“La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. De esta forma, Eduardo Galeano recordaba la respuesta que el cineasta argentino Fernando Birri le ofrecía a un estudiante colombiano que le había preguntado sobre el significado de la utopía en un encuentro realizado en Cartagena de Indias.
Si bien en La República de Platón se esbozaban las ideas de una sociedad ideal, es el escritor y humanista inglés Thomas More, en 1516, quien retoma el término de origen griego (ou: no; topos: lugar) para designar un lugar que no existe, pero al cual debemos aspirar, llamándolo utopía.
Así avanzamos los seres humanos, soñamos un futuro, caminamos hacia él, y cuando estamos por alcanzarlo, surgen nuevos sueños. En ese camino dejamos las huellas de un transitar que no siempre es fácil. La magia de los números nos suele recordar fechas que se transforman en etapas y períodos, estas constituyen un buen pretexto para realizar un alto, observar el trayecto realizado y proyectarse detrás de nuevos horizontes.
La consolidación de la cardiología en Uruguay se establece a partir del primer tercio del siglo XX con el impulso de médicos visionarios especialmente dedicados al progreso de la misma. El Dr. Montes Pareja, que introdujo el primer electrocardiógrafo en nuestro país, y el Dr. Roberto Velasco Lombardini, acompañados de la inquietud de un conjunto de colegas que en sus comienzos se reunían en la casona de Durazno y Juan M. Blanes, crean la Sociedad Uruguaya de Cardiología (SUC) en 1948. La mencionada casona con el tiempo se transforma en la Fundación Procardias, que continúa hasta nuestros días.
Una larga lista de prestigiosos y queridos cardiólogos han dejado lo mejor de sus años de vida al servicio de los pacientes, cada uno de ellos merece el reconocimiento de la SUC y de la comunidad médica en general. Es de esperar que en un futuro no muy lejano podamos concretar dicho reconocimiento.
En el Uruguay de hoy los cardiólogos debemos sintetizar nuestros sueños e identificar el horizonte. Hacia allí nos dirigiremos. Seguramente formarán parte de los sueños el deseo de cultivar los valores del humanismo en el ejercicio de la profesión médica, insistir en todos los aspectos vinculados a la ética, incentivar la generosidad en el intercambio científico y realizar los máximos esfuerzos para alcanzar una formación acorde a las exigencias, en un contexto laboral que nos permita desarrollarnos como profesionales para brindar la mejor asistencia a nuestros pacientes.
En un estudio cualitativo realizado recientemente por la socióloga Verónica Massonier, a solicitud de la SUC, con la intención de extraer elementos que nos permitan trabajar en una futura recertificación, se entrevistaron a poco más de 50 cardiólogos.
Este trabajo nos permite extraer conclusiones de suma importancia en relación al grado de satisfacción con la especialidad, las actitudes y la disposición hacia la formación, la calificación de los vínculos con la SUC y las expectativas de la recertificación.
Con estos elementos construiremos los diferentes escenarios del mañana, ya que muchos de los aspectos analizados resultan esenciales para comprender las variadas formas de percibir la realidad.
El futuro deberá encontrarnos dispuestos a trabajar en conjunto, más allá de las diferencias, y a saber identificar los objetivos superiores hacia los cuales debemos dirigirnos. De esta forma daremos continuidad a la SUC, en donde esperamos aportar lo mejor de cada uno al servicio de los pacientes y de la cardiología en la construcción de una nueva etapa luego de transcurridos 70 años de vida.
El escritor francés Anatole France (1844-1924), defensor de causas humanitarias, de derechos civiles y de los trabajadores, definía la utopía como el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor.
Hacia allí debemos dirigirnos.