Introducción
En Uruguay, al igual que en el resto del mundo, los avances de la medicina y la aplicación de nuevas tecnologías, entre otras variables, han mejorado la sobrevida de los niños(*) con enfermedades o condiciones de salud graves, disminuyendo las tasas de mortalidad en todos los grupos etarios1. En forma paralela, en los distintos escenarios de atención pediátrica se percibe un aumento del número de pacientes con condiciones de salud crónicas complejas que amenazan o limitan sus vidas y que tienen necesidades especiales de atención en salud2,3.
Muy frecuentemente estos niños y adolescentes son portadores, en forma permanente o transitoria, de uno o más dispositivos de tecnología médica, como traqueostomía, gastrostomía, dispositivos de soporte ventilatorio, etc.4,5.
Particularmente en relación con los niños portadores de traqueostomía o soporte ventilatorio, o ambos, los equipos interdisciplinarios de cuidados paliativos pediátricos y otros, desarrollan una importante tarea de educación a los padres, cuidadores y a profesionales involucrados en la atención, entrenándolos para el manejo de éstos, incluidas las medidas iniciales a realizar frente a la aparición de complicaciones. De esta manera, los niños son dados de alta de la internación, cuando sus padres o cuidadores cuentan con los recursos materiales y las competencias básicas para el manejo en el hogar.
Para garantizar la continuidad asistencial de estos niños, en forma segura, es necesario que en todos los escenarios donde se asisten exista una infraestructura básica: acceso a fuente de oxígeno, dispositivo para realizar aspiración, material de reanimación, etc; competencias apropiadas de los cuidadores para realizar aspiración de secreciones respiratorias, cambio de cánula de traqueostomía, maniobras de reanimación básica, etcétera, y diseño de procedimientos especiales como: listados de materiales necesarios en las áreas de atención, protocolos de manejo de la traqueostomía (aspiración de secreciones, sujeción y cambios de cánula, cuidados del traqueostoma y la piel, etcétera), protocolos relativos a las condiciones de traslado, etcétera6.
La complejidad de la asistencia de estos niños con diversas comorbilidades determina también la necesidad de múltiples controles para estudios o tratamientos con los especialistas involucrados en su atención. Esto ocasiona al menos dos importantes consecuencias para la gestión de la atención. Por un lado, la necesidad de un coordinador o equipo coordinador del cuidado, de manera de racionalizar dichas consultas en un mismo día, “símil hospital de día”, o, cuando esto no es posible, implementar una hospitalización breve para la concreción del conjunto de las evaluaciones o tratamientos. Pero para hacer posible dichas consultas u hospitalizaciones, estos pacientes requieren ser trasladados desde un centro asistencial a otro, o, desde y hacia el domicilio. Cuando los traslados son parte del circuito asistencial de los pacientes (egreso hospitalario, concurrencia para hospitalización, consultas o tratamientos), aún cuando el destino o lugar de partida del traslado sea el hogar, son responsabilidad del sistema de salud. En todos ellos, el equipo profesional debe evaluar el riesgo y garantizar, al paciente y su familia, la continuidad en una asistencia segura, de calidad, y acorde al riesgo definido.
Es conocido que los traslados de pacientes generan de por sí una serie de incidencias mecánicas que pueden actuar desfavorablemente, descompensando la situación basal o aumentando la morbimortalidad7-11. La (Tabla 1) describe las posibles complicaciones determinadas por el traslado sanitario de pacientes pediátricos.
Categorización del riesgo para el traslado
El traslado sanitario de un niño portador de traqueostomía exige, en todos los casos, la evaluación clínica juiciosa de la condición general del niño para determinar el nivel de riesgo y el tipo de traslado necesario. La presencia de uno o más de los siguientes factores aumentan la posibilidad de ocurrencia de una complicación difícil de resolver durante el traslado, si no se cuenta con los profesionales capacitados y los recursos materiales apropiados: vía aérea de difícil manejo, hipotonía, cuello corto, infección respiratoria, comorbilidades (miopatía, antecedente de cianosis con los cambios de cánula), etcétera. La (Tabla 2) presenta una propuesta de categorización del riesgo y tipo de traslado recomendado, según la opinión de los autores.
Se define como traslado de alta complejidad o especializado el brindado a pacientes que necesitan cuidados especiales durante el mismo y que por su cuadro clínico requieren de asistencia de personal médico y de enfermería9. De acuerdo al decreto N° 319/016, si la distancia a recorrer es superior a los 400 km a dicha dotación, se deberá incorporar otro chofer y/o enfermero. En el caso en que el traslado se realice entre dos centros asistenciales, en todos los casos se debe realizar una coordinación entre los equipos asistenciales involucrados12,13.
La (Tabla 3) describe los recursos materiales necesarios para el traslado sanitario terrestre seguro de niños con condiciones de salud que amenazan o limitan sus vidas portadores de traqueostomía y la (Tabla 4) las medidas recomendadas a realizar en forma previa y durante los traslados14.
Conclusiones
En el marco del circuito asistencial, el traslado de niños con condiciones de salud que amenazan o limitan sus vidas, portadores de traqueostomía, es responsabilidad del equipo de salud y este debe garantizar la continuidad asistencial en forma segura y de calidad.
Los niños portadores de traqueostomía presentan diferentes niveles de riesgo de complicaciones durante los traslados, por lo que es necesaria una evaluación personalizada y pormenorizada para determinar el tipo de traslado adecuado.
En caso de presentar factores de riesgo para sufrir complicaciones, el traslado debe realizarse bajo la forma de traslado especializado.
Se describen los recursos materiales, humanos y las competencias imprescindibles para garantizar un traslado seguro acorde a las necesidades de los niños.