En el entramado escolar, la evaluación opera muchas veces como una herramienta de ordenamiento, clasificación y selección. Sin embargo, también puede ser acompañamiento, reconocimiento de fortalezas y desafíos, impulso hacia la autonomía. Desde una perspectiva formativa, la evaluación se resignifica como parte constitutiva del vínculo pedagógico: es una forma de reconocer al otro, de ofrecerle oportunidades, de sostener su proceso educativo.
Cambiar la forma en que evaluamos implica mucho más que modificar instrumentos o implementar prácticas aisladas. Supone repensar el lugar de la evaluación en la cultura escolar. Necesitamos avanzar hacia una cultura evaluativa que no se limite a funciones selectivas y certificadoras, sino que acompañe, fortalezca y oriente los aprendizajes. Esto exige asumir con responsabilidad las dimensiones ética, antropológica y de sentido de la evaluación: calificar, retroalimentar y tomar decisiones sobre trayectorias escolares son actos profundamente significativos, que deben realizarse con conciencia, criterio pedagógico y compromiso.
Desde Páginas de Educación impulsamos este dossier temático con el propósito de reunir investigaciones empíricas que analicen experiencias de evaluación formativa situadas en diversos contextos disciplinares y niveles educativos. Nos interesa destacar prácticas que incorporen retroalimentación entre docentes y estudiantes, coevaluación entre pares, implicación activa del estudiante y alfabetización en evaluación. También valoramos el análisis de los desafíos y tensiones que emergen durante la implementación, así como el impacto de estas prácticas en la motivación y el aprendizaje.
En cuanto a los recursos y decisiones pedagógicas, Maldonado-Fuentes y Escobar Marambio proponen una mirada crítica sobre los conocimientos previos de futuros docentes en torno a la retroalimentación, a partir del uso de viñetas como recurso pedagógico. Olave Astorga y Orrego Martínez analizan las estrategias de evaluación formativa aplicadas por docentes de enseñanza básica y media, y cómo estas inciden en la toma de decisiones pedagógicas. Asimismo, Amaranti Pesce y Contreras Pérez abordan el tránsito del feedback al feedforward en la formación docente inicial, poniendo el foco en la retroalimentación participativa y reflexiva.
Por su parte, Ramírez Martínez, Muriel Echavarría y Gaviria Cortes exploran las percepciones estudiantiles sobre la evaluación en clases de educación física y destacan la ausencia de objetivos claros y el énfasis en componentes actitudinales. Mientras que Fernández-Garcimartín, Fuentes-Nieto y López-Pastor presentan una experiencia de buena práctica en educación física primaria, centrada en la evaluación formativa y compartida en una unidad sobre expresión corporal.
Cada uno de estos trabajos aporta perspectivas valiosas para comprender cómo la evaluación formativa puede cobrar vida en aulas reales, y cómo su implementación requiere no solo de estrategias pedagógicas, sino también de una revisión crítica de las creencias, los vínculos y las prácticas que sostenemos como educadores. Confiamos en que este conjunto de artículos contribuya a enriquecer el debate, abrir nuevas preguntas y fortalecer una mirada pedagógica de la evaluación al servicio del aprendizaje.













