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Revista de Ciencias Sociales

Print version ISSN 0797-5538On-line version ISSN 1688-4981

Rev. Cienc. Soc. vol.28 no.37 Montevideo Dec. 2015

 

Movilidad social intergeneracional en Argentina

Oportunidades sin apertura de la estructura de clases

Intergenerational social mobility in Argentina: opportunities without class structure openness

 

Pablo Dalle

 

Resumen

El artículo analiza tendencias de movilidad social intergeneracional en Argentina, a través de cohortes de nacimiento, haciendo hincapié en las oportunidades de movilidad ascendente desde orígenes de clase popular. Los datos provienen de integrar seis encuestas probabilísticas entre 2003 y 2010 dirigidas por el Dr. Raúl Jorrat (Instituto de Investigaciones Gino Germani-Universidad de Buenos Aires). La estrategia de análisis consiste en describir tasas absolutas de movilidad social y aplicar modelos log‑lineales de tres vías. Las pautas observadas sugieren que la estructura de clases es bastante abierta, comparada con otros países de la región, en relación con las oportunidades estructurales de movilidad ascendente desde las clases populares a la clase de servicios. Al controlar la movilidad estructural y considerar las cohortes, se observa prevalencia de desigualdad constante de oportunidades y, de haber habido cambios, la tendencia fue hacia un mayor peso del origen de clase, más marcada en los varones.

­­­­Palabras clave: Movilidad social intergeneracional / clases populares / cohortes / oportunidades estructurales / desigualdad de clase persistente.

 

Abstract

The article analyses trends on Intergenerational Social Mobility in Argentina across birth cohorts, emphasizing upward mobility opportunities’ from working class origins. Data come from six probabilistic surveys between 2003 and 2010 directed by PhD Raúl Jorrat (Instituto de Investigaciones Gino Germani-Universidad de Buenos Aires). Social mobility rates and three ways loglineal models have been applied to explore changes in the openness of the class structure. The observed patterns suggest that the Argentinean class structure is quite open in comparison with other Latin American countries considering structural upward mobility opportunities from working class origins to the service class. Nevertheless, controlling the structural mobility and considering cohort analysis, we observe a persistent class inequality of mobility opportunities, and if there would have been changes, they tend to strengthen the class origin effect, especially among men.

Keywords: Intergenerational social mobility / working class / cohorts / structural opportunities / persistent class inequality.

 

Pablo Dalle: Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani-Universidad de Buenos Aires (uba), Argentina. Docente en la uba y en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. E-mail: pablodalle80@hotmail.com

Recibido: 1.º de marzo de 2015.
Aprobado: 22 de octubre de 2015.

Introducción

La movilidad social y su vínculo con la industrialización y con formas de desarrollo económico-social ha sido históricamente un tema central de interés y debate de la sociología. Argentina constituye un caso interesante de indagación, porque si bien durante gran parte de su historia fue un país de desarrollo industrial intermedio con una estructura social relativamente abierta e integrada, que la distinguían en el contexto latinoamericano (Germani, 1963, 2010), en el último cuarto del siglo xx recorrió un sendero de desindustrialización, combinando ciclos de estancamiento y crisis económicas con otros de crecimiento del producto bruto. En este período, más allá de coyunturas específicas, la desocupación y la precarización del empleo se incrementaron sistemáticamente. Dicho proceso, catalizado por políticas de apertura económica, desregulación y privatizaciones, trajo como corolario el incremento de la desigualdad y la pobreza, modificando sustancialmente el perfil vertebrado de la estructura de estratificación social.

Luego de la profunda crisis de los años 2001-2002 se introdujeron modificaciones en la política económica. Argentina, junto a otros países de América Latina, introdujo cambios en el modelo de desarrollo económico-social a través de una reorientación del Estado hacia la protección del mercado interno, el impulso a la industrialización sustitutiva y la redistribución del ingreso. Estos cambios, combinados con un renovado ciclo de expansión de las exportaciones de commodities (productos genéricos) y bienes semielaborados, favorecieron un ciclo de crecimiento económico elevado y sostenido. En este contexto, se han revertido algunas tendencias socioocupacionales de la década de los noventa. Entre ellas, se destaca la expansión de ocupaciones asalariadas registradas, que ha favorecido el fortalecimiento de los sindicatos tanto en su densidad como en su capacidad de convenir los salarios (Palomino, 2010). En relación con la estructura de estratificación social, tanto la “relaborización” como la “recolectivización” favorecieron el crecimiento de la clase obrera calificada y de sectores de clase media, tendencias que contrastan con las que prevalecieron entre 1976 y 2001, relacionadas con el incremento de la marginalidad y la informalidad. En el devenir de los cambios económicos mencionados, la desigualdad social y la precariedad laboral han disminuido; sin embargo, evaluadas en una perspectiva de largo plazo, aún se mantienen en niveles elevados.

El estudio de los cambios en las pautas de movilidad social en una sociedad constituye un indicador relevante sobre la dirección y los significados que adquiere un proceso de cambio social, puesto que constituye una medida, tanto de las oportunidades ocupacionales y educativas estructurales que brinda una sociedad, como del grado de desigualdad en el que se distribuyen dichas oportunidades entre personas de distintos orígenes sociales (Hout, 1988).

El objetivo del artículo es analizar tendencias de movilidad social intergeneracional en la Argentina de comienzos del siglo xxi, a través de cohortes de nacimiento, haciendo hincapié en las oportunidades estructurales y relativas para la movilidad ascendente de personas provenientes de las clases populares. Nos hemos focalizado en las oportunidades estructurales y las chances relativas de movilidad ascendente desde las clases populares, porque constituyen un indicador central de la apertura de la estructura de clases y del carácter igualitario o excluyente que tuvo la trayectoria de desarrollo económico-social del país. En este estudio, dada la clasificación de clases utilizada, nos referiremos a los estratos de clase obrera urbana y rural[1]

Tomando como referencia los cambios macroeconómicos en Argentina, en el último cuarto del xx, nos hemos planteado los siguientes interrogantes:

    ¿Qué tipo de transformaciones en la estructura de clases en las últimas décadas se reflejan al comparar las distribuciones de clase de los orígenes y de los destinos? ¿Cuáles han sido los efectos del cambio estructural observado en las oportunidades absolutas de movilidad social intergeneracional?

    ¿En qué medida variaron las probabilidades de ascenso social desde las clases populares a la clase de servicios para distintas cohortes de nacimiento entre 1940 y 1980? Tomando en cuenta datos aportados por estudios previos, ¿cómo es la situación de Argentina en relación con otros países de América Latina y Europa respecto de las oportunidades estructurales de movilidad ascendente desde las clases populares a la clase de servicios?

    ¿Cómo pudieron haber impactado los cambios en el modelo de desarrollo económico-social en el grado de desigualdad entre las clases?

    ¿Hubo cambios en el grado de apertura de la estructura de clases?

El artículo comienza planteando los supuestos teóricos que guían el estudio, una breve reconstrucción del debate actual sobre estratificación y movilidad social en América Latina y de qué modo consideramos que este estudio puede contribuir a dicho debate. Luego, se describen las fuentes de datos, las variables utilizadas y la estrategia analítica. La primera sección de análisis plantea un examen descriptivo de las tasas generales de movilidad social intergeneracional en Argentina, tomando como referencia otros países. En la sección siguiente, abordamos la evolución de las tasas absolutas de movilidad social intergeneracional a través de cohortes de nacimiento, en particular el reclutamiento de la clase de servicios y la movilidad hacia dicha clase desde distintos orígenes. A continuación, buscamos captar tendencias en la movilidad relativa a través de la utilización de modelos log-lineales de tres vías, considerando la clase de origen, la clase de destino y la cohorte de nacimiento. Hacia el final, reflexionamos sobre las pautas halladas en relación con el tipo de transformaciones sociales y económicas que experimentó la sociedad argentina en el último cuarto del siglo xx.

Antecedentes e hipótesis de trabajo

La movilidad social intra e intergeneracional, entendida como un cambio de posición de clase, depende de la articulación de factores macro, meso y microsociales. Por una lado, se relaciona con la apertura o el cierre de oportunidades educativas y ocupacionales: a escala meso, de la calidad de las instituciones catalizadoras de la movilidad ascendente como la escuela y la universidad o el tipo de socialización más heterogéneo u homogéneo en los barrios, y a escala individual, de las capacidades, los horizontes de expectativas de las personas y su esfuerzo para aprovechar oportunidades o vencer circunstancias adversas (Sautu, 2011; Dalle, 2015). En un estudio cuantitativo, sólo observamos el resultado de dicho proceso relacionado con la “estructura de oportunidades” a través de la medición de las pautas de movilidad/inmovilidad, e hipotetizamos y argumentamos sobre qué tipo de procesos pudieron haberlas afectado (Breen y Luijkx, 2004).

El enfoque de la “tabla de movilidad” que proponen las corrientes neoweberianas (Goldthorpe, 2010) y neomarxistas (Wright, 1997) permite analizar el cambio o la herencia de clase de padres a hijos, en el marco de una estructura de clases que impone barreras y condicionamientos a las aspiraciones y desplazamientos de las personas en el espacio social. Ambos enfoques conciben el análisis de clase como una herramienta central para captar los fundamentos de la desigualdad y la transmisión intergeneracional de oportunidades diferenciales.

Los estudios en este campo distinguen dos tipos de medidas de movilidad: tasas absolutas y tasas relativas. Las tasas absolutas permiten estudiar procesos de formación y composición de las clases sociales y están influidas por las oportunidades estructurales que abre o cierra una sociedad en el tiempo. Estas están más expuestas a las particularidades históricas de desarrollo económico-social de un país, sus cambios y su impacto sobre la estructura ocupacional. Las tasas relativas permiten estudiar las probabilidades de ascenso desde determinadas posiciones de clase, en relación con otras, independientemente de la tasa de creación de oportunidades, lo cual refleja las condiciones de desigualdad en la competencia entre las clases. Al análisis de la movilidad relativa se lo denomina “examen de la fluidez social”. Este permite estudiar las características del régimen endógeno de movilidad que tiende a permanecer más estable en el tiempo (Goldthorpe, Llewellyn y Payne, 1987; Erikson y Goldthorpe, 1992; Breen, 2004). Nuestro estudio busca integrar el análisis de ambas medidas.

El análisis del régimen de movilidad abrió un interesante debate sobre el papel de las políticas estatales dirigidas a la disminución o atenuación de desigualdad de condiciones en la estructura de clases. Frente a la tesis liberal de una apertura social creciente en las sociedades capitalistas industrializadas, Goldthorpe y colaboradores (1987) y Erikson y Goldthorpe (1992) mostraron una sustantiva “inercia” en la desigualdad de oportunidades de movilidad en el tiempo y entre países. Uno de los hallazgos centrales de Erikson y Goldthorpe (1992) fue que los países europeos comparados diferían en el grado de apertura/cierre social pero todos exhibían un patrón común o “modelo núcleo” de asociación entre orígenes y destinos. Dentro de este marco general, tanto la corriente neoweberiana (Goldthorpe, 2010) como la neomarxista (Western y Wright, 1994) sugirieron que el desarrollo de políticas activas de ampliación de derechos sociales y equiparación del nivel de vida de la población favorecen la apertura de la estructura de clases —Suecia es el caso paradigmático—. En contraste, el incremento de la desigualdad en la distribución del ingreso, la inestabilidad económica, la expansión del desempleo y la precariedad laboral tenderían al cierre de la estructura de clases (Hout y DiPrete, 2006).

En las últimas décadas, en razón de la creciente expansión de la participación económica femenina, los estudios de movilidad de clase intergeneracional han incorporado la dimensión de género (Breen, 2004; Solís y Cortés, 2009). La inserción diferencial en la estructura ocupacional, según la cual las mujeres se insertan más en ocupaciones de servicios calificadas y no calificadas y los varones en el sector secundario, en los puestos que involucran mayor autoridad y propiedad de capital y el sector rural (Sautu, 1992), abre interrogantes sobre los canales típicos de movilidad de clase de varones y mujeres, así como sobre la desigualdad en la competencia por las posiciones de clase más altas. En la actualidad, se observan más mujeres que antes en ocupaciones de clase de servicios pero también hay muchas más mujeres que compiten por dichas ocupaciones (Cortés y Escobar Latapí, 2007).

En América Latina, varios estudios recientes analizan los efectos de las transformaciones económicas y sociales de la globalización neoliberal sobre la estructura de clases y las pautas de movilidad social. Estos estudios incorporan los avances teóricos y metodológicos producidos en los países desarrollados (Estados Unidos y Europa), pero con el objetivo de captar las especificidades que adquieren los procesos de cambio social en la “estructura de oportunidades” de las sociedades latinoamericanas. Para ello utilizan esquemas de clases propios o reelaboraciones del esquema de Erikson, Goldthorpe y Portacarrero (egp). Las conclusiones en cada uno de los países son disímiles: en Brasil tendió a haber una apertura del sistema de estratificación social (Torche y Costa Ribeiro, 2010); en Uruguay (Boado, 2008), Chile (Torche, 2005) y Perú (Benavídez, 2002), la desigualdad en el régimen de movilidad se mantuvo constante; y en México la tendencia fue hacia el cierre social (Solís, 2007; Cortés y Escobar Latapí, 2007). También encuentran esta tendencia en Chile: Espinoza, Barozet y Méndez (2013), comparando los datos utilizados por Torche con un estudio posterior de 2009.

En­­ Argentina, hasta 2005, la investigación empírica sobre estratificación y movilidad social intergeneracional se había apoyado en datos del área metropolitana de Buenos Aires. Los principales estudios destacaron dos procesos que, de manera complementaria, serían indicativos de un incremento del cierre de la estructura de clases. Por un lado, un incremento progresivo en la herencia ocupacional y educativa entre los segmentos de clase media de mayor estatus (profesionales, gerentes y propietarios de capital), sumado a una mayor movilidad ascendente de corta distancia desde posiciones de clase media de tipo técnico o de rutina, hacia puestos gerenciales y profesionales vía la movilización de credenciales educativas (Jorrat, 1997, 2000). La contraparte de una mayor reproducción intergeneracional en estratos de clase privilegiados fue una disminución de la movilidad ascendente desde los estratos de clase trabajadora a los de clase media de 1960 a 1995 (Jorrat, 2000), y hasta 2005 (Dalle, 2010; Benza, 2010)[2].

En la actualidad, el debate sobre estratificación social y movilidad intergeneracional se extendió a la totalidad del país. Las investigaciones recientes de Jorrat (2005, 2008) señalan que en la sociedad argentina actual pueden convivir desigualdad social y exclusión con altas tasas absolutas de movilidad ocupacional ascendente, en gran medida debido a la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo. Asimismo, la desigualdad de ingresos no afectaría pautas de fluidez social cuyos valores se aproximan a estándares internacionales, aunque en las generaciones más jóvenes estarían aumentando las rigideces. Respecto de la expansión del sistema educativo y sus efectos en la movilidad social, Jorrat (2010, 2014) sugiere que no se observa una pauta de disminución de la desigualdad de oportunidades educativas en Argentina según orígenes de clase. Sus conclusiones retoman la hipótesis de Shavit, Yaish y Bar-Haim (2007, citado en Jorrat 2010), según la cual la reducción de las desigualdades de clase en la mayoría de los países ha sido muy moderada.

La comparación de los resultados del presente estudio nos permitirá indagar las particularidades del caso argentino, en el cual las reformas de mercado desarticularon un modelo de industrialización y regímenes de bienestar social que habían alcanzado mayor profundidad en el contexto latinoamericano.

     Hipótesis de trabajo

En relación con los estudios citados, partimos del supuesto que el carácter que asume el modelo de desarrollo económico-social de un país tiene efectos tanto sobre las oportunidades estructurales de movilidad social como sobre la desigualdad de la estructura de clases en la distribución de dichas oportunidades. La hipótesis de trabajo apunta a que el pasaje del modelo de desarrollo económico-social de industrialización por sustitución de importaciones hacia otro de apertura y desregulación económica habría implicado un aumento en el cierre de la estructura de clases para la movilidad ascendente desde las clases populares a estratos típicos de clase media.

Durante la etapa de reconversión neoliberal se conjugaron tendencias contrapuestas en la estructura de clases, ya que, por un lado, aumentó la desigualdad de ingresos, se expandió el empleo precario y creció el nivel de pobreza afectando principalmente a las clases populares y algunos estratos de clase media, pero, en paralelo, crecieron las matrículas de educación secundaria y superior, tradicionalmente consideradas canales de movilidad ascendente, aunque algunos estudios señalan que disminuyó la calidad de la educación pública. Centrándonos en las condiciones de herencia y las oportunidades de vida que brinda la clase social de origen, consideramos que, vistas en conjunto, estas transformaciones habrían afectado negativamente las chances de los padres de clase popular de impulsar el ascenso de sus hijos e hijas a las clases medias.

Datos, variables y estrategia de análisis

El análisis de las pautas de movilidad intergeneracional de clases se basa en la utilización de microdatos de las encuestas del Centro de Estudios de Opinión Pública (cedop)-Universidad de Buenos Aires (uba), dirigidas por el Dr. Raúl Jorrat[3], adheridas al Programa issp (International Science Social Survey Program) las cuales relevan información sobre ocupación y educación de los encuestados/as, sus cónyuges y sus padres. En esta oportunidad, hemos integrado seis relevamientos correspondientes a 2003, 2004, dos de 2005, 2007 y 2010, con el objetivo de contar con la cantidad de casos necesarios para captar tendencias en las pautas de movilidad social a través de cohortes de nacimiento. Dichas encuestas[4] son de diseño probabilístico multietápico, con selección aleatoria en todas las etapas del muestreo. En todos los relevamientos, el universo de análisis es la población adulta mayor de 18 años de ambos sexos.

El universo de análisis de este estudio es la población entre 25 y 65 años, para evitar incluir a jóvenes que recién comienzan su trayectoria ocupacional y personas con mayor probabilidad de inactividad. En ambos casos, su inclusión podría generar un descenso en las tasas de movilidad social ascendente. Una vez realizado el recorte de edad y quitados los casos de no respuesta de la ocupación del padre, el total de la muestra fue de 6.111 personas de ambos sexos. Se trabajó con la información conjunta sobre la ocupación del encuestado/a al momento de la encuesta, o la última en el caso de desocupados e inactivos (destinos), y la de su padre o principal responsable del hogar cuando el/la encuestado/a tenía alrededor de 16 años (orígenes).

En relación con la validez de la integración de las bases de datos, si bien las encuestas corresponden a un período en el cual hubo cambios en la estructura de clases a partir de la expansión de ocupaciones registradas en la seguridad social, que nutrieron el crecimiento de la clase obrera calificada y estratos de clase media de tipo técnico-administrativo (Palomino y Dalle, 2012; Dalle, 2012; Benza, 2015), cabe aclarar que el estudio, más que analizar el efecto de dichos cambios en la población correspondiente a cada relevamiento, busca explorar la evolución de los flujos de movilidad de clases de padres a hijos y el grado de asociación entre las clases de origen y destino. En ese sentido, hay que aclarar que la unidad de análisis del estudio corresponde no sólo a activos con ocupación en el momento de la encuesta, sino también a activos desocupados e inactivos (para quienes consideramos la última ocupación, como señalamos arriba). Al no considerar sólo a la población económicamente activa ocupada, los cambios en la estructura de clases no necesariamente se verían reflejados en cada relevamiento. El estudio permite indagar tendencias de movilidad social de la población de Argentina de 25 a 65 años, promediando la primera década del siglo xxi en relación con la posición de clase de sus padres.

Para la categorización de los orígenes y destinos de clase se utilizó una versión del esquema egp (Erikson, Goldthorpe y Portacarrero), elaborada por Jorrat y Benza (2015) en el marco de un estudio comparativo sobre movilidad de clases en varios países de América Latina, dirigido por Patricio Solís y Marcelo Boado. En dicha investigación, acorde al elevado grado de informalidad laboral en los países de la región, expresado a través del empleo asalariado no registrado pero también de la extensión del empleo por cuenta propia no calificado de actividad discontinua, se reclasificaron casos desde la pequeña burguesía a la clase obrera no calificada, y una proporción menor de trabajadores manuales con oficio a la clase obrera calificada. De este modo, la pequeña burguesía quedó conformada por trabajadores que cuentan con un pequeño capital acumulado.

El esquema de clases egp, a pesar de que Erikson y Goldthorpe (1992) lo consideran de inspiración ecléctica, usualmente se lo familiariza con la tradición weberiana por su acentuación de las situaciones de trabajo y de mercado de distintos grupos ocupacionales en la identificación de las principales posiciones de clase. Las distintas posiciones de clase generan diferentes “chances u oportunidades” de vida. En palabras de Weber (1996): “… corresponde siempre al concepto de clase el hecho de que las probabilidades que se tienen en el mercado constituyen el resorte que condiciona el destino del individuo” (p. 684)[5].

Las posiciones de clase de dicho esquema constituyen bases posibles y frecuentes de la formación de clases sociales. Las clases devienen clases sociales cuando: i) se produce un intercambio intergeneracional y de connubium entre sus miembros, que asegura su reproducción y continuidad en el tiempo; y ii) cuando en virtud de compartir ámbitos y pautas de socialización adquieren estilos de vida compartidos y distintivos de otras clases sociales, dando forma a cierta identidad cultural (Weber, 1996; Goldthorpe, 1992; Sautu, 2011). El análisis de movilidad social intergeneracional propuesto toma como eje el componente objetivo de las clases —los cambios en la inserción ocupacional de las personas—; no obstante, no aborda aquellas experiencias ligadas al pasaje de una clase social a otra, como son la incorporación de lazos de sociabilidad, la adquisición de nuevas pautas culturales y el cambio de estilo de vida.

Otra variable construida para el análisis fue “cohortes de nacimiento”. En los estudios clásicos sobre la temática, suelen compararse datos de encuesta de distintos años para indagar cambios en las tendencias de movilidad y pautas de fluidez social (Breen, 2004; Boado, 2008, como ejemplo en América Latina); o considerar la inserción de clase de los encuestados a los 33 años de edad (Solís, 2007). En ambos casos, es posible indagar el efecto período relacionado con distintos modelos de desarrollo económico. En Argentina, no contamos con encuestas nacionales previas a 2003 que cuenten con información sobre la posición ocupacional del padre durante su madurez o el punto medio aproximado de su trayectoria ocupacional. Por dicha razón, hemos buscado explorar cambios en el tiempo en el grado de apertura del régimen de movilidad a través de la comparación por “grupos de años de nacimiento”. Los grupos propuestos son: a) nacidos entre 1940 y 1954; b) entre 1955 y 1964; c) entre 1965 y 1974; y d) entre 1975 y 1985, buscando relacionar las trayectorias de movilidad/inmovilidad de clase con distintas etapas de desarrollo económico del país. Si bien para todos los encuestados de las distintas cohortes contamos con información sobre su posición de clase al momento de la encuesta, es de prever que las trayectorias de llegada a a ellas sucedieron en distintos momentos históricos y bajo la influencia de circunstancias económicas y sociales diferentes. En contraste, la principal limitación es que se compara la posición de llegada de personas que están en distintos momentos de su ciclo vital.

La cohorte nacida entre 1940 y 1954 entró a la adultez durante la etapa de industrialización por sustitución de importaciones y la expansión de la matrícula educativa de nivel secundario. Por su parte, las cohortes intermedias se insertaron laboralmente cuando comenzaba la desestructuración de la industrialización por sustitución de importaciones por las políticas económicas de apertura y liberalización económica de la dictadura de 1976-1983. Las más jóvenes se insertaron laboralmente cuando se produjo con mayor determinación la reestructuración económica neoliberal durante la década de los noventa. En esta última etapa, se observa una expansión del sector terciario en la estructura ocupacional y un crecimiento más acelerado del nivel superior de educación que en el período precedente, pero en un contexto más desfavorable de permanencia y logro educativo para las personas con orígenes de clase popular (Otero, 2008; Alcoba, 2014). Tomando como referencia las condiciones de clase del origen y las posibilidades de transmisión de recursos, la última cohorte fue socializada en un período de reducción del salario real, mayor inestabilidad laboral y desocupación prolongada, que afectó principalmente a los hogares de clase popular, ya sean obreros o trabajadores manuales por cuenta propia.

Para explorar las características del régimen de movilidad intergeneracional de clases en Argentina, se analizaron tasas absolutas y pautas de movilidad relativa a través de modelos log-lineales de uso frecuente en la bibliografía internacional (Hout, 1983; Erikson y Goldthorpe, 1992), explicitando las hipótesis que implican. El análisis log‑lineal consiste en hallar un modelo que represente mejor los datos observados. Esto implica explicar la asociación entre orígenes y destinos de clase de la manera más simple posible (Boado, 2011). Siguiendo a Jorrat (2008), buscaremos optar por aquellos modelos cuyas hipótesis aporten claridad conceptual para analizar las pautas observadas.

Transformaciones en la estructura de clases
y tendencias de movilidad social intergeneracional

En esta sección analizaremos aspectos descriptivos de movilidad intergeneracional de clases en Argentina tomando como referencia el tipo de análisis, según sexo, propuesto en los distintos estudios de la compilación de Breen (2004). El análisis de la tabla de movilidad permite con recaudo aproximarnos al cambio estructural a través de la comparación de las distribuciones marginales de la posición de clase del padre (origen) y del encuestado/a (destino). La distribución de clases de los padres no corresponde a un punto previo definido en el tiempo. Se asume, sin embargo, que la comparación entre orígenes y destinos da una idea intuitiva de las tendencias de cambio en la estructura de clases (Cuadro 1).

  

Al pasar de la distribución de posiciones de clase de orígenes a destinos, se observa en ambos sexos un aumento sustantivo de la clase de servicios, incrementándose de 12% a 19% en los varones; y de 12% a 25% en las mujeres (Cuadro 1). También creció la clase de empleados de cuello blanco, con marcadas diferencias entre varones y mujeres. En los varones aumenta tres puntos porcentuales (p.p.), alcanzando el 9% en la distribución de destinos; mientras entre las mujeres la inserción en esta clase alcanza el 20%, doce p.p. mayor que su distribución de origen representada mayormente por sus padres. Esta pauta indica que se abrieron espacios ocupacionales en las clases media y media alta para el ingreso de personas con orígenes en la pequeña burguesía y las clases populares.

En oposición al empleo asalariado en los servicios, la inserción en la pequeña burguesía es mayor en los varones que en las mujeres. Entre los primeros crece de 14% a 16%, mientras que en las mujeres disminuye de 14% a 11% (Cuadro 1). El crecimiento de la pequeña burguesía se debe fundamentalmente al aumento de su fracción más baja, compuesta por pequeños comerciantes, artesanos y trabajadores manuales por cuenta propia; la fracción más alta, conformada por pequeños propietarios de capital con empleados, principalmente dueños de pequeños talleres manufactureros, tendió a disminuir al pasar de los orígenes a destinos.

La inserción en la clase obrera calificada está históricamente segmentada por sexo, los varones se emplean en la industria (manufactura y construcción) y en los servicios asociados a la producción (como transporte, almacenaje y comunicaciones, y luz, gas y agua) en una proporción sustancialmente mayor a la de las mujeres. Alrededor del 24% de varones y mujeres provienen en general de la clase obrera calificada, reduciéndose levemente al 23% entre los primeros y disminuyendo al 9% en las mujeres (Cuadro 1). La contracara de esta pauta es la sobrerrepresentación de las mujeres en ocupaciones no manuales de calificación técnica o de rutina, vinculada al trabajo de administración, educación y salud.

El estrato no calificado de clase obrera se mantiene casi constante en los varones, apenas crece un p.p., del 24% al 25%; y en las mujeres aumenta casi diez p.p., alcanzando el 34% (Cuadro 1), se evidencia así una tendencia estructural de estratificación por género en las clases populares, ubicando a las mujeres en las capas de menor calificación, constituidas primordialmente por ocupaciones manuales de servicios personales, entre las cuales es mayor la proporción de empleo precario.

Por último, casi un quinto de los varones y mujeres (19%) provienen de hogares cuyo jefe de hogar era pequeño propietario o trabajador rural, disminuyendo acentuadamente la inserción ocupacional en el sector rural en la distribución de destino —7% en los varones y 2% en las mujeres— (Cuadro 1). Esta reducción es sin dudas considerable, no obstante, al comparar a Argentina con otros países latinoamericanos como Brasil, Chile y México[6], se observa que en términos generales y en todas las posiciones de clase urbanas de destino es menor la población proveniente de la clase de trabajadores y pequeños propietarios rurales, puesto que la transición de una economía primaria a otra industrial fue más temprana, durante la primera mitad del siglo xx.

En rigor, la modernización económica, la urbanización y la formación de una estructura social abierta fueron fenómenos distintivos de la región pampeana, el núcleo más dinámico del país —pauta compartida con Uruguay—; en cambio, otra regiones como el norte del país se mantuvieron estancadas y sus estructuras sociales más cerradas, como consecuencia de un modelo de desarrollo desigual y desequilibrado (Germani, 2010).

En términos generales, se observa que las tendencias de cambio en la estructura de clases de orígenes a destinos muestran el aumento relativo de ocupaciones de servicios (calificadas y no calificadas) y la disminución de la fuerza de trabajo en el sector rural e industrial. Estos cambios son compatibles con el pasaje del modelo de acumulación, basado en la industrialización por sustitución de importaciones, hacia un modelo de apertura económica y privatizaciones, orientado al sector servicios. Ahora bien, ¿qué carácter tuvo esta transformación en las oportunidades estructurales de movilidad ascendente desde las clases populares?

Como primer acercamiento, se describen las tasas absolutas de movilidad intergeneracional de clases de varones y mujeres, buscando aproximarnos a una imagen de conjunto de la magnitud y el significado de las tendencias (Cuadros 4 y 5 del anexo). Si bien no buscamos desarrollar en profundidad una perspectiva comparativa, describiremos estas tasas en referencia con las de otros países latinoamericanos y de Europa, para captar intuitivamente algunas particularidades y semejanzas de la movilidad social en Argentina.

En los varones, la tasa de movilidad general a la clase de servicios es 13,1%: menor al promedio de Europa (17,3%) (Breen, 2004), similar a Chile (13,5%) y superior a México (10,1%). En cambio, al considerar la tasa de movilidad social desde orígenes de clase popular, que incluye a los dos estratos de la clase obrera urbana: calificado y no calificado, y los trabajadores rurales, es mayor en Argentina (11,7%), ubicándose por encima del promedio europeo (8,9%), de Chile (6,2%) y de México (3,6%). El reclutamiento de la clase de servicios en las clases populares es 36,9%: algo superior al promedio de Europa (33,1%), pero inferior al de Chile (40,1%).

Por su parte, en las mujeres la movilidad a la clase de servicios en general es 17,6%: superior a la de los varones, y en perspectiva comparada superior a Brasil (14,9%) y algo inferior al promedio de Europa (19,4%) e Italia (21,9%). La movilidad a la clase de servicios desde las clases populares es 8,6%: menor que la de los varones y, en perspectiva comparada, es considerablemente más baja que Brasil (12,2%) y apenas inferior al promedio de Europa (9,6%) e Italia (9,4%). El reclutamiento de la clase de servicios (34,8%) es también menor que en Brasil (57,3%), pero levemente superior al promedio de Europa (31,5%) e Italia (32%).

Dado que los esquemas de clase presentan leves diferencias, no es posible obtener resultados concluyentes con respecto a la comparación de las medidas de movilidad señaladas. De todas maneras, tomando una visión de conjunto, es posible señalar a grandes rasgos que la estructura de clases en Argentina es relativamente abierta en relación con las oportunidades absolutas de movilidad ascendente desde las clases populares.

Para acercarnos a examinar la evolución de la magnitud e intensidad de la movilidad intergeneracional de clases, construimos dos cuadros resumiendo las medidas de las tasas absolutas por cohortes de nacimiento (Cuadros 6 y 7 del anexo). En ambos sexos, para todas las cohortes, predomina la movilidad intergeneracional de clases de tipo ascendente, siendo esta mayor en las mujeres que en los varones (la diferencia es de alrededor de 10 p.p.). Dicha pauta es acorde con la tendencia prevaleciente en las sociedades modernas, según la cual los hijos tienden a “subir un escalón” en relación con sus padres. Sin embargo, esta tendencia se estaría debilitando en el tiempo, ya que se observa un descenso progresivo de la movilidad ascendente a través de las cohortes de ambos sexos, comparando la última cohorte con la primera, la disminución es de 7 p.p.

En todas las cohortes, la inmovilidad de clases es mayor en los varones que en las mujeres, como consecuencia de que la comparación de la inserción de clase de los encuestados se realiza con la ocupación de los padres. En los varones es alrededor de un tercio y en las mujeres presenta valores cercanos a un cuarto. El examen por cohortes de nacimiento muestra un leve incremento sucesivo en las tasas de inmovilidad de clases. La movilidad de clases descendente, por su parte, es levemente superior entre los varones y tendió a incrementarse tenuemente en las cohortes de ambos sexos.

     Sobre la expansión de la clase de servicios
y el acceso desde las clases populares

Siguiendo con el análisis de las tasas absolutas, buscamos indagar si hubo cambios a través de cohortes de nacimiento en el autorreclutamiento en la clase de servicios y el grado de acceso a ella desde las clases populares, manteniendo la distinción por sexos. La tasa de autorreclutamiento de la clase de servicios mide la proporción porcentual de personas que se encuentran en dicha clase en el momento de la encuesta y provienen de ese mismo origen de clase. Se trata de personas que heredan de sus padres las posiciones ocupacionales privilegiadas que implican propiedad de capital, credenciales profesionales o autoridad en el proceso de organización del trabajo, aunque cabe aclarar que la permanencia en la clase no necesariamente se realiza a través de la transmisión de la misma ocupación de padres a hijos. Por ejemplo, con frecuencia, los hijos/as de dueños de empresas de capital mediano tienden a insertarse en puestos profesionales o directivos en grandes empresas. Por dicha razón, la tasa de autorreclutamiento es una medida útil para indagar el grado de cierre de la cumbre de la estructura de estratificación social. Nos preguntamos, ¿hubo una tendencia hacia el cierre de la clase de servicios? La hipótesis del cierre de la cumbre señala que el autorreclutamiento en la clase de servicios tiende a aumentar en el tiempo, a la vez que se reduce su acceso desde las clases populares.

El examen de las tasas de entrada de varones, específicamente del autorreclutamiento en la clase de servicios y su reclutamiento en las clases populares muestran cierta tendencia al cierre (Gráfica 1).­ Por un lado, el autorreclutamiento de la clase que controla los recursos de capital, autoridad y expertise profesional tendió a aumentar sistemáticamente; por el otro, el reclutamiento en las clases populares muestra ciertas oscilaciones, aunque en la última cohorte disminuye sensiblemente respecto de todas las anteriores.

 

Otra forma de examinar variaciones en el grado de permeabilidad de acceso a la cumbre de la estructura de estratificación de clases es a través de las tasas de disparidad de acceso a la clase de servicios (Boado, 2008). Estas tasas permiten comparar los porcentajes de salida desde todas las posiciones de clase hacia la clase de servicios —tomando como base de comparación la tasa de salida a la clase de servicios desde la clase obrera calificada—. Tomamos a esta clase como referencia por haber sido el núcleo más dinámico de las clases populares durante la industrialización por sustitución de importaciones y el arquetipo de la integración de las clases populares, alcanzando niveles de vida cercanos a las clases medias.

La Gráfica 2 permite observar que los hijos de obreros calificados de la cohorte más joven están a mayor distancia de la clase de servicios en relación con los hijos de padres de clase de servicios (en las tres cohortes anteriores, la brecha de acceso a la clase de servicios era alrededor de tres veces superior para los hijos provenientes de la clase de servicios; y en la última cohorte aumentó a 5,5 veces). También se observa una ampliación de la brecha de acceso a la clase de servicios entre los hijos de obreros calificados y los de empleados y técnicos de cuello blanco —aunque más moderada, de dos veces en promedio en las cohortes anteriores a tres veces en la última—. Estas pautas son indicativas de cierta polarización en la estructura de clases y una tendencia al estiramiento de la desigualdad social. Son consistentes con un estudio previo en el área metropolitana de Buenos Aires, en el que comparamos las mismas tasas utilizando los datos del estudio pionero de Germani (1963) y las encuestas de Jorrat de 2004-2005 (Dalle, 2010).

En las mujeres, el examen de las tasas de autorreclutamiento de la clase de servicios muestra una tendencia a mantenerse constante a través de las cohortes; y el reclutamiento de esta clase en las clases populares, al igual que los varones, muestra oscilaciones y una caída importante en la última cohorte, en la que disminuye alrededor de 10 p.p. (Gráfica 3).

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  Las tasas de disparidad de acceso a la clase de servicios de las mujeres (Gráfica 4), permiten observar que las hijas de obreros calificados de la última cohorte perdieron un poco de terreno en relación con las hijas de padres de clase de servicios (la brecha se amplió de 2,7 veces en promedio, en las cohortes anteriores, a 3,4 en la última). También para ellas parecería haber aumentado la desigualdad en las oportunidades absolutas de acceder a la clase media de mayor estatus, aunque dicha tendencia es más moderada que en los varones. La cohorte más joven de las mujeres nacidas entre 1975 y 1985 se asemeja más a la de las nacidas entre 1955 y 1964, pero, en rigor, no se observan cambios importantes —la mayoría es de decimales—.


 


 

El análisis de estas tendencias de cambio en la probabilidad de acceso a la clase de servicios está influenciado por “cambios estructurales”. Si bien la clase de servicios se expandió en el último cuarto del xx y la primera década del actual, al parecer se ha vuelto un poco más cerrada en el tiempo, lo cual puede ser indicativo de que haya aumentado la asociación entre orígenes y destinos. Examinamos a continuación qué ocurrió con la movilidad relativa, es decir, con el grado de desigualdad de competencia entre las clases, controlando los efectos del cambio estructural.

Explorando cambios en la apertura del
régimen de movilidad social intergeneracional

 

Con el fin de obtener una idea aproximada de cómo evolucionó el régimen de movilidad en la estructura de clases de Argentina, se aplicaron modelos log‑lineales de tres vías (clase de origen, clase de destino y cohorte) en los que se buscó indagar si hubo cambios en la asociación entre orígenes y destinos de clase a través de cohortes de nacimiento (Cuadros 2 y 3).

 

 

El modelo de independencia condicional plantea la independencia de orígenes y destinos de clase, por consiguiente, la variación en las pautas de movilidad sólo se debería a los efectos estructurales observables en la variación de las distribuciones de orígenes y destinos de clase en cada una de las cohortes de nacimiento. Se trata de un modelo hipotético de una sociedad totalmente abierta, que no ha sido nunca observado en la práctica, pero en base a la parsimonia[7] de dicho modelo es utilizado como base de comparación con otros más complejos.

El modelo de fluidez constante proyecta que la asociación entre orígenes y destinos de clase se mantuvo constante en el tiempo. Logra un ajuste aceptable, siendo el valor p=0,068; el índice de disimilitud que indica la cantidad de casos que habría que reubicar para alcanzar un ajuste perfecto baja a 6,1%. Contrastado con el modelo de independencia condicional, el modelo de fluidez constante mejora en un 89,3% la explicación de la asociación entre orígenes y destinos.

A continuación, probamos el modelo de “diferencias uniformes” (Unidiff). Suponiendo una estructura de asociación relativamente estable entre orígenes y destinos de clase, este modelo es capaz de detectar diferencias en la fuerza de la asociación, estimando un parámetro específico por cohorte (β). Si β1 se fija en uno para la primera cohorte, se estima β paras las cohortes subsiguientes. Si la estimación es mayor que uno, indicará que la asociación se vuelve más fuerte que en la primera cohorte, y si es menos que uno, que se debilitaría con el tiempo (Vallet, 2004). Este modelo no logró mejoras sustantivas en el ajuste de los datos, tanto en el valor de L2 como en los valores de p, el índice de disimilitud y el bic —indicativo de la parsimonia—. Contrastando su bondad de ajuste con el modelo de fluidez constante, es posible observar una disminución del L2 de 3,1, no significativa al 0,05. Esto nos llevaría a preferir el modelo de asociación constante. Pero si de todos modos —siguiendo a Jorrat (2010, 2014)—, nos detenemos a observar los parámetros β, se advierte una tendencia al incremento de la asociación entre orígenes y destinos a partir de la segunda cohorte, que se vuelve más marcada en la última. Esta pauta estaría sugiriendo un proceso de cierre o rigidización de la estructura de clases en el tiempo para los varones.

Al examinar la evolución de la movilidad social relativa de las mujeres, se advierte en primer lugar que todos los modelos alcanzan un mejor ajuste de los datos que en la distribución de los varones. El modelo de fluidez constante alcanza un buen ajuste en términos del valor de p y de la disminución del índice de disimilitud, sugiriendo una tendencia de desigualdad constante en las chances relativas de movilidad social intergeneracional en la estructura de clases. Por su parte, la bondad de ajuste del modelo Unidiff mejora en cuanto al valor de p y levemente en relación con el índice de disimilitud, sin embargo, si prestamos atención al valor de bic, este nos sugiere preferir el modelo de asociación constante, puesto que sería más parsimonioso. La disminución de L2 es de 5,2%, no significativa al 95% de confianza. Si al igual que en el caso de los varones, prestamos atención a los valores de los parámetros β, indicarían que en un primer momento, al pasar de la primera cohorte a la segunda, habría aumentado la desigualdad de oportunidades, y en las dos últimas cohortes descendió al nivel de la primera cohorte.

 

 

Los resultados de dos modelos de regresión logística binaria, uno por cada sexo, para indagar si hubo cambios en el tiempo en las oportunidades relativas de acceder a la clase de servicios sugieren que, igualando el nivel educativo alcanzado[8], los hombres y mujeres de todas las cohortes que provienen de la clase de servicios tienen mayores chances de retener su clase de origen en relación con las oportunidades de acceder desde otros orígenes de clase. Por otro lado, la última cohorte de varones y las últimas dos de mujeres mostraron ser estadísticamente significativas, lo cual es indicativo de que tuvieron menores oportunidades de acceder a la clase media de mayor estatus, independientemente del origen de clase y el nivel educativo alcanzado (Cuadro 6 del anexo).

Breves comentarios finales

En la primera parte del artículo, hemos trabajado aspectos descriptivos de movilidad social intergeneracional, analizando las tasas absolutas. El cuadro de situación que se observa es que Argentina, a principios del siglo, presenta tendencias generales de movilidad social intergeneracional similares a otros países latinoamericanos, principalmente Chile, y no muy alejadas del promedio de Europa para una década atrás.

A través de una aproximación comparativa, a grandes rasgos, hemos observado que la estructura de clases en Argentina es bastante abierta —comparada con la de otros países latinoamericanos— en relación con las oportunidades absolutas de movilidad ascendente desde las clases populares a la clase de servicios. Esta pauta parecería ser el resultado de una expansión estructural moderada de la clase de servicios. Vista en una perspectiva de largo plazo, esta expansión no es asimilable al crecimiento vertiginoso y sostenido de las clases medias —incluidos sectores autónomos y propietarios de capital— durante la primera mitad del siglo xx en el contexto del modelo agroexportador y la industrialización por sustitución de importaciones que propiciaron uno de los rasgos distintivos del país en la región. En aquella sociedad en construcción, la dimensión del cambio estructural fue sin dudas mayor.

El análisis temporal de las tasas de entrada y salida a la clase de servicios mostró signos de un estiramiento de la desigualdad en la estructura de clases. En la clase media se incrementó la probabilidad de conservar las posiciones, sobre todo en la cúspide, ya sea por medio de la transmisión de los mismos recursos o por la reconversión de propiedad de capital en credenciales profesionales y puestos de autoridad en las grandes empresas o la administración estatal. Como contraparte, parece más difícil llegar desde las clases populares.

El análisis de los cambios en el grado de fluidez a través de “cohortes”, controlando la movilidad estructural, sugiere que la desigualdad de oportunidades en la estructura de clases se mantuvo constante, y, si hubo una tendencia al cambio, su direccionalidad fue hacia un incremento del peso del origen de clase en las oportunidades de movilidad, es decir, una mayor desigualdad, más marcada en los varones. Esta pauta es compatible con la disminución sustantiva de la tasa de movilidad de larga distancia, desde las clases populares a la clase de servicios, en las cohortes más jóvenes. Esta tendencia es más acentuada en la última cohorte, correspondiente a los hijos cuyas familias obreras experimentaron con mayor fuerza el desempleo y la precarización laboral durante la reconversión neoliberal, y, quizás por ello, brindaron menores oportunidades a sus hijos para ascender a las clases medias, no obstante, esta interpretación debe ser profundizada por medio de modelos estadísticos más complejos. En suma, hubo oportunidades estructurales, pero el grado de apertura de la estructura de clases se mantuvo invariante, o posiblemente peor aún, se volvió algo más cerrada.

En los comienzos del siglo xxi, Argentina, junto con otros países de América Latina, experimentó cambios en el modelo de desarrollo económico-social a través de una reorientación del Estado hacia la protección del mercado interno, el impulso a la industrialización sustitutiva y la redistribución del ingreso. Siguiendo nuestra hipótesis de trabajo, la direccionalidad de estos cambios podría afectar positivamente las chances relativas de los hijos de padres de clase popular de ascender socialmente. En futuros trabajos, buscaremos indagar si este cambió implicó una mayor apertura de la estructura de clases.

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Anexo

 


















 

 

 

 

 


[1]       Hemos decidido adoptar la denominación clases populares porque los estratos obreros, principalmente el no calificado, incluye a trabajadores manuales por cuenta propia de baja calificación, típicos del sector informal.

 

[2]       Rodríguez (2011) muestra la misma tendencia a través del análisis de pautas de homogamia/heterogamia educativa.

 

[3]       Agradezco al Dr. Raúl Jorrat por brindarme las bases de datos de las encuestas. También quiero extender mi agradecimiento a Manuel Riveiro y Santiago Rodríguez por la información sobre el diseño muestral, las características de cada relevamiento y por compartir su experiencia en la clasificación del esquema de clases.

 

[4]       La integración de las muestras fue ponderada de acuerdo con tamaño de las localidades, sexo y edad, según datos del Censo Nacional de 2001.

 

[5]       En relación con las controversias que genera la definición de las clases, Erikson y Goldthorpe (1992) señalan que los conceptos deben juzgarse por sus consecuencias, no por sus antecedentes; en este caso, en su capacidad para medir y facilitar la comprensión de las pautas de movilidad de clases.

 

[6]       Según datos de Chile de 2001, los orígenes rurales, sumando los pequeños propietarios y trabajadores agrícolas, representaban el 29% (Torche y Wormald, 2007); en Brasil, para una muestra de 1996, el 58% (Do Valle Silva, 2007) y en México el 42,8% para varones y el 37,3% para mujeres (Solís y Cortés, 2009).

 

[7]       La parsimonia refiere a explicar algo de la manera más sencilla. En los estudios de movilidad los modelos más parsimoniosos son aquellos que utilizan menos parámetros. Si dos modelos estadísticos tienen resultados similares, se prefiere el más sencillo siempre que aporte claridad conceptual.

 

[8]       Las categorías de la variable nivel educativo son: primario sin terminar, primario completo, secundario completo, terciario completo y universitario completo.

 

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