Desde 2020, con la situación crítica derivada de la pandemia por COVID 19, ha sido innegable la crisis de la sostenibilidad de la vida que ya venían planteando varias autoras (Coraggio, 2011), que implica un énfasis en los cuidados y en lo ecológico (Aguilar, 2020). A su vez, los efectos negativos de los encierros se hicieron más claros para todas las personas, efectos que se venían planteando desde el movimiento por la desmanicomialización (Ferreira, 2020; Baroni, 2019; Cardozo, 2018). Con el recrudecimiento de las desigualdades, se visibilizan entramados comunitarios que venían accionando y en estas situaciones se amplían y reconfiguran a nivel local, poniendo el foco en la emergencia alimentaria (Marquez, Bogliaccini & Silva, 2021; Pereira, López & Camacho, 2021; Zibechi 2020), y también énfasis en el cuidado colectivo en clave de promover encuentros con otras personas y con la naturaleza y de vida digna (Bouza & Viñar, 2021; Bentancor, Giménez, Larrañaga & Márquez, 2021).
En muchas de estas experiencias, la organización de las tramas comunitarias se relaciona a ciertos principios de la producción de lo común.
Este artículo se centra en particular en algunos resultados de una investigación de tesis de maestría en Psicología Social que tuvo por objetivo estudiar los sentidos que algunos colectivos en una zona particular de la periferia urbana de Montevideo, Uruguay, construyen en relación a sus prácticas de participación autónoma (Esparza, 2015). Dadas las características de los colectivos, en sus reflexiones, de diferentes formas, hubo un énfasis en los sentidos sobre sus vínculos con agentes estatales y sus estrategias para construir autonomía. Se trata de una zona donde se hacen evidentes las transformaciones sociales de las últimas décadas: migración hacia las periferias, empobrecimiento, mayor presencia del Estado mediante políticas de descentralización y políticas sociales focalizadas (Coraggio, 2011).
Uno de los resultados, sobre todo en el caso de la red de personas usuarias de salud de la zona, es la posibilidad y búsqueda de hacer común lo público, comunalizar, es decir, incorporar a las lógicas de lo común anticapitalistas (Caffentzis & Federici, 2015) recursos que son administrados por el Estado. En el trabajo posterior con esta organización se va viendo que estos procesos de comunalización aportan a la implementación de alternativas al encierro en tanto los sentidos construidos en torno a ellos justamente se vinculan a prácticas y creación de políticas públicas ligadas a estas alternativas. Asimismo, se apuesta a procesos de autonomía, participación y emancipación social. Actualmente profundizo la investigación en relación a este resultado en la zona, en particular en el marco de un espacio interinstitucional con participación comunitaria donde se busca generar autogobierno local en relación a una red sustitutiva a las lógicas manicomiales, así como crear y acompañar distintos dispositivos alternativos, algunos de los cuales se ligan a la soberanía alimentaria y prácticas vinculadas a otras dimensiones de la vida.
En particular en este artículo me interesa dejar planteadas algunas preguntas que vinculan la desmanicomialización y también la economía solidaria (Coraggio, 2011) con el paradigma de la producción de lo común para la sostenibilidad de la vida (Aguilar, 2020; Gutiérrez, 2020; Caffentzis & Federici, 2015). La concepción de lo común, desde un enfoque crítico, de los comunes anticapitalistas, pone en el centro las relaciones que garantizan la reproducción de la vida, no se trata de objetos (Caffentzis & Federici, 2015), sino de tramas de interdependencia que sostienen la vida (Gutiérrez, 2020). Se trata de una forma de estructurar la vida (Aparicio, 2021). George Caffentzis y Silvia Federici (2015) establecen algunos elementos centrales en su perspectiva anticapitalista de los comunes: interconexión entre la riqueza material y los grupos que la producen y sostienen a través de las relaciones de cooperación. Esa riqueza compartida se usa colectivamente, previa deliberación acerca de cómo hacerlo. Se requiere “comunidad”, en tanto “tramas comunitarias”, vínculos de cercanía y de cooperación autorregulada (Gutiérrez, 2020) para resolver necesidades materiales, afectivas y simbólicas. Implica cuestionar nociones sustancialistas de comunidad, sino que se trata de colectivos que existen en tanto accionan, donde lo común se practica, se produce y se reactualiza (Gutierrez, 2020), contiene la diferencia y se articula con el territorio. Para lo común es esencial: el acceso igualitario, la reciprocidad, las decisiones colectivas, la tendencia a la horizontalidad. Dadas las características planteadas, desde estas producciones se plantea la distinción entre lo común y lo público. Lo público sería lo privado del Estado, quien tiene el monopolio de la gestión de lo público. Consideran que es necesario conectar la lucha por lo público con lo común.
Lo común implica una forma de política específica, diferenciada de la política liberal (Gutiérrez, 2020).
Metodología
La investigación fue exploratoria mediante una estrategia metodológica cualitativa desde una perspectiva socio-construccionista y de género. Las técnicas fueron: entrevistas en profundidad grupales e individuales e instancias de observación participante, análisis de contenido temático del material y una instancia de análisis junto con integrantes de los colectivos a partir del intercambio de resultados preliminares. Ésta fue fundamentada en aspectos tanto metodológicos como éticos, dado el hincapié en el protagonismo de las personas y colectivos en la construcción de conocimientos sobre sus prácticas y la firme intención de que el proceso de investigación fuese en su beneficio.
Los cuatro colectivos informales estudiados se definieron partiendo de un mapeo realizado en coautoría un estudio anterior (Cantabrana & Viñar, 2015), considerando la diversidad de los colectivos y la posibilidad de acceso a ellos. Trabajé con: a) un grupo de mujeres madres, esposas, amas de casa, algunas laboralmente activas, que desde 2016, con intermitencias, se encuentran para tener su propio espacio, acompañándose y apoyándose ante situaciones de violencia de género. b) una biblioteca anarquista que estuvo abierta al barrio entre 2005 y 2017, donde se promovían acciones de protesta contra megaproyectos que depredan el ambiente y se realizaban actividades culturales. c) un colectivo que comenzó a funcionar en 2015, que realiza actividades deportivas, artísticas y culturales en un espacio que estaba abandonado y fue ocupado y recuperado. d) una red de personas usuarias de salud de la zona, que realizan actividades de promoción de salud, generando espacios de encuentro y buscando influir en las políticas sociales, promoviendo su articulación. Este colectivo comenzó a funcionar en 2005. Aunque la universidad venía trabajando de forma discontinua con él, yo personalmente tuve mi primer acercamiento en el marco de aquella investigación.
El trabajo conjunto con este último colectivo ha continuado y en la actualidad, a partir de uno de los resultados de la investigación anterior (Viñar, 2020), realizo un estudio de caso en profundidad (Pujadas, 2010) mediante una investigación acción participativa (Fals Borda, 2014) en relación a la comunalización de lo público en el caso de la Mesa Local de Salud Mental, espacio de trabajo permanente cuya creación esta organización promovió y que convoca. Se trata de una investigación cualitativa sostenida en una epistemología feminista (Blázquez, 2008), coherente con la perspectiva de la producción de lo común para la sostenibilidad de la vida.
Resultados
Los resultados de la investigación de tesis de maestría se agrupan en varias dimensiones que surgieron del trabajo con el material de campo: las prácticas como acciones políticas y las diversas formas de nombrarlas; más que la existencia de “estructuras de movilización”, los colectivos como articulación de acciones; los sentidos ligados a la identidad particular en la zona específica, por sus características de organización a nivel histórico, como narración que es motor para las acciones; las dimensiones territorial y de género; las relaciones con el Estado.
A continuación me centro en algunas de las dimensiones en particular, que sentarán las bases para la discusión.
En algunos colectivos las acciones se saben transformadoras, pero no se nombran explícitamente como políticas. No obstante, en otros se expresa que “hacemos sí política (…) No hacemos política, partidaria” (usuarias/os).
Los colectivos se organizan de forma horizontal y reticular, en la integración se da multiplicidad y fluidez, que implica el estar y el hacer colectivamente: “era parte el que participaba activamente y no era parte el que no lo hacía” (biblioteca). Resulta destacable que la organización en todos los colectivos implica que no hay roles prescriptos que establezcan jerarquías. Aunque pueden haber liderazgos en distintos temas en función de las experiencias, se dan discusiones constantes y se busca permanentemente la horizontalización, así como se promueve la toma de decisiones por consenso. Es en ese sentido que podemos pensar en entramados comunitarios que existen en tanto se construyen (Gutiérrez, 2020) y sostienen y cuidan lo común de forma horizontal, lo que, entre otros elementos, hace a los principios de los comunes anticapitalistas (Caffentzis & Federici, 2015).
En casi todas las experiencias confluyen personas con diversos roles y pertenencias (en varios colectivos se incluyen recursos técnicos y funcionarias estatales y/o concejales vecinales). En ese sentido, conviven varias lógicas (Fernández, 2008) más o menos en tensión, y esta confluencia de agentes múltiples implica también potencias, en términos de intercambio generacional y también de distintas visiones y posibilidades de acción que se conjugan en función de distintas posiciones que se ocupan y de las redes a las que cada quien pertenece. Estas redes van desde aquellas deportivas o de bandas de hip hop, por ejemplo, y redes de colectivos vinculados al graffiti en el caso del colectivo deportivo y cultural hasta redes temáticas como la de infancia o la de ollas populares actualmente, así como muchas otras, en el caso del colectivo de usuario/as. También el hecho de que algunas personas que integran los colectivos forman parte del concejo vecinal o de algún agente del Estado, que se verá a continuación, u otros espacios u organizaciones implica la posibilidad de poner a disposición algunas herramientas o recursos que puedan hacer sinergia con las acciones colectivas.
En todos los colectivos se da algún tipo de relación con el Estado y se construyen estrategias diversas para construir autonomía:
1. el hacer por fuera del Estado y la protesta (biblioteca): “demostrar que se puede hacer cualquier cosa sin (…) que te apadrine una institución”.
2. accionar para afrontar la falta de respuesta institucional a situaciones de vulneración (grupo de mujeres): “si no juntábamos nosotras, no tenías un apoyo”.
3. Vincularse de forma estratégica con el Estado que, por momentos, es concebido como fuente de recursos para realizar los objetivos del colectivo. No sin tensiones, se resiste el desgaste que genera la burocracia y los intentos de captura (colectivo cultural y deportivo): “no es que vienen, (…) es tipo figurar”.
4. trabajar para la toma de decisión a nivel local, construyendo hibridismos, con la pretensión de una influencia real en las políticas y del control comunitario sobre los recursos (usuarias/os de salud).
Se plantea explícitamente la figura de la “pirámide invertida”, en la que las personas habitantes locales decidan y las agentes estatales estén a su servicio. En el colectivo se considera que las “vecinas híbridas” (Viñar, 2020) o actorxs “bisagra”, personas con cargos públicos o integrantes del Concejo Vecinal que forman parte de algunos de los colectivos, enriquecen las acciones: “a la hora de tener los datos de la realidad, los tenemos porque la gente trabaja allí, pero nosotros somos los que podemos hablar libremente”. A su vez plantean que resultan aliadas para conseguir recursos. Es en este caso que se hace evidente la comunalización de lo público como uno de los resultados de la investigación, que estoy profundizando actualmente, en particular en acciones que tienen que ver con la desmanicomialización (Ferreira, 2020; Baroni, 2019; Cardozo, 2018).
Discusión
En la discusión abordaré algunas dimensiones de la comunalización de lo público, como forma de influencia en las políticas públicas hacia la creación de prácticas para la sostenibilidad de vidas dignas, en contra de las lógicas de encierro y desigualación de las diferencias (Fernández, 2008).
Es importante considerar que lo local es “la principal escala para la realización de lo común” (Aparicio, 2021, p. 322). El territorio específico no es sólo escenario, sino uno de los elementos diferenciales que compone también la trama, que posibilita distintas acciones y formas de apropiación por parte de distintxs actorxs que lo construyen. Las características de este entramado, que se ve claramente reticular y con potencias desde lo múltiple (Fernández, 2008) y la convivencia de lógicas, este tejido vivo del que los resultados dan cuenta, sostienen la posibilidad de construir autonomía, en términos de contestación a la heteronomía y a la verticalidad de la forma-Estado (Hudson, 2010). Así también son posibles procesos de comunalización de lo público, de disputa del modelo de gestión estatal y subversión de “lo público por lo común” (Aparicio, 2021, p. 316).
Es fundamental plantear que lo público, si bien es polisémico, a nivel hegemónico se concibe de una forma que tiene como efectos prácticos la invisibilización de la interdependencia y de las desigualdades, siendo una categoría política ligada a la democracia nominal. Así, resulta un instrumento ideológico de legitimación simbólica del Estado que le permite actuar como si la exclusión y las relaciones de explotación no existieran (Delgado y Malet, 2007), por lo que se da la exclusión constante. En ese sentido, Gutiérrez considera que lo público sería una “forma deformada de lo común: una forma abstracta y formal susceptible de renovadas apropiaciones privadas” (Gutiérrez, 2017, p. 118).
Por su parte, Bringel y Falero (2016) resaltan las disputas internas y también la capacidad de agencia que se aloja en la complejidad estatal. Es decir, el Estado no es un bloque homogéneo. A partir del estudio realizado queda planteada la pregunta sobre si aquellas personas que llamé “vecinas híbridas” podrían constituirse en agentes que permiten permear algo de las lógicas colectivas de las experiencias -su horizontalidad, su resistencia, su solidaridad-, lógicas de lo común, en las instituciones estatales, en favor del barrio. De todas formas para que se den transformaciones permanentes hacia la comunalización de lo público son necesarios cambios normativos y en la institucionalidad, se requieren “herramientas jurídico-institucionales capaces de transformar la institucionalidad misma” (Aparicio, 2021, p. 316). No es posible renunciar a ellas aunque impliquen el riesgo de neutralización o cooptación, estas normas e instituciones son consecuencia de “un acumulado de momentos y prácticas instituyentes” (Aparicio, 2021, p. 314).
La producción de lo común se funda en cierto paradigma en torno a la sostenibilidad de la vida y sus componentes, y los procesos políticos que se dan en relación a ella (Federici, 2020), procesos políticos que tienen que ver con una construcción diferenciada de las lógicas verticales de la política tradicional. Por lo tanto, también la perspectiva de aquello que se comunaliza se nutre en el proceso de comunalización. En ese sentido, resulta necesario pensar, en el caso de la salud mental, cómo el proceso de hacer común lo público en las prácticas de cuidado y sostén de la vida aporta a la construcción de modos alternativos, a la desmanicomialización y el “buen vivir” a contracorriente de las lógicas del capitalismo.
Finalmente, es importante resaltar que estas prácticas que estudio a nivel local se relacionan con la economía social y solidaria, en tanto tienen que ver con varios de sus principios, y como formas otras “de definir, movilizar, distribuir/apropiar y organizar los recursos y capacidades humanas” (Coraggio, 2011, p. 25) para sostener vidas dignas, a contracorriente de las lógicas neoliberales. En ese sentido, resulta pertinente profundizar en la comunalización de lo público en tanto hibridación, en tanto un “entre”, allí donde la agencia de los colectivos y las políticas públicas se tocan y éstas se transforman, haciendo sinergia con los objetivos de los colectivos y convirtiéndose en parte de sus estrategias. Esa es una forma de que las políticas faciliten en vez de obstaculizar, pero se requiere un posición particular de todxs lxs actorxs involucradxs que esté comprometida con la redistribución de poder.
Conclusiones
Toda conclusión de un estudio implica la apertura de líneas a profundizar, nuevas preguntas a abordar.
En la zona particular donde desarrollé el estudio sobre los sentidos que construyen colectivos diversos en torno a sus prácticas, los resultados tienen que ver con las prácticas como transformadoras, como acciones políticas, con las características de los colectivos en tanto entramados fluidos y múltiples que existen en tanto accionan, las relaciones con el Estado y las formas diversas de construir autonomía. En este último sentido surge como resultado la comunalización de lo público, en particular en el marco de un espacio de autogobierno local en relación a prácticas de salud mental en clave de desmanicomialización y economía social y solidaria. En la discusión explicité varias dimensiones que será necesario profundizar para abordar esta línea: las características de la trama donde se dan estos procesos, donde se incluyen agentes estatales y “vecinas híbridas”, las transformaciones normativas e institucionales a nivel estatal para hacer común lo público y, además, cómo el paradigma de la producción de lo común para la sostenibilidad de la vida nos permite pensar transformaciones de las lógicas manicomiales y también en clave de economía social y solidaria.
Quedan múltiples preguntas planteadas para abordar estas profundizaciones: ¿cómo se despliegan esas negociaciones y complementariedades entre lo público y lo común? ¿Qué procesos políticos, organizativos, vinculares, subjetivos se construyen en las acciones colectivas que componen procesos de comunalización de lo público? ¿Qué aporta el proceso de comunalización al paradigma de la desmanicomialización y de la economía social y solidaria?, ¿cómo se articula con las políticas estatales?, ¿qué tensiones se enfrentan?