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Revista Médica del Uruguay

versión impresa ISSN 0303-3295versión On-line ISSN 1688-0390

Rev. Méd. Urug. vol.34 no.4 Montevideo dic. 2018

 

EDITORIAL

En homenaje al Dr. Tito Pais

In tribute to Dr. Tito Pais

Em homenagem ao Dr. Tito Pais

Stella Gutiérrez

Walter Pérez


Con este número 4 de la Revista Médica del Uruguay se cierra el volumen número 34, correspondiente al año 2018. Los artículos originales e inéditos de este volumen concursarán por el Premio Revista Médica del Uruguay - Laboratorio Roemmers, que en esta oportunidad se celebrará en homenaje al Dr. Tito Pais.

Tito Pais Figueira nació el 7 de setiembre de 1944 en Montevideo. Obtuvo el título de Doctor en Medicina a los 27 años y desde muy joven tuvo una intensa militancia gremial y política.

En 1975, fue encarcelado por la dictadura hasta 1978, cuando fue conducido al aeropuerto, donde lo esperaban su esposa Mary y sus tres hijas de 4, 6 y 8 años.

Viajaron juntos a Holanda, país que le había ofrecido la condición de refugiado político. Allí la familia comenzó a reconstruir su vida. Primero aprender un idioma, encontrar un lugar donde vivir y criar a las niñas, y luego reinsertarse en la pediatría. Fueron a vivir a Harmelen, un pequeño pueblo a 40 kilómetros de Ámsterdan, y poco después, gracias a un médico holandés que conocía y admiraba a Caldeyro Barcia, pudo continuar su formación y luego trabajar en el Hospital de Niños Wilhelmina en Utrecht, obteniendo el título de Especialista en Pediatría de la Real Sociedad de Medicina de los Países Bajos, en 1984.

A la caída de la dictadura, Tito y su familia, con dos de las niñas ya adolescentes, retornaron a su país, reintegrándose con entusiasmo a lo que habían dejado diez años atrás. La Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina revalidó su título de pediatra en 1986 y obtuvo por concurso de oposición un cargo de Residente de Pediatría del Ministerio de Salud Pública, con funciones asistenciales y docentes. Luego fue Profesor Adjunto (Grado III) de Clínica Pediátrica y más tarde le fue conferido por competencia notoria el título de especialista en el recientemente creado Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria, del que fue Profesor Agregado.

Recordamos a Tito entrando al Hospital Pereira Rossell en su bicicleta y devolviendo los saludos de sus compañeros. Los que estábamos estudiando para pediatras disfrutábamos de su trato directo y horizontal. Con Tomas Fleitas habían escrito el libro Encares pediátricos, que era lectura obligada para nosotros.

Tito marcó un antes y un después en la Medicina, como pediatra y como docente. Dedicó su vida a jerarquizar el rol del primer nivel de atención en el cuidado de la salud del niño en el seno de su familia. Enseñó con su ejemplo el arte de saber escuchar en la consulta pediátrica utilizando las señales invisibles que permiten crear vínculos con el niño y su familia, armando una red de confianza. Sabía mirar a los ojos, estrechar una mano, palmear un hombro con cariño. Estaba atento al lenguaje no verbal en la consulta y en el domicilio. Le encantaba la enseñanza de los temas prevalentes de la consulta pediátrica, como los cólicos del lactante, los problemas iniciales que surgen cuando la mujer va a amamantar por primera vez, la erupción dentaria, el sueño del niño, los logros del crecimiento y desarrollo. Identificó al “paciente olvidado” de la pediatría en aquellos años, el adolescente, y creó centros de atención para ellos. Apuntaba a la familia, a los padres con toda la paciencia, ya que de ellos dependía el bienestar y la calidad del desarrollo del niño.

En el CASMU fomentó la creación de consultorios en diferentes barrios, allí donde las familias vivían. Los padres y niños lo adoraban. Era un pediatra de verdad. Controlaba muchísimos niños en su consulta, pero también iba a domicilio a ver a sus pequeños cuando ellos se enfermaban.

Como profesor de facultad, en los centros de Tiraparé y Giordano, se destacaba en la relación con sus colegas mediando cualquier conflicto que se produjera. Sabía trabajar en equipo. Ejercía gran actividad docente con pregrados y posgrados de Pediatría incorporando los talleres lúdicos y el rol playing como estrategias de enseñanza. Fue un magnífico investigador en el área del primer nivel de atención con publicaciones científicas y textos de enseñanza.

Instrumentó la internación domiciliaria en el CASMU, sistema que años después fue incorporado por otros prestadores. Él mismo se ocupaba de ella en su inicio. Incorporó la formación del posgrado de Pediatría en un ambiente diferente como el CASMU, con lo que empezaron a formarse pediatras en la institución bajo su supervisión.

A pesar de la tremenda carga de trabajo, tenía tiempo para nadar y correr maratones, al igual que para bailar tango con Mary, su señora, excelente pareja tanguera. Sentía una gran pasión por su casa de La Paloma, refugio al que iba con su señora e hijas y donde también invitaba a sus amigos para un asadito.

Ocupó diferentes cargos en el CASMU, como miembro de la Junta Directiva, como secretario y como presidente, además de desempeñarse en el Sindicato Médico del Uruguay, que le confirió la Distinción Sindical al mérito docente, gremial y en el ejercicio profesional en 2009.

Fue siempre un luchador, en la prisión, luego en el exilio y de vuelta en su país. El Ruso Ivanier, uno de los muchos amigos que lo acompañaron, nos contaba que en su lucha contra el cáncer fue intervenido por el Dr. Estrugo, quién lo controlaba estrechamente.

En su domicilio, rodeado por el cariño de su esposa, hijas, yernos, nietos y algunos amigos pasó la última etapa de su enfermedad, siempre sonriendo para no preocuparnos. Regalaba libros de medicina a los practicantes que concurrían a su domicilio para administrarle medicación. Se despidió con tiempo de cada uno de nosotros.

Falleció el 4 de mayo de 2011 a los 66 años.

Nos dejó un riquísimo legado. El Centro de Referencia de Adolescentes del CASMU, situado en el Parque Batlle, lleva su nombre.

Gracias, Profesor, por todo lo que nos dejó.

Stella Gutiérrez Walter Pérez

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