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Archivos de Pediatría del Uruguay

versión On-line ISSN 1688-1249

Arch. Pediatr. Urug. vol.85 no.2 Montevideo jun. 2014

 

HISTORIAS DE CONSULTORIO 
Arch Pediatr Urug 2014; 85(2)

Estimado colega: 

Los integrantes del Comité Editorial de la Revista de la Sociedad Uruguaya de Pediatría invitan a todos aquellos que tengan especial interés en participar de una nueva sección que formará parte de los ítems de la revista. 

La misma se llamará “Historias de consultorio”, la propuesta es crear dentro de la misma un espacio de interacción entre la especialidad y el médico. 

Por este motivo invitamos a todos lo que tengan interés en participar de la misma enviando las historias que deberán ser presentadas con el siguiente formato: 

  • Título 
  • No más de 1 carilla de extensión 
  • Referente a la pediatría (de consultorio/ internación/ visita domiciliaria/ telefónica) 
  • Agradable/Jocosa/Respetuosa/Educativa 
  • Sin indicar nombres o referencia alguna en la misma 

Sin más, y esperando una respuesta favorable, saluda muy cordialmente. 

 

Por un pelo 

Atender niños en ocasiones puede ser una cosa curiosa y no muy fácil. La pediatría y por ende los pediatras son la especialidad y los especialistas más versátiles de toda la vasta gama de médicos y medicinas. 

Muchas veces nos enfrentamos a situaciones y casos extraños y muy difíciles. Además de aplicar el razonamiento clínico que nos enseñaron nuestros maestros, y de conocer las evidencias que pautan una práctica adecuada, debemos necesariamente prestar atención a múltiples señales. Las mismas inicialmente pueden ser difíciles de descifrar. El entrenamiento en esta perspectiva que va un poco más allá de la lógica pura, puede lograr a veces buenos resultados. 

Por eso quiero contarles esta historia. 

Hace unos cuantos años atrás pasando visita en una institución privada recibí un ingreso. 

Era un rozagante bebé de 4 meses sanito, gordito, sonriente, con su mamá, con toda razón, extremadamente preocupada, ya que el mentado gordito tenía el cuarto dedo de la mano derecha azul, casi necrosado, sin pulso y muy edematizado. 

Se podrán hacer una idea de la desorientación y cara de asombro que la situación me produjo. A los ponchazos mi pobre cabeza quedó pensando en distintas posibilidades que vasculitis, trastorno de coagulación y un par de cosas más. Yo estaba atontada y somnolienta luego de una noche infame de bronquiolitis varias que maliciosamente desaturaban y como broche de oro me enfrento a este asunto tan complejo. 

Procedí a dejar un enorme listado de interconsultas y exámenes y como terminaba mi turno me puse la campera y salí corriendo al CHPR para llegar a la visita. 

Llegué sin aliento, apurada a ponerme la túnica y empezar la actividad del hospital. 

Abrí un caótico placard rebosante de artículos, fotocopias, libros, etcétera, que casi se venía abajo de tanta cosa y que compartía con un compañero muy leído. Cuando lo abrí se me cayó en la cabeza para luego quedar tendida en el suelo, brillante como una estrella, una revista de la SAP abierta en una página cuyo título cual letrero luminoso saltaba a viva voz: “Necrosis de quinto dedo de un lactante. A propósito de un caso”.  

Me tiré de cabeza y mis ojos se iban abriendo cada vez más cuando relataba la causa de este caso tan igualito al que había dejado hacia 15 minutos. 

¡Un pelo de la madre enredado en el dedo del bebe! Al leerlo me corrió un sudor frío por la espalda. Cerré como pude el famoso placard, me puse la campera y con la revista bajo el brazo salí a la carrera en busca del niño. 

Llegue gritando: ¡Nurse vení! ¡Traé una lámpara, una lupa y una pinza! La pobre me miraba con los ojos abiertos... y allí abajo en ese dedo negro encontré impactado el famoso pelo rubio de la madre... que también miraba la escena con asombro. Luego de cortarlo, dejé el dedito con compresas tibias, rogando a todos los santos que revirtiera el proceso. 

Cuando vuelvo al mediodía me encontré con el dedo rosado, la madre que me da un abrazo, la nurse que seguía asombrada y yo feliz y estupefacta, sentimiento este último que mantengo hasta el día de hoy, hace ya como 15 años. 

Todavía agradezco el gran desorden de ese placard y a la maravilla del azar, o fuerza superior, o lo que sea que hizo que se abriera la revista en ese artículo. 

 

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