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Ciencias Psicológicas

versão On-line ISSN 1688-4221

Cienc. Psicol. vol.6 no.1 Montevideo maio 2012

 

Agresividad y retraimiento en adolescentes*

 

Aggressiveness and shyness in adolescents

 

E. Norma Contini

Universidad Nacional de Tucumán, Argentina

 

Silvina Cohen Imach

Universidad Nacional de Tucumán, Argentina

 

Claudia Paola Coronel

Universidad Nacional de Tucumán, Argentina

 

Sergio Mejail

Universidad Nacional de Tucumán, Argentina

 

 

 

Resumen: Se estudiaron las disfunciones de las habilidades sociales en adolescentes de 11 y 12 años de NES -Nivel Socioeconómico- bajo de Tucumán (Argentina) empleando el Cuestionario de Conducta Antisocial (CC-A) de Martorell y González Barrón (1992) y una encuesta sociodemográfica. Se indagó si se registraban conductas de agresividad, aislamiento y retraimiento (factores evaluados por el CC-A), y si existían diferencias significativas en función del género. Se describió el contexto socioeconómico en el que estaba inserto el adolescente. La muestra incluyó 106 sujetos escolarizados (55% mujeres, 45% varones) y se utilizó metodología descriptiva y exploratoria. Si bien la mayor parte de los participantes no presentaron déficits en el comportamiento social, en el 11% se identificaron comportamientos agresivos, en el 11% de aislamiento y en un 19% timidez y retraimiento. Se formulan hipótesis acerca de la relación entre los resultados encontrados y el contexto socioeconómico.

Palabras clave: agresividad, retraimiento, adolescentes, bajo nivel socioeconómico.

 

Abstract: The aim of this paper was to study the dysfunction of social skills in adolescents 11 and 12 years from a low socioeconomic level in Tucuman (Argentina). The instruments used in this research were the Antisocial Behavior Questionnaire (CC-A in Spanish) by 

Martorell and González Barrón (1992), and a sociodemographic survey. Aggressiveness, isolation and shyness (factors assessed by the Antisocial Behavior Questionnaire), and their eventual gender differences were assessed. The sample included 106 Primary School students (55% female and 45% male) and a descriptive and exploratory methodology was used. Although the majority of the participants did not present antisocial behavior, 11% of the subjects showed aggressive behavior, 11% presented isolated behavior, and a 19% scored for shy behavior. Finally, different hypotheses on the relationship between the observed results and the socioeconomic context were explored.

Keywords: aggressiveness, shyness, adolescents, low socioeconomic level.

 

* La publicación de este artículo ha sido posible gracias a la financiación recibida del Consejo de Investigaciones, Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT), 26 K 403.Directora Dra. Norma Contini.

 

Correspondencia: Prof. Dra. E. Norma Contini. Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina.

Correo Electrónico: nocon@arnet.com.ar.

 

Recibido: 07/2011

Revisado: 11/2011

Aceptado: 03/2012

 

 

1. AGRESIVIDAD Y RETRAIMIENTO ENADOLESCENTES

 

Mientras el siglo XX fue testigo de numerosas investigaciones sobre las habilidades cognitivas en la infancia y adolescencia, expresadas en medidas sintéticas de CI, en las últimas dos décadas han proliferado investigaciones sobre otro tipo de habilidades, denominadas habilidades sociales. Este cambio de orientación en los intereses de los investigadores obedece a la comprobación empírica de que sujetos con elevado CI presentaban dificultades para operar con eficacia en la vida diaria; a la inversa, otroscon CI modestos eran exitosos en la resolución de situaciones interpersonales cotidianas.

Es por ello que en este trabajo el interés se centró en investigar las disfunciones en las habilidades sociales (HHSS), ya que estas requieren de la intervención del psicólogo.

Se entiende por HHSS a aquellas “conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Implica un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos y no un rasgo de personalidad. Son un conjunto de comportamientos interpersonales complejos que se ponen en juego en la interacción con otras personas”(Monjas Casares, 2000, p. 28).

Además, agrega Monjas Casares (2000), las HHSS constituyen un comportamiento social específico, que en conjunto forman la base del comportamiento social competente. El término HHSS se encuentra incluido en un concepto más amplio, el de competencia social, el cual es un constructo teórico, hipotético y multidimensional.

Para Caballo (2007) las HHSS son un conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresan sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos propios de un modo adecuado a la situación. Por medio de ellas, generalmente resuelve los problemas inmediatos mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas.

Así, mientras las HHSS constituyen la posibilidad de interactuar con los otros, pares y adultos, de una manera mutuamente satisfactoria, las disfunciones en las HHSS dificultarían el vínculo y la relación con los otros, principalmente a través de la agresividad, por un lado, y el retraimiento y el aislamiento social por el otro.

Uno de los estudios más significativos en esta línea fue el realizado hace ya tiempo por Kohn (1977), donde analiza investigaciones efectuadas entre 1920 y 1960. Ello le permite enunciar la teoría bifactorial que afirma la existencia de dos factores bien definidos: retraimiento y agresividad-conducta antisocial. Como señala con acierto Kohn, esta regularidad es poco frecuente en el campo de las ciencias sociales.

Si bien es profusa la literatura que argumenta esta línea de pensamiento, en este artículo se citan sólo dos que se consideran centrales, los estudios de Achenbach y Edelbrock (Achenbach, 1966, Achenbach & Edelbrock, 1979), y los de Silva, Martínez Arias y Generós Ortet (1997).

Achebanch y Edelbrock también proponen una clasificación de dos grandes factores, que denominan de primer orden y factores de segundo orden, menos amplios. Encontraron un primer gran factor bipolar que denominaron internalización / externalización. Este gran factor presenta un elevada semejanza con los dos factores de la teoría bifactorial de Kohn (Martorell, 1997). Así también encontraron un segundo factor que designaron como de patología difusa, que sería un indicador de psicopatología más severa.

Por su parte, un modelo contemporáneo que resulta potente para analizar las habilidades sociales y sus déficits es el denominado Modelo del Aspa (Silva et al., 1997). Los autores prefieren emplear el término orientación personal positiva y negativa, antes que comportamiento social, por entender que este constructo es demasiado amplio y ambiguo.

Silva et al. (1997) proponen 2 grandes dimensiones bipolares, a) conducta prosocial-conducta antisocial y b) alta sociabilidad- baja sociabilidad. En sus investigaciones identificaron que la baja sociabilidad se asociaba a ansiedad social, timidez y retraimiento (que corresponde al factor interiorización en el modelo de Achenbach) mientras que el comportamiento antisocial aparecía vinculado a agresividad, obstinación, oposición a normas, a comportamientos delictivos (factor exteriorización en el modelo de Achenbach).

Utilizando el modelo propuesto por Achenbach, operacionalizado en el Child Behaviour Check List (CBCL) se llevó a cabo una investigación con niños de 6 a 12 años de diversas provincias argentinas, con el propósito de contar con datos epidemiológicos sobre salud mental infantil (Ministerio de Salud de la Nación Argentina, 2007).

Por otro lado, y en relación al interés por estudiar las disfunciones en las HHSS en adolescentes se fundamenta en que en esta etapa del crecimiento se producen sustanciales transformaciones en la personalidad, al mismo tiempo que se define una identidad sexual y personal independiente de los padres y se elabora un proyecto de vida (Castro Solano, 2000; Casullo & Fernández Liporace, 2001; Muuss, 1995; Obiols & Obiols, 2000). En esta línea, diversos investigadores consideran que la adolescencia es el período del ciclo vital en el que comienzan o se incrementan los problemas externalizantes (conducta antisocial, agresividad, violencia) e internalizantes (timidez, ansiedad social) (Inglés, Benavides, Redondo, García Fenández, Ruiz Esteban, Estévez & Huescar, 2009; Fariña, Vásquez, Mohamed & Novo, 2009). Sanabria y Uribe Rodríquez (2010) aclaran que estas conductas implican grandes costos sociales, económicos, familiares e individuales y que los comportamientos antisociales constituyen un fenómeno complejo y multicausal.

Los profundos cambios sociales, económicos y culturales que vienen produciéndose desde la segunda mitad del siglo XX han transformado los modos de vida de todas las etapas del ciclo vital y en especial los vínculos con los otros (Bauman, 2000; 2007), aunque se ha puesto énfasis en la etapa adolescente, periodo que ha sufrido la estigmatización con la marca de la psicopatología, la disfunción y el déficit. En el terreno concreto de las disfunciones de las HHSS se viene insistiendo en las últimas décadas en el incremento de comportamientos agresivos por un lado, y de los comportamientos de retraimiento, aislamiento y soledad por otro.

 

2. Acerca de la agresividad

 

La agresividad parece ser entonces uno de los componentes del comportamiento antisocial (Martorell, González, Ordoñez & Gómez, 2011; Muñoz, 2004). Existe amplio consenso entre los investigadores acerca de la naturaleza multicausal de la conducta antisocial, representando dentro de la psicopatología infanto-juvenil un problema para el diagnóstico y la intervención posterior al mismo (Muñoz García, 2004; Garaigordobil Landazábal, 2005). Conducta de agresión (Patterson, 1974), trastorno disocial (American Psychiatric Association, 1995), trastorno de conducta (Baum, 1993), son algunos de los conceptos que se utilizan para referir a este tipo de comportamiento.

La conducta antisocial se define como aquella que transgrede normas propias de un grupo y/o es una acción contra otros. Son conductas que presentan un signo disruptor en los diferentes ambientes en los que se desenvuelve el niño o adolescente. En la adolescencia algunos comportamientos frecuentes en esta línea son romper objetos de otras personas, o destruir objetos de lugares públicos, agredir a otros sujetos, falsificar calificaciones del colegio, no asistir a clase o llegar tarde intencionalmente, beber en exceso, consumir sustancias psicoactivas, “colarse” cuando hay que esperar un turno, ensuciar calles rompiendo botellas y arrojando basura, por citar solo algunas (Garaigordobil Landazábal, 2005).

Hoy existe acuerdo acerca de la influencia del contexto sociocultural en la adquisición y mantenimiento de la conducta antisocial; en la adolescencia es particularmente notable la incidencia del grupo de pares. Bandura (1974), con la formulación de la Teoría del aprendizaje social, es quien ha hecho sustanciales aportes al respecto.

Sin embargo, tal como expresa Garaigordobil Landazábal (2005) desde la década de los ’80, diversos estudios han puesto énfasis en la investigación de variables de personalidad, en interacción con factores socioculturales y ambientales. Estos estudios hacen referencia a características tales como impulsividad, agresividad, hostilidad, empatía o inestabilidad emocional.

Respecto a la identificación de los factores de riesgo responsables del inicio y mantenimiento de las conductas antisociales, la mayoría de las investigaciones incluyen factores tales como ambientales y contextuales (Williams, 1986; Bandura, 1974; Berkowitz, Parke, Leyens, West & Sebastian, 1978), factores sociales y económicos, como el desempleo y pobreza (Muñoz García, 2004), factores individuales, dentro de los cuales estarían incluidos los biológicos (Pfiffner, McBurnett & Rathouz, 2001; Robbins, 1996), evolutivos (Muñoz García, 2004), comportamentales (Serrano, 1983), factores psicológicos y de personalidad (Eysenck & Eysenck, 1978).

 

 

3. CONDUCTAS DE AISLAMIENTO Y RETRAIMIENTO

 

Desde la Psicología Social se ha estudiado la tendencia natural del ser humano a afiliarse, esto es, la búsqueda de compañía de otros (Casullo, 1998). Dicha búsqueda tiene como objetivo primordial garantizar la supervivencia en los comienzos de la vida. Bowlby (1983) hace referencia al compromiso de factores biológicos, o bien a un conjunto de refuerzos que determinan que el niño pequeño se apegue a la figura materna y, a la inversa, que la madre desarrolle apego hacia el niño, por la estimulación sensorial que recibe continuamente de éste.

Si bien la tendencia a afiliarse es lo esperable en el proceso de desarrollo, es cada vez más frecuente la consulta psicológica de sujetos que no logran concretar vínculos afectivos satisfactorios, y que presentan conductas de aislamiento y soledad. Este síntoma cobra mayor significación si se trata de un adolescente, pues es la etapa en que se ha de definir la elección de pareja y de un proyecto laboral. En tal caso se considera al aislamiento como un factor de riesgo que opera como un obstáculo para interactuar.

El aislamiento es la tendencia del sujeto a evitar vínculos psicosociales. Presentan mayor riesgo de padecer aislamiento sujetos tímidos, introvertidos, con baja autoestima, con HHSS pobres y la franja etárea de la adolescencia. Tanto el aislamiento como el retraimiento estarían indicando tendencias que, en términos de Achenbach (1966), se vincularían a los denominados problemas internalizantes. Ambos constructos aparecen asimismo ligados a sentimientos de vergüenza, timidez y ansiedad social (como sonrojarse o llorar). La literatura sobre el tema vincula el retraimiento y la ansiedad social con sentimientos de depresión y conductas de fobia social (Maestre, Moya, Edo, Mezquita, Ruipérez & Villa, 2009).

Casullo (1998), que ha investigado conductas de aislamiento y soledad con relación al suicidio en la adolescencia, enfatiza que el sujeto se constituye como tal, en función de múltiples vínculos interpersonales. Argumenta que el aislamiento es un fenómeno en alza en las sociedades industrializadas occidentales. En este contexto señala, con acierto, que la relación cara a cara ha sido sustituida por otro tipo de vínculos indirectos. En tal sentido se interroga “¿Parece que estamos solos a pesar de que somos objeto de una relación? ¿Es realmente éste el planteo más adecuado frente a los temas de soledad y aislamiento? (Casullo, 1998: 102).

Tapia, Fiorentino y Corroché (2003) estudiaron la variable aislamiento en 71 estudiantes secundarios de entre 14 y 17 años de la provincia de San Luis, Argentina. Los resultados van en la línea inversa a lo señalado precedentemente, ya que la mayoría de los examinados registraron bajos niveles de aislamiento y soledad, siendo menor el porcentaje de adolescentes con síntomas de esta índole.

 

4. El contexto en que vive el adolescente

 

En la actualidad, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) afirma que la pobreza en Argentina alcanza al 13,2% de la población, mientras que los estudios del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA, 2010) señalan que la pobreza afecta a un tercio de dicha población. Estas sorprendentes diferencias en apreciaciones encuentran una explicación metodológica que, como bien señala el Observatorio de la UCA, es en el fondo una cuestión política. Si bien desde mediados de 2009 comenzó a disminuir el número de sujetos categorizados como pobres e indigentes, de todos modos se estima que un 10-12% se sitúa en el nivel de indigentes y que un 30-33% de la población vive bajo la línea de la pobreza. Otros datos alarmantes son que el 8 % de niños presenta riesgo alimentario severo, el 30% de adolescentes que no termina la escuela secundaria, el 25% de población con infraestructura deficitaria y el 20% con déficit de comunicación que les impide insertarse en el mundo laboral (Según la UCA, 2010).

Diversos estudios sobre HHSS aportan evidencia empírica contradictoria acerca del efecto del contexto de pobreza en la adquisición de dichas habilidades. Pons-Salvador, Cerezo y Bernabé (2005) encontraron que adolescentes de ámbitos socialmente vulnerables mostraban estilos de personalidad marcados por mayor inhibición, sumisión y autodevaluación y déficits en HHSS respecto de los adolescentes de contextos sin vulnerabilidad. Al mismo tiempo, Trianes Torres, Cardelle-Elawar, Blanca Mena y Muñoz Sánchez (2003) han encontrado que adolescentes de 11 y 12 años residentes en contextos deprimidos de Andalucía obtuvieron puntuaciones superiores en HHSS apropiadas (expresividad emocional, tener amigos, capacidad de compartir, entre otros) que aquellos que vivían en zonas residenciales (Contini, Lacunza & Chein, 2010).

 

Los objetivos de este trabajo fueron:

 

1) Indagar si se registraban conductas de agresividad en los adolescentes de 11 y 12 años escolarizados de nivel socioeconómico (NES) bajo de San Miguel de Tucumán.

2) Identificar la presencia de conductas aislamiento y retraimiento/ansiedad en los participantes de este estudio.

3) Analizar si existían correlaciones entre las puntuaciones obtenidas en los tres factores del Cuestionario de Conducta Antisocial, CC-A (agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad).

4) Indagar si existían diferencias significativas en las puntuaciones obtenidas en el Cuestionario CC-A en función del género.

5) Describir el contexto socioeconómico (tipo de familia, nivel de educación y ocupación del jefe del hogar, posesión de bienes de consumo) e indagar qué relación existía entre dicho contexto y los comportamientos de agresividad, aislamiento y retraimiento evaluados con el Cuestionario CC-A.

 

 

5. Método

 

5.1. Participantes

 

La muestra intencional incluyó a 106 adolescentes, de 11 y 12 años escolarizados (55% de mujeres y 45% de varones), pertenecientes a NES bajo de San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina.

 

5.2. Materiales

 

Cuestionario de Conducta Antisocial CC-A (Martorell & González, 1992): está compuesto por 36 ítems, aplicables a adolescentes de 12 a 18 años, de autoadministración individual con cuatro opciones de respuestas (nunca, algunas veces, muchas veces, siempre). La estructura factorial del instrumento es tripartita. Catorce ítems evalúan aislamiento; catorce evalúan agresividad y ocho evalúan retraimiento/ansiedad.

Encuesta sociodemográfica: se indagó sobre nivel de ocupación y educación del Principal sostén del hogar (PSH), estructura del grupo familiar con el que convivía el examinado, lugar de residencia y posesión de determinados bienes. El NES – en este caso bajo -se determinó por la combinación de las variables Equipamiento del hogar, Nivel educativo y ocupacional del PSH y Nivel de hacinamiento en el hogar, en base a criterios propuestos por la Asociación Argentina de Marketing (2006).

 

6. Procedimiento

 

En función de las características de la población y la accesibilidad, se seleccionó una escuela pública, que según el Ministerio de Educación de la Provincia se encuentra situada en una zona donde habitan familias que viven bajo condiciones de pobreza. Se administró la encuesta sociodemográfica y el Cuestionario de Conducta Antisocial (CC-A), de Martorell y González (1992) –previo consentimiento informado - a todos los alumnos de 5º y 6º año de EGB 3 del turno mañana. Esta tarea fue realizada por miembros del equipo de investigación y alumnos de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), entrenados a tal fin. Los instrumentos se aplicaron en forma colectiva a todos los adolescentes, durante el horario de clase. Posteriormente se evaluaron los instrumentos y se procedió a realizar el análisis estadístico de los resultados con el paquete estadístico PAWS Statistics 18. Se efectuó un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas registradas, así como de los factores del Cuestionario de Conducta Antisocial. Se determinaron las frecuencias y porcentajes de cada uno de los factores categorizados en niveles, según el siguiente criterio: muy alto: puntajes brutos mayores en por lo menos dos desvíos del puntaje bruto promedio; alto: puntajes brutos mayores al puntaje bruto promedio en más de un desvío y menos de dos; medio: puntajes brutos mayores al puntaje bruto promedio en menos de un desvío; bajo: puntajes brutos iguales o menores al puntaje bruto promedio. También se calcularon correlaciones bivariadas (r) entre los tres factores del Cuestionario de Conducta Antisocial, y pruebas de diferencia de medias (t) entre varones y mujeres en cada uno de los factores mencionados.

 

7. Resultados

 

El primer objetivo de este trabajo fue indagar si existían conductas de agresividad en adolescentes de 11 y 12 años escolarizados de NES bajo de San Miguel de Tucumán. Para tal fin se llevó a cabo un análisis descriptivo del factor agresividad del Cuestionario CC-A (Martorell y González, 1992), obteniéndose en este factor una media de 27.97 y una desviación estándar (DE) de 7.54 (véase Tabla 1).

 

 

Analizando este factor se observó que las puntuaciones medias se encontraban entre 28 y 35, mientras que puntuaciones iguales o por debajo de 28 serían puntuaciones bajas; las situadas por encima de 35 corresponderían puntuaciones altas. De este análisis se registró que el 89.6% de los adolescentes de la muestra se percibían con un nivel medio o bajo de conductas agresivas; mientras que un 10.4% presentaba puntajes altos o muy altos en esta escala (véase Tabla 2).

 

 

El segundo objetivo fue estudiar si se registraban en los participantes conductas aislamiento y retraimiento/ansiedad. En el factor aislamiento los adolescentes alcanzaron una de 30.80, con DE de 5.21, mientras que en Retraimiento/ansiedad obtuvieron una de 17.17 y un DE de 4.76 (véase Tabla 1).

En el mencionado factor – aislamiento - las puntuaciones medias se encontraron entre 31 y 36; las puntuaciones bajas serían inferiores a 31 puntos; mientras que puntuaciones altas corresponderían a puntajes iguales o superiores a 37. Se registró entonces que el 88.6% de los adolescentes de la muestra se percibía con un nivel medio o bajo de conductas de aislamiento. Al mismo tiempo, se observó que un 11.3% de los adolescentes presentó puntajes altos o muy altos en este factor (véase Tabla 3).

 

 

En cuanto al factor retraimiento/ansiedad, las puntuaciones medias se encontraron entre 18 y 21; las bajas eran producciones iguales o inferiores a 17, mientras que las altas eran puntajes iguales o superiores a 22. De allí es que el 80.2% de los adolescentes de la muestra se percibieron con un nivel medio o bajo de conductas de retraimiento. A su vez, un 19.8% de adolescentes presentó puntajes altos o muy altos en este factor (véase Tabla 4).

 

 

El tercer objetivo fue analizar si existían correlaciones entre los factores agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad. Se observó que obtuvieron puntuaciones más elevadas en aislamiento ( = 30.8, DE = 5.21) que en agresividad ( = 27.97, DE = 7.54) y retraimiento/ansiedad ( = 17.17, DE = 4.74). Al correlacionar las dimensiones entre sí, se obtuvieron relaciones positivas significativas entre aislamiento y agresividad (rho = .225, p < .05), y entre aislamiento y retraimiento/ansiedad (rho = .306, p < .01), siendo en ambos casos mayores las puntuaciones en aislamiento (véase Tabla 5).

 

 

Con relación al cuarto objetivo, que apuntaba a estudiar si existían diferencias significativas entre las puntuaciones obtenidas en los factores del CC-A en función del género, se encontró que, si bien las puntuaciones medias eran levemente superiores en los tres factores en las mujeres, no se registraron diferencias significativas en ningún factor del CC-A (agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad) (véase Tabla 6).

 

 

El quinto objetivo fue describir la influencia del contexto socioeconómico en la conducta antisocial de los adolescentes participantes. Del análisis descriptivo de la encuesta sociodemográfica, se destacó que un 27% del PSH de los adolescentes era analfabeto, el 39% acreditaba estudios primarios completos, mientras que el 10% declaró secundario incompleto, el 17% secundario completo o terciario y un 7% no sabía el nivel de escolarización alcanzado por el PSH. En cuanto a ocupación del PSH se observó que un 47.2% era de baja calificación (obreros, cuentapropistas, changarines y albañiles), un 23.6% de empleados u operarios y un 22.6% trabajadores inestables, cartoneros o beneficiaros de planes sociales del Gobierno provincial. Las familias eran numerosas, estando un 20% de ellas conformadas con seis integrantes. Por último, no registraban acceso a bienes de consumo que impliquen confort en la vida diaria.

Los factores del CC-A (agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad) fueron correlacionados con variables sociodemográficas (nivel educativo y ocupación del PSH, número de personas que viven en la casa y acceso a bienes de consumo) obteniéndose resultados inferiores a .174, con niveles de significación superiores a .05.

 

8. Discusión

 

El presente estudio ha permitido profundizar el conocimiento de las disfunciones de las habilidades sociales de los adolescentes de 11 y 12 años de NES bajo de Tucumán, aportando información relativa a los comportamientos de agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad y la relación de estos factores con el género y el nivel económico social del examinado.

En relación al factor Agresividad, la proporción de adolescentes que presentan niveles medios o bajos de agresividad fue del 89.6%, lo que implica que, en sus relaciones interpersonales, tienen recursos para expresar sus opiniones o puntos de vista de un modo afirmativo, sin desconocer los derechos de sus interlocutores (dimensión agresividad, CC-A), es decir que se orientan hacia el polo de la prosocialidad (Silva et al., 1997). Sin embargo, un 10.4% de los adolescentes presentó un estilo agresivo de relacionarse con los otros. Este estilo se caracteriza por la obstinación y oposición a las normas. Este comportamiento estaría en la línea del denominado factor externalización en el Modelo de Achenbach y de los comportamientos antisociales en el modelo del Aspa. En la adolescencia el estilo agresivo se asocia a comportamientos tales como destruir objetos, pertenencia de otras personas, o bienes de la comunidad, ausencia injustificada del colegio, consumo excesivo de alcohol y/o sustancias (Garaigordobil, 2008). Resultados similares se obtuvieron en un estudio realizado sobre problemáticas de salud mental en la infancia, con niños y adolescentes de 6 a 12 años (Ministerio de Salud de la Nación Argentina, 2007), encontrándose que en la provincia de Tucumán un 11.9% registraba un nivel alto de agresividad, y un 7.6% un nivel muy alto.

En cuanto al factor Aislamiento, la proporción de adolescentes que no percibían comportamientos de aislamiento fue del 88.6%, dando cuenta que estos examinados contaban con recursos psicológicos para afrontar las relaciones interpersonales de un modo saludable, para sentirse a gusto en los vínculos con los otros y no evadir actividades o situaciones grupales, aspectos que se relacionan con lo que se denomina alta sociabilidad (Silva et al, 1997). Estos resultados van en la línea de los hallazgos de Tapia, Fiorentino y Corroché (2003), quienes encontraron bajos niveles de aislamiento en adolescentes escolarizados de San Luis (Argentina). Sólo un 11.3% de los adolescentes presentó insuficientes herramientas para sostener relaciones sociales asertivas, tristeza, tendencia a evitar situaciones de grupo, timidez, introversión y baja autoestima.

Con respecto al factor Retraimiento/ ansiedad, se encontró que el 80.2% de los adolescentes se percibía con un nivel medio o bajo de conductas de retraimiento y de ansiedad. Esto es, los adolescentes no autopercibían dificultades para vincularse con los pares, por el contrario se sentían seguros para establecer vínculos con los otros, contando con recursos psicológicos para afrontar situaciones sociales y de grupo. Sin embargo, un 19.8% de sujetos percibieron dificultades en los vínculos sociales, tales como sentimientos de vergüenza, timidez y ansiedad social (con conductas como sonrojarse o llorar), dificultades que van en la línea de los problemas internalizantes en términos de Achenbach (1966) y de la baja sociabilidad en términos del modelo del Aspa. Es que el retraimiento y la ansiedad social suelen presentarse asociados a sentimientos de depresión y conductas de fobia social (Maestre et al., 2009). Casullo (1998), en sus investigaciones con adolescentes de Buenos Aires, destaca que, en sociedades occidentales de corte capitalista, se observa una creciente emergencia de comportamientos de retraimiento, ligados al sentimiento de soledad que, muchas veces se asocia a cuadros más graves con ideaciones suicidas.

En el análisis de las correlaciones entre los 3 factores del Cuestionario CC-A (agresividad, aislamiento y retraimiento/ansiedad) se obtuvieron relaciones significativas positivas entre los factores aislamiento y agresividad. Es decir que cuando el adolescente asume un estilo agresivo en sus relaciones interpersonales, predominando sus intereses por sobre el de los demás, puede generar en el interlocutor comportamientos de rechazo; por ello, las nuevas oportunidades de vínculos se verán afectadas y conducirán al adolescente a comportamientos de aislamiento y de evitación del contacto con otros, a fin de prevenir el potencial rechazo.

Asimismo se encontró correlación positiva significativa entre los factores aislamiento y retraimiento. Ya se ha venido planteando precedentemente cómo ambos factores se vinculan a lo que se denomina baja sociabilidad (Silva, Martínez Arias & Generós Ortet, 1997) y van configurando un conjunto de características propias del adolescente inhibido, con dificultad para afrontar relaciones interpersonales satisfactorias. Si esta modalidad de vinculación persiste en el tiempo impactará en la autoestima dando como resultado un yo débil, escasamente autoafirmado.

Por su parte, en relación al género no se encontraron diferencias significativas en los factores del CC-A. Solo se observaron puntuaciones medias levemente superiores en los tres factores (agresividad, aislamiento, retraimiento) en las mujeres.

También los hallazgos obtenidos por Scandroglio, López Martínez y San José Sebastian. (2002) confirman una mayor participación femenina en conductas antisociales, con relación a las expectativas de rol más tradicionales. Garaigordobil Landazabal (2005) tampoco encontró diferencias significativas entre adolescentes varones y mujeres en el análisis de la conducta antisocial, observando sin embargo puntuaciones más elevadas en varones. Sin embargo, en investigaciones realizadas con púberes de 10 a 12 años de edad contradicen los hallazgos de la presente investigación (Garaigordobil, Alvarez & Carralero, 2004). Asimismo el estudio efectuado con adolescentes que pertenecían a pandillas se constataron diferencias significativas en la conducta antisocial según género, con puntuaciones más altas en varones que en mujeres (Cabrera, 2002).

Con respecto a las variables retraimiento y género, también en este punto las investigaciones evidencian resultados contradictorios. Por un lado, Zahn-Waxler, Shirtcliff & Marceau (2008) plantean que un amplio espectro de problemas de tipo internalizante en adolescentes, ligados a comportamientos de inhibición, inquietud, evitación y timidez se dan con mayor frecuencia en mujeres que en varones. Mientras que García y Orellana (2008), en un estudio con adolescentes de 12 a 19 años, concluyen que los varones presentan mayores niveles de aislamiento que las mujeres.

En cuanto a la relación entre el contexto socioeconómico (tipo de familia, número de hermanos, número de personas en el hogar, lugar que ocupa entre los hermanos, nivel de educación y ocupación del PSH y posesión de bienes materiales) y los comportamientos de agresividad, aislamiento y retraimiento, los análisis realizados no han mostrado que tales variables incidan significativamente sobre el comportamiento agresivo de los adolescentes, como así tampoco en los comportamientos de aislamiento y retraimiento. Contrariamente, el Ministerio de Salud de la Nación (2007) identificó una relación estadísticamente significativa entre el comportamiento antisocial con el NES: mayor presencia de estos comportamientos en el NES bajo comparativamente con el NES alto (Ministerio de Salud de la Nación, 2007).

Por ello, habría que tomar con precaución los resultados encontrados en la presente investigación pues falta información, al no responder los examinados a algunos ítems de la encuesta sociodemográfica, o bien tienden a hacerlo con marcada inconsistencia. Sería prioritario, asimismo continuar investigando de qué manera influyen otras variables familiares, tales como bienestar percibido por los padres, hábitos de crianza, modalidad de comunicación de padres con hijos, grado de estrés familiar, nivel de conocimiento de las necesidades propias del adolescente, reconocimiento al desempeño escolar y apoyo en otros ámbitos de la vida cotidiana, que permitan explicar la presencia de comportamientos agresivos (10.4%), de aislamiento (11%) y de retraimiento (19.8%) entre los participantes.

En este sentido, un tema que resultó particularmente sensible fue el brindar información sobre ocupación de los padres. Es que se trata de una población marcada por una situación de pobreza crónica, intensificada desde la crisis económica y social en Argentina de 2001; se incrementó la desocupación y en su lugar, se otorgaron planes sociales por parte del Estado. Con ello, estos subsidios ocultan la desocupación, cuestión que el adolescente no admite frente a un investigador externo. Por ello, se considera fundamental correlacionar los datos brindados por los adolescentes sobre ocupación y educación del PSH, con otras fuentes confiables.

Asimismo llama la atención la falta de correlación entre nivel de educación y ocupación del PSH con los comportamientos que indaga el cuestionario. Las dos variables citadas habitualmente se asocian significativamente al comportamiento de niños y adolescentes, tal como acreditan numerosas investigaciones desde el campo de la Psicología, de la Sociología y Economía (Sabeh, 2004; UNICEF, 2004; Kliksberg, 1994, 1995, 2002, 2006; Lacunza, Contini & Castro Solano, 2006; Ministerio de Salud de la Nación, 2007; Pucci, 2007). Las carencias económicas y laborales generan estrés que muchas veces impacta en los modos de vinculación entre los miembros del sistema familiar. Al respecto, Sabeh (2004) investigando calidad de vida en la infancia en distintos contextos culturales de Tucumán argumenta que cuanto mayor es el nivel cultural, mayor será la información que se tenga sobre los derechos y necesidades de los niños, y habrá mayor sensibilidad con relación sus problemáticas.

En síntesis, las HHSS en la adolescencia y sus disfunciones, han de ser comprendidas en términos de los procesos psicológicos, sociales, culturales e históricos en los cuales se participa y se ejercita (Vigotsky, 1988). Los alcances y límites de la presente investigación plantean la conveniencia de indagar con mayor profundidad otros tipos de variables mediadoras entre el nivel socioeconómico y las disfunciones en habilidades sociales (agresividad, aislamiento y retraimiento).

Una de las limitaciones es la del acceso a una muestra más amplia que contemple adolescentes de NES bajo que están fuera del sistema educativo. Otra limitación es el déficit de capacidad lectora de los examinados. Si bien se trata de una prueba de autoinforme, ha sido preciso llevar a cabo un control cuidadoso de las respuestas a fin de asegurar que los adolescentes hubieran comprendido el sentido de las frases. No obstante ello, se considera que puede haber un sesgo en las respuestas. Otro aspecto que opera como una limitación son las respuestas producidas por la deseabilidad social, tanto en las respuestas a la prueba como a la encuesta sociodemográfica; esta limitación podría ser subsanada en próximas investigaciones mediante el empleo de diferentes fuentes de información.

Por último, puede afirmarse que, a pesar de estas limitaciones, el estudio llevado a cabo ofrece resultados valiosos a ser tomados en cuenta por los responsables de las políticas sociales de Argentina; pueden ser de particular utilidad en la formulación de programas de promoción de comportamientos prosociales en el adolescente.

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Para citar este artículo:

Contini, E.N., Cohen, S., Coronel, C.P., & Mejail, S. (2012). Agresividad y retraimiento en adolescentes.

Ciencias Psicológicas VI (1): 17-28.

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