durante todo el año a clases el último año que asistió a un centro educativo. La misma tendencia se observa para los desafiliados (60%) quienes, en su gran mayoría, coinciden con aquellos que respondieron que el último grado en el que se matricularon fue sexto de escuela. Prácticamente la totalidad de aquellos que respondieron haber asistido todo el año no repitieron sexto grado. De todos modos, esto podría deberse a que fueron promovidos debido a tener extra-edad.

En lo que refiere al tipo de centro de última matriculación, se observa una participación de Secundaria y UTU similar a la matrícula que indican los datos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).13 Este resultado coincide con el que encuentra Fernández (2010c) para la educación media superior. No obstante, cuando este autor analiza la incidencia del sector institucional junto a otras variables relevantes desde un punto de vista teórico, encuentra que la educación técnica parecería reducir la probabilidad de desafiliación.




El Cuadro 9 refleja el porcentaje de adolescentes que respondieron afirmativamente a cada una de las posibles razones que podrían motivar la no asistencia al sistema educativo. Las razones más frecuentes refieren, en primer lugar, a las dificultades en el aprendizaje y, en segundo lugar, a una preferencia por aprender cosas diferentes a las impartidas en los centros educativos. Este patrón se observa más marcadamente en el caso de los adolescentes que podrían considerarse desafiliados y en aquellos que nunca se inscribieron en Ciclo Básico. En la misma línea, SITEAL (2013) identifica al desinterés y el desaliento por la actividad escolar como principal motivación al abandono para adolescentes de entre 14 y 15 años de América Latina (40%).

El interés por realizar otros aprendizajes podría vincularse con las actividades de formación en instituciones no formales que plantean realizar varios de los jóvenes que participaron de las entrevistas en profundidad en el marco de este análisis. De las entrevistas surge también que el interés por aprender no se vincula con el estudio en el sistema educativo formal. Estudiar es visto por estos jóvenes como la posibilidad de aprender algo útil para su vida, algo vinculado con sus intereses lo cual, en general, no lo vinculan a los contenidos de Ciclo Básico (Pereda, 2014).


 


Al analizar la principal razón de abandono, las dificultades de aprendizaje constituyen el principal motivo tanto para mujeres como para varones. En el caso femenino, surgen el apoyo familiar y el desinterés como otros factores de peso (ver Cuadro 9). Por otro lado, en línea con lo documentado por SITEAL (2013) para América Latina, por Bucheli y Casacuberta (2010), Fernández (2010b) y Fernández (2010c), existe un mayor porcentaje de varones que dejó de estudiar por motivos laborales. Para los encuestados del panel Nutrición, el segundo motivo de peso es el olvido de la inscripción, lo cual en cierto modo podría vincularse al desinterés.

El análisis de las entrevistas en profundidad sugiere que los adolescentes que se autodefinen con problemas de aprendizaje no visualizan alternativas dentro del sistema de educación formal. En estos casos, los espacios de apoyo pedagógico personalizados no son vistos como suficientemente efectivos o no se asiste porque están estigmatizados (Pereda, 2014).


 

En el Cuadro 11, se observa que en la mayor parte de los casos la familia apoyó la decisión de abandono del adolescente o incluso tomó la decisión por él. Este patrón de consentimiento familiar se observa de forma más acentuada en el caso de los adolescentes que técnicamente se habrían desafiliado del sistema educativo formal y es particularmente marcado en el caso de los adolescentes que nunca llegaron a inscribirse a Ciclo Básico donde supera 75% de los casos.

Las entrevistas develan algunas especificidades asociadas al género, en particular, mientras todos los adolescentes entrevistados contaban con algún referente para el cual era importante el estudio y en particular que ellos estudiaran, en el caso de las adolescentes mujeres la aceptación familiar o los vínculos de pareja generaban dificultades en la vuelta al estudio (Pereda, 2014).

En la segunda y tercera pregunta del Cuadro 11 se observa que el contacto por parte del centro educativo tras el abandono fue reducido. El elevado porcentaje observado en la categoría “No corresponde” se explica principalmente por aquellos adolescentes que nunca se inscribieron en Educación Media, a quienes no se les realizó la pregunta.


 CUADRO 11



Más del 65% de los encuestados (65% en el caso del panel SERCE y 72% en el caso del panel de Nutrición) respondió afirmativamente a la pregunta de si volvería a estudiar. Sin embargo, al preguntársele por qué no lo hacían, una gran proporción brindó argumentos que darían a entender que no estarían dispuestos a volver a asistir a una institución formal. En el grupo de desafiliados la intención de volver a estudiar es menor (50% y 58% en el panel SERCE y Nutrición, respectivamente), las razones más frecuentes refieren al estudio en instituciones no formales y a los requisitos de edad.


CUADRO 12



Es de notar que aproximadamente 20% respondió que alguna vez dejó de estudiar y luego retomó, de los cuales una gran mayoría volvió a estudiar en el mismo centro educativo (Cuadro 13). Por otra parte, como se mencionó previamente, la educación no formal parece ser una alternativa para algunos adolescentes: aproximadamente el 25% de los jóvenes asistió o asiste a cursos no formales, si bien algunos de ellos abandonaron el curso antes de completarlo.



Las entrevistas en profundidad también sugieren que la falta de información, los plazos de inscripción, la falta de coordinación en el sistema educativo, así como la información errónea que circula sobre los requisitos de ingreso, colabora para que los adolescentes no se vinculen con el sistema educativo. Pereda (2014) plantea que los adolescentes no tienen claro cuáles son los requisitos para inscribirse en las diferentes ofertas educativas, en cuáles importa o no tener 15 años, cuándo hacerlo y, en más de una ocasión, esto ha sido una traba para la continuidad educativa de los mismos.

Adicionalmente, las entrevistas sugieren que se recuerda la clase como un espacio de puja entre profesores y alumnos donde, en general, los primeros intentaban mantener el orden en el marco del buen trato. En algunos casos sin embargo, se destacaron problemas vinculares entre docentes y alumnos y situaciones de maltrato de parte del docente. Por otra parte, adolescentes mujeres destacaron que ser alumno de un centro educativo implica sin embargo tener la oportunidad de contar con adultos referentes. Por último, varios hicieron referencia a los problemas de convivencia entre pares al recordar su experiencia al asistir al centro educativo (Pereda, 2014).


Antecedentes académicos



 Muchas investigaciones plantean la estrecha relación existente entre el abandono educativo y la repetición escolar (Bucheli y Casacuberta, 2010; Manacorda, 2012), la cual también se verifica en los resultados de esta encuesta (87% de los adolescentes que no asiste al sistema formal provenientes del panel SERCE y 76% de los provenientes del panel Nutrición repitieron al menos un grado). En el Cuadro 14 se observa que un porcentaje muy elevado de los adolescentes encuestados presentaba experiencias de repetición, especialmente en los primeros tres años de escuela y en primero de Ciclo Básico. El grupo de desafiliados presentó un porcentaje de repetición ligeramente inferior al del total de encuestados. Sin embargo, para los desafiliados que repitieron al menos un grado, las experiencias de repetición en primaria son un tanto más altas que para los que no asisten en su conjunto.

Adicionalmente, el Cuadro 14 compara el puntaje obtenido en lectura y matemática en la evaluación SERCE 2006 de los adolescentes que no asistían al sistema educativo formal en 2012, respecto a los que sí asistían. En ambos casos se ponderaron los desempeños en función al ponderador utilizado en dicha evaluación, observándose desempeños significativamente inferiores para los que no asistían al sistema educativo formal en 2012.


 CUADRO 14



 En lo que refiere a repetición, los datos están ajustados por los ponderadores del panel respectivo. Para la comparación de puntajes entre adolescentes que asistían y no asistían al sistema educativo en 2012, se empleó el ponderador SERCE 2006.

En el Cuadro 15 se aprecia que, si bien existe cierta heterogeneidad en la relación entre número de años repetidos y el último grado en el que el adolescente se matriculó, la mayoría de los encuestados repitió entre uno y dos años, y abandonó tras inscribirse en Ciclo Básico. Naturalmente, esto puede deberse a que las dificultades en el aprendizaje persisten y/o a que la extra-edad respecto a sus compañeros de clase desestimula la asistencia. Los resultados para el grupo de desafiliados son similares en tendencia a los del conjunto de adolescentes que no asiste al sistema educativo formal.

 

CUADRO 15.



En el Cuadro 16 se observa la distribución porcentual según percepción de habilidad en lo que refiere a resolver un problema matemático, comprender un texto y buscar información en internet. A modo de comparación, se incluye la distribución porcentual de auto-percepción de habilidad para los evaluados en 2012 que continuaban asistiendo a Ciclo Básico, así como su desempeño en las pruebas de matemática y lectura en SERCE 2006. Los adolescentes desvinculados realizan una auto-valoración mucho más baja que sus pares para las tres actividades. En la resolución de un problema matemático, aproximadamente un 15% se considera bueno y prácticamente ninguno se considera muy bueno, en tanto que la mitad de los jóvenes escolarizados se considera bueno o muy bueno.

En matemática se verifica un ordenamiento muy claro en cuanto a la autopercepción y al puntaje obtenido en la evaluación SERCE 2006 que, a su vez, favorece los desempeños de los que continuaban asistiendo en 2012 para todas las categorías de valoración. En lectura el ordenamiento no es tan claro, en especial para los adolescentes que no asisten al sistema educativo, pues el puntaje promedio de quienes se ubicaron en la categoría muy bueno es de -1,25, es decir, prácticamente tan bajo como el de los que se definieron como malos.


 CUADRO 16


El Cuadro 17 refleja la distribución de las respuestas de los adolescentes que no asisten al sistema formal provenientes del panel SERCE cuando en 2009, mientras asistían a sexto de primaria, se les preguntó sobre sus preferencias acerca de seguir estudiando una vez finalizado el ciclo. Vale resaltar que más del 25% en ese entonces opinaba que no quería seguir estudiando una vez terminado sexto.


 


En el Cuadro 18 se analiza la relación entre la decisión de abandono del sistema educativo y las expectativas familiares respecto al máximo nivel de estudios esperado para sus adolescentes. La pregunta se aplicó en 2009, cuando aún estaban cursando educación primaria. Se destaca la elevada participación de la no respuesta en esta pregunta.14 Por otro lado, un porcentaje levemente mayor de desafiliados que del total de encuestados, tiene padres que aspiran a que sus hijos completen educación primaria (12% en relación a 6%). La opción más frecuente (sin considerar la no respuesta) es Ciclo Básico, 34% de los desafiliados y 28% de los encuestados SERCE.

 



Situación laboral, ingresos, uso del tiempo y familia


En cuanto a la situación laboral de los jóvenes encuestados, se observa que, aún bajo una definición de “ocupado” más abarcadora que la convencional (se considera ocupado incluso al que realiza changas con una frecuencia incluso menor a una hora la semana anterior) el porcentaje de adolescentes que no trabaja ni está buscando trabajo es elevado, en particular en el caso de las mujeres. En el caso de los varones, más de la mitad se encontraba ocupado o buscando trabajo. En promedio, los adolescentes ocupados del panel SERCE trabajan 6 horas diarias mientras que, en el caso del panel Nutrición, el promedio es de 7,5 horas.

Las diferencias de género que pueden observarse en el Cuadro 18 respecto al trabajo remunerado, también se verifican en las entrevistas en profundidad respecto a las tareas de trabajo doméstico. Cecilia Pereda (2014) plantea que todas las mujeres entrevistadas realizaban cotidianamente actividades de trabajo en el hogar, mientras que ninguno de los varones realizaba diariamente trabajos de cuidados que no fueran pagos.

Para los que se consideran desocupados, se observan situaciones disímiles según género: entre los encuestados del panel SERCE un elevado porcentaje de varones desocupados se encontraba buscando trabajo por primera vez y el porcentaje de mujeres en esta situación era muy bajo, en tanto que entre los encuestados provenientes del panel Nutrición la situación era la opuesta.

 



El Cuadro 20 refleja las preferencias vocacionales de los encuestados por sexo. Llama la atención que más del 35% de los encuestados no supieron qué responder. Para las mujeres la actividad preferida parecería ser la peluquería, el magisterio y la gastronomía, en tanto que para los varones es la mecánica, jugar al fútbol y la construcción.


                                                

A partir del análisis de las entrevistas en profundidad, Pereda (2014) plantea que las expectativas con relación al estudio que se realiza en un centro de educación formal comprenden aquellas relacionadas al “ser alguien”, tanto en términos abstractos como con relación a la obtención de un trabajo. Respecto al estudio, terminar el ciclo básico, tercero de liceo o UTU, es visto como lo que se pide en cualquier trabajo. Sin estudios también se puede conseguir trabajo pero, en ese caso, es el que se les presente y no un trabajo que les pueda gustar ni un “buen trabajo” (Pereda, 2014). Terminar la educación media superior se vuelve relevante para conseguir “trabajos más grandes” o “más difíciles”, asociados al estudio de una carrera. No obstante, la situación laboral de los familiares cercanos hace caer el argumento de la necesidad de estudiar para trabajar.

Al analizar los ingresos personales con los que cuentan los adolescentes, se observa que la ayuda de las familias representa la principal fuente de ingresos de los encuestados (más de 75%). Por otra parte, más de un 26% respondió que percibe ingresos por su trabajo (porcentaje inferior al que respondió estar ocupado). Los ingresos por transferencias de la seguridad social también representan un sustento relevante (en el entorno de 30% de los encuestados).



En cuanto al uso del tiempo, vale notar que la actividad a la que las mujeres le dedican mayor cantidad de horas es la ayuda en las tareas del hogar siendo mayor que la cantidad de horas que le dedican los varones a esta actividad. Estos últimos distribuyen en mayor medida su uso del tiempo y dedican más horas a reunirse con amigos que las mujeres. Un elevado porcentaje de los adolescentes varones también respondió que juega al futbol dentro de otras actividades a las que se dedica frecuentemente entre semana.




A la fecha de la encuesta, 6% de las adolescentes mujeres y 2,6% de los varones encuestados del panel SERCE había tenido hijos, mientras que 18% de las encuestadas estaba embarazada (el porcentaje de mujeres desafiliadas que han tenido hijos en el caso de las adolescentes del panel SERCE es significativamente más elevado que el del conjunto de las encuestadas que no asisten).15 En el caso de las adolescentes encuestadas provenientes del panel Nutrición, ni mujeres ni varones habían tenido hijos a la fecha, en tanto que casi 5% de las mujeres estaba embarazada. Vale recordar que los encuestados provenientes del panel Nutrición tienen en promedio un año menos que los del panel SERCE. La mediana de la edad en la que las mujeres tuvieron su primer hijo se ubica en los 16 años.




El tamaño promedio del hogar es de 6 personas, en tanto que más del 90% de los adolescentes aún vive con al menos uno de sus padres. Sin embargo, es posible que este porcentaje sea menor en la población de adolescentes desvinculados, ya que la probabilidad de ser encuestado posiblemente haya sido mayor en caso de aún vivir con sus padres.

En las entrevistas en profundidad se observa que para varios de los jóvenes la situación en cuanto a la composición de su hogar y a la convivencia familiar es compleja. Pereda (2014) plantea que casi la mitad de los adolescentes entrevistados ha sufrido eventos que podrían catalogarse como “trágicos” a nivel familiar, tales como accidentes, crisis psiquiátricas, enfermedades graves y fallecimiento de familiares directos, situaciones de violencia al interior de la familia, familiares presos, situación de calle o, a nivel personal, intentos de abuso sexual, deficiencias físicas, tratamientos y operaciones varias, abandono de padre y/o madre.




CONCLUSIONES


Este artículo constituye el primero en Uruguay en contar con información desde la primaria para adolescentes que se desvincularon del sistema educativo formal antes de culminar Ciclo Básico. El análisis proporciona información de relevancia acerca del fenómeno de la desvinculación para un grupo etario (15 años en promedio) para el cual son escasos los antecedentes en Uruguay. Asimismo, se provee por primera vez información acerca de las trayectorias académicas de estos adolescentes durante su etapa escolar, así como información sobre percepciones y expectativas expresadas por ellos y su familia cuando se encontraban en primaria.

En línea con las estadísticas proporcionadas por el Censo 2011, el conjunto de los adolescentes encuestados en este proyecto que no asiste al sistema educativo formal son, en su mayoría, varones. El análisis comparativo de las condiciones de vida de los encuestados con el Censo 2011 y la Encuesta de Hogares 2012 muestra que los hogares encuestados enfrentan condiciones similares con ambas fuentes de información. Esto aporta un indicio sobre la representatividad de los adolescentes encuestados en el sentido que sus condiciones de vida se asemejan a las de los jóvenes que perdieron el vínculo con el sistema educativo según otras fuentes de información. Asimismo, se observa que, en promedio, los adolescentes encuestados tienen mejores condiciones de acceso a bienes durables que los adolescentes provenientes de hogares pobres según la ECH 2012. En la misma línea, la ECH 2012 indica que el 68% de los adolescentes entre 14 y 17 años que no asiste al sistema educativo formal no sería considerado pobre de acuerdo a la línea de pobreza 2006.

Más de dos tercios de los encuestados dejó de asistir a un centro educativo cuando tenía 14 años o menos y no volvió a matricularse (tenía 16 años o menos cuando fue encuestado). Ello sugiere que las decisiones de interrumpir el vínculo con el sistema educativo, además de registrarse en altas proporciones entre los 14 y 15 años y los 18 y 19 años como indican los antecedentes para Uruguay, también registran una incidencia importante en edades más tempranas. Por otro lado, aproximadamente uno de cada cinco encuestados respondió que alguna vez dejó de estudiar y luego retomó los estudios.

 Encontramos que, si bien la mayoría de los adolescentes encuestados abandonó tras matricularse en primer año de Ciclo Básico, el 40% nunca se matriculó en Educación Media. Nos importa destacar que, en la mayor parte de los casos y en particular para los adolescentes que no alcanzaron a matricularse en educación media, la decisión de abandono fue apoyada por la familia o fue tomada en conjunto con la familia. A su vez, cuando fueron encuestados en 2009, más del 25% de los adolescentes provenientes de la evaluación SERCE que posteriormente se desvincularon del sistema educativo, respondió estar en desacuerdo o muy en desacuerdo con la idea de querer seguir estudiando una vez que terminaran sexto de primaria, en tanto que las expectativas de sus padres en ese entonces acerca del máximo nivel de estudios que alcanzaría, también eran considerablemente bajas. Todo ello sugiere que las políticas orientadas a disminuir el abandono del sistema educativo formal deberían iniciarse desde la educación primaria e involucrar también a las familias de estos jóvenes, criterio que ha sido tenido en cuenta en diversos programas implementados en los últimos años.16

En lo que refiere a las razones para el abandono, surgen como principales motivos las dificultades en el aprendizaje y el interés por aprender otras cosas. Este patrón es más marcado en el caso de los varones. Por otro lado, más de un 75% de los encuestados repitió al menos una vez siendo los tres primeros años de escuela y primero de Ciclo Básico los años más frecuentes. Ello resalta la importancia de la relación entre el rezago escolar y la desvinculación con el sistema educativo.

Si bien más del 65% expresó su interés en volver a estudiar, al indagar en las razones de por qué no lo hacen, se deriva que, en gran parte de los casos, no cuentan con las alternativas o las condiciones para volver a hacerlo. En lo que refiere al entorno familiar, al momento de la encuesta más del 90% vivía con sus padres o con algún familiar cercano y la mayoría recibía apoyos monetarios de su familia. En materia laboral, aproximadamente el 50% se encontraba inactivo. Está proporción es mayor para las mujeres, quienes generalmente realizaban tareas de trabajo doméstico. A su vez, un mayor porcentaje de mujeres que de varones había tenido hijos o estaba por tenerlos al momento de la encuesta.

Creemos que esta investigación aporta información novedosa sobre las características de los adolescentes entre 14 y 17 años que no asisten al sistema educativo formal así como de sus trayectorias educativas desde la primaria. De la misma se derivan nuevas líneas a explorar a futuro en lo que refiere a las circunstancias en las que se produce el abandono escolar y de los factores que lo determinan, un tema relativamente poco estudiado en el Uruguay.


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** Doctora en Economía por la Universidad de Siena, Italia. Licenciada en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (UdelaR). Docente e investigadora del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (UdelaR). Investigadora en el Banco de México.


**** Licenciada en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (UdelaR). Actualmente es estudiante de la Maestría en Economía Internacional de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR. Es docente e investigadora del Instituto de Economía de la FCEyA – UdelaR.


****** Licenciada y Magister en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (UdelaR). Actualmente es candidata a Doctora en Economía en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Docente e investigadora del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (UdelaR) y docente de la Maestría en Demografía de la Facultad de Ciencias Sociales (UdelaR).


1 Este artículo surge a partir del Convenio realizado entre la Asociación de Apoyo a la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEyA) y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEED). El estudio no se habría podido realizar sin el apoyo que la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) brindó al Instituto de Economía de FCEyA al financiar el proyecto de seguimiento a adolescentes que no asisten al sistema educativo formal durante el año 2012. Agradecemos el gran apoyo de Natalia Paccini durante el trabajo de campo. También deseamos agradecer los comentarios recibidos de Carmen Haretche y Cecilia Llambí, y las sugerencias recibidas por los dos revisores anónimos de este artículo. Los errores u omisiones son responsabilidad exclusiva de las autoras.


2 La tasa neta de asistencia a Enseñanza Media se define como la población en edad de asistir a Educación Media que está matriculada, sobre la población en ese tramo de edad.


3 La tasa de transición se define como el número de inscriptos al primer año de Educación Media en el periodo t+1 respecto al número de matriculados en sexto grado de primaria en t menos los alumnos que repiten sexto grado en t+1.

4 Fernández y otros (2010a: 24).

5 SERCE es una evaluación de aprendizajes aplicada a un conjunto amplio de países de América Latina y el Caribe en 2005-2006 a alumnos de tercero y sexto de Educación Primaria.

6 La elaboración de los ponderadores estuvo a cargo de Ana Coimbra y Juan José Goyeneche, del Instituto de Estadística, FCEyA. Por una mayor descripción acerca de cómo se elaboraron los ponderadores y una comparación de ambos paneles ver el Anexo 2 del documento de trabajo de este estudio (de Melo et al., 2015).

7 De acuerdo a la ECH 2012, el 25,5% de los adolescentes de 14 a 17 años no asiste al sistema educativo: 8% son considerados pobres y 17% no lo son.

8 Las características de quienes no asisten del panel SERCE no registran diferencias significativas con quienes no asisten según la ECH 2012 (a excepción de “lavavajillas”, que los encuestados SERCE disponían en mayor proporción y los respectivos intervalos de confianza no se superponen). Respecto a los encuestados Nutrición, se encontraron diferencias significativas con quienes no asisten según ECH 2012 en lavavajillas, secarropas y DVD.

9 El indicador de hacinamiento determina que aquellos hogares donde el cociente entre la cantidad de integrantes y la cantidad de habitaciones del hogar sin contar baño y cocina es mayor a 2, poseen una necesidad básica insatisfecha en esa dimensión. En el caso de la heladera, la necesidad no está cubierta cuando el hogar no tiene refrigerador o freezer, y lo mismo sucede para el indicador de calentador cuando no se posee ni calefón, termofón, caldereta, o calentador instantáneo de agua (en estos casos se presenta el porcentaje que no posee heladera y calentador, respectivamente). Es de destacar que en el enfoque de NBI se profundiza además en otras dimensiones. El informe de Juan José Calvo y Paula Carrasco (2013) se centra en un total de 10 indicadores (incluyendo la asistencia a enseñanza formal de niños y adolescentes, indicador que no cumple ninguno de los encuestados).

10 No hay diferencias significativas en las NBI consideradas entre quienes no asisten del panel SERCE y quienes no asisten según el Censo. En la comparación con el panel de nutrición solamente se observan diferencias significativas para la NBI de hacinamiento.

11 Esta fuente aporta información sobre la inasistencia al sistema educativo, la cual puede estar dada por la no inscripción en el año del relevamiento o por el abandono en algún momento del año previo al relevamiento. Según estimaciones del INE, en el Censo 2011, el 3,1% de la población residente no fue contabilizada. Además, para el 2,7% de la población contabilizada no se recogió información sobre asistencia escolar. Este aspecto es particularmente relevante, pues el no relevamiento se dio en zonas de menor nivel socioeconómico, donde la pérdida del vínculo con el sistema educativo formal es mayor.

12 De acuerdo con la Encuesta Continua de Hogares 2011, el 25,5% de los jóvenes de 14 a 17 años no asistía a Educación Media. De considerarse que la encuesta aplicada en este estudio es representativa a nivel nacional, implicaría que el 10% de los adolescentes entre 14 y 17 años no se matriculan en Educación Media.

13 Entre aquellos que iniciaron educación media, 78,5% abandonó el liceo y 21,5% la UTU, en tanto que de acuerdo con el Anuario Estadístico MEC (2012), la matrícula en ciclo básico público se distribuyó del siguiente modo: 79% en secundaria y 21% en UTU.

14 Cabe notar que la ausencia de respuesta a esta pregunta no tiene un correlato en la no respuesta al cuestionario.

15 A partir de información de la ECH 2008, Bucheli y Casacuberta (2010) encuentran que el 1,5% de los adolescentes de 14 a 17 años que no asisten al sistema educativo declara haber tenido un hijo y, de ellos, casi el 85% son mujeres.

16 El Programa Maestros Comunitarios tiene un objetivo de trabajo con estudiantes y familias. Por otro lado, desde 2012 se encuentra operativo el Plan Tránsito Educativo, cuyo objetivo es reducir la desvinculación educativa en el pasaje de educación primaria a educación media básica.

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