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Dixit

versión impresa ISSN 1688-3497versión On-line ISSN 0797-3691

Dixit  no.28 Montevideo jun. 2018

https://doi.org/10.22235/d.v0i28.1580 

Desde la academia

Legitimación del statu quo a través de los mensajes presidenciales en Chile:un análisis crítico del discurso

Legitimization of the statu quo through presidential speeches in Chile:A Critical Discourse Analysis

Felipe Richmond1 

Lionel Brossi1 

1Universidad de Chile, Santiago, Chile. Correspondencia: felipe.richmond@gmail.com, lionel.brossi@uchile.cl


Resumen:

Este artículo tiene como objetivo analizar una de las herramientas de comunicación política más relevantes en Chile: los mensajes presidenciales de cuenta pública. Se realiza un ejercicio analítico cualitativo, enmarcado en la metodología del análisis crítico del discurso (ACD), en el que se consideran aspectos teórico-políticos desde perspectivas lingüísticas, politológicas, sociológicas, mentales y contextuales presentes en los mensajes presidenciales de las administraciones de Sebastián Piñera (2010-2013) y Michelle Bachelet (2014-2017). Del análisis se desprende que el aspecto funcional de estos los discursos, conjugado con elementos de ritualidad y solemnidad, manifiesta la intención del Poder Ejecutivo de reafirmar su legitimidad mediante componentes retóricos que aparentan cuestionar los cimientos del statu quo, pero que, en términos concretos, perpetúan la naturaleza tradicional del sistema político, social y económico del país

Palabras clave: discursos presidenciales; Chile; análisis del discurso; Sebastián Piñera; Michelle Bachelet

Abstract:

This article aims to analyze one of the most relevant political communication tools in Chile: the public account presidential speeches. Through a qualitative analysis, within the methodological framework of the critical discourse analysis (CDA), this article considers the theoretical-political aspects from linguistic, political, sociological, mental and contextual perspectives which are present in the presidential messages of the administrations of Sebastián Piñera (2010-2013) and Michelle Bachelet (2014-2017). The analysis shows that the functional aspect of these discourses, combined with elements of rituality and solemnity, manifests the Executive Branch's intention to reaffirm their legitimacy through rhetorical components that appear to question the foundations of the status quo, but which, in concrete terms, perpetuate the traditional nature of the country's political, social and economic system

Keywords: presidential discourses; Chile; discourse analysis; Sebastián Piñera; Michelle Bachelet

Introducción

Durante las últimas décadas, Chile ha experimentado cambios orientados a su inserción y posicionamiento en los mercados globales, en un proceso iniciado en la dictadura militar (1973-1990) y continuado por los gobiernos democráticos que le sucedieron hasta el presente. Esto ha propiciado que, dentro de los grupos dirigentes, se perpetúe un relato de tono exitista acerca de las bondades de las políticas impulsadas por las últimas administraciones en el país. Si bien este período se ha caracterizado por un crecimiento de los indicadores macroeconómicos, al mismo tiempo se han desnudado las falencias y precariedades en las que habita gran parte de la población chilena. Pese a una leve disminución de la brecha entre los más ricos y lo más pobres, esta se mantiene en niveles considerables (Banco Mundial, 2016). Figura 1

Figura 1 

Por esta situación, en la última década se han manifestado de forma explícita reclamos de cambios profundos en diversos ámbitos de la sociedad, debido a las asimetrías detectadas, lo que ha derivado en cierta deslegitimación de las instituciones republicanas (GfK Adimark, 2016).

El presente artículo busca contribuir a la discusión desde la esfera de la comunicación política. Para ello, se toma como objeto de análisis la herramienta comunicacional que en mayor medida perfila la imagen de un país que aparenta aproximarse al desarrollo: los mensajes presidenciales de cuenta pública. Estos mensajes eran popularmente conocidos como los “discursos del 21 de mayo”, porque cada año, en esa fecha, el presidente en ejercicio rendía cuentas sobre lo logrado por su administración. En 2017, la ley N.º 21011 estableció la modificación de la fecha de la cuenta pública para el 1 de junio.

Este discurso presidencial es el instrumento de comunicación política más mediatizado, en televisión, radio y medios digitales, por ser la principal vía de rendición de cuentas del Poder Ejecutivo chileno. Resulta pertinente, entonces, estudiar estos mensajes a la luz del análisis crítico del discurso (ACD), metodología que permite brindar una visión amplia y multidisciplinaria sobre la imagen de país que pretenden proyectar los gobiernos en sus mensajes públicos.

Marco teórico

Para aproximarse al análisis crítico del discurso resulta importante abordar una discusión en torno a tres conceptos que se constituyen como pilares: discurso, retórica y poder. Diversos autores han realizado aportes teóricos que permiten establecer una mejor comprensión y articulación de estos conceptos.

El discurso ha sido estudiado por académicos como el lingüista británico Norman Fairclough, quien lo vincula a su sentido lingüístico hablado y escrito. Este puede estar aterrizado en otras expresiones comunicacionales y semióticas que permiten conformar una teoría social (Fairclough, 2008, p. 172). Según esta visión, existen dimensiones que trascenderían el mero sentido oral del discurso, que puede ser situado en un contexto y espacio temporal determinados.

La propuesta de Fairclough permite generar aperturas a otros insumos teóricos sobre este concepto, como el planteo del lingüista francés Patrick Charaudeau, que no solo destaca el contenido del mensaje, sino la emocionalidad situacional de quien lo emite (Charaudeau, 2009, p. 172). La tesis del autor británico se articula con la del francés a partir de que el primero ofrece una visión general del discurso, mientras que el segundo se interioriza en su carácter político, en especial en la emotividad a la que se apela en un régimen populista.

Dicho lo anterior, resulta oportuno extender la comprensión del discurso bajo los parámetros del lingüista alemán Jürgen Link. Para este autor, un discurso es “un concepto de habla que se encontrará institucionalmente consolidado en la medida en que determine y consolide la acción y, de este modo, sirva ya para ejercer el poder” (Link, 1983, p. 60). Link entrega una visión más global que la sostenida por Charaudeau, ya que se podría extender a cualquier tipo de régimen y no solo al populista. Pese a cierta atemporalidad apreciable en el planteo de Link, no es menor que se considere el componente institucional como medio de legitimación del discurso, de modo que no hay obstáculos para que las definiciones de estos autores se consideren complementarias.

Por otra parte, el sociólogo francés Michel Foucault destaca la importancia del discurso a partir de un objeto del deseo por el medio del cual se busca adueñarse completamente de él (Foucault, 1992, p. 6). Siguiendo esta tesis, se aprecia una dicotomía entre quienes entienden al discurso como un instrumento (Charaudeau, Fairclough y Link) y quienes lo entienden como un fin o una aspiración (Foucault). En consecuencia, es razonable asumir que el discurso pueda tener una multiplicidad de aristas relacionadas con el contexto, la veracidad de su contenido, su institucionalización y al propio discurso entendido como un fin.

A los efectos del presente estudio, se considera la propuesta teórica de Link (1983) como la que presenta mayor pertinencia para abordar los mensajes presidenciales en Chile, ya que estos son una herramienta comunicacional política de las más importantes, y que se encuentra institucionalizada como una rendición de cuentas pública de los gobiernos.

Por otro lado, la retórica ha sido trabajada por autores en distintas épocas, lo que da lugar a una distinción entre un paradigma clásico y otro moderno. Estos paradigmas se diferencian por las pautas sobre procedimientos discursivos, propias del paradigma clásico, y por las libertades y creatividad del orador, propias del moderno. Dentro del primero se encuentran Platón y Aristóteles, quienes desarrollaron una teorización pormenorizada sobre la retórica. Platón reflexiona sobre este concepto en Gorgias, o de la retórica, en la que discute con Sócrates.

Gorgias responde que es un arte que tiene que ver con los discursos, mas no con todos, sino con aquellos que se ocupan de producir persuasión en los miembros de los tribunales y en las asambleas del pueblo, verbigracia, y que versan sobre lo justo y lo injusto (Platón, 1969, p. 354).

En esta discusión adquiere relevancia el ejercicio persuasivo generado en el transcurso de un mensaje oral, donde se pone en disputa lo justo e injusto, por lo que se entra en la interioridad del mensaje. Este discernimiento, que se instala como idea central en el pensamiento platónico, se relaciona con lo elaborado por su discípulo Aristóteles en su Retórica, donde profundiza en el componente persuasivo, que se produce en las distintas esferas de la vida (Aristóteles, 1969, pp.118-119).

Dado que en esta etapa la justicia y la verdad poseen una intencionalidad discursiva, es que en épocas más recientes se profundizan los estudios sobre el concepto. Como ejemplo dentro del paradigma moderno aparecen los filósofos belgas Chäim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca (1989), quienes en su obra recalcan el vínculo entre la retórica y la argumentación:

En la lógica moderna, la cual tuvo su origen en una reflexión sobre el razonamiento, ya no se establece una relación entre los sistemas formales y cualquier evidencia racional. El lógico es libre de elaborar como le parezca el lenguaje artificial del sistema que está construyendo, es libre de determinar los signos y las combinaciones que podrán utilizarse (p. 47).

A pesar de esta diferenciación, ambos paradigmas aportan al ACD. La visión platónica destaca la elección entre lo justo e injusto y se sitúa en verosímiles. Aristóteles profundiza en las consecuencias del discurso en términos de aprobación o reprobación. En tanto, en Perelman y Olbrechts-Tyteca se identifica la capacidad de improvisar del orador, que no se desarrolla en profundidad en el pensamiento clásico. Dicho esto, y en virtud de la pertinencia para el presente estudio, la noción aristotélica tiene mayor cabida ya que alude a la credibilidad del mensaje en el ejercicio de la persuasión. En el caso de los mensajes presidenciales de cuenta pública, la ciudadanía podría legitimarlos o no.

Finalmente, en lo que refiere al poder, puede tomarse como aporte principal el del filósofo inglés Thomas Hobbes, quien reflexiona sobre la idea de que poder y causa son lo mismo, y que el poder se relaciona tanto con su causalidad como por su consecuencia (citado en Miller, 1991). Por ende, el poder posee causa y efecto. Esta misma puesta en práctica del poder, donde confluyen ambos elementos, se ve influenciada por las conductas adoptadas entre los componentes de una comunidad. En esta línea de pensamiento entra la definición del politólogo estadounidense Robert Dahl:

En el nivel más general, el término poder se refiere en la Ciencia Social moderna a tipos de relación entre unidades sociales, de una manera tal que la conducta entre una o más unidades (las unidades respondentes R) dependen en algunas circunstancias de las conductas de otras unidades (las unidades controladoras C) (Dahl citado en Lukes, 1986, p. 140).

En ese sentido, se entiende que en la relación de gobernantes y gobernados opera la lógica de causa y efecto bajo un prisma conductista, por lo que el poder no actúa como un ente autónomo. Junto a esta mirada es pertinente rescatar el enfoque foucaultiano, según el cual el poder se encuentra obligado a decir la verdad para operar y su riqueza se fundamenta en la presencia de un cuestionamiento permanente (Foucault, 2003, p. 30).

Considerando entonces la relación de causa y efecto en Hobbes, el conductismo en Dahl y la búsqueda de la verdad en Foucault, se puede pensar la categoría de poder como una interacción de partes que podrían estar en constante búsqueda de la verdad o, mejor dicho, de un determinado verosímil. Este proceso, derivado de una causa y conducente a un efecto, respondería a una suerte de relación hegemónica que produce el poder, tal como lo reflexiona el filósofo italiano Antonio Gramsci. Esta relación es comprendida como una serie de divisiones de poderes que conducen a un equilibrio inestable entre las clases y que se replican en las esferas de la burocracia civil y militar, producto de razones históricas (Gramsci, 1984, p. 66). En consecuencia, la disputa del poder responde a circunstancias históricas que, además de reflejarse en la contraposición de verosímiles opuestos, también se refleja entre un grupo hegemónico y uno dominado.

En resumen, la discursividad que se legitima e institucionaliza según lo inferido desde Link, sumado a la persuasión retórica y el discernimiento que se presentan en el pensamiento aristotélico, y a la relación de poder hegemónico en Gramsci, generan el marco teórico para el análisis crítico del discurso, con la articulación de los tres conceptos mencionados.Figura 2

Figura 2 

Antecedentes contextuales

El transcurso de la década iniciada en 2010 ha estado marcado por sucesos que han puesto en tela de juicio a las elites gobernantes en todo el mundo. Fenómenos como las revueltas populares en Medio Oriente contra gobiernos autoritarios, el descrédito sobre los procesos electorales en Estados Unidos, el descontento social con los grupos políticos en Europa y la baja aprobación de los mandatarios en Latinoamérica han estado vinculados con un profundo alejamiento entre gobernantes y gobernados. A este alejamiento han contribuido además otras aristas, como los escándalos de corrupción en las esferas del poder político. Ante el crecimiento de una sensación de malestar hacia los grupos gobernantes, estos recurren a herramientas comunicacionales (institucionalizadas o no) para intentar revertir esta situación, teniendo tanto resultados favorables como adversos.

Chile no escapa a esta coyuntura mundial: este ha sido un decenio de fuertes protestas y movimientos sociales, en las que los ciudadanos han exigido mejoras en su calidad de vida y derechos. Entre ellos, se destacan las movilizaciones del año 2011, encabezadas por el movimiento estudiantil, para lograr que el Estado garantice educación gratuita y de calidad. Si bien Chile ha logrado avances importantes en política exterior durante esta década -como la incorporación en 2010 a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la suscripción de Tratados de Libre Comercio (TLC)- , en el ámbito interno fue una época marcada por escándalos de corrupción política y financiera. Por citar los más mediáticos, están los casos Penta y Soquimich -que surgen a partir del financiamiento ilegal de campañas políticas y fraude al fisco por parte de empresarios y políticos famosos- y el caso Caval, que remite a un supuesto tráfico de influencias ejercido por el hijo de la expresidenta Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos (Cooperativa.cl, 2015).

Estos casos, entre otros, han propiciado un clima de deslegitimación y desconfianza hacia las instituciones chilenas. Un reflejo de ello es la baja aprobación a la gestión de Bachelet, inferior al 20 %, y la del Congreso en ambas Cámaras, cercana un 10 % (GfK Adimark, 2016). En consecuencia, los discursos presidenciales de rendición de cuentas han jugado un papel preponderante en la búsqueda por recuperar la confianza hacia el gobierno, en un contexto en que esta tarea se torna cada vez más compleja para los gobernantes del país.

Método y materiales

El método del presente estudio es de carácter cualitativo y se fundamenta en un análisis teórico-político que se complementa con una descripción y trabajo analítico de los discursos presidenciales de los cuatro mensajes anuales del gobierno de Sebastián Piñera (2010-2013) y los cuatro de la administración de Michelle Bachelet (2014-2017). La metodología está alineada con la intención de profundizar en la multiplicidad de contextos en los que se encuentran insertos estos ocho discursos presidenciales.

Asimismo, se recurrió a una revisión de documentación teórica que manifiesta una crítica al statu quo y a aquella que se relaciona con los estudios sobre el análisis crítico del discurso (ACD). Uno de los máximos exponentes del ACD es el lingüista holandés Teun Van Dijk, quien elabora la siguiente definición:

Es un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto social y político (Van Dijk, 1999, p. 23).

El ACD también es estudiado en conjunto por la lingüista austríaca Ruth Wodak y el académico británico Michael Meyer, quienes emplean un enfoque crítico de la lingüística que sirve a discursos que contienen alguna relación basada en el conflicto y la lucha (Wodak y Meyer, 2003, p. 18).

Planteadas ambas visiones, vale afirmar que la propuesta de Van Dijk (1999) contiene los elementos mencionados en el marco teórico: poder institucionalizado (reproducción de un sistema), discernimiento (capacidad de combatir el habla y lenguaje de los grupos dominantes) y hegemonía (relaciones de dominación entre fuerzas desiguales que conducen a un abuso del poder social). La confluencia de estos elementos, que es permanente, permite a los grupos dominantes mantener intactos sus privilegios dentro de una comunidad.

En definitiva, el aporte del autor holandés permite encarar desde diversas disciplinas y visiones el estudio crítico sobre la discursividad, más allá de su contenido. Su teoría profundiza en una investigación que se presenta como una crítica ante las estructuras dominantes y asimétricas que imperan en gran parte de las sociedades actuales. En consecuencia, el ejercicio investigativo y analítico al que Van Dijk contribuye, permite abordar el ACD desde perspectivas históricas, politológicas, sociológicas y culturales, entre otras dimensiones.

En los siguientes apartados se analizarán los discursos presidenciales, tomando como ejes las siguientes variables de análisis propuestas por el autor holandés en diversos estudios sobre el ACD (Van Dijk, 1999, 2002, 2003). Estas variables son: la estructura social define discurso; el discurso define estructura social; la relación representativa entre discurso y sociedad; la representación de partes de la sociedad; aspectos políticos, ideológicos y normativos; las dimensiones macro y micro del discurso; el poder como control; el acceso al discurso y su control; el control de la mente; el análisis de la mente; la influencia del contexto; el discurso controla la mente; los modelos mentales; la cognición social; y, por último, los elementos de interacción entre discurso y sociedad.

Análisis crítico de los discursos presidenciales de Sebastián Piñera (2010-2013)

Durante este período, los mensajes presidenciales mantuvieron una característica fundamentada en la fuerte ritualidad del acto en sí, complementada con la alusión de hechos trágicos como el terremoto del 27 de febrero de 2010 (Gobierno de Chile, 2010); el incendio en la cárcel de San Miguel y el accidente en la mina San José. Más que ser presentados como tragedias, a estos hechos se les asigna el rótulo de heroicos, lo que responde a cierta lógica comunicacional de los grupos hegemónicos dominantes. Un ejemplo es cuando, en el discurso del año 2011, Piñera refiere a la tragedia de los mineros y sostiene:

Desde el primer día nuestro Gobierno asumió el compromiso incondicional de buscarlos, como si fueran nuestros propios hijos y, con la ayuda de Dios, rescatarlos sanos y salvos. Muchos perdieron la fe de encontrarlos con vida. Pero el 22 de agosto recibimos un inspirador mensaje que hizo que, en todos los hogares de nuestra patria, los chilenos llorásemos de emoción y alegría. Siete semanas más tarde se produjo el milagro del Campamento Esperanza. Logramos rescatar, uno a uno, a nuestros 33 mineros y devolverlos a la vida y a sus familias. Así, lo que comenzó como una tragedia, terminó como un testimonio, para Chile y el mundo entero, de la fuerza de la fe, el compromiso y la convicción (Gobierno de Chile, 2011).

Estas características expresadas en el discurso, que responden a situaciones precarias determinadas por el statu quo, contaban con la particularidad de ser expuestas un 21 de mayo, fecha que conmemora el Combate Naval de Iquique. En consecuencia, la celebración de este discurso se relaciona con lo planteado por el sociolingüista colombiano Néstor Pardo García (2005) acerca de que ciertos eventos políticos de gran escala están revestidos de un alto sentido de solemnidad y se sustentan en una institucionalización del poder.

Esta ritualidad se hace presente también en el momento en que se da cuenta de los avances del Poder Ejecutivo, en particular en materia económica. Los grupos hegemónicos intentan validar lo realizado en este ámbito exclusivamente desde una mirada matemática, que prescinde de las condiciones en que habitan los grupos más desposeídos de la población chilena. Indudablemente, esto puede ser comprendido bajo la lógica gramsciana de la hegemonía, así como bajo los parámetros sostenidos por Foucault (1984) respecto a una especie de “amaestramiento” de los gobernados en pos de establecer la creencia de un discurso unívoco que pretende ser probado a diario, con el objeto de legitimarse.

La estructura social define al discurso; el discurso define a la estructura social

Desde esta mirada, la estructura social configura su propio imaginario capaz de moldear sus creencias y percepciones a través de esta ritualidad discursiva. Como ejemplo se presenta lo dicho por Piñera en 2012 en relación con el crecimiento económico:

Recuperar la capacidad de crecimiento es el principal instrumento para crear oportunidades y derrotar la pobreza. El crecimiento económico genera empleo, mejora los salarios, da más oportunidades y aporta recursos para financiar el gasto social, y especialmente nuestra Agenda Social, en beneficio de la clase media y los sectores más vulnerables (Gobierno de Chile, 2012).

Por lo dicho, no resulta extraño que la lógica del discurso se fundamente en una impronta matemática, en aspectos relacionados con el crecimiento económico, el empleo, el sistema educacional, la salud, el trabajo, entre otros, mientras que se prescinde de elementos de carácter cualitativo. La presentación de estos temas remite en exclusiva al acto presente y se omiten las causas de las limitaciones en cada una de estas áreas. Esto termina siendo consecuente con la estructura de pensamiento neoliberal, en la que se pretende ocultar todo atisbo que implique una deslegitimación del statu quo imperante.

Los discursos incidieron de forma gravitante en la conformación de una estructura social definida por un sistema dominante de carácter neoliberal. Esto se ejemplifica mediante la mitología que, vista desde la perspectiva de Pardo García (2005), se institucionaliza en los parámetros de la comunidad mediante el contenido propio de los mensajes presidenciales, al fin y al cabo legitimados (tanto consciente como inconscientemente) por una parte importante de la población.

Desde esta visión, la herramienta comunicacional juega un rol protagónico en la difusión ideológica dominante que busca validarse en la comunidad de manera unívoca e incuestionable, y anula toda posibilidad de pensamiento profundo, producto de la matematización de la vida (Heidegger, 2013). Esta matematización toma un rol protagónico en el relato que transmite y sustenta al poder político. Esto se genera por una excesiva visión procedimental de la democracia, semejante a la propuesta sobre la que reflexiona el politólogo italiano Norberto Bobbio (1986) acerca de las reglas y márgenes que le permiten a un régimen político acercarse a una idea cercanamente perfecta de democracia. Este procedimentalismo puro, reflejado en el mensaje presidencial, ha marcado la tónica sobre cómo se trató cada uno de los tópicos por parte del gobierno.

La relación representativa entre discurso y sociedad

En tanto, el vínculo entre discurso y sociedad se suscita a través de la idea generalizada dentro de la comunidad chilena de dramatizar, mitificar y otorgarle compasivo heroísmo a las catástrofes naturales y otros tipos de tragedias que tienen un alto impacto en el país. Esto se asocia con la presencia de un relato identitario y nacionalista que es transmitido por los medios de comunicación controlados por los defensores del statu quo.

Por estas razones, el modo representativo entre discurso y sociedad acrecienta lo que plantea el psicólogo social belga Willem Doise (citado en Moscovici, 1984) acerca de los estereotipos sociales entre los grupos. Según Doise, estos estereotipos logran acrecentar y acentuar las diferenciaciones de un grupo y sus miembros respecto al otro. Esta propuesta implica un efecto producido por la reafirmación de estructuras de poder que incrementan las facultades de dominación del grupo más fuerte por sobre el más débil, lo que conlleva a que, inconscientemente, cada grupo se constituya como un gueto. No por casualidad los grandes ámbitos de la vida nacional son abordados de forma somera, por lo que la tesis de Doise refleja esta realidad de relaciones asimétricas entre un grupo y otro. Uno de los factores que propician estas disimilitudes es expresado por el jurista chileno Fernando Atria (2013), quien afirma que “la Constitución de 1980 fue aprobada en un plebiscito fraudulento, por lo que nació manchada. Esa mancha es indeleble, es decir, no desaparece por el paso del tiempo” (p. 58).Figura 3

Figura 3 

La representación de partes de la sociedad

Por otra parte, en estos discursos se vieron representados distintos actores de la sociedad, tanto de los grupos dominantes como de los grupos dominados. Entre los primeros se alude a los sectores empresariales, productivos y políticos del país, al referir a medias relacionadas con crecimiento económico, inversión, puesta en marcha de medidas gubernamentales, discusión sobre leyes, entre otras. En tanto, en la categoría de dominados se agrupa la gran mayoría de la sociedad, reflejada en aspectos como la reconstrucción tras el 27-F, empleo, educación, salud, pueblos originarios, descentralización, profundización de la democracia, cultura, delincuencia, narcotráfico, pobreza y desigualdad, entre otras.

Aspectos políticos, ideológicos y normativos

En consecuencia, en lo ideológico el gobierno de Piñera consolida un modelo de carácter dominante, hegemónico, neoliberal, conservador y defensor del statu quo. En lo normativo, se establece una relación de legalidad e institucionalidad que se aproxima a los postulados de Link (1983), al considerar estos mensajes como una expresión genuina del poder en Chile por su carácter obligatorio de rendición de cuentas. En lo político, en tanto, se fundamenta en aspectos persuasivos propios de la retórica aristotélica, al intentar convencer a la ciudadanía de que lo avanzado por el gobierno fue positivo, mientras se obvia el hecho de que, durante el período, se tensaron las relaciones entre los grupos sociales.

Las dimensiones macro y micro del discurso

Considerando las dimensiones macro y micro del discurso, se pueden identificar distintas variables. La primera variable, miembro de un grupo, se expresa en que Piñera actúa como Jefe de Estado y político de derecha en un nivel micro, y como máxima autoridad del Poder Ejecutivo en un nivel macro. La segunda, sobre las relaciones entre acción y proceso, se relaciona con que, en el nivel micro, la acción se encuentra inserta en un contexto de rendición de cuentas pública de carácter anual, mientras que en lo macro se pretende reafirmar lo avanzado y lo propuesto para años venideros. En tercer lugar, la variable contexto y estructura social, cuyo nivel micro remite a la celebración del acto en el Salón Pleno del Congreso y en un nivel macro a la transmisión televisiva y radial del discurso. Finalmente, en cuanto a las representaciones sociomentales, tanto individual como socialmente, corresponden al constructo mental relacionado con el hecho de que cada año el gobierno debe llevar a cabo una rendición de cuentas pública.

El poder como control; el acceso al discurso y su control

Por lo tanto, y según los parámetros de Link (1983), los discursos presidenciales del 21 de mayo fueron más allá de su esencia como instrumento legal, vale decir que actuaron como un soporte de legitimidad y de retórica que procuró “amaestrar” a la ciudadanía. Este hecho se vincula también a la propuesta de Foucault (1984) en lo que respecta al ejercicio del poder. Mediante la persuasión, se busca ejercer una suerte de control mental con el que la coalición de derecha enaltece los cánones que el sistema hegemónico neoliberal ha establecido en Chile, y que fueron consolidados durante los cuatro años de la administración.

El acceso que tuvo el gobierno al discurso se fundamente en su rol como órgano máximo del Estado chileno, lo que le permite ejercer el control discursivo al determinar los temas y el modo en que se presentaron, con el propósito de moldear las percepciones de la ciudadanía a partir de sus postulados ideológicos, mediante un fuerte componente persuasivo y también ritual. Las temáticas fueron influidas por factores coyunturales, pero siempre controladas desde un prisma hegemónico, tal como lo comprendería Gramsci (1984).

El control y el análisis de la mente

El control de la mente ejercido por las clases dominantes permitió moldear el pensamiento desde una perspectiva matemática y cuantitativa -en términos de Heidegger (2013)- donde lo que se expone se limita en exclusividad al presente y prescinde de sus causas y consecuencias, por lo que se genera la diferenciación de grupos planteada por Doise (en Moscovici, 1984).

El análisis de la mente, según Van Dijk (1999), puede basarse tanto en la memoria personal (subjetiva) como en la social (intersubjetiva). Ambas emergen desde una perspectiva hegemónica en la que se radicalizan las percepciones y las diferencias en torno a las experiencias vividas sobre cada uno de los temas abordados en los mensajes presidenciales. Asuntos como educación, salud, vivienda, pobreza o pueblos originarios producen una percepción (consciente o inconsciente) favorable o desfavorable, que conduce a reafirmar la tesis de diferenciación de grupos planteada por Doise.

La influencia del contexto

El contexto repercute en el modo en que se genera el acto de la rendición de cuentas, en su solemnidad y en la legitimación de la figura del Jefe de Estado a partir de la asistencia al evento de las más altas autoridades políticas, empresariales y religiosas, lo que responde a una validación desde la clase hegemónica y dominante. Asimismo, el contexto político y social influye en el modo en que son tratadas cada una de las temáticas, al recurrir a una defensa de los postulados del sistema hegemónico neoliberal, mediante la persuasión y el ejercicio del poder planteado en sentido foucaultiano.

El discurso controla la mente: los modelos mentales

Los usuarios del lenguaje leen textos o escuchan el habla, usan sus informaciones y estructuras con el fin de construir modelos mentales personales de los acontecimientos, e infieren (o confirman) creencias sociales compartidas más generales, dentro del marco de la representación del contexto (Van Dijk, 1999, p.31).

El discurso, entonces, posee propiedades capaces de controlar la mente, que el citado autor resume en: los temas, los esquemas discursivos, los significados locales, el estilo, los recursos retóricos, los actos del habla y las dimensiones interaccionales del discurso.

En cuanto a los temas, se destacó la reconstrucción posterior al 27-F, los siete ejes del programa de gobierno y otros asuntos secundarios. En relación con los esquemas discursivos, estos contaron con introducción, separación temática y conclusión. En referencia a los significados locales, se destaca la palabra “cambio”, tratada de forma cuantitativa y matemática. En tanto, el estilo se fundamentó en la adjetivación y comparación; mientras que los recursos retóricos empleados fueron los epítetos, los símiles y las hipérboles. Asimismo, los actos del habla fueron asertivos, directos y compromisorios, mientras que las dimensiones interaccionales, a excepción del discurso del año 2010, se basaron en una estructura y secuencia lógica de los temas.

Los discursos presidenciales de Piñera contaron con modelos mentales, que se dividen en contextuales (a escala local y global) y en modelos de acontecimientos. En los primeros, se destaca en lo local la transmisión en directo desde el Salón Pleno del Congreso y, en lo global, la influencia del sistema político y económico vigente. En relación con el modelo mental de acontecimiento, se determina por la presentación de una fase introductoria, de los pilares del programa de gobierno, por temas secundarios y por los avances y promesas para los años venideros.

La cognición social

De los cuatro mensajes presidenciales emergen también aspectos asociados con la cognición social, en relación con las propuestas del gobierno entendidas como una expresión de sus percepciones e ideología. Cada visión manifestada acerca de cada uno de los ejes temáticos representa los pensamientos inherentes al sector político al que pertenece la administración: el derecho a la propiedad privada, al libre mercado, a sanciones penales más estrictas, al Estado subsidiario. La cognición social puede ser entendida a partir de tres elementos: conocimiento, actitudes e ideologías.

El conocimiento es comprendido a su vez de tres maneras: personal, grupal y cultural. El primero se ejemplifica por los sucesos personales que buscan darle un sentido al discurso, como las experiencias de víctimas del 27-F y otros hechos que permiten generar empatía en los receptores. Así se refería Piñera a la reconstrucción tras el 27-F:

Como presidente de la República, me siento muy orgulloso de haber liderado un Gobierno y haber visto a un país entero mostrar tanta fortaleza ante la adversidad, compasión ante el sufrimiento y voluntad ante el desafío, como lo demostró durante y después de esa tragedia (Gobierno de Chile, 2013).

El conocimiento grupal, en tanto, se asocia con los conocimientos de los emisores del discurso así como de la amplia diversidad de destinatarios, que serán quienes adopten una postura favorable o adversa al contenido. La dimensión cultural se fundamenta en el conocimiento sobre la existencia de un marco legal reflejado por la presencia de un estado de Derecho.

Por otra parte, las actitudes se definen a partir de la búsqueda de mejoras para la sociedad chilena, ya sea mediante la preservación del statu quo o por la promoción de transformaciones radicales en cada una de las materias abordadas en los mensajes. Finalmente, las ideologías aludidas en el discurso representan un pensamiento neoliberal y conservador proveniente del universo de la derecha chilena.

Los elementos de interacción entre discurso y sociedad

Por último, se pueden identificar cuatro elementos de interacción entre discurso y sociedad: las situaciones sociales, la acción, los actores y las estructuras sociales. La situación social, retomando a Link (1983) se aprecia en el hecho de que el mensaje está institucionalizado. La acción remite al carácter legal y normativo del discurso. Los actores son el gobierno, la oposición, la ciudadanía y grupos sectoriales, mientras que las estructuras sociales responden a que el presidente chileno efectúa el discurso en virtud del cargo que representa.

Análisis crítico de los discursos presidenciales de Michelle Bachelet (2014-2017)

A raíz del triunfo electoral de Michelle Bachelet -candidata de la Nueva Mayoría y presidenta de Chile entre 2006 y 2010- la estructura social comenzó a demandar mayores transformaciones dentro del sistema político. Por ende, sus discursos intentaron diferenciarse de los de la administración de Piñera.

En tal sentido, se utilizó de forma reiterada el elemento persuasivo aristotélico para convencer a la ciudadanía sobre un programa de gobierno orientado a generar cambios importantes en la sociedad, en materias como la educación en sus distintos niveles, el cambio de la Carta Magna y la reforma tributaria. Sin embargo, el excesivo pensar matemático marcó la tónica de sus discursos, lo que en términos de Doise (citado en Moscovici, 1984) agudiza las diferenciaciones entre los grupos en el marco de un sistema dominante y neoliberal.

Pese a este “amaestramiento”, en términos foucaultianos, que la administración de la Nueva Mayoría llevó a cabo de forma convincente, se reafirma y legitima un statu quo que ha acrecentado las relaciones de dominación en el sistema político-económico chileno. Esto, mirado desde Gramsci (1984), sería una consecuencia histórica. En tal sentido, y pese a que el gobierno de Bachelet buscaba instaurar una nueva Constitución Política, en sus discursos no se expresa ningún cuestionamiento a las consecuencias que ha tenido para el país la existencia de un sistema hegemónico. Esto se ha tornado un asunto cosmético que se refleja en el fin del sistema binominal, pero que no apunta a erosionar los cimientos de la institucionalidad.

En su primer discurso, en el año 2014, Bachelet alude a la necesidad de generar una nueva Constitución con participación ciudadana, pero no fundamenta el modo en que los chilenos participarán en el proceso. Por lo tanto, mientras que sus palabras pueden interpretarse como una propuesta de transformación, estas carecen de contenido y sustancia:

Y es por eso que trabajaremos, con participación social y diálogo político, para dotarnos de una nueva Constitución que ponga en su centro a los Derechos Humanos, a la democracia y a la buena política como base del orden común. No hay nueva Constitución sin participación (Gobierno de Chile, 2014).

A continuación se analizan las distintas variables presentes en el ACD, y se recogen aquellas que presentan variaciones respecto de lo analizado en los discursos de Sebastián Piñera.

La estructura social define al discurso; el discurso define a la estructura social

Los mensajes presidenciales de la administración Bachelet buscaron la forma de que su contenido se pudiera insertar en el marco de la estructura social. Dado su carácter institucional (Link, 1983), estos discursos, investidos de un cariz social, reafirmaron y validaron el ejercicio del poder desde La Moneda . Las propuestas en cuando a la educación se presentan como una forma de “amaestramiento” (Foucault, 1984), puesto que prescinden de la posibilidad de acabar con las profundas desigualdades en esta materia, lo que conduce a una diferenciación de grupos en cuanto a poder adquisitivo y acceso a una buena educación.

Al mismo tiempo, con la propuesta de generar una nueva Carta Magna se intenta convencer y reencantar a la sociedad chilena. Sin embargo, esta reforma se ve impedida porque, tal como sostiene Atria (2013), la Constitución vigente cuenta con un diseño que neutraliza la posibilidad de modificarla en su esencia. Por tanto, una propuesta en este sentido pareciera no enfatizar en un cambio de modelo, lo que se refleja en mantener las mismas condiciones en salud, trabajo y seguridad ciudadana. En términos heideggerianos, esto genera una idea de cambios superfluos que no logran profundizar en la globalidad de elementos en los que se interrelacionan estas aristas.

La relación representativa entre discurso y sociedad

El vínculo que se genera entre la sociedad y los mensajes gira en torno a un profundo descontento social ocasionado por tareas pendientes de parte de los gobiernos anteriores. Esto produce una desconfianza generalizada hacia las instituciones. En consecuencia, el gobierno de Bachelet recurre a esta herramienta comunicacional para abonar la creencia de que esta administración sería capaz de generar todas las transformaciones profundas prometidas. Sin embargo, lo discursivo queda subordinado a su condición de tal, debido a que se constituye en un medio persuasivo de que existirían transformaciones profundas capaces de romper las estructuras de dominación que han tensionado las relaciones entre dominantes y dominados en Chile. Figura 4

Figura 4 

La representación de partes de la sociedad

En los mensajes presidenciales de Bachelet se representaron partes variadas de la sociedad: los estudiantes; los profesores; los pequeños, medianos y grandes empresarios; los mineros; los agricultores y campesinos; los trabajadores de la salud; la mujer; los pueblos originarios; los niños; quienes cuentan con capacidades diferentes; las regiones; los deportistas; los artistas; los uniformados y la sociedad en general.

Aspectos políticos, ideológicos y normativos

En lo ideológico, este gobierno se aproximó a una tendencia reformista, socioliberal o socialdemócrata, que no cuestiona en profundidad al sistema político-económico neoliberal chileno. Una frase que identifica con nitidez el pensamiento ideológico aparece en el discurso de 2015, cuando Bachelet trata lo relacionado con el crecimiento económico y señala: “Es muy cierto que el crecimiento por sí solo no trae más equidad; pero sin crecimiento fuerte y sostenido, las políticas de equidad e inclusión carecen de bases sólidas” (Gobierno de Chile, 2015). Si bien habla de la necesidad de impulsar un crecimiento económico que fomente las políticas públicas orientadas a la equidad, en ningún momento cuestiona los privilegios y la concentración de riqueza de los grupos más poderosos de Chile.

Como ya se dijo, lo normativo corresponde a la legalidad que implica la rendición de cuentas, mientras que lo político se orienta a aumentar la aprobación y la legitimidad de La Moneda y su programa gubernamental, en virtud del destape de casos de corrupción. Un ejemplo de esta búsqueda de aprobación es lo dicho por Bachelet en relación al sistema educacional:

Hoy Chile está dando forma a un sistema donde se pueda acceder a una buena educación desde la sala cuna a la educación superior y técnica. Mejorar el acceso y mejorar la calidad: esos son los dos principios que sustentan todas las iniciativas de la reforma educacional, las que ya son ley y las que lo serán antes que termine el gobierno (Gobierno de Chile, 2016).

Las dimensiones macro y micro del discurso

En cuanto a las variables de las dimensiones macro y micro del discurso, como miembro de un grupo Bachelet es militante socialista y Jefa de Estado (nivel micro) y máxima representante del Poder Ejecutivo (nivel macro). El resto de los ejes de esta variable (relaciones entre acción y proceso, contexto y estructura social, representaciones sociomentales) responden a la misma lógica que en los discursos de Piñera ya analizados.

El control y el análisis de la mente

La memoria personal (subjetiva) puede ser concebida como una oportunidad, una amenaza o un recurso retórico, tanto para criticar la radicalidad o la moderación del contenido discursivo. En el plano social (intersubjetivo), cada grupo puede agudizar sus diferencias en torno a cómo perciben las medidas propuestas en los discursos.

La influencia del contexto

En ambos campos, el contexto estuvo marcado por las altas expectativas que generaron las reformas anunciadas por el gobierno de la Nueva Mayoría. La administración Bachelet profundizó en las temáticas de mayor repercusión social, con la finalidad de generar adherencia, principalmente debido a la baja participación electoral (Biobiochile.cl, 2013). No obstante, en 2015 el gobierno experimentó una baja en su aprobación (GfK Adimark, 2015), debido a los escándalos de corrupción de Penta, Soquimich y Caval (Cooperativa.cl, 2015), situación que se prolongó durante 2016 (GfK Adimark, 2016).

El discurso controla la mente: los modelos mentales

Considerando los modos en que el discurso controla la mente, resulta importante mencionar los siguientes aspectos. Los temas se centraron en la educación, el crecimiento económico, las reformas políticas, la descentralización, la pobreza, la seguridad ciudadana, la política exterior y el espacio público, entre otras. Los esquemas discursivos siguieron el modelo de una fase introductoria, seguida de una separación temática y una etapa final en que se hace un llamado a los chilenos a que apoyen el programa de gobierno. En cuanto a los significados locales, predominó la idea de cambio, abordada de forma somera. El estilo, se fundamentó en la adjetivación y comparación. Los recursos retóricos fueron los epítetos, los símiles y las hipérboles. Los actos del habla fueron asertivos, directos y compromisorios, mientras que las delimitaciones interaccionales se sustentaron en una división temática.

Por otro lado, los modelos mentales, tanto contextuales como de acontecimientos, no experimentaron cambios en relación con el gobierno anterior.

La cognición social

La cognición social se vio influenciada por la necesidad del gobierno de destacar lo fundamental de las reformas en el plano educacional, tributario y constitucional, que se establecieron como pilares dentro de la intencionalidad persuasiva.

En lo que respecta a los conocimientos, se puede sostener lo siguiente: en el nivel personal, se recurrió a la empatía mediante frases de cercanía; en el plano grupal se enfatizó en que hay grupos favorecidos y perjudicados, mientras que en el cultural aparece la solemnidad y ritualidad del acto. Las actitudes, en tanto, se fundamentaron en mejorar y cambiar algunas aristas de la sociedad, mientras que lo ideológico se vinculó con un pensamiento reformista, socioliberal y socialdemócrata, que finalmente defiende al neoliberalismo.

De hecho, el discurso de 2017 no varió en cuanto a legitimar ese prisma ideológico ni a modificar la solemnidad atribuida tradicionalmente a esta ceremonia y al contenido mismo del mensaje. Se recurrieron a frases que evocaban a próceres de la República, como el expresidente Pedro Aguirre Cerda (1938-1941):

Precisamente defendiendo la ley de instrucción Primaria Obligatoria, un joven Pedro Aguirre Cerda decía que la educación “multiplica el producto de la actividad humana y proporciona mejor empleo a la riqueza productiva”. Y agregaba que “las manos se hacen sabias cuando son dirigidas por una cabeza que piensa” (Gobierno de Chile, 2017).

Consideraciones finales

Los discursos presidenciales de rendición de cuenta pública de los gobiernos de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet recurrieron a la estrategia de instalarse como instrumento de legitimización de las obras e idearios que pretenden consolidarse en el país, cada uno en su propio estilo.

Por un lado, el mandatario de centroderecha procuró situar los mecanismos para potenciar el crecimiento y desarrollo de Chile como Estado, ante lo que su sector catalogó como estancamiento generado durante los años en que gobernó Michelle Bachelet en su primer período de gobierno. Por otro lado, y a raíz de los profundos cuestionamientos de la sociedad chilena hacia los grupos gobernantes, la administración de Bachelet incorporó en su programa la necesidad de generar transformaciones profundas en los ámbitos más críticos, con el objeto de lograr la adhesión de la ciudadanía y validarse ante ella.

La diferencia discursiva entre ambos gobernantes radicó en que Bachelet recalcó la impronta de transformaciones de su programa de gobierno. Sin embargo, esta distinción no logró quebrantar de manera radical la idea de que ambas administraciones mantuvieron en común la noción de reconocer y avalar el modelo económico y social. Los cambios y transformaciones propuestas no lograron mermar los cimientos y las estructuras de un statu quo hegemónico, dominante y neoliberal, reproductor de considerables asimetrías entre los grupos más ricos y pobres en Chile. Inclusive, más allá del cambio de fecha del discurso en 2017, la solemnidad y ritualización al estilo de los grupos dominantes permaneció inmutable.

Debido a su índole persuasiva, todos los discursos se caracterizaron por la reiteración, la adjetivación y el uso de hipérboles que permitieran producir un efecto de magnitud entre sus receptores. A ello aporta la trascendencia que tiene esta rendición de cuentas como herramienta comunicacional, ya que en ella se dan a conocer los avances y propuestas dentro del marco temporal de cada gobierno. En sus discursos, las distintas administraciones buscan vigorizar sus propios constructos de pensamiento.

Emerge así la relevancia de un relato que busca instalarse en el imaginario colectivo con tintes mitológicos. Esto guarda relación con la idea paradigmática -presente en ambos gobiernos- de que Chile es un país modelo que se aproxima aceleradamente hacia su desarrollo como nación, mientras que se prescinde de un análisis crítico de las carencias y deficiencias del país en distintos ámbitos.

En consecuencia, los grupos que ostentan el poder político ratifican la importancia del discurso como herramienta para validar sus políticas y a sí mismos, ante una sociedad que desacredita cada vez con mayor fuerza la labor efectuada por quienes dirigen al país.

Comprendiendo que el lenguaje construye realidad, se puede ver cómo las últimas administraciones, en control pleno de los márgenes discursivos, han recurrido al más relevante instrumento de comunicación política para efectuar su trabajo de transmisión de sus postulados ideológicos. Aunque ambos gobiernos presentan sus diferencias en cuanto a las posturas políticas, en esencia los discursos no manifiestan intenciones de erosionar los privilegios y beneficios de los grupos dominantes y hegemónicos del país. En definitiva, los mensajes que en apariencia presentan tintes de cuestionamiento o crítica a ciertos ámbitos de la sociedad, solo terminan por legitimar las condiciones existentes en el marco de un sistema político, social y económico de carácter neoliberal.

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Recibido: 18 de Marzo de 2018; Aprobado: 17 de Abril de 2018

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