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Revista Uruguaya de Cardiología

versión On-line ISSN 1688-0420

Rev.Urug.Cardiol. vol.20 no.2 Montevideo  2005

 

Comentario Editorial

IMPORTANCIA DE LA ANATOMÍA EN EL TRATAMIENTO CURATIVO DE LA FIBIRILACIÓN AURICULAR

Dr. Walter Reyes Caorsi, FACC

 

La Fibrilación Auricular (FA) es el trastorno del ritmo cardíaco más frecuente y su presencia aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de accidente vascular encefálico, principales causas de muerte en nuestro país. La FA es responsable de una cuarta parte de los accidentes vasculares encefálicos en las personas de edad avanzada y la mortalidad vinculada a esta arritmia, no solo es mayor en los pacientes que la padecen comparativamente con pacientes en ritmo sinusal, sino que ha aumentado en las últimas décadas. Además, la incidencia de FA aumenta con la edad, desde menos de 1% en los menores de 60 años a aproximadamente un 10% en mayores de 80 años (1-4).

A pesar que algunos ensayos clínicos parecen demostrar que una estrategia de control de la frecuencia y anticoagulación tiene resultados similares a una estrategia de control del ritmo (5), el mantenimiento del ritmo sinusal sigue siendo un objetivo clínico trascendente en muchos pacientes. Los recursos farmacológicos empleados hasta el momento para mantener el ritmo sinusal no solo no han demostrado eficacia en el mediano y largo plazo sino que también implican riesgos (6-8), siendo estos, quizás, algunos de los factores que han condicionado el resultado de los estudios anteriormente mencionados.

A través del desarrollo de ciertas técnicas quirúrgicas, como la llamada del "laberinto" descrita por Cox (10), se demostró que modificando el sustrato anatómico auricular creando líneas de bloqueo que alteran la conducción intra-auricular del impulso e impiden el funcionamiento de circuitos de reentrada, se puede curar la FA. El intento de Swartz (11) de crear estas líneas de bloqueo con catéteres no tuvo trascendencia clínica por sus dificultades técnicas, pobres resultados e incidencia de complicaciones, pero sin dudas marcó el inicio de un camino, demostrando el concepto que con catéteres de ablación y fuentes de energía convencionales, aplicando lesiones en las aurículas podía curarse la FA.

Realmente ha sido luego del trabajo de Haissagerre y col. (12), quienes enfocaron la atención sobre los factores desencadenantes de la arritmia poniendo en evidencia la trascendencia de las venas pulmonares en la génesis de la FA, que el tratamiento curativo de la FA mediante ablación por catéter se ha desarrollado. Este autor demostró que los episodios de FA son desencadenados en su enorme mayoría por extrasístoles auriculares y que estas frecuentemente se originan en las vainas de músculo cardíaco que rodean la desembocadura de las venas pulmonares en la aurícula izquierda. Esta original observación llevó inicialmente al desarrollo de la ablación focal, eliminando mediante aplicaciones de radiofrecuencia los focos gatillo dentro de las venas pulmonares (13,14). Sin embargo, diversos aspectos, como la imposibilidad de detectar todos los focos, la aparición posterior de otros o la incidencia de complicaciones, ej: la estenosis de las venas pulmonares, limitaron la eficacia de esta técnica. La demostración por los mismos autores (14) que la actividad eléctrica de las venas pulmonares se trasmite a la aurícula a través de ciertas vías preferenciales que no ocupan toda la circunferencia de la vena, y que ésta podía ser eléctricamente aislada de la aurícula izquierda con aplicaciones de radiofrecuencia en el ostium de estas venas, ha sido el hecho clave que condiciona las técnicas actuales de ablación de la FA, en pleno desarrollo y expansión (15,16).

Independientemente de la técnica utilizada el objetivo de la ablación es desconectar eléctricamente las venas pulmonares de la aurícula izquierda, interrumpiendo las conexiones musculares entre ambas. A pesar que estas conexiones musculares fueron descritas hace casi 100 años por Keith y Flack (17), recién 50 años después fueron estudiadas con más detalle (18) y solo en los últimos años y a través del desarrollo de la ablación de la FA, han atraído nuevamente la atención y han servido de fundamento a la técnica. Los estudios, fundamentalmente histológicos, recientemente publicados, han evidenciado que estas prolongaciones de músculo atrial hacia las venas tienen un trayecto circular o en espiral, configurando en instancias "ramas" en dirección oblicua o longitudinal y se topografían por fuera de la pared venosa, debajo de la adventicia (19). Estos trabajos también confirman que estos haces musculares no ocupan toda la circunferencia del ostium venoso, sino ciertos segmentos, sugiriendo que la ablación a nivel ostial de estos sectores solamente sería suficiente para desconectar eléctricamente las venas (20). No se han descrito diferencias histológicas significativas entre pacientes con y sin historia de FA más allá de un cierto mayor grado de fibrosis en estos últimos. Sin embargo, recientemente se ha mostrado la presencia de células P, células transicionales y células de Purkinje en venas pulmonares humanas de pacientes con FA (21). No existen trabajos de anatomía macroscópica.

Pero los focos generadores de FA no se originan solamente en las venas pulmonares sino que pueden hacerlo a partir de otras zonas de conflicto anátomo-electrofisiológico. Lin y col. (22) en 244 pacientes con FA paroxística encontraron 68 (28%) con focos no relacionados a las venas pulmonares, de los cuales casi una tercera parte (27%) se topografiaban a nivel de la Vena Cava Superior (VCS). Algunos estudios histológicos comprobaron la existencia de prolongaciones de músculo atrial sobre las venas cavas, similares a las descritas en las venas pulmonares (23). Sin embargo, no existen estudios macroscópicos descriptivos de la anatomía de la unión cavo-atrial.

El estudio de Laza y col. (24) publicado en este número de la Revista Uruguaya de Cardiología describe macro y microscópicamente la unión vena cava superior-aurícula derecha y las características de las prolongaciones de músculo atrial sobre la vena cava superior, siendo una contribución trascendente al conocimiento de esta región y teniendo implicancias clínicas indiscutibles.

Laza y col. estudiaron los bloques cardiopulmonares de 43 cadáveres fijados, utilizando en la solución fijadora nitrato de potasio, un hecho que según mencionan los autores, permite una más precisa identificación macroscópica de las fibras musculares. Con esta salvedad, lograron identificar músculo cardíaco sobre la pared venosa en todos los casos, cuando un trabajo similar, pero basado en un análisis histológico, de Kholová y Kautzner (23) lo hizo solo en 19 de 25 casos, de los cuales 4 de 7 con antecedentes de FA. Laza y col. describen estos haces musculares como envolviendo a la vena de abajo arriba y derecha a izquierda en su cara anterior y de arriba abajo e izquierda a derecha en su cara posterior con un patrón de distribución discontinuo y fenestrado en la mayoría. Las restantes características microscópicas descritas por Laza y col. son coincidentes con los hallazgos microscópicos de Kholová: altura de las fibras, orientación, ubicación periadventicial (a diferencia de la subadventicial, descrita en las venas pulmonares[19]). Laza y col. estudiaron además la unión cavo-atrial en 19 casos y demostraron la presencia de vías de entrada preferencial en todos, en número de 2 a 4 en cada caso; Kholová estudió la unión cavo-atrial en 5 casos, demostrando en 4 de ellos la continuidad a ese nivel del músculo atrial con la vaina muscular pericava. Laza y col. analizaron además la topografía de estas conexiones mostrando que son más frecuentes en los cuadrantes anteriores, 100% presente en el izquierdo y 84% en el derecho; siendo su presencia menor en los posteriores, 53% en el derecho y 10% en el izquierdo. Goya y col. (25) en un estudio descriptivo de las características electrofisiológicas de la vena cava superior y sus conexiones eléctricas con la aurícula, dividen la misma de diferente manera (anterior, posterior, lateral y septal), resultando difícil por este motivo correlacionar esos datos electrofisiológicos con los hallazgos anatómicos del presente estudio. Tampoco resulta sencillo correlacionar estos datos anatómicos con las características electrofisiológicas de la vena cava superior descritas por Rivara y col (26) en trabajo anterior del mismo grupo. Aunque se trata obviamente de poblaciones diferentes, sería muy interesante que los investigadores revisaran los datos electrofisiológicos presentados anteriormente y los compararan con los datos anatómicos obtenidos.

Merece también destaque la información presentada en cuanto a la relación anatómica entre la vena cava superior con el nervio frénico y la topografía del nódulo sinusal; esta última fue determinada en 17 de los 32 casos en los cuales se buscó, ubicándose en 6 en la pared de la vena, en 8 en la unión veno-atrial y en 3 en la aurícula derecha, predominando en los sectores posteriores. Esta información es relevante para el tratamiento mediante ablación de arritmias originadas en la zona del nódulo sinusal o sus vecindades.

En resumen, este trabajo presentado por colegas del Departamento de Anatomía y del Departamento de Cardiología de la Facultad de Medicina constituye un aporte valioso, con información inédita, de indudable interés para quienes se dedican al tratamiento intervencionista de las arritmias cardíacas.

 

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