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Revista Uruguaya de Ciencia Política

versión On-line ISSN 1688-499X

Rev. Urug. Cienc. Polít. vol.16 no.1 Montevideo dic. 2007

 

JUAN CARLOS PORTANTIERO (1934-2007)

 

El intelectual y la política

Por Jorge Lanzaro

En marzo del 2007 falleció el sociologo argentino Juan Carlos Portantiero, una figura de proyección en su país y en América Latina, por su trayectoria académica y su condición de referente intelectual, el compromiso con la política y una vocación productiva por la cultura socialista.

Echaremos de menos al Negro Portantiero, un amigo de trazas muy porteñas, que vivió hasta los once años en Montevideo y era buen conocedor del Uruguay. Elegante, irónico y distante, pero de afectos seguros, era hincha de Boca, experto en tangos y en cine, supo ser un crítico literario fino y mantuvo siempre su inclinación por el periodismo, desde sus primeras armas en los 1950 hasta que la enfermedad pudo con él.

La trayectoria académica

Portantiero perteneció a las camadas iniciales de una escuela de sociólogos sobresaliente - que se formó en Argentina a partir de la labor fundacional de Gino Germani – y tuvo una trayectoria académica muy destacada.

Arrancó de docente de la Universidad de Buenos Aires, en los tiempos tormentosos de fines de los 1960 y principios de los 1970, partiendo luego al exilio en México, donde ejerció su magisterio en FLACSO. De regreso a Argentina con la llegada de la democracia, se desempeñó desde 1985 como catedrático de Sociologia de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en la que fue Decano por dos períodos (1990-98), fundador de la Revista Sociedad y posteriormente Profesor Emérito. Tuvo una larga carrera de investigador, que remató dirigiendo un importante Proyecto del PNUD sobre la Democracia en la Argentina (2001-2002).

Sus publicaciones son de referencia obligada. Empezando por los Estudios sobre los Orígenes del Peronismo (1971), que escribió con Miguel Murmis, obra significativa y aun vigente (reeditada en 2004), que cruzaba armas con las interpretaciones del maestro Germani, sobre un fenómeno de tanta centralidad en la vida argentina (en cuyas "mutaciones están las razones de su perdurabilidad"). Hay que decir que esta investigación aborda cuestiones muy relevantes de política comparada – los trazos del populismo y sus relaciones con el sindicalismo tradicional – que tocan de lleno al peronismo, pero también a las otras experiencias "clásicas" (Getulio Vargas en Brasil, la Revolución Mexicana y en particular las obras de Lázaro Cárdenas). Tales problemas vuelven a plantearse una vez más, en otras coordenadas, con las manifestaciones actuales del nacionalismo popular (en la Argentina de Kirchner) o en las gestas originarias del nuevo populismo de izquierda (en la Venezuela de Chávez).

La preocupación por las apuestas de la clase trabajadora, viene en ancas de un desvelo por lo nacional y popular, en los planteos del marxismo y de los enfoques de Gramsci sobre la hegemonía, siempre celosos de las expresiones más logradas, representadas por los populismos (ver por ejemplo: Lo nacional popular y los populismos realmente existentes (1981), en coautoría con Emilio de Ipola).

De una bibliografía extensa, hay que destacar además Los usos de Gramsci (1971), un texto de gran audiencia, que hizo punta en la promoción de los riquísimos aportes de Antonio Gramsci y se inscribe en una empresa mayor, de exploración de los cauces renovadores del marxismo, que cundió precisamente por aquellos años. Portantiero fue también en ésto un abanderado notable. Su nombre queda sin duda firmemente ligado a la fama teórica y política que ha ganado Gramsci, gracias a una labor de re-conocimiento en la que pesa asimismo el insigne José Aricó, así como otros latinoamericanos, que tendieron nuevos puentes con el mundo europeo y especialmente con los pensadores italianos, en particular a través de las tres etapas de Pasado y Presente[1].

En Estudiantes y politica en América Latina (1978), Portantiero hace un buen abordaje de la problemática que da título al libro y reune materiales de interés para la biografía de nuestras patrias, incluyendo un discurso de José Pedro Cardoso de 1934, cuando el veterano socialista uruguayo era dirigente estudiantil.

Juan B. Justo, un fundador de la Argentina moderna (1999) es un trabajo valioso para el análisis de la historia política argentina y resalta el papel que tuvo al correr del 1900, una de las vertientes socialistas más relevantes de la región. En fin, El tiempo de la política (2000) recoge varios artículos de la última época, entre los que hay dos muy sugerentes: Las apuestas de la democracia en América Latina y Los socialismos del siglo XXI.

Portantiero recibio dos veces el Premio Konex (Sociología 1996, Ciencia Política 2006) y en un acto muy emotivo, FLACSO lo designó Doctor Honoris Causa (2006). Poco antes de irse, me dijo con su sorna habitual: "si me dan tantos premios es que debo estar por morirme… ".

La intervención intelectual en la política

A lo largo de ese camino, Portantiero buscó siempre la intervención política. Al principio en forma directa, como miembro del Partido Comunista, del que fue expulsado en 1963, de tanto llevar la contra al stalinismo vernáculo. Pero sobretodo como protagonista de un activismo intelectual, que junta la pasión por el pensamiento y la prédica política, combinando el sólido dominio de los clásicos de la teoría Sociología y la Teoría Política, con una inquietud por el socialismo, fermental y siempre cambiante. Aquí encontramos un sello constante de sus trabajos: en la docencia y en sus ensayos, en el periodismo y en sucesivas publicaciones de signo socialista.

A comienzos de los 1970 estuvo en las "cátedras marxistas" de la UBA, en contrapunto con las "cátedras nacionales" de los académicos peronistas. Con el memorable Pancho Aricó y su hueste de cordobeses "bochincheros", se juntó para editar Pasado y Presente (1963-65, 1973-74), una saga que hizo época, trayendo las renovaciones del marxismo y una relectura de Gramsci de mucho impacto. Quedó fundada asi una sociedad personal y política duradera, que se acercó a las corrientes revolucionarias que despuntaron por aquellos años en Argentina y continuó en el exilio de México: donde los "gramscianos argentinos" editaban Controversia y tenían un "Grupo de Discusión Socialista", poblando el café de la Librería Gandhi con su conversa, el ajedrez y las añoranzas.

De vuelta al pago, se trajeron el proyecto y armaron campamento en la flamante librería Gandhi de Buenos Aires. Con el refuerzo de porteños que habían aguantado dentro del país, el grupo fundó el Club de Cultura Socialista (1984), del que Portantiero fue varias veces presidente y que hoy lleva el nombre de Aricó (con toda razón, porque Pancho fue un caudillo intelectual, juntador de gente, erudito en los marxismos y conocedor como pocos del pensamiento latinoamericano). A la usanza de los viejos ateneos y en pareja con La Ciudad Futura (1986), el Club sigue siendo un centro calificado de debates, con buena circulación de nativos y extranjeros.

De la heterodoxia comunista al socialismo liberal

Las evoluciones teóricas acompañaron los virajes políticos, en un trayecto por capítulos, que va del comunismo a la revolución urgente, para arribar luego al socialismo democrático, incorporando el credo liberal. Una secuencia en la que se reconocen por cierto, las opciones seguidas por buena parte de las izquierdas contemporáneas.

En los 1960 y 1970 habrá una aproximación a los sectores marxistas radicales y después a la izquierda peronista, a los Montoneros y a otros grupos armados. En México, será el momento para sacar cuentas y proponer nuevos aprendizajes: los debates sobre las experiencias diversas de los dos mundos europeos, que pasaban a partir del ´68 por una inflexión importante, se cruzan con las lecciones de la formidable derrota de las distintas "vías" que las izquierdas habían ensayado en América Latina, desde la siembra de la Revolución Cubana a la tragedia de la Unidad Popular en Chile. Vendrán entonces críticas y autocríticas, los trasiegos del eurocomunismo, más lecturas gramscianas – que ponen de otro modo por delante la cuestión de la hegemonía y del pluralismo – en fin, una reivindicación neta de la democracia, que llegó para quedarse.

Esta veta se afirma de vuelta a la Argentina, con una incorporación de las dimensiones republicanas y del liberalismo, que se acerca a las enseñanzas de Norberto Bobbio y a propuestas como la de Carlo Rosselli. Es el tiempo en que Portantiero - junto con Emilio de Ipola y otros compañeros de ruta – ingresan al entorno de Raúl Alfonsín, pasando en seguida a formar parte de las figuras de izquierda que ayudan a forjar la Alianza. En cambio, no fue de la partida cuando varios de núcleos de izquierda se integraron a la alternativa liderada por Néstor Kirchner.

Portantiero es una figura representativa de la izquierda socialista argentina, alejada de la clase trabajadora y privada de levantar reivindicaciones populares, por sus propias limitaciones y por las potentes emergencias populistas que se sucedieron (el primer radicalismo y sobre todo el peronismo). Vencida la etapa más propicia de Juan B. Justo y del Partido Socialista, esa izquierda encontró dificultades insalvables para componer una alternativa autónoma competitiva. Se vio orillada más bien a las posturas testimoniales y a una participación marginal, renegando de la "política criolla", apretada entre el radicalismo y el peronismo, definiéndose contra ellos o aproximándose pendularmente al progresismo de uno u otro polo y dividiéndose a causa de tales posturas.

En ese escenario, los intelectuales de izquierda optaron por centrarse en la producción de cultura socialista, generando una masa crítica de alto nivel, que contrasta con el escaso peso de sus agrupamientos políticos y resalta en el firmamento internacional. Desde allí han podido sumarse a las peripecias de las izquierdas en la comarca y el mundo, incidiendo a su manera en los cambios de rumbo, a través del debate ideológico y los enfoques, una y otra vez renovados, sobre temas estratégicos. En esta cartera entra el cotejo básico del populismo y el socialismo, que remite a las variantes de lo nacional y popular. En paralelo, entra también el cruce del socialismo y la democracia, un tópico universal mayor, que lleva por añadidura a la cuestión del pluralismo y a las vertientes liberales.

En esa senda encontramos lo mejor que nos ha dejado Portantiero, con reflexiones sobre el pasado de los últimos cincuenta años, que sirven de referencia para los análisis del presente: cuando los temas que alentaron su inquietud intelectual vuelven a estar en el tapete y en el nuevo ciclo de las izquierdas latinoamericanas, conviven en términos inéditos las recreaciones del nacionalismo popular, otra tanda de gobiernos populistas y el estreno de fórmulas social democráticas criollas.

[1] Tan es así, que el Instituto Gramsci editó una colección de estudios sobre el maestro sardo, que no sólo incluye un artículo de Juan Carlos Portantiero (Gramsci lector de Maquiavelo), sino que el volumen en su conjunto está dedicado a Portantiero y Aricó: Studi Gramsciani nel Mondo, Giuseppe Vacca y Giancarlo Schirru (eds), Bologna: Il Mulino 2007.

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