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Archivos de Pediatría del Uruguay

On-line version ISSN 1688-1249

Arch. Pediatr. Urug. vol.76 no.1 Montevideo May 2005

 

EDITORIAL
Arch Pediatr Urug 2005; 76(1): 3-5

Noventa años de la Sociedad de Pediatría del Uruguay

LOS PEDIATRAS URUGUAYOS tenemos responsabilidades y necesidades que nos unen y la Sociedad de Pediatria es la institución que fundaron nuestros antecesores para organizarnos y poder compartir profesional y socialmente dichos anhelos y obligaciones.

Cada uno de nosotros tiene al inicio de su vocación un ideal a lograr, los años de formación y ejercicio profesional agregan esfuerzos, dificultades, frustraciones y éxitos.

La Sociedad es el lugar para sentirnos acompañados en ese camino con colegas de varias generaciones. Hoy después de 90 años de creada la SUP celebramos ese impulso perdurable de los fundadores.

La población uruguaya necesita a la Sociedad Uruguaya de Pediatría.

Nuestra voz y nuestro ejemplo pueden y deben contribuir a mantener el desarrollo de nuestro pais como ya lo hicieron ejemplarmente las generaciones anteriores de pediatras, hoy recordados emblemáticamente en la obra de Luis Morquio.

La vigencia de nuestra contribución al cuidado de la salud de los niños es hoy tan relevante como antes. Hoy sabemos más que entonces que la calidad de la vida adulta en la salud como en la enfermedad crónica, puede ser mejorada con intervenciones cada vez mas precoces, aun desde la vida fetal.

Cuidamos al niño que es el Padre del Hombre como poéticamente afirmaba William Wordsworth "The child is the father of the man."

Nuestra preocupación hoy es igual que ayer: ¿cómo podemos contribuir entre todos, con nuestras capacidades profesionales, al bien social de las familias uruguayas y cómo ayudarnos entre nosotros para ese fin?

Sin duda esa tarea necesita la máxima participación social, nuestra escucha permanente a las reales necesidades de las familias uruguayas y una contracción al estudio, a la creación de conocimiento y a la formación de capacidades adecuadas a dichas necesidades.

Nuestra Sociedad ha cumplido con esos cometidos, pero podríamos mejorar y para ello es necesaria una constante reflexión ética.

William Silverman, neonatólogo, investigador y eticista recientemente fallecido, llamaba desde sus editoriales a la reflexión sobre cuanto de lo que hacemos es "por el bien de quienes atendemos" y cuanto es "por nuestro bien". La corporación tiene simultáneamente ambos intereses y llevados por la angustia de ejercer nuestra profesión en un sistema de salud desordenado, sin una amplia reflexión y compromiso social, ese difícil equilibrio puede ser inclinado para favorecernos.

En todas las generaciones se plantean dificultades que agravan ese conflicto: la desprotección de muchos que no ven asegurado un futuro laboral o de quienes no pueden lograr un retiro digno, el sacrificio en formas de trabajo insalubres, la frustración de no disponer de instancias de formación, etcétera. Se recurre entonces al multiempleo, las actividades académicas resultan menos atractivas excepto para brindar un vano prestigio social, las tecnologías en el diagnóstico o tratamiento se sobrejerarquizan y se imponen debilitando la formación clínica integral y juiciosa. La pediatría se ejerce fragmentada en la misma medida que las familias recurren al "doctor shopping" sin confiar en un pediatra generalista que aconseje y de seguimiento integral al cuidado de sus hijos. Todo ello entra en conflicto con el buen ejercicio de la profesión para hacer el bien a los que debemos cuidar.

Las pediatras mujeres y madres, mucho más frecuentes ahora que entre nuestros antecesores, son contradictoriamente las mas desprotegidas. Las condiciones de formación y laborales penalizan a las pediatras madres forzándolas a hacer lo que ellas recomiendan que las otras madres no hagan. Muchas pediatras se restringen en la disponibilidad de tiempo con sus hijos o de lactancia prolongada. Saben que las escasas oportunidades laborales son impostergables y no se les presentarán luego del período inicial de crianza de sus hijos. En la carrera como pediatras solo pueden postergar sus anhelos de maternidad o sacrificarse el doble.

Esta reflexión debe también involucrar a la población, ya que sus exigencias están también deformadas por un mercado en el que los intereses comerciales de la industria farmacéutica y de servicios médicos influyen permanentemente generando demandas innecesarias que malogran el buen uso de los recursos, siempre limitados. Alcanza con mirar el mercado de fórmulas infantiles en un país con un tradicional acceso a leche fluida de la más alta calidad o recordar el gasto en antibióticos innecesarios o comprobar el creciente sobreuso de los sistemas de emergencia médica que fragmentan la atención de un niño.

El síndrome de "lepedí-lopasé", descrito por Fernando Mañé Garzón, también nace de esa demanda de la población por los exámenes paraclínicos innecesarios o inoportunos y la creencia que la mejor atención es igual a hiperespecialización y polifarmacia. Si bien el sistema asistencial público y privado hace ingentes esfuerzos por reducir los gastos injustificados, su actitud es meramente restrictiva y no proactiva. Nuestra Sociedad junto con la población deben aspirar a que se premie la calidad de la atención y los méritos profesionales y eso debe estar reflejado en las remuneraciones y mejores condiciones de trabajo.

En esta celebración estamos con la Facultad de Medicina en todas sus Cátedras de Pediatría y en el Instituto de Pediatría junto al Ministerio de Salud Publica, donde se debaten los lineamientos para darles a los profesionales la formación más adecuada a las necesidades y recursos humanos y materiales disponibles.

Pero la formación es responsabilidad de todos.

Mañé en su Memorabilia cita a Teodoro Vilardebó, primer médico uruguayo: "El ocio del médico debe emplearlo en el estudio y la meditación". No obstante, pocos médicos tienen ese tiempo en sus hogares y menos aún si tienen niños pequeños esperando a su madre o a su padre después de una guardia, que es lo habitual entre las edades de 25 y 40 años.

La SUP ha emprendido nuevos caminos para la extensión docente. Estas experiencias han sido muy exitosas a través de sus Comités, Boletines, Reuniones Científicas, Congresos, actividades de Educación Permanente en todos los departamentos del país y Archivos de Pediatría.

Pero Archivos de Pediatría tiene otro cometido aún más importante. Los buenos y malos momentos de la pediatría nacional como en las demás disciplinas médicas se han reflejado en su producción científica, que selecciona y pública en su revista Archivos de Pediatría. Debe competir con la repetición acrítica de lo que otros países publican para sus propias realidades asistenciales y prioridades y exigirse cada vez más en los momentos de crisis de la investigación clínica.

Al comenzar la última década del primer siglo de nuestra sociedad tenemos, en comparación con los colegas fundadores de la SUP, la gran ventaja del acceso libre y gratuito a fuentes inagotables de información y medios de comunicación.

Pero la facilidad en el acceso a la información no es suficiente si no hay un aprendizaje compartido con los colegas y con las familias, como parte natural de nuestra forma de trabajar.

Se necesitan más iniciativas de formación continua y sólo serán posibles si se modifican los ámbitos y tiempos de trabajo, incorporando en ellos más oportunidades de estudio con Bibliotecas y las modernas herramientas de la informática y la telemática.

En el lugar de trabajo debería existir siempre un ámbito de estudio y el tiempo de estudio debería ser remunerado como tiempo de trabajo. La calidad de la atención de los niños uruguayos depende de nuestra formación profesional permanente y de nuestra capacidad de colaborar entre todos.

En este 90º aniversario de la SUP celebramos todos los encuentros en las que los pediatras podemos comunicarnos y compartir nuestros anhelos y esfuerzos para bien de los niños y sus familias.



Prof. Dr. José Luis Díaz Rossello



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