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Revista de Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 0797-5538versión On-line ISSN 1688-4981

Rev. Cienc. Soc. vol.28 no.36 Montevideo  2015

 

La expansión del capital agrario en el norte de Córdoba

Transformaciones y disputa por el territorio

The expansion of agricultural capital in the north of Cordoba:

transformation and dispute over the territory

 

Graciela Preda

 

Resumen

El interés del estudio es analizar la expansión agrícola de tipo capitalista manifestada en el departamento de Río Seco, provincia de Córdoba, en las últimas décadas. Este proceso, que favoreció un espacio para la economía de escala y el capital concentrado, avanzó sobre las formas productivas precedentes, a la vez que incorporó nuevos actores portadores del conocimiento y la tecnología requerida para conducir estos procesos productivos. El territorio se convirtió así en escenario de disputa entre los productores tradicionales y los nuevos actores, portadores de capitales diferenciados, que fue modificando el espacio geográfico a la vez que desplegó un nuevo proceso de territorialización. La estrategia metodológica se basó en entrevistas semiestructuradas a productores y referentes del departamento.

Palabras clave: Expansión de frontera agraria / transformaciones / territorio.

 

Abstract

The purpose of the present study is the analysis of the capitalist type agricultural expansion, manifested in the department of Río Seco, in Córdoba province, over the last decades. This process, which favored the development of an economy of scale and the concentration of capital, outdid the precedent productive forms and, at the same time, incorporated new actors having the sort of technology and knowledge required to conduct these production processes. The territory became, as a consequence, the scenario of conflict between traditional farmers and new actors who have differentiated capitals, modifying the geographical space as well as stimulating a new territorialization process. The methodological strategy was based on semi-structured interviews to the farmers of the department.

Keywords: Agrarian frontier expansion / transformations / territory.

 

Graciela Preda: Doctora en Estudios Sociales Agrarios. Investigadora y coordinadora del proyecto Sujetos Sociales Agrarios en Procesos de Transformación Territorial del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (inta), Argentina. E-mail: preda.graciela@inta.gob.ar

 

Recibido: 15 de mayo de 2015.
Aprobado: 28 de junio de 2015.

Introducción a la problemática[1]

La comprensión de los cambios del mundo rural, inmerso cada vez más en un proceso de modernización creciente, requiere de un acercamiento a las particularidades de cada proceso de cambio. En este sentido, los estudios localizados posibilitan la presencia de “… imágenes y tendencias acerca de los procesos de modernización y reestructuración social” (Bendini, 2010, p. 2), que permiten descifrar una de las formas que adquiere la modernización asociada a la globalización en el sistema agropecuario.

Los cambios territoriales resultantes de las políticas implementadas en las últimas décadas conducen a repensar el análisis territorial y redefinir los modelos interpretativos existentes para enmarcarlos en el contexto de la globalización, debido a que precisamente en los años noventa, y desde el neoliberalismo, fue cuando surgió un renovado discurso regional vinculado a temas y acciones relacionados con la competitividad y la productividad (Manzanal, 2001). En este contexto, la presunción de que el mercado es capaz de corregir los problemas de los sistemas menos competitivos resulta poco realista, especialmente cuando se habla del medio rural y de los flujos de vaciamiento del territorio.

El escenario de concentración productiva del campo cordobés, en el período mencionado, intensificó el proceso de desplazamiento de numerosos productores, en una diversidad de situaciones en las que no han estado ausentes coacciones extraeconómicas. La agriculturización, y en especial el cultivo de soja, fue conduciendo un proceso de intensificación de la producción a través del consumo de insumos industriales, que se adoptó rápidamente debido a los precios internacionales y la consecuente mayor rentabilidad de la soja en comparación con la ganadería y otras actividades agrícolas.

Y precisamente vinculado a la especialización productiva es cuando el capital se torna selectivo al incursionar en un territorio, porque va escogiendo los lugares más ventajosos para el desarrollo de su producción. Es así que se recalifican los espacios que responden a los intereses de los actores hegemónicos de la economía y la sociedad (Santos, 1996). En este sentido, se identifica al departamento de Río Seco, ubicado en el arco noroeste de la provincia de Córdoba, como un lugar favorable para la expansión de la frontera agrícola, generando modificaciones en el patrón geográfico y técnico de producción, a la vez que se despliega un nuevo proceso de territorialización[2].

 



 

 

Históricamente, el departamento se caracterizó por el desarrollo de la ganadería y la extracción forestal. La actividad ganadera fue predominante —bovinos en establecimientos medianos y grandes, y cabras y ovejas en pequeñas unidades de producción—, mientras que la agricultura fue secundaria, siendo el cultivo predominante el maíz, desde el punto de vista de la funcionalidad.

En la década de los noventa, comienza a manifestarse un proceso de expansión de la agricultura con centralidad en el cultivo de soja. En 1988 había solamente 700 hectáreas implantadas con soja y trigo, mientras que en el año 2002 alcanzaban las 60.000 hectáreas (Instituto Nacional de Estadística y Censos - indec), superficie que se amplió hacia fines de 2010, superando las 80.000 hectáreas[3]. Los mismos datos censales dan cuenta de que la expansión agrícola se realizó en suelos ganados al monte y a pastizales naturales, ya que en ese período se perdieron en el departamento 37.000 hectáreas de pastizales y 42.000 de bosques y montes.

Este proceso es relevante en la provincia de Córdoba, con valores anuales de deforestación que alcanzaron los 146.000 kilómetros cuadrados durante la década de los noventa, y son los departamentos del norte los que constituyen el más dramático ejemplo, ya que entre 1970 y 2000 se perdieron más de 10.000 kilómetros cuadrados  “… de bosques xerófilos estacionales (chaqueños) por conversión a cultivos anuales, principalmente soja” (Cabido y Zak, 2010, p. 7).

La disminución del déficit hídrico manifestada en ese período y la existencia de suelos que, ante el desarrollo de paquetes tecnológicos adaptables, propician la actividad agrícola, hacen de este lugar un territorio apto para la incursión de la oleaginosa en desmedro de las producciones existentes. Al decir de Capraro:

“… la reproducción descansará en la ampliación continua de las relaciones capitalistas de producción en la agricultura. La ampliación de la frontera agrícola constituye el movimiento del capital que incorpora nuevos suelos a la producción destruyendo las formas productivas que le precedieron en la ocupación territorial u ocupando tierras vírgenes” (1986, p. 60).

En este sentido, y analizando la estructura social agraria, podemos observar la concentración en el uso del suelo con acentuada disminución en el número de productores en el período 1988 a 2002.

 



 

Fuente: Censos Nacionales Agropecuarios (cna) 1988 y 2002, Instituto Nacional de Estadística y Censos (indec), 1992, 2002.

Las unidades menores a cien hectáreas fueron las más afectadas, mientras que en el otro extremo de la escala se manifiesta la concentración. Solamente once explotaciones, que operan más de 5.000 hectáreas, controlan el 30% de la totalidad de la superficie, constatándose que el fenómeno de sojización impulsó en las regiones extrapampeanas estructuras agrarias muy polarizadas, en las que coexisten grandes latifundios y muy pequeños minifundios campesinos (Reboratti, 2005).

Este proceso de expansión de la frontera agraria es conducido por productores que, procedentes de otras regiones de la provincia y vinculados históricamente a la producción agrícola, ingresaron al territorio modificando su organización. La dinámica de ocupación del suelo manifestada en la tenencia bajo diferentes formas de arrendamiento o en la compra, valiéndose de los precios diferenciales con respecto a la región pampeana, convirtió a este espacio en un campo de disputa entre los productores tradicionales y los nuevos sujetos productivos portadores de capitales diferenciados.

Datos comparados de los Censos Nacionales Agropecuarios (cna) dan cuenta del incremento del 200% en las explotaciones que tienen toda su tierra en arrendamiento, mientras que en aquellas que combinan tierra en propiedad y en arrendamiento, el incremento fue del 125%. Ambos porcentajes se duplican si la comparación se realiza sobre la base de la superficie (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 1988, 2002). Estas transformaciones se vinculan al modelo económico impuesto en las décadas anteriores, con ausencia de políticas sectoriales, que tuvo como consecuencia en las regiones de producción agrícola la reconversión o desaparición de numerosas unidades productivas que en este contexto ya no son competitivas. Para el sector campesino significó una creciente y muy intensa presión sobre la tierra, resultado de un desplazamiento de productores capitalizados hacia tierras de menor aptitud, situación que se tradujo en la expulsión de productores familiares (Hocsman y Preda, 2005).

Metodología

Para la realización del estudio se seleccionaron metodologías combinadas que se adecuan a los diferentes niveles de análisis. Se utilizaron diferentes fuentes secundarias, como información del indec, de la Dirección de Estadística provincial, y otras fuentes documentales. El relevamiento de información primaria se basó en la realización de cincuenta entrevistas semiestructuradas a productores agropecuarios del departamento de Río Seco, sobre la campaña 2009‑2010. Asimismo, se realizaron entrevistas en profundidad a productores de los distintos tipos sociales, como así también a informantes calificados, para la comprensión de las estrategias implementadas y las percepciones acerca de las transformaciones territoriales.

La necesidad de deconstruir la trama de relaciones existente en el territorio motivó la identificación de los sujetos productivos allí presentes. La construcción de la tipología se sustentó en aportes teóricos como también en elementos empíricos.

En virtud de información obtenida a través de fuentes secundarias, como también de informantes regionales que daban cuenta de cierta similitud de población en escalas de producción construidas, se acordó, para una primera selección de productores a entrevistar, priorizar la superficie total trabajada en las explotaciones agropecuarias sobre las condiciones ecológicas del suelo donde tienen su asiento. Para ello se establecieron tres estratos de superficie: menor a 200 hectáreas, entre 200 y 1.000 hectáreas, y más de 1.000 hectáreas.

 



La selección de productores a entrevistar se realizó al azar (por sorteo) en base al listado de productores del Departamento de Río Seco, correspondiente al cna 2002 (indec) y su distribución fue proporcional a la cantidad de productores existentes en cada estrato.

 


 

 

La incorporación de una fracción del territorio al mercado de exportación agrícola fue intensificando el fraccionamiento de las clases sociales existentes en él, lo que incentiva a ampliar el conocimiento de la estructura social agraria[4].

Para la identificación de los tipos sociales, nos apoyamos en el desarrollo de Archetti y Stölen (1975) en cuanto a considerar que la estructura de clases presentes en el campo depende básicamente de los sistemas económicos y de las relaciones sociales que dentro de cada una de ellas establecen los sujetos sociales[5]. Los autores presentan tres grandes tipos de economía agraria: campesina, farmer y capitalista, que nos parece pertinente utilizar debido a que ambos estudios se desarrollan en escenarios periféricos de la región pampeana: norte de la provincia de Santa Fe, en el caso de los autores mencionados, y norte de Córdoba, en el de nuestro estudio. Es así que a los fines de este análisis identificamos tres tipos sociales de productores: campesino, familiar capitalizado y empresario capitalista.

     Productor campesino

La organización productiva es de base familiar con ausencia de acumulación sistemática de capital y las unidades se dedican básicamente a la cría de ganado menor —en especial caprino— en contextos de recursos naturales escasos. Su importancia se debe a la representación simbólica que tienen en el territorio, ya que el “particular diálogo que establecen con la naturaleza” (Hocsman, 2010, p. 3) le imprime a la región una fuerte identidad. La producción campesina siempre fue significativa en el norte de Córdoba y específicamente en el espacio rural Río Seco. En la actualidad, y tal como se expresa en el Cuadro 3, si bien representan el 52% de la totalidad de productores, sólo controlan el 3% de la superficie considerada en el estudio y ninguno se ubica en predios mayores a 200 hectáreas. Datos que revelan la profundización del proceso de concentración manifiesto en el territorio.

Los productores entrevistados expresan un fuerte sentido de pertenencia a la región y la mayoría dice residir en este lugar “desde siempre”. Viven en el campo, característica que los define como sujetos sociales profundamente enraizados en su territorio y que hacen de la tierra un espacio de vida y de trabajo (Wanderley, 2010).

El proceso de expansión de la agricultura intensificó el escenario de competitividad en torno al control de fracciones de un territorio cada vez más valorizado. Y en este contexto, la vulnerabilidad de los campesinos, generalmente carentes de información y asesoramiento jurídico, hizo posible la implementación de diferentes métodos para desvincularlos de la tierra que históricamente ocuparon[6]. Román y González (2006) citan testimonios que dan cuenta de la presión ejercida por los grandes productores que incursionaron en este departamento: “… en agosto de 2003 las viviendas fueron derribadas por una topadora para proceder al desalojo de las tres familias” (testimonio de ii, p. 50). “Campos, que nadie sabe aquí si son dueños o no, pero como ellos tienen plata, vienen y hacen lo que quieren, y uno no tiene posibilidad de ir a ningún lado” (testimonio de vi, p. 51). Asimismo, diferentes actores locales aportan su visión con respecto a esta problemática:

“Los problemas de la tierra empezaron a surgir a partir del tema de la soja, acá nunca hubo problemas de litigio más allá que la topadora pasó por acá o por allá, que me corriste la línea, pavadas. El problema grande de tiros, balas, problemas policiales, alambrar de noche, cosas así, ha habido montones a partir del aumento del valor de la tierra…, como la fiebre del oro”. (Profesional de Sebastián Elcano)

xx vino de otra provincia con escrituras que según él traía de Santiago del Estero sobre una zona cuyos límites provinciales no están muy definidos. Hay muchos productores afectados, con algunos negoció, a otros les hizo firmar reconociéndolo a él dueño de un colindante, por ejemplo. Gente grande que no sabía lo que firmaba, porque no las leyó y si las leyó no sabía interpretarla, bueno y así fue ganando terreno. Esa causa está en la Fiscalía de Deán Funes”. (Productora de La Rinconada)

“El problema del pobre no es solamente que no tiene plata, probablemente que no tenga plata es lo de menos, el pobre no tiene amigos, no tiene relaciones, no tiene agenda, no sabe a quién preguntarle y generalmente el que lo asesora, lo asesora al revés. Está solo, está triste y está abandonado...”. (Profesional de Sebastián Elcano)

El 90% de la superficie que ocupan los productores campesinos corresponde a bosques, montes y pastos naturales. La capricultura es la actividad ganadera más importante y la realizan a campo abierto y en el monte, y es responsabilidad generalmente de la mujer y de los niños. Estos se incorporan desde muy pequeños al mundo del trabajo y aprenden casi como un juego el oficio de capricultor, contribuyendo de esta forma al ingreso familiar.

Como consecuencia de la implantación de cultivos, se produjo un cerramiento de los campos bajo agricultura. El uso de alambrados perjudica las usuales prácticas campesinas, ya que reduce el territorio de pastoreo de los animales a la vez que genera numerosos conflictos entre los nuevos agentes productivos —quienes aducen deterioros en los cultivos por el pisoteo de las cabras— y los campesinos, a quienes les matan las cabras cuando estas traspasan el alambrado (Cáceres, et al., 2009).

El bovino es el segundo tipo de ganado en importancia, y la cría de ovejas y cerdos es básicamente para el consumo de la familia, aunque en algunas épocas del año suelen vender los lechones que producen. En las huertas familiares producen legumbres, hortalizas y frutales, también elaboran arrope de tuna o dulces que utilizan para el consumo de la familia y esporádicamente suelen vender algún excedente. Las mujeres son quienes tienen a su cargo la preparación de estos productos. Otras actividades, aunque de menor relevancia en este tipo de economía, se basan en la utilización del monte para la comercialización de carbón y leña en los grandes centros urbanos.

Solamente el 15% de los entrevistados reconoce como ingreso principal el obtenido en el predio y las contribuciones estatales son una fuente de ingreso importante en la mayoría de las familias relevadas. En el 81%, al menos un miembro de la familia recibe algún tipo de contribución estatal (jubilaciones o pensiones, Asignación Universal por Hijo, etcétera).

Los cambios productivos operados en la región fueron desfavorables para el trabajo extrapredial campesino. La agricultura no absorbe mano de obra local y la anterior actividad ganadera a gran escala, que era tomadora de mano de obra permanente, al reducir su espacio productivo por la incorporación de soja, disminuye la contratación de mano de obra asalariada, perjudicando a estos pequeños productores que incorporaban al ingreso familiar el salario de peón.

La información analizada nos permite inferir que la economía campesina se desarrolla en un círculo de escasez y es en extremo vulnerable ante los caprichos de la naturaleza, los vaivenes del mercado y las políticas de Estado. Se trata de economías sin defensa y con el riesgo siempre latente de perder incluso los propios medios de producción (Archetti y Stölen, 1975; Shanin, 1976). El capital que poseen es muy limitado, en general cuentan con la propiedad de la tierra (los que detentan título de propiedad), la casa que habitan, algunos elementos de trabajo rudimentarios y el ganado.

     Productor familiar capitalizado

Los productores que responden a este tipo social operan superficies de tierra que oscilan entre 250 y 3.000 hectáreas. Esta amplitud en el rango de extensión se relaciona esencialmente con el tipo de suelo, coincidiendo las de mayor superficie con áreas de suelo salino, que posibilitan únicamente la producción bovina de cría en pastos naturales. La mayoría son propietarios de la tierra que trabajan y unos pocos arriendan.

La condición del tipo de suelo es un elemento de diferenciación que surge en el relato de los productores al momento de definir sus posibilidades productivas. Distinguen el “norte”, como de uso cuasi exclusivamente ganadero, de la “chacra”, en referencia a la tierra con aptitud para el desarrollo de la agricultura. Quienes disponen de tierra con aptitud agrícola, en su mayoría la ceden en arrendamiento para la implantación de soja, estrategia que implementan desde que se inició el proceso de expansión de la frontera agraria en la región.

“Al tener parte de chacra, nos vimos beneficiados porque podemos alquilar parte del campo para agricultura”. (Productora de Rayo Cortado, 350 hectáreas)

“El norte no sirve para nada y no nos dan permiso para tocar ni un árbol”.(Productor de Candelaria Sur, 1.100 hectáreas)

No todos los productores con tierra apta para agricultura tienen el capital necesario para acceder al paquete tecnológico requerido ni tampoco disponen de la cantidad de superficie que el cultivo de soja demanda para ser rentable en este territorio. Por tanto, la ceden en arrendamiento y se apropian de la renta.

“Un productor para hacer agricultura en esta región debe disponer de 400 a 500 hectáreas como mínimo, porque el problema aquí son las lluvias, lo que hace que este sea un territorio con cierta fragilidad. Además la temperatura media es mayor que en la región pampeana y por ende mayor es la evaporación. Por eso los cultivos aquí manifiestan sequía antes que en otras regiones”. (Ingeniero agrónomo)

“Una cuestión necesaria es que los productores tengan lo que nosotros llamamos ‘espíritu de agricultor’, porque cuando conviven con ganadería, dejan enmalezar los campos, hacen aprovechamiento del rastrojo para la ganadería, largan la hacienda, y en ese lote donde largan la hacienda se comen la cobertura, más el pisoteo de las vacas… Se quedan sin cobertura y sin rastrojo”. (Ingeniero agrónomo)

“Hay productores que tienen todas las herramientas necesarias, pero tienen poco conocimiento de la agricultura, no tienen la especialización. Para hacer agricultura aquí se requiere cierto conocimiento, porque hay mucha presión de malezas e insectos”. (Vendedor de insumos y asesor agropecuario)

La principal actividad productiva es la ganadería bovina. El 89% de los productores así lo considera y más de la mitad poseen rodeos de entre 80 y 300 cabezas, mientras que el resto tienen rodeos que pueden llegar hasta 500 cabezas.

Poseen un grado de capitalización muy superior al tipo social campesino. Todos disponen de al menos un tractor y demás implementos para la actividad ganadera (levanta rollos, embolsadora  y picadora de forrajes, molinos, corrales, bretes, etcétera), y quienes hacen agricultura cuentan con la maquinaria necesaria.

Si bien la mayoría tiene residencia urbana (el 80% vive en alguno de los pueblos cercanos a su explotación), el trabajo familiar es preponderante en estas unidades. La familia actúa como una red social primaria que articula el espacio de trabajo que supone el hábitat en el pueblo y el proceso productivo en el campo, brindando una organización laboral dispuesta a funcionar en determinados momentos. La contratación de mano de obra asalariada es mayoritariamente transitoria, y sólo las unidades productivas agrícolas contratan asalariados permanentes.

En cuanto a la fuente de ingresos, el 43% manifiesta que proviene de la combinación de actividades desarrolladas dentro del predio y fuera de él, mientras que el 21% identifica como ingreso principal el obtenido externamente. Entre los ingresos no vinculados a la producción agropecuaria, se mencionan las actividades comerciales y los salarios recibidos por el ejercicio de la docencia y el empleo municipal, generalmente percibidos por las mujeres e hijos mayores. El 36% restante reconoce como ingreso principal el proveniente del desarrollo de la actividad agropecuaria. La percepción de renta, obtenida en casi el 30% de los productores, es otra de las formas que componen el ingreso de las familias.

     Empresario capitalista

Se trata de productores procedentes de otras zonas de la provincia y son quienes conducen el proceso de expansión agraria. Son pocos en cantidad, pero controlan gran parte de la superficie y, especialmente, la casi totalidad de la tierra con aptitud agrícola. En el departamento de Río Seco, operan superficies que oscilan entre 3.500 y 12.000 hectáreas, y la mayoría de ellos desarrollan actividades agropecuarias en otras regiones del país o en el exterior.

Poseen el conocimiento y el manejo del paquete tecnológico asociado a la soja que fue experimentado y validado en la región pampeana, promoviendo la consolidación de empresas capitalistas en la conducción de este proceso.

“Nosotros empezamos en el año 94 a hacer agricultura en el norte de Córdoba, que eran recién los comienzos de la soja y de la agricultura propiamente dicha ya que antes se hacía agricultura para alimentar el ganado, maíz básicamente. Y bueno, todavía no había empezado la siembra directa[7], los campos eran sucios, con palos, con troncos plantados, era un poco complicado digamos”. (Productor, 11.800 hectáreas)

“Y sí, veía futuro en el norte. Viajé mucho, fui al Chaco, por las orillas del Chaco, Santiago del Estero […] pero hay que aguantar para ir allá y es más cerca todo acá. A mí me gusta palpar las cosas, verlas”. (Productor, 12.000 hectáreas)

En el 63% de la superficie que ocupan se siembra soja en sus dos modalidades, siendo relevante la de primera siembra. El trigo y el maíz se siembran en menor medida, dependiendo de la reserva de humedad del suelo. El sistema de labranza utilizado en la totalidad de los cultivos es la siembra directa, y la organización laboral se basa exclusivamente en la contratación de fuerza de trabajo asalariada permanente.

Ninguno de ellos proviene del departamento de Río Seco y tampoco reside en él, en todos los casos proceden del centro y sudeste de la provincia de Córdoba. Se consideran pioneros en el lugar, una especie de colonizadores de un espacio inexplorado, que a la vez ofrece las condiciones que la nueva agricultura requiere. Sienten que ingresaron a un territorio inhóspito y agreste donde todo estaba por hacer, y que representan el conocimiento de la actividad agrícola hasta entonces ajena al lugar.

“¿Por qué fui al norte?, uno porque conocía el norte y me gustaba, no había nada en el norte todavía, cabras nomás, y me di cuenta que [donde yo estaba] estaba perjudicando a los otros colonos, les agarraba el campo, esa moda medio que se ha agarrado ahora. Quedarme allá era perjudicar, esto lo tengo muy en mente yo y sí veía futuro en el norte”. (Productor, 12.000 hectáreas)

“En el sur está… no digamos todo hecho, porque faltan cosas por hacer, pero hay mucho más hecho, en cambio en el norte está todo por hacer. Los cambios los tenemos que generar nosotros, como han hecho los pueblos del sur, los pueblos del sur los han hecho nuestros abuelos”. (Productor, 10.000 hectáreas)

En sus relatos se percibe un sentido de apropiación del territorio, el cual debe quedar a resguardo de la incursión de otros actores que no pertenezcan a este grupo social de pioneros que ellos conformaron. Porque ahora el territorio les pertenece.

“El otro día estábamos hablando en el bar con algunos de los del grupo, cuando salió el tema que estaban a la venta 600 hectáreas de tierra, entonces yo les dije: ‘alguno de nosotros tiene que comprarla, pongámonos de acuerdo. No podemos dejar que compre otro’”. (Productor, 3.500 hectáreas)

Con respecto a la tenencia de la tierra, el 33% de los productores entrevistados tienen toda la tierra en propiedad, el 50% combinan tierra en propiedad con superficie arrendada y el 17% restante (un solo productor) es exclusivamente arrendatario. Asimismo, el 83% compró tierra en los últimos diez años y en todos los casos las compras se realizaron en el período que va de 2003 a 2009. Uno de los atractivos para trasladarse a esta región era el bajo valor de la tierra, vendían en su lugar de origen para comprar extensiones mayores en la zona norte de la provincia, acrecentando su escala productiva rápidamente.

“Cuando yo vine a inicios de los ochenta al norte de Córdoba, está bien que era monte, medio mal trabajado, pero el valor de la tierra era veintisiete veces menos que donde yo tenía [centro de la provincia]. Y seis o siete años atrás se cambiaba cinco por uno”. (Productor, 12.000 hectáreas)

Son los precursores de un sistema productivo en expansión, que incorporan nuevas tierras como condición necesaria para su reproducción, y ese saber que portan los posiciona en el rol de conductores de un proceso que consiste en incluir nuevos territorios a la producción de commodities (materias primas), nuevos espacios para la agricultura de exportación.

Las trasformaciones en el territorio
desde la mirada de los actores

Si bien desde la invención de la agricultura, la naturaleza se va transformando en pos de satisfacer las necesidades de la humanidad, el control externo y cada vez más intenso sobre ella genera riesgos que aún resulta difícil dimensionar. Procesos como los descriptos tratan de formas de producción que tienden a la concentración del ingreso e intensifican cada vez más la presión sobre los recursos naturales, favoreciendo la externalización de los costos ambientales y la puesta en práctica de sistemas artificiales que aceleran el deterioro ecológico. Porque cuando el recurso natural se degrada y la reserva de energía de los agroecosistemas disminuye, es necesario incrementar la utilización de insumos para poder alcanzar los niveles de producción razonables (Cloquell, 1999).

La noción de producción, y por ende de su crecimiento, es el eje del sistema económico que consolidó a la economía como disciplina. El asumir esos conceptos como premisas necesarias para llegar al progreso fue lo que le valió su reconocimiento como ciencia. La visión de los productores que arribaron a este territorio en busca de escala para el desarrollo agrícola, como la de los propietarios tradicionales de la región que se benefician con este proceso, se inscribe en esta noción de producción, y desde la carga de materialidad que comporta el concepto se plantea una distinción entre actividades productivas e improductivas a desarrollar en él (Cloquell, 1999). Primando el convencimiento de poner en funcionamiento toda aquella fracción de tierra capaz de sostener actividades que se incluyan en la primera categoría, independientemente de los costos ambientales que ello pueda ocasionar.

“Creo que debería haber un ordenamiento tratando de que se deje superficie sin desmontar, con cortinas, pero creo que donde las tierras tienen aptitudes agrícolas me parece que en un país pobre no se justifica. Yo creo que el norte de Córdoba ha cambiado mucho, y para mejor, desde que llegó la agricultura”. (Empresario capitalista)

“Acá nosotros hemos estado postergados cincuenta, cien años, toda la parte norte. Y bueno, empezó a surgir esto de la implantación de la soja, la siembra directa, y eso nos cambió la vida a los productores, cambió la vida, para bien por supuesto. Y ahora, ¿la parte ecológica?, ¿el medio ambiente?”. (Familiar capitalizado arrendador)

De los relatos surge la disyunción aparente entre el razonamiento económico y el ecosistema. Al decir de Naredo (2001), se establece un claro divorcio entre la economía y la ecología, dando lugar a un diálogo de sordos entre ambas disciplinas. El hecho de partir de razonamientos diferentes genera la falta de entendimiento que se manifiesta en los relatos transcriptos, en los cuales parece imposible encontrar un punto de reconciliación entre ambos enfoques, y lo más importante es la aparente dificultad para aprender de los errores cometidos y emprender hacia el futuro un camino diferente, que comprenda la gestión económica en conformidad con el espacio físico.

Las distintas posiciones con respecto a las posibilidades que brinda el territorio y, fundamentalmente, sobre quiénes son los merecedores de usufructuar su patrimonio, configuran el problema en cuestión, puesto que la noción misma de territorio es la que está en juego, y la disputa en torno a la definición es por la demarcación de fronteras, por el derecho de entrada y de uso, en definitiva, por la legitimidad de pertenencia (Bourdieu y Wacquant, 1995). ¿En qué medida el “norte”, tal como identifican los productores tradicionales al territorio, puede persistir al avance de la agricultura que está incluida en el mismo territorio?

“Han llegado productores con plata a desmontar para hacer chacra [denominación que le dan a la siembra de soja], con fuego y topadora. ¡Es brutal!”. (Campesino)

“Nos rodean los campos grandes y nos privan de largar las cabras libremente, antes estaban más abiertos. Pero ahora los vecinos se están yendo, van vendiendo”. (Campesino)

“Cuatro o cinco productores grandes se quedaron con la tierra productiva de la zona y se llevan la plata afuera. Dan poco trabajo en la localidad, mueven algo en la época de siembra pero nada más. Mataron la ganadería en la región y yo creo que eso es malo”. (Campesino)

La tierra de trabajo y la tierra de negocio, la lógica de consumo y la de capital (Musumeci, 1988). Dos concepciones diferentes que son representadas por la economía campesina y por el capital asociado a la actividad agrícola, conviviendo en un mismo territorio.

La estructura de tenencia de la tierra cambió en las últimas décadas en favor de un sector productivo dinámico en términos de racionalidad económica, que concentra las tierras de mejor calidad y desarrolla una agricultura moderna. Mientras que los pequeños productores añoran el espacio en el que residieron históricamente, los recursos que ese lugar les ofrecía y la forma en la que realizaban sus prácticas productivas. Es que en el actual contexto de concentración económica: “… resulta inevitable el desarrollo de un proceso de expropiación en vasta escala mediante el cual las empresas más débiles transfieren sus funciones productivas a los concentradores” (Azcuy Ameghino y Fernández, 2007, p. 4).

La transformación en el hábitat de la producción campesina y el envejecimiento que se observa —la edad promedio de los jefes de hogar campesinos entrevistados es de 56 años—, incrementan sus condiciones de vulnerabilidad. El transcurrir en sus tierras pobres los torna casi invisibles en el nuevo escenario productivo, y parece ser que poco a poco el análisis de la cuestión campesina se desplaza a la de pobreza rural, antes eran campesinos y “… hoy se habla de los pobres que viven en el campo” (Bengoa, 2003, p 77).

“¿Los campesinos de la sierra? Yo los visualizo terminando en las grandes ciudades. Te voy a decir lo que siento, los chicos si son buenos, con suerte y los padres lo apoyan, terminarán con un estudio y los otros terminarán yéndose a una villa o un poco mejor que villa o lo que sea. ¡Qué van a hacer!”. (Capitalista)

“Lamentablemente yo no creo que puedan salir solos. Ellos eran parte de una época donde vivían de lo que la madre naturaleza les daba, pero ahora la madre naturaleza no está”. (Profesional de la región)

Villa de María de Río Seco es el pueblo más grande del departamento, cuenta con 5.500 habitantes, de los cuales 2.500 viven en el barrio conocido localmente como El Mirador. Este barrio comenzó a construirse hace poco más de dos décadas, aproximadamente, y alberga a población rural desplazada tanto por las inundaciones que sufrió el este del departamento como por el proceso de desposesión de la pequeña producción. Muchos productores acorralados por la pobreza se vieron tentados a vender sus tierras, ignorando el valor presente de un recurso cada vez más apreciado en el nuevo contexto productivo. En ese período, la intendencia de Villa de María implementó una política de concesión de terrenos gratis a los emigrantes rurales para que construyan sus viviendas en el pueblo. Desde ese momento hasta la actualidad, la población del pueblo creció más del triple. El intendente se refiere a ese proceso y a sus consecuencias actuales:

“Empezaron a vender en los ochenta, primero se lo pagaban una miseria y no había control. Ellos veían la plata, y como acá les regalaban un terreno… ‘¡y vámonos a vivir allá!’. No pensaban qué iba a pasar después, se acabó la plata y se terminó todo. Yo no digo que en el campo era menos la pobreza, pero había más dignidad”.

“Hemos tenido casos de que un tipo traía una vaca al fondo de la casa, después tenía un ternero, un chancho y le decíamos: ‘no podes tener’ y el tipo me decía: ‘¿por qué?, si yo en mi casa lo tenía’. Le daba mucho dolor a uno decirle a la gente, no podes tener esa vaca acá porque estás en el pueblo, no podes tener un cerdo acá. Claro, lo quería tener ahí porque con eso come, porque es lo que saben hacer”.

La condición de vulnerabilidad campesina en el territorio de ningún modo tiene su origen en el arribo reciente de la modernización agrícola, pero es de interés de este artículo enfatizar en la situación del sector ante la presencia de una economía empresarial agrícola de tipo capitalista, que ejerce una fuerte presión a través de la implementación de un modelo basado en la especialización productiva en rubros exportables. La implantación intensa y relativamente agresiva de una forma de producción sustentada en la racionalidad económica, en un espacio con fuerte presencia de economías campesinas, redefine las relaciones existentes previamente a su arribo, e induce procesos de acumulación/desarraigo con consecuencias que desestructuran las modalidades previas de supervivencia y de reproducción de los sectores más pequeños (Palau y Heikel, 1987).

La postura de los productores familiares capitalizados es disímil, si bien se observa cierta homogeneidad cuando evalúan los cambios en el clima y la modificación de la fauna autóctona. Las diferencias emergen en el momento de valorar la agricultura en tanto actividad productiva y su impacto en la región, estableciéndose contrastes entre los que están incluidos de alguna manera en este nuevo proceso productivo, o vislumbran la posibilidad de estarlo, y los que no. Quienes son propietarios de tierra con aptitud agrícola y están involucrados en la actividad, ya sea porque desarrollan por sí mismos algún proceso productivo o porque ceden una fracción en alquiler para que otros lo implementen, tienen una representación de la agricultura que se relaciona con una forma moderna de producción, generadora de cambios positivos en la región y asociada a la idea de progreso.

“El cambio más notorio es que prosperó la agricultura y hay mejoras en la infraestructura de los campos. Los productores cuidan y mantienen la estructura de su campo para que no se degrade el suelo, plantan árboles como cortina y hacen desmonte selectivo. De todos modos hay erosión eólica e hídrica. Hay más viento, mayor radiación solar y las temperaturas son altas. En lo personal me vi beneficiado por las mejoras, aunque faltan caminos y electrificación”. (Productor familiar capitalizado)

“¿Cambios?, hay una disminución de la fauna nativa, ya no hay liebres. La agricultura se ha incrementado mucho y en los pueblos hay más actividad, más crecimiento. Yo me he beneficiado porque puedo alquilar el campo”. (Productor familiar capitalizado)

“Antes uno subía al norte y veía norte, ahora se ve todo pelado. Mucho desmonte y menos agua; antes el agua estaba cerca de la superficie y ahora a diez metros por lo menos. El sol está muy fuerte, hay que andar con una botella de agua porque a veces parece que falta el oxígeno. Hace diez años había cabras en todas las casas de la zona, ahora no, y se han vendido muchos campos. Si hubiéramos sido llano, vienen te ponen los billetes y tomátela”. (Productor familiar capitalizado)

En gran parte de los relatos, se observa un comportamiento inscripto en el discurso global, que responde a la civilización industrial, al que en términos generales adhiere el conjunto de la sociedad. Este discurso se ha construido sobre la marcha irrefrenable hacia el progreso, que se supone acontece con el apoyo de la ciencia, la técnica y el trabajo, sin detenerse a abordar el impacto que el proceso económico muchas veces genera en el entorno físico y social, lo que cierra toda posibilidad de corrección (Naredo, 2001; Bartra, 2008).

“El cambio más relevante lo ha hecho la agricultura con el cambio económico, ya sea para bien o para mal. ¿Usted conoce Villa de María de Río Seco? Antes era despoblado, de una pobreza estructural, y últimamente ha cambiado mucho su estructura como población, y eso le ha pasado a todos los pueblos donde llegó la agricultura”. (Capitalista)

El dinamismo asociado a la idea de progreso producto de la agricultura, que los distintos agentes manifiestan observar en los pueblos del departamento, es cuestionado por quienes están o han estado a cargo de la intendencia de sus dos localidades más importantes en el transcurso de tiempo en el que se viene desarrollando este proceso.

“Es muy difícil separar lo que el pueblo puede haber avanzado por sí mismo, por el solo paso del tiempo sin la actividad agrícola, porque eso sería un ejercicio de imaginación”. (Ex intendente de Sebastián Elcano)

“Los nuevos productores están aquí transitoriamente. Vienen a la mañana y se van a la noche. Es muy poco lo que aquí gastan, el combustible lo compran en otro lado. Es poco el movimiento de talleres en el pueblo, porque tienen cada uno en su campo un taller espectacular y con gente que se traen también. Están a otro nivel, son empresas”. (Intendente de Villa de María de Río Seco)

Es por todos sabido que el sistema económico imperante se rige por los precios del mercado, que son generalmente inapropiados para resolver los problemas ecológicos que ese mismo sistema produce (Altvater, 1998). Y en tanto los propietarios de tierra continúen percibiendo la transformación de los territorios como fuente importante de ganancias económicas, sin incluir los costos de tal transformación, la expansión de la agricultura continuará.

A modo de cierre de este artículo, podemos decir que la disputa presente en el territorio tiene que ver tanto con las formas de control de la tierra, como con las formas de organización social del trabajo. En definitiva, lo que entra en puja es la posibilidad de participar en la construcción del territorio en tanto espacio social en el que se dirimen una multiplicidad de representaciones de los agentes sociales que en él intervienen. La coexistencia de las diferentes formas de ocupación y sus diferentes modalidades de apropiación y puesta en producción de la tierra son parte de un proceso complejo de construcción de un espacio social heterogéneo.

Porque en él conviven áreas de agricultura capitalista con amplias áreas marginales, donde la concentración de las inversiones de las primeras se contrapone con su escasez en las segundas. En la configuración de este espacio territorial coexisten predios con ventajas comparativas orientados a cultivos de exportación, predios con producción para el consumo nacional con baja rentabilidad y una cuantía de minifundios de subsistencia (Gligo, 1980).

Las transformaciones ocasionadas en el espacio geográfico de Río Seco, debido a la implementación del modelo productivo agrícola, generaron situaciones de inclusión de determinados agentes sociales, como también de exclusión de otros. Como consecuencia de ello el territorio se modificó, pero no todos pueden ser partícipes de este nuevo territorio.

El contexto global de la agricultura de exportación y las estrategias de los agentes que conducen este proceso han configurado las particularidades del estilo de desarrollo territorial que inciden en la relación sociedad-naturaleza. Estilo que no se plantea la dimensión de la riqueza asociada al modelo productivo en relación con los problemas de deterioro y destrucción de los recursos naturales que ese modelo genera, como tampoco las formas de apropiación de esa riqueza.

Al decir de Gligo (1980), a medida que el modelo capitalista penetra en los territorios va logrando la dominación de los factores básicos del desarrollo, a la vez que condiciona el comportamiento de los demás sectores a sus propios intereses. Asimismo, la exacerbación de los conceptos de economía y de desarrollo va afirmando el sentido de la producción con la consecuente cosificación de la naturaleza; los recursos naturales se han convertido en simples objetos para la explotación del capital (Leff, et al., 2002Bartra, 2008).

Reflexiones finales

El análisis comparativo de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002 exhibe los cambios producidos en el departamento de Río Seco en el período mencionado. El avance de la frontera agrícola se realizó sobre superficie conquistada al monte y a los pastizales naturales. Este proceso es conducido por nuevos agentes sociales, con conocimiento de la agricultura y con capital acumulado en su trayectoria productiva en la región pampeana.

La ocupación de espacios naturales vírgenes para ser incorporados a la actividad agropecuaria es un comportamiento del capital en su afán por expandirse. En las últimas décadas, estimulado por un conjunto de factores, entre los que se destacan los elevados precios internacionales del cultivo de soja, el cambio en el ciclo de lluvias de esta región y la existencia de suelos que ante el desarrollo de paquetes tecnológicos propician la actividad agrícola, confluyeron para que el capital agrario considere a este territorio para ser sumado a la producción. Pero no todo el espacio geográfico de Río Seco es apto para el desarrollo agrícola, por lo tanto el primer paso es identificar los suelos idóneos para establecer la agricultura. De esta manera, capital y territorio conjugan su acción con el objetivo de expansión de los empresarios capitalistas.

Estos conciben el territorio como un lugar de ampliación rápida de su escala de producción, que, mediada por la incorporación de tecnología, les va a asegurar altos rendimientos por hectárea en el menor tiempo posible. Mientras que para los productores tradicionales de la región, campesinos y productores familiares capitalizados, el territorio es un espacio de vida, y sus conocimientos se basan en el sentido común y en la propia praxis de vivencia en el lugar. Porque independientemente de las diferentes miradas e interpretaciones entre estos dos últimos tipos sociales, la característica común es su posicionamiento desde una perspectiva local, que aunque manifestado en estrategias diferentes se estructura en la identidad socioambiental del lugar.

La disminución de la superficie con cobertura de monte, ahora implantada con cultivos, es una muestra de la alteración de la estructura, y por ende del funcionamiento del ecosistema en Río Seco. Es por ello que la intensificación en la forma de producción que se instauró en algunas fracciones del departamento, y que ejerce una fuerte presión sobre los recursos naturales, nos lleva a interrogarnos acerca de las capacidades del lugar para sostener esta forma productiva que se instaló en las últimas décadas.

Es sabido que el desarrollo desigual es la forma normal que adopta el capital en su ingreso a los territorios, y tomando palabras de Capraro (1986), ello no constituye un pecado ni un producto espurio, sino que es la ley propia del capital que sólo desarrolla aquello que le permite obtener beneficios extraordinarios. En este territorio, el interés manifiesto del capital es sobre el control de la tierra y la apropiación de la rentabilidad que produce la soja, pero sólo algunos captan beneficios, mientras que los otros se encuentran con el ecosistema expoliado sin haber percibido nada.

 

 

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[1]       Este artículo es un producto de la tesis doctoral La expansión del capital agrario y las estrategias de los agentes sociales en el proceso de construcción del territorio (Preda, 2012).

 

[2]       Haesbaert (2004), desde una perspectiva geográfica, analiza la territorialización como un proceso de dominio político-económico y de apropiación (simbólica y cultural) de los espacios por los grupos humanos.

 

[3]       Dirección de Planificación Estratégica y Desarrollo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentos de la Provincia de Córdoba.

 

[4]       Mercedes Basco entiende por estructura agraria “… una configuración de variables agroeconómicas y sociales (recursos productivos y forma social de trabajo). Los agentes de dicha estructura son los tipos sociales agrarios que se caracterizan y diferencian por la disponibilidad y magnitud de su dotación de recursos y por la forma social del trabajo” (1993, p. 101).

 

[5]       Es necesario aclarar que la cantidad de productores en cada uno de los estratos establecidos en el relevamiento a campo no coincide en todos los casos con los tipos sociales posteriormente construidos.

 

[6]       Ramona Bustamante vivió toda su vida en un campo situado en el departamento de Río Seco y por ser hija extramatrimonial quedó fuera de la declaratoria de herederos al morir su padre en 1983. Las herederas vendieron el campo de 236 hectáreas y en 1992 los dueños le hacen firmar a Ramona, que es analfabeta, un convenio de desocupación asegurándole que iba a vivir tranquila en su rancho. Pero es desalojada por la justicia y ante su resistencia en enero de 2004 derrumban su rancho. Ella regresó y continuó viviendo allí, y en 2011 el proceso llego al Tribunal Superior de Justicia, donde se analizó si Ramona había sido engañada o no al firmar. El tribunal no pudo probar si la mujer fue estafada y la cuestión de fondo, la posesión de la tierra, nunca fue resuelta. Por más información ver: <http://www.argenpress.info/2009/11/argentina-ramona-bustamante-su-historia.html>; <http://archivo.lavoz.com.ar/09/11/12/secciones/sucesos/nota.asp?nota_id=567128>; <https://leonardorossi.wordpress.com/2014/11/28/campo-adentro/>.

 

[7]       Sistema productivo basado en la ausencia de labranzas y la presencia de una cobertura permanente del suelo, vía cultivos y rastrojos de cultivos anteriores (ver: Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa <http://www.aapresid.org.ar/que-es/>).

 

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