SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número2Regionalismo sudamericano en tiempos de redefiniciones: el Consejo de Defensa de la UNASUR y la crisis del regionalismo posliberal y poshegemónico índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Links relacionados

Compartir


Revista Uruguaya de Ciencia Política

versión impresa ISSN 0797-9789versión On-line ISSN 1688-499X

Rev. Urug. Cienc. Polít. vol.28 no.2 Montevideo dic. 2019  Epub 01-Dic-2019

https://doi.org/10.26851/rucp.28.2.1 

Artículo original

Evolución de los regímenes de bienestar (1980-2010): modelos bismarckianos y beveridgeanos según perfil de financiamiento y gasto en protección social

Evolution of welfare regimes (1980-2010): bismarckian and beveridgean models according to their profile of financing and spending on social protection

1Universidad de la República-Facultad de Ciencias Sociales-Instituto de Ciencia Política rafael.tejera@cienciassociales.edu.uy


Resumen:

Se presenta una clasificación de los países de la ocde mediante la descripción de su estructura de gasto en protección social de acuerdo con tres ejes: gasto público como porcentaje de pbi, gasto público y privado como porcentaje del total y predominio del financiamiento por impuestos o aportes sobre el salario en el período 1980-2010. Los resultados aportan elementos al debate sobre clasificación de países en regímenes de bienestar, además, permiten identificar tres grupos distintos en la familia beveridgeana (socialdemócrata, liberal clásico y liberal moderado) y cuatro en la bismarckiana (conservador, conservador-liberal, productivista y euroriental). El modelo permite identificar como régimen en sí combinaciones de características de difícil clasificación en tipologías previas y analizar las trayectorias de cambio a nivel de grupos y de países.

Palabras clave: régimen de bienestar; protección social; gasto público y privado

Abstract:

The article presents a classification of the oecd countries, describing their social protection spending structure according to three axes: public spending as a percentage of gdp, public and private spending as a percentage of the total, and predominance of financing by taxes or contributions on salary in the period 1980-2010. The results provide elements to the debate on classification of countries in welfare regimes, identifying three distinct groups in the Beveridgean family (Social Democratic, Classical Liberal and Moderate Liberal) and four in the Bismarckian (Conservative, Conservative-Liberal, Productivist and Eastern European). The model allows to identify as a regime in itself combinations of characteristics of difficult classification in previous typologies as well to analyze the trajectories of change at the level of groups and countries.

Keywords: welfare regime; social protection; public and private spending

1. Introducción

El presente trabajo está dedicado a actualizar y complementar el modelo de clasificación de regímenes de bienestar planteado por Giuliano Bonoli (1997). El planteo de Bonoli busca simplificar la metodología de clasificación de Esping-Andersen (1993), que presenta dos índices complejos -desmercantilización y estratificación- integrados respectivamente por once y siete indicadores.

La clasificación de Bonoli responde en cambio a dos ejes: el nivel de gasto en protección social como porcentaje del pbi y el porcentaje financiado por contribuciones sobre el salario. Registró estas variables para Europa occidental en la década de 1990, y en función de ellas definía cuatro grupos: bismarckianos de alto gasto público en protección social (grupo conservador de Esping-Andersen), bismarckianos de bajo gasto (mediterráneos, a los que Bonoli agrega Suiza), beveridgeanos de gasto alto (socialdemócratas) y beveridgeanos de bajo gasto (liberales). La propuesta presenta un alto grado de convergencia con la tipología de Esping-Andersen, pero con una mayor economía de variables; aporta una mirada global que puede servir de marco a abordajes más complejos o específicos (integra índices con un espectro más amplio de indicadores, o aborda detalles de una política de protección social específica). A su vez, permite hacer un seguimiento continuado en el tiempo, ya que, a diferencia de algunos de los indicadores anderseanos, remite a indicadores actualizados periódicamente.

Este artículo sigue esa línea de trabajo, complementa y actualiza la clasificación de Bonoli con referencia al gasto en protección social y a los países de la ocde. Para ello se sitúan los casos en relación con tres dimensiones.

1-Volumen de la prestación estatal: gasto público en el área, como porcentaje del pbi (datos de oecd Statistics). Registra vocaciones distintas de despliegue de cobertura estatal. Se clasifican grupos de gasto público alto, medio o bajo según su situación relativa.1

2-Estructura de la prestación pública: distingue casos de financiamiento mayoritario por impuestos (beveridgeanos, asociados a estructuras de prestación más homogéneas) y sistemas basados mayoritariamente en contribuciones sociales de empleados y empleadores (bismarckianos, asociados a esquemas de prestación más estratificados). Para países europeos se usan datos de Eurostat. Para los no europeos la clasificación en uno u otro grupo se realiza en base a bibliografía sobre cada caso.

3-Contexto de mercado: Proporción de gasto público y privado en protección social (oecd Statistics). Esta dimensión se suma a las dos utilizadas en el modelo de Bonoli, ya que aporta un elemento importante para caracterizar el contexto de mercado en el que se desarrolla la prestación pública. Esta variable es clave para diferenciar grupos distintos con similar matriz de prestación pública. Se distinguen grupos con gasto privado bajo (menos de 5 % del total), medio (5-15 %) o alto (más de 15 %).2

El análisis se aplica en la primera y tercera dimensión para los años 1980, 1990, 2000 y 2010. Para la segunda, con disponibilidad más acotada, se utilizan datos de 1994 y 2010. Los resultados permiten diferenciar perfil y tendencias en siete grupos:

En la familia beveridgeana: países socialdemócratas (Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia), liberales clásicos (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá e Islandia) y liberales moderados (Nueva Zelanda, Irlanda, Israel y, originalmente, Australia).

En la familia bismarckiana: países conservadores clásicos y mediterráneos que actualmente tienden a presentar un perfil similar (Alemania, Francia, Austria y Bélgica; Italia, España, Portugal y Grecia), conservador-liberales (Suiza, Holanda y, originalmente, Japón), productivistas emergentes (Corea del Sur, Chile) y eurorientales (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia y Lituania). (Gráfico 1)

Gráfico 1: Perfil de protección social por grupos y países en 2000 y 2010 

2. Modelos de origen beveridgeano

2.1 Régimen liberal clásico

La familia de regímenes beveridgeanos tiene una historia común, basada en haber comenzado por generar un piso uniforme de prestaciones públicas de carácter homogéneo, financiadas por impuestos y con baja estratificación. Desde la posguerra y con el ascenso de la clase media, esa familia diverge en dos estrategias. Los regímenes socialdemócratas apuntan a englobar al conjunto de la población en las prestaciones públicas. Los regímenes liberales se caracterizan por una menor propensión a expandir el gasto público y una mayor tendencia a dejar que los sectores de ingreso medio emergentes pasen a coberturas privadas.

A su vez, se han reconocido al menos dos grandes perfiles en el macrogrupo liberal. Los países liberales propiamente dichos, con prestaciones públicas más focalizadas en los sectores de menor ingreso, y el grupo radical o laborista, al que en general se asigna a Australia y Nueva Zelanda, con formatos de focalización inversa (que excluyen a los sectores de ingresos altos, pero integran en la prestación pública a los de nivel bajo y medio).4

Estos aspectos del debate sobre regímenes de bienestar quedan reflejados en el presente modelo de análisis a través de las distintas dimensiones clave propuestas. La identidad del macrogrupo liberal queda expresada en el volumen del Estadoo, es decir, en el gasto público en protección social como porcentaje del pbi. Se observa una columna liberal en la que se despliegan los países de todo el macrogrupo, a niveles de gasto como porcentaje del pbi siempre similares y siempre por debajo de los países socialdemócratas y los conservadores clásicos. Esa columna liberal se ha desplazado sostenidamente hacia un gasto más alto desde 1980 a la actualidad. Haber crecido de forma sostenida a lo largo de tres décadas refuerza el hecho de que, aun así, se haya situado en cada etapa nítidamente por debajo del gasto del grupo conservador clásico y socialdemócrata, manteniendo la identidad de un perfil liberal común.

A su vez, el contexto de mercado en que se desarrolla la actividad pública muestra la amplia diferencia que existe dentro del macrogrupo liberal. Un primer grupo (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e Islandia) incluye países de perfil más plenamente liberal, donde la estrategia de bajo gasto público se combina con un contexto de alta provisión privada. Durante el período queda integrado a este grupo Australia, país previamente liberal moderado, que en el marco de una transición a pautas más fuertemente liberales converge con el grupo clásico.

En Australia la proporción de gasto público respecto al privado crece en los años 1980, manteniéndose en niveles altos, de hasta más de 90 %. Durante las décadas de 1990 y 2000 la proporción de gasto público cae de forma continua, situándose ya en los años1990 en la franja media y en 2010 por debajo del 80 %.5

En Islandia se registra un proceso paralelo de reducción de la proporción de gasto público respecto al privado desde los años 1990, pero ya por entonces el país tenía un nivel de gasto privado alto, por lo que el proceso posterior solo profundiza la identidad que ya mostraba dentro del grupo liberal clásico. Posiblemente el país proviniera de una ubicación en el grupo liberal moderado en los ochenta. Los estudios de caso señalan para esta época su carácter mixto, entre socialdemócrata y liberal, y una liberalización acentuada posterior. Pero ocde no registra datos de Islandia para los años 1980 en esta variable.6

2.2 Régimen liberal moderado

Un segundo grupo beveridgeano liberal comprende a países identificados con el régimen de bienestar radical (Nueva Zelanda e inicialmente Australia), a los que se suman otros países de perfil beveridgeano: Irlanda e Israel. Este grupo tiene un perfil liberal moderado, que se expresa en un rasgo común al macrogrupo liberal (bajo gasto público) asociado a un contexto de gasto privado medio (menor al grupo liberal clásico, y similar al de países socialdemócratas y conservadores). Esto expresa una estrategia de contención de gasto público que, sin embargo, no se relaciona a un desarrollo especialmente fuerte de coberturas de mercado.

Para el caso de Australia y Nueva Zelanda esta ubicación refleja la discusión sobre la naturaleza del régimen de bienestar radical. Para sus expositores, este modelo constituye un régimen en sí mismo, distinto al liberal, incluso en su impronta ideológica. Como se señaló, actúa por focalización inversa, excluyendo de la prestación pública a los sectores de más alto ingreso. El nivel de cobertura pública es amplio y enlaza a los sectores de ingreso bajo y medio, por lo que no se configuraría el escenario descrito por Esping-Andersen donde la focalización se asocia a cobertura pública escasa, de limitada calidad y amplitud, concentrada en los sectores vulnerables.7

Incluso, una mirada en detalle a los datos del propio Esping-Andersen (1993) en la variable de igualdad de prestaciones, muestra que Australia y Nueva Zelanda tenían en su análisis los resultados de mayor igualdad de la prestación pública, por encima incluso del modelo socialdemócrata. Se puede concluir que el régimen radical creó un equilibrio particular en la fórmula cobertura/igualdad de las prestaciones, distinta a la socialdemócrata y la liberal. Los países liberales típicos combinan las menores coberturas y la mayor desigualdad entre las prestaciones públicas. Los radicales mantuvieron al máximo el espíritu beveridgeano de prestaciones de monto único, manejando restricciones moderadas a la cobertura, al comprender solo estratos de ingreso bajo y medio. Los socialdemócratas apostaron a un máximo de cobertura pública, extendiendo la acción estatal a todos los sectores, aunque al hacerlo generaron una estratificación de prestaciones públicas moderada, con mayor diferenciación en los montos de prestación que en el purismo beveridgeano del régimen radical.8

Cabe señalar que un miembro del grupo llega incluso a rasgos más extremos que los países socialdemócratas en las dos últimas dimensiones: Nueva Zelanda presenta un componente privado menor al del resto del grupo y menor también al de todo el grupo socialdemócrata. Esto también se refleja en el análisis específico de Esping-Andersen sobre sistemas de pensiones, donde Nueva Zelanda es uno de solo tres sistemas propiamente universalistas; característica que no alcanza a compartir el total de los países socialdemócratas.9

A su vez, el modelo propuesto muestra la identidad básica del régimen radical con Irlanda e Israel, caracterizándose ambos países por similar matriz, gasto público y mercantilización efectiva.

Este resultado es convergente con descripciones previas. En los años 1990 Irlanda fue asociada por algunos autores al Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda como un grupo de los antípodas con los caracteres que aquí se han descrito para el modelo radical o laborista. La evolución del Reino Unido hacia características más fuertemente liberales hizo que su identificación con el grupo perdiera fuerza, mientras Irlanda mantuvo el perfil original.10

Respecto a Israel, su ubicación en los regímenes de bienestar clásicos puede resultar diversa en función del tipo de variables que se consideren. Gal (2010) postula una posible familia extendida de regímenes mediterráneos y agrega al grupo clásico (Portugal, España, Italia y Grecia) a Malta, Turquía, Chipre e Israel. Gal especifica que la identidad de ese macro grupo estaría dada por la persistencia de un mayor familiarismo y una mayor impronta religiosa -por motivos similares Leibfried (1992) asociaba a Irlanda con los países mediterráneos y no con los liberales. En cambio no habría identidad común en la matriz de política social, que en el caso de Israel y Malta adoptó una referencia británica beveridgeana. Por tanto, la propuesta de familia mediterránea extendida de Gal remite a los caracteres sociales de contexto en los que se desarrolla la intervención estatal, y no a la intervención estatal misma. El modelo presentado aquí sugiere una lectura alternativa. La matriz beveridgeana de Israel, así como su perfil de bajo gasto público y baja provisión privada, lo asocian en sus claves fundamentales al grupo liberal moderado. En cambio, su ubicación respecto al perfil de gasto mediterráneo es netamente distinta: Israel tiene una vocación de gasto público menor y un grado de mercantilización efectiva más alto.

Como se describió, durante los años 1990 Australia procesó una transición paulatina y consistente hacia el grupo liberal clásico en el que se mantiene en la actualidad, al incrementar su composición de gasto privado. La posibilidad de una agudización de los rasgos liberales en países de perfil liberal moderado fue objeto de debate desde que se postuló la existencia de un régimen radical. Algunos autores (inclusive el propio Esping-Andersen) fueron escépticos respecto a su sostenibilidad, señalaron que el grupo originalmente identificado estaba ya en proceso de converger con el resto del grupo liberal. Con respecto a este debate, el modelo presentado reafirma la vigencia del perfil liberal moderado en parte de sus integrantes (Nueva Zelanda, Irlanda e Israel), al tiempo que refleja una liberalización efectiva, por la vía del gasto privado, en Australia.

2.3 Régimen socialdemócrata

El régimen socialdemócrata se caracteriza por un alto gasto público de matriz beveridgeana y una provisión privada de nivel medio. La primera y la última característica las comparte con el régimen conservador clásico, al punto que ambos grupos aparecen superpuestos en todo el período relevado. La diferencia entre ambos está en la estructura de distribución del gasto, y no en el gasto mismo ni en la amplitud de la provisión privada.

Respecto al grupo liberal clásico, lo diferencian tanto el nivel de gasto público como el componente privado. En cambio, respecto al grupo liberal moderado, lo distingue solo su nivel de gasto público. Esto refleja el debate planteado previamente sobre el grado de similitudes y diferencias entre la estrategia universalista socialdemócrata y la radical. El efecto de esta diferencia es un gasto público más alto en protección social, pero no un gasto privado menor.

Durante el período relevado el grupo ha ganado cohesión, a partir de una situación algo dispersa. El período comienza en niveles poco homogéneos en ambas dimensiones, y confluye hacia una situación más similar conforme avanza. Al inicio del período Suecia presentaba un nivel de gasto público sustantivamente más alto al del grupo, y Dinamarca un perfil de alta provisión privada que la acercaba a perfiles liberales.11 Durante el período, todo el grupo converge hacia la ubicación de Suecia. En el caso de Dinamarca la convergencia se da simultáneamente por un aumento de gasto público en relación con el pbi y el gasto privado, y es esta evolución lo que consolida al país en el perfil socialdemócrata.12

3. Modelos de matriz bismarckiana

3.1 Régimen conservador clásico

El grupo conservador clásico (Alemania, Francia, Austria y Bélgica) se caracteriza por una estructura de financiamiento bismarckiana, alto gasto público y gasto privado medio. El grupo ha sido homogéneo y mantuvo dos características sostenidas: estabilidad en la proporción de gasto privado respecto al público y continuo crecimiento del gasto público como porcentaje del pbi.

La estabilidad en el ritmo de crecimiento del gasto como porcentaje del pbi es un rasgo peculiar del grupo conservador clásico. Mientras el grupo liberal clásico y el socialdemócrata presentan un crecimiento concentrado en ciertas fases, así como períodos en que el crecimiento es muy tenue o inexistente (particularmente la década de 1990 en ambos casos), el grupo conservador clásico tuvo un crecimiento más estable y continuo. Esto confirma la descripción de Esping-Andersen cuando apuntaba que la estructura estratificada bismarckiana era la que ambientaba con mayor facilidad el crecimiento del gasto, en tanto ese gasto no necesariamente tenía énfasis redistributivo y tendía a distribuir beneficios en función de la capacidad de aporte, de la ubicación en la estratificación social y de la cercanía al poder en cada grupo laboral.13

3.2 Conservador-liberales (bismarckianos en contexto de alta provisión privada)

Mientras el modelo conservador clásico asocia una matriz bismarckiana a un alto gasto público, sin rasgos de privatización acentuados, el grupo conservador-liberal aplica una matriz de financiamiento bismarckiano (su rasgo conservador) en un contexto de contención del gasto público y de alta privatización del gasto social (rasgos liberales).

El modelo refleja la situación similar de una serie de países cuya ubicación en tipologías previas ha sido discutida, señalándose su naturaleza híbrida. Tal el caso de Holanda, Suiza y Japón.

Holanda ha sido descrita como un Jano de los regímenes de bienestar. En principio la discusión se centró en si su perfil global era principalmente corporativo (postura de los analistas holandeses, y la mayoría de los extranjeros) o si podía asociarse al régimen socialdemócrata. A su vez, desde la década de 1980 este país liberalizó significativamente su perfil, por lo que en la década de 2000 pasó a ser identificado incluso como un híbrido de los tres regímenes clásicos.

Suiza combina niveles altos de prestación pública con un contexto de fuerte mercantilización efectiva. En Esping-Andersen (1993) esto se reflejaba en la situación ambigua de Suiza en el índice de desmercantilización (Esping-Andersen lo situaba en un nivel medio, y reconstrucciones posteriores que siguieron su misma metodología lo ubicaron incluso en el nivel más alto) con respecto al índice de estratificación (que en Esping-Andesen resultaba netamente liberal, acorde a lo que fue la identificación previa del perfil suizo a la largo del siglo xx).

Trampusch (2010) ha descrito esta combinación señalando cómo en Suiza convive una lógica corporativa con una fuerte tendencia a la provisión privada, debido a que los sindicatos, si bien pugnaron por incorporar instrumentos de protección social, no lo hicieron reclamando ampliar prestaciones públicas sino haciendo posible que los trabajadores se inserten por vía de mercado. En Trampusch esto es producto de un temprano desarrollo de coberturas privadas antes de la Segunda Guerra Mundial y del voluntarismo sindicalista, que desconfió de establecer por ley prestaciones estatales, prefiriendo la libertad de cada sindicato para negociar prestaciones particulares en las negociaciones colectivas.

Oude (2016), con base en el análisis del Reino Unido en la posguerra ha sugerido reconsiderar casos como los de Suiza y Estados Unidos. Señala que la estructura sindical británica basada en pequeños sindicatos ocupacionales -tiene rasgos comunes con la de Suiza y Estados Unidos- en lugar de grandes sindicatos multiclasistas por rama, facilitó que los sindicatos que expresaban sectores de clase media tuvieran un rol clave en rechazar propuestas de tono universalista del Partido Laborista. Estos sindicatos prefirieron mantener el esquema público acotado a sectores de bajo ingreso, para no pagar el costo de sistemas redistributivos en los que serían aportantes netos en beneficio de los trabajadores de ingreso menor.

Análisis como los de Trampusch y Oude destacan que en contextos liberales los sindicatos actuaron con una lógica distinta a la de promotores de sistemas de provisión social pública que les asigna de modo general la teoría de recursos de poder (Korpi, 1983); y aportan a explicar combinaciones peculiares, como el fuerte corporativismo combinado a alta provisión privada en Suiza que muestra el modelo aplicado aquí.

Un tercer caso que comparte la combinación de estructura bismarckiana, gasto público medio respecto al pbi y alta provisión privada es Japón, que también comparte con Holanda y Suiza el haber sido largamente discutido como un caso híbrido.

La relación ambigua de Japón respecto al modelo conservador clásico estuvo planteada desde el inicio. Esping-Andersen (1993) se decantaba por considerarlo parte del grupo conservador, pero esto se fundaba en parte en un error numérico al presentar el índice de desmercantilización que atravesó sus ediciones en diversos idiomas: Japón aparece en el nivel medio del índice, correspondiente a los países conservadores (p. 77), pero la suma real de sus indicadores, según el propio libro los presentaba antes (p. 75), lo habría ubicado en el nivel más bajo, junto a los liberales. La actualización de Bambra (2006), que replica el índice de desmercantilización de Esping-Andersen para el cierre de la década de 1990, continuaba ubicándolo junto a países liberales en el nivel de menor desmercantilización. Desde entonces ha persistido la discusión entre las alternativas de considerarlo un caso conservador, liberal o híbrido.

El modelo presentado muestra que su perfil de financiamiento y gasto lo asemeja a casos corporativo-liberales como Holanda y Suiza. Por tanto, puede identificarse a Japón como parte del grupo conservador-liberal, combinando una matriz bismarckiana con una estrategia de contención de gasto público y fuertes elementos de provisión privada. Esto implica, a su vez, no considerar a Japón como un miembro más de un régimen asiático, junto a países emergentes de la región. Esta última posición se discute al tratar el caso de Corea del Sur (ver infra).

Por último, el seguimiento de la trayectoria de largo plazo en los tres países muestra que su coincidencia de perfil en el período estudiado es el resultado de tendencias distintas e incluso opuestas.

Holanda se situaba en 1980 en el nivel de gasto público alto y gasto privado medio compartido por países socialdemócratas y conservadores clásicos. Esta es la época de referencia en que Esping-Andersen (1993) describía al país con una estratificación corporativa, conservadora, y una alta desmercantilización, de grado socialdemócrata. Durante las décadas de 1980 y 1990 Holanda tuvo un proceso intenso de contención del gasto público combinado con incremento del gasto privado. La combinación de ambas tendencias, expresada en el modelo, es lo que transformó a Holanda desde un perfil conservador a uno conservador-liberal durante el período estudiado.

El comportamiento de Holanda desde 1980 hasta el presente se ajusta a lo descripto por Becker (2000), al decir que sobre una base conservadora democristiana, que imperó hasta mediados de 1960, se produjeron luego dos etapas de transformación distinta, con una socialdemocratización del modelo hasta mediados de 1980 y una liberalización relativa desde entonces. El modelo muestra esa liberalización y registra también que, siguiendo sus efectos una década más respecto al momento que Becker la describe, esa liberalización ha sido profunda y reconfiguró globalmente su ubicación comparada.

En el caso de Suiza, en cambio, el contexto liberalizado es histórico y estable: mantiene un perfil claramente conservador-liberal durante todo el período. La literatura específica sobre el caso ha destacado que mantiene un perfil netamente liberal hasta la Segunda Guerra Mundial, la expansión posterior del Estado la llevó a converger hacia el grupo conservador, en el que han tendido a ubicarla los análisis más recientes. Trampusch (2010) marca un matiz a ese relato, utiliza para la Suiza actual el rótulo de posliberal. Con este adjetivo destaca que, si bien el país ha hecho una transición parcial desde el modelo liberal hacia el conservador, se mantienen diferencias apreciables respecto al grupo conservador típico. El modelo presentado resulta acorde a la cautela de Trampusch: muestra que Suiza, en nivel de gasto y composición público/privada no ha variado su ubicación a la par del grupo liberal clásico, ni se acercó de modo significativo al conservador. En función de estas variables ha mantenido un perfil conservador-liberal neto.

Finalmente, Japón muestra en el período una trayectoria inversa a la de Holanda: un aumento sostenido del gasto junto a un incremento (más reciente y moderado) en la proporción de gasto público respecto al privado. Esto hace que, si al inicio del período Japón estaba entre los casos de mayor contención del gasto dentro del grupo, hacia el cierre muestra un perfil fuertemente estatizado respecto al resto del conjunto. A tal punto que en 2010 aparece en proceso de abandonar el perfil conservador-liberal, en una trayectoria que lo llevaría a corto plazo a asumir el perfil histórico mediterráneo (tendencia que se ha reafirmado en la presente década).

3.3 Régimen mediterráneo

La situación del grupo mediterráneo como régimen distinto al conservador o como subgrupo de este ha estado sujeta a debate desde el propio planteo de la tipología de Esping-Andersen.

En el planteo inicial de Esping-Andersen (1993) el único considerando en el análisis era Italia, al que ubicaba en el régimen conservador (índice de desmercantilización medio y estratificación corporativa). Esa ubicación resultó polémica en sí misma, como puede verse en la reconstrucción de Scruggs y Allan (2006b), que buscan replicar el análisis de Esping-Andersen en base a un relevamiento propio de los mismos indicadores para la misma época, circa 1980 -vale recordar que Esping-Andersen aporta los valores de sus indicadores, pero muchos de estos son síntesis complejas de otras variables que provienen de una base de datos sin acceso público. La mayor de las discordancias entre ambos estudios se plantea respecto a Italia: Scruggs y Allan señalan que Esping-Andersen sobrestima el grado de desmercantilización de Italia, que su nivel de desmercantilización real es bajo y que tal nivel lo ubica en el rango de los países liberales.

El debate sobre Italia se insertó en un debate más amplio, al pasar a considerarse el conjunto de los países mediterráneos. Leibfried (1992) y posteriormente Ferrera (1996) y Bonoli (1997) optaron por separar a Italia del grupo conservador clásico, identificándolo con un perfil distinto, encarnado por los países mediterráneos. Bonoli resumía la identidad del grupo mediterráneo en la combinación de financiamiento bismarckiano y bajo gasto público en protección social como porcentaje del pbi.14 Sin embargo, desde entonces el nivel de gasto público en protección social en relación con el pbi subió de forma constante en el grupo mediterráneo, llegando a converger casi plenamente con los conservadores clásicos.

A su vez, una variable global como el gasto en protección social como porcentaje del pbi mantiene relación con una amplia variedad de indicadores de monto y amplitud de la cobertura social pública, por lo que la brecha entre ambos grupos se reduce también en indicadores más detallados. Ejemplo de ello es el análisis de Bambra (2006), que busca replicar el modelo de Esping-Andersen con datos de 1998-99, donde Italia aparece sólidamente instalada en un nivel de desmercantilización medio. Por tanto, si Esping-Andersen sobrestimó el nivel de desmercantilización de Italia hacia 1980, no hizo más que anticipar el nivel hacia el que evolucionaría posteriormente.

En un contexto donde Italia en particular y, en cierta medida, el grupo mediterráneo en su conjunto, han tendido a converger con el grupo conservador clásico, algunos autores han optado por referirse al mediterráneo no ya como un tipo independiente de régimen de bienestar sino como un subgrupo dentro del perfil conservador.15

El modelo de tres dimensiones presentado aquí permite, por una parte, seguir los cambios de contexto que tuvo el debate sobre la identidad o diferencia entre el grupo mediterráneo y el conservador (donde la variable clave es el nivel de gasto público) y extender esa discusión al nivel de provisión privada, en base al cual pueden plantearse algunos matices de perfil y de trayectoria a la interna del propio grupo mediterráneo.

Por otra parte, entre 1980 y 2010 el grupo mediterráneo ha tenido siempre una ubicación diferenciada del conservador, lo que avala su consideración como régimen de bienestar específico, incluso en variables globales clave como el nivel de gasto público y privado.

A su vez, esa diferencia se hizo cada vez más reducida durante el período, ya que estuvo basada en un menor nivel de gasto público del grupo mediterráneo como porcentaje del pbi, y la brecha en esa variable llegó a ser mínima hacia 2010, cuando parte del grupo mediterráneo (Italia y España) se encuentra dentro del rango conservador y parte apenas por debajo de su nivel mínimo (Portugal y Grecia). En 2010 el grupo (a excepción de Italia) mantiene una ubicación diferenciada del conservador clásico, pero inmediatamente contigua a ella. Todo esto avala la posición de quienes han optado por considerarlo un subgrupo del régimen conservador.

Finalmente, cabe señalar que mientras el grupo mediterráneo ha tenido un acercamiento relativo al grupo conservador clásico al incrementar su nivel de gasto público en protección social, el modo de financiar ese crecimiento generó un movimiento contrario, de apartamiento relativo. A mediados de 1990 el grupo mediterráneo tenía rasgos bismarckianos de igual intensidad que el grupo conservador: cerca de tres cuartas partes del financiamiento provenía de contribuciones sobre el salario. Pero desde entonces hubo un rápido crecimiento del gasto, que se financió más por vía de impuestos que por contribuciones. Esto apartó al grupo mediterráneo de los conservadores clásicos en su perfil de financiamiento.

En 2010 ambos grupos pueden distinguirse claramente entre sí: el conservador ha mantenido rasgos bismarckianos fuertes, mientras el mediterráneo se ha transformado en un modo bismarckiano leve, con una proporción de financiamiento por contribuciones menor al clásico (pasando incluso a una entonación levemente beveridgeana en el caso de Portugal). Al combinar esta variable con el crecimiento del gasto público el resultado es que la convergencia mediterránea sobre el modelo conservador es relativa: al tiempo que tiende a converger el gasto, los rasgos bismarckianos se atenúan, lo que situa al grupo mediterráneo no tanto como un modelo conservador clásico pleno, sino como una variante bismarckiana intermedia entre conservadores y socialdemócratas.

A su vez, mientras el grupo mediterráneo ha tendido a abandonar su perfil comparativo histórico hacia una convergencia con el conservador clásico, otros países parecen estar tendiendo hacia el perfil bismarckiano de gasto público medio y gasto privado medio que tradicionalmente identificó al grupo mediterráneo: Japón, por un proceso de estatización desde el perfil conservador-liberal, y Eslovaquia, por privatización creciente desde el núcleo euroriental. ( Gráfico 3).

Gráfico 3: Desplazamiento del grupo mediterráneo en nivel de gasto y fuente de financiamiento 

3.4 Régimen euroriental

El régimen de Europa Oriental ha estado marcado por el legado del período comunista en el siglo xx y el giro al capitalismo en la década de 1990. El resultado de estas dos etapas es un sistema que ha sido descrito como corporativo, aunque de estructura menos desigual que el formato conservador clásico: menor fragmentación y menor distancia entre los distintos estratos de prestación. A consecuencia de este andamiaje Europa Oriental conserva todavía niveles de igualdad de ingreso similares a los del régimen socialdemócrata. A ese resultado también colaboran factores de contexto social: Europa Oriental tiene, como rasgo particular y más distante al modelo conservador, una alta tasa de empleo femenino, también similar a la de países escandinavos.16

En el modelo presentado aquí puede verse otro aspecto implicado en esos resultados de alto nivel de igualdad en un contexto de menor desarrollo relativo. Europa Oriental presenta una combinación particular de gasto público y privado en protección social, que identifica de forma homogénea a la región y la diferencia de los regímenes clásicos. El nivel de gasto público como porcentaje de pbi es bajo, similar al del régimen liberal (resultado en parte de su menor nivel de desarrollo), pero a diferencia de este presenta componentes de cobertura privada especialmente bajos. De hecho, más bajos que en cualquier otro grupo. En síntesis, se trata de un régimen de gasto público contenido en comparación al perfil de Europa Occidental continental. Pero ese gasto contenido no resulta de una orientación al mercado (como en el régimen liberal), sino de un menor grado de desarrollo relativo.

A futuro queda entonces planteada la interrogante sobre en qué medida Europa Oriental mantendrá componentes de gasto privado tan reducidos como hasta ahora. De mantenerlos, el grupo continuaría claramente diferenciado como régimen, mientras que un aumento en la proporción del gasto privado podría llevar a una convergencia paulatina con el régimen conservador. En ese contexto, cabe mencionar el caso de Eslovaquia, que tempranamente mostró una privatización del gasto algo mayor al resto del grupo, y acentúa ese perfil al cierre del período. Con este comportamiento estaría trazando una evolución divergente respecto al grupo, y pasando al perfil (nivel medio de gasto público y de componente privado) que históricamente identificó al grupo mediterráneo antes de su convergencia hacia el conservador.

3.5 Productivistas emergentes: Chile y Corea del Sur

Como se señaló al repasar el caso de Japón, algunos autores han postulado que tanto ese país como otros emergentes en el sudeste y este de Asia conformarían un régimen coherente, asiático o productivista, caracterizado por una mixtura conservador-liberal de corporativismo y fuerte orientación al mercado, contención del gasto público (especialmente en transferencias vinculadas a pensiones y protección social en general) y un mayor sesgo a gastos sociales que no incidan sobre el costo de la mano de obra (ej. educación). A esto irían aunadas particularidades en la configuración de actores, como prestaciones de matriz corporativa desarrolladas verticalmente por el estado, en lugar del cogobierno estado-empresas-sindicatos que caracterizó esta forma de prestación en Europa Occidental.

El modelo muestra una serie de dimensiones que expresan estos rasgos comunes: perfil de gasto público corporativo en un contexto de alta composición de gasto privado. No obstante, también pone de manifiesto que la distancia entre ambos países en cuanto a perfil global es amplia e incluso creciente: mientras Japón muestra un nivel gasto similar al de los países desarrollados liberales, Corea del Sur está aún lejos de esto, en el nivel de países emergentes.

En este punto el modelo resulta útil para contrastar dos modos complementarios de definir la comparación. Si se entendiera un régimen de bienestar como una trayectoria, puede decirse que la evolución de Corea del Sur es consistente con la trayectoria japonesa: parte desde un nivel mucho más bajo de gasto público como proporción de producto y de privatización del gasto mucho más aguda. Pero muestra una evolución estatizadora en ambas facetas: una rápida reducción de la proporción de componentes privados y una incipiente tendencia al incremento del gasto respecto al producto.17 A futuro esto puede poner a Corea del Sur en la misma trayectoria que ha seguido Japón en las últimas décadas, y en este sentido puede avalarse que ambas situaciones pueden expresar un mismo esquema a dos niveles de desarrollo muy distintos. La diferencia sería, entonces, generacional.

No obstante, si la comparación se centra en el perfil actual de ambos países, resulta claro que la situación de Japón es drásticamente distinta a la de Corea del Sur: con una construcción estatal mucho más robusta que lo sitúa en transición desde el perfil conservador-liberal al conservador clásico, mientras Corea del Sur dista de poder equipararse incluso a la menguada vocación estatizadora de los países liberales. De ahí que, si se entienden los regímenes como grupos que comparten un perfil común en un mismo tiempo, no parece fundado atribuir a ambos países tal similitud.18

En cambio, es destacable la coincidencia de perfil entre Corea del Sur y Chile como países emergentes de fuerte privatización. Con una matriz conservadora, transformada luego por procesos de liberalización profunda, Chile ha sido caracterizado como un caso distinto al resto de los países latinoamericanos de mayor desarrollo relativo, precisamente a raíz de un giro más fuerte hacia componentes liberales y de mercado. Martínez (2007) pautaba esa diferencia al clasificar a Chile como estatal-productivista respecto al grupo estatal-proteccionista integrado por Brasil, Uruguay y Costa Rica y, con menor grado de convergencia, por México y Panamá.19

El modelo presentado aquí sugiere que los rasgos comunes entre Chile y países emergentes del este asiático puede habilitar incluso a considerarlos un grupo en sí mismo. Su similitud en el perfil de financiamiento y gasto en protección social lo avala, al mismo tiempo que marca diferencias respecto a otros países en cada región. No hay un perfil de régimen común a todos los países de mayor desarrollo relativo en Latinoamérica, donde Chile muestra rasgos de liberalización más aguda -en los datos de ocde esto puede verse en la diferencia de ubicación entre Chile y México, en particular respecto a la proporción de gasto privado. Tampoco hay un perfil idéntico en Asia Oriental, donde el grado de desarrollo diferencial de Japón respecto a los países emergentes de la zona continúa reflejándose en el perfil de la protección social -en este caso, en la dimensión de gasto púbico respecto a pbi. En cambio, puede encontrarse un perfil plenamente coincidente en estructura de financiamiento, vocación de gasto público y contexto de gasto privado, al extender la comparación fuera de las regiones respectivas, como muestra el caso de Chile y Corea del Sur. (Tabla 1) (Figura 1)

Tabla 1: Grupos de las familias beveridgeana y bismarckiana 

Figura 1:  Trayectorias de desplazamiento relativo de países y grupos en 1980-2010 

4. Conclusión

Las secciones previas muestran que el modelo de tres dimensiones, que toma en cuenta gasto público como porcentaje del pbi, composición de gasto público/privado y forma de financiamiento, puede ser una herramienta útil para los siguientes objetivos.

Esbozar la evolución relativa de cada régimen de bienestar, haciéndose eco de las particularidades básicas con que descripciones más densas han descrito los grupos y los países, y seguir su trayectoria de forma continua.

Reflejar los aspectos en que la tipología anderseana clásica resulta más consistente, y también marcar aquellos en que resulta menos sólida. Ejemplo de ello son los resultados para el macro grupo liberal. Esping-Andersen insistió en que los regímenes debían estudiarse en función de su modo de financiamiento y gasto, más que de su gasto global. Esto es cierto, por ejemplo, para la diferencia entre el régimen conservador y el socialdemócrata. En cambio, la identidad del régimen liberal es su monto de gasto público en relación con el pbi y no aspectos que Esping-Andersen procuró señalar como definitorios en el modo de gasto, como una mayor tendencia al gasto privado. Si en cambio, quiere tomarse esta dimensión como parte de la definición del régimen, no puede hablarse propiamente de un único régimen liberal sino de grupos distintos, tal como se distingue aquí entre liberales clásicos y moderados.

Trascender la referencia a casos híbridos, que se torna frecuente al trabajar en base a pocos perfiles de régimen y abrir el espectro a nuevos, cuyo rasgo típico es justamente la combinación considerada híbrida y difícil de clasificar en la tipología clásica. La definición de estos grupos añadidos (como el liberal moderado y el liberal-conservador) destaca que estos casos, más que anomalías del esquema clásico, pueden ser tomados como regímenes en sí mismos.20

Explorar identidades de régimen más allá del contexto regional inmediato de cada caso, al marcar coincidencias de esbozo general del sistema, como en el caso de Chile y Corea del Sur. Si bien esto implica saltar sobre tradiciones culturales específicas de cada región y grupo de países (que son parte de la base explicativa de los regímenes de bienestar), el modelo advierte que países de distinta tradición cultural pueden presentar rasgos generales comunes en función de variables que comparten, como su nivel de desarrollo y la combinación de improntas liberales y conservadoras, como en los casos referidos.

Advertir peculiaridades en la trayectoria relativa de los regímenes y los países individualmente considerados, que a futuro pueden ser monitoreadas con el mismo instrumental y descritas en profundidad en base a investigaciones más detalladas. Una conclusión general sobre los resultados del modelo es que los regímenes clásicos (socialdemócrata, conservador, liberal) muestran una fuerte coherencia intertemporal como grupos. Por su parte, también Europa Oriental mantiene hasta la actualidad una situación fuertemente diferenciada. En cambio, otros grupos y casos se han mostrado en transición, con trayectorias de cambio paulatino y sostenido desde un perfil a otro, como el grupo mediterráneo, Australia, o los llamados casos híbridos de Holanda y Japón. A futuro, el modelo ofrece un modo primario de continuar evaluando esas trayectorias y esbozar hasta qué punto pueden estar denotando o no un cambio de perfil a la escala de un cambio de régimen.

Referencias

Abrahamson, P. (1999). The welfare modelling business. Social Policy and Administration, 33(4), 394-415. [ Links ]

Aidukaite, J. (2006). The formation of social insurance institutions of the Baltic states in the post-socialist era. Journal of European Social Policy, 16(3), 259-270. [ Links ]

Aspalter, C. (2006). The East Asian welfare model. International Journal of Social Welfare, 15, 290-301. [ Links ]

Bambra, C. (2006). Decommodification and the worlds of welfare revisited. Journal of European Social Policy, 16(1), 73-80. [ Links ]

Becker, U. (2000). El sistema de bienestar holandés en perspectiva. En R. Muñoz del Bustillo (Ed.), El estado de bienestar en el cambio de siglo (pp. 217-246). Madrid, España: Alianza. [ Links ]

Bonoli, G. (1997). Classifying welfare states: a two-dimension approach. Journal of Social Policy, 26(3), 351-372. [ Links ]

Castles, F., y Mitchell, D. (1993). Worlds of welfare and families of nations. En F. Castles (Ed.), Families of nations: patterns of public policy in Western democracies (pp. 93-128). Aldershot, Reino Unido: Dartmouth Publishing. [ Links ]

Döring, H., y Schwander, H. (2015). Revisiting the left cabinet share: how to measure the partisan profile of governments in welfare state research. Journal of European Social Policy , 25(2), 175-193. [ Links ]

Esping-Andersen, G. (1993)(1990). Los tres mundos del estado del bienestar. Valencia, España: Alfons el Magnànim. [ Links ]

Eurostat (julio, 2019). Social protection receipts by type. Recuperado de <https://ec.europa.eu/eurostat/web/social-protection/data/database>. [ Links ]

Evans, J. (2011). The Icelandic welfare system: a state in transition. Perspectives on Business and Economics, 29, 73-82. Recuperado de <https://preserve.lehigh.edu/perspectives-v29/8>. [ Links ]

Fenger, M. (2007). Welfare regimes in Central and Eastern Europe: incorporating post-communist countries in a welfare regime typology. Contemporary Issues and Ideas in Social Sciences, 3(2), 1-30. [ Links ]

Ferragina, E., y Seeleib-Kaiser, M. (2011). Welfare regime debate: past, present, futures? Policy & Politics, 39(4), 583-611. [ Links ]

Ferrera, M. (1996). The «Southern» model of welfare in Social Europe. Journal of European Social Policy, 6(1), 17-37. [ Links ]

Gal, J. (2010). Is there an extended family of Mediterranean welfare states? Journal of European Social Policy , 20(4), 283-300. [ Links ]

Jonsson, G. (2000). The Icelandic welfare state in the Twentieth Century. Scandinavian Journal of History, 26(3), 249-267. [ Links ]

Korpi, W. (1983). The democratic class struggle: Swedish politics in a comparative perspective. Londres, Reino Unido: Routledge y Kegan Paul [ Links ]

Korpi, W., y Palme, J. (1998). The paradox of redistribution and strategies of equality: welfare state institutions, inequality and poverty in the Western countries. American Sociological Review, 63(5), 661-687. [ Links ]

Leibfried, S. (1992). Towards a European welfare state? On integrating poverty regimes into the European Community. En Z. Ferge y J. Kolberg (Eds.), Social policy in a changing Europe (pp. 245-279). Francfort, Alemania: Campus Verlag. [ Links ]

Martínez, J. (2007). Regímenes de bienestar en América Latina. Madrid, España: Fundación Carolina-CeALCI. [ Links ]

OECD Statistics (agosto, 2019). Social expenditure-Aggregated data: public social expenditure in percentage of Gross Domestic Product; public and private social expenditure by country. Recuperado de <https://stats.oecd.org/Index.aspx?datasetcode=SOCX_AGG> [ Links ]

Ólafsson, S. (1999). The Icelandic model. Social security and welfare in a comparative perspective. En B. Palier (Ed.), Comparing social welfare systems in Nordic Europe and France , vol. 4. Nantes, Francia: mire-drees. [ Links ]

Ólafsson, S. (2011). Icelandic capitalism. From statism to neoliberalism and financial collapse. En L. Mjøset (Ed.), The Nordic varieties of capitalism (pp. 1-15). Bingley, Reino Unido: Emerald Group Publishing Limited. doi: 10.1108/S0195-6310(2011)0000028005. [ Links ]

Oude, D. (2016). Labour divisions and the emergence of dual welfare systems. Journal of European Social Policy , 26(1), 66-79. [ Links ]

Scruggs, L., y Allan, J. (2006a). Social stratification and welfare regimes for the 21 Century: Revisiting the Three worlds of welfare capitalism.Documento presentado en la 15ª International Conference of Europeanists. Chicago, ee. uu. [ Links ]

Scruggs, L., y Allan, J. (2006b). Welfare-state decommodification in 18 oecd countries: a replication and revision. Journal of European Social Policy ,16(1), 55-72. [ Links ]

Skjæveland, A. (2003). Government formation in Denmark, 1953-1998. Aarhus, Dinamarca: Politica. [ Links ]

Soede, A., Vrooman, C., Ferraresi, P., y Segre, G. (2004). Unequal welfare states. Distributive consequences of population ageing in six European countries. La Haya, Holanda: scp-cerp. [ Links ]

Stebbing, A., y Spies-Butcher, B. (2010). Universal welfare by other means? Social tax expenditures and the Australian dual welfare state. Journal of Social Policy, 39(4), 585-606. [ Links ]

Trampusch, C. (2010). The welfare state and trade unions in Switzerland: an historical reconstruction of the shift from a liberal to a post-liberal welfare regime. Journal of European Social Policy, 20(1), 58-73. [ Links ]

Van Kersbergen, K., y Vis, B. (2015). Three worlds’ typology: Moving beyond normal science? Journal of European Social Policy, 25(1), 111-123. [ Links ]

Nota: El autor es el único responsable del artículo

1 El área de protección social incluye el gasto en el sistema de pensiones y aseguramiento (desempleo, enfermedad), así como los sistemas vinculados de transferencias monetarias a familias y las políticas activas de apoyo a la inserción laboral.

2En los datos de ocde las contribuciones obligatorias a la seguridad social se computan como gasto público, más allá de que la institución que las gestione sea pública o privada. Esto mantiene congruencia con el enfoque de Esping-Andersen, que tipificaba como modalidad conservadora la reglamentación de aportes con carácter obligatorio, sin importar si iban a instituciones estatales o privadas, y como modalidad liberal la cobertura contratada voluntariamente por cada persona o suministrada por una empresa al contratar al trabajador.

3El porcentaje de cobertura privada en Grecia en 2000 presenta un valor anómalo respecto a la serie (cercano a 0 %), por lo que se utiliza para dicho año el valor previo inmediato (1995).

4La identificación de Australia y Nueva Zelanda como un grupo distinto al liberal (en el que en principio se ubicó también al Reino Unido) procede de Castles y Mitchell (1993).

5 Stebbing y Spies-Butcher (2010) describen cómo desde la década de 1990 la expansión del gasto público social enfrentó un clima más adverso. Acorde a eso, se contuvo el crecimiento del gasto social directo, y a cambio se apeló a expandir las deducciones de impuestos a la renta por compra de servicios sociales privados —una modalidad menos visible y más legitimada en clave liberal. El cambio de énfasis en los instrumentos implicó entonces un cambio de resultados distributivos, ya que el gasto social funciona por focalización inversa (dirigido a estratos bajos y medios), mientras las deducciones fiscales tienen por beneficiarios a estratos altos y medios.

6 Ólafsson (1999); Jonsson (2000), emparentaba a Islandia con la «versión de bajo costo» del modelo beveridgeano, encarnada por Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y Reino Unido (es decir, el grupo de los antípodas, tal como se lo formulaba en la época). La expresión islandesa del modelo incluye una matriz beveridgeana con asignaciones basadas en ciudadanía, pero menos orientadas a conseguir igualdad que el sistema nórdico, con derechos menos amplios y montos más bajos, y fuertemente combinados con beneficios asignados según nivel de ingreso e instrumentos de cobertura orientados al mercado. A su vez, desde mediados de los años 1990 Islandia inició ajustes que se agudizaron con la crisis de 2008, llevando a una matriz más plenamente liberal Evans, 2011; Ólafsson, 2011

7A su vez, se ha señalado que buscan garantizar el acceso a ciertas condiciones de vida principalmente por la regulación de salarios y no por un énfasis especial en la provisión pública de coberturas sociales, lo que para quienes describen el modelo constituiría un abordaje también inspirado por la izquierda, pero con un instrumental distinto al del modelo socialdemócrata, que mantiene más contenido el gasto público social.

8En sentido similar, la revisión de Scruggs y Allan (2006a) de los datos de estratificación de Esping-Andersen, señala que en 1980 el nivel de igualdad de prestaciones en el promedio de los países liberales habría sido mayor que en los socialdemócratas. Para 2002 encuentran que el nivel de igualdad cae en general, y puede apuntarse que esa caída afectó a liberales y conservadores más que a socialdemócratas.

9 Esping-Andersen (1993, p.116-117) ya señalaba que los únicos sistemas de pensiones propiamente universalistas, en función de su alta proporción de gasto en pensiones generales eran los de Nueva Zelanda (88 % del total), Suecia (86 %) y Noruega, (82 %). Si bien el autor considera «la posible inclusión de Dinamarca y Holanda» a la categoría, para hacer más semejante el grupo a su régimen de bienestar socialdemócrata, en estos casos el régimen de pensiones generales involucraba solo 71 y 69 % del gasto total respectivamente. Niveles similares e incluso inferiores a países como Alemania, Italia o Suiza.

10En el contexto de efectos de la crisis de 2008, Irlanda muestra incluso un pulso de crecimiento del gasto público en protección social como porcentaje del pbi, que la lleva a situarse en 2010 próxima al grupo socialdemócrata. No obstante, este pulso es coyuntural y no una tendencia sostenida. Para 2015 Irlanda había retornado a la columna liberal de gasto como porcentaje del pbi, tal cual era su ubicación previa a la crisis.

11Rasgo que puede verse ya en los datos de pensiones de Esping-Andersen (1993). El origen de esta alta composición de gasto privado es un sistema público de monto único, sin los complementos basados en aportes sobre el salario, que aplica el resto de los países socialdemócratas sobre la base universalista. Por eso Korpi y Palme (1998) optaban por clasificar a Dinamarca como liberal. Sobre el contexto de ese perfil, es sugestiva la descripción de Skjæveland (2003), citado por Döring y Schwander (2015), de la base de apoyo parlamentario en los gobiernos socialdemócratas suecos y daneses. Mientras en Suecia contaron con la bancada comunista como principal aliado para conformar mayorías parlamentarias, en Dinamarca no había tal opción y sus principales socios de coalición fueron partidos de centro e incluso centroderecha.

12En el caso de Noruega la convergencia es relativa en gasto como porcentaje del pbi. En 1980 se situaba en el margen superior de la columna liberal, en 1990 y 2000 converge hacia el resto del grupo socialdemócrata, y para 2010 se sitúa nuevamente en el linde de la columna liberal.

13En cambio, la dinámica a largo plazo relativiza otro precepto de Esping-Andersen: la mayor solidez de la matriz socialdemócrata frente a los períodos de recorte y contención de gastos. El saldo al cierre de la década de 1980 habilita esta conclusión, cuando el grupo socialdemócrata mantenía un crecimiento fuerte de gasto público sobre pbi, mientras los grupos clásicos liberal y conservador habían disminuido ese ritmo. Pero la dinámica de los distintos grupos a largo plazo ha compensado los diferenciales de la década de 1980. En los años 1990 el grupo conservador clásico fue el único en mantener un incremento de gasto público estable, y en los 2000 el crecimiento del grupo liberal superó el del resto. El saldo global fue un incremento similar en los tres grupos en el período 1980-2010, manteniendo conservadores y socialdemócratas la diferencia generada respecto al liberal antes de 1980.

14Las primeras caracterizaciones del grupo mediterráneo habían sido hechas en función de aspectos puntuales de diferencia respecto al conservador (por ejemplo, un menor desarrollo de la asistencia social). Esping-Andersen había respondido a esto que las diferencias entre regímenes deben estar basadas en su estructura global y no en aspectos parciales. La propuesta de Bonoli (1997) resumió esa distinción entre conservadores clásicos y mediterráneos en un esquema global de estructura y monto del gasto en protección social.

15 Abrahamson (1999) daba ejemplo de esta postura ya desde el inicio del debate, al señalar que la oposición básica estaba dada entre el modelo beveridegano y el bismarckiano. En ese contexto, el tipo socialdemócrata era solo una versión de lujo del libreto beveridgeano, y el mediterráneo una versión de bajo costo del bismarckiano

16 Soede, Vrooman, Ferraresi y Segre (2004) incluyen Europa Oriental en su descripción comparada de regímenes europeos, centrándose en las prestaciones de aseguramiento. Fenger (2007) presenta las diferencias entre el régimen europeo oriental y los regímenes clásicos, aunque en la práctica cimenta esa diferenciación en variables sobre el contexto de desarrollo social y económico, y no en datos sobre la estructura de servicios. Aidukaite (2006) analiza el régimen de protección social en los países bálticos encontrando caracteres consistentes con las descripciones de Europa Oriental en general: un esquema basado en aportes sobre el salario, en el que, sin embargo, es rara la diferenciación en esquemas independientes para ocupaciones de distinto nivel de ingreso, y que está complementado por prestaciones de tasa única no contributivas para quienes no están cubiertos en el régimen ocupacional. El sistema es corporativo por tener puertas de acceso diferenciadas entre elegibles y no elegibles para el régimen ocupacional; pero no acompaña las características del modelo corporativo en Europa Occidental en cuanto a una fuerte estratificación interna de los grupos ocupacionales. Todos los países de Europa Oriental en la base de datos de Eurostat tenían un perfil bismarckiano en 2008 (50 a 80 % de financiamiento por contribuciones sociales). En la coyuntura de crisis ese porcentaje tiende a decrecer, y tres países pasan a tener en 2010 un perfil levemente beveridgeano (Letonia, Rumania y Bulgaria). Pero Letonia retornó a un perfil bismarckiano ya en 2011, y Bulgaria y Rumania lo hicieron a mediados de la década

17 Aspalter (2006) planteaba como interrogante a futuro en qué medida la democratización de los países emergentes de Asia oriental podía repercutir en un crecimiento del gasto público y una moderación de su estratificación corporativa a través de pautas crecientemente corporativas. El modelo muestra esta evolución en la década de 2000 en el perfil de gasto público de Corea de Sur, aunque aún sin trascender la ubicación comparativa histórica del país como altamente privatizado y fuertemente inclinado a estrategias de contención del gasto público.

18La misma opción siguen Ferragina y Seeleib-Kaiser (2011) al concluir que no puede afirmarse la existencia de un supuesto régimen de Asia Oriental, ya que no hay datos disponibles para fijar el perfil del conjunto de los casos propuestos para el grupo. El resultado del modelo propuesto abona ese tipo de conclusión, en tanto los datos más globales en los casos mejor conocidos no muestran cercanía.

19 Martínez (2007) registraba la situación al final del proceso de liberalización de la década de 1990, por lo que incluía a Argentina en la misma categoría de Chile como estatal-productivista.

20Esping-Andersen insistió en que las categorías de régimen de bienestar son tipos ideales —lo que fue tomado por válido por la mayoría de los autores— y, por tanto, pueden registrar un amplio grado de variación en los casos prácticos, llegando incluso a presentar casos híbridos. Van Kersbergen y Vis (2015) critica este abordaje, sosteniendo que el modelo busca ofrecer una tipología y esta debe poder ubicar claramente todos los casos que estudie en las categorías que propone. Concluye, entonces, que no puede haber casos ambiguos: si un caso parece ambiguo, la falta de claridad no está en el caso sino en la definición de las categorías. En este particular, la tipología presentada aquí busca reducir la ambigüedad en base a definir nuevos tipos, allí donde el modelo clásico ve caracteres híbridos, de difícil y dudosa clasificación dentro de las categorías tradicionales.

Recibido: 14 de Octubre de 2018; Aprobado: 24 de Julio de 2019

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons