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Dixit

versión impresa ISSN 1688-3497versión On-line ISSN 0797-3691

Dixit  no.35 Montevideo  2021  Epub 01-Dic-2021

https://doi.org/10.22235/d35.2580 

Reseñas

Reseña bibliográfica

Book review

Manuel Carmona Rodríguez1 
http://orcid.org/0000-0001-7724-2145

1 Universidad Rey Juan Carlos, España, manuel.carmona@urjc.es

Ultrasaturados. El malestar en la cultura de las pantallas. , de, Pérez Jiménez, Juan Carlos. ., Madrid: :, Plaza & Valdés, ,, 2021. ., 228 págsp. .


Juan Carlos Pérez Jiménez nos ofrece su nuevo ensayo, Ultrasaturados, que edita Plaza & Valdés. Su subtítulo es revelador y complementa la síntesis de uno de sus mensajes: El malestar en la cultura de las pantallas. El prólogo está a cargo de Iñaki Gabilondo, una institución en el mundo de la radio. Ambos escritores tienen en común unas pródigas carreras en los medios de comunicación españoles. Ambos comparten, por un lado, los años en que el equipo que dirigía Pérez en El País TV grababa y editaba las reflexiones de Gabilondo sobre la actualidad nacional e internacional. Y, por otro, la vocación por observar y analizar las consecuencias que tienen las influencias y los impactos de los medios de comunicación y de las redes sociales sobre la persona y la sociedad.

Como describe Pérez, en menos de cuarenta años -en concreto desde principios de los años ochenta del pasado siglo hasta la actualidad- se ha pasado de contar en la mayoría de los hogares de España con una televisión con solo dos canales públicos, un transistor de radio, un teléfono fijo y una máquina de escribir, que compartían todos los miembros de una familia, a que en buena parte de las viviendas familiares haya varios móviles, un par de televisores con una oferta excesiva de canales de televisión públicos y privados, ordenadores de sobremesa o portátiles. Todo ese conjunto de nuevos aparatos tecnológicos unidos al desarrollo de las redes sociales han provocado un uso desmedido y tóxico de esos artefactos. Esto ha causado problemas que van desde la pérdida de atención para las cuestiones decisivas de la vida cotidiana hasta la incomunicación de quienes practican esos hábitos. Esas nuevas patologías afectan a cualquier ser humano de cualquier edad y generación, tanto en España como en el resto del mundo. A todo ello se suma que el aumento de la oferta de los contenidos audiovisuales y digitales no ha traído consigo, sin embargo, una mejora notable en su calidad.

Pérez, sociólogo, investigador, académico y experto en medios de comunicación con más de tres décadas de experiencia, aborda con profundidad, madurez y sosiego una serie de temas capitales de nuestro tiempo: la pérdida de la vida personal; el empobrecimiento de las relaciones interpersonales; la fragilidad de la vida en pareja; la desvertebración de las sociedades de Occidente y otras. Todas esas realidades son consecuencia de una serie de decisiones, hábitos y creencias de diversa índole que se vienen desarrollando desde los años setenta del siglo pasado hasta nuestros días.

Gabilondo, que ha sido testigo cotidiano de la historia de España y del mundo durante los últimos cuarenta años en la pecera del programa Hoy por hoy de la Cadena Ser, nos avisa en el prólogo de las preocupaciones que tiene como cualquier persona o ciudadano del siglo XXI. Sin embargo, abre una ventana a la esperanza para afrontarlas. En un ejercicio de nobleza y sinceridad, Gabilondo comunica al lector algunos de los más difíciles avatares que ha tenido que vivir a lo largo de su vida para, a partir de ahí, constatar el empobrecimiento más que notorio de los contenidos de los medios de comunicación generalistas, sobre todo televisivos, desde los años ochenta (salvo honrosas y ejemplares excepciones). En sus conversaciones con el músico Joan Manuel Serrat, Gabilondo rememora los casos de personas que merecen tener cabida en la pantalla catódica por sus trayectorias humanas y profesionales y que, sin embargo, desde hace años son excluidas.

En las palabras de Gabilondo aún resuena la candidez del niño que fue y que cree en la esperanza del cambio para mejor. Al hilo de esto les propone a las nuevas generaciones que lleven a cabo esos cambios, haciéndolos sus razones de vida. Esa visión idealista de Gabilondo ha de tener presente que los grandes cambios en la historia, desde la vida personal hasta los que influyen en el devenir de la historia de un país o de toda una civilización, requieren de la participación de todas las generaciones que viven en un mismo tiempo. He aquí uno de los grandes retos que tenemos todos en los próximos años y décadas.

También cabe apuntar a ambos autores, al prologuista y al escritor, que el filósofo Julián Marías ya fue advirtiendo de esos fenómenos humanos, sociales y mediáticos desde finales de la década del setenta del siglo XX, coincidiendo con los albores del periodo constituyente y de la llegada de la democracia a España. En una entrevista que le realizó José Joaquín Soler en su célebre programa A fondo (15 agosto, 1976), y ante la pregunta sobre qué le parecía la televisión que se estaba haciendo en España y en América, Marías contestó que aun existiendo programas de calidad como ese espacio dedicado a la cultura, los contenidos televisivos que se estaban haciendo en el país o en la mayoría de los países occidentales que él conocía, estaban por debajo de las posibilidades que el medio ofrecía. Incluso se permitió apuntar al periodista que no solamente influye en que se le preste mayor o menor atención a alguien en función de si sale con más o menos frecuencia en la televisión, sino también dependiendo del horario del programa. De esta manera constataba Marías otro de los grandes vicios y vacíos de las parrillas televisivas de entonces y que cuarenta años después solo han hecho crecer: que a personas dignas de atención y de escucha se les relegara a horarios intempestivos. Y es que como los telespectadores con mejor sentido crítico de la “caja tonta” han comprobado desde aquel tiempo, buena parte de los programas televisivos dignos de ver, por lo interesante de sus contenidos y por el buen hacer de sus equipos, vienen quedando postergados a horas más propias del descanso que de su seguimiento.

Todo lo hasta aquí dicho enlaza con lo que advierte Pérez en Ultrasaturados: hoy en día, desde América hasta Europa, pasando por otras latitudes, se está produciendo un gran error que nos afecta:

Conectar con todos para no profundizar con nadie, telepresencia a cambio de ausencia. Cuando un adolescente -o un adulto- se zambulle en la red social, no solo busca el encuentro con aquellos con quienes se identifica, sino que impone un desencuentro con sus padres o hermanos, recluyéndose en la pantalla como medio de fuga (Pérez, 2021, p. 66).

Esta cita puede en parte sintetizar el extraordinario esfuerzo que ha hecho Pérez para diagnosticar patologías y yerros de nuestra época. Unas y otros son consecuencia de una serie de comportamientos y hábitos de vida que se han ido arraigando en cientos de millones de seres humanos desde el decenio de los setenta.

Una de las virtudes de este texto de Pérez es la amplia y diversa compilación de fuentes y casos que aborda. Por citar solo algunas: el ilustrativo estudio realizado sobre más de 4500 jóvenes estadounidenses entre los 8 y 11 años sobre el uso de las nuevas tecnologías, publicado por la revista The Lancet en septiembre de 2018; la decisión de la familia Gates (Bill y Melinda) de no permitir el uso de móviles a sus hijos hasta una determinada edad; la prohibición del CEO de Apple, Tim Cook, de que sus sobrinos usen las redes sociales; el descriptivo ensayo de Joel Stein para identificar y analizar a la súper egocéntrica generación “yo, yo, yo…”; o el trabajo de Twenge y Campbell quienes con han radiografiado y recapitulado los comportamientos de todos aquellos que llevan una vida inauténtica. Este repaso conduce a lo que Pérez sintetiza y llama con acierto como una “ética impostada”.

¿Qué consecuencias está teniendo todo esto? La expansión de una espiral narcisista que parece interminable desde los menores hasta los adultos que practican ese modus vivendi. Esto provoca a su vez una insatisfacción permanente en estas personas, pero también en las instituciones y sociedades que las cobijan y habilitan. La ansiedad y el deseo son dos de las más evidentes patologías y actitudes, respectivamente. Y, sobre todo, la pérdida de la vida personal. El hombre o la mujer de hoy no saben qué hacer con su vida. A qué la quieren dedicar. Se encuentran navegando a la deriva. Por eso, se aburren en demasía a pesar de recibir a diario miles de impactos externos que pretenden seducirles por el terreno del consumo y la comparación con la vida de los otros. Son personas sin brújula vital, imantadas por la sumisión a lo material. Por ello Pérez describe y define a la persona como un ser “consumiso”.

He aquí otra destreza del ensayista: conjugar la razón histórica de las palabras para, a partir de sus acepciones originales, ser capaces de entender nuestras circunstancias. Con valentía, Pérez nos propone así un nuevo término que describa lo que nos está pasando. En términos médicos o de salud mental podemos identificar su propuesta como un primer diagnóstico desde el que buscar su terapia o tratamiento. Una posología que en buena medida, según el criterio de Pérez, vendrá de la mano de la combinación interdisciplinar de unas gotas cotidianas de filosofía y psicoanálisis.

Contribución de los autores: a) Concepción y diseño del trabajo; b) Adquisición de datos; c) Análisis e interpretación de datos; d) Redacción del manuscrito; e) revisión crítica del manuscrito. M. C. R. ha contribuido en a, d, e.

Editor científico responsable: L. D.

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