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Dixit

Print version ISSN 1688-3497On-line version ISSN 0797-3691

Dixit  no.27 Montevideo Dec. 2017

https://doi.org/10.22235/d.v0i27.1493 

Desde la academia

La recepción de Terry y los Piratas durante la Segunda Guerra Mundial

The reception of Terry and the Pirates during World War II

Francisco Saez de Adana1 

1Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, España. Instituto Franklin, Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España. Correspondencia: kiko.saez@uah.es


RESUMEN

Resumen: Este artículo presenta un estudio de recepción de la serie de cómics de prensa Terry y los piratas de Milton Caniff. Su objetivo es analizar la percepción que los lectores de la serie tenían sobre los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un trabajo pionero en lo que se refiere a la recepción de los cómics de prensa -medio de comunicación de gran importancia en la época analizada- ya que el número de lectores de las series más exitosas, como en la que centra este artículo, superaba los treinta millones. El estudio se basa en las cartas enviadas por los lectores al autor, que se conservan en los archivos de la Ohio State University. Se muestra la importancia que los personajes de la serie tenían para los lectores, así como la percepción de estos sobre el conflicto bélico desde el punto de vista civil y militar.

Palabras clave: Terry y los piratas; Milton Caniff; Segunda Guerra Mundial; estudios de recepción; cómic de prensa

ABSTRACT

Abstract: This paper presents a study of the reception of the series of newspaper comics Terry and the Pirates by Milton Caniff. The perception of the events of World War II that the readers of the series had is analyzed. This is a pioneering study regarding the reception of newspaper comics, a medium of communication of great importance in the analyzed period, since the number of readers of the most successful series, such as the one that focuses this article, exceeded thirty million. The study is based on letters sent by readers to the author preserved at Ohio State University. This article shows the importance that the characters had for the readers, and the perception of the warfare conflict from the civil and military points of view.

Keywords: Terry and the Pirates; Milton Caniff; World War II; reception studies; newspaper comic

Introducción

Terry y los piratas1 es una tira de prensa creada en 1934 cuando su autor, Milton Caniff, fue contratado por el New York Daily News para crear una nueva serie de aventuras para el Chicago Tribune New York News Syndicate. La idea de la serie fue del director de dicha agencia de noticias, el capitán Joseph M. Patterson, quien quería una historia de aventuras situada en el misterioso Oriente que incluyera varios elementos que la hicieran atractiva para todos los públicos: un personaje joven en busca de aventuras, un héroe atractivo que sirviera como contrapunto para las escenas de acción donde el desempeño físico fuera importante, un personaje que funcionara como elemento cómico de la tira, la presencia de mujeres de enorme belleza y sensualidad y, finalmente, los piratas como villanos que fueran el desencadenante del leitmotiv principal de la obra: la aventura. Para indicar al autor cómo se deberían desarrollar todos estos elementos, el capitán Patterson proporcionó al dibujante dos libros: por un lado, Vampiros de la costa de China, para indicarle el tipo de aventura oriental que la serie requería y, por otra parte, Cumbres borrascosas, como guía para el desarrollo de las relaciones entre los personajes masculinos y femeninos de la serie, que era fundamental que estuvieran centradas en una tensión sexual no resuelta que mantuviera enganchado al lector (Harvey, 2007, p. 198)(Figura 1).

Fuente AFP Photo 

Con todos estos componentes, la primera tira diaria se publicó el 22 de octubre de 1934 y la primera página dominical, el 9 de diciembre del mismo año. Un aspecto interesante a reseñar es que en un principio, la tira diaria y la página dominical contaban dos historias distintas, como sucedía en todas las series de la época, ya que era muy difícil coordinar la producción de ambos elementos en simultáneo. Por otro lado, el hecho de que hubiera lectores que solo compraban el periódico los domingos, facilitaba esa diferenciación. Caniff, a instancia de Patterson, fusionará la historia de ambas líneas narrativas a finales de agosto de 1936. A partir de ese momento, la serie irá transformándose paulatinamente en una crónica de los acontecimientos históricos que ocurrían en China durante aquellos años: primero la Guerra Chino-Japonesa y, posteriormente, el frente del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial. Esta crónica histórica se mantuvo hasta que Caniff abandonó la serie en diciembre de 1946.

Uno de los aspectos que más se ha destacado a la hora de estudiar la obra de Caniff es su realismo y su capacidad para transmitir al lector los acontecimientos históricos contemporáneos a la publicación de la tira (Mintz, 1979; Fornaroli, 1988; Hayward, 1997). Como Frank Capra muestra en una imagen del séptimo capítulo de su serie de documentales Why we fight (Capra, 1945), en esos años era frecuente que los lectores prefirieran pasar por alto las noticias para ir directamente a la sección de cómics del periódico. Por tanto, no es gratuito decir que, para muchos de ellos, el impacto de los cómics publicados en prensa sobrepasaba el de las propias noticias (Bainbridge, 1944).

En este artículo se trata de mostrar la construcción historiográfica que los lectores de la obra de Caniff realizaban sobre los sucesos de ese entonces, a partir de la historia cultural de las imágenes y de los estudios de recepción. Peter Burke (2001) afirma que el estudio de las imágenes se puede abordar desde tres puntos de vista: el psicoanalítico, que “no se centra en los significados conscientes, sino en los símbolos inconscientes y en las asociaciones inconscientes como las que Freud identificó en su Interpretación de los sueños” (p. 169); el estructuralista y posestructuralista, donde la imagen se puede ver como un “sistema de signos” que se ve simultáneamente como “un subsistema de un todo mayor” (p. 172), de manera que las imágenes se toman como textos figurativos; y, por último, desde lo que Burke llama la “historia cultural” de las imágenes, en la que “el significado de las imágenes depende de su contexto cultural” (p. 178). En esta última modalidad, hay posibilidad de incluir “la historia de las respuestas a las imágenes o la recepción de los trabajos artísticos” (p. 179). Esta representación iconológica, en la que hay “un intento de explicar las representaciones en su contexto histórico, en relación con otros fenómenos culturales” (De Jongh, 1999, p. 205), está cerca de lo que en los estudios literarios se conoce como estudios de recepción.

Es importante reseñar la pertinencia de un estudio de recepción de una serie de cómic publicada en prensa en la primera mitad del siglo XX. Las series más famosas se publicaban en los periódicos de todos los Estados Unidos y el diario era una de las fuentes de entretenimiento más importantes de esa época, por lo que las series más populares podían llegar a superar los 30 millones de lectores (Caniff, 1946, p. 495). Sin embargo, cuando se han estudiado estos trabajos, la mayor parte de las veces se ha hecho desde el punto de vista artístico y no desde su posible incidencia en los lectores, más teniendo en cuenta que eran quienes recibían el mensaje de estas series junto con las noticias. Asimismo, un estudio de recepción de las tiras de prensa es también interesante porque, como el mismo Caniff afirmaba:

La edición de las tiras de prensa por parte del lector es un fenómeno sin precedentes en la historia de las publicaciones. No es el fenómeno del correo de los fans como en las películas. Una película o una obra de teatro o una novela es un producto completo cuando el correo de los fans empieza a llegar. Pero el curso de los eventos en una tira de comic puede verse influenciado, a veces para bien, por las cartas de los aficionados (Caniff, 1946, p. 490).

Es claro que existen precedentes de esta influencia del lector en otros ejemplos anteriores de narrativa serial. Como afirma Jennifer Hayward (1997), no son las tiras de prensa las que inician una relación entre los lectores y la obra serializada: ya en el siglo XIX autores como Charles Dickens fueron capaces de crear esa relación en las novelas por entregas (Hayward, 1997, pp. 21-83). Sin embargo, como afirma Jared Gardner (2012), las tiras de prensa son el primer ejemplo de una “narrativa de final abierto” (p. 47). Como el autor no tiene un final en mente, la influencia del entorno, incluyendo a los lectores, es muy importante en el curso de los acontecimientos. Mirado desde el siglo XXI, época de los productos serializados y de las redes sociales que influyen en su contenido, el estudio de las tiras de prensa como precursoras de este fenómeno es interesante.

En el caso de Milton Caniff, el estudio de la respuesta de la audiencia a sus imágenes es posible porque todas las cartas de sus lectores se conservan en un archivo dedicado al autor en The Billy Ireland Cartoon Library and Museum de Ohio State University2. No todas las cartas dirigidas a Caniff en respuesta a su trabajo están allí, porque muy a menudo los lectores enviaban sus cartas a los periódicos locales que publicaban la tira, y estos no siempre se las redirigían al autor. Sin embargo, se conserva un total de 13.468 cartas correspondientes a los años en que trabajó en Terry y los piratas. Esas cartas, junto con otros documentos de ese archivo, son las fuentes primarias de este estudio, que Klaus Bruhn Jensen (1987) llamaría un análisis de recepción cualitativo o empírico (p. 40).

Dada la imposibilidad de realizar entrevistas a los lectores de Caniff, como sucede en algunos estudios de recepción enfocados en la televisión (Morley, 2003; Hoffner y Buchanan, 2005; Grandío, 2009), sus cartas son válidas para mostrar la respuesta a la narrativa de este autor. Es importante considerar que, desde hace varias décadas, hay una explosión en los estudios de recepción en la cultura popular y en los medios de masas (Bennett y Woollacott, 1987; Tulloch y Jenkins, 1995; Igartua y Muñiz, 2008). Sin embargo, un medio que en su momento tuvo también una audiencia masiva, como las tiras de prensa, no ha sido considerado hasta este momento, debido quizá a la dificultad de acceder a documentación que recogiera la reacción de los lectores ante este tipo de obras.

Es evidente que, dado el volumen tan elevado de cartas recibidas por el autor a lo largo de su estancia en la serie, son muchos los aspectos que se podrían cubrir al realizar un análisis desde el punto de vista de los estudios de recepción. Sin embargo, dado que una de las características más trascendentes de la serie es su carácter de crónica del conflicto bélico (Mintz, 1979; Fornaroli, 1988; Harvey, 2007), este artículo se centra en la visión que sus lectores tenían de dicho conflicto y su función como fuente informativa para la población estadounidense que permaneció en su país durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, aunque el artículo se enfoca en la parte de la serie que se sitúa en los años de la guerra, es interesante comentar previamente cómo los lectores sentían que la serie les proporcionaba varias lecciones útiles para su vida. Esa influencia sobre el lector -difícil de entender hoy, pero evidente en su momento y aplicable a muchas de las series de prensa- determina cómo, según afirma Catherine Yronwode (1984), la serie se convirtió en una de las principales fuentes de información para el pueblo estadounidense en cuanto a su participación en la guerra, como lo prueban algunas de las cartas que se incluyen en este artículo.

Lecciones de vida

Al acceder al archivo de Milton Caniff -y así lo recoge Jennifer Hayward (1997) en su libro sobre la ficción serializada- es fácil comprobar que había un fuerte apego de los lectores de Terry y los piratas hacia los personajes de la serie. Son numerosas las muestras de preocupación por el destino de los distintos protagonistas de la tira y la influencia que esta tenía en el devenir diario de los lectores. Hay muchos casos paradigmáticos, pero uno de los más significativos es el episodio de la muerte de Raven Sherman, uno de los personajes más importantes de la serie.

En el archivo se conservan 231 cartas que lamentan esa pérdida y algunas incluyen tarjetas de condolencias con una fuerte carga emotiva. El propio Caniff reconoce que “cartas y telegramas llegaron a los periódicos, las agencias y mi casa en un número de miles” (1958, p. 46), aunque probablemente algunas nunca llegaron a sus manos. Pero, además, los miembros de un equipo de bolos de Chicago llevaron bandas negras en sus siguientes partidas, y se realizaron funerales por el alma de Raven Sherman en todo el país. Caniff se vio obligado a aparecer en la radio y en un medio de difusión tan masivo como Newsweek para explicar esa muerte. “Para mantener mi tira próxima a la vida real, tenía que crear un elemento de duda sobre la posibilidad de que mis personajes siempre sobrevivieran a los peligros”, afirmó Caniff (1950, p. 56). Por su trascendencia, este episodio ya ha sido tratado por otros autores (Coma, 1986, pp. 64-68; Brunner, 2006, pp. 174-196) pero, como se verá en este artículo, no se trató de un caso aislado.

Es cierto que la muerte de Raven Sherman es la prueba más fehaciente de que los lectores de Caniff reconocían el realismo de los personajes. Sin embargo, lo que interesa en este punto -ya que será importante a la hora de comentar la crónica del conflicto bélico- es cómo esos lectores consideraban que Terry, Pat Ryan y sus compañeros eran una parte importante de su vida y, en muchas ocasiones, los ayudaban en sus propias experiencias. Esta idea se confirma a través de varias cartas que resaltan el valor psicológico y filosófico de la obra de Caniff. Así E. M. Hartlett, un doctor de Evanston, Illinois, escribía el 25 de enero de 19403:

Disfruto su tira por su valor artístico y su guion inteligente. Encuentro que sus personajes no son robots recitando un bocadillo cuyo origen son rostros con una expresión exagerada. Le admiro enormemente por la maestría con la que utiliza una expresión sutil de la cara o de la mano para ilustrar una situación. Estoy seguro de que es usted un psicólogo o un filósofo capacitado (Caniff, M., 1907-1988, E.M. Hartlett para Caniff, 25 de enero de 1940).

De esta forma, los consejos que Caniff iba transmitiendo a través de sus personajes eran bien recibidos por sus lectores de forma prácticamente inmediata. Así, Charlotte Corwin, una mujer de Chicago, reaccionaba a uno de ellos, recogido en la tira del 9 de marzo de 1940, con una carta enviada el 14 de ese mismo mes:

El motivo, sin embargo, para escribir es una “frase pegadiza” que incluyó en su tira la semana pasada, con una pizca de filosofía me golpeó de forma conmovedora; la frase se atribuye al Capitán Blaze4, “no pensemos en el pasado, no hay futuro en esto”. Además de ser muy inteligente la frase tiene una enorme verdad vital, que es enormemente aplicable a las disyuntivas de la vida (Caniff, M., 1907-1988, C. Corwin para Caniff, 9 de marzo de 1940).

Otro sentimiento destacado era el de la espiritualidad. Así, el día de Navidad de 1940, muestra un mensaje alusivo que reflejaba sus fuertes convicciones religiosas5, al hacer que uno de los personajes leyera una de las Escrituras ante la presencia de Terry y Hu Shee6. Ralph Huston, de Maywood, Illinois, le escribió el 2 de enero de 1941:

No dudo de que muchos de sus lectores le habrán escrito agradeciéndole la Escritura que apareció en su tira el día de Navidad. Por favor permítame añadir mi agradecimiento por el placer que esa cita me otorgó a mí y a otros miembros de mi familia. Permítame asegurarle que encontrar un dibujante de cómics cuyos personajes citen las Escrituras seriamente y con devoción es, definitivamente, una experiencia revigorizante, que estimaré durante muchos días (Caniff, M., 1907-1988, R. Huston para Caniff, 2 de enero de 1940).

Una reacción similar recibió la siguiente oración que Terry pronunció en la tira del 9 de diciembre de 1942 por el funeral de su teniente, ante su tumba:

Señor, no sé muy bien cuáles son las palabras apropiadas para un momento como este, pero estos hombres han realizado una larga travesía para defender lo que consideraban correcto y nos gustaría sentir que estarán bajo Tu cuidado cuando nosotros nos marchemos. Estoy seguro que los hombres que aquí yacen no pedirían ningún favor especial, pero nosotros y sus familiares estaremos agradecidos sabiendo que no están solos cuando allí fuera cuando esté frío y oscuro. Gracias, Señor. Amén (Caniff, 2012, p. 333).

Una mujer de Kenvil, Nueva Jersey, escribió ese mismo día:

Solo soy una americana promedio (pero agradecida) que vive en una pequeña granja al lado de la carretera. No demasiado mayor, pero tampoco demasiado joven, a la que la vida le ha enseñado que “DIOS EQUILIBRARÁ LA BALANZA”. Es raro que su tira se denomine “cómica” cuando en realidad en este caso tiene más contenido religioso que muchos sermones predicados en varias iglesias. Un seglar, cuyos personajes mostrados día tras día en cinco pequeñas cajas pueden enseñar tanto, es digno de aclamación (Caniff, M., 1907-1988, Anónimo para Caniff, 9 de diciembre de 1942).

Otro efecto fundamental que logró Caniff con su serie, de acuerdo a sus lectores, es el entendimiento entre las razas. El hecho de que desde su comienzo la tira estuviera situada en China y de que sus personajes, de nacionalidad estadounidense, hubieran tomado partido por sus oprimidos habitantes ante la invasión japonesa incluso antes de Pearl Harbor, cuando la posición oficial del gobierno era de neutralidad, hizo que muchos lectores tomaran la historia de Caniff como un ejemplo de convivencia entre las distintas razas. Así Ann E. Kipke, una madre de Filadelfia, escribía el 16 de febrero de 1944:

Recordamos cómo Terry y los piratas llevaban a cabo una cruzada a favor de China durante años, antes de que nuestro gobierno finalmente dejara de enviar aceite y hierro a los japoneses para que mataran a los chinos y luego a los nuestros. Sin embargo, sentimos que siempre ha contribuido al entendimiento y al respeto entre las razas y las clases y no a su odio. Siempre hemos sentido que sus personajes son reales (…) y la base de su filosofía inteligente y humanista (Caniff, M., 1907-1988, A.E. Kipke para Caniff, 16 de febrero de 1944).

Hay que tener en cuenta que Caniff fue de los pocos artistas que trató de mostrar la humanidad en ambos bandos, como demuestra la página dominical del 1 de diciembre de 1940. En ella, miembros del Ejército japonés ayudan a un herido Terry en una época en que, como reconoce Mike Royko, columnista del Chicago Tribune, “los nuestros eran los buenos y el resto los malos. Eso fue años antes de que nadie hiciera ninguna película en la cual ellos mostraran ninguna compasión, ningún entendimiento hacia los demás… que eran seres humanos” (citado en Terkel, 1984, p. 138).

Crónica de la guerra para los que se quedaron en casa

La sección anterior ha presentado algunos ejemplos de cartas que Caniff recibía de sus lectores y que mostraban ese fuerte lazo afectivo con los personajes de ficción, incluso cuando estos vivían sus aventuras en un lugar tan ajeno para el lector como lo era China en los años anteriores al ataque de Pearl Harbor. Es lógico que cuando la serie comienza a narrar acontecimientos que afectan al lector directamente -como la vida de los soldados americanos personificados en Terry Lee, Pat Ryan y una importante galería de personajes secundarios en el frente del Pacífico- este apego, y la percepción de realidad sobre los acontecimientos narrados, aumenta de forma significativa7.

Hay que tener en cuenta que, con la entrada de Estados Unidos en el conflicto, la mayor parte de las series, sobre todo las más populares, vieron cómo sus argumentos empezaban a confluir con tan importante suceso histórico. Esto muestra la capacidad de las tiras de prensa de convertirse en cronistas de su tiempo, una característica ya comentada y que se ha analizado en un trabajo anterior (Saez de Adana, 2014). De esta manera, algunos personajes de distintas series, como Skeezix de Gasolline Alley, se alistaban para luchar en el frente y otros, como la protagonista de Little Orphan Annie, hacían campaña en su país para recaudar fondos con el fin de ayudar al esfuerzo bélico. De una manera u otra, la mayor parte de estas historias se vieron inmersas en la guerra durante esos años (Caniff, 1946; Yronwode, 1984).

Caniff tuvo la ventaja de que sus personajes ya eran parte de la guerra cuando sucedió el ataque a Pearl Harbor. En su afán por el realismo, el autor ya había convertido su serie en una crónica de la Guerra Chino-Japonesa tras la invasión nipona ocurrida el 7 de julio de 1937 (Gordon, 2006). De esta forma, sus personajes llevaban ya cuatro años luchando contra los japoneses. Sin embargo, el hecho de que las tiras se dibujaran seis semanas antes de su publicación hizo que no pudiera aludir a Pearl Harbor hasta ya entrado el año 1942. A partir de ese momento, la serie se convirtió en una crónica de la lucha del ejército estadounidense en el frente del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, lo que permitió en algunas ocasiones visualizar el conflicto mejor que cualquier noticia de la prensa. Este rol de crónica de la guerra se recoge en muchas de las cartas que Caniff recibió durante ese período. Así, el 13 de noviembre de 1943, Omar J. Wilson, de Vista, California, escribía:

Desde nuestra entrada en la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en una disfrutable instrucción de primera clase sobre las actividades de nuestra Fuerza Aérea en China. Para mí su tira es tan interesante y auténtica que la leo detenidamente a la par que los titulares de la primera página para saber qué está pasando más recientemente (Caniff, M., 1907-1988, O.J. Wilson para Caniff, 13 de noviembre de 1943)(Figura 2)

Fuente: © AFP Photo 

De manera similar, Mrs. Clarence E. Luise, de Chicago, escribió el 27 de agosto de 1944:

Me ha transportado a la guerra con Japón más cerca y más claramente que todas las películas, los editoriales y los presentadores de radio. Nos la trae en TODAS sus fases… Hoy, por ejemplo, cuando nos mostró el inesperado clímax de los chicos viendo una película (Going my Way), nos transmitió toda la verdad de cómo los chicos en el frente aprecian y casi reverencian algunas cosas que se dan por sentado en casa (Caniff, M., 1907-1988, C.E. Luise para Caniff, 27 de agosto de 1944).

La tira permitía a los lectores sentirse inmersos en los acontecimientos reales que sucedían en el frente, como afirma la carta de Stanley B. Watson, de origen no especificado, el 27 de setiembre: “leer su tira es como estar allí fuera con los chicos” (Caniff, M., 1907-1988, S.B. Watson para Caniff, 27 de setiembre de 1944). Hasta Ward Swam, un niño de catorce años de Filadelfia tenía la misma sensación, como recoge esta carta del 16 de mayo de 1943:

Sus imágenes, reales como la vida, del trabajo de los soldados americanos y chinos son una inspiración real para el mundo que lee su obra y ve su arte: nos hace entender mejor a nuestros aliados chinos y nos hace conocer a nuestros enemigos: ¡los japos!8 (Caniff, M., 1907-1988, W. Swam para Caniff, 16 de mayo de 1943).

Grace Kidder de Union City, Nueva Jersey, en la carta enviada el 7 de marzo de 1945, pone de manifiesto esa idea de la percepción del lector para entender Terry y los piratas como una fuente de información sobre lo que estaba sucediendo en el frente del Pacífico, en una época en que algunos familiares de los soldados allí destinados tenían una necesidad de información que no siempre era satisfecha por las fuentes oficiales:

La razón por la que leo Terry y los piratas es porque sucede en el Frente del Pacífico. La única razón por la que me interesa el Frente del Pacífico es porque tengo un hermano allí. Leyendo sobre Terry y los muchachos me da una idea de lo que mi hermano puede estar haciendo (Caniff, M., 1907-1988, G. Kidder para Caniff, 7 de marzo de 1945).

Incluso las mujeres de los soldados se sentían identificadas con las andanzas de los personajes, como muestra esta carta enviada el 29 de setiembre de 1945 por Mrs. Robert E. Oliphant desde Memphis:

Déjeme explicar primero que soy la mujer de un capitán de la Fuerza Aérea, un navegador B-29, así que sé bien cómo de reales y típicos son los comentarios y la manera de hablar que muestra en su tira. Mi marido pasó 19 años como teniente segundo, cuyas barras doradas se habían oxidado hasta que no se reconocían. Así que cuando leí el comentario de Bonnie Charlie esta mañana,

“Ahí va mi única esperanza para una distinción en esta guerra… Contaba con ser el segundo teniente más viejo con vida”

me invadió un alarido de la carcajada de alguien que sabe de lo que habla. Sudamos durante tanto tiempo nuestras barras de plata que fue un anticlímax cuando llegaron (Caniff, M., 1907-1988, Mrs. R.E, Oliphant para Caniff, 29 de setiembre de 1945).

Hay que tener en cuenta que Caniff no había podido alistarse en las fuerzas armadas debido a una flebitis causada por la picadura de un mosquito cuando era pequeño. Sin embargo, su trabajo como cronista de la guerra le sirvió para recibir el nombramiento como consultor por parte de la Oficina de Información del Ejército de los Estados Unidos. Caniff se tomó muy en serio esa labor y realizó múltiples ilustraciones, algunas de ellas de carácter educativo, para los periódicos del Ejército, así como una serie para esos mismos periódicos, Male Call, dedicada a subir la moral de los soldados al mostrar las andanzas de una pin-up9 que se encontraba en el frente. Al mismo tiempo, también los argumentos de Terry y los piratas empezaron a convertirse en una suerte de propaganda en favor de la participación de los soldados estadounidenses en el frente del Pacífico (Mintz, 1979).

Esto hizo que, en algunas ocasiones, los lectores sintieran que el mensaje que transmitía Terry y los piratas era más importante para transmitir el espíritu que el país necesitaba durante la guerra que los propios editoriales de algunos periódicos como el New York Daily News, muy crítico con la labor realizada por la administración de Franklin Delano Roosevelt. Así, la sección de correo de los lectores de ese periódico publicaba esta carta de Esther Paterson el 19 de abril de 1943:

Sus ataques en sus páginas de editorial contra la Administración y todo lo que la Administración está haciendo son muy molestos para mí y para un gran número de sus lectores. Me siento genial leyendo las andanzas de Terry y los piratas y la experiencia de nuestros luchadores en el frente, pero tengo un sentimiento de náuseas cuando leo su página editorial y veo cómo acuchilla los esfuerzos de nuestros chicos con sus ataques a la Administración y a los que están al mando. Hurra por Terry y “Bu” a sus editoriales (Caniff, M., 1907-1988, E.Paterson para Caniff, 19 de abril de 1943).

Una de las fuentes de información que utilizaba Caniff para construir sus historias eran las crónicas que le enviaban tanto soldados como enfermeras que estaban en el frente. Entre los primeros se destaca el caso del coronel Philip Cochran, compañero de Caniff en Ohio State University, que el autor transformó en uno de los personajes de su tira, de nombre Flip Corkin. Entre las segundas, destacan las integrantes del Cuerpo de Enfermeras del Ejército, Ruth White y la teniente Florence Hunter, que inspiraron el personaje de Taffy Tucker, una enfermera que apareció por primera vez en la serie el 19 de julio de 1942. La información que recibía Caniff de estas fuentes le permitía contar las andanzas de soldados y enfermeras en el frente con una gran verosimilitud, lo que convertía a la tira casi en una crónica periodística. Y eso, una vez más, se reflejaba en las cartas recibidas de sus lectores. Así, Chester L. Fordney, un hombre de Chicago, enviaba esta carta el 14 de mayo de 1943.

Estoy realmente satisfecho de que el Ejército del Aire se haya promocionado en las secuencias recientes. Es fácil de ver cómo usted es muy meticuloso en la investigación y es refrescante ver un trabajo sobre el tema que tiene un aire de autenticidad (Caniff, M., 1907-1988, C.L. Fordney para Caniff, 14 de mayo de 1943).

Por otro lado, los lectores eran conscientes de las fuentes de inspiración que Caniff utilizaba para crear algunos de los personajes y esto aumentaba la percepción de realismo de la serie, como prueba la carta de Francis Meeker del 24 marzo de 1944, recibida desde Troy, Nueva York:

Soy una gran seguidora de su “tira de Terry” y creo que es lo máximo por su autenticidad. Cada escenario, cada avión parece tan real. Hemos llegado a conocer China, nuestro valiente aliado, en su lucha contra los despiadados japos. Otra cosa que me gusta de su tira de prensa es la creación de personajes que tienen su contrapartida en la vida real (como el Coronel Flip Corkin cuya contrapartida en la vida real es el Coronel Phil Cochran). He leído recientemente que el Coronel Cochran está luchando contra los japos en Birmania. Esto hace que su serie sea más convincente y realista (Caniff, M., 1907-1988, F. Meeker para Caniff, 24 de marzo de 1944).

Reconocimiento por parte del Ejército

Aunque Caniff nunca había salido de los Estados Unidos, y se consideraba a sí mismo un Marco Polo de salón (Caniff, 1978), la percepción de sus lectores era que sus historias suponían una crónica real de los acontecimientos. Esa idea podría tener su origen en la falta de información de muchos de ellos respecto a unos acontecimientos muy distantes de sus hogares. Sin embargo, la sensación era corroborada por el aprecio que recibía de prácticamente todos los cuerpos del Ejército. Caniff iba introduciéndolos en la tira y la sensación de gratitud era unánime, basada en la imagen realista pero también heroica con que estos cuerpos eran representados y en el conocimiento que los soldados tenían sobre la repercusión entre aquellos que permanecían en Estados Unidos. Esa impresión se puede comprobar en esta carta enviada por Paul R. Domiano, desde el frente del Pacífico, el 21 de noviembre de 1943:

Es la única persona en su campo que tiene una clara idea de nuestra división del servicio, y su retrato de nuestras actividades es la más precisa que nos hemos encontrado. Nos gustan especialmente los fondos, son fidedignos en cada detalle al paisaje de esta parte de los bosques. O bien ha hecho una enorme cantidad de investigación o bien este entorno le es bastante familiar (Caniff, M., 1907-1988, P.R. Domiano para Caniff, 21 de noviembre de 1943).

La gratitud se recibía desde todos los estamentos del Ejército. Así, cuando en la tira del 10 de noviembre de 1943 el autor realiza un homenaje al 168º aniversario de los Marines, el coronel Chester L. Fordney de Chicago le escribe:

Fue, por supuesto, una deliciosa sorpresa abrir el periódico en la página de Terry la mañana del 10 de noviembre. Creo que de todas las felicitaciones recibidas por el 168º aniversario la del “Coronel Corkin” fue la mejor. Creo que su felicitación de cumpleaños probablemente hizo más para establecer una buena voluntad y estima hacia el Cuerpo de los Marines en la mente del público general que la que podría haberse logrado por unas relaciones públicas instructivas (Caniff, M., 1907-1988, C.L. Fordney para Caniff, 20 de noviembre de 1943).

Cuando introdujo a la Policía Militar, recibió esta carta desde Camp Berkeley en Texas, el 11 de enero de 1944, enviada por el Sargento C.E. DeBosier:

Se agradece enormemente su más que amplio uso de la Policía Militar en tu Terry y los piratas y me gustaría agradecerte por esta consideración. La aparición de la PM en una tira tan popular ha causado gran excitación aquí en el primer Centro de Entrenamiento de Aviación de la Policía Militar (Caniff, M., 1907-1988, C.E. DeBosier para Caniff, 11 de enero de 1944).

Tampoco faltaba el Sistema de Comunicación Aéreo del Ejército, que fue representado en la página dominical del 9 de enero de 1944. Esta carta del 28 de enero de 1944, enviada por el coronel Ivan L. Farman de Asherville, Carolina del Norte, muestra también el agradecimiento:

Recientemente tuve una agradable sorpresa al ver una torre de control que aparecía en su tira correctamente etiquetada. “Sistema de Comunicación Aéreo del Ejército”. Nuestros hombres y oficiales desde diferentes lugares han percibido y comentado favorablemente este pequeño reconocimiento público de nuestro servicio. Creo que esta representación auténtica de esta torre de control tendrá un efecto de lo más provechoso en la moral del personal de nuestra ignorada organización ya que normalmente es escasamente conocida y todo el personal disfruta viendo sus esfuerzos reconocidos (Caniff, M., 1907-1988, I. L. Farman para Caniff, 28 de enero de 1944).

El Cuerpo de Mujeres del Ejército tampoco fue una excepción. Tras aparecer en la página dominical del 29 de octubre de 1944, el mayor Walter P. Lantz, de la sección de Planificación de Washington DC, escribió al día siguiente:

Ha sido un verdadero placer seguir su tira Terry y los piratas estos últimos días y ver la grandiosa manera en la que ha introducido el Cuerpo de Mujeres del Ejército. La tira en color del domingo, con la pelirroja “Little Jane” y la atractiva “Big Jane” será particularmente útil para que el público conozca que nuestras mujeres en el Ejército no solo están bien entrenadas, bien educadas y son valientes de espíritu, sino que también son encantadoras, atractivas y el tipo de chica con la que cualquier GI quisiera trabajar y también salir (Caniff, M., 1907-1988, W.P. Lantz para Caniff, 29 de octubre de 1944).

Incluso la introducción de la Fuerza Aérea Real canadiense, en la página dominical del 31 de octubre de 1943, causó reacción fuera de las fronteras de Estados Unidos, como demuestra esta carta sin fecha de Joyce Gossman, desde Montreal:

Como miembro de la División Femenina de la Fuerza Aérea Real Canadiense, me gustaría agradecerle sinceramente por traer a mi tira de prensa favorita el personaje de un piloto de ese cuerpo. Supongo que sabía cuando lo incluyó que los lectores canadienses estarían muy felices de ver a un miembro de uno de sus cuerpos del Ejército trabajando y volando juntos con las fuerzas estadounidenses en perfecta armonía. Todos sabemos que eso es así pero, de todas formas, siento un gran orgullo viéndolo en una tira de prensa que llega casi a todo el mundo (Caniff, M., 1907-1988, J. Gossman para Caniff, noviembre de 1943)(Figura 3)

Fuente AFP Photo 

No solo la imagen positiva que Caniff daba de algunos cuerpos del Ejército tenía su repercusión, sino que su influencia entre los lectores era tan importante que, cuando mostraba una imagen negativa de alguno de los participantes en el conflicto, automáticamente había una reacción de corporativismo debido a las dificultades originadas por esa visión. Por ejemplo, el 18 de agosto de 1944 se presenta en la serie un corresponsal de guerra de nombre Dunkan, cuya motivación para conseguir las noticias que mejor se pudieran vender estaba basada en sus intereses personales, sin importarle las consecuencias que sus acciones pudieran tener para los soldados. Esta imagen desfavorable del periodista hizo saltar la alarma entre sus “compañeros” de profesión. Así, Frank H. Cooey, editor ejecutivo del Santa Ana Register de California, escribía el 21 de setiembre de 1944:

Nadie sabe mejor que usted la influencia que Terry y el resto de sus personajes tienen en el GI Joe y sus compañeros y mostrando a Mr. Dunkan como un villano no va a hacer que el trabajo de los verdaderos corresponsales de guerra sea más fácil ni va a añadir nada a la delicada relación que ya existe entre los corresponsales que están trabajando y los militares (Caniff, M., 1907-1988, F-H. Cooey para Caniff, 21 de setiembre de 1944).

De forma similar, MacLean Patterson, su editor ejecutivo del Baltimore Sun, escribía el 26 de setiembre:

Protestamos enérgicamente contra el retrato de los periodistas en tu tira Terry y los piratas que hemos venido siguiendo con interés en el Sun durante muchos años. Hemos conocido a muchos corresponsales de guerra a lo largo de los años. Algunos eran brillantes y otros eran estúpidos, pero ninguno era tan arribista como Dunkan (Caniff, M., 1907-1988, M. Patterson para Caniff, 26 de setiembre de 1944).

Como prueba de la afirmación de Caniff sobre la capacidad del lector de participar en el argumento de sus historias, Dunkan acabaría siendo un héroe a los ojos del Ejército al ser capaz de aterrizar un avión en una emergencia, aunque sería castigado y enviado a casa por levantarse en armas contra el enemigo, algo que los civiles no podían hacer. De esa manera, el castigo de Dunkan fue consecuencia de una heroicidad y no de ninguna actitud deleznable, por lo que quedó redimido a los ojos del lector. Esto es una prueba, al mismo tiempo, de la mencionada naturaleza de las tiras de prensa como modelo narrativo influido en su desarrollo por las cartas de los aficionados.

Pero la mejor muestra de la comunión creada por Terry y los piratas entre los soldados en el frente y sus familiares en su país se puede encontrar en esta carta del 24 de abril de 1944, enviada por Elizabeth M. Kelly10 desde Nueva York. Allí se describen a la perfección los sentimientos que levantaba la serie entre sus lectores en tiempos de guerra y se muestra el efecto que tenía tanto en la vida civil como en la militar, al servir en muchas ocasiones de puente entre miembros de una misma familia que estaban separados por culpa del conflicto.

Querido Sr. Caniff:

Le escribo esta carta porque verdaderamente creo que estará encantado, gratificado e interesado al saber la gran cantidad de placer que su tira, Terry, está causando a un grupo de Marines en el Sudoeste del Pacífico. Desde los primeros informes que he recibido, estoy constantemente asombrada por el efecto que esta sencilla, y aparentemente pequeña, cosa ha producido en los chicos que están allí fuera.

Cuando mi marido, el Teniente James A. Kelly, dejó el país el pasado febrero para unirse al Escuadrón de la División Aérea de los Marines en el Pacífico Sur, empecé a recortarle las tiras de Terry cada mañana, agrupándolas al final de la semana con la página dominical y enviándoselas. Cito de sus cartas, empezando con la primera después de que recibiera la secuencia inicial.

“Muchas gracias por enviarme las tiras de Terry. Será divertido esperar a ir recibiéndolas. Creo que tienes razón sobre que esa bailarina es Burma”11.

“Gracias por los nuevos lotes de Terry y los piratos12. La historia está mejorando. La disfrutamos mucho”.

“Muchos compañeros leen tus recortes de Terry y los piratas. Los he puesto al día hasta febrero. Muchas gracias por enviarlos, por favor sigue haciéndolo”.

“Dos cartas llegaron hoy fechadas el 30 y el 31 de marzo, portando en sus tiernos brazos las andanzas y aventuras de los personajes de Milton Caniff. Si pudieras ver el ávido interés que aquí se muestra cuando llegan esas tiras te sentirías tan bien como si estuvieras dando una pinta de sangre a la Cruz Roja cada día. Abro el sobre. La fila se forma a la derecha. La especulación crece. Veteranos de algunas de las batallas más duras que el mundo ha conocido rompen en sonrisas que simplemente iluminan. ¡Y la manera que se preocupan por Terry! Un tío con bigote, miembro de una unidad de exploradores, exclamó con una gran preocupación: ‘Ese chico puede meterse en los peores líos… ¡Jesucristo!’. Las tiras están vivas para esos tíos. Y viven las vidas de gente real. Sea como sea, en beneficio de Dios y nuestro, sigue enviándolas. Estoy trabajando (el viejo negociador Jim) en un trato para intercambiar a un grupo de los cara de perro del Ejército el lote semanal por la mínima consideración de una caja de cervezas por semana. Considerando su entusiasmo por echarles un vistazo, ¡una caja de cerveza es un precio muy barato!”.

“Desde que te escribí la última vez algo ha sucedido. Por orden del general, sí, por Dios, el mismísimo general, me veo forzado a entregar los recortes semanales de Terry y los Piratas, después de haberlos leído evidentemente, al oficial de recreación. Las cuelga en el tablón del boletín donde todos, incluido el general (le he pillado con las manos en la masa) las leen. Las retiran la final de la semana cuando llega el nuevo lote, y las pegan en un libro de recortes para enviarlas a los hospitales. ¡Casi nada! ¿Hubieras pensado que tu preocupación por tu aislado marido tendría estos resultados? Por favor, cariño, nunca te despistes mandando un lote. Significa mucho para estos chicos… y para el general, que no es un chico, pero ¡vaya si es alguien!”

Esas son todas las citas. Pensé que le gustaría saber cómo reaccionan y, desde mi corazón, ¡le agradezco por crear Terry! (Caniff, M., 1907-1988, E.M. Kelly para Caniff, 24 de abril de 1944)

Conclusiones

La influencia de las tiras de prensa como medio de comunicación de masas no ha sido suficientemente estudiada. Se menciona muy a menudo, más en libros divulgativos que en el ámbito académico, la enorme cantidad de lectores que seguían las series más populares y el fuerte apego que sentían por los personajes principales que, entre otras cosas, tenía como consecuencia una gran fidelidad. Sin embargo, no se ha realizado hasta el momento ningún estudio real sobre el efecto que dichas historias tenían en su público.

Este tipo de análisis, correspondiente a los denominados estudios de recepción, es muy difícil de llevar a cabo porque la época dorada de esas series acabó a mediados del siglo XX y la dificultad de localizar a sus lectores es enorme. Además, en caso de que fuera posible, sería complicado recuperar el efecto causado por una historia que leían día tras día hace más de medio siglo. Por tal razón, ese estudio nunca se ha afrontado en profundidad.

En este artículo se ha presentado un estudio basado en la única fuente posible para dicho análisis: las cartas que los lectores enviaban a los autores, que eran auténticas celebridades en los Estados Unidos. Se ha centrado el análisis en la figura de Milton Caniff y en los años en que estuvo al frente de la serie Terry y los piratas, no solo por la disponibilidad de esas cartas, sino por ser una serie de gran influencia en sus lectores por su elevada dosis de realismo, circunstancia que se acrecentó durante la Segunda Guerra Mundial. Por ese motivo, este análisis se ha centrado en esos años.

La correspondencia recogida es solo una muestra de todas las cartas disponibles en el archivo. Sin embargo, es significativa en cuanto muestra la tesis principal de este trabajo: la percepción de los personajes de la serie como reales, y su capacidad de formar parte importante en la vida de los lectores. Esto, que se fue construyendo en los primeros años de la tira, trajo como consecuencia que la serie se convirtiera, desde el punto de vista del lector, en una crónica del conflicto bélico. Lo era así tanto para el civil, que veía en Terry el reflejo de lo que sus familiares y amigos estaban haciendo en la guerra, como para el militar, que felicitaba a Caniff por la difusión de la lucha contra los países del Eje.

La cultura popular es, en muchas ocasiones, uno de los vehículos más importantes a la hora de mostrar al receptor los acontecimientos históricos. Este fenómeno, que se ha estudiado en muchas ocasiones para el cine e incluso para la literatura llamada popular, comienza a hacerse ahora para el cómic gracias al auge de la denominada novela gráfica y a la labor de autores como Art Spiegelman, Joe Sacco o Guy Delisle, entre otros. De todas maneras, es bueno echar la vista atrás hacia la historia de un medio que ya realizaba esa labor día a día, en pequeñas tiras publicadas junto a las noticias. Las cartas de los lectores son muestra palpable de esta capacidad del cómic para narrar la historia y también una vía para recuperar la memoria de un medio que muchas veces olvida que ese potencial ya estaba en la obra de alguno de sus autores pioneros. Es importante recuperar esa parte de la historia de un medio que nunca tuvo tanta repercusión como en la época dorada de las series de prensa. Las reacciones de los lectores permiten mostrar la magnitud de dicha repercusión.

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1Terry y los Piratas narra la historia de un joven norteamericano, Terry Lee, que llega a China en 1934 con su amigo el periodista Pat Ryan, en busca una mina perdida. A estos dos personajes se les une Connie, un guía local. Juntos tendrán que enfrentarse a piratas y demás villanos, entre los que destaca la fascinante mujer fatal Dragon Lady, quien se convertirá en aliada de Terry con motivo de la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda, Terry se convertirá en piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

2El autor quiere agradecer al personal de The Billy Ireland Cartoon Library and Museum de Ohio State University y, especialmente, a Susan Liberator por su ayuda en la búsqueda de la documentación necesaria para la realización de este artículo.

3Todos los documentos de archivo presentados en este trabajo, incluidas las cartas, son traducciones propias

4El Capitán Blaze era un pirata escocés que, inicialmente, secuestró a los protagonistas de la serie, pero luego les ayudaría en sus aventuras en China.

5Caniff era católico debido a su origen irlandés.ngrp

6Hu Shee es un personaje de origen chino que en ese momento de la tira tiene una relación amorosa con Terry.

7El número de cartas de los lectores que Caniff recibe durante los años de la guerra es significativamente superior a la cantidad que recibía antes del estallido del conflicto, ya que de estos años (aproximadamente un tercio de su estancia en la serie) se conservan 7.608 cartas, más del 56% del total de cartas disponibles en ese archivo correspondientes a los años en que estuvo a cargo de Terry y los Piratas.

8The Japs” en el original, referencia típica a los japoneses durante el conflicto.

9Una pin-up es una fotografía u otro tipo de ilustración de una persona (tradicionalmente una mujer) en actitud sugerente —o simplemente sonriendo, saludando o mirando a la cámara— que suele figurar en las portadas de revistas, cómics o calendarios. ​A las modelos que posaban para estas obras se las denominaba pin-up. La Segunda Guerra Mundial fue la época de mayor auge de las pin-up.

10Mrs. James E. Kelly, como ella hace notar en su carta

11Burma es uno de los personajes principales de la serie, un estereotipo de femme fatale inspirado en la actriz Marlene Dietrich.

12Escrito así en el original, en español con ese error a la hora de escribir la palabra piratas

Recibido: 16 de Julio de 2017; Aprobado: 12 de Octubre de 2017

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