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Páginas de Educación

versión On-line ISSN 1688-7468

Pág. Educ. vol.4 no.1 Montevideo  2011

 

Tecnología, educación y sociedad. Algunos discursos latinoamericanos, de Eduardo García Teske (coordinador). Montevideo: Grupo Magro, 2008. 213 págs.

 

Diversos autores latinoamericanos, procedentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, México y Uruguay, abordan en este libro distintas cuestiones vinculadas con la triple relación entre tecnología, educación y sociedad. García Teske, doctor en educación y docente de formación y perfeccionamiento docente en la Universidad de la Empresa (UDE, Uruguay), no sólo coordinó la agrupación de los trabajos sino que su propio artículo abre las distintas dimensiones de los vínculos entre los tres campos planteando un estado de la cuestión actual.

Bajo un recorrido signado por el manejo de tensiones entre dos polos, García Teske plantea los ejes centrales de las visiones que existen sobre la tecnología, el conocimiento y la innovación, y sus eventuales impactos en las relaciones pedagógicas y en las instituciones educativas. La tecnología en educación se integra a un mundo complejo y, a su vez, lo complejiza con la reestructuración de fronteras, mediaciones y retos; puede destronar algunos mitos pero también puede generar otros; puede alterar la vida cotidiana generando nuevos movimientos y relaciones sociales, pero también nuevas rutinas y dependencias pudiendo llegar incluso a ser fuente de exclusión la falta de acceso a ella.

Los demás artículos profundizan distintos rasgos más específicos de esta triple relación. Se problematizan conceptos tales como la sociedad del conocimiento y sociedad de la información, innovación, comunicación y cambio social, aunque siempre en orden a visualizar sus consecuencias en el campo de la educación. Así, surge otro conjunto de nociones que ofrecen un amplio espacio de análisis para los actores vinculados a la tarea pedagógica: educación a distancia, nueva formación docente, tutorías virtuales, nuevos medios y fines en la educación, entre otros.

El desarrollo de los artículos evidencia la clave latinoamericana que se incluye en el título de la recopilación, pues se une la cuestión tecnológica a la preocupación por la democratización del acceso, uso y aprovechamiento de la tecnología por parte de crecientes sectores de la población, a sabiendas que vivimos en la parte del planeta con mayor desigualdad social. En este sentido, la apuesta de los autores es la de oponerse a ciertos discursos que privilegian “poder transformar la información digital en valor económico y social, en conocimiento útil” (18) y, en todo caso, favorecer el surgimiento de otros en los que las tecnologías de la información pueden contribuir a eliminar los obstáculos (por ejemplo, los geográficos) que impiden acceder a los conocimientos y los obstáculos a la participación abriendo espacios para la movilización en la sociedad civil.

De todas formas, dicha preocupación es abordada principalmente desde las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para habilitar nuevos procesos educativos postergando las relaciones entre la generación, implementación y utilización de estas tecnologías con el resto de la dinámica social. Por ejemplo, se plantean, desde la introducción de nuevas tecnologías, algunas cuestiones relativas a la formación docente, tales como la reconfiguración de su rol, pero no necesariamente sitúa esta reconfiguración en el conjunto de un entramado social que teje nuevas demandas y expectativas con respecto a los sistemas educativos y asigna nuevos fines a la educación. Si bien, por la dirección que asumen las breves anotaciones que se explicitan en los artículos, esta escasa presencia de lo “social” no resulta intencional, también resulta claro que no constituye el foco del abordaje, como podría serlo en Andy Hargreaves la consideración de temas relativos al profesorado y la posmodernidad, o en Jesús Martín-Barbero el estudio de la comunicación entre la institución educativa y la sociedad.

Por otra parte, en el seno de los desafíos que se abren frente al diálogo de las nuevas tecnologías con la acumulación histórica de las instituciones educativas, la arista privilegiada en el libro es la de ilustrar los mismos a partir de experiencias realizadas, especialmente en el campo de la educación superior. En este sentido, caben dos apreciaciones:

En primer lugar, se puede observar una cuestión relativa al campo del “estilo de edición”, en el que siempre resulta difícil plantear con claridad y pertinencia en formato de artículo y/o capítulo de libro algo que requirió una reflexión, una formulación y un desarrollo mucho más amplio; así, el libro muestra desniveles, con algunos artículos donde la sistematización resulta esclarecedora para alguien que no ha participado de la experiencia y otros que pierden pie al llevar conceptos a su mínima expresión, o al avanzar en la presentación con intervalos teóricos que no tienden puentes entre sus respectivas partes, etc.

En segundo lugar, existe otro aspecto vinculado con la inclusión de referencias teóricas necesarias para comprender mejor la experiencia presentada. Los artículos aquí reunidos, en este sentido, también sufren altibajos en la medida en que algunos logran un adecuado y solvente planteo teórico que, a su vez, ofrece un amplio repertorio de bibliografía relevante en temáticas vinculadas con tecnología, conocimiento y sociedad; otros, en cambio, lamentan un mínimo bagaje conceptual conduciendo al artículo a una breve exposición de etapas acerca de cómo se implementó la experiencia.

Situados en una perspectiva que profundizaría algunos rasgos vinculados al desarrollo de la tecnología, afirmamos con Allison Rosset que “la tecnología es una cuestión de cabeza, no de máquinas y equipamientos” (en 188), rescatando la techné griega como creación y no como la mera obtención de objetos. De esta forma, se pueden apreciar puntos altos de este libro en el planteo del paradigma tecnológico como una dimensión central de la tercer ola civilizatoria (luego de la agraria y la industrial) que tiene en el procesamiento de la información y la generación de nuevo conocimiento dos componentes fundamentales; y también, a su vez, en la distinción entre conocimiento e información, en ocasiones considerados como sinónimos.

Ésta resulta ser una de las mayores encrucijadas planteadas por el texto en relación a los desafíos que, en el mediano plazo, deberán afrontar las instituciones educativas. Éstas, institución sociales cuya materia prima es la consideración de conocimientos socialmente útiles y legitimados para la vida en sociedad, se enfrentan a una dinámica en la que la tecnología abre posibilidades para generar nuevos conocimientos (simplificando: “contenidos”) volviendo obsoletos algunos otros rápidamente y, por otro lado, la aplicación tecnológica también afecta en sus “formas” la comunicación de los viejos y nuevos conocimientos. Se trata de rupturas a un doble nivel, difícil de abarcar simultáneamente por las instituciones educativas; esta línea de apreciaciones resulta adecuada y reiteradamente formulada por el libro en la medida en que se pregunta por la vigencia de los formatos organizacionales de estas instituciones (por ejemplo, sus componentes de distribución de tiempos y espacios, jerarquías, normativas, signos y rituales, identidad docente, etc.) y la pertinencia de esta institución social, que resulta una creación histórica entre otras muchas posibilidades que pudo haber asumido.

En el seno de este entramado institucional, el propio texto nos advierte de las tensiones entre procesos educativos que requieren de relaciones “cara a cara” (realidad histórica) y las aplicaciones tecnológicas que abren procesos construidos en una realidad virtual, erigida en base a la construcción de redes virtuales y las cantidades asombrosas de conocimientos capaces de ser procesadas en tiempo real; a la vez, brinda algunas pistas para conducirse en medio de estas tensiones, y de las maneras en cómo se orienten se promueve la apuesta a la construcción de tal o cual subjetividad de las nuevas generaciones. También aborda otras tensiones, tales como los retos que surgen ante la internacionalización de la educación, ya que las tecnologías pueden ofrecer herramientas para conectarse con diferentes partes del planeta desafiando a la vez el diálogo intercultural; o los retos que surgen ante la nueva disponibilidad de soportes (audio, video, texto), incluso simultáneos, y que no sólo remiten al texto impreso o a la exposición del docente; o los retos que surgen de las seducciones de la tecnología, como componente de la sensibilidad contemporánea ávida de lo novedoso, y la utilización de la misma como herramienta al servicio de la intencionalidad humana.

En cualquier caso, la tecnologización de la vida en las sociedades contemporáneas ha llegado para quedarse. Reconocer este dato de la realidad constituye, según el libro en cuestión, una fuente de desafíos, reflexiones y acciones a tal punto que “estar ‘dentro’ o ‘fuera’ del mundo digital es una variable de categorización cotidiana. Y no sólo es condición de las personas sino también de las culturas, instituciones y comunidades de hoy” (7). En particular, los sistemas y las instituciones educativas deben afrontar este dilema y el texto constituye una contribución a elegir cómo quedar “dentro”, dando por descontado que no se puede quedar “fuera”.

 

Alvaro Silva Muñoz

Universidad Católica del Uruguay

 

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