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Psicología, Conocimiento y Sociedad

versión On-line ISSN 1688-7026

Psicol. Conoc. Soc. vol.7 no.1 Montevideo mayo 2017  Epub 31-Mayo-2017

 

Trabajos Originales

Cuidados y subjetivación de género. Un análisis de discurso de las mujeres que constituyen hogares monoparentales con hijos pequeños

Cuidados de subjetivação e gênero. A análise do discurso das mulheres que são mães solteiras com filhos pequenos

Care and gender subjectivity. A discourse analysis of single mothers with little children

Sol Scavino Solari1 

1Universidad de la República, Uruguay Autor referente: solscavino@gmail.com


Resumen

Siguiendo la hipótesis de que para redistribuir el cuidado es necesario conocer y trabajar sobre la producción de subjetividades de género, el presente trabajo tiene como objetivo explorar la autodefinición de las mujeres como cuidadoras y la heterodefinición de los varones (padres) en relación al cuidado de los hijos.

A partir del análisis de discurso de 16 entrevistas en profundidad a mujeres montevideanas que constituyen hogares monoparentales femeninos con hijos de 6 años y menos, se detectaron mecanismos discursivos que muestran producciones de subjetividades de género en el cuidado. Del análisis surge que existen discursos de tipo argumentativos que reproducen una lógica que coloca a los varones como proveedores económicos eximidos de las tareas de cuidados y domésticas y a las mujeres como cuidadoras incuestionables de los hijos. Los mismos varían de manera significativa entre aquellas mujeres de niveles socioeconómicos medios- altos y bajos. El artículo intenta avanzar en el conocimiento de lógicas de las relaciones de género en torno al cuidado, para contar con elementos para el trabajo desde las instituciones y las políticas públicas que buscan la modificación de la actual división sexual del trabajo, la corresponsabilidad y redistribución de los cuidados en Uruguay.

Palabras Clave: Subjetivación; género; maternidad; cuidados

Resumo

Seguindo a hipótese de que redistribuir o cuidado é necessário conhecer e trabalhar na produção de subjetividades gênero, este artigo tem como objetivo explorar a auto-definição das mulheres como cuidadoras e homens heterodefinición (pais) em relação aos cuidados de filhos.

A partir da análise do discurso de 16 entrevistas em profundidade montevideanas mulheres que são famílias monoparentais femininas com crianças de 6 anos e sob, mecanismos discursivos que mostram produções subjetividades género cuidados foram detectados. A análise mostra que há discursos argumentativos tipo reproduzir uma lógica que coloca homens e prestadores económicos isentos de cuidados e tarefas domésticas e mulheres inquestionáveis ​​como cuidadores de crianças. Eles variam significativamente entre as mulheres de nível socioeconômico mais altas e média-baixa. O artigo tenta avançar o conhecimento da lógica das relações de gênero ao redor com cuidado, para ter elementos para trabalhar em instituições e políticas públicas destinadas a modificar a atual divisão sexual do trabalho, responsabilidade e redistribuição cuidado no Uruguai.

Palavras-chave: a subjetivação; gênero; cuidados; maternidade

Abstract

Based on the hypothesis that in order to redistribute care labor it is necessary to know and work on the production of gender subjectivities, this study aims to explore the self-definition of women as caregivers and the heterodefinition of males (parents) in relation to child care.

A discourse analysis of 16 in-depth interviews with montevidean women who constitute single-parent female households with children aged 6 years and younger was performed. Different discursive mechanisms that show gender subjectivities in care were detected. There are argumentative discourses that reproduce a logic that places men as economic providers exempted from care and domestic work, and women as unquestionable caregivers. The discourses are significantly different among women of medium- high and low socioeconomic levels. The article tries to advance in the knowledge of gender relations around child care in order to have elements to work from the institutions and the public policies that seek the transformation of sexual division of labor, co-responsibility and redistribution of care labor in Uruguay.

Keywords: subjectivity; gender; care; maternity

1. Cuidado social como problema anclado en las subjetividades de género

En Uruguay, los cuidados han sido identificados como un problema social y han tomado una centralidad en la agenda pública nacional, producto de un proceso político-social en el que han participado la sociedad civil organizada, la academia y los actores políticos y de gobierno (Aguirre, Batthyány, Genta, & Perrotta, 2014).

El significado de cuidados es polisémico y aun se encuentra en discusión, aunque se encuentran elementos en común en diversas definiciones. Por ejemplo, que el cuidado se caracteriza por ser una actividad que implica prestar ayuda o brindar apoyo para el desarrollo de personas dependientes como es el caso de los niños, personas mayores y con discapacidad en situación de dependencia. Presenta dimensiones como la material (implica costos de oportunidades, de tiempo, económicos) y la vincular ya que suele existir un nexo emocional entre cuidadores y cuidados que es reconocido por su centralidad en la tarea (Aguirre et al., 2014; Batthyány, 2010; Hochschild, 1983).

Hay autoras que hacen énfasis en la definición de cuidados como trabajo (remunerado o no) lo cual permite considerarlo como producción de bienes y servicios para el bienestar social. En este sentido, se ha visibilizado que su organización actual recae sobre las mujeres como trabajo no pago en el marco de las familias, lo cual genera desigualdades sociales y barreras en el goce de derechos ciudadanos por parte de las mismas (Torns, 2008).

El cuidado social (social care), que refiere al cuidado como una categoría central para el análisis de los Estados de Bienestar, implica la revisión de derechos y los deberes de ciudadanía (Carrasco, Borderías, & Torns, 2011) y el cuestionamiento acerca de las respuestas colectivas a la resolución del bienestar ((Carrasco et al., 2011(; Daly & Lewis, 2011).

Siguiendo esta última dimensión del cuidado, podría decirse que en Uruguay se busca una transformación en la distribución de responsabilidades de cuidado entre Estado, familias, mercado y comunidad y entre varones y mujeres para que los costos que devienen de la realización del mismo no sean fuente de restricciones en el ejercicio de derechos ciudadanos. Un primer paso en este sentido, es que los cuidados han sido reconocidos como un derecho de la población (a ser cuidado y elegir si cuidar o no) y se está desarrollando progresivamente un Sistema Nacional Integrado de Cuidados.

Un segundo paso son los objetivos planteados en el Plan Nacional de Cuidados 2016-2020 (Ministerio de Desarrollo Social, Junta Nacional de Cuidados, 2016), que guía el desarrollo de dicho Sistema, en donde se propone redistribuir el trabajo de cuidados entre Estado, mercado, comunidad y familia, y modificar la actual división sexual del trabajo en Uruguay, alentando una mayor participación de los varones en las tareas domésticas y en los cuidados. Según planteos de Fraser (1997), se estaría dando cuenta la necesidad de reconocimiento de un trabajo invisible y de su redistribución la autora sostiene que "el género estructura la división fundamental entre trabajo remunerado "productivo" y trabajo doméstico no remunerado "reproductivo", asignando a la mujer la responsabilidad primaria respecto de este último” (Fraser, 1997, p. 14).

De todos modos, al ser el Sistema Nacional Integrado de Cuidados una política reciente, la organización social del cuidado en Uruguay aún se presenta como una de tipo familista, en donde la responsabilidad del bienestar recae en las familias y particularmente en las mujeres que las integran (Aguirre, 2003). Esta situación es evidenciada por los datos de las Encuestas de Uso del Tiempo 2007 y 2013, y de la Encuesta de Representaciones Sociales del Cuidado, 2011 (Batthyány, Genta, & Perrotta, 2013).

En la Encuesta de Uso del Tiempo 2013, se evidencia que de las modalidades posibles de cuidados, el cuidado dirigido a los niños es el que se realiza en mayor proporción y donde se detectan mayores brechas de género en la participación y el tiempo semanal promedio que se dedica a los mismos. De cada 10 mujeres que conviven con niños/as de hasta 12 años, 8 se dedican a cuidarlos, siendo ellas las responsables de tareas como alimentarlos, bañarlos y vestirlos, cuidarlos cuando están enfermos, ayudar con deberes y llevarlos al centro educativo; mientras que 6 de cada 10 varones que conviven con niños los cuida, participando en mayor proporción en las actividades de juego y paseo. Del total de cuidadores infantiles no remunerados, 38,5% son varones y 61,5% son mujeres (Batthyány, 2015). Además el tiempo que dedican semanalmente las mujeres es de 7 horas promedio más que los varones (22 y 15) y las brechas de género aumentan en los sectores socioeconómicos más bajos, por la mayor dedicación de las mujeres y una menor dedicación de los varones al cuidado infantil (Batthyány, 2015).

Estas desigualdades en participación y tiempo en el cuidado, se relacionan con trayectorias laborales o estudiantiles femeninas truncas o intermitentes (lo cual afecta su autonomía económica, que se vincula con la autonomía física y en la toma de decisiones). En las transiciones a la adultez, la llegada de los hijos causa un aumento en el trabajo remunerado en los varones (provisión económica), una desvinculación de las mujeres del mismo, siendo esto diferente según los niveles socioeconómicos (Cardozo & Iervolino, 2009; Filardo, 2010).

Frente a este panorama, la redistribución del trabajo de cuidados y la consecuente modificación de la división sexual del trabajo necesaria para ello, no parece una tarea sencilla si se considera que el sistema de género es una estructura compleja y asimétrica que monta desigualdades entre varones y mujeres en distintos planos como en el institucional, el grupal y en las subjetividades como productos sociales.

La dimensión de género presente en la actual distribución del cuidado se relaciona con la subjetivación de disposiciones para la práctica que son diferenciadas en la socialización para varones y mujeres. De esta manera, podría plantearse la hipótesis de que para redistribuir el cuidado es necesario conocer y trabajar sobre la producción de subjetividades de género.

En este sentido, el presente trabajo tiene como objetivo complementar el análisis cuantitativo sobre las diferencias en la participación y el tiempo que varones y mujeres dedican al cuidado, con un análisis de discurso para comprender cómo las mismas se sostienen desde la subjetividad, en la definición de las mujeres en relación al cuidado (autodefinición) y en la presentación de los varones en su discurso (heterodefinición). Para eso se ha tomado como caso paradigmático el cuidado de mujeres que están a cargo de hogares monoparentales femeninos (son el 85% de los hogares monoparentales según los datos de la Encuesta Continua de Hogares de 2015) para conocer cómo se organiza el cuidado entre padres y madres cuando no conviven juntos. Podría pensarse que varias de las características que se desarrollarán son extrapolables a otros tipos de hogares (como biparentales con hijos de ambos) en los que también se detecta que las mujeres son las principales encargadas del cuidado infantil (Batthyány, 2015).

El artículo busca brindar elementos para comprender cómo se sostienen las desigualdades de género en el cuidado que los números evidencian y poder abonar al pensamiento de estrategias para la redistribución de los cuidados entre varones y mujeres.

2. Sistema de género, cuidados y subjetivación

Si se considera que una de las formas de dominación es la producción de subjetividad, el sistema de género instalado en las instituciones produce cuerpos (y mentes) disciplinadas que, en términos de Bourdieu (2007), se expresan como predisposiciones para la acción o habitus. Las subjetivación adquiere características distintas según el contexto histórico-social y es la forma en la que los sujetos viven como propia la experiencia de un modo de sujbetivación, que es producido por el poder político epocal.

Foucault subraya la idea de que en las sociedades disciplinarias la forma de control se basa en el control de la vida y no solo de los cuerpos, sino también del alma. Insistió en estudiar el problema del sujeto y los modos históricos de objetivación de los seres humanos en sujetos, siendo las prácticas discursivas elementos centrales para conocer dichos modelos de objetivación de los seres humanos en sujetos de discurso. (Giaccaglia et al., 2009).

En este sentido, puede pensarse al sistema de género como parte del poder político que produce subjetividades desde las instituciones y que genera la subjetivación de una identidad de género que modela sentimientos, prácticas y posicionamientos discursivos. Teresa de Lauretis, en 1984/85, presentaba a sistema de género como “la construcción social de la mujer y del hombre y la producción semiótica de la subjetividad”(Gil Rodríguez, 2002, p. 34). Por su parte, Joan Scott (2003) lo definió como:

un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder (y) son los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los símbolos" que “se expresan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas que afirman categóricamente y unívocamente el significado de varón y mujer, de masculino y femenino (p. 289).

Dentro del sistema de género, las representaciones sociales sobre maternidad y paternidad han sido centrales en producir y re producir prácticas de cuidados. A decir de Carrasco y otros (2011) gran parte del trabajo de las historiadoras de género fue mostrar como la maternidad no es algo natural sino que se construye como producción histórica. En este sentido apuntan que “deconstruir el proceso de identificación histórica entre las nuevas identidades femeninas y la maternidad sigue siendo hoy uno de los temas clave de la historiografía de género” (Carrasco et al., 2011, p. 18).

Así, la búsqueda de la corresponsabilidad en el cuidado implicaría desmontar los mecanismos que actualmente sostienen prácticas y expectativas de género sustentadas en la subjetivación del género mediante los procesos de socialización. Si bien la redistribución del cuidado entre Estado, mercado, familias y comunidad es fundamental vía la expansión de oportunidades que puede dar el aumento de servicios de cuidado, licencias parentales, políticas de tiempo, sería posible pensar que trabajar sobre la producción de subjetividades que desde esas y otras instituciones se genere, es clave para reconfigurar la actual división sexual del trabajo entre varones y mujeres.

3. Estrategia de análisis, dispositivos de recolección de datos y limitaciones del estudio

Debido a que el trabajo busca indagar aspectos de la subjetivación de género, el mismo está orientado por las corrientes que proponen que el discurso es central en la creación y recreación de la subjetividad. El discurso como práctica presenta una dimensión política, reflejo de fuerzas que pueden estar en choque o en disputa, (Santander, 2011) ya que el mismo no es una expresión transparente sino que está atravesado por relaciones sociales y de poder que son fundamentales para comprender la producción del mismo (Foucault, 2002). Como plantea Van Dijk (1999) el análisis de discurso, permite conocer cómo se estructuran y reproducen relaciones sociales de dominación.

La intención no es “definir los pensamientos, las representaciones, las imágenes, los temas, las obsesiones que se ocultan o manifiestan en los discursos, sino esos mismos discursos, esos discursos en tanto prácticas que obedecen a unas reglas” (Foucault, 2002, p. 234). Una de las herramientas de análisis para este tipo de discurso es presentada por, Therebon (1987) quien señala en “La ideología del poder y el poder de la ideología” que la tarea principal de la ideología es construir la subjetividad humana. De esta manera, buscar la estructura de la ideología implica revisar las presentaciones en el discurso acerca de uno mismo y de los demás.

Presenta cuatro tipos de ideologías: la de tipo inclusivo-existencial, inclusivo-histórico, posicional-existencial, posicional-histórico que permiten observar la autodefinición y heterodefinición como representación de un orden social y presentación de posicionamientos en ese orden, que a su vez suelen presentarse acompañados de mecanismos de dominación ideológica evidenciados en el discurso.

La primera se trata del desarrollo de significados relacionados con la pertenencia al mundo y suelen ser del orden moral, lo que es considerado, natural, del mundo. La segunda posiciona a los sujetos como seres en el mundo socio-históricos concretos, definiendo la pertenencia o no pertenencia a un mundo significativo. La de tipo posicional existencial refiere a la situación posicional de alguien en el mundo, es del orden de la autodefinición, yo/otros, mujer/varón, entre otros ejemplos posibles. Informan sobre quien es uno por la definición de los otros, de las posibilidades y las opciones que tiene en relación a ese otro. Finalmente, la ideología posicional histórica hace referencia a los seres como parte de mundos socio-históricos, por ejemplo a las mujeres en el marco de las familias.

Tabla 1 Ideologías Presentes en el Discurso como Indicadores de la Producción de Subjetividades 

Desde este enfoque, se presentará un análisis del discurso de mujeres que constituyen hogares monoparentales con hijos de 6 años o menos en Montevideo. El material de análisis corresponde una investigación realizada en 2011 que buscó conocer cómo eran las estrategias de conciliación trabajo remunerado-trabajo no remunerado en los mencionados hogares. El dispositivo de construcción de datos fue la entrevista en profundidad semidirigida. Se trata de una conversación cotidiana extraordinaria, que se lleva a cabo para captar significados y sentidos en torno a un objeto de investigación. Se realizaron 16 entrevistas en profundidad con un muestreo que buscó representar distintos niveles socioeconómicos (NSE) considerando niveles educativos, de ingresos y barrios de residencia según incidencia de la pobreza en Montevideo. Dentro de las limitaciones que presenta el siguiente trabajo, se encuentra la ausencia de discursos por parte de varones que dificulta la comparación y complejizar el análisis de la subjetivación de género en el discurso de las mujeres.

4. Contextos: superficies de emergencia e ideologías de posicionamientos inclusivo-históricos

La vivencia de la maternidad por parte de las mujeres de niveles socioeconómicos bajos, medios y altos es presentada de manera distinta en el discurso en función del contexto social en el que viven y de sus vínculos con las instituciones.

Las mujeres de niveles socioeconómicos bajos presentan a las personas e instituciones con las que interactúan para llevar a cabo el cuidado de los hijos como conflictivas, problemáticas y expulsivas, lo que justifica su presentación como mujeres que no tienen a nadie que las apoye en su maternidad. La familia de origen es introducida como fuente de conflictos: violencia doméstica hacia ellas y/o sus hijos, segregación y exclusión de ellas de sus hogares a raíz de la maternidad. En algunos casos las hermanas y madres aparecen como excepciones a la presentación de la familia como una fuente de conflicto: participan apoyando en el cuidado de los hijos, las madres y los propios hijos aparecen como figuras de apoyo al cuidado de hermanos y la organización del hogar. Un resumen de la presentación del contexto repulsivo se expresa en la autodefinición de la maternidad como una tarea de responsabilidad y riesgo asumido individualmente:

Porque yo veo que son muchas cosas que hay… pa mi sola, en el sentido de que es pa mi sola, todo lo que yo hago es todo pa mis hijos lo tengo que hacer yo sola. Porque si, de que…a quién le voy a pedir una mano? Y quién me la va a dar? Yo no tengo a nadie (silencio). (Mujer, 26 años, NSE Bajo) (Scavino, 2013, p. 291).

Las escuelas son vividas por las madres de niveles socioeconómicos bajos como lugares expulsivos, donde las maestras no tienen vocación y estigmatizan a los niños por los barrios en donde viven. Las instituciones de salud son percibidas fundamentalmente como espacios en donde se desconfía de ellas o se trabaja sin brindarles información de manera completa y en un lenguaje coloquial.

Por otra parte, entre las clases medias y altas el discurso en torno al contexto es presentado por metáforas que sugieren una fuerte contención y apoyo, además de una extensa enumeración de personas e instituciones (ellas mismas, abuelos, abuelas, tías, hermanas, amigas, niñeras) que participan en el cuidado de los hijos. En algunos casos se destaca la participación y apoyo de los padres de los hijos, padres que están ausentes en el discurso en torno al cuidado en las mujeres de niveles socioeconómicos bajos. Las imágenes presentadas hablan de una extensa cantidad de personas, por ejemplo “o sea, tengo como un ejército ahí de gente que me da manos a veces cuando yo precise (Mujer, 38 años, Alto)” (Scavino, 2013, p. 246). Un ejército: una gran cantidad de personas que lucharía por una causa. En este sentido la imagen de contención está asociada a la imagen de un interés común en que la crianza pueda ser llevada a cabo, adelante. La misma idea se presenta como “una gran red que me sostiene”, que también alude a la contención y el sostén, que sugiere la idea de protección ante cualquier caída o traspié. Sin embargo, es importante destacar que la extensa cantidad de personas que se involucran y con las que cuentan para llevar a cabo el cuidado de sus hijos pequeños, son los “brazos ejecutores” de un cuidado diseñado, orientado y sostenido principalmente por ellas. Como se verá más adelante, si bien el posicionamiento en relación al contexto familiar e institucional es reconocido privilegiado por gran parte de ellas, aparece una paradoja, casi como una contradicción, respecto al posicionamiento de sí mismas en relación a la maternidad y los costos en sus vidas personales. Están en las mejores condiciones, pero no tienen tiempo para sí mismas, están “reventadas” y se “sacrifican” por llevar adelante la maternidad.

Tabla 2 Presentación de la Familia, Escuela y Sistema Sanitario como Actores en el Cuidado según las Posiciones Económicas de las Madres 

En el caso de estas mujeres, los colegios son percibidos como instituciones completas que complementan la ausencia de la madre (desarrollando ese trabajo) mientras ellas no están. El acceso a servicios de salud privada hacen que ellas cuenten con una atención personalizada, como por ejemplo tener el número personal del pediatra de sus hijos y poder contactarlo y consultarlo en cualquier momento.

En resumen, los contextos y los vínculos en los que se producen y desarrollan las maternidades y las paternidades son muy distintos según niveles socioeconómicos. A raíz de la contextualización, presentaremos las ideas sobre maternidad y paternidad que aparecen en el discurso de las mujeres monoparentales con hijos pequeños a cargo.

5. Ideologías posicionales existenciales y posicionales históricas: maternidades (autodefinición) y paternidades (heterodefinición)

Las formas de autodefinición y heterodefinición muestran un orden de género heteronormativo, binario e interrelacionado con las relaciones de parentesco. El discurso permite ver cómo existen relaciones asimétricas en relación a los roles de género y su papel en el cuidado, particularmente por la presentación de los padres y también de las madres mediante un discurso de tipo argumentativo a veces, falaz.

Las estructura argumentativa acerca de la maternidad y la paternidad y de porqué se lleva a cabo es muy distinta por nivel socioeconómico, pero se observa en el discurso de las entrevistadas que en todos los niveles socioeconómicos la participación de los padres en el cuidado de los niños es nula o poca. Los argumentos en torno a su ausencia son del tipo “no puede” (tiene otra familia, está trabajando) o “no quiere” (incuestionable para ellas). Las madres son las encargadas de llevar adelante el cuidado de los hijos en todos los casos, claro está, en contextos y condiciones muy distintas como las desarrolladas en el punto anterior. Mientras que el tipo de argumento para sostener la división sexual del trabajo de cuidado aparece como una naturalización en las mujeres de sectores socioeconómicos bajos (soy madre, o por qué es lo que una madre debe hacer), en las mujeres de niveles socioeconómicos medios altos se presenta como un deber ser elegido y procesual. En ambos casos hay una responsabilidad por el cuidado de los hijos.

Tabla 3 Sobre el carácter del discurso de presentación de mujeres y varones en el cuidado 

Además, el tipo de discurso se estructura sobre la definición en base a la oposición, las mujeres “somos” diferentes de los varones y “actuamos” conforme a mandatos diferentes. La obligatoriedad del cuidado, subyacente en la explicación de por qué ellas se hacen cargo del cuidado “son cosas que una como madre tiene que hacer” no aparece como fuente de justificación en el caso de los varones.

Se presenta una estructura discursiva que deja ver la construcción de un orden social de género que coloca a las mujeres como responsables morales y afectivas del cuidado y a los varones como justificados en su ausencia por la prevalencia de otros roles: trabajador, padre de otra familia.

Se ve claramente cómo las mujeres reproducen en sus discursos el orden de género que las produce como mujeres-cuidadoras, no solo por la argumentación causal justificada de la ausencia masculina - no cuida porque -motivo (justificación)- sino por el hecho de que los varones aparecen tímidamente en sus discursos. En este sentido, los varones son en varios casos omitidos en la producción discursiva sobre el cuidado. La elipsis en el discurso, lo que no es posible de ser dicho, puede ser leído como la reproducción de una forma de cuidado.

Sin embargo, se desarrollan varias ideas acerca de la maternidad y cómo es vivida por parte de las mujeres entrevistadas.

En el caso de las de niveles socioeconómicos bajos, en algunos discursos la maternidad como algo no deseado, pero tampoco evitado o negado:

no, porque era chica. Y no quería. Yo. Porque en sí yo no lo quería tener. Pero tampoco quería…así abortarlo, porque no me gusta. Y ta… y ta y se enteró mi madre y ta, y me apoyo y ta, se enteraron todos, me odiaba a mí misma (Mujer, 17 años, Bajo) (Scavino, 2013, p. 297).

En otros, como algo buscado y deseado, como proyecto único posible en la vida y como proyecto “gratificante” en relación al sentido del “ser”, de la motivación y el porqué de la existencia:

¿Y por qué querías tanto tener un hijo? Entrevistada (en adelante Ea): Porque sí (Silencio breve) porque quería tener un hijo, porque quería ser madre (Silencio)

Entrevistadora (en adelante Era): Porque ibas a estar con alguien, porque…

Ea: Porque cuando yo me muera, va a quedar algo que yo traje al mundo, que es mi hijo y ahora quiero una nena, pero tengo que esperar y conocer otra persona (Mujer, 21 años, NSE Bajo) (Scavino, 2013, p. 370).

También aparece como parte de la identidad: “Además del trabajo, ¿hay alguna otra actividad que realices vos sola? Ea: (Pequeña pausa) ¿Cómo sola? Cuidar a mi hijo

(Mujer, 17 años, NSE Bajo)” (Scavino, 2013, p. 365). Como una fuente de autonomía: “Sí, no preciso un hombre para criarlo (Mujer, 29 años, NSE Bajo)” (Scavino, 2013, p. 370). Como una responsabilidad “Será una responsabilidad. Me siento responsable, eh, yo me siento responsable y será que eso tengo en la cabeza y…no, por mis hijos tengo que hacer esto, tengo que hacer lo otro” Mujer, 26 años, NSE Bajo (Scavino, 2013, p. 290)

En las mujeres de niveles socioeconómicos medios y altos, la maternidad a veces a parece conceptualizada como un proceso:

es un TODO ¿no?. O sea, sos la madre que sos ¿no?, tenés la alegría que tenés vos también, o sea, la que voy creando con E*(hija) y también la propia (y como un proyecto de vida entre otros:) Pero bueno hoy es el desafío de construir otra vida, que ta, que es muchas juntas, pero en la que siento que para mí son cosas que son importantes y las tengo que cuidar porque ta, hacen a lo que soy yo. A demás de mamá, aunque ta, ahora el rol de mamá es el que se gana toda la escena y porque es el nuevo también. ¿no? Es el que estoy aprendiendo, porque en realidad se aprende, no?, no es que ya esté por sentado (Mujer, 36 años, NSE Alto) (Scavino, 2013, p. 262).

Todas las mujeres de clases medias o altas entrevistadas llevan a cabo proyectos laborales/profesionales y otros proyectos como cantar, hacer yoga o gimnasia, además de la maternidad. Otras intentan sin éxito darse un espacio para actividades personales de ocio o lúdicas, a parte del trabajo.

Dentro de los discursos de maternidad se encuentran cuestionamientos en relación al proyecto que desarrollan y las condiciones en que lo hacen, sobre todo cuando sus maternidades se proyectaban en el contexto de parejas que ya no tienen. La idea de familia nuclear con hijos de ambos subyace casi todos los discursos y es una de las formas ideológicas que generan disonancias entre la maternidad deseada y la real.

Se puede tomar como ejemplo el siguiente discurso “Ea: no podés hacer otra.. no podés… no hago gimnasia, como mal, estee (…) TODO! TODO ES EN DETRIMENTO. Era: mjm Ea: así que antes de tener un hijo, pensalo (Mujer, 39 años, NSE Alto) (Scavino, 2013, p. 206).

La aparición de la maternidad en el discurso varía entre las mujeres pero todas tienen en común presentar al cuidado de los hijos como una obligación moral o ética. Es un mandato del cual no se pueden separar, lo cual expresa la presencia de una ideología inclusivo-existencial que las conmina a cumplir con dicha tarea, mientras que los varones pueden no hacerse cargo de los hijos. Expresa un posicionamiento en cuanto a la posibilidad de elegir (capacidad de agencia): las mujeres, en general no pueden decidir/elegir responsabilizarse o no por el cuidado de los hijos mientras que los varones si, pueden no responsabilizarse, pueden dudar de la paternidad, pueden aparecer y desaparecer de la escena.

Este mandato de género está en relación con la forma en la que definen a los “otros” a los varones/padres. La mayoría del discurso se estructura de manera subyacente en la categoría de provisión económica. En la medida en que el padre no cumple un rol de provisión económica, el mismo no aparece como necesario o relevante para los cuidados. En este sentido el orden de género es reproducido y está incardinado, como plantea Braidotti (2004) en los comportamientos de las mujeres/madres que de distintas maneras sostienen la ausencia de los padres en el cuidado.

En la estructura discursiva en la autodefinición y heterodefinición, tal y como sugiere Therborn (1987), aparecen mecanismos típicos de dominación ideológica relacionados con la impronta de estructuración por contradicción y diferenciación entre mujeres y varones. Algunos de estos mecanismos son la adaptación, el miedo, la representación, la deferencia, y los que parecen estar aquí operando la inevitabilidad y la resignación, una forma de obediencia que deviene de la creencia de que es imposible que exista otra realidad, una alternativa mejor a lo que existe en la realidad.

Tabla 4 Especificación de Mecanismos Ideológicos en la Heterodefinición 

5.1. Aceptación como mecanismo de dominación ideológica en la heterodefinición

Los padres se presentan como figuras ausentes en los discursos de las mujeres de todos los niveles socioeconómicos, pero lejos de escandalizarse al respecto o emprender una acción discursiva en torno a los aspectos negativos de la ausencia de los padres o de posibles intentos por acercar a sus hijos a los mismos, lo que aparece es una suerte de aceptación de la situación y un hacerse cargo de los hijos. En los niveles económicos más bajos la aceptación se manifiesta en expresiones de resignación o de especialización de la situación (Tabla 4); “no, ni le importa a ninguno acercarse (sonríe) Ta. Es la realidad (Mujer, 29 años, NSE Bajo)” (Scavino, 2013, p. 229). La realidad es algo inmutable en esencia, el otro es intocable, hace lo que quiere y está en el otro el poder de decidir de qué manera va a involucrarse en el cuidado de los hijos. En el ámbito de la autodefinición aparece la responsabilidad por “ser la madre” o hacer las cosas porque “son cosas que como madre una tiene que hacer”, como se mostraba en el apartado anterior. En el discurso aparece que es aceptado que los varones puedan elegir si participar o no en los cuidados de sus hijos, mientras que para las madres aparece como una obligación, algo intrínseco a la maternidad.

Esta capacidad de elegir de los varones se expresa en la posibilidad de sospecha del otro sobre la paternidad es legítima:

El papá lo ve a veces, lo va a ver, pero nos dejamos porque cuando yo quedé, él sospechaba que no era de él y bueno, si él lo quiso así, que sea así. Yo le dije que se hiciera los análisis para que se quedara tranquilo, yo tenía la conciencia tranquila de que era él, pero nunca se quiso hacer nada. No preciso de un hombre para criar a un hijo yo, lo puedo criar yo sola (Silencio) qué le voy a hacer… (Mujer, 17 años, NSE bajo) (Scavino, 2013, p. 370).

En otros casos la ausencia equivale a la no existencia del otro (Tabla 4). Cuando los padres se presentan como participativos del cuidado (en la minoría de los casos) viendo dos días a los hijos, la aceptación aparece en torno al tiempo en que se involucran. Como ejemplo, si bien la entrevistada también trabaja, el padre aparece excusado en su rol de trabajador (vinculado a la legitimación del rol de provisión económica): “Y él trabaja hasta las nueve de la noche. (…) Sí, sí, acordamos, como de lunes a viernes él está conmigo por la escuela y todo, sábados y domingos pasa con él, hicimos un acuerdo entre nosotros (Mujer, 37 años, NSE Medio)” (Scavino, 2013, p. 351).

En los niveles altos, la aceptación como figura en el discurso también aparece, pero en un contexto totalmente distinto, ya que se cuenta con diversas oportunidades de cuidado entre las cuales elegir. La aceptación se entremezcla con elección: “O sea, decidí sabiendo y bueno, ahora estoy en ese escenario que yo misma elegí construir, entonces, ta, también eso, hacerse cargo (rié) (Mujer, 36 años, NSE Alto)” (Scavino, 2013, p. 260) apareciendo una autodefinición de las mujeres en torno a su maternidad, activa, que en el resto de los discursos (particularmente en los de niveles socioeconómicos bajos) no está presente.

En los niveles altos la aceptación es expresada acompañada de los costos que para ellas tiene el hacerse cargo totalmente del cuidado de los hijos:

ehhh…el tema de hacerme cargo de la casa no hay otra. Si no me encargo, si no me encargo me tapa. También eso va en contra de mi descanso. (...) Dejar por ejemplo algún sábado, para hacer alguna cosa diferente sin la gordita, como persona individual, más que eso no. Más que ese tiempo libre no. No es muy…posible cuando sos sola para hacer todo (Mujer, 39 años, NSE Alto) (Scavino, 2013, p. 170).

5.2. Expulsión y deslegitimación como mecanismos ideológicos en la heterodefinicón

La expulsión de los padres está expresada en los discursos a través de la presentación de los mismos como no existentes o como no deseados. En los niveles socioeconómicos bajos: “no, no tiene papá, como que no existe, para mí no existe (Mujer, 16 años, NSE Bajo)” (Scavino, 2013, p. 297) o “los padres de los gurises… Ea: no, no no tienen. Era: bueno a ver ¿po… (me corta) Ea: No tienen padre (Mujer, 29 años, NSE Bajo)” (Scavino, 2013, p. 235) En cuanto a ser no deseados aparece una suerte de contradicción o paradoja, parece como que en el mecanismo de expulsión se dejara entrever el deseo de que si estén presentes:

Ea: Sí, de grande que lo vea. Lo quiere ver ahora, pero no, ahora no. Era: ¿Por qué no? Ea: Cuando tenga unos meses más capaz que sí. Era: ¿Pero por qué no querés que lo vea? Ea: (Silencio) Porque… (Silencio) porque viste que a lo que estás sola en todo el embarazo, después para qué lo querés… (Mujer, 21 años, NSE Bajo) (Scavino, 2013, p. 341).

En algunos casos, en niveles medios “después cuando el vino a conocerla yo no quise que tuviera su apellido, ni percibir nada. Me parecía que no era justo y bueno, yo estoy sola con ella y me ayuda mi familia (Mujer, 36 años, NSE Medio)” (Scavino, 2013, p. 311)

La ausencia de los padres en el cuidado se expresa en el discurso de las mujeres, particularmente en las de niveles socioeconómicos medios altos, en las que el tiempo es una categoría central de ajuste en el sostenimiento de distintos proyectos personales. La ausencia de la figura paterna como problema muestra cómo en a la producción de subjetividad hay haces de luz que permiten hablar y visibilizar la maternidad en el cuidado, pero impiden pensar y problematizar la presencia o ausencia de los padres en el mismo. Según Deleuze (1990) Foucault plantea que los dispositivos que producen subjetividad son como:

maquinas para hacer ver y para hacer hablar. (...) Cada dispositivo tiene su régimen de luz, la manera en que esta car, se esfuma, se difunde, al distribuir lo visible y lo invisible, al hacer nacer o desaparecer el objeto que no existe sin ella (p. 155).

Cuando se pregunta por qué cosas les gustaría cambiar en su vida, en las mujeres de niveles medios y altos aparece el tiempo y el trabajo. Complementando la presentación de la ausencia de tiempo y dinero como aspectos a cambiar en sus vidas, aparece la imagen de ellas mismas como quienes se “sacrifican” por los hijos, lo cual habla de un valor moral, existencial supremo: “mmm, el tiempo libre es lo que siempre sacrifiqué, casi siempre”.

Respecto a los tiempos de los padres se presenta lo contrario:

porque él… SU TIEMPO VALE y no puedo contar yo con el tiempo de él (…) él esteee hace su vida tranquilamente, ellos vuelven a ser solteros, y vuelven a hacer su vida, y las mamás somos las que quedamos a cargo de las cosas y generalmente cuando ellos tienen su vida, están ocupados en su vida (Mujer, 39 años, NSE Alto) (Scavino, 2013, p. 171).

La elipsis de la figura paterna como cuidadores o “fuentes de tiempo” y la suplantación de su ausencia por el tiempo como problema, muestra una jugada discursiva que pone a las mujeres en el centro de la escena de las tareas de cuidado y domésticas, sin poder correrse de los roles tradicionales, colocando la atención en el tiempo y evadiendo la centralidad de los padres en el discurso. Esto sucede particularmente en el discurso de las mujeres de clases medias y altas donde el tiempo como dimensión, corre del relato la ausencia o la posibilidad de reclamo de otro tipo de paternidad.

En los que aparece la contradicción de “mi tiempo es sacrificable” en relación al tiempo del “otro-varón” que es el que vale, en definitiva termina operando un mecanismo de aceptación, por que el rol de cuidadora/madre prevalece sobre cualquier otro proyecto, mientras que implícitamente es aceptado que el rol de trabajador remunerado sea preponderante en el caso de los varones ante el rol de padres/cuidadores.

En las mujeres de niveles socioeconómicos más bajos está dimensión del tiempo no aparece como un problema en la medida que, como ha sido presentado más arriba, la maternidad es preponderante ante otros proyectos, da un sentido completo a su vida (tener hijos es dejar algo propio en el mundo), y los trabajos son de tipo informales y precarios lo que contribuye a comprender que el tiempo no sea un problema, aunque también se relaciona con el lugar del proyecto de la maternidad (“tengo 5 hijos, no puedo trabajar”). El mundo de los varones tiene un dominio más explicito y la producción de maternidad está fuertemente vinculada con las paternidades y los varones, intermediada por la idea de familia biparental y el deseo de volver a estar en pareja expresados en los discursos o en la legitimidad del proyecto de maternidad una vez que se ha conseguido una nueva pareja ante la familia de origen.

6. Resumen final

El presente trabajo, muestra de manera breve cómo la presentación de las mujeres/madres y varones/padres aparece reproduciendo prácticas de género que obedecen a una clásica división sexual del trabajo. Sin embargo, esto varía según el nivel socioeconómico de las mujeres entrevistadas. En el caso de las mujeres de niveles socio-económicos bajos la maternidad aparece como el proyecto de vida más importante, la aparición en el discurso de los varones está en torno al rol de provisión económica y el mundo de los varones es un mundo de dominación a través de la violencia. En este marco, ellas son las encargadas naturales del cuidado y la ausencia de los varones en el cuidado de sus hijos es algo o bien sostenido por ellas, o bien vivido como inmutable. En este contexto, la generación de una demanda de participación en los cuidados por parte de las mujeres parecería poco viable.

Entre las mujeres de clases medias y altas, los varones aparecen como grandes ausentes en la crianza y el discurso se centra en el desarrollo de las complejidades en la organización de las estrategias de cuidado y la ausencia de tiempo para el tiempo libre y la vida personal de las madres. La escasa participación de los varones no emerge como un problema en la mayoría de los discursos, y cuando se menciona a los padres, se los asocia a la ausencia e inmediatamente figuras discursivas de argumentación, falaces en la medida en que se naturalizan posicionamientos sociales de género. Esto también sucede con la presentación y autodefinición de las mujeres/madres.

Se ha visualizado que la subjetivación de género en torno a los cuidados infantiles, muestra un orden de género en el que las mujeres trabajan y realizan tareas de cuidado mientras que los varones están eximidos del mismo y se expresa en distintas ideologías presentes en el discurso que refuerzan un orden de género en el que los varones están eximidos del cuidado y de los costos asociados al mismo. Las mujeres se definen en relación a la maternidad y en oposición a los varones, ellas hacen cosas distintas, lo hacen de manera distinta y tienen “deberes” distintos a los varones en torno al cuidado. El mecanismo de aceptación de la ausencia de los padres, muestra cómo existe un orden social que se impone, evidenciado y reproducido en el discurso de estas mujeres. Dicho orden social de género se expresa en la aparición de figuras típicas de los roles de género tradicionales que se re-construyen a partir de la justificación, aceptación y expulsión de los padres en el discurso en torno al cuidado de los hijos y la naturalización del cuidado como propio de lo femenino y del mundo de las mujeres, como un mandato moral incuestionable. Los mecanismos discursivos son de aceptación, expulsión/evasión, adecuación, y son formas en las que las mujeres reproducen el orden de género que las coloca en una situación desventajosa en relación a los varones.

Finalmente, se considera que a partir de la identificación de los mecanismos y las diferencias que adquieren según el contexto socioeconómico de las mujeres entrevistadas, se cuenta con información para trabajar sobre la producción de subjetividades desde las instituciones y políticas públicas para el avance de la corresponsabilidad en los cuidados infantiles, que se estima impactaría en generar relaciones sociales de género más equitativas.

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Recibido: 24 de Septiembre de 2016; Aprobado: 15 de Febrero de 2017

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