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Antropología Social y Cultural del Uruguay

versión On-line ISSN 1510-3846

Antropol. soc. cult. Urug. vol.12  Montevideo  2014

 

 

Uruguayos en Argentina: aportes para la comprensión del proceso inmigratorio

 
Zuleika Crosa

 

Licenciada en Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires. Doctoranda, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. zuleikacrosa@hotmail.com

 

Enviado: 21/02/14 – Aprobado: 20/05/14

 

 

RESUMEN

La cuestión migratoria, y sus distintas facetas, requiere un análisis que contemple distintos enfoques disciplinarios: demográficos, geográficos, históricos, sociológicos y antropológicos. Entre todos marcan una agenda para su investigación.

En este artículo reconstruimos el proceso inmigratorio vivido por los uruguayos en Argentina mostrando sus particularidades. Por un lado, realizamos un recorrido que retoma el aporte de diversas investigaciones para conocer el proceso a nivel macro. Por otro lado, presentamos nuestro estudio etnográfico, según los parámetros de la Antropología Social, que nos permitió

dar cuenta de las manifestaciones de la colectividad, la vida colectiva cotidiana y los protagonistas que la sustentan.

 

Palabras clave: migraciones internacionales, uruguayos en Argentina, proceso inmigratorio, etnografía.

 

ABSTRACT

The immigration issue and its various facets, requires an analysis that considers different disciplinary approaches: demographic, geographic, historical, sociological and anthropological. Among all make an agenda for research.

In this paper we reconstruct the immigration process experienced by uruguayans in Argentina showing its peculiarities. On one hand, we traverse that takes input from various researches to know the process at the macro level. Furthermore, we present our ethnographic study, according to the parameters of Social Anthropology, which allowed us to account for the manifestations of the collective, everyday life and collective actors that support it.

 

Keywords: international migration, uruguayans in Argentina, immigration process, ethnography.

 

Introducción

 

Diversos estudios se han ocupado de analizar las migraciones de uruguayos en el mundo. Dutrenit Bielous (2006) constituyó una referencia importante para el conocimiento del exilio político. En su compilación destacamos, entre otros, el trabajo de Merklen y Allier Montaño (2006) acerca de la comunidad de exiliados uruguayos en Francia.

Diconca y Campodónico (2007), reunieron distintos trabajos etnográficos para el estudio de la emigración desde el país de origen y de la diáspora en Australia, España, Suiza y México.

Sosa Gonzáles (2011) destacó los estudios realizados en Brasil; las contribuciones del Núcleo de Antropología y Ciudadanía de la Universidad Federal de Río Grande do Sul en relación con los uruguayos en las ciudades de Porto Alegre y Pelotas, entre otras.

La propia Sosa Gonzáles (2011) trabajó en cinco ciudades de inmigración uruguaya desde la década de 1960 (Porto Alegre, Río Grande, Pelotas, San Pablo y Río de Janeiro).

Zeballos Videla (2005) analizó las construcciones de sentido entre uruguayos emigrados a Australia entre 1968 y 1980. Luego indagó en las prácticas y narrativas entre los habitantes del asentamiento Elo Dourado, región rural de la ciudad de Porto Alegre (Zeballos Videla, 2009). Por último, amplió el universo de destinos de la emigración uruguaya incorporando Florianópolis y Porto Alegre en Brasil y Cataluña en España (Zeballos Videla, 2013).

Moraes Mena (2010) buscó analizar las representaciones sobre la nación uruguaya a partir de las prácticas políticas trasnacionales de los inmigrantes uruguayos en España.

Por su parte, surgieron una serie de análisis acerca de las políticas migratorias en Uruguay (Supervielle, 1989; Aguiar, 1990; Taks, 2006; Stuhldreher, 2011).

Con respecto a la inmigración uruguaya en Argentina Porta y Sempol (2006) presentaron algunas escenas posibles del exilio en Argentina entre los años 1964 y 1983. Balan (1985) analizó las migraciones internacionales en el Cono Sur latinoamericano y Darré (2007) hizo lo propio desde una perspectiva psicológica.

Pellegrino (2000), desde la Demografía, desarrolló diversas investigaciones y organizó un equipo de investigación sobre la temática radicado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

Sin pretender agotar la enumeración de investigaciones realizadas culminamos destacando el trabajo de Bertoncello (2001) quien mostró la existencia de una intensa y permanente movilidad entre Argentina -en particular en el Área Metropolitana de Buenos Aires- y Uruguay, cuyas causas se vinculan con los procesos de integración económica pero también con la larga historia de migraciones y movilidad general entre ambos países.

En este trabajo indagamos en el proceso inmigratorio vivido por los uruguayos en Argentina retomando las investigaciones realizadas en Argentina y Uruguay desde las distintas Ciencias Sociales y los datos censales. Luego abordamos nuestra labor etnográfica para presentar a la colectividad uruguaya: su vida colectiva, su movimiento asociativo y el perfil de sus miembros.

 

Metodología

 

La información relevada en este trabajo,1 se obtuvo mediante el trabajo de campo de tipo etnográfico que incluye observación participante, entrevistas etnográficas, conversaciones focalizadas, consulta y análisis de fuentes secundarias y bibliografía.

El trabajo de campo, realizado entre los años 2004 y 2012, tuvo lugar, sobre todo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, donde se concentra la gran mayoría de inmigrantes uruguayos en Argentina, según los censos poblacionales de ese país.

Nuestra participación en eventos y viajes organizados por las agrupaciones que formaron parte de nuestro estudio nos permitió entrar en contacto con asociaciones de otras ciudades -Concordia (Entre Ríos), la Plata y Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires)- y en algunos casos entrevistar a sus miembros y líderes. A raíz de la profusa vinculación virtual entre estos grupos, accedimos también a redes que incluyen asociaciones radicadas en países como España, Francia y Brasil.

tuvimos distintos interlocutores. En el movimiento político entablamos relación con los líderes y con los miembros. En el movimiento social (más acotado en cuanto a la cantidad de integrantes) recurrimos generalmente a los líderes (es decir, quienes fundaron y organizaron este tipo de grupos). En el movimiento ciudadano y artístico (compuestos por grupos de mayor envergadura como el Consejo Consultivo de Buenos Aires, las murgas y las comparsas) pudimos acceder a otros agentes de estas organiza-ciones más allá de sus líderes. Así reconstruimos el perfil general de este grupo, solo teniendo en cuenta a las personas de nacionalidad uruguaya. Pero es habitual encontrar argentinos que participan, por distintas razones.

Por último, además de la consulta y análisis bibliográfico indagamos en distintas fuentes secundarias (estadísticas y datos provenientes de las instituciones oficiales del Estado argentino y uruguayo y de las oficinas diplomáticas.

Otro tipo de fuentes no oficiales fundamentales han sido las producidas por los propios agentes, vale decir, la colectividad uruguaya en Argentina (documentos, boletines, gacetillas, correos electrónicos, páginas web y blogs).

Las unidades de observación elegidas fueron las organizaciones político-partidarias, asociaciones de residentes, casas culturales y grupos literarios y artísticos. Ninguna de estas organizaciones se conformó específicamente para alcanzar algún tipo de ganancia material, por lo tanto podemos definirlas como asociaciones voluntarias. Las unidades de análisis fueron definidas como el conjunto de relaciones dentro y entre los distintos grupos, con el conjunto de la colectividad uruguaya a quien van dirigidas sus acciones, participen o no del movimiento asociativo. Además se tomaron en cuenta las relaciones establecidas con otros grupos de la diáspora en diferentes países del mundo, con distintos sectores sociales de Argentina y Uruguay y con el Estado (instituciones diplomáticas y gubernamentales de ambos países).

 

El proceso inmigratorio uruguayo en Argentina

 

El fenómeno de las migraciones en Uruguay se inscribe en la historia de un país de emigración. Aguiar (1982) en su análisis sobre la evolución demográfica de Uruguay señaló que la estructura económica y social del país, consolidada desde su constitución política, tendió progresivamente a la disminución de su población mediante la emigración y la baja fecundidad. Los límites estructurales en el crecimiento demográfico generaron excedentes de población, a partir de los cuales se desarrolló una histórica propensión migratoria, efectiva sobre todo en períodos de crisis o transformaciones sociales.

Esta situación se remonta a la inserción de Uruguay en la división internacional del trabajo como país productor primario, cuya consecuencia social más importante fue el desarraigo de la población rural (Jacob, 1969) y la concentración de la propiedad de la tierra bajo el sistema del latifundio y la explotación extensiva. En efecto, desde su constitución política y en pleno período de poblamiento y de crecimiento urbano, en especial de Montevideo, Uruguay expulsaba una parte importante de la población nativa y de la inmigración procedente de Europa hacia Buenos Aires, las ciudades del litoral argentino y el sur de Brasil. Gran parte de estos grupos se radicaba en Argentina; de hecho los censos de los años 1869 y 1895 mostraron un incremento en la cantidad de residentes uruguayos, que fueron el grupo mayoritario entre la inmigración limítrofe de ese país.

A la mencionada situación expulsiva se sumó la atracción de trabajadores gene-rada por la expansión económica bonaerense y la región pampeana circundante en la primera década del siglo XX. Los datos censales argentinos muestran la ubicación preferencial de la inmigración uruguaya en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, así como en Entre Ríos y Santa Fe. Básicamente estos flujos de población respondieron a la demanda laboral que originó la apertura económica de la región de Buenos Aires y de La Pampa a la producción agropecuaria y el desarrollo y dinamismo del sector exportador. Esta atracción fue significativa: comparativamente se estimó que la población uruguaya en Argentina crecía a una tasa media anual del 4% entre 1869 y 1914, mientras la población de Uruguay crecía en un período similar (1860-1908) a una tasa del 3,2% anual (Aguiar, 1982). También fue notable en relación con otros grupos limítrofes en Argentina, pues la inmigración uruguaya fue la más voluminosa registrada hasta el censo del año 1914.

Posteriormente, la disminución de la inmigración uruguaya observada a partir del censo argentino de 1947 volvía a mostrar su estrecha relación con el modelo agroexportador que presentaba dificultades a partir de la crisis mundial de 1929. Sin embargo, cabe preguntarse por qué los flujos no se dirigieron al sector industrial y de los servicios, que comenzaban a crecer a partir de mediados de la década de 1930, cuando se inició el período de sustitución de importaciones, en particular en la zona metropolitana de Buenos Aires.

La explicación acerca del cese de la inmigración uruguaya pese a la atracción que siguió ejerciendo el mercado laboral argentino en este período se encuentra en el país de origen. En efecto, la disminución de los flujos -hasta llegar a su detenimiento casi completo durante la década de 1950 (Aguiar, 1982)- mostró cómo coyunturalmente Uruguay pudo, por un período de tiempo, retener a su población propensa a emigrar. Los procesos industrializadores y burocratizantes abiertos en ese país como respuestas a la crisis de 1929 ofrecieron en este sentido una alternativa al éxodo rural y urbano. Entre los procesos más destacados remarcamos la expansión del sistema de previsión social (jubilaciones), que permitió liberar puestos de trabajo, y la creación de empleo en la industria liviana (electrodomésticos, textil, alimentos, etc.). Asimismo, se estimó que las restricciones en el acceso de inmigrantes internacionales reservaron a los migrantes internos las oportunidades laborales en el aparato estatal de las ciudades uruguayas (Nahum et al., 2007). Se trató del período de expansión del Estado de Bienestar, un contexto muy favorable para la exportación uruguaya hasta el fin de la guerra de Corea (1955), que le permitió al país disponer de un gran volumen de excedentes invertidos en la sociedad de acuerdo con un proyecto modernizador. También conocido como el Estado batllista,2 el Estado protector y dirigista propició la urbanización, la expansión

educativa, la seguridad social y la movilidad social con el objetivo de crear un país de clase media donde predominara el pequeño propietario, liberal y abierto a las nuevas ideas (Nahum, 1986). Esta temprana modernización en el contexto regional abonó el relato historiográfico nacional de la excepcionalidad del país que le valió el nombre de La Suiza de América.

La disminución y el cese de los flujos hacia Argentina registrados en los censos de ese país en los años 1947, 1960 y 1970 mostraron que la inmigración uruguaya quedaba al margen de los procesos más significativos en la historia de la inmigración limítrofe en Argentina registrados hacia mediados del siglo XX. A saber: el aumento en su volumen (50% de incremento según los censos de 1947 y 1960), la redistribución espacial hacia el Área Metropolitana de Buenos Aires y la integración diferencial en el mercado de trabajo. En cuanto al mercado laboral, tuvo lugar una distribución sec-torial por ramas de actividad de la población de origen boliviano, chileno, brasileño y paraguayo. Estos grupos se concentraron en la construcción, el comercio y los servicios personales quedando relegados a los trabajos más desfavorables (Marshall y Orlansky, 1983; Carrón, 1980).

Por el contrario, la población de origen uruguayo siguió concentrada en un 65% en el sector de servicios y redujo su participación en el sector productor de mercancías (Carrón, 1980). Asimismo, y como consecuencia, se alejó de la nueva clase trabajadora que se nutría de migrantes internos e inmigración limítrofe, definidos en términos raciales como cabecitas negras que amenazaban con cambiarle el rostro europeo a Buenos Aires (Ratier, 1971) y generaban toda suerte de imaginarios amenazantes en las clases medias.

Sabemos que la atracción del mercado laboral argentino fue constante para los trabajadores uruguayos. Algunos autores propusieron analizar esta atracción en el 55 marco de los procesos de urbanización característicos de toda la región. Teniendo en cuenta un área ampliada que incluyera a Argentina y Brasil como un sistema urbano regional, se demostraba que las ciudades uruguayas progresivamente perdían peso en dicho sistema (Petrucelli y Fortuna, 1976; OIM, 2011).

También determinados factores en el país de origen operaron más allá de los condicionamientos externos, como sucedió hacia mediados del siglo XX cuando el Estado de Bienestar uruguayo retuvo población, y como volvió a suceder hacia fines de la década de 1960 pero en sentido inverso. En efecto, el censo argentino de 1980 registró un incremento del 50% en el volumen de la inmigración uruguaya respecto del censo de 1970. Estos datos reflejaron la gran emigración uruguaya de la década de 1970. Según los datos producidos en Uruguay, entre 1963 y 1975 (período intercensal uruguayo) emigraron 200.000 personas (el 8% de la población total). Su distribución por años de salida presentó el siguiente esquema: 14.000 personas entre los años 1963 y 1967, 62.000 entre 1968 y 1972 y 124.000 entre 1973 y 1975 (Wonsewer y Teja, 1985). De este grupo total, el 66% se dirigió hacia Argentina, en particular Buenos Aires, aunque también comenzó cierta diversificación en los destinos (antes acotados a Argentina y Brasil): Estados Unidos, Europa y Australia.

Distintos estudios en Uruguay se han ocupado del tema emigratorio en este período. Aguiar (1982) planteó que se trató de un fenómeno estructural en el marco de un modelo económico y social que tiende en forma progresiva a la reducción poblacional del país. No hay posibilidades para el crecimiento poblacional en Uruguay mientras las variables de ajuste sean el nivel de los salarios y del empleo.

Filgueira (1989) explicó la emigración como una respuesta ideológica y cultural al descenso acumulado en la calidad de vida, frente a las expectativas de una población altamente educada y con experiencia de vida urbana. Esta tensión estructural entre la modernización y el estancamiento económico fue de las más críticas en el contexto regional.

Wonsewer y Teja (1985) agregaron que la crisis económica fue acompañada por la toma de conciencia del fin de un modelo de sociedad incorporado durante la primera mitad del siglo XX que culminó con el golpe de Estado cívico y militar en el año 1973. Terminaba un modelo basado en las ideas de una sociedad abierta, democrática y participativa con amplias posibilidades de movilidad social. De todas maneras, otros autores plantearon la debilidad que siempre tuvo ese Estado de Bienestar: prematuro, “sin industria, con pies de barro, pasto y pezuña” (Methol Ferré, 2010: 83).

Como resultado de este incremento en el volumen de uruguayos en Argentina podemos distinguir, en la década de 1980, dos corrientes migratorias en dicho país. Una instalada hasta mediados del siglo XX con las siguientes características socio-demográficas: femenina, envejecida (57% de la población mayor de 50 años), instruida (56% con más de cuatro años de instrucción) y relativamente retirada de la actividad (tasa de actividad del 41%) (Aguiar, 1982). Otra, posterior, que creció con celeridad en la década de 1970: femenina (Pacceca y Courtis, 2008), joven (entre 25 y 29 años de edad), asalariada con ocupaciones en la industria, el comercio y los servicios del Área Metropolitana de Buenos Aires (Pellegrino, 2000).

Si analizamos su dinámica y las formas de integración laboral, observamos que la inmigración uruguaya presentó nuevas trasformaciones a partir de la década de 1980. Los flujos continuaron aumentando entre los años 1980 y 1991, a pesar de las complejas circunstancias de esa década (en Argentina, el progresivo deterioro económico y en Uruguay crisis, recuperación económica y retorno democrático en 1985). Una particularidad destacada por Pellegrino (2000) es que la emigración uruguaya a Argentina estuvo integrada mayoritariamente por núcleos familiares completos y que no parece haber disociación entre país de trabajo y de residencia.

A partir de los datos producidos por los dos últimos censos argentinos (2001 y 2010), sabemos que la inmigración uruguaya presentó escaso dinamismo (Cerrutti, 2009). El censo del año 2001 marcó una importante disminución en su volumen y esa tendencia continuó, aunque en menor proporción, según el censo del año 2010. Diversos análisis entendieron que la explicación del cese de los flujos hacia Argen-tina reside en un cambio en el patrón emigratorio de la población uruguaya hacia otros destinos. El fenómeno de la emigración en Uruguay no ha cesado. En cifras, se calcula que ese país pierde cada década más del 5% de la población total por emigración. Se proponen estimaciones que revelan un total de 100.000 personas emigradas entre los años 1975 y 1985, 100.000 entre 1985 y 1996 y alrededor de 100.000 personas entre 1996 y 2004, particularmente entre los años 1999 y 2003 (Pellegrino y Calvo, 2005) . En este último período los destinos comenzaron a centrarse en Europa y Estados Unidos en desmedro de Argentina (Pellegrino y Cabella, 2005; OIM, 2011).

A partir del año 2006, empezó a detectarse un incremento en los volúmenes de retorno de uruguayos relacionado con la crisis europea, con las restricciones migratorias en Estados Unidos y con cierto crecimiento económico en Uruguay percibido como positivo para el retorno (Crosa et al., 2012; Koolhaas, 2007; Macadar y Pellegrino, 2007; OIM, 2011).

En cuanto a la participación de los trabajadores uruguayos en la actividad económica argentina, Pellegrino (2000) registró algunos cambios significativos que siguen las tendencias mundiales del trabajo inmigrante en cuanto a su inserción en los servicios personales y en trabajos de escasa calificación. El patrón de inserción laboral a partir de la década de 1990 ha tendido a aproximarse al perfil del conjunto de la inmigración limítrofe argentina, presentando cierta concentración en el servicio doméstico para las mujeres y la construcción para los hombres. En líneas generales, se registra una mayor participación de los uruguayos en trabajos de tipo independiente, en los servicios personales y en trabajos no especializados en hoteles y restaurantes.

 

La inmigración uruguaya en Buenos Aires

 

En su historia de larga data, los inmigrantes uruguayos conformaron diversas formas colectivas de identificación. Se destacó el proyecto político orientado al país de origen, que implicó la capacidad de actuar colectivamente y movilizarse para la participación electoral en Uruguay. Al no existir el voto vía epistolar o consular, esto supone desplazarse a Uruguay en cada elección (Crosa, 2007). Se crearon proyectos sociales -asociaciones voluntarias dedicadas a la socialización, la recreación y la difusión de ciertas “tradiciones uruguayas”- 3 que representan con distintos énfasis el sentido de la experiencia migratoria.

A partir del año 2005, reconocemos la creación de un proyecto “ciudadano” cuando el Estado uruguayo comenzó a incidir significativamente en las formas organizativas de su población emigrada al implementar una serie de políticas migratorias, en particular el programa de vinculación denominado Departamento 20 – La patria peregrina. 4 En el caso de Buenos Aires, este programa obligó a reorganizar el asociacionismo preexistente; básicamente porque fue necesario conformar un nuevo grupo para participar: el Consejo Consultivo de Buenos Aires (Crosa, 2014). Su formación significó un esfuerzo colectivo y voluntario por parte de las organizaciones preexistentes. La convocatoria fue multitudinaria a juzgar por los primeros eventos realizados (la presentación formal del programa en el anfiteatro de la Embajada uruguaya en Buenos Aires (2005) y las primeras reuniones de conformación (2005-2006). El ámbito de los Consejos fue positivamente valorado para mantener el vínculo con el Estado uruguayo y continuar siendo ciudadanos más allá de las fronteras. Los integrantes del Consejo evaluaban que “las políticas de vinculación fueron el primer paso que el gobierno progresista dio en buscar la participación de los ciudadanos en el exterior”. Fue recurrente en los relatos la idea de lograr “la unificación de la colectividad uruguaya”.

Los consejos venían a cumplir ese objetivo frente a una generalizada autopercepción de la colectividad como “fragmentada o dispersa”. Los Consejos fueron concebidos también como un canal de promoción y fortalecimiento de la colectividad. Según sus miembros, debían “nuclear asociaciones sociales, culturales y políticas trascendiendo lo que cada una de ellas pueda aportar para unificar esfuerzos en pos de espacios mayores de participación ciudadana”.

No obstante, existieron visiones críticas que manifestaron ser concientes de sus falencias e inconsistencias; “las políticas de vinculación son compromisos internacionales de Uruguay pero a nadie le importan”. Se sostuvo que “el Consejo Consultivo es el Estado uruguayo buscando la unificación de las asociaciones para bajar políticas públicas” y que fueron “cáscaras vacías”, es decir, espacios formales sin contenido real.

De todas formas, teniendo en cuenta los aportes del transnacionalismo (como paradigma) para el estudio de las migraciones internacionales encontramos un cambio importante por parte del Estado uruguayo que promovió el nacionalismo a la distancia de sus ciudadanos emigrados en un proyecto inclusivo aunque mantuvo cierta selec-tividad al no implementar lo mecanismos necesarios para el voto en el exterior (vía epistolar o consular) (Glick Schiller y Levitt, 2004).

Por último, los proyectos artísticos relacionados con la fiesta del carnaval -las murgas y comparsas- siguen el estilo uruguayo tradicional, aunque también hay lugar para una “mixtura” de estilos donde encontramos innovaciones estilísticas (Crosa, 2012).

Repasando la vida colectiva de estos grupos observamos dinamismo, a juzgar por el cronograma de actividades que los reúne año tras año. En cuanto a la vida política, sobresalieron las “campañas” proselitistas con motivo de las elecciones nacionales y municipales en Uruguay. Pero también fueron habituales las campañas por los plebiscitos y/o referendos que convocaron a la ciudadanía uruguaya a proclamarse respecto de distintos temas, relacionados en general con la defensa del funcionamiento y las incumbencias del Estado. Estas campañas implicaron un intenso despliegue de actividades por parte de los militantes del Frente Amplio de Uruguay en Argentina: reuniones de organización, propaganda en lugares públicos y eventos masivos en los que participaron generalmente políticos y artistas (cantantes sobre todo) que viajaron desde Uruguay, pero también, estos últimos, de la colectividad uruguaya en Argentina. Los militantes realizaron además propaganda con motivo de las elecciones internas del Frente Amplio.

Han sido habituales las reuniones políticas a las que asisten personalidades de Uruguay, en general representantes de los grupos políticos que integran el Frente Amplio (legisladores, funcionarios gubernamentales, candidatos políticos, etc.). En ellas dan sus discursos y dialogan con el público presente. Durante los períodos electorales estas reuniones se intensifican y la vida política adquiere gran efervescencia.

Por su parte, son periódicas las actividades realizadas por los comités políticos y los partidos o sectores políticos del Frente Amplio con representación en la colectividad uruguaya en Argentina. Los primeros, además de las reuniones semanales, festejan cada 25 de agosto el Día del Comité con una comida y renuevan mediante elecciones sus autoridades (presidente, secretario y responsables de las comisiones de Prensa, Organización y Finanzas). Los partidos o sectores del Frente Amplio que tienen grupos de militantes organizados en Argentina, realizan festejos, conmemoraciones y actividades políticas. Entre los más destacados por su concurrencia podemos mencionar el festejo anual por el aniversario del Partido Comunista de Uruguay y el Movimiento de Participación Popular que ha realizado fiestas de fin de año y reuniones políticas públicas. El conjunto de esta militancia política, a su vez, organiza eventos especiales como el festejo por el 40º aniversario de la creación del Frente Amplio en Uruguay, en 2011. Por último, destacamos la conmemoración anual realizada por la Comisión de Derechos Humanos de Uruguayos en Argentina (integrada por residentes uruguayos frenteamplistas) con motivo del secuestro y asesinato de ciudadanos uruguayos en la década de 1970. Dicha conmemoración coincide con la Marcha del Silencio en Uruguay.

La vida asociativa de este grupo se concentra, asimismo, en la organización de actividades recreativas: reuniones de encuentro donde se comparte un almuerzo y animadas sobremesas, festejos anuales (día del niño, día de la madre, fin de año, cumpleaños, etc.) y eventualmente festivales de música y canto (en general con artistas uruguayos residentes en Argentina). Las conmemoraciones patrias, por su parte, tienen un lugar destacado. En particular el Día de la Independencia de Uruguay (25 de agosto) y el Día del Natalicio del Prócer José Gervasio Artigas (19 de junio).

El cronograma de actividades se amplió considerablemente con la incorporación del proyecto ciudadano, antes mencionado. Desde el Consejo Consultivo de Buenos Aires se organizaron a partir de 2006 campañas por el voto en el exterior (en conexión con otros consejos consultivos de uruguayos en el mundo) y festejos por el Bicentenario uruguayo durante todo el año 2011, entre otras actividades. Sus miembros, además, debieron ocuparse del vínculo con la oficialidad del país de origen: misiones diplomáticas en Argentina y gestiones a cargo de las instituciones en Montevideo que implementaron las políticas de vinculación con los uruguayos en el exterior. Estas vinculaciones tuvieron matices problemáticos: desde la Embajada uruguaya en Argentina se consideró que el Consejo Consultivo era una organización más entre tantas, sin reconocerlo como un ámbito unificador de la colectividad en sus diversas manifestaciones, según era su espíritu original. En cuanto al vínculo con los organismos encargados de la relación con los emigrados en Montevideo, la rotación de las gestiones y sus distintas visiones políticas fueron creando un clima adverso. Esta situación se agravó considerablemente, a partir del año 2008, cuando los Consejos pasaron a ser materia de exhaustiva regulación por parte del Estado uruguayo. En efecto, a través de un decreto presidencial de 16 puntos se establecieron las condiciones para su conformación y funcionamiento.5

Las restricciones que implicaba esta reglamentación fueron duramente cuestionadas en los sucesivos Encuentros Mundiales de Consejos en Montevideo (2009 y 2011). Como consecuencia de esto, y atendiendo a los cuestionamientos ya insoslayables, el Estado uruguayo dio fin al problema decretando que los Consejos Consultivos elaboraran sus propios reglamentos sobre bases democráticas, participativas, transparentes, plurales y respetando la diversidad y la inclusión. Este nuevo escenario, aunque más flexible, asemeja los Consejos a una asociación de migrantes, típica forma organizativa de estos grupos que debe relacionarse de forma particular con la oficialidad del país de origen y viceversa.

Con el correr de los años la política de vinculación se fue paralizando y el ímpetu inicial se fue perdiendo. De todas maneras, las actividades del Consejo de Buenos Aires continuaron, pero la organización y liderazgo quedaron acotados al manejo de tareas concretas realizadas con el trabajo voluntario, colectivo y paciente de quienes con su esfuerzo sostuvieron el Consejo entre los años 2006 y 2012, porque reconocieron en él según sus propias palabras “un ámbito estratégico para el desarrollo de proyectos colectivos”. Sin embargo, también entendieron que el proyecto de vinculación uruguayo podía ser más exitoso “en aquellos países donde no hubiera o fuera escasa la organización de los inmigrantes”, a diferencia de Buenos Aires donde existía una heterogénea colectividad con distintos intereses y objetivos.

En cuanto a la vida artística son características las presentaciones periódicas de las murgas y las comparsas. Sus espectáculos se realizan en eventos de la colectividad (por ejemplo, festejos de aniversarios de una asociación o un programa de radio, actos de cierre de un evento público, etc.). También pueden ser convocadas por la Embajada y/o el Consulado uruguayos en Buenos Aires con motivo de los festejos patrios. Cabe destacar que estos grupos se han integrado a la vida carnavalesca local. Las comparsas recorren periódicamente los barrios de San Telmo, Monserrat y San Cristóbal y participan de las Llamadas de Candombe anuales en San Telmo. Tal es así que una de las murgas está integrada al circuito oficial del carnaval de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El trabajo de campo realizado con esta murga nos mostró el desarrollo de un estilo artístico que implica la continuidad de los lazos con el país de origen (recreando aspectos estilísticos de la murga uruguaya), la incorporación del estilo carnavalesco de Buenos Aires y la creación de nuevas configuraciones artísticas (la introducción de ritmos musicales como el hip hop, el tango y el arte circense).

En último término, mencionamos las actividades anuales llevadas a cabo por la Embajada y el Consulado uruguayos en Buenos Aires que convocan a la colectividad. Se trata de dos festejos patrios: el Día de la Independencia de Uruguay y el natalicio de José Gervasio Artigas. El primero consiste en un acto oficial en la Plaza República Oriental del Uruguay, en el barrio porteño de Recoleta, un brindis privado con invitación personalizada en la residencia del embajador, a pocas cuadras de la plaza mencionada, y un festejo artístico abierto y público que va cambiando de lugar cada año. El acto oficial por el natalicio de José Gervasio Artigas se realiza en el anfiteatro de la Em-bajada uruguaya. Allí se toma juramento de fidelidad a la bandera uruguaya a quienes deseen voluntariamente hacerlo (uruguayos y/o hijos de uruguayos). La Embajada y el Consulado se ocupan también de organizar anualmente la presentación de Uruguay en la Feria del Libro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por último, representan a Uruguay en otros eventos argentinos ocasionales; este fue el caso del stand oficial de Uruguay organizado con motivo del Bicentenario argentino en el año 2010, en el que los motivos recurrentes fueron el carnaval y las playas uruguayas.

A lo largo de nuestra investigación fuimos conociendo a los protagonistas del movimiento asociativo uruguayo. Quienes sostienen la vida colectiva uruguaya en Buenos Aires y sus organizaciones de diverso tipo son personas con un promedio de edad de entre 50 y 60 años. Las fechas de arribo a Buenos Aires presentan una clara concentración en la década de 1970, en particular los años 1974 y 1977. También están quienes arribaron en 1984 y 1985. Las edades al momento de emigrar oscilaron entre los 20 y los 30 años, con algunas excepciones alrededor de los 35 años.

Entre los lugares de procedencia, se destacó Montevideo entre otras ciudades como Las Piedras (Departamento de Canelones), Paysandú (Departamento de Paysandú), Salto (Departamento de Salto), Libertad (Departamento de San José), Colonia y Juan Lacaze (Departamento de Colonia) y Toledo (Departamento de Canelones).

Los motivos de la emigración expuestos en el contexto de las entrevistas se relacionaron en todos los casos con mejorar las condiciones de vida y con las restricciones políticas en Uruguay durante la década de 1970. Quienes emigraron luego de la restitución democrática (1985) aducen motivaciones vinculadas al bajo estándar de vida en Uruguay; se mencionaron en este sentido la falta de trabajo, el cierre de fuentes laborales y los bajos salarios en relación con el alto costo de vida. En cuanto a las restricciones políticas como desencadenantes de la decisión migratoria, se habló de la prohibición de realizar actividades políticas y sindicales y la persecución generalizada y cotidiana que acarreaba, en reiteradas ocasiones, el encarcelamiento durante un período de tiempo. Algunos entrevistados habían estado presos o conocían a personas que habían sido encarceladas. Estas situaciones los impulsaban a viajar a Buenos Aires; una vez allí sentían miedo de regresar a Uruguay.

Un claro ejemplo del complejo entramado de motivos laborales y políticos reside en el caso de las personas entrevistadas que quedaron cesantes o destituidas en su trabajo. La cesantía fue uno de los métodos del gobierno cívico y militar en Uruguay, que dejó sin trabajo a profesores y maestros de la enseñanza pública y a personal administrativo del Estado.

Respecto del nivel educativo de los entrevistados, completaron los estudios primarios y muchos de ellos los secundarios (o liceo). Realizaron también cursos diversos en la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU).

En cuanto a la composición familiar, encontramos matrimonios o parejas de nacionalidad uruguaya. Fue usual la migración escalonada, primero del varón y luego de la esposa e hijos o la novia. Tuvieron hijos y actualmente nietos nacidos en Argentina. Hay casos de divorcio y formación de nuevas familias con argentinos.

La integración laboral en Buenos Aires fue heterogénea, aunque predominan los empleos administrativos en oficinas (inmobiliarias y bancos), la venta en comercios (kioscos, librerías e imprentas), trabajos vinculados a los servicios en empresas o por cuenta propia (electricidad, plomería, cerrajería, fumigación, chofer y peluquería) y los empleos en la industria textil. Por último, mencionamos a los “encargados de edificio”, trabajo que además facilita la vivienda para el grupo familiar. En el momento de llegada los empleos se consiguieron por medio de avisos en el diario o a través de uruguayos radicados en Buenos Aires. También encontraron vivienda en casa de familiares o amigos y en hoteles económicos hasta que pudieron pagar el alquiler de un apartamento (cuyo contrato requería un adelanto de dinero en efectivo y dos pro-piedades en garantía).

En su mayoría los entrevistados son militantes del Frente Amplio de Uruguay con participación en distintos espacios políticos simultáneamente (comités, partidos o sectores). Entre ellos algunos fueron fundadores de asociaciones de residentes, de grupos artísticos y del Consejo Consultivo de Buenos Aires.

 

Conclusiones

 

En este artículo hemos reconstruido el proceso inmigratorio vivido por los uruguayos en Argentina. Una de sus especificidades fue su integración siguiendo los parámetros de la población argentina en general. Estamos hablando del perfil social y económico según los indicadores demográficos comúnmente utilizados. El dato resulta significativo a la hora de comprender que este grupo no presentó una concentración en nichos laborales específicos.

Hemos encontrado que se trató de un proceso de larga data, por lo tanto las historias familiares se encuentran imbricadas desde hace siglos.

Observamos que las transformaciones que sufrió la inmigración limítrofe en Argentina a mediados del siglo XX no involucraron al grupo uruguayo, ya que estaba siendo retenido por el desarrollo y auge del Estado de Bienestar en Uruguay.

En cuanto al estudio etnográfico la colectividad uruguaya en Argentina presenta una vida activa, dinámica y compleja que abarca diferentes intereses, objetivos y fluctuaciones en el tiempo. Tiene una identidad propia que ha perdurado.

El movimiento político dedicado al triunfo del Frente Amplio en Uruguay se organizó en torno al proselitismo desarrollado en sus diversas formas.

El movimiento social, registrado a principios del presente siglo, representó un cambio relevante en la dinámica identitaria de la inmigración uruguaya, que se amplió por la militancia y el proselitismo políticos. Podemos mencionar, un descentramiento de lo tradicional político. Un elemento común en la formación de estos grupos es la particularidad de constituirse prácticamente en el mismo momento: durante los primeros años de este siglo o, como señaló una entrevistada, “en las postrimerías de un modelo político” y frente al advenimiento de un cambio de signo político en Uruguay. No descartamos la influencia de la coyuntura argentina, de gran movilidad social y política en esa misma época.

El movimiento ciudadano impulsado por las políticas migratorias del Estado uruguayo nos permitió introducir una nueva dimensión de análisis referida a la injerencia del Estado del país de origen en los movimientos asociativos de migrantes. En particular, mediante el diseño de políticas que suscitaron el reconocimiento de los grupos emigrados y su integración a la sociedad de origen.

El movimiento artístico quedó diferenciado del resto de los grupos y nos permitió acercarnos al problema de las formas colectivas de integración en la sociedad de recepción.

Los uruguayos se constituyeron como un otro en la sociedad receptora, en tanto marcaron sus particularidades. Han presentado formas de identificación diversas y variables en simultaneidad con una importante integración a la sociedad receptora.

 

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1. Parte de tesis doctoral “Uruguayos en Argentina: el devenir de una identidad. Configuraciones identitarias, procesos nacionalistas y migraciones internacionales”. Facultad de Filosofía y Letras. UBA.

2. Este término remite al proyecto de José Batlle y Ordóñez -presidente de la República entre los años 1903-1909 y 1911-1915 y líder del Partido Colorado-, quien perfiló una sociedad moderna y democrática similar al Estado de Bienestar. Sin embargo, intrínsecamente ese modelo “amortiguaba los conflictos sociales y era políticamente débil” (Real de Azua, 1984: 50).

3. En adelante, las frases entrecomilladas y en letra cursiva corresponden a nuestro registro textual, realizado mediante grabaciones y notas manuscritas durante el trabajo de campo.

4. Esta denominación incluye a todos los uruguayos residentes en el exterior. Remite a la división política y administrativa del territorio uruguayo, que consta de diecinueve departamentos.

5. La información acerca del decreto se encuentra en http://www.d20.org.uy/NUEVO-REGLAMENTO-DE-LOS-CONSEJOS.

 

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