Introducción
Empatía desde el modelo multidimensional de Davis
Según Fernández-Pinto et al. (2008), en la historia del estudio de la empatía se han identificado dos principales enfoques: el cognitivo versus afectivo, y el integrador de la empatía como cognición y emoción. El primero se caracteriza por la existencia de diversas conceptualizaciones de la empatía que resaltan más su dimensión cognitiva o afectiva. En contraste, el segundo agrupa conceptualizaciones que integran ambas dimensiones. Desde este segundo enfoque, Davis (1980) planteó que la empatía es un conjunto de reacciones cognitivas y emocionales de un individuo que observa las experiencias de otro. Asimismo, es un concepto complejo y multidimensional que integra los componentes: toma de perspectiva (que se caracteriza por la tendencia a adoptar el punto de vista de los demás), fantasía (que comprende la tendencia a identificarse con personajes ficticios de libros o películas), preocupación empática (que implica una orientación a sentir compasión, preocupación y afecto ante experiencias negativas de los demás) y malestar personal (que refiere a la orientación a sentir incomodidad o ansiedad ante las experiencias negativas de los demás). De estos cuatro componentes, los dos primeros son considerados componentes cognitivos; mientras que los dos últimos afectivos. Es importante señalar que algunas conceptualizaciones posteriores de la empatía comparten la visión integradora de Davis, pero incluyen otras dimensiones y la enfocan como un proceso. Así, Decety y Jackson (2004) incluyen a la flexibilidad mental y la regulación emocional en su propuesta.
Para estudiar estas cuatro dimensiones de la empatía, Davis (1983) desarrolló el instrumento Interpersonal Reactivity Index (IRI), que se constituye en una de las escalas más usadas para investigar la empatía (Fernández-Pinto et al., 2008; Israelashvili & Karniol, 2018). Uno de los enfoques metodológicos en el estudio de la empatía es el de la medición incompleta y unificada del IRI; es decir, enfoques que promedian dos o más dimensiones de la empatía para tratarla como una única variable. Así, algunos estudios sobre la relación entre prejuicios y empatía han evaluado a esta última promediando sus cuatro componentes: toma de perspectiva, preocupación empática, fantasía y malestar personal (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007); mientras que otros estudios solo promedian los dos primeros (Díaz-Lázaro et al., 2014; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; McFarland, 2010; Nicol & Rounding, 2013). Sin embargo, este enfoque de medición resulta problemático (Israelashvili & Karniol, 2018), debido a que dificultan la diferenciación entre los factores cognitivos y afectivos de la empatía pues al promediar, por ejemplo, preocupación empática y toma de perspectiva no se puede evaluar la correlación o contribución estadística de cada componente con otras variables de manera independiente. Además, este enfoque de medición anula la relevancia de fantasía y malestar, pues no suele promediarse para medir la empatía. Finalmente, este enfoque de medición no permite analizar las interrelaciones entre los componentes de la empatía al no tratarlos de forma independiente sino promediada.
Empatía desde el modelo del afecto a la cognición
Israelashvili y Karniol (2018) hallaron que, en los estudios de empatía, aun no queda claro si los factores cognitivos preceden a los afectivos o viceversa, pues los hallazgos son contradictorios y poco concluyentes. Por ello, los autores evaluaron dos modelos estadísticos con las dimensiones de la empatía desde el modelo multidimensional de Davis (1980). Así, reportaron mayor soporte estadístico en el modelo que plantea influencia de los factores afectivos sobre los cognitivos y establecen el modelo del afecto a la cognición de la empatía, donde preocupación empática y malestar personal influirían independientemente sobre la toma de perspectiva y la fantasía, lo cual se atribuye a las experiencias de preocupación empática y malestar personal que surgen como respuesta a la percepción de que una persona atraviesa una situación difícil, lo que promueve la activación de la toma de perspectiva si la respuesta está marcada por la preocupación, o la inhibición si predomina el malestar (Israelashvili & Karniol, 2018).
Una de las contribuciones teóricas del modelo del afecto a la cognición de la empatía es el establecimiento de relaciones teóricas y empíricas entre los componentes de la empatía, lo cual brinda una mayor especificidad en las investigaciones e intervenciones sobre la empatía en relación con otras variables. Además, un aporte metodológico del modelo del afecto a la cognición es que retoma la medición completa e independiente del IRI, retomando la visión multidimensional y no promediada de la empatía.
Por otro lado, una de las limitaciones del modelo del afecto a la cognición de la empatía es que, si bien usa diferentes muestras para testear su modelo, solo ha sido abordado en el estudio de Israelashvili & Karniol (2018). No obstante, cabe resaltar que el modelo es coherente con las investigaciones de la empatía desde las neurociencias, donde se reporta que los componentes afectivos de la empatía son los primeros en desarrollarse en contraste con los cognitivos, y que además son los componentes iniciales de la experiencia subjetiva de empatía (Decety & Holvoet, 2021; Lamm et al., 2007). Otra limitación del modelo es que la relación predictiva de los factores afectivos y la fantasía no es del todo clara ni está conceptualmente definida. Si bien esta relación no es consistente en las tres muestras analizadas por Israelashvili y Karniol (2018), cabe abordar e hipotetizar cómo podría explicarse para contribuir a la conceptualización del modelo y aportarle mayor solidez teórica.
En cuanto a la relación de malestar personal y fantasía, es posible que el malestar promueva la activación de la fantasía para regular las emociones de estrés o ansiedad ante un evento difícil de otra persona (Shiota & Nomura, 2022). Asimismo, esto es coherente con investigaciones que encuentran que la imaginación o la fantasía puede usarse como respuesta al estrés o incertidumbre (Rubinstein et al., 2021; Rubinstein et al., 2023).
Respecto a la influencia de la preocupación empática sobre la fantasía, es probable que la preocupación incremente la activación de fantasía o identificación con otros para facilitar la comprensión de emociones de otra persona y con ello buscar formas de reducir el malestar. Esto es coherente con la contribución estadística de fantasía sobre reconocimiento de emociones y estados internos de otras personas (Bukach et al., 2018; Namba et al., 2021), y la correlación entre preocupación empática y el reconocimiento emocional (Israelashvili et al., 2020).
Por tanto, aunque tanto malestar como preocupación impactarían positivamente en la fantasía, la diferencia radicaría en que la influencia de cada una está orientada a diferentes propósitos, tales como: regular el estrés propio (malestar) o facilitar la comprensión emocional de un otro (preocupación). Otra diferencia radicaría en que la contribución estadística de la preocupación empática sobre la fantasía tiende a ser mayor considerando sus coeficientes betas (.38 a .50) en comparación con el aporte de malestar (.15 a .22) (Israelashvili & Karniol, 2018). Posiblemente, el malestar tenga un menor impacto sobre la fantasía debido a que no es la única manera de contrarrestar el malestar, pues, por ejemplo, también se reduciría evitando la experiencia que lo desencadena (Israelashvili & Karniol, 2018). Adicionalmente, preocupación empática y malestar personal pueden estar correlacionados positivamente pues ambas son reacciones emocionales ante situaciones similares, lo cual es coherente con teorías y evidencias previas (Davis, 1983; Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020).
Rigidez cognitiva: un predictor directo de la empatía
Con la finalidad de desarrollar intervenciones para promover la empatía, algunos estudios han identificado sus predictores (Guilera et al., 2019; Song & Shi, 2017). Sin embargo, pocas investigaciones han estudiado los predictores de la empatía considerando el modelo del afecto a la cognición de la empatía, debido a su relativa novedad (Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020). Así, investigaciones previas de la relación entre personalidad y empatía han identificado predictores para cada faceta de la empatía, pero no las han integrado en un modelo estadístico. Resulta particularmente relevante investigar la apertura a la experiencia dado que puede impactar en todas las facetas de la empatía, aunque con mayor contribución y estabilidad sobre la toma de perspectiva y malestar personal (Guilera et al., 2019; Melchers et al., 2016; Song & Shi, 2017).
Al respecto, cabe considerar el concepto rigidez cognitiva que integra a la apertura a la experiencia y otras variables individuales (Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a). Este se define como un estilo y capacidad cognitiva caracterizada por una mayor sensibilidad a satisfacer las necesidades epistémicas de reducir la incertidumbre, complejidad y ambigüedad, además de una preferencia cognitiva por la certeza, estructura, orden y cierre; siendo la apertura a la experiencia una expresión negativa de la rigidez (Jost et al., 2009; Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a). La influencia de rigidez cognitiva sobre la toma de perspectiva se explicaría por el impulso de la rigidez de reducir o evitar la apertura a pensamientos y emociones de otras personas que están inmersas en situaciones complejas o de incertidumbre para cubrir una necesidad cognitiva de certeza y orden; esto es coherente con las evidencias de que la apertura a la experiencia, expresión de rigidez, influye en la toma de perspectiva (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Song & Shi, 2017). Adicionalmente, este planteamiento es coherente con la teoría de la empatía de Decety y Jackson (2004), que sostiene que la comprensión empática requiere un mínimo de flexibilidad mental para adoptar otro enfoque subjetivo.
La contribución de rigidez cognitiva sobre malestar personal podría atribuirse a que el malestar es posiblemente una manifestación de la rigidez en situaciones interpersonales; es decir, el malestar que se genera frente a emergencias de otras personas es posiblemente debido a que estas situaciones son percibidas como estímulos inciertos e imprevistos, que se buscan evitar o reducir (Davis, 1980; Rottenbacher, 2012a). Esto es coherente con evidencia previa que indica que apertura a la experiencia, expresión de rigidez cognitiva, predice negativamente al malestar personal (Song & Shi, 2017).
Práctica de improvisación teatral: un predictor directo e indirecto de la empatía
Existen algunas intervenciones que impactan no solo en la rigidez cognitiva, sino también en las facetas de la empatía. Con respecto a la empatía, en revisiones metaanalíticas se encontró que la práctica de mindfulness y teatro contribuyen en su desarrollo (Hu et al., 2022; Lewandowska & Węziak-Białowolska, 2022). En particular, la práctica del teatro es interesante porque impacta en los factores cognitivos y afectivos de la empatía, y en características complementarias, como las habilidades sociales y comunicacionales, lo que puede incidir en la empatía (Schmidt et al., 2021). Al respecto, la improvisación es definida como una técnica teatral que puede ser practicada individual o colectivamente, y que comprende la creación inmediata y espontánea de situaciones, historias o espectáculos teatrales a partir de los acuerdos establecidos continuamente por un improvisador, sus compañeros o el público (Argentino, 2013).
En cuanto a la influencia de la práctica de improvisación sobre la rigidez cognitiva, en dos experimentos con muestras de universitarios se encontró que esta práctica disminuyó los niveles de dos expresiones de rigidez cognitiva, lo cual se explica por los cómodos encuentros con la incertidumbre o ambigüedad, además de la demanda de flexibilidad cognitiva que implica la práctica continua de improvisación (Baldeon & Espinosa, 2024; Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023; Hainselin et al., 2018; Lewis, 2012; Lewis & Lovatt, 2013). Si se considera al malestar como expresión de la rigidez, la práctica de improvisación teatral también podría impactar en ella. Además, desde un enfoque cuantitativo, se ha encontrado que la improvisación reduce la ansiedad (Felsman et al., 2019; Felsman et al., 2023). Complementariamente, desde un enfoque cualitativo, se han reportado percepciones de que la improvisación reduce el estrés e incluso el malestar personal (Stewart, 2016; Zelenski et al., 2020).
En relación con la contribución de la práctica de improvisación sobre la toma de perspectiva, si bien no existen evidencias cuantitativas de esta correlación o predicción, desde un enfoque cualitativo, se han reportado percepciones de aprendizaje de toma de perspectiva y de mayores niveles de empatía en adolescentes peruanos (Bachani, 2020) y universitarios estadounidenses (Stewart, 2016) que practicaron improvisación teatral. Esto se explica por percepciones de mayor escucha, consideración y comprensión de otras personas luego de practicarla. Además, se ha planteado y reportado que dos principios de la improvisación teatral, escucha activa y aceptación incondicional, pueden ayudar a desarrollar habilidades asociadas a la toma de perspectiva, pues favorecen el reconocimiento de emociones y la aceptación de expresiones emocionales (Cai et al., 2019; Davis, 1980; Shivarajan & Andrews, 2021).
Finalmente, con respecto al impacto de la práctica de la improvisación sobre la fantasía, aunque no se reportan evidencias de esta correlación o predicción, es posible hipotetizarla debido a que se hallan diferencias significativas en los niveles de fantasía entre muestras de personas en general y personas que practican técnicas teatrales, como juego de roles de personajes ficticios. Esto se explica porque la constante identificación con personajes ficticios promueve la identificación con estos (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021). Cabe añadir que los estudios citados antes sobre improvisación teatral se limitan a evaluar el impacto de la práctica, así que sería relevante indagar además el impacto del tiempo de la práctica.
La importancia de investigar la empatía y sus factores asociados
Históricamente, los conflictos han persistido en el mundo. En el contexto actual, hasta febrero del 2024 se estima que más de 240 mil personas han fallecido a causa de los conflictos bélicos en Gaza y Ucrania (Khatib et al., 2024; The Lancet, 2023). Resulta necesario promover una cultura de paz para prevenir conflictos violentos y resolver problemas mediante el diálogo (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2002). En el abordaje de la cultura de paz, la empatía es un elemento clave para la transformación personal y social (de Rivera et al., 2011). Sin embargo, problemas globales como la pandemia del COVID-19 o las crisis financieras han incrementado los niveles de ansiedad y estrés, lo que puede reducir la empatía de las personas (Arceneaux, 2017; Nair et al., 2024; Nitschke & Bartz, 2023). Por ello, es relevante investigar estrategias para contrarrestar estos efectos, fomentar la empatía y, consecuentemente, la cultura de paz.
Particularmente, un tipo de conflicto persistente en el Perú es la discriminación. Según encuestas nacionales, 1 de cada 3 peruanos ha experimentado discriminación, el 53 % cree que sus compatriotas son racistas; además, 63 % de personas LGBTI han experimentado discriminación (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2017, 2019; Ministerio de Cultura, 2018). Uno de los factores explicativos de la discriminación son los prejuicios (Agadullina et al., 2022; Pauwels & Williamson, 2022).
Respecto a la relación entre empatía y prejuicios, McFarland (2010) encontró que la empatía es uno de los tres grandes predictores del prejuicio generalizado, aunque posteriores estudios de esa línea reportaron resultados inconsistentes (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; Nicol & Rounding, 2013). Asimismo, se ha reportado que intervenciones orientadas a promover la empatía han reducido prejuicios (Matera et al., 2021; Miklikowska, 2018; Olivier et al., 2019; Suarez et al., 2024; Vezzali et al., 2015), aunque el prejuicio también es influido por otras variables, como el conservadurismo político, el contexto socioeconómico, los antecedentes históricos, etc. (Espinosa et al., 2007; Jost et al., 2003; Sidanius et al., 2004). Así, establecida la contribución de la empatía en reducción de prejuicios, resulta relevante indagar más cómo podría incrementarse.
Adicionalmente, la empatía no solo tiene un rol en la prevención de conflictos, sino que también tiene un papel en la promoción de la salud. Así, se la ha encontrado como predictor directo de la salud mental en muestras de jóvenes (Chung et al., 2021; Li et al., 2024; Niu et al., 2023; Wang et al., 2023). Además, se ha sugerido que la empatía es un predictor indirecto del bienestar subjetivo, las relaciones positivas y la adaptación social, debido a su influencia en la conducta prosocial (Chen, 2023; Fu et al., 2022; Pang et al., 2022). Por tanto, es importante investigar la empatía y sus factores asociados dado su impacto individual y social.
Objetivo de estudio
El objetivo de este estudio fue analizar la contribución estadística de los meses de práctica de improvisación teatral y la rigidez cognitiva sobre la empatía desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía mediante un modelo estadístico integrado. Las hipótesis planteadas se muestran en la Figura 1.
Método
Diseño
El presente estudio emplea un diseño no experimental transversal correlacional-predictivo. Si bien el estudio incluye dos grupos de participantes, estos no fueron asignados aleatoriamente como lo requiere un experimento. Se optó por un estudio que permitía analizar las relaciones descritas en el marco teórico en un momento determinado (Hernández et al., 2010).
Participantes
Se usó un muestreo no probabilístico por conveniencia. La muestra la compuso 204 jóvenes y adultos peruanos. Los participantes fueron seleccionados según su pertenencia a dos grupos: uno de practicantes de improvisación teatral en los últimos 6 meses (Grupo con práctica de improvisación) y otro grupo de no practicantes (Grupo sin práctica de improvisación). Los participantes con práctica fueron contactados con la colaboración de docentes de 10 escuelas de improvisación teatral, y los sin práctica fueron contactados en universidades y centros de trabajo. La muestra total tuvo un tamaño con un poder estadístico mínimo para realizar un análisis de senderos (Kline, 2011). En la Tabla 1 se muestran las características sociodemográficas de la muestra.
Instrumentos
Cuestionario sociodemográfico. Se recogió información sobre edad, sexo, carrera de estudios, práctica de improvisación teatral en los últimos 6 meses y tiempo de práctica de improvisación a lo largo de la vida.
Índice de reactividad personal (IRI; Davis, 1983). Para medir la empatía, se utilizó la adaptación peruana del IRI (Acasiete, 2015), compuesta por 28 ítems, cuya opción de respuesta es una escala del 1 (No me describe bien) al 5 (Me describe muy bien). Se encontraron coeficientes de confiabilidad adecuados para las dimensiones estudiadas: toma de perspectiva α = .75, preocupación empática α = .73, malestar personal α = .73 y fantasía α = .70.
Cuestionario integrado y reducido de la rigidez cognitiva. Se desarrolló un cuestionario que integró varios ítems de instrumentos usados en estudios previos para evaluar la rigidez cognitiva de forma más reducida (Baldeon, 2020; Rottenbacher, 2012a, 2012b). Este se compone por 20 ítems, cuya opción de respuesta es una escala Likert de 6 puntos, donde 1 es Totalmente en desacuerdo y 6, Totalmente de acuerdo. El puntaje global tiene un buen nivel de confiabilidad (α = .88).
Procedimiento de recolección de datos
Los datos fueron recolectados individual y presencialmente entre marzo y junio de 2019. El tiempo promedio de respuesta del grupo de cuestionarios entregados en versión impresa fue aproximadamente 15 minutos.
La mitad de los participantes fueron contactados con la colaboración de docentes de 10 escuelas de improvisación teatral y la otra mitad fue contactada en universidades y centros de trabajo de Lima. Se siguieron los estándares éticos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, basados en los lineamientos éticos de Helsinki para las investigaciones con seres humanos. Asimismo, se siguió las consideraciones éticas del Comité de Ética de Psicología 2019 y se firmó una declaración de compromiso con los principios éticos del Comité de Ética de la Investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Todos los participantes recibieron un consentimiento informado.
Análisis de datos
Los datos fueron procesados y analizados con el software estadístico R Studio y paquete Lavaan (version 0.5-23.1097). Se realizaron análisis de confiabilidad, correlación de Pearson y de senderos, utilizando el estimador de máxima verosimilitud, debido a que las variables estudiadas mostraron una distribución normal (Kline, 2011; Li, 2016). El ajuste del modelo fue evaluado según los siguientes criterios: χ²/gl < 2; Bentler-Bonett Comparative Fit Index (CFI) > .95; Incremental Fit Index (IFI) > .95; Steiger-Lind Root Mean Square Error of Approximation (RMSEA) < .08 y Standardized root mean square residual (SRMR) < .08 (Kline, 2011).
Resultados
En la Tabla 2 figuran los estadísticos de la media, la desviación estándar y de la prueba de normalidad de cada una de las variables estudiadas.
La Tabla 3 muestra las correlaciones entre las variables estudiadas. Para responder al objetivo de la investigación, se extrajo una matriz de correlaciones y el modelo hipotetizado (Figura 1) fue probado utilizando un análisis de senderos.
Así, el modelo obtuvo un buen ajuste (χ²/gl = 0, 473; CFI = 1.000; IFI = 1.010; RMSEA = .000 (IC90 % = .000 - .073); SRMR = .020 (Kline, 2011). Las relaciones hipotetizadas y coeficientes estimados se muestran en la Figura 2. La mayoría de las hipótesis se cumplieron, con excepción de H9 (meses de práctica de improvisación → malestar personal) y H10 (meses de práctica de improvisación → toma de perspectiva). Posteriormente, se probó un modelo alternativo excluyendo las hipótesis no cumplidas. El modelo tuvo un buen ajuste (χ²/gl = 0, 416; CFI = 1.000; IFI = 1.017; RMSEA = .00 (IC90 % = .00 - .047); SRMR = .021) (Kline, 2011).
Discusión
El objetivo de este estudio fue analizar la contribución estadística de la práctica de improvisación teatral y la rigidez cognitiva sobre la empatía desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía mediante un modelo estadístico integrado. Los resultados indican que el modelo teórico propuesto presenta buenos índices de ajuste y demuestra una contribución indirecta de los meses de práctica de improvisación teatral sobre la empatía mediada por la rigidez cognitiva. Además, la mayoría de las hipótesis del modelo se han cumplido, con excepción de las H9 e H10. El modelo alternativo muestra una ligera mejora de los índices de ajuste si excluyen las relaciones de las hipótesis no cumplidas.
Modelo del afecto a la cognición de la empatía aplicable al contexto latinoamericano
En principio, con relación a la empatía, los resultados indican que se cumplen las hipótesis 1, 2, 3, 4 y 5; sobre las interrelaciones de las dimensiones de la empatía en modelo del afecto a la cognición de la empatía, por lo que este modelo puede extenderse y aplicarse en el contexto latinoamericano para estudiar las interrelaciones de las dimensiones de empatía y sus asociaciones con otras variables, manteniendo una estructura relativamente estable (Israelashvili & Karniol, 2018).
Según los resultados, malestar aporta negativamente a la variabilidad de toma de perspectiva, pero positivamente sobre fantasía. Esto si bien es consistente con el estudio de Israelashvili y Karniol (2018), no está clarificado completamente en tal estudio. Por lo que en la presente investigación se plantea que es posible que el malestar incremente la fantasía como una forma de huida de la situación que produce el malestar, regulando las emociones propias; mientras que la preocupación empática impulsa la fantasía para facilitar la comprensión emocional de otras personas (Bukach et al., 2018; Israelashvili et al., 2020; Namba et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). Este planteamiento tiene implicancias teóricas, pues contribuye a desarrollar conceptualmente las relaciones encontradas en el modelo del afecto a la cognición de empatía.
Asimismo, se desprenden implicaciones prácticas del anterior planteamiento pues las intervenciones dirigidas a promover la empatía pueden desarrollar actividades orientadas, por un lado, a contrarrestar los efectos del malestar personal mediante la regulación emocional y, por otro lado, a incrementar la preocupación empática, priorizando este segundo factor por su mayor aporte estadístico a las dimensiones cognitivas de la empatía. Esto es coherente con estudios que reportan una contribución de la regulación emocional y la preocupación empática sobre los niveles de prejuicios (Bobba & Crocetti, 2022; Burns et al., 2016; Levin et al., 2016; Makwana et al., 2021).
La rigidez cognitiva desde un enfoque multidimensional
Con respecto a la rigidez cognitiva, los resultados están en consistencia con investigaciones previas en las que se encuentra que predice negativamente sobre la toma de perspectiva y positivamente sobre el malestar personal (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017). Así, se cumplen las hipótesis 6 y 7. Particularmente, el hallazgo de la contribución de rigidez sobre el malestar aporta a la línea de investigación de rigidez que es escasa (Rottenbacher, 2012a). Además, este resultado indica que la rigidez no es un concepto puramente cognitivo, pues también influye en reacciones afectivas como el malestar personal. Así, es posible que la incertidumbre emocional -dimensión afectiva de la rigidez cognitiva- tenga una mayor asociación con el malestar que otras dimensiones. De manera similar, toma de perspectiva podría tener una mayor correlación con dimensiones más cognitivas, como apertura a la experiencia (Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017).
Adicionalmente, la multidimensionalidad de la rigidez sugiere que también podría interactuar con otros factores afectivos de la empatía. Así, se ha encontrado que expresiones de rigidez contribuyen a la autorregulación emocional (Alghamdi et al., 2017; Kumar & Tankha, 2023), que a su vez impacta sobre la empatía (Makwana et al., 2021; Zirenko & Krasavtseva, 2021). Por lo que otra implicancia teórica es que la rigidez puede ser considerada en un modelo teórico de los predictores de la empatía desde el modelo del afecto a la cognición.
Por otro lado, el aporte de rigidez cognitiva en la variabilidad de la empatía tiene implicancias prácticas pues intervenciones diseñadas a incrementar la empatía y reducir los prejuicios podrían incluir técnicas para disminuir la rigidez (Hillen et al., 2017), pues se ha encontrado que tiene influencia directa sobre los prejuicios (Sassenberg et al., 2022; Sekerdej et al., 2018).
Contribución directa e indirecta del tiempo de práctica de improvisación teatral sobre empatía
Si bien las personas que practican improvisación teatral pueden caracterizarse por presentar menor rigidez cognitiva antes de practicarla, los resultados del estudio y los experimentos de Felsman et al. (2020; 2023) indican que el tiempo de práctica de improvisación teatral contribuye negativamente sobre la rigidez cognitiva, disminuyendo sus niveles. Por lo que se corrobora la Hipótesis 8. Asimismo, en consistencia con las diferencias reportadas entre personas en general y aquellas que practican teatro y juegos de roles (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021), los meses de práctica de improvisación predicen directa y positivamente la fantasía; es decir, la identificación con personajes ficticios al interactuar con ellos mediante historias improvisadas y ficticias (Argentino, 2013). Así, la Hipótesis 11 es confirmada. Estos hallazgos sugieren que el tiempo de práctica de improvisación aporta significativamente en variables individuales cognitivas.
Al contrario de lo esperado en la Hipótesis 9, el tiempo de práctica de improvisación no tiene una relación predictiva con el malestar personal, por lo que se puede atribuir a la mayor influencia de esta práctica sobre las reacciones cognitivas en comparación con las afectivas. Si bien los experimentos de Felsman et al. (2020; 2023) reportan que la práctica de improvisación reduce la tolerancia a la incertidumbre -expresión de rigidez cognitiva-, es posible que un análisis más detallado de las dimensiones cognitiva, emocional y conductual de la rigidez confirme tal conjetura. Además, si bien la rigidez tiene una relación predictiva con el malestar con un tamaño de efecto grande (.58), el malestar personal también recibe aporte estadístico de otras variables no contempladas en el estudio, sobre las cuales la práctica de improvisación posiblemente no tenga ninguna contribución, inclusive si la práctica es realizada durante meses.
Asimismo, los resultados rechazan la Hipótesis 10, el tiempo de práctica de improvisación no es un predictor de la toma de perspectiva, lo cual es incongruente con los estudios cualitativos que reportan percepciones de que la práctica de improvisación desarrolla la toma de perspectiva (Bachani, 2020; Stewart, 2016). Esto puede atribuirse a la insuficiencia de la práctica de improvisación para entrenar una reacción compleja y multicausal como la toma de perspectiva. Aunque la práctica de improvisación teatral aporta en la variabilidad de rigidez (Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023) y consecuentemente contribuye a una mayor apertura a los pensamientos y sentimientos de los demás en situaciones complejas, se requieren habilidades, como el reconocimiento, clarificación, regulación y comprensión de emociones, además de compasión, para lograr una toma de perspectiva (Davis, 1980, 1983; Israelashvili et al., 2020; Makwana et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). Aunque el entrenamiento la improvisación teatral puede abordar la gestión de emociones, el abordaje tiende a ser reducido, intuitivo y efímero debido a que el objetivo de la improvisación teatral es crear historias improvisadas sin necesariamente profundizar en las historias, sus personajes ficticios o las emociones (Argentino, 2013; Baldeon, 2020).
De todas formas, la contribución indirecta de la práctica de improvisación sobre la empatía mediante la rigidez cognitiva tiene implicancias prácticas pues los ejercicios que son usados para entrenar la improvisación pueden ser usados y orientarse a desarrollar la empatía, complementándose con entrenamientos de otras habilidades relevantes, como la gestión de emociones. Además, tales ejercicios pueden combinarse con técnicas como la exposición a ejemplares contra estereotípicos, una de las intervenciones más efectivas para reducir los prejuicios según una revisión de 30 estudios (FitzGerald et al., 2019). Así, por ejemplo, ejercicios de improvisación podrían requerir interpretar o interactuar con personajes contra-estereotípicos, lo cual sería asumido por los practicantes que estarían en un contexto lúdico y de aceptación (Argentino, 2013; Felsman et al., 2023).
Conclusiones, limitaciones y recomendaciones
El estudio concluye que el tiempo de práctica de improvisación contribuye directamente en la variabilidad de la fantasía e indirectamente en la toma de perspectiva y el malestar personal, mediado por la rigidez cognitiva. Además, se concluye que el modelo del afecto a la cognición de la empatía es aplicable al contexto latinoamericano, y las relaciones de los factores afectivos y fantasía pueden estar asociadas a la gestión de emociones. Adicionalmente, se precisa que la práctica de improvisación teatral puede ser una herramienta que incremente la efectividad de intervenciones orientadas a incrementar la empatía si es complementada con estrategias para gestionar las emociones y la incertidumbre.
Este estudio tuvo algunas limitaciones. En relación con aspectos metodológicos, no empleó un diseño experimental, por lo que no se podrían establecer relaciones causales entre la práctica de improvisación, rigidez y empatía, además de que no se controló la posible influencia de otras variables relevantes como el sexo o la edad (Hernández et al., 2010; Israelashvili & Karniol, 2018). Asimismo, tampoco se analizó a detalle la influencia del tiempo de práctica de improvisación sobre las dimensiones de la rigidez cognitiva. En cuanto a aspectos teóricos, el estudio no incluyó variables que midan aspectos más afectivos y que pueden impactar en la empatía.
Así, investigaciones futuras pueden utilizar metodologías experimentales. Al respecto, se recomienda analizar el efecto específico de la práctica de improvisación sobre las dimensiones cognitivas, emocionales y conductuales de la rigidez para una mayor comprensión de su alcance. Asimismo, se sugiere comparar los niveles de empatía y rigidez de un grupo que practique improvisación, y otro que también lo practique, pero reciba un entrenamiento en autorregulación emocional y exposición a personajes anti estereotípicos. En estos estudios se podría utilizar también el cuestionario TECA (López-Pérez et al., 2008), ya que separa la adopción de perspectivas de la comprensión emocional, planteándola como dimensiones diferentes, lo cual permitiría un análisis más específico del aporte de la práctica de improvisación a la empatía. Además, próximos estudios podrían emplear muestreos probabilísticos para generalizar resultados y evaluar el desarrollo de políticas públicas asociadas. En esa línea, se recomienda también medir los niveles de las variables estudiadas antes y después de intervenciones.
Adicionalmente, estudios longitudinales pueden indagar si los niveles de rigidez se incrementan luego de dejar de practicar la improvisación teatral. Asimismo, estudios comparativos podrían establecer diferencias en los niveles de las variables estudiadas entre un grupo que practiquen improvisación y otros grupos que practiquen otras técnicas de teatro. En relación con aspectos teóricos, se recomienda continuar la línea de investigación asociada al modelo del afecto a la cognición de empatía. Al respecto, se sugiere investigarlo con otras variables predictoras como la regulación emocional o la tolerancia a la incertidumbre. Además, se recomienda evaluar su impacto sobre prejuicios específicos o discriminación.










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